A mediados de noviembre le propuse a mi hijo menor que se fuera conmigo en Mayo a la graduación de su hermana, en el tercer país al sur del nuestro. A finales de ese mes me reuní con mi hija mayor, muy cerca de su cumpleaños número 20. Mi hijo aceptó acompañarme y fui con el abogado de costumbre por una carta notarial para que la madre de mis hijos autorizara el trámite del pasaporte. También empecé los trámites para renovar mi visa del imperio (aunque como la anterior se venció hace más de tres años, era prácticamente solicitar una nueva, no una renovación).
A principios de mes acudí a la embajada del imperio y me denegaron la visa. Según la oficial del consulado porque hay muy pocas garantías para mi retorno al país. En fin, yo nomás quería visitar a mis amigos que no he visto en una década, pero a veces las cosas no salen como uno espera, probaré nuevamente al final de este año o al inicio del próximo, esta vez para asistir al retiro de toma de preceptos en mi antiguo templo.
El trámite del pasaporte de mi hijo también fue un calvario. Fui un lunes a mediodía por el número que entregan ahora en el cual le asignan una hora para llegar en una fecha específica (al día siguiente). Llegamos con mi hijo el martes a la hora indicada (medio día) y se tardaron hora y media en atendernos e indicarnos que la carta no era aceptable porque no había forma de comunicarse con la mamá de mis hijos (no hay teléfono en su casa y supuestamente le robaron el celular hace un par de meses). Me molesté bastante y terminé casi gritándole a la burócrata. Nos retiramos del lugar y con mi hijo quedamos en acudir la semana siguiente y que él dejara su celular en casa.
La siguiente semana (la tercera de diciembre) acudí también el lunes al mediodía por el número, y en esta ocasión el empleado que estaba atendiendo no entendió bien para quien era el pasaporte y durante un momento se negó a darme un número, le aclare bien el caso y me dio un número para el día siguiente a las 8 de la mañana. Mi hijo llegó a mi trabajo a las 7:30 y llegamos un poco antes de las ocho a migración, otra vez se tardaron un montón en atendernos y terminamos con la misma burócrata quien nos indicó que la carta se veía muy bien pero que la firma de la mamá del menor no coincidía con la copia del documento de identificación.
Esta vez iba más tranquilo y le pedí que lo reconsiderara, me pidió que le sacara una ampliación al documento y que retornara. Fuimos con mi hijo a un café internet e íbamos a imprimir una ampliación de la copia del documento pero al verlo bien en la computadora, coincidimos ambos en que la firma estaba diferente. Quedamos en volver la siguiente semana. Esa fue la semana antes de Navidad. Le pedí a mi hijo que le propusiera a su madre que realizara ella el trámite y yo le firmaba el documento de autorización pero no aceptó. El día de Navidad acudimos nuevamente con el abogado quien nos proveyó otra carta de autorización, mi hijo se la llevó y acordamos que lo llamaría al día siguiente luego de obtener un nuevo número.
El miércoles acudimos nuevamente a las 8 de la mañana, terminamos en la misma ventanilla pero esta vez no estaba la burócrata de costumbre, estaba un joven quien había declinado atendernos la primera vez que llegamos porque, según él, no iba a dar tiempo para que hiciéramos el trámite completo en la media hora que quedaba de su turno. El joven empezó a revisar la carta de autorización pero recibió una llamada en su celular y se retiró a atenderla, dejando en su lugar a una señora que resultó ser un regalo de la providencia. Además de ser abogada (pues firmaba incluyendo su número de colegiación), que dudo que los otros dos burócratas lo fueran, dio muestras de bastante sentido común y cortesía.
Autorizó la carta y toda la papelería y procedimos a realizar el trámite, el último paso era que autorizara la impresión del documento, en la estación de toma de fotografía también nos habíamos encontrado con una burócrata amable (increíble pero sí hay), lastimosamente la señora había ingresado mal mi nombre en el registro electrónico y la abogada rechazó nuestra papelería, pero, esto nomás nos retardó un poco teniendo que pasar nuevamente por una fotografía y la corrección de la información. Retornamos con la abogada quien autorizó la impresión del pasaporte y 10 minutos después (casi 3 horas después de llegar) salimos con el pasaporte de mi hijo. Estamos listos para Mayo.
Había planeado ofrecerle a mi hija mayor que nos acompañara. Ya tiene más de un año viviendo sola y creo que está empezando a estudiar periodismo en la Universidad, en nuestro almuerzo de noviembre nos pusimos un poco al día y vi que, como una típica adolescente, malgasta la mayor parte del dinero que obtiene de su trabajo. La verdad es que evité sermonearla porque al final es mayor de edad, vive sola y trabaja, no dependiendo de nadie. Hace un par de días le escribí invitándola a que nos acompañara y aceptó, la verdad me alegra la expectativa de compartir unos días los cuatro en otro país. Incluso le avisé a mi jefa para planificar bien mis días fuera.
La biblioteca de la Universidad la cierran todo el mes de diciembre (por lo menos no atienden los fines de semana) por lo que dejé en pausa el libro sobre hábitos que había empezado a leer en noviembre, a sugerencia de mi hijo leí Apocalipsis de Stephen King, y luego The Hate U Give, ahora estoy leyendo Speak of me as I am, también he estado leyendo un poco de Cincuenta cosas que hay que saber sobre Física. La mayor parte de mi lectura ha sido en el Kindle o en mi celular.
No hay comentarios:
Publicar un comentario