La situación política en este pequeño rincón sigue aún sin resolverse -como siempre-; las manifestaciones siguen, los bloqueos en algunos puntos de la precaria red vial persisten y las personas en cargos públicos siguen igual de corruptos que siempre.
Al menos no nos están -aún- bombardeando como a los desplazados de Oriente Medio; aunque quién sabe qué pasará mañana que se celebra anualmente el período en el que fuimos gobernados por políticos más progresistas -creo que aún no era ofensivo el término-.
Y el trabajo también sigue la misma tónica; llevamos -creo- más de tres meses de transición y aún no hay nada definido; ha habido reuniones esporádicas con todo todo el equipo, reuniones esporádicas con el equipo local e incluso reuniones esporádicas entre los dos o tres compañeros que conformamos el equipo.
Al menos la rutina dentro de estas cuatro paredes ha estado más o menos estable; aunque ayer había tanto frío que no me levanté una hora antes de empezar mi horario laboral -y la hora en la que Rb se levanta- y ya no medité.
La semana pasada las actividades post horario laboral fueron las habituales: lunes, miércoles y viernes salimos a caminar a uno de los supermercados que se encuentran a un par de kilómetros de distancia y martes y jueves hacer ejercicios en casa.
El martes pasado escribí al staff del voluntariado en el cual he estado aplicando para dar seguimiento a la subida de mis datos en su base de datos; me respondieron con un link para un formulario de Google y completé la información el mismo día -incluso copia de pasaporte-.
El viernes me escribieron de la institución estadounidense de ciberseguridad con la cual debía examinarme los primeros días de noviembre para notificarme que la institución local a cargo de los exámenes había cancelado el evento.
Estuve tratando de reprogramarlo pero al parecer ya no realizan este tipo de exámenes y luego decidí que puedo ir a examinarme al pequeño país vecino del sur; pero durante la semana he estado leyendo un poco más y creo que al final no realizaré el viaje pues el nivel del mismo es demasiado básico.
El mismo viernes por la tarde aprovechamos que el trabajo estaba bastante tranquilo para realizar una visita express al supermercado en donde usualmente realizamos las compras a granel; aunque en este caso nomás fuimos por una bandeja de alas de pollo -y un par de bolsas de las semillas que Rb ha estado consumiendo últimamente-.
El sábado debía de haberse realizado la primera reunión mensual de mi grupo de diálogo socrático; pero la situación general no invitaba a realizar una reunión en el centro histórico de la ciudad; durante la semana me había comunicado con la directora de la biblioteca y habíamos acordado su cancelación.
Modifiqué el afiche que había preparado para la misma sobreponiendo en el mismo un texto indicando la cancelación de la reunión y lo subí a la cuenta de Instagram que creé para divulgar el grupo; y también se lo mandé a mis hijos.
Mi hija respondió al mensaje proponiendo un almuerzo pero decliné en principio por la misma situación que se ha estado viviendo; el plan original para ese fin de semana era: sábado de 1 a 3 pm reunión grupal; luego almuezo con mis hijos; domingo por la tarde reunión con el líder del grupo de lectura.
Cancelé también la reunión del domingo por la misma razón pero luego estimé que sí podía reunirme con mi hija mayor y le escribí para que nos reuniéramos a la hora del almuerzo; el sábado a media mañana estaba leyendo -y empezando a dormitar- cuando Rb me pidió ayuda para limpiar el jardín.
Estuvimos trabajando en la remoción de grama y maleza por un poco más de una hora bajo el sol; luego me bañé y me dirigí a la casa de mi hija mayor utilizando el transporte público; como ví que había bastante tráfico caminé el par de kilómetros hasta el lugar en el que se estacionan los buses intermunicipales.
Y durante los quince o veinte minutos de caminata sobrepasé a tres de los buses que puedo tomar en la entrada de mi colonia: el tránsito estaba terrible; y no había un bloqueo ni alguna razón evidente para el embotellamiento; nomás era la pura mala cultura vial que nos caracteriza.
El bus pasó bastante rápido y llegué al centro comercial en donde se estacionan los busitos con media hora de anticipación; como la distancia es de unas cuatro o cinco calles aún me entretuve un poco en el lugar para no llegar muy temprano con mi hija.
Llegué a la casa de mi hija con un par de minutos de antelación y la llamé desde el patio de la casa; ella salió a recibirme y procedimos con el plan: ordenar en línea una pizza y un calzone de Pizza Domino´s y dirigirnos al local que se encuentra a pocas calles de su casa para comer en el mismo.
El sitio web de la pizza es muy poco intuitivo y nos costó un poco realizar la orden -gaseosa incluida- y además no aceptan pagos con tarjeta de crédito online; afortunadamente cargaba efectivo por lo que nos dirigimos al lugar a almorzar; pero el mismo estaba bastante lleno por lo que decidimos nomás pagar la orden y retornar a comer a su habitación.
Luego de almorzar le propuse a mi hija que me acompañara a la Universidad a imprimir un artículo sobre adeministración de tareas personales que había enviado previamente al número de whatsapp del café internet.
Caminamos al lugar y pagué por tres copias del artículo -le entregué uno a mi hija y espero darle el tercero a mi hijo en un par de días- luego nos dirigimos a la panadería que se encuentra a pocas calles de donde vive mi hijo menor y compramos un par de pasteles de chocolate.
Retornamos a su habitación y preparamos té para acompañar los pasteles; luego estuvimos resolviendo varios ejercicios del libro de ajedrez; aunque, por haber olvidado mi cuaderno de notas, creo que volvimos a elegir ejercicios pasados; la verdad estuvieron bastante fáciles.
Por la situación incierta que se vive actualmente habíamos acordado que me retiraría de su casa a las cinco; por lo que a esa hora nos despedimos y retorné al centro comercial en donde se toman los busitos que me dejan justo frente a la entrada de mi colonia.
Algo que me sorprendió -no sé si decir un poco o bastante- fue que mi hija mayor se mostró en esta visita bastante enterada de la situación general del país y me comentó que está considerando emigrar a otro país -el Reino Unido quizá-.
Ha estado considerando opciones y estuvimos conversando sobre posibles maneras de lograrlo; aunque -por dedicarse a ser traductora médica- tiene la inquietud de estudiar alguna función técnica de cuidados médicos; como siempre, me ofrecí a apoyarla financieramente y quedamos en que exploraríamos las opciones.
El domingo Rb decidió que no acudiría a su iglesia por la mañana sino que atendería la misa que habían programado en las afueras de las instalaciones del Ministerio Público -el ente visible del intento de frenar la asunción del presidente electo-.
Había estado sopesando entre irse en bus y Transmetro o Uber y Transmetro, o Uber nomás; al final estuvimos verificando el estado de los bloqueos y me ofrecí a conducirla hasta el lugar de la misa en el automóvil; afortunadamente no hubo ningún percance en el trayecto.
Después de irla a dejar pelé y rallé un par de libras de papas y las dejé en remojo dentro de la refrigeradora por un poco más de una hora; transcurrido el tiempo drené el agua y las exprimí con una servilleta de cocina y luego las metí al congelador para facilitar su manipulación y cocinarlas como hash browns.
Un poco antes del mediodía Rb me escribió para comentarme que ya había abordado el transmetro y estaba retornando a casa; a donde arrivó menos de una hora más tarde; preparamos las tradicionales alitas dominicales y -en esta ocasión- hash browns.
Esta semana ha continuado con el mismo tono en el trabajo: nos reunimos en una ocasión el equipo local; en una ocasión nomás mi compañero y yo y este día nos reuniremos con el equipo global para evaluar el estado del proyecto... the works.
El martes me escribió mi hija mayor para comentarme que pensaba inscribirse en un curso de paramédico -supuestamente certificado por un organismo australiano- y -por supuesto- pedirme ayuda con la matriculación.
El costo del curso es de ochocientos dólares -en seis pagos- y la duración es de un año; no sé si el curso es lo que le conviene; o si ella aguantará el ritmo de trabajo y estudio; pero al menos es una variación a la cantaleta de nuestras reuniones: me quiero morir.
Por lo que acepté ayudarla con la aventura -con las mismas condiciones con las que ayudo a sus hermanos menores- y ayer realicé el primero de los depósitos; luego de realizar la operación online en el banco en el cual recibo mis pagos le envié una copia de la operación.
Y a ver cómo va eso...
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