En mi trayectoria profesional pasada -hace como veinte años me moví de administración a tecnología- realizaba reuniones de equipo -tenía equipos-: durante más de un año estuve capacitando a un grupo de casi cien féminas en gestión de procesos de calidad -basado en ISO 9001-; pero es algo que, gratamente, dejé atras.
Hasta ahora; por haber realizado un comentario en un chat grupal en el trabajo mi supervisora me pidió que organizara una reunión de integración de equipoo; algo sencillo: empecé con una encuesta para ver disponibilidades y justo ahora estoy en el período de convocatoria.
El plan es reunirnos en la misma oficina en la que se realizó la primera convivencia del equipo hace más de dos años: en un edificio de una área financiera de la ciudad; el plan es jugar unas partidas de dominó y ver en grupo unos cortos que conseguí en Youtube; algo de Covey y una trilogía sobre la creatividad.
Y de los doce integrantes del equipo actual creo que, con suerte, llegaremos a seis participando en este evento; personalmente lo tomé de la misma forma que lo hacía con las reuniones filosóficas que organicé el año pasado: si no llega nadie, está bien.
Y a ver cómo va eso...
El martes pasado me levanté a las cinco de la mañana; medité y estuve trabajando hasta las siete en la mesa del comedor; la reunión de ese día también duró casi una hora y se trató de una clase sobre el mejoramiento de ciertos aspectos del trabajo que debemos completar semanalmente.
Mi supervisora envió el afiche de la reunión a todo el equipo; uno de los programadores locales se anotó inmediatamente -se supone que somos como doce miembros del equipo-; mi supervisora también me comentó que llegará aunque -como su bebé aún tiene meses- seguramente lo hará tarde.
El miércoles mi día empezó a las seis de la mañana, que transcurrió tranquila; por la tarde estuve trabajando en la solución de un problema antiguo: el programador del Imperio del Norte que más nos ha apoyado me escribió al mediodía y el mensaje con el resultado final de mi indagación lo estaba enviando a las siete de la noche.
Ese día -o alrededor de ese día, realmente- terminé de leer Le boulevar de Ceinture -empecé en francés Robert des noms propres- y el libro de programación (Thinking like a programmer) y empecé Grokking Simplicity; el libro en francés me ha costado un poco porque utiliza un lenguaje un poco más elevado; el de programación me da esperanzas en mejorar en un área que me llama la atención desde hace tiempo: Programación Funcional.
El jueves me levanté a las seis de la mañana y, luego de meditar, salí a trabajar a la mesa del comedor; aunque, por primera, vez no participé en la reunión matutina: estaba allí pero no me escucharon porque no me dí cuenta que estaba dentro de la vpn: escuchaba pero no me podían escuchar.
También encontré en Whatsapp un mensaje de mi hija, solicitándome algunos artículos para nuestra reunión del domingo: huevos, café y tapones para oídos; me iba a volver a dormir pero me di cuenta que tenía reunión a las ocho y media: la reunión era para asignación de tareas urgentes para los siguientes dos meses.
Como estaré de vacaciones varias semanas en los siguientes dos meses quedé excluido de las asignaciones más serias; luego del almuerzo sacamos a caminar a los perros de Rb y, después de concluir la jornada laboral, fuimos a los mercados en dirección sur: compré café -instantáneo para mi hija y molido para mí-; también compré en la ferretería de la otra calle una prensa de banco para mi papá y los tapones que me había solicitado mi hija.
El viernes me levanté a las cinco y media; luego de la meditación y el desayuno inicié una jornada laboral bastante tranquila: la mayor parte del equipo en el Imperio del Norte se tomó el día libre; para hacer puente con el lunes, que es Memorial Day; después de la reunión me dormí un rato.
Tuve un episodio de parálisis de sueño -no lo experimentaba desde hacía un buen tempo-: no podía despertarme y empecé a sentir pánico pues la sensación de estar atrapado en el cuerpo sin capacidad de movimiento siempre me ha producido bastante incomodidad; al final logré controlar la narrativa del sueño en el que me encontraba y logré despertarme.
El sábado me levanté a las cinco y cuarto; medité, me bañé, hice un poco de Duolingo y, a las seis y veinte, empecé a preparar el desayuno pues habíamoos quedado con mi amigo que vive en el extremo opuesto de la ciudad que vendría a las siete; pero, un poco antes de las siete, consulté mi whatsapp -ya tenía casi todo preparado: omelette, frijoles, salsa, plátanos fritos-; y me percaté que me acababa de escribir disculpándose por haberse levantado tarde.
Me comentaba mi amigo que apenas iba a salir; apagué la hornilla en la que estaba calentando agua para el café y me puse a leer un poco de Gamify: está buenísimo y creo que me servirá para diseñar el sitio de auto conocimiento que espero crear al finalizar el curso de React.
Mi amigo me envió su ubicación en live por whatsapp y cuando ví que había pasado de la mitad del camino volví a encender la estufa; al final se tardó como treinta y cinco o cuarenta minutos en el viaje -yo me hago dos horas entre caminata, busito municipal, dos unidades de transmetro, bus municipal y uber moto-.
Un poco antes de las ocho se parqueó frente a la casa y procedimos con el desayuno; yo había preparado café en la prensa francesa -el jueves había comprado café tostado y molido- y él también traía otro tipo de café y un filtro para preparación por goteo.
Rb se levantó antes de su hora habitual y estuvo acompañándonos un rato en la mesa; le entregué a mi amigo la soldadora que le había enseñado el domingo a mi hermano mayor y también le regalé un par de libros de física universitaria y uno de álgebra -de los que me devolvieron cuando doné a la biblioteca-.
Estuvimos conversando y -mal- armando un cubo de Rubik; a las once ayudé a mi amigo a asegurar la soldadora en el asiento de la moto -metió los libros en la caja de herramientas-; y luego nos despedimos; después caminamos con Rb al mercado más cercano en dirección sur pues debíamos proveernos de bananos para nuestros desayunos; también compramos arroz y un poco de pollo.
A las doce y media me dirigí a la habitación de mi hijo menor; sorprendentemente no había nada de tráfico -ni siquiera me detuve en la vuelta en la que usualmente debo pasar al menos diez minutos antes de incorporoarme a la ruta que entra a la ciudad-; llegué temprano y, cuando lo llamé desde la puerta de la casa, me comentó que se estaba bañando; me dispuse a esperarlo pero un momento más tarde el dependiente de la aceitera salió y se ofreció -otra vez- a abrirme la puerta.
Subí al segundo nivel -allí está la habitación de mi hijo- y un rato después pasó en bata de baño; luego caminamos varias calles hasta la Domino’s más cercana y compramos una Tropical grande -yo llevaba el par de fantas que había comprado en la semana; retornamos a su habitación a almorzar -consumimos nomás la mitad y el resto le quedó para sus comidas subsiguietnes-; después nos conectamos a la segunda clase de React; que estuvo pésima.
Incluso proferí un exabrupto cuando alguien empezó a preguntarle a la instructora definiciones muy bàsicas de programación: conceptos como json e incluso array; me disculpè con mi hijo por perder la paciencia y realmente creo que debo trabajar en esta área.
La instructora se pasó las cuatro horas explicando algunos conceptos básicos de programación en Javascript: variables, constantes, ciclos y condicionales; para aprovechar el tiempo me puse -y ayudé a mi hijo- a configurar VSCode para ejecutar html y a conectarlo con github; a las seis nos despedimos y retorné a mi casita.
En la noche estuve leyendo el libro de francés -ya nomás me falta el último ciclo- y luego continué con el de Programación Funcional: está buenísimo; a las once me retiré a mi habitación y un poco antes de medianoche medité durante once minutos -incorporando un poco de mindfulness- y me dormí.
Ayer me levanté a las siete de la mañana -me desperté un poco antes pero nomás esperé hasta que sonara el despertador-; medité once minutos y luego sali a preparar el desayuno de los domingos -aunque en este caso fue el de los sábados pues tenía el pan que no había usado el día anterior-.
Después hice Duolingo y me puse a escribir un poco de códigoo en bash y en Python -ayudado por Chatgpt y Gemini- para encontrar los archivos repetidos más grandes en mi disco portátil -ya me queda muy poco espacio pero creo que es porque hay mucha información duplicada-.
A las diez menos cuarto me vestí y conduje a Rb a su iglesia; luego pasé a una pastelería a comprar un poco de pan tostado para la reunión que tenía programada con el voluntario que vive en la colonia donde viví por más de una decada.
A mediodía Rb me llamó para que fuera por ella a la Iglesia -acaba de empezar a ver la última película de JLo: Atlas-; luego preparamos el almuerzo y, un poco antes de las dos, me bañé y tomé el automóvil para realizar la visita que realizo a la casa del voluntario, el último domingo del mes.
Llegué al lugar con veinte minutos de anticipación y crucé la calle para meterme a la peluquería en la cual me realicé el último corte; el peluquero estaba hablando por celular y me tocó esperar más de cinco minutos; pero el corte de pelo es bastante express: utilizando el clipper con la guía número dos (y la guía número uno para la barba y el bigote).
El coste del corte era de tres dólares pero le agregué medio extra pues la última vez sí me había brindado un buen servicio; luego crucé la calle para tocar el portón de mi amigo; llevaba la prensa francesa y una bolsa de café molido; estuve en el lugar por una hora y media, entre conversación y café (no jugamos dominó).
A las cinco y media me despedí pues debía pasar a un supermercado a comprar el cartón de huevos que mi hija me había pedido: en esta colonia hay un supermercado con precios bastante accesibles; compré los huevos y me dirigí a la casa de mi hija; llegué un poco antes de las seis y le entregué lo que llevaba - huevos, un frasco de café instantáneo y unos tapones para los oídos-.
También le llevaba una bolsa enorme con una buena cantidad de bolsas de plástico; para su utilización en el basurero o similar; en esta ocasión no preparè tè sino que estuvimos, por un poco màs de hora y media, conversando sobre su situaciòn y las lecturas que llevamos en progreso; también viendo un poco de Python en su tableta.
A las siete y cuarto me despedí y retorné a mi casita; Rb estaba recibiendo su clase de teología por lo que me quedé en el comedor tratando de arrancar la máquina virtual de windows siete en la computadora con Fedora; no lo logré; un par de minutos antes de las nueve hice una lección de Duolingo; solamente para no perder el cofre que me dá doble puntuación.
Después de la clase de Rb estuve en su habitaciòn leyendo un poco de Grokking Simplicity y a las once me retiré para leer otro rato en mi cama y después hacer los once minutos de meditación.
Y a ver cómo sigue eso...
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