Hace poco
le contaba a Rb -creo que era su cumpleaños- que nunca tuve una piñata o algo
parecido en mi niñez… la verdad los recursos eran bien limitados; aunque unas
noches más tarde volví a recordarme de un cumpleaños en particular, no recuerdo
cuantos estaba cumpliendo, cinco? seis?
Mi abuelo
materno fue un alcohólico, un tiempo había sido cantero -como su padre, creo-
pero básicamente era un campesino sin tierras, hace cinco o seis años mi madre
me conto que ella nació en el pequeño país vecino del sur porque sus padres habían
viajado a una finca a trabajar en una cosecha.
Mis abuelos
maternos se divorciaron cuando llevaban cuatro hijas -mi madre es la tercera -,
desde hace mucho tiempo he pensado que se separaron porque mi abuela seguía dándole
hijas y realmente necesitaban hijos varones para las tareas del campo; alguna
vez mi madre me conto que a ella la enviaban a vivir a donde un primo de mi
abuelo porque en su casa no había para comer.
En fin, no sé
por qué, ni cómo, ni cuándo, mis abuelos se separaron; creo que mis dos tías
mayores ya estaban casadas en esa época; mi abuela luego llegaba de visita a la
casa de mis papas cada ciertos años; fue hasta mucho después que me entere que vivía
en la ciudad vendiendo periódicos.
Mi abuelo,
hasta donde la memoria me alcanza, se ganaba la vida cortando árboles en la
montaña y vendiendo leña; era un trabajo duro.
La mayor parte del tiempo vivía en la montaña, un hacha al hombro y un
machete en la cintura; recuerdo también que vi como construían con mi padre las
dos primeras casas en donde crecí.
En el patio
construyeron la cocina en la segunda casa donde vivimos: eran cuatro horcones
con un techo de manaca y un gran poyo donde mi madre torteaba y cocinaba; mi
abuelo le agregó una especie de tapanco y allí vivía; o al menos allí dormía y tenía
almacenadas sus escasas pertenencias; también pasaba algunas temporadas en la
casa de la segunda hermana de mi mama, en una colonia vecina.
En mi casa
era donde mi abuelo almacenaba la leña que luego vendía; tenían una relación
muy estrecha con mi hermano mayor pues era su nieto más grande con el que convivía,
mi hermano lo acompañaba a la montaña y lo ayudaba con su trabajo; cuando mi
abuelo no tomaba nos hacía barriletes que eran la envidia de nuestros amigos;
trompos que bailaban mejor que los de fábrica y nos regalaba canicas de
colores.
Usualmente
cuando no tomaba también se mantenía donde la hermana de mi mama y generalmente
cuando pasaba por sus etapas alcohólicas se refugiaba en la casa de mi mama; tomaba
de un vino que ahora he visto en el mercado y que es utilizado en la cocina:
Farolazo.
Cuando no
tomaba también asistía a una iglesia evangélica; no se quién fue el que inicio
la tradición en mi familia pues tanto mis abuelos paternos como maternos venían
-como la mayor parte de nuestro país – de una larga tradición católica. La familia de la hermana de mi mama también
era católica pero en mi casa asistíamos a diferentes iglesias evangélicas.
Cuando tenía
cinco o seis años mi madre me baño y vistió con una buena mudada y me envió al
servicio religioso nocturno con mi abuelo; además me dio algo a lo que aún no
le encontraba sentido: cinco o seis monedas de un centavo. Esa noche acompañe a mi abuelo a la iglesia a
la que asistía y en la que toda la congregación cantó un coro de cumpleaños,
luego me puse de pie y fui a depositar la ofrenda que mi madre me había dado:
un centavo por cada año de vida.
Mi abuelo
agarraba “furias”, varias semanas en las que tomaba sin parar; alguna vez un
compañero de la escuela me comentó que había llegado a su casa en ese estado
pidiendo comida; murió cuando tenía
nueve años: había ido a visitar a una familia en otro departamento y un bus lo
arrolló.
Hoy llamé a
mi papa porque mi hermana me aviso que es el cumpleaños de mi madre, que si podía
llamarla; ni recibo llamadas para mi cumpleaños ni estoy acostumbrado a
hacerlo; así nos criaron. Pero quise
hacer una excepción. Si los cálculos no
me fallan mi madre está cumpliendo 64 o 65 años, tenía 17 o 18 cuando me dio a
luz y mi hermano mayor ya tenía 2 años.
Realmente
marque el número de mi mama pero fue mi papa quien contesto, que mi madre se había
ido a trabajar a pesar de que él le sugirió que se tomara el día libre por ser
su cumpleaños; la verdad no me causa sorpresa su decisión, creo que lo reflejo
muy bien al llevar cinco años trabajando en mi función actual sin haber tomado
un periodo completo de vacaciones.