domingo, 30 de noviembre de 2025

Lectura e idiomas... Reading and languages... Lecture et langues...

Estoy -despues de varios años- en un período de no lectura; me ha ocurrido varias -muchas?- veces en la vida: de pronto no leo; lo que me preocupa; en algunas ocasiones han sido las circunstancias: contexto familiar, laboral o social.

En otras ocasiones se ha tratado de decepción lectora -no sé si se ha acuñado la expresión, pero sospecho que sí-: a veces no le hallo sentido a la lectura; o sea, enterarme de la opinión de otra persona sobre un tema; o de la exposición -en prosa o verso- de una experiencia.

En esta ocasión -creo que- se trata de una combinación de lo primero con lo segundo: llevo diez días de hacerme cargo de la mayor parte de las tareas domésticas -y de los perros de Rb-; lo peor es la interrupción del sueño.

O sea, Rb tiene la creencia que su perra más anciana debe ser alimentada cada seis horas -por aquello de una pancreatitis -crónica-; entonces, desde hace cuatro o cinco años se levanta a las tres de la madrugada a darle un par de onzas de pollo cocido.

A mí me ha parecido un soberano sinsentido -pero también es cristiana, y la he aceptado como es-; y, como no me afectaba, me decía: es su vida, son sus decisiones; pero ahora sí me afecta: como no puede inclinarse, llevo diez días de estar interrumpiendo mi descanso nocturno para darle de comer a la perra a las tres de la mañana.

Lo que espero que no se alargue por más de otras dos o tres semanas -realmente no creo que pueda aguantar más de ese tiempo-; he bajado el número de día para hacer la limpieza de dos a uno; y he ido, con el transcurso de los días, transfiriendo algunas actividades a Rb -como servir la comida de sus perros-.

Eso por el lado físico; por el lado anímico lo que me ha estado bloqueando es la lectura de libros 'serios'; o sea, el libro de Francés está un poco complicado -l'anomalie- y el libro en portugués es algo técnico -Agilidade Emocional-; pero, el libro de la línea de tecnología se me está haciendo cuesta arriba: DevOps.

Y es que es una combinación de resistencia a la lectura por la parte aridez del tema - es como la base teórica y formal de DevOps- y, por otra parte, me pone en frente la pregunta de qué haré en el tiempo que me queda de vida laboral.

O sea, llevo mas de doce años de dedicarme a mi función actual -más o menos- y no me llama la atención 'explorar' nuevas áreas profesionales: no quiero regresar a la parte industrial de mi carrera -especialmente administrar gente-.

Ni quiero pasarme a desarrollar, o retornar a implementar ERPs -o alguna tecnología similar-; o a impartir trainings, o a dirigir un laboratorio de calidad, o a implementar sistemas de gestión de calidad.

Y sobre lo segundo: he dejado de estudiar idiomas en Duolingo; o sea, pasé más de tres años tomando lecciones de Francés -avancé mucho en lectura y escucha; no mucho en escritura y menos en pronunciación- y varios meses en portugués.

Sigo -con dificultades- leyendo libros en francés y en portugués -en el primero he leído más de una docena, en el segundo dos o tres-; pero he dejado de completar lecciones de ambos idiomas en Duolingo.

La app cambió la forma en la que distribuye la publicidad en la versión sin costo: ahora hay que ver anuncios cada dos o tres lecciones; por lo que, durante las últimas semanas, me he dedicado más a jugar partidas de ajedrez.

Se supone que debería estar mejorando mi nivel de ELO -me había puesto como meta de fin de año llegar al nivel de mil quinientos- y, aunque en algunas ocasiones he llegado hasta los mil cuatrocientos puntos, mi promedio se ha mantenido alrededor de los mil trescientos cincuenta.

Y a ver cómo sigue eso... 

El trabajo estuvo bastante suave -o al menos eso parecía- durante el martes; o sea, pude estar en la llamada de una hora con esa app como intérprete voluntario -también saqué la basura e hice alguna otra pequeña actividad en el ínterin-.

Un poco antes de mediodía recibí un mensaje de la persona que me contactó la semana anterior para que la ayudara como voluntario; me dió acceso a la plataforma de la actividad y pude enterarme un poco más de los detalles.

Y, al final, resulta que la actividad no me es completamente desconocida: en el segundo año de mi hija mediana (becada) en uno de los colegios más caros del país asistí -también llevé a mis otros dos hijos- a la edición que hicieron en el lugar de esta actividad.

Es una iniciativa global: en muchos países se organizan grupos de jóvenes para presentar temas científicos, técnicos, artísticos, entre otros; la duración de la presentación es de ocho minutos y, al parecer, debo darle apoyo al grupo de esta universidad -de papel- que presentará el tema científico este año.

Al mediodía consumimos la segunda porción de la comida que preparamos el domingo; también extraje un poco del jugo de los plátanos cocidos que Rb ha estado consumiendo durante la mañana y la noche.

En el almuerzo le agradecí a Rb por la preparación de las comidas de sus perros; y además le comenté que planeo salir el sábado y domingo: el primer día espero ir a ver a mi hija mayor, por lo que le pregunté si habría inconveniente en alimentar media hora antes a sus perros; no puso objeciones.

El domingo será -espero- un poco más fácil: le propuse a mi amigo Testigo de Jehová que nos tomemos un café en la pizzería del comercial en donde tomamos los buses intermunicipales.

Como llegar al lugar -a pie- no me toma más de quince minutos, no creo que la ausencia sea más de un par de horas; y, de acuerdo al horario, entre dos y cuarenta y cinco y siete de la noche no hay ninguna actividad con los perros.

Al final de la tarde, después del horario laboral, me dirigí a la tienda verde de descuentos, quería comprar un aireador para la llave de agua del lavatrastos (está muy alta y estoy dejando un reguero de agua cada vez que lavo platos).

El aireador me costó dos dólares y medio -también compré un botecito de salsa de soya-; luego me pasé a la ferretería en la que usualmente nos proveemos de implementos para la casa: queria comprar un adaptador para instalar el aireador en la llave del lavatrastos.

Pero no encontré; o sea, encontré dos adaptadores de pvc hembra; pero temí que no fueran a funcionar; estuve un gran rato en el lugar y luego empecé mi retorno a casa; por la noche estuve viendo algunos videos en Youtube del canal Herejes. 

El miércoles fue un día bastante tranquilo; se suponía que iban a liberar una nueva versión de la aplicación que probamos; pero eso lo hicieron hasta casi el mediodía; a media mañana tuve la reunión bisemanal con mi supervisora local.

Aproveché la misma para comentarle que no iba a poder participar en el convivio de fin de año del equipo: la celebración la realizarán en la ciudad colonial; se supone que las actividades laborales finalizarán a las nueve de la mañana; pero la actividad -al parecer- abarcará toda la tarde.

Estuvimos  conversando un poco sobre la situación en la que me encuentro actualmente (haciéndome cargo de la mayor parte de las actividades domésticas, debido a la convalecencia de Rb); ella también acaba de mudarse de departamento pues a principios del próximo año le dará la bienvenida a su segundo bebé.

Por la tarde fui a la ferretería a comprar un par de adaptadores hembras de PVC y utilice un trozo de tubo del mismo material para instalar el aireador en el lavatrastos; pero no funcionó: un extremo se enroscó bien en la llave del agua, pero en el otro extremo el aireador no quedó bien: el diámetro de la rosca es más pequeño que la rosca del PVC.

Por la noche estuve viendo el final de la última película de Predator: Badlands; la verdad me pareció aceptable, aunque he leído muchas opiniones encontradas en la web; también continué viendo algunos videos de Herejes. 

El jueves fue el segundo día de vacaciones forzadas del mes; Rb me había preguntado (!) si iba a salir, pero le confirmé que prefería quedarme todo el día en casa; para ayudarla con la recuperación.

Y al final, muy tarde, me dí cuenta que no era un buen día para pedir vacaciones: justo ese día, por ser el Día de Acción de Gracias, las actividades en el trabajo bajan casi a cero, pues todos los compañeros en el Imperio del Norte están de asueto.

A media mañana me dirigí -nuevamente- a la ferretería a la que había acudido un par de días antes; ese día había encontrado un adaptador de pvc en donde la manguera del aireador quedaba bastante ajustada -aunque no completamente-; compré uno de esos.

Almorzamos lo mismo que toda la semana: arroz con hígados y mollejas de pollo, zanahoria y chile pimiento; intenté una nueva instalación con los dos adaptadores de pvc de la ferretería pero no volvió a funcionar nuevamente: en esta ocasión sellé el aireador con silicón; pero la rosca de PVC no entró en la llave del agua; lo desinstalé por completo.

A media tarde me dirigí a los supermercados en dirección sur; pero nomás al más cercano; en donde compré un poco de lechuga, para el almuerzo del sábado; también compré bananos y una nueva bolsa de marshmellows.

En la panadería de la vuelta compré el pan para los desayunos del viernes, sábado y domingo; por la noche ví el primer capítulo de la quinta temporada de  Stranger Things (la habían estrenado el día anterior, pero creo que esa noche ví un capítulo de Is It Cake? con Rb).

El viernes (Black Friday) también estuvo bastante tranquilo el trabajo: a la reunión diaria apenas acudimos cuatro o cinco personas -menos de la mitad de la asistencia regular-; no asistió mi supervisor.

Traté de  avanzar un poco en las tareas pendientes; de hecho reporté un par de cuestiones que encontré en la revisión de un par de funcionalidades, que he estado probando desde hace algunas semanas.

Pero, en general, el día transcurrió casi de la misma forma que el resto de la semana: dándole de comer a los perros, sacándolos al patio -y a su caminata diaria- y aplicándole gotas oftalmológicas a la perra mas anciana.

Un poco antes de las cinco me dirigí a los supermercados en dirección sur; en el más cercano compré tres libras de fajitas de pollo -para los almuerzos de la siguiente semana-; de vuelta pasé a la tienda, por el pedido que Rb había realizado en el lugar.

Por la noche vimos el capítulo final -de tres, nomás- de It is Cake? version Holiday; luego estuve viendo una parte de una película de acción con la protagonista de la serie de películas de Underworld.

El sábado, después de darle el pollo -a las tres de la madrugada- a la perra más anciana, quité todas las alarmas de temprano, dejando como primera la de las ocho y cuarto; a esa hora me levanté a echarle agua a la comida de la perra más pesada, luego medité durante veintidós minutos. 

Después de meditar le dí la comida a los perros; luego le apliqué unas gotas a la perra más anciana; y me preparé el desayuno de los sábados; y compartimos con Rb el desayuno, en la mesa del comedor.

La noche anterior Rb me había pedido que acudiera a la farmacia, a comprar un par de cajas de una medicina antiflatulenta -y un bote de salicicato de bismuto, para el perro-; pero, como tenía que comprar carnitas para el almuerzo con mi hija mayor, había decidido salir hasta las once de la mañana.

Y es que a las diez y a las once hay que aplicarle una gota de diferente tipo a la perra más anciana; a las once me dirigí a la farmacia en dirección norte; el tránsito se veía bastante pesado -aunque yo me movilicé a pie-.

Compré en la farmacia las dos medicinas que Rb me había solicitado y luego pasé a la chicharronera cercana a la casa, a comprar la comida (Keto) con la que he obsequiado a mi hija mayor los últimos meses.

Al mediodía calentamos la última porción de la mezcla de arroz, hígados y mollejas de pollo, zanahoria y chile pimiento; la verdad es que el sabor ya se sentía un poco diferente; pero, me imagino que es lo que sucede a la mayor parte de alimentos conservados en refrigeración.

Después del almuerzo preparé un par de ensaladas, las cuales empaque, junto con un par de coquitas, las carnitas, y platos y cubiertos, en la mochila con aislante hermético; luego tomé una ducha y, a las dos y cuarto, abordé el auto para dirigirme a la casa de mis hijos.

Cuando salí el boulevard se veía bastante despejado; pero, unas pocas calles más adelante, el embotellamiento vehicular se notaba terrible; por lo que me pasé sobre el bordillo del boulevard y tomé el sentido contrario para entrar a la ciudad por el otro acceso.

El tránsito en la otra dirección tampoco estuvo tan fácil; o sea, el flujo no estaba detenido en ningún tramo, pero en varios sectores había autos estacionados a la vera del camino, reduciendo los dos carriles de circulación a solo uno.

De hecho continué conduciendo por el carril que estaba parcialmente ocupado, y pasé golpeando el retrovisor de un auto más o menos del mismo tamaño; y raspando la puerta de un pickup bastante más alto que el auto de Rb.

Afortunadamente ninguno de los dos autos me interrumpieron -creo que solo el primero estaba ocupado, cuando ocurrió el incidente- por lo que continué conduciendo hasta entrar a la vía de entrada a la ciudad.

La cuesta de entrada estaba bastante concurrida; pero, aquí hay cuatro carriles -en el otro únicamente dos-; de todos modos me tocó que llamar a mi hija mayor, pues apenas estaba entrando al a ciudad cuando ví en el celular que quedaban cinco minutos para las tres.

Al final llegué a la casa de mi hija como a las tres y veinte; me estacioné en el lugar reservado y subí al séptimo nivel; entré al departamento y me anuncié; pero al no recibir respuesta inicié una llamada en whatsapp; sin embargo, mi hija salió -casi en el acto- de su habitación.

Nos dirigimos al parque temático aunque ya era bastante tarde; tenia la impresión que cerraban el acceso a las cuatro de la tarde -y que desocupaban el lugar a las cinco- pero llegamos un poco antes de las cuatro menos diez.

Preguntamos en la entrada -hay dos puntos de control- y nos comentó la guardia que usualmente cierran el acceso a las cuatro y el parque a las cinco; pero que ya estaban en jornada de fin de año; lo que significa que cierran el acceso a las ocho y el parque a las nueve.

Nos dirigimos al area social techada, pero esta estaba reservada; por lo que buscamos un lugar alternativo; afortunadamente encontramos libre la banca bajo dos -o tres- árboles en la que hemos almorzado varias veces.

Procedimos a almorzar -yo ya había almorzado en la casa de Rb, pero no me pareció adecuado nomás acompañar a mi hija-; mi hija también habia llevado un hermético con varios brownies de chocolate -de bajas calorías-.

Estuvimos un buen rato en el lugar, después nos dirigimos a la rueda de Chicago; al principio creí que no estaba funcionando -habíamos tratado de ver desde donde estábamos almorzando y no se veía en movimiento-, pero sí, estaba funcionando y nos subimos.

Luego -ya eran más de las cinco- empezamos el camino de regreso a casa; retornamos cuando ya estaba oscureciendo, pero no tuvimos ningún inconveniente volviendo al departamento; en donde estuvimos -en el espacio ahora designado como sala- hasta las seis y veinte.

A esa hora me despedí de mi hija -ella bajó a acompañarme al parqueo- e inicié el viaje de vuelta a casa; el tránsito estaba mucho más despejado por lo que, un poco antes de las siete, estaba parqueando el auto frente a la casa de Rb.

Vine a cenar -aunque la comida del día habia sido copiosa: dos desayunos y dos almuerzos- y después estuvimos viendo con Rb un capítulo de una competencia de preparación de pasteles -aunque nomás vimos la mitad pues el episodio tarda casi hora y media-.

Y a ver cómo sigue eso.

martes, 25 de noviembre de 2025

El club de los veintisiete... The twenty-seven club... Le club des vingt-sept...

Consulté con Google sobre el título de esta entrada y su 'inteligencia artificial' me respondió lo siguiente: "El Club de los 27 es un término informal para referirse a un grupo de músicos populares (y a veces otros artistas) que fallecieron a la edad de 27 años. A menudo, estas muertes están asociadas con estilos de vida de alto riesgo, como el consumo de drogas y alcohol, aunque las causas varían e incluyen sobredosis, suicidios o accidentes. Aunque la idea de un pico estadístico de muertes a esa edad ha sido refutada, el concepto se ha consolidado como un mito cultural."

Y eso, un mito; pero muy utilizado -o romantizado?- por los jóvenes -o no tanto- de los últimos tiempos; el sábado que hablaba con mi hija mayor -ese día estaba cumpliendo veintisiete- me comentó algo como ¿sabes qué pasa después de los veintisiete?... vienen los veintiocho.

Pero sí sé a qué se refería... o sea, nos reímos de la referencia; aunque, en su caso, no debería ser de mucha broma: en su adolescencia -y temprana adultez- tuvo un par de connatos -no sé qué tan serios- de terminar con su existencia.

La primera -o segunda?- vez me preocupó bastante; después de cierto tiempo de consideración me dije: 'lo que deba ser será'; y 'toda vida tiene un inicio y un final; la mayoría sabemos cómo y cuándo inició, muy pocos saben cómo y cuándo terminará'.

Porque no se puede obligar a nadie a vivir -o a morir?-; y he aceptado que nadie tiene la vida comprada; igual mi hija mayor ha tenido actitudes bastante autodestructivas: toma -bastante?- alcohol, fuma en exceso, se autolesionaba -no sé si aún lo hace-.

Y no es que no me entristezca; amo a mis tres hijos, y -aunque ya son adultos- aún representan una gran parte de mis consideraciones al tomar una decisión vital, o en general de mi día a día; pero no puedo hacer más que eso: tratar de aprovechar el tiempo que tenemos en común en este ciclo.

Y a ver cómo va eso...  

El viernes me levanté a las tres de la madrugada a alimentar a la perra más anciana de Rb; además, por primera vez, decidí darle entre el pollo la pastilla que había estado ingiriendo a media mañana -cómo cuesta darle medicina-.

Después de eso volví a la cama; aunque no a la cama que utilizo normalmente: Rb decidió ocupar mi cama durante su recuperación porque la suya está demasiado baja y eso haría que se esforzara mucho para acostarse -y levantarse-; lo que podría afectar la cicatriz de la operación.

Entonces decidimos -decidí- que dormiría -con un saco de dormir- en el  cuarto donde están los alimentos de los perros: no creí conveniente sacar a los perros grandes del lugar en donde han dormido durante muchos años.

A las siete y media sonó la alarma del celular; aunque había estado despierto desde una media hora antes -incluso ví la hora un poco antes de las siete-; medité veintidos minutos y, luego, entre a la reunión del equipo.

La verdad es que esperaba un día complicado por el correo recibido -y respondido- el día anterior del supervisor en el imperio del norte; pero antes de entrar a la reunión ví que había respondido al correo con el que el compañero reportaba el trabajo del día anterior.

En el correo solicitaba que se ampliaran las pruebas que habíamos realizado -yo no habia cubierto casi la mitad de lo que me correspondía-; por lo que me propuse -ahora sí- esmerarme en completar un buen trabajo.

Y trabajé -casi dos horas!- de forma bastante dedicada en las tareas pendientes; pero luego -al ver que nada pasaba, y que un equipo que estaba utilizando me fuera removido- volví a mi ritmo normal: casi nada.

El resto del dia fue bastante normal (la verdad es que estoy sintiendo bastante cargante toda la rutina con los perros -y ahora tratando de que Rb se cuide-); por la tarde, después del horario laboral, me dirigí a los supermercados en dirección sur.

En el más alejado compre varios de los productos que utilizo en mis desayunos o almuerzos: café instantáneo, frijoles, tortillas de maiz, galletas y coquitas; en el otro compré bananos;  a la mitad del camino con este último pasé viendo el table dance que el MP cerró la semanana anterior, por un caso de desaparición de una dama.

El sábado me frustró no poder ver a mi hija mayor: o sea, había planificado -con ella- nuestro almuerzo mensual para un día antes de su cumpleaños número veintisiete; de hecho fue uno de los temas -presencial y virtual- del último desayuno con mi ahijada, y la conversación con mi amigo el antivacunas.

Pero ya había -más o menos- aceptado que las emergencias médicas son -generalmente- insalvables, e inoportunas; entonces me dediqué el día completo a la rutina de los perros de Rb; y a ayudarla con sus comidas y rutinas -incluida la preparación de la ducha-.

Incluso me toco que ir -porque Rb realmente no puede hacer nada más que dar unos pocos pasos cada ciertas horas- a la tienda de las verduras, a comprar plátanos, zanahorias y chiles pimientos.

Lo bueno es que Rb se había entendido con la señora -había hecho los arreglos del pedido por Whatsapp- por lo que no tuve nomás que presentarme, saludar, decir que iba por las verduras, y retornar a la casa; minimizando la interacción todo lo posible.

A las tres de la tarde tuve una videollamada con mi hija mayor: ella había lamentado que no pudiéramos vernos el día antes de su cumpleaños -le había avisado dos o tres días antes-; y aún intentó que llegara el domingo -aparentemente había pedido varios días de vacaciones-; tuvimos una conversacion de casi una hora.

La cual fue interrumpida en una ocasión por Rb -para avisarme que su perra más anciana estaba llorando-: al parecer quería salir al patio; a donde yo me había instalado para la conversacion con mi hija.

La conversación con mi hija estuvo bien; le comenté que, si todo iba bien, podía llegar algunas horas el siguiente sábado; también le comenté que estaba pensando participar como coach voluntario en una especie de feria científica que organiza una de esas nuevas universidades de papel.

Sobre esto último: después de la conversación que tuve con mi ex compañero hace unos meses, finalmente su esposa me escribió el viernes, para confirmar si estaba disponible para ayudar a su grupo: el evento es en Marzo, pero hay una reunión -virtual- en diciembre, y otro par en enero y febrero.

Además de esas reuniones estaba organizando un asado para el día siguiente (sábado); pero, como me estaba avisando un día antes, -y además, mi situación actual con Rb-, decliné gustosamente la participación en este.

La mayor parte de la noche -hasta la hora de finalización de las actividades con los perros: once de la noche- me la pasé en la habitacion de Rb; con los perros grandes; ella está ocupando la habitación en donde he dormido los últimos años.

El domingo me levanté a las tres de la mañana; el día anterior habia tenido ciertas dificultades para que la perra ingiriera la pastilla dentro de un trozo de pollo, por lo que en esta ocasión tuve más cuidado en prepararlo; y funcionó muy bien.

Rb salió de la habitación -al parecer, por alguna razón, a esa hora se toma la pastilla que toma permanentemente contra las convulsiones-; cruzamos algunas palabras y luego nos despedimos; volví a mi saco de dormir a intentar conciliar el sueño -esto es de lo que más me molesta de hacerme cargo de los perros, la interrupción de la rutina de dormir-.

Algunos minutos más tarde Rb me llamó desde la habitación; y me asusté al ver que algunas gotas de sangre estaban cayendo de la cicatriz abdominal de la operación: el día anterior había empezado a aplicarse unos parches de ácido halurónico prescritos por la doctora que la operó.

Se suponía que la función de los mismos es acelerar la cicatrización -lo que, la verdad, encuentro muy improbable-; y, al parecer, debido a la manipulación de la cicatriz se había acumulado sangre en la misma.

Rb estaba muy asustada e incluso sugirió ir a la emergencia del hospital en que la operaron; yo también me asusté -bastante- pero traté de mantener la ecuanimidad: le dije que esperáramos a ver si continuaba la hemorragia -habían incluso algunas gotas de sangre en el piso-.

Al final Rb incluso se tomó la temperatura para ver si había algún otro signo negativo; afortunadamente la medición no mostró ningún incremento; igual yo le había prevenido que aún un pequeño aumento era esperable; por lo reciente de la intervención quirúrgica.

La escena me recordó lo ocurrido unas semanas antes con su connato de desmayo; y no sé si mi actitud es de excesivo abandono; pero no creo que se deba aumentar las variables cuando una situación aún está iniciando; lo encuentro contraproducente.

Al final Rb se tranquilizó, la arropé y volví al saco de dormir; me costó bastante conciliar el sueño pero, eventualmente, me quedé dormido; hasta cerca de las ocho, cuando escuché que Rb sacaba a su perro al patio.

Me levanté a meditar a las ocho menos cinco, luego prepare la comida de los perros y salí a prepararme el desayuno; también le serví el desayuno a Rb; comentamos un poco los sucesos de la madrugada y me agradeció -nuevamente- por la forma en la que había manejado la situación.

Después del desayuno -y de ponerle las gotas de las diez a la perra más anciana- tomé el automóvil y me dirigí al comercial en donde se estacionan los busitos: en el supermercado del lugar nos proveemos frecuentemente de aguacates y -Rb- manzanas.

En el camino de vuelta pasé a una gasolinera a llenar el tanque; había visto el indicador por debajo de la mitad y cuando aborde el auto me dí cuenta que andaba a un cuarto del mismo; para terminar el viaje pasé al supermercado más cercano en dirección sur: en el primero no había encontrado fajitas de pollo -lo que Rb cocina par su perra más vieja- y en este -afortunadamente- sí había.

A la hora del almuerzo consumimos lo último de las verduras cocidas que había estado comiendo desde el jueves (el martes y miércoles había preparado mis tortillas con huevo duro y soya texturizada), con un poco de pollo y arroz.

El resto del día transcurrió más o menos como los anteriores: haciéndome cargo de los perros de Rb; a media tarde salí a cortar cinco güisquiles que había visto con un tamaño ya adecuado para la cosecha; un poco después de las cuatro me tocó que preparar los almuerzos de la semana.

O sea, los preparamos con Rb pero, debido a su estado, hice la mayor parte del trabajo: poner a cocer el arroz, partir las zanahorias y los hígados y controlar el cocido que preparamos con estos y mollejas e hígados de pollo (estos últimos los pudo cortar con una tijera).

Al final de la tarde ví el cuarto capítulo de Pluribus y, un poco más tarde, una pequeña parte de la última película de Predator (en la que Elle Fanning personifica a un bot sin extremidades inferiores); terminé el ciclo de los perros un poco antes de las once de la noche.

Lastimosamente la perra más pesada de Rb tuvo emergencias estomacales un poco después de medianoche: Rb me llamó por whatsapp para avisarme que quería salir al patio; incluso tuve que salir después para comprobar si había sido diarrea.

Pero no, no encontré diarrea por ningún lado; volví a acostarme y continué durmiendo hasta las tres de la madrugada; a esa hora volví a ver a Rb: mientras esperaba que la perra más anciana volviera de su salida al patio ella salió de la habitación -por la toma de su pastilla diaria-.

El lunes empezó -después de las tres de la mañana- bastante temprano: un poco después de las seis Rb me volvió a despertar: la perra más pesada volvió a necesitar salir al patio; en esta ocasión la observé mientras hacía sus necesidades; y no, no era diarrea, simplemente una consistencia -aparentemente- más suave.

Creí que no me volvería a dormir -la siguiente alarma era a las siete y media- pero me volví a meter al saco de dormir; y, eventualmente, creo que me quedé dormido;  cuando sonó la alarma me levanté a meditar.

Después entré a la reunión de equipo; y empecé la rutina diaria con los perros; la verdad es que al principio creí que serían nomas dos o tres días -la estadía de Rb en el hospital-; aunque antes de que sucediera eso, ya había comprendido que serían al menos dos semanas; y ahora nosé, quizá un mes? o mes y medio?

Según mi horario -el lunes por la noche metí todas las actividades a la alarma del celular- a las doce y media debía sacar a caminar a los perros grandes; se suponía que a la una y media teníamos nuestra reunión diaria del equipo, pero no ha estado sucediendo después de varias semanas.

Pero a las tres de la tarde recibi un mensaje del analista que mejor me cae: el supervisor andaba buscándome para que probara algunos bugs relacionados con las áreas de la aplicación que he probado últimamente.

Entré a la aplicación a ver si estaban reunidos y, efectivamente, los dos analistas estaban en reunión con el supervisor -el que menos bien me cae anda de vacaciones-; ví que habían estado reunidos por quince minutos y decidí no unirme a la reunión.

Un poco después el supervisor me escribió un mensaje en el chat grupal, asignándome cuatro -no sé si eran cinco porque uno estaba mal escrito- bugs para que los probara; me puse a trabajar en el acto y, un poco antes de finalizar el día laboral, le envié un correo con los resultados.

A las cinco me dirigí a los supermercados en dirección sur; pero no tenía intenciones de llegar hasta el más alejado: en el que queda a medio camino compré un poco de bananos; luego me dirigí a la tienda en donde usualmente compramos verduras; Rb le había enviado un mensaje a la tendera para que me preparara el pedido.

Pasé a la tienda y estaba la hija de la tendera; el pedido constaba de papaya, plátanos y peras; pero yo agregué un cartón de huevos pues ví que ya quedaban pocos en el refrigerador; la cuena fue de casi trece dólares(!).

Por la noche estuve viendo la segunda parte de Predator: Badlands, también ví la mayor parte de un nuevo video que publicó un Youtuber argentino que resume series: creo que es el video más largo que ha publicado en su canal, sobre Los Soprano.

Entre Predator y el resumen de Los Soprano llamé a mi antiguo supervisor en el Imperio del Norte; había esperado hasta esta semana pues quería aprovechar para felicitarlo -de antemano- por el Día de Acción de Gracias.

Mi supervisor estaba preparando unos emparedados -con jamón y tocino- y estuvimos conversando por casi media hora; sobre la familia, el trabajo, el clima, las mascotas (me envió un par de fotos de la perra Labrador de su hija). 

A las diez de la noche me metí a la habitación en la que estoy durmiendo a meditar veintidós minutos; luego, a las once, saqué por última vez en el día a los perros; después me metí al saco de dormir, aunque me costó un poco conciliar el sueño.

El martes me levanté a las tres de la mañana, a darle el pollo (y el polvo de las pastillas que se había acumulado en el pastillero, que equivalía a un poco más de la dosis diaria) a la perra más anciana de Rb.

Ella también salió de su habitación; nos saludamos y se retiró a seguir durmiendo, yo saqué a la perra al patio trasero y luego, cuando entró, le apliqué las gotas de los ojos que tocan a esa hora; después retorné a continuar durmiendo -me frustra la interrupción del sueño-.

Me costó volver a conciliar el sueño pero, eventualmente, me quedé dormido; hasta las siete y media; a esa hora sonó la alarma y me levanté a meditar; luego salí de la habitación para atender la reunión diaria.

Desde el día anterior le había indicado a Rb que esperaba que -justo una semana después de su operación- esperaba que comenzara a hacerse cargo de servir la comida en los platos de los perros; por lo que nomás tuve que agregarle agua -y caldo- a la comida, para ofrecérsela a las nueve menos cuarto.

Pero, a diferencia de otros días, la perra más anciana se negó a alimentarse sola; por lo que se la llevé a la cama a Rb y ella procedió a alimentarla manualmente; luego le aplicó las gotas para los ojos.

Luego preparé -y consumí- el desayuno; además de servirle a Rb las cuatro o cinco vituallas que componen el de ella;  a media mañana ví un mensaje de mi conocida original de Camerún; en el que me invitaba a unirme a un grupo voluntario de traducción.

Ingresé mi información, descargué la aplicación en el celular y empecé a completar uno de los entrenamientos -médicos- que proveen; pero no lo terminé pues alguien requirió de mi ayuda: me pasé la siguiente hora traduciendo español-inglés para una persona que estaba registrando a un niño para recibir ayuda social.

Un poco más tarde le envié un correo a mi mejor amiga en el Imperio del Norte -pasé un día de Acción de Gracias en su casa-, felicitándola por la fecha -y pidiéndole que definiéramos una fecha para una videollamada-; me contestó bastante rápido con el recuerdo de la celebración en conjunto y ofreciendo la llamada para Diciembre.

Y a ver cómo sigue eso... 

viernes, 21 de noviembre de 2025

Ejercicios... working out... faire du sport...

Hasta mis cincuenta años -o algo así- nunca hice deportes de forma rutinaria; o sea, en la escuela primaria jugaba partidos de futbol -incluso algunos formales-; igual en básico y bachillerato.

Y en la facultad me tocó que tomar un curso obligatorio de deportes durante el primer semestre: nomás correr y correr; incluso estuve intentando salir a correr durante el segundo año, pero me reencontré con un problema: hiperventilo bastante rápido.

O sea, corro algunas cuadras y empiezo a respirar demasiado rápido; lo mismo -o casi- ocurre cuando hago algún esfuerzo extra -como cuando he ayudado a empujar un auto para arrancarlo en segunda velocidad-.

Creo que desde mi adolescencia sospeché que tenía alguna relación con la causa de muerte de mi padre -un mes antes de que naciera-; sospecho -no sé si se puede confirmar- que hay algo de malo con mi sistema respiratorio -o todo el sistema, por lo que también me cuesta escuchar algunos tonos-. 

Cuando estaba en mi primer trabajo despues de la universidad consideré asistir a un gimnasio; alguien con quien compartí casa unos meses era fanático de la salud física; pero nomas fui un día.

Y entonces -treinta años después- Rb empezó a hacer ejercicios porque uno de sus doctores le sugirió que la podía ayudar a controlar sus accesos de ansiedad; con ella habíamos hecho algunas tarde de yoga cuando empezábamos la relación.

Pero, esta vez, sí nos dedicamos con seriedad al asunto: primero fueron dos días a la semana de ejercicios aeróbicos por treinta minutos; luego le agregamos pesas, luego le agregamos otros diez minutos, luego le agregamos resistencia, luego le agregamos otros diez minutos.

Al final terminamos con una rutina de tres veces a la semana, a primera hora, de cincuenta minutos con una mezcla de ejercicios aeróbicos, de fuerza y de resistencia; hasta esta semana: Rb se sometió a una histerectomía y debe guardar reposo por casi tres meses.

En estos tres años yo me he ausentado por uno o dos días -o incluso por ocho- pero Rb ha continuado ella sola la rutina; yo le indiqué que no lo haría -seguir en solitario-; así que, por el momento, el periodo más prolongado de ejercicios ha terminado.

Y a ver cómo sigue eso... 

El lunes empezó normal la semana: meditación a las seis y veinte, luego la rutina de ejercicios de los lunes; después entré a la reunion, y luego la ducha matutina; el resto de la mañana estuvo bastante tranquilo.

Almorzamos unas piernas cocidas en aceite y ensalada; habiamos sacado a caminar a los perros antes del almuerzo por lo que, luego de este, nomás esperé un poco antes de lavar los trastos y preparar el té y el café.

Al terminar la jornada laboral -a las cinco de la tarde- nos dirigimos a los supermercados en dirección norte; Rb quería comprar un pocillo de porcelana, para preparar té; tambien compramos, en la tienda verde de descuentos, un par de recipientes herméticos, y yo compré un litro de vinagre.

El martes empezó la saga de la cirugía de Rb: me levanté a meditar a las cuatro y veinte; había escuchado que Rb ya estaba despierta y, cuando salí de la habitación, la encontre tomando un atol -se lo habían prescrito-.

A las cinco de la mañana abordamos el automóvil y nos dirigimos al hospital del centro histórico; por lo temprano el tránsito estaba bastante fluido: llegamos veinte minutos antes de las cinco y estacioné el auto frente al lugar.

Un poco después de las seis empezó a llegar el personal médico; esperamos un momento y luego entramos a recepción; tuve que comprar una mascarilla para entrar -y mover un poco el auto pues me había estacionado en el lugar de las ambulancias-; la recepcionista del hospital le entregó a Rb tres formularios.

Nos acomodaron en una de las habitaciones y Rb llenó los tres formularios -eran autorizaciones y descargo de responsabilidad para el hospital-; la acomañé hasta las siete menos veinte y luego nos despedimos.

Saliendo del lugar saludé a una anciana que -un poco después- sospeché que era la hermana de Rb -se había ofrecido a acompañarla durante el día-; el viaje de vuelta estuvo bastante tranquilo y a las siete y veinte estaba entrando en casa.

Intenté dormir un poco más pero no pude conciliar el sueño; de todos modos me estuve en cama hasta las ocho menos cinco; a esa hora me levanté a encender la computadora para entrar a la reunión diaria.

No hubo muchas novedades en la reunión; después de la misma -a las nueve menos cuarto- les dí de comer a los perros -Rb me confeccionó un documento con las horas y los detalles para alimentarlos, y aplicarle gotas en los ojos a la más anciana-.

Después de alimentar a los perros me volví a meter a la cama e intenté -nuevamente- dormir un poco; pero no lo logré, por lo que me levanté a desayunar, después de las gotas de las diez para la perra más anciana.

El trabajo estuvo tranquilo; intenté dormir otro poco durante la mañana, pero nomás me estuve un rato en la cama de Rb; al medio día recibí una llamada de la analista que está en el Imperio del Norte: estaba teniendo dificultades en seguir un documento que tengo asignado desde hace varios meses.

Un poco después me llamó mi supervisor para cuestionar por qué el documento estaba incompleto; la verdad es que no le había puesto mucha atención, por lo que me ofrecí a revisarlo; lo que estuve haciendo hasta mitad de la tarde.

De hecho, por estar trabajando en la actualización del documento almorcé tarde, y me tocó que sacar a caminar a los dos perros grandes al mismo tiempo -usualmente, cuando estoy solo, los saco uno por uno, por precaución-.

Después de sacar a caminar a los perros les dí el almuerzo; por la tarde terminé de leer el libro de la línea de español -decidí terminarlo en el intermedio del libro de no ficción-; a las cinco cerré la computadora del trabajo y me llevé la personal a la cama de Rb.

Terminé de ver la última película de Leonardo de Caprio; también ví el tercer capítulo de Pluribus; el resto de la noche, después de darles la cena a los perros, me estuve viendo videos de Youtube; hasta las diez: como no quería dormirme muy tarde decidí meditar antes de las once; luego los saqué, por última vez al patio.

El miércoles me levanté a las tres pues Rb le ha dado -por los últimos cuatro años- una comida extra (de pollo) a su perra más anciana a esa hora; le dí el pollo, la saqué al patio y le apliqué unas gotas en los ojos.

Después traté de dormir un poco: planeaba levantarme a las cuatro y veinte pues tenia que cocer un huevo -hervido- para complementar los alimentos del día de Rb; no pude dormirme pero me quedé entre las sábanas hasta las cuatro y cuarto.

A esa hora me levanté, medité y luego salí a hervir un par de huevos -el día anterior había consumido uno de esa forma para el almuerzo-; después saqué de la refrigeradora la bolssa que Rb había dejado preparada para su primer día de recuperación hospitalaria.

A las cinco y cinco abordé el automóvil y me dirigí al hospital en el que Rb fue intervenida el día anterior -histerectomía-; el tránsito estaba tranquilo, aunque en el centro histórico -aún a esa hora- se complica un poco.

De todos modos llegué a mi destino a las seis menos veinte; me parqueé frente al espacio designado para ambulancias y me puse a jugar algunas partidas de ajedrez; a las seis y cinco, cuando ví que ya habían abierto, entré al lugar; la recepcionista me indicó que podía entrar hasta el área de encamamiento.

Entré y todo estaba cerrado, y vacío; pero el día anterior habíamos conversado con Rb y quedado en que llamaría a su hermana para que saliera a encontrarme -la señora (dieciséis años mayor que Rb) la acompañó desde el día anterior-; lo cual hice.

Encontré a Rb saliendo de la ducha -o sea, ya estaba en la cama pero acababa de salir del baño-; le entregué la bolsa con el desayuno y me estuve en el lugar hasta las seis menos veinte; conversando un poco -Rb me presentó a la enfermera, y contó la forma en la que nos conocimos-.

A las seis menos veinte salí a encender el auto e iniciar el camino de retorno a casa; el tránsito de vuelta estaba bastante tranquilo con lo que, a las siete y veinte, estaba estacionando el auto frente a la casa de Rb; puse la alarma para las ocho menos cinco e intenté dormir, pero no lo logré.

Cuando la alarma sonó me levanté a encender la computadora del trabajo; como estaba solo le quité el headset y estuve en la reunión con los altavoces de la computadora; en el ínterin serví las porciones del desayuno de los perros.

El resto del día continué con la rutina del cuidado de los perros; la cual es bastante pesada: a la perra mas anciana hay que aplicarle tres tipos diferentes de gotas para los ojos en tres momentos diferentes; hay que darles de comer tres veces al día -cuatro a la más anciana-; sacarlos a caminar y algunas otras actividades adicionales.

Al final de la tarde -como a las cuatro- mi hija mediana me escribió para que pagara por la construcción de la división en el espacio de la sala del departamento -ahora será su habitación-; desde la mañana me había indicado que estaban trabajando en eso por lo que le pedí un par de fotos del trabajo, luego transferí los trescientos setenta dólares a la cuenta que me indicó.

Cuando terminé de trabajar -o al menos el horario- me dirigí a los supermercados en dirección sur; aunque nomás caminé al más cercano; compré un par de racimos de bananos -verdes- y tres pequeños paquetes de frijoles volteados; terminé el día alimentando a los perros a las nueve menos cuarto y sacandolos por última vez al patio a las once de la noche. 

El jueves empecé la rutina -que me debía mantener por casi dos semanas- a las tres de la mañana, alimentando a la perra más anciana, luego aplicándole unas gotas en los ojos y, por último sacándola al patio; luego retorné a la cama; lo bueno del día fue que no tenía que reiniciar a las cuatro.

Originalmente Rb me había pedido que ese día le llevara también alimentos para el día -había dejado preparado un paquete en la refrigeradora- pero, como le habían dicho que ese día le tocaba salir, y ademas no había consumido todos los alimentos que le llevé el miércoles, me pidió que nomás llegara por ella al mediodía.

Con lo que me levanté a las siete y media -me costó un poco volver a dormirme luego de las tres, pero sentí que descansé bastante-, medité y después entré a la reunión del equipo; en la que nos indicaron que debíamos realizar unas pruebas en una nueva versión en uno de los servidores.

Durante la mañana, además de hacerme cargo de los perros, estuve conversando con Rb para darle seguimiento a su salida del hospital; a media mañana me pidió que le transfiriera mil dólares a su cuenta -había mantenido en mi cuenta casi tres mil dólares desde varios años atras- y, a las once y media, me pidió que fuera por ella.

Me alisté, le avisé al analista que mejor me cae que iba a estar ausente -aduje problemas de conexión- y salí a tomar el auto; además llevaba una bolsa con seis onzas de flores de loroco, que la hermana de Rb le había pedido -y yo había cosechado después de la reunión del equipo-.

Cuando iba a un par de cuadras, ya en el boulevard, iba a poner un audio de portugues, pero me percaté que había tomado el celular que Rb ya no utiliza -se parece bastante al que estoy usando actualmente-; iba a retornar pero decidí continuar en el camino -lo cual fue un gran riesgo, pues iba completamente incomunicado-.

El tránsito estuvo un poco pesado en un par de puntos del camino; pero no excesivamente; de hecho me tomó casi el mismo tiempo que los viajes realizados a las cinco de la madrugada; eso sí, traté de ir con un poco más de precaución.

Por la hora también decidí entrar por el lado contrario del centro histórico; lo que me complicó un poco el final del trayecto; pero no mucho; un poco antes de las doce y media estaba parqueándome en la calle del hospital -no me pude parquear enfrente porque había una buena cantidad de vehículos-.

Creí que me iba a tocar que pagarle a algún indigente por 'cuidar' el vehículo -práctica que siempre me ha frustrado- pero, por haberme parqueado a casi media calle, la persona 'a cargo' de la acera no estaba pendiente de esa área.

Como andaba escapado de mi trabajo no puse mucho cuidado en parquearme correctamente -deje el auto bastante separado de la acera-, corrí a la recepción del hospital y la señora me indicó que podía entrar directamente a la habitación.

Pero la puerta del áre de encamamiento estaba cerrada y nomás se podía abrir desde el interior; había otra persona allí esperando -con uniforme médico- pero tampoco sabía como entrar; me percaté de un timbre en una de las paredes y lo presioné -aunque creo que no con la suficiente fuerza-.

Un poco después la persona se retiró y yo volví a presionar el timbre, el cual ahora si sonó en el interior; una señora salió a abrir y le indiqué que iba por una paciente; me dirigí a la habitación de Rb, toqué -luego de dudar de que fuera la correcta- y me respondieron afirmativamente.

Saludé a Rb y a su hermana y empezamos a preparar la salida; pero ellas fueron a despedirse de todo el personal; tomé el par de mochilas que Rb habia llevado y me dirigí al automóvil, lo moví para el frente del hospital y esperé muy poco a que salieran del lugar; a Rb la sacaron en silla de ruedas pero le tocó que caminar pues el auto estaba al otro lado de la calle.

Nos despedimos de la hermana de Rb -ella se fue a abordar el autobús en una calle aledaña y nosotros iniciamos el camino de vuelta; al final me ausente menos de dos horas -el final del camino lo conduje bastante despacio pues Rb se quejó de los túmulos-.

Cuando vine saqué a caminar a los perros; luego le serví parte de los alimentos que Rb trajo de vuelta -y me preparé las cuatro tortillas de maiz que he estado consumiendo desde el marte-; también confirmé con uno de los analistas si se habían reunido.

Pero no, no hubo ninguna reunión en mi ausencia; lo que si hubo -no ví el correo hasta mas tarde- fue un mensaje de mi supervisor pidiendo el detalle de las pruebas que -supuestamente- había hecho sobre una funcionalidad; temí la implicación del mismo -el correo incluí a mi supervisora local como destinatario- por lo que intenté preparar una buena respuesta.

La cual, realmente, no existía: la verdad es que no me he esforzado en realizar correctamente mi trabajo desde hace varios meses -años?-; de todos modos recabé la información, prepare un cuadro -aceptable, según yo- y respondí al correo.

La tarde continuó igual que la anterior -y, me imagino que las siguientes-; con la diferencia de que Rb me agradeció varias veces por hacerme cargo de todo; y yo quejándome de que mi trabajo ya no me satisface; pero bueno.

Al final de la tarde iba a ir al supermercado a comprar bananos; pero, haciendo cuentas, aún nos quedaban para terminar el día y empezar el siguiente, por lo que nomás fui a la panadería por el pan para los desayunos de viernes, sábado y domingo -hasta más tarde me dí cuenta que sí debía haber ido al supermercado pues nomás me quedaban tres tortillas de maíz-.

Por la noche ví la segunda parte de una película española en la que actúa el protagonista de las dos películas antiguas de Hellboy; también hice Duolingo, le dí de comer a los perros de Rb y, un poco antes de las once, los saqué por ultima vez al patio.

Y a ver cómo sigue eso...