miércoles, 31 de agosto de 2022

El final de la (otra) historia... The end of the (other) story... La fin de l'(autre) histoire

En el 2013 (viernes, 25 de octubre) escribí un post sobre los hijos de dos escritores cuyos libros me habían afectado (El hijo del escritor y la hija de la poeta) y la diferencia de ambos casos: el hijo de Paul Auster (Daniel) estaba en libertad condicional por estar implicado en un asesinato; la hija de Clara Janés (Adriana) era una escultora.

Le comentaba sobre el post a mi hija mayor este sábado que cenábamos en un Subway y le contaba que me había enterado a principios de año que Daniel seguía en problemas… hace unos meses se había publicado que estaba siendo llevado a juicio por la muerte de su pequeña hija, una bebé de menos de un año de edad.

Al parecer la niña había muerto por una sobredosis mientras estaba bajo su cuidado; él decía que había consumido heroína y se durmió y que al despertarse vio que la niña no se movía; llamó a los servicios de emergencias y la niña fue llevada a un hospital, en donde fue declarada muerta.

Lo que no sabía hasta el momento de esta conversación es que la historia de Daniel realmente había llegado a su fin: en Subway googleé la noticia y entre los primeros artículos encontré un par de publicaciones que anunciaban su muerte.

Hoy que estuve buscando con un poco más de detenimiento tengo más detalles: luego de salir bajo fianza, a la espera de un juicio por homicidio involuntario, Daniel fue encontrado inconsciente en una estación del metro.

Según la noticia de The New York Times se trataba de una sobredosis de drogas y fue trasladado a un hospital en donde estuvo en coma durante seis días; luego de este tiempo se le retiró el soporte vital y se le declaró muerto; al parecer se había dedicado a la fotografía y a ser DJ.

Por otro lado, Adriana Veyrat Janés sigue trabajando como escultora y fotógrafa y a menudo realiza exhibiciones en museos de España y Europa además de haber publicado algunos libros de fotografía, uno en conjunto con su madre.

Uno muere, la otra vive… uno se sumió en la vida libertina y las drogas, la otra se licenció en Artes en una universidad española… uno tuvo una relación tórrida con sus padres y su madrastra, la otra incluso ha publicado trabajos en conjunto…

Pero últimamente, ¿cuál es la diferencia? Al final todos nos vamos a morir… tengamos o no tengamos, amemos u odiemos, suframos o disfrutemos… a todos nos espera el mismo final, o como dice el autómata al final de Blade Runner: 

Yo he visto cosas que vosotros no creeríais. Naves de ataque en llamas más allá del hombro de Orión. He visto rayos-C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia. Hora de morir.

Me había propuesto no meterme mucho en la vida de mis hijos -o al menos en la de la mayor y el menor, pues no puedo meterme mucho en la de la segunda: por ahora anda en Japón- por lo que no los contacté, luego de nuestro almuerzo de la primera semana, durante este mes.

Había planeado un desayuno con uno de mis últimos contactos de mi antiguo voluntariado con quien ya nos habíamos reunido en un par de ocasiones a principios de año; quedamos de reunirnos a las 7:30 en el Mc de costumbre.

Pero, el sábado temprano el automóvil se negó a arrancar; y la verdad no debía haberme sorprendido: el lunes o martes por la noche acompañé a Rb a comprar un termómetro digital pues su perro rompió el de mercurio que tenía desde hace muchos años.

La farmacia está bastante cerca -tres o cuatro calles- y me había ofrecido a ir a pie pero Rb se negó pues ya era un poco tarde y además, estaba lloviendo un poco; mi ánimo no estaba de la mejor forma: ese día le había enviado a mi madre mil dólares para iniciar la terraza de la casa del puerto y a mis casi cincuenta años aún me afecta negativamente realizar gastos mayores.

Total que hubo un connato de discusión en el auto pues yo iba repitiendo una frase sin sentido y Rb pensó que me refería a la salida, o a su constante búsqueda de respuestas sobre sus dolencias o a cualquier otro tema que la afectara. 

Al regresar me estacioné bastante abruptamente y salí del auto bastante rápido, y vi que la pantalla del radio -que ni usamos- aún brillaba, me quedé con la duda de por qué no se apagaba, pero como había visto que a veces se quedaba una luz en el estárter no le di mucha importancia.

Hasta el sábado que no arrancó… entonces, luego de escribirle a mi amigo sobre el retraso, llamé a un Uber y me enteré que siempre sí, también tenemos servicios de motocicleta a través de esta app en la ciudad.

Llegué al desayuno con 20 minutos de retraso -lo que me fastidia- pero no hubo mucho drama con mi amigo, desayunamos -interesante que él insistió en cubrir el costo en esta ocasión- y nos pusimos un poco al día.

Lo que me llamó la atención, sin embargo, fue que no tuve la misma paciencia que en las ocasiones anteriores, o sea, ya sabía que era antivacunas, ya sabía que era algo homofóbico y ya sabía que en general hace de menos cualquier opinión que no se alinea a las suyas (como yo, como muchos).

Pero ahora si sentí que no tenía mucha paciencia… en fin… luego de un poco más de una hora de tertulia me despedí con la justificación de la clase de lengua de señas y pedí otra motocicleta en la app de Uber, media hora después estaba pagándole al conductor en la garita cuando vi que Rb venía en el auto.

Y lo que pasó fue que como a medio desayuno Rb me llamó para preguntarme sobre el automóvil, pues no me vio y sí el auto estacionado; le comenté sobre la batería y lo que había observado la última vez que lo utilizamos y me comentó que iba a esperar a que viniera para ver quién nos pasaba carga.

Pero, al final decidió que vería si lo podía solucionar antes que yo viniera -pues le había comentado el día anterior que tenía planeado ir a cenar con mi hija mayor: ella me había escrito a principios de la semana- y fue con una de sus vecinas a pedir corriente.

La persona que la ayudó le recomendó que lo mantuviera funcionando al menos quince minutos y estaba regresando de conducir una vuelta cuando me vio apeándome de la motocicleta… fuimos a dar otra vuelta para asegurarnos que se cargara la batería y luego venimos a tomar la clase de lengua de señas.

Había quedado con mi hija mayor de reunirnos a las 5:00 por lo que a las 4:30 me despedí de Rb, tomé el auto y me dirigí a su habitación… llegué con un poco más de diez minutos de antelación, estacioné el auto y esperé hasta la hora acordada.

Se veía bastante movimiento en su casa, unos jóvenes entrando y saliendo y en una casa vecina un grupo de jóvenes adultos embriagándose; entré a tocar su puerta y luego nos dirigimos al Subway de costumbre.

En el camino le pregunté sobre sus días de descanso -creía que estaba descansando sábado y otro día- y me comentó que había renunciado al trabajo: una semana y media antes o algo así se había hartado y le había dicho a su supervisor que se retiraba.

Con lo que se le cierran completamente las puertas al segundo mejor call center de la ciudad; por haberse retirado a mitad de su turno de trabajo y sin ningún aviso previo creo que su expediente queda con una nota de ‘not for re hiring’ .

Me terminó de contar esto mientras cenábamos y traté de restarle dramatismo al asunto: al final todo se termina, hay que ver siempre que se puede hacer y así… para variar no me di cuenta que nomás estaba empeorando las cosas; durante un momento se retiró al baño a llorar.

Me disculpé por mi insensibilidad en el viaje de vuelta a su habitación a donde regresamos luego de la cena, a su sugerencia, y traté de cambiar el ambiente pero la verdad es que no soy muy bueno en lo que a relaciones sociales se refiere, ni siquiera con mis hijos.

Total que anda bastante deprimida, no sabe qué hacer, no sabe si seguir trabajando en call centers o en alguna otra cosa, de hecho no sabe -según ella- si quiere seguir trabajando o viviendo… en fin.

Y mi hijo menor… está -espero que aún esté- trabajando en el mismo call center, a donde entró luego de dos o tres meses de no trabajar luego de haber renunciado del mismo seis o siete meses antes; supuestamente estaba integrándose bien (a diferencia de mi hija mayor que debía acudir al sitio él estaba completamente desde su habitación).

Y ha estado siendo responsable: al iniciar a trabajar acá y no tener dinero me había pedido ayuda monetaria; le facilité el dinero, pero le indiqué que lo esperaba de vuelta -por aquello de la adultez y las responsabilidades- por lo que se comprometió a un plan de pago de seis meses.

El plan lo ha estado cumpliendo efectivamente y ya iría a la mitad del saldo de su deuda pero, desde hace un par de semanas no tengo noticias suyas… ni ha publicado nada en las redes sociales -al menos en las que lo puedo ver- ni ha respondido a una propuesta de reunirnos en un par de semanas que le envié por whatsapp hace cuatro días.

Si no se manifiesta en el resto de la semana acudiré a su habitación el sábado para confirmar que sigue vivo o si me necesita de alguna forma…

Del resto no hay mucho cambio… el domingo pasado fui a Cemaco a comprar un marco para el diploma del máster y ahora cuelga espléndidamente en una pared de la habitación en la que duermo, a noventa grados de mi título de ingeniero.

En el trabajo las cosas siguen casi igual… algunos días el trabajo está bastante intenso pero en general paso mucho mucho mucho tiempo simplemente esperando a que liberen alguna parte de las aplicaciones para aplicar el proceso de QA.

Empecé a leer 21 lessons for the 21st Century, del mismo autor de Sapiens y Homo Deus, aunque aún tengo a medias Midlife A Philosophical Guide; ambos autores judíos… terminé de leer Los Ritos del Agua y aún me falta el último capítulo de L’Evasion de Kamo.

También bajé Better Small talk, pero creo que este libro ya lo había descargado en alguna ocasión; igual he leído un par de capítulos y realmente no le encuentro sentido -o quizá nomás lo veo inalcanzable- a tener conversaciones verdaderas.

Y una semana de la unidad 8 (de 10) del nivel 4 (de 5) de Francés en Duolingo y de vez en cuando hago un poco de malabares y casi todos los días juego ajedrez contra mi Tablet -me gana el 75% del tiempo- y casi todos los días juego una versión de Scrable en línea (aunque trato de no hacerlo mucho pues suele ponerse bastante intenso).

Y hoy es el último día del octavo mes del 2022… mañana empieza el último cuarto del año… ¿qué nos traerá aún el fin de este período?


sábado, 20 de agosto de 2022

La contadora canadiense asiática, el policía budista tailandés y el master en ciberseguridad

Muchas muchas veces al leer un libro, especialmente de los que considero esenciales se me olvida que al final es la comunicación de una persona, sus puntos de vista sobre un tema o situación y todo su bagaje personal, incluyendo sus intereses económicos.

Trato de recordarme con frecuencia de este hecho pero eso no evita que muchos libros me afecten de formas que quizá no sean las más adecuadas, o normales, desde el punto de vista lector o incluso profesional.

Y no me refiero a únicamente libros de no ficción: Maybe you should talk to somebody se supone que es de no ficción pero aún así no está escrito en piedra que toda la información o historias que la autora transmite en sus páginas sea completamente real.

Y luego están los de ficción; por ejemplo A little life; un libro enorme, tanto en extensión como en la historia y los personajes; y que es ficción, y que no obstante, me costó completarlo y aún más superarlo... y al final, es nomás un libro... una historia hilvanada por una escritora estadounidense de ascendencia coreana y japonesa.

Y algo similar me estaba sucediendo las últimas semanas con la serie de libros de Ava Lee y Bangkok... la primera se compone de 8 o 10 libros (nomás leí los primeros tres) y trata sobre una contadora canadiense de ascendencia hongkonesa que se dedica a recuperar deudas.

El escritor es, por supuesto, un canadiense pero la descripción que hace de los personajes y lugares asiáticos llega (o fue mi caso) a hacer olvidar al lector que es el punto de vista de un occidental sobre la forma en la que los asiáticos realizan negocios -o practican la violencia-.

The Wet Rat of Wanchai lo encontramos con mis hijos hace cuatro o cinco años en un restaurante que incluye juegos de mesa; nos pasamos un par de horas en este lugar con mi hijos menores -era la época en que estaba completamente desconectado de mi hija mayor- y mi hija segunda empezó a leer el libro en el lugar.

Luego lo conseguí en formato digitaly lo completamos... y estuve buscando -sin éxito- por mucho tiempo la versión digital de la secuela: The Disciple of Las Vegas; hasta este año que se me ocurrió buscar al autor en el sitio de libros en donde he estado encontrando la mayor parte de mis últimas lecturas.

Al final leí The Disciple of Las Vegas y The Wild Beasts of Wuhan... los libros son acción pura, un poco como los de Dan Brown: en tres o cuatro páginas el autor va de un continente a otro, interactúa con una amplia gama de personajes y resuelve los conflictos de formas inesperadas.

Y la serie de Bangkok... el escritor es, en este caso, un abogado británico que practicó derecho en Hong Kong y luego se dedicó a la escritura... Había leído unas páginas de Bangkok Tatoo hace casi quince años y había luego -sin éxito- buscado la versión digital del mismo.

Hasta que, al mismo tiempo de conseguir los libros de Ava Lee se me ocurrió que quizá también podía conseguirlo en el mismo sitio... al final me enteré que Bangkok Tatoo es el segundo libro de una serie, el primero titulado Bangkok 8.

Total que leí Bangkok Tatoo, con todas su carga de prostitución, corrupción policial -aunque el autor se disculpa con la policía de Bangkok antes de iniciar cada libro- y su muy -o quizá no tanto- particular versión de budismo.

Luego de terminar este libro me sumergí en Bangkok 8 que trata además de los temas antes mencionados sobre transexuales y el proceso de reasignación de género... este tema se repite en el segundo libro pero de una forma un poco menos violenta.

La conclusión es que cinco libros sobre violencia asiática son suficientes... ahora me falta el último capítulo de L'Evasion de Kamo y acabo de bajar un libro -encontrado en Hacker News- sobre las crisis de la edad media... nomás seguiré leyendo en francés y un poco en inglés... y otro poco en español.

Y el master en Ciberseguridad... esta semana, por fin, y luego de más de dos años arribaron los diplomas de la universidad española que certifican que completé los requisitos del master en ciberseguridad... son dos diplomas, uno de la universidad y otro de la institución de enlace, además de copias de los mismos que certifican por parte de La Haya que son válidos en la mayor parte del mundo.

Pero, por otra parte, perdí la oportunidad en certificarme en AZ-204... había estado estudiando diariamente durante los últimos diez días o así, y me sentía medio confiado a medida que la fecha del examen se acercaba.

Sin embargo, el día del examen -el lunes pasado, que era día de asueto por acá-, luego de realizar el procedimiento de presentación pasé más de media hora tratando, sin éxito, que los examinadores accedieran a la cámara de mi portátil... no sé si se debió a que intenté utilizar la máquina de mi trabajo o al wifi.

Digo, había realizado todas las pruebas previas con la misma máquina y en la misma habitación, pero ese día simplemente no funcionó y, luego de media hora, bloquearon mi ingreso al lugar del examen... total que perdí el voucher (con valor de 165 dólares) para acceder al exámen.

Y ni modo, ahora nomás debo esperar que Platzi haga honor a su ofrecimiento del voucher para el AZ-900 (de un menor nivel que el anterior) para ver si puedo utilizar la computadora de Rb -y una conexión física- para acceder al menos a este exámen.

Hace un par de semanas almorcé con mi hijo menor y mi hija mayor... ambos están trabajando en la empresa de telecomunicaciones más grande de Canadá, ambos están trabajando como back office (por medio de chats) pero, mientras el menor trabaja desde su casa, la mayor debe ir todos los días al sitio... espero que les dure el trabajo.

Y mi hija segunda, el día de mañana está programado su vuelo hacia Tokio, en donde se supone va a estar hasta la primera semana de diciembre, pues su boleto de retorno está programado para el quinto día de ese mes... espero que aproveche su estadía en el lugar y que no tenga contratiempos retornando al imperio del norte para completar sus estudios.

Y la casa en el puerto... esta semana tuvimos un par de llamadas con mi progenitora; el lunes me llamó para confirmar el tipo de terraza que quería utilizar en la construcción... ya había decidido hace mucho tiempo que utilizaría prefabricados, pero, como el sábado pasado desayuné con mi amigo el dibujante en construcción, le pedí unos días para confirmar.

Estuve leyendo un poco sobre ambas opciones, o terraza prefabricada o terraza fundida; la primera opción es un poco más económica y los resultados no son, supuestamente, tan diferentes, por lo que al final llamé ayer a mis padres y le confirmé a mi mamá que me inclinaba por la opción prefabricada... se viene gastos fuertes en este renglón.

Y el trabajo... llevo un par de meses en la actual posición y la verdad algunos días es realmente incómodo participar nomás en una reunión de media hora y desconectarme practicamente el resto del día, pero, por otro lado, es la naturaleza del trabajo.

Han contratado a cuatro o cinco analistas adicionales... me parece que dos de ellos ya habían trabajado acá por lo que ya conocen de qué va el trabajo... los otros tres aún están aprendiendo; y esta semana me agruparon con dos de los nuevos para trabajar en un tema un poco laborioso.

Total que me ha tocado estar resolviendo dudas sobre temas que aún estoy conociendo, la mayor parte nomás trasladándolas hacia arriba y luego transmitiendo la información en el sentido contrario; al menos ayer si dediqué casi seis horas a las tareas asignadas y al final tuvimos una buena retroalimentación de los resultados presentados.

Y esta semana Rb tuvo una crisis sanitaria: le empezó a faltar el aliento y estuvo en consulta con su doctor de costumbre durante una buena parte del día -y de la noche, ese día casi no dormí-... al final acudió a una consulta a la mañana siguiente y le diagnosticaron una bronquitis... actualmente está en tratamiento.

Y eso, algunos días -muchos- siento que leer, jugar scrabble, jugar ajedrez, trabajar, ver una que otra serie o película no tienen ningun sentido... y sospecho que así es... pero bueno, al final, es lo que es.. o, ¿de qué sirve buscarle tres o cinco pies al gato?