Varias veces me he dicho que debo dejar de leer libros de crecimiento personal y similares: cuando era joven leí varios de Og Mandino -los dejaban de tarea en Bachillerato- y luego, en mis primeros años de Universidad, aumenté la lista de los mismos; y, a veces, vuelvo a caer en la tentación; como el título de esta entrada.
En la línea de lectura que ocupaban los libros en francés empecé a leer libros que tuvieran que ver con filosofía o psicología; pero luego creo que di un giro hacia temas más ligeros: como de autoconocimiento vocacional o incluso las cuatro mil semanas; incluso ordené -de manera aleatoria- la lista de los mismos, para llevar un orden en su lectura.
Y así llegué a La Escuela de la Vida; que básicamente trata de explicar cuál debería ser el comportamiento de una persona que se ha desarrollado 'normalmente'; o al menos, que es funcional como adulto; me llamó la atención que, en uno de los primeros capítulos, se extiende bastante sobre las ventajas de acudir a psicoterapia y todos sus beneficios.
O sea, el año pasado -o antepasado- estuve convencido de que quería acudir a terapia; y, si hubiera encontrado un profesional del análisis transaccional por acá, seguramente lo hubiera realizado; pero ahora no sé: he estado meditando de forma constante los últimos tres meses y creo que nomás continuaré practicando...
Y a ver cómo va eso.
El lunes la alarma sonó a las cinco pero nomás me quedé acostado; un rato después abrí los ojos y puse otra alarma para las seis; a esa hora me levanté a meditar; luego salí a la sala por la laptop y retorné a la cama; actualicé algunas de mis tareas y me puse a terminar de leer Lessons in Chemistry.
Después me puse a calcular el número de páginas para leer The seven husbands of Evelyn Hugo en seis ciclos; creo que ese será el número de secciones en las que dividiré mis lecturas normales; las de francés las estoy dividiendo en 10 o 12.
A las siete entré a la reunión de trabajo, en la que no hubo ninguna novedad; el resto de la mañana estuve dando los últimos toques al proyecto de gamificación de aprendizaje de conocimientos de ciberseguridad en el que he estado trabajando el último par de semanas y lo convertí a pdf.
El plan era presentar el documento a mi supervisora en la reunión bisemanal que debíamos tener el miércoles; el resto del día normal pasó normal en el trabajo; después del horario laboral hicimos, con Rb, la nueva rutina de ejercicios de fuerza y resistencia.
El martes a las cinco sonó la alarma; me quedé un momento en la cama y luego me levanté a meditar; después salí al comedor a trabajar un rato; encontré un par de incidentes que agregué a la app que utilizamos para reportarlos (aunque no tenía otra vez acceso al servidor en el que trabajamos).
A las siete entré a la reunión diaria y comenté sobre el incidente que estábamos teniendo (confirmé realmente pues uno de mis compañeros ya lo había mencionado); después de la reunión me fui a leer a la cama pero me volví a dormir hasta las nueve (estoy leyendo en español -Suerte- y en francés -Dangereusement Douce-).
Un poco después de las nueve de la mañana Rb entró a la habitación a preguntarme algo y me levanté para empezar a hacer Duolingo; a las diez salí de la habitación y me preparé el desayuno (avena, gelatina y banano); después continué leyendo el libro de francés.
A mediodía calentamos las piernas de pollo que preparamos el día anterior (tenemos comida hasta para el viernes) y Rb preparó un poco de acelga con huevo -me sorprende la tolerancia que tengo ahora (en mi quinta década) a este tipo de alimentos-.
Después de sacar a caminar a los perros partí la papaya de las cenas de esta semana y un mango que Rb adquirió esta mañana en la tienda de verduras; luego preparé café (para mí) y té (para Rb); que acompañé con el último mini pingüino del paquete que compré para la reunión nocturna de la semana pasada.
Luego empecé a leer el nuevo libro de la línea en la que leía francés: The School of Life; que es de un judío inglés nacido en suiza, proveniente de una familia acaudalada; me ha estado costando avanzar en el mismo, por el recelo con este tipo de literatura.
Por la tarde fuimos a los supermercados en dirección norte; hasta ese día mi hija no me había pedido nada para la visita del viernes; el domingo pasado nomás me había solicitado un espejo de medio cuerpo o cuerpo entero; para su fisioterapia; Rb compró un mouse y yo compré tres cajas de té; por la noche continué con el libro sobre la vida.
El miércoles la alarma sonó a las cinco de la mañana; me quedé unos minutos en la cama; creo que estaba soñando algo bastante vívido, aunque cuando me levanté olvidé completamente de qué iba el mismo; me costó empezar a trabajar pues tuve que cambiar mi password principal y se llevó un tiempo la sincronización con todos los servicios.
A las nueve y media me reuní con mi supervisora y discutimos tres puntos: lo primero fue el envío de un par de encuestas a todo el equipo sobre la reunión de la semana pasada: confeccioné una para los que asistimos (cinco) y los que no asistieron (ocho); le mostré las preguntas y estuvo de acuerdo en que procediera con el envío de las mismas.
El segundo punto fueron las vacaciones: hoy empieza mi primer período extenso de las mismas y le comenté que la administradora del proyecto en el Imperio del Norte ya tenía conocimiento de las que tomaré el próximo mes; además me comentó que solo faltaba que una persona aprobara mis ausencias del Jueves cada dos semanas a partir del próximo mes.
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