Llevo -llevamos con Rb- más de nueve meses de estar haciendo ejercicios en casa: los martes tenemos una rutina de media hora de kickboxing y los jueves una rutina de un poco más de media hora de ejercicios abdominales.
Hasta esta semana: A finales del año pasado le había propuesto que cambiáramos nuestra rutina este año -salir a caminar lunes, miércoles y viernes y hacer ejercicios martes y jueves-; mi propuesta era agregar otra rutina de ejercicios para los lunes y ahora salir a caminar martes y jueves.
Pero, por mi participación en la segunda jornada médica durante el final de la primera semana y el inicio de la segunda, hasta esta semana nos decidimos a comenzar la nueva rutina; en todo caso, antes de este lunes ya tenía preparado un video con la nueva rutina de ejercicios.
Y, de acuerdo a mi sugerencia, los ejercicios que busqué para esta nueva rutina tienen como objetivo aumentar la fuerza o resistencia; lo malo es que no previmos las consecuencias a corto plazo de este nuevo ciclo: el dolor en los huesos.
Y sí, nos costó terminar los cuarenta minutos de ejercicios (incluyendo ejercicios de calentamiento al inicio y de estiramiento al final) y desde el mismo lunes empezamos a quejarnos de dolor en varias partes del cuerpo.
Pero lo peor -para mí- fue el martes por la mañana: me desperté con un dolor constante en el brazo derecho -por encima del codo-; se lo comenté a Rb y ella me indicó que en su caso era más la parte baja de la espalda.
Los últimos días de la semana pasada estuvieron igual de tranquilos que el final del año: nomás el jueves me reuní con mis dos compañeros para intentar llegar a un consenso en cuanto al plan que debemos desarrollar para establecer nuestro proceso dentro del sistema actual.
El sábado me reuní con mi hijo menor y, aprovechando que el campus central de la universidad está ahora abierto, le propuse que compráramos pollo frito y almorzáramos en el lugar en donde pasamos la mayor parte de fines de semana con sus hermanas.
Luego del almuerzo le pedí que me acompañara al centro comercial más cercano para reponer el cubo de 4x4x4 que le regalé a la estudiante asiática de la jornada médica; después retornamos a su habitación y tomamos té y pastel de chocolate; nos despedimos alrededor de las cinco de la tarde y retorné a mi casita.
El domingo acompañé a Rb al supermercado en donde nos proveemos de artículos a granel; ella gastó casi doscientos dólares -yo no compré nada-; luego pasamos a una bodega china para ver si habían mancuernas para realizar los ejercicios del lunes pero estaban bastante caras.
También pasamos a un par de tiendas de ropa usada pues en ese lugar a veces se encuentran artículos de este tipo pero el resultado también fue negativo; en la última Rb compró un recipiente para transportar frutas y yo compré un helado; después regresamos a casa a almorzar alitas de pollo.
El lunes inauguramos la nueva rutina semanal de ejercicios y desde ese día el brazo izquierdo ha seguido doliéndome; un poco menos, pero aún siento molestias; incluso esta mañana Rb me aplicó árnica luego de negarme a tomar analgésicos.
Y el resto de la semana ha continuado con la baja actividad laboral; nomás he puesto un par de reuniones con el compañero con el que mejor me llevo para revisar un par de hallazgos; y ayer por la tarde estuve en conversaciones con el dev en el imperio del norte que más nos ha ayudado para avanzar un poco.
El martes fuimos a comprar cuatro botellas de agua y un recogedor de basura pues el lunes me tocó barrer ya que la aspiradora ha estado trabajando de forma bastante irregular; además pasamos a comprar un cartón de huevos a la tienda del vendedor de frutas y verduras.
Ayer me escribió mi hija mayor para que le transfiriera los ciento treinta dólares mensuales que debe pagar para continuar con el curso de técnico en urgencias médicas que está cursando con la esperanza de trabajar en el extranjero -es la cuarta cuota de seis-.
También, al final de la jornada laboral, acompañé a Rb a comprar frutas y verduras y pasamos a la ferretería a comprar tres libras de cemento y nueve libras de arena pues decidimos hacer nuestras propias pesas de concreto para los ejercicios semanales.
Hoy le envié a mi hija segunda cuatro mil quinientos dólares -segunda parte de la matrícula de su último año en el college- y espero que con eso se terminará mi apoyo directo -aunque se supone que me devolverá el dinero dentro de dos años, no cuento con ello-.
Rb salió hoy a su visita semanal al mercado del centro histórico y yo me puse a preparar concreto con el cemento y la arena que compramos ayer; pero el concreto me alcanzó únicamente para rellenar tres botellas por lo que tuve que salir nuevamente a la ferretería a comprar otra libra de cemento y tres de arena.
Terminé de preparar el concreto para la última botella y luego lavé todos los instrumentos -incluyendo la cubeta en donde había preparado la mezcla-; luego llené un recipiente con agua y sumergí las botellas en el el mismo -de acuerdo al consejo recibido de mi amigo constructor-.
Sigo avanzando con In Five Years en la línea de ficción y con La Reina Roja -está muy buena- en la línea de español; además me decidí por Genome The Autobiography of a Species in 23 Chapters en el caso de los libros que leo entre cada línea -seguiré con el tema de la suerte después-.
También, por algunas notas que leí en este último libro, decidí ya cuál será mi siguiente lectura en español (después de esta trilogía de novela negra): El mundo de las palabras de Steve Pinker; en francés sigo con el segundo libro de Aurore; aunque también decidí que mis próximas lecturas en este idioma serán de la ganadora del premio nobel de literatura de 2022.
En No ficción planeo -por fin- leer The Good Life de Robert Waldinger; sobre el cual había leído un par de artículos el año pasado y me había hecho el firme propósito de conseguirlo; en Tecnología sigo con El Método Lean Startup y en meditación con el libro de Kornfield.
Y a ver cómo sigue eso...
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