El lunes pasado, como tenía previsto, entré a las siete y media a mi semana de inducción. Éramos 34 en total. Para empezar el evento una de las personas de contrataciones regañó en público a un joven porque no había llevado corbata -ni saco-. El tipo se puso realmente mal, se le veía en el rostro. Al final de la tarde me le acerqué y amistosamente -o eso espero- le ofrecí prestarle una corbata para el día siguiente, al que no llegó. Luego me enteré que él iba a trabajar como conserje. La ineptitud de algunos administrativos. Este día había llevado un par de tortillas de harina que me habían sobrado del domingo y con eso almorcé en el segundo nivel del edificio.
La mayoría de las personas eran jovenes, habían dos o otres personas más grandes que yo entre los que ingresamos. Creo que sólo otro gradaduado universitario. Licenciado en Educación o algo así. Para muchos es su primera experiencia laboral. Como diez chicas y el resto tipos. La capacitación del primer día versó sobre la historia de la institución a donde estábamos ingresando, para los otros 33 era el primer día en la institución, para mí era la tercera o cuarta semana.
Salimos a las cinco y me vine en autobús al Trebol, de allí tomé un transurbano, en compañía de uno de los tipos mayores que yo. Vendedor. El tráfico en la Petapa es desesperante a esa hora, dos o tres calles antes de la estación en donde debía bajarme afortunadamente el piloto abrió la puerta y nos apeamos. Habíamos tardado como veinte minutos en avanzar como tres calles. Vine a mi habitación a cenar y a leer El Cuaderno de Maya.
El martes ya éramos solo 33. El conserje desertó. Este día estuvimos viendo la mayoría de productos de la empresa. Había llevado unos panes con salami, aguacate y tomate. Como le había ofrecido a mi jefa, este día después de la capacitación me dirigí a la oficina en donde estuve trabajando hasta las ocho, hora en que la compañera de mi jefa me dió aventón a mi colonia. Por fin terminé de ver Triste Canción de Amor.
El miercoles llevé un picado de tomate, salchicas y zanahoria. Junto con una sopa ramen. Ese fue mi almuerzo. Este día continuamos viendo los productos de la institución. Al mediodía subimos con varios compañeros a almorzar. A las cinco que salí me vine directamente a mi casita. Tomamos el transmetro con una chica que vino del interior del país. Este día creé un grupo en Facebook para incluír a todos los participantes de la inducción.
El jueves desertó otra persona.
Esta vez un vendedor, porque supuestament le había estado yendo mal
en las evaluaciones. Este día también hubo una división -casi
mitad y mitad- entre el personal que se dedicará a ventas y los
administrativos. Había llevado media lata de atún y una
zanahoria rallada y salí a almorzar esto al mediodía. Al
salir, al igual que el martes me dirigí a la oficina. Me iba a
quedar a trabajar, al igual que el martes, hasta las ocho pero, por
ser el día del cariño, la compañera de mi jefa salió a las siete
y media. A esa hora retorné a mi casita.
El viernes llevé también zanahoria y
atún. Este día estuvimos viendo algunas dinámicas de trabajo en
equipo. Desde un par de días antes se había estado hablando sobre
comprar algo entre todos y almorzar en grupo. Al final compramos seis
pizzas y un par de dobles litros de gaseosa y almorzamos en
comunidad. Yo aparté el almuerzo que llevaba. Al salir a las cinco y
media el más grande del grupo me ofreció aventón al Trebol en su
automovil. Desde allí me vine caminando a mi habitación, me cambié
y luego me dirigí a la casa del voluntario que vive en la misma
colonia. En el camino encontré a mis peques y su madre. Con el
voluntario que vive en la misma colonia cenamos y estuvimos
conversando por un par de horas o algo así.
El sábado dejé ropa en remojo y me
fuí a visitar con mi grupo oficial de visitas. Nos dirigimos a un
orfanato que queda en una aldea en la periferia de la ciudad. Estuve
una parte de la visita haciendo origami con unas niñas y otra parte
enseñándole a nuestra encargada de visita a hacer un par de figuras
de origami. Había planeado visitar con algún otro grupo en la tarde
pero se organizó un almuerzo con el grupo de la mañana y decidí
-por primera vez- acompañarlos en su actividad. Andaba con una de
las voluntarias del sábado por la noche. Hicimos la reunión en la
casa de la voluntaria en donde nos reunimos por primera vez con este
grupo a mediados del año pasado. Preparamos una comida que es un
revoltijo de snacks, ensaladas y salsas.
Terminamos la reunión como a las 3:00
y con la voluntaria de la noche pasamos a un mercado a comprar
algunas verduras -ella las verduras de la semana y yo unos aguacates
para el domingo-. Me ofreció que fueramos a su casa y luego nos
dirigieramos a la casa del voluntario que vive en la misma colonia y
acepté. En el camino recordé que le había dicho a mis peques que
iba a llegar a su casa a las seis y los llamé para avisarles que me
atrasaría un poco. Pasamos a la casa de la voluntaria a dejar las
verduras y luego nos venimos a la casa del voluntario que vive en la
misma colonia. Yo me vine a mi casita y me dormí un rato. Luego fuí
a la casa de mis peques y conversé con ellos y su madre. Les propuse
que para mejorar -o tratar de mejorar- un poco la comunicación
empezáramos a desayunar los cinco los domingos. Yo me encargaría de
la preparación. Estuvieron de acuerdo al final, aunque mi hija
segunda al inicio argumentó que la situació sería incómoda.
Ofrecí poner de mi parte para no generar incomodidad.
Estuve como veinte o treinta minutos
allí y luego me dirigí a la casa del voluntario que vive en la
misma colonia. Con los voluntarios de la noche estuvimos cenando
tamal, cantando karaoké y dando buena cuenta de una botella de
tequila -mi primer onza de tequila en casi tres años-. Al inicio de
la reunión habíamos recibido un mensaje indicando que un voluntario
conocido por varios se había accidentado y nos dirigimos con la
voluntaria de la tarde y otro voluntario al hospital. El hospital
está bastante cerca -como diez minutos en automóvil- y resultó que
si había habído un choque aparatoso -auto completamente destruído-
y la conductora estaba en observación pero encontramos al voluntario
en la puerta del hospital. Lo acompañamos un rato, nos cercioramos
de que estaba bien y luego retornamos a la reunión. Un poco después
de las once una de las voluntarias pasó a dejarme a mi casita. Aún
vine a leer un poco.
El domingo me levanté temprano. Lavé
la ropa que había dejado en remojo el día anterior y luego me fuí
a la casa de mis peques. En el camino compré huevos, jamón,
frijoles en bolsa y pan dulce. Preparé un buen desayuno que
compartmos entre los cinco. A las nueve y media nos despedimos de su
madre y nos venimos a mi habitación. En donde estuvimos viendo
varios videos en inglés sobre el método científico, algunos videos
de física y, mis peques, actualizando el blog que llevan con el hijo
de mi amiga de Portland. Un poco antes del mediodía nos dirigimos a
los museos y entramos al de Historia Natural y al de Arqueolofía y
Etnología. Nos quedó pendiente el de Arte Moderno y el de Escultura
-este es al aire libre-. Después de entrar a los museos nos
dirigimos al Pollo Campero que queda al costado y almorzamos una
hamburguesa de pollo y un hot dog cada uno.
Después nos dirigimos a la Universidad
en donde estuvimos un poco más de una hora en la biblioteca. Luego
nos venimos a casita. En el camino compramos un par de helados que
venimos a compartir a mi habitación. Como habíamos comido afuera no
teníamos trastes para lavar. Subí a bajar la ropa que había dejado
tendida en la mañana y me encontré con que la vara del centro se
había caído y mis camisas blancas estaban en el piso completamente
sucias. Igual las bajé a mi habitación. Vimos un poco más de diez
minutos de Enredados y a las seis y media los fuí a dejar a su casa.
Retorné a mi habitación a cenar pan
tostado y a ver que camisas podría llevar al último día de
capacitación este día. Elegí la celeste y decidí llevarme la
amarilla el martes. Estuve viendo un poco de Crónicas Mutantes y
leyendo una buena parte de La Isla bajo el Mar. Un poco antes de las
once me dormí.
Este día el reloj sonó a las 5:30 y a
las 5:35, y luego cada cuatro minutos hasta las seis, hora en que me
levanté. Preparé unos panes con aguacate y salami y me dirigí a m
iúltimo día de inducción. Llegué como a las siete y media y me
entretuve leyendo Mil Soles Espléndidos. Durante la mañana
recibimos una capacitación sobre seguridad informática y luego nos
evaluaron del tema. También nos evaluaron sobre el último tema de
la semana pasada. Un poco después del medio día el capacitador nos
sacó del aula a los tres administrativos y estuvimos llenando un par
de encuestas sobre el evento. Nos pasó nuestra calificación -saqué
88=bueno-, el otro administrativo sacó 83=bueno y el anciano -52
años- sacó 93=excelente. Un poco después del mediodía nos
entregaron nuestros gafetes y nos desearon suerte.
Le envié un mensaje a mi jefa
avisándole que pasaría a almorzar y luego me iría a la oficina.
Pasamos a un lugar a almorzar con los otros dos compañeros -yo mis
panitos- y luego nos fuímos al edificio en el que trabajamos. Llegué
a las dos de la tarde. Me pasé la tarde tratando de retomar los
temas que llevo entre manos y un poco después de las seis y media la
compañera de mi jefa que me dá aventón me indicó que estaba por
retirarse. Ya sólo estábamos ella, mi jefa y yo. Nos retiramos
todos de la oficina.
La compañera de mi jefa pasó a
dejarme cerca de mi casa y vine a cambiarme de ropa y a dejar las
camisas en remojo. Luego me dirigí al supermercado más cercano en
donde compré tres zanahorias y dos latas de atún -está en oferta-.
Ya estoy planeando el desayuno que prepararé este domingo por lo que
compré un sobre de salsa instantánea. Con las compras retorné a mi
habitación y salí a lavar los platos que usamos para el helado con
mis peques. Luego lavé un par de camisas y entré a revisar mis
correos, blogs y redes sociales. Estoy por salir a lavar las otras
dos camisas para subir a tenderlas. Al menos ya terminé de completar
todos los requisitos de ingreso a mi trabajo. Ahora solo debo
perserverar en mi alto desempeño. A ver como va eso.
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