lunes, 15 de septiembre de 2025

El día del programador -o del informático-... The day of the programmer -or of the computer scientist-... Le jour du programmeur -ou de l'informaticien-...

El sábado se celebra la profesión mencionada en el título; es interesante que -según Wikipedia- la costumbre empezó en Rusia: se tomó la máxima potencia de dos que fuera menor al número de días del año; o sea, ocho -porque dos elevado a la seis es doscientos cincuenta y seis- para agasajar a los que se dedican al código (o, ultimadamente, a cualquier actividad que tenga que ver con las computadoras).

Ese día le contaba a Rb que la única vez que estuve en una celebración 'formal' fue en el trabajo que tuve en la penúltima empresa: organizaron una refacción y cada supervisor de área le dió un regalo a su 'mejor' colaborador; lo chistoso fue que yo era el único colaborador en mi área.

O sea, era mi jefa -una persona de quien no guardo muchos recuerdos agradables- y yo; -a mí me tocaba que hacer casi todo el trabajo, incluso de gestión-; tanto así que ella también se renunció un poco más tarde de que yo me retirara. En fin. 

Y me recordé de la fecha porque mi amigo Testigo de Jehová -que sí ha sido programador por más de treinta años- publicó en su estado de Whatsapp un mensaje alusivo al día; y, para continuar con mi campaña de 'no te aisles', le envié un mensaje a varios de mis contactos con quien compartimos esa línea laboral.

Y a ver cómo va eso.

El jueves fue un día de reuniones: por la mañana me reuní con los otros dos analistas con los que estamos trabajando en comenzar -por fin- con la automatización de algunas actividades de nuestra área.

La reunión del mediodía también fue un poco más extensa: el supervisor del Imperio del Norte ha estado más exigente con las asignaciones; y me tocó trabajar con otra analista -al parecer, también del subcontinente asiático- en un par de tareas.

Incluso hubo un connato de extensión del horario laboral: había algunas tareas que nomás podíamos realizar al final de la tarde; pero me negué porque me había ofrecido a conducir a los perros de Rb al veterinario y debíamos estar allí antes de las cuatro.

La visita al veterinario era para la aplicación de una serie de vacunas; a las cuatro menos cuarto metimos a los tres perros al automóvil y conduje a la veterinaria; no había tránsito y menos de diez minutos más tarde estábamos entrando al lugar.

La vacunación se realizó sin muchas dificultades -los grandes ni dieron muestras de sentir el pinchazo, la pequeña chilló, pero lo hace por cualquier cosa-; lo que el veterinario indicó -y no por primera vez- es que la perra más pesada debería de bajar de peso; pero eso, creo, estaría complicado.

Luego de las vacunas Rb y el veterinario aún conversaron sobre algo de los perros y, un poco más tarde, conduje el auto de vuelta a la casa; despues caminamos a los supermercados en dirección norte; en el mas alejado compramos un poco de bananos, y a medio camino de vuelta compré el pan de mis desayunos.

El viernes me levanté a las cinco de la mañana: quería trabajar en algunas tareas en las que no había podido avanzar mucho en los días anteriores; generalmente el tiempo antes de la reunión diaria es muy productivo.

Después de meditar me puse a organizar algunas de las tareas que me habían asignado y luego entré a la reunión diaria; también tuvimos la reunión semanal con el supervisor en el imperio del norte; esta estuvo un poco más tranquila que las anteriores.

Y en la reunión del mediodía me asignaron más tareas; o sea, al parecer, uno de los analistas había sido sobrecargado y el supervisor me ha estado trasladando algunas de las tareas que le había asignado originalmente.

Al final del horario laboral realizamos la rutina de ejercicios de los viernes; era la primera vez que practicábamos la nueva versión: con nueve ejercicios adicionales, algunos isométricos y otros de fuerza; estuvo bastante pesada.

Después de la rutina -me quedaron doliendo varios músculos abdominales- y de la ducha encontré un mensaje de mi primo más cercano en whatsapp: el día anterior le había escrito para proponerle una llamada.

No me había respondido en más de un día y temía que tenía que buscar otra forma de coordinar una visita a mi tía -de hecho lo había intentado llamar por teléfono durante el día y no me había respondido-; al final, al parecer, se había olvidado de responder el mensaje -y no había visto las llamadas-.

Conversamos -videollamada- durante unos minutos, sobre familia, trabajo y similares; también le pedí que confirmara si su madre estaría el siguiente lunes en su casa: ha estado con quebrantos de salud y quería pasar a visitarla por la tarde.

El sábado me levanté quince minutos antes de la hora acostumbrada -a las seis y cuarto-, medité y me metí a la ducha: había programado un desayuno con el analista más brillante -y joven- del equipo.

Habíamos acordado reunirnos, en la cafetería en la que usualmente invito a mis amigos y conocidos, a las siete y media; y como no quería andar corriendo con el auto salí de casa un poco después de las siete.

El tránsito estuvo bastante ligero y a las siete y media ya estaba en el lugar; como no tenía su número le envié un mensaje en la herramienta que usamos en el trabajo; al final llegó diez o quince minutos luego de la hora acordada; pero utilicé ese tiempo para completar algunas lecciones de Duolingo.

Cuando el analista llegó procedimos a ordenar un par de desayunos típicos del lugar; luego estuvimos conversando por un par de horas sobre cuestiones laborales, académicas y también de la vida: tiene la edad de mi hija mayor, se graduó el año pasado de ingeniero y ahora estudia una maestría en IA.

Pero no tiene muchas aspiraciones vitales; lo cual me parece muy interesante: en nuestra época el empuje por alcanzar metas, o sobresalir en la profesión era bastante marcado; me imagino que son cuestiones intergeneracionales.

Un poco antes de las diez nos despedimos e inicié la conducción hasta la casa de Rb; el tránsito seguía bastante tranquilo; vine a leer un poco, continuar con el repaso de las preguntas de AWS y algunas lecciones adicionales de ajedrez en Duolingo.

Como el día se veía bastante gris decidimos sacar a caminar a los perros antes del almuerzo; pero no nos dió tiempo a completar la rutina: terminando la primera vuelta empezó a lloviznar; entonces los metimos y procedimos a preparar el almuerzo.

Habíamos planificado preparar unas hamburguesas caseras; Rb preparó un par de panes con varias harinas diferentes al trigo, y una mezcla de pollo con vegetales para rellenarlos; también preparamos un caldo de pollo.

La lluvia se extendió -desde que metimos a los perros- hasta el final de la tarde; aproveché para leer un poco, seguir repasando el material de AWS y ver un capítulo de The Terminal List: Black Wolf.

Al final de la tarde caminamos hasta los supermercados en dirección sur; llegamos -como siempre- hasta la altura del más lejano, de allí volvimos al que queda a medio camino y compramos algunas alitas para los almuerzos del domingo -de Rb-.

El domingo habíamos previsto ir al supermercado en donde compramos artículos a granel; durante la semana le había enviado mensajes a mis hijos para verificar si necesitaban algo del lugar, pero ninguno me respondió.

Después de que Rb desayunara  tomamos una bolsa con aislante térmico, la subimos al automóvil y nos dirigimos al lugar; el tránsito estaba bastante tranquilo por lo que no tuvimos contratiempos en llegar al lugar; el cual está siendo modificado: algunas áreas del parqueo estaban cubiertas por páneles de construcción.

La lista de compras no era muy extensa: y la mayor parte de artículos eran míos; debía comprar avena para mis desayunos, galletas para mis cenas -y refacciones-, aderezo para ensaladas; e incluso había decidido comprar una bandeja de muffins, para las visitas de ese día y el siguiente.

Al final gasté casi cincuenta dólares en provisiones; en el camino de vuelta pasamos a una sucursal de la tienda verde de descuentos: Rb ha andado buscando unas bolsas que utiliza para preparar sus harinas y quería ver si había suerte.

Pero no hubo; al parecer este artículo ha sido descontinuado; aprovechando la visita al lugar compramos una recipiente hermético de gran capacidad: unas semanas antes habíamos desechado el que usamos para almacenar arroz en la cocina pues encontramos gorgojos en el mismo -no era mucho arroz pero lo congelé para eliminar la plaga-.

Después de la tienda retornamos a casa y -previendo lluvias más tarde- sacamos a caminar a los perros; luego preparamos las alitas dominicales y las acompañamos con el resto del caldo que habíamos preparado el día anterior.

Por la tarde -ya no llovió- continué con el estudio del material de AWS: he adelantado bastante con el primero de los archivos -cincuenta preguntas- y estoy llegando casi al mismo nivel con el segundo; también ví otro capítulo de The Terminal List.

Por la noche -cancelaron la clase de teología de Rb- vimos el último capítulo de la segunda temporada de Wednesday; la verdad no me agrada mucho el estilo de humor que utiliza la serie, pero es de las pocas cosas que aún vemos en conjunto.

Y a ver cómo sigue eso... 

 

Segunda reunion mas trqde y mas tensa...
Hicimos nueva rutina, despues de limpieza... me quedó doliendo el abdómen. Habké xon mi primo
Sabado, desayuno con companero, lectura, aws, duolingo, wordle. Sacamos a los perros antes del almuerzo, solo una vuelta, por lluvia. Tosa la tarde. Black wolf. Caminata direccion aur. Alotas de RB. Sacamos perros doa vueltas. Aws.
El dia del programador - o delninformatico- 256 del an̈o
14 sept AWS2 62.75
Domingo, pricesmart. Alitas y caldo, antes perros. Tarde=aws terminal list, noche wednesday

jueves, 11 de septiembre de 2025

Curiosidad... Curiosity... Curiosité...

Hay muchos temas que me preocupan -otros que me provocan incomodidad- como el trabajo -presente y futuro-, mis chicos, mis padres, entre otros; y mi aspiración es acercarme a esta situación con curiosidad.

Porque al final todo pasa: o sea, todo sucede -o no- y luego viene otro suceso, y así sucesivamente; entonces -y esto, creo que es algo de budismo-, lo 'mejor' es conservar un estado de curiosidad.

Observar la situación, observar sus fuentes, observar las consecuencias, observar.

Y eso es algo que, creo, Rb ha estado haciendo muy bien con el último hecho -actual- en su vida: la menopausia -o perimenopausia, por el momento- ha hecho su arribo y, a pesar de haber pasado la mayor parte de su existencia temiéndola; ahora está estudiándola, mientras llega inexorablemente.

El temor proviene -así como la decisión de no reproducirse- de su niñez: su padre tenía cincuenta y cinco años al momento de su nacimiento, su madre diez menos; y le tocó ver -siendo muy pequeña- los estragos que el tiempo iba causando en su progenitora.

Pero ahora, en las primeras etapas de la menopausia -o quizá no tan primeras, ya que, al parecer, muchos de sus quebrantos de salud de los últimos tres o cuatro años, pueden trazarse hasta este proceso- ha estado con una actituda más como: qué interesante lo que le está sucediendo a mi cuerpo.

 Y a ver cómo va eso... 

El domingo me levanté a las cuatro y veinte; me costó levantarme pues había tenido dificultades para conciliar el sueño la noche anterior: los perros de los vecinos que viven a dos casas siguen ladrando casi con cualquier estímulo externo.

Creo que también estaba al pendiente de levantarme dos horas antes de mi hora habitual; me parece que escuché a la perra más anciana de Rb quejarse a media madrugada: ella se levanta todos los días a las tres AM a darle unos trozos de pollo cocido.

Había dejado la alarma de mi celular -y también el de mi tablet- y me levanté cuando ambos empezaron a sonar; medité veinte minutos y luego me metí a la ducha; la noche anterior había preparado nueve sandwiches de mortadela, lechuga y queso y los había dejado en la refri.

La refrigeradora estaba a tope: teníamos pollo para los almuerzos de la semana, legumbres para las ensaladas de un par de días; y mucha fruta que Rb consume regularmente -también había preparado mis gelatinas por la noche-.

Para que no pasara lo de la útima vez -olvidé las magdalenas en la mesa del comedor- Rb me había preparado una lista de lo que debía llevar: el saco de comida para perros que llevo a mis padres regularmente lo había dejado ya dentro del auto.

La lista incluía: la cafetera -y el café, azúcar y agua pura-, la mochila con aislante térmico -para los pescados que usualmente envía mi madre-, un par de güisquiles que cosechamos el día anterior; también cosechamos -e incluimos en la lista- media libra de lorocos. 

No quería empezar a manejar muy temprano pues el año anterior tuve una muy mala experiencia al manejar antes de la salida del sol: varias partes de la ruta nacional tienen muy mínima -o ninguna- iluminación artificial; por lo que es -creo- muy fácil salirse de la misma.

Como mi celular no tenía mucha carga -se me olvidó conectarlo la noche anterior- decidí bajar a la tablet varios audios de francés y portugués, para ir escuchando en el camino; también le cargué un día de internet a mi celular; al final esperé hasta las cinco y cuarto para entrar a despedirme de Rb.

Aún estaba oscuro cuando salí al boulevard, pero estimé que no pasaría mucho tiempo para que empezara a clarear el día; y, efectivamente, antes de llegar a la mitad del camino ya se podía ver muy bien la ruta.

Esa mitad del camino está en muy buenas condiciones -por fin- luego de que repararan -pasaron mas de dos años- el puente que la lluvia derribó, justo en la entrada al área metropolitana; lo duro fue la siguiente mitad: al parecer construirán otra autopista -pagada- y casi todo el trayecto es nomás de un carril en cada dirección.

Pero, por la hora tan temprana, no encontré mucho transporte pesado; con todo llegué a la casa de mis papás un poco antes de las siete de la mañana; me bajé del auto para quitar una bicicleta que habían dejado estacionada frente a la casa y dejé allí el auto.

Mi madre salió un poco después y le avisó a mi padre que había llegado; para facilitar el transporte de todo lo que llevaba -la cafetera, los sandwiches y los vegetales- había utilizado una caja de cartón y la pasé del auto al comedor de mis papás.

Puse a funcionar la cafetera y retorné al auto para bajar el saco con la comida para los perros; le pedí a mi madre que lavara tazas y luego consumimos algunos de los panes que llevaba; desafortunadamente una de las magdalenas mostraba ya señales de moho -no revisé la fecha de vencimiento el día anterior: vencía justo ese día-.

Consumimos una parte de la otra magdalena, junto con los sandwiches y el café que había preparado; después le estuve ayudando a mi padre con un archivo que no podía localizar en su correo electrónico: debía agregar contenido a un documento compartido de un proyecto de su clase -se supone que este año completa sus estudios de licenciatura-.

Además le ayudé a comprender -un poco- cómo funciona Duolingo: para completar sus créditos debe comprobar cierto nivel de una lengua extranjera -inglés- y, al parecer, en su clase están utilizando esta aplicación como parte del programa de aprendizaje.

Un poco antes de las diez mi madre me recomendó que revisara el nivel de los líquidos del automóvil; le pedí ayuda a mi padre y abrimos el capó del auto; todo estaba bien, excepto el depósito del agua para el winshield; lo rellené un poco.

A las diez de la mañana me despedí de mis padres y emprendí el camino de vuelta; de lo que llevaba nomás retorné la cafetera y la mochila con aislante teérmico -rellena de pescados enviados por mi madre-.

La primera parte del camino de vuelta estuvo un poco complicada: la ruta es nomás de un carril en cada dirección; y había un poco más de vehículos que unas horas antes; pero al final no me tardé mucho en alcanzar la mitad del camino.

Desde allí en adelante la situación estuvo mucho mejor: entre dos y tres carriles y la carretera en muy buenas condiciones; un poco después de las once ya estaba entrando al municipio; venía tan temprano que incluso pasé a una gasolinera a rellenar el tanque (diez dólares, contra veintidos del día anterior).

 A las once y media me estaba estacionando frente a la casa de RB; bajé las dos mochilas -la negra y la que tiene aislante térmico- y una bolsa con media docena de plátanos, que mi madre me obsequió al final de la visita; por haberme levantado a las cuatro de la mañana me sentía bastante agotado.

Al mediodía preparamos las alitas de costumbre -y las ensaladas- y luego tuvimos que esperar casi una hora para que amainara la lluvia para poder sacar a caminar a los perros; después preparé el café y té vespertinos.

Por la tarde avancé un poco en el repaso del material para prepararme para la certificación de AWS: separé las doscientas cincuenta preguntas en cinco archivos; y, aunque no he logrado pasar del primero de los mismos, creo que voy en la ruta correcta.

Además, le propuse a Rb que vieramos otro capítulo de la segunda temporada de Wednesday; aunque, por la mala noche de sueño, en cierta parte del mismo tuve un par de microsueños; cuando el capítulo terminó me retiré a mi habitación.

Quería leer un poco -y, de ser posible, dormir- hasta las cinco de la tarde; a esa hora habíamos planeado preparar las piernas que habíamos previsto para los almuerzos de la semana; tenía más de media hora libre, pero no pude conciliar el sueño.

Tampoco leí: me puse a jugar unas partidas de ajedrez contra Oscar en Duolingo; y luego estuve leyendo algunos artículos de Business Insider, revisando mis cuatro cuentas regulares de correos electrónicos, y actualizando mi bitácora de vida.

El resto de la semana estuvo bastante normalito; durante el fin de semana habían pronosticado varios días de lluvia, debido a una depresión tropical en el Pacífico; y sí, desde la tarde del domingo empezaron las tardes lluviosas.

El lunes y martes estuvieron bastante tranquilos en el trabajo; la rutina de ejercicios del lunes se está sintiendo un poco más tranquila debido a las respeticiones; y, tanto ese día como el siguiente, continué con el repaso de AWS.

El martes, por la mañana, me reuní con los dos analistas con los que estamos trabajando en un proyecto para automatizar parte del trabajo -se supone que la automatización es una parte vital de nuestra función, aunque ya llevamos más de dos años sin avanzar en la misma-. 

Ese día la llovizna fue más constante por la tarde; a la hora en la que nos tocaba salir hacia los supermercados en dirección sur -necesitábamos bananos- Rb me propuso que camináramos bajo la lluvia -hacía varios años que evitábamos esto-.

Sacamos las chumpas y el paraguas y caminamos hasta el supermercado más alejado; desde donde caminamos hacia el que queda a medio camino -aún pasamos a la veterinaria en el mismo centro comercial, pues Rb debía cotizar las vacunas de sus perros-.

En el supermercado compramos un poco de bananos y una lechuga; luego retornamos a casa; el trayecto no estuvo tan malo: la llovizna fue constante pero no muy fuerte; las chumpas y la sombrilla fueron suficientes para que el agua no llegara al cuerpo; lo peor fueron los autos que pasaban a toda velocidad en el boulevard.

El miercoles el día empezó lento; después de meditar, resolver los tres wordles, entrar a la reunión diaria y hacer Duolingo (casi solo ajedrez) estaba por continuar dormitando en la cama; entonces entró una llamada de mi supervisor en el imperio del norte.

Al parecer había tenido una reunión on su manager y no le había ido muy bien: quería que nos organizáramos para trabajar en tareas específicas; pero eso fue una llamada de más de una hora, que encontré superflua.

Empecé la llamada en la cama pero luego pasé la computadora a la mesa del comedor; y preparé mi desayuno mientras la misma se extendía durante más tiempo del normal; al final me asignaron tres o cuatro tareas; en las que pasé trabajando el resto del día.

El miércoles completé el ciclo -la mitad del libro- de La Uruguaya; el día anterior había terminado de leer el libro de Chelsea Manning -Readme.txt-; que me gustó, pero no me encantó: en todo caso, aún es una historia en desarrollo actualmente.

 Por la tarde, después del horario laboral, completamos la rutina de ejercicios de la mitad de la semana; había puesto una alarma para llamar a mi ex-supervisor, en el Imperio del Norte, pero me adelanté a la alarma y lo llamé a las ocho de la noche.

La llamada -por Facebook- no fue respondida; completé las lecciones nocturnas de Duolingo y ví el final del primer capítulo de la precuela de The Terminal List; entonces ví que me había escrito mi ex supervisor.

Comentando que había estado fuera y el celular no había sonado; lo llamé y estuvimos conversando por un poco más de veinte minutos; después de la conversación me envió algunas fotografías de su nieto; yo le envié el trailer de The Life of Chuck.

Antes de dormirme leí el par de capítulos que me tocaba de Les delicieux de Tokyo -bajé de cuatro capítulos a dos, para agilizar un poco el resto de las líneas- y una parte del capítulo en turno de HaLa rry Potter e a camara secreta.

Y a ver cómo sigue eso... 

domingo, 7 de septiembre de 2025

Once años... Eleven years... Onze anées...

Me gustan los números; y no es solamente (?) por que sea ingeniero; o quién sabe; pero hay muchos de los textos acá que tienen que ver con cantidades, o incluso fracciones; como el actual.

Y es que el martes cumplí once años de trabajar sin interrupciones en la misma empresa: exactamente once años atrás me presenté a la oficina a la que luego acudí diariamente durante casi cuatro años -luego empezó el trabajo híbrido, y luego el remoto-.

En eso mis hijos terminaron de creer, profundicé mi relacion con Rb e, incluso, sobrevivimos a una pandemia global que trastocó la vida de muchas personas y cambió muchas cosas en la vida de casi todos.

Coincidentalmente once años antes también fue un martes: originalmente me habían pedido que empezara el primer día de septiembre -un lunes-; pero, unos días antes, me escribieron para que me presentara el día martes.

Y es que el primer lunes de septiembre se conmemora el Labor day en el Imperio del Norte; por lo que la mayor parte de las operaciones se ralentizan localmente, debido a la ausencia de la mayor parte de nuestros colegas en el norte.

Yo venía de tres meses de una búsqueda implacable de trabajo -tenía mucha experiencia en eso-; y el retraso de un día me provocó cierta incomodidad; pero luego, todo fue marchando sobre ruedas; entramos -si mal no recuerdo- tres personas el mismo día: una ingeniera que iba a la misma posición y otra persona que iba a ver servidores.

Fue un día completo de inducción a la empresa y al día siguiente subí al noveno nivel del edificio; en donde ocupé uno de los cubículos, recibí una portátil y empecé la configuración de la misma para el trabajo que debía desempeñar.

Pasé un poco más de un año sin mucha supervisión: por alguna razón ni mi gerente local ni mi directora en el Imperio del Norte se ocuparon mucho de mí; me asignaron a un equipo y me tocó trabajar directametne con varias Project Managers en el Imperio (eran unas señoras muy simpáticas).

Luego, en el tercer año, me parece; me tocó trabajar directamente con la directora; lo que me salvó un par de años después de ser despedido -lo que le ocurrió a la casi totalidad del piso-; después ella se marchó y me quedé trabajando con una directora que reside en nuestro gran vecino del norte.

Allí fue donde me enteré de la posición en la que he estado durante más de dos años: agregandole Automate al título de la función que ejerzo; desde antes de la pandemia he estado trabajando desde casa; lo que me ha ahorrado mucho tiempo en el transporte.

Y me ha permitido formarme un poco más; lo no tan bueno es que -siento que- me he acomodado a este ritmo; y, es probable que pronto se termine; o al menos se termine parcialmente: estan por instalar un laboratorio local y nos llamarán a la presencialidad.

Y a ver cómo va eso.

El martes fue un buen día bastante tranquilo; de hecho estuve esperando que me enviaran algún correo -de Recursos Humanos al menos- felicitándome -o notando- por los once años de trabajar en la organización; pero nada.

Por la mañana me puse a resolver algo que había dejado pendiente del día anterior: el luens por la tarde recibí un correo del área de infraestructura, notificándome que un repositorio que había creado hacía más de tres años se había quedado con único adminsitrador (yo) y que era -por políticas de seguridad- que hubiera al menos dos.

Le escribí al Superivor de Devs de ese tiempo, preguntándole si tenía relación con la información allí almacenada; pero su respuesta fue negativa; también le escribí al último analista mejicano (de ese tiempo y equipo) que aún está en la empresa; tampoco tuve una respuesta positiva.

Entonces le escribí a mi antigua directora; la mejicana con la que trabajé un par de años luego de que me directora favorita se retirara de la empresa; le comenté la situación y me pidió que agregara a un par de personas con las que trabajé hace mucho tiempo, como administradores; además me auto excluí de ese repositorio.

Entonces dí un paso bastante riesgoso -creo-: le comenté que si tenía una posición en la que podía ocuparme estaba disponible; y sí, ella se mostró entusiasmada con mi retorno a su equipo; pero también me preguntó por mi nivel de satisfacción laboral.

Le comenté que con el trabajo todo bien pero que no me llamaba la atención retornar a trabajar a la oficina (son casi dos horas de viaje); entonces me dijo que iba  a tenerme en cuenta si se presentaba una oportunidad en su área; y no sé cómo sentirme con esto.

Al finalizar el horario laboral íbamos a ir a los supermercados en dirección norte; pero esetaba lloviendo, por lo que decidimos esperar cuarenta y cinco minutos; pero a esa hora seguía lloviendo, aunque muy ligeramente.

Como necesitábamos bananos para los desayunos -y cenas-: un par de pencas que compramos la semana anterior no se habían madurado, decidimos salir con chumpas y un paraguas; llegamos hasta el supermercado más grande en esa dirección bastante secos.

En el camino de ida aún pasamos por una farmacia al otro lado de la calle: Rb necesitaba medicina para el estómago pues sorprendió a su perra mayor comiendo -en el patio de enfrente- un poco de estiercol de algún animal.

Aunque la lluvia no amainó tampoco arreció; por lo que el camino de vuelta estuvo igual de tranquilo; por la noche ví, en la computadora de Rb, el primer capítulo de la serie The Punisher -es tan violenta que ralla en lo cómico- y una pequeña parte  de La Liga de la Justicia Apokolips War.

El miércoles la rutina matutina estuvo normal: meditación -estoy trabajando en la ralentización de la respiración-, wordle y reunión diaria; en esta última participó mi supervisor en el Imperio.

Desués de la reunión me quedé en la cama pero no dormité: hice varias lecciones de Duolingo (casi solo ajedrez) y leí un poco del quinto capítulo de Harry Potter e a Camara Secreta; un poco después de las nueve escuché que Rb ponía el tablero en la puerta de la cocina.

Y es que había programado una consulta con una ginecóloga: durante más de una semana había estado leyendo sobre los síntomas de la perimenopausia y había concluido que cumplía con la mayoría; quería una confirmación.

Me levanté a esa hora, me preparé el desayuno y devolví la computadora del trabajo a la mesa del comedor; se suponía que a las nueve y media tendría la reunión quincenal 1:1 con mi supervisora, pero -cinco minutos antes- la canceló; lo que me dejó con mal sabor de boca, por la conversación del día anterior con mi ex directora.

Aprovechando que tenía un poco de tiempo libre llamé a mi amigo que vivía en la ciudad en la que viví hace más de veinte años en el Imperio del Norte (ahora vive en Tennessee); estuvimos conversando un poco más de una hora.

Al mediodía Rb retornó de la clínica con una orden para una batería completa de exámenes (como cuatrocientos dólares); el resto del día se lo pasó llamando a varios laboratorios para coordinar la realización de todas las pruebas.

Almorzamos lo mismo de los tres días anteriores: comida china casera; comimos un poco tarde pues la reunión del mediodía (a las doce y media) se alargó un poco: el supervisor intentó ver avances en algunas tareas -aunque la verdad, el resultado no fue nada halagador-.

O sea, la semana pasada puso a uno de los analistas en el imperio del norte a revisar la configuración de un equipo -y a mí a ayudarlo-; la persona esta no envió los resultados y hasta este día vimos un poco de los mismos; al final me comprometí a realizar una mejor revisión.

Pero no trabajé en eso por la tarde: tengo que conectarme a varios equipos en el laboratorio en el Imperio del Norte y es bastante frecuente que alguien me desconecte por revisiones en los mismos.

A las cuatro y media realizamos la rutina de ejercicios de los días miércoles; aproveché para escuchar un par de podcasts en portugués: uno de una señora contando cómo aprendió más de siete idiomas por su propia cuenta; en el otro una chica habla sobre cinco libros que le ayudaron a organizarse mejor.

Después de la rutina -y la ducha- me puse a trabajar en la tarea pendiente; me tomó un poco más de una hora pero logré revisar todas las pantallas que debía; luego le envié un correo a mi supervisor -y al compañero al que debía ayudar- con los resultados.

Un poco después de las siete entré a la habitación de Rb e intenté encender la computadora en la que hemos estado viendo series y películas durante más de un año -es una Dell con más de diez años de operación-; y ya no encendió.

Entonces me llevé mi Lenovo personal a la cama y en la misma ví el segundo capítulo de The Punisher, primera temporada; después, cuando Rb le dió la cena a sus tres perros, me moví a mi habitación para continuar con la película de La Liga de la Justicia.  

El jueves había programado el primer día -obligatorio- de vacaciones del mes: ese día debía recoger a mi hija mediana en el aeropuerto nacional; había estado considerando si salir a las diez y media -el vuelo estaba programado para aterrizar a las once y media- o más tarde, considerando los trámites de migración.

Rb se fue, a su visita semanal al mercado del centro histórico, un poco después de las nueve; cerca de las diez y media me metí a la ducha, luego metí el libro Re entry a mi mochila, tomé el saco de dormir que mi hija dejó -hace seis años- en mi habitación e inicié el trayecto hacia el aeropuerto.

El tránsito no estuvo muy pesado con lo que un poco antes de las once y media estaba ingresando al parqueo del aeropuerto -tres dólares-; tuve que dar un par de vueltas en el segundo nivel del mismo para encontrar lugar.

Después me dirigí a la puerta de salida; en la que la gente se amontona para recibir a los viajeros; había una señora algo joven a la que pregunté sobre el número de puerta que había anotado; pero me comentó que ese número era interior, que al final todos salían por el mismo lugar.

Estuve esperando hasta la una de la tarde; finalmente mi hija completó los trámites -tuvo que registrar a la gata que traía- y salió con tres grandes maletas -y la jaula de la gata-; nos subimos al automóvil y nos dirigimos al apartamento.

En el camino me metí a una sucursal del restaurante de pollo más grande del país: quería comprar un par de pizzas, para que almorzaramos junto con sus hermanos; pero en el lugar no venden pizzas ya preparadas, o sea, hubieramos tenido que esperar.

Afortunadamente no había nadie detras en la cola del autoservicio, por lo que retrocedí y continuamos el camino; mi hija me pidió que pasaramos a un supermercado pues debía comprar una caja de arena -y arena- para el uso de la mascota.

Pasamos a un comercial en la ruta nacional y allí encontramos una veterinaria; mi hija adquirió lo necesario -incluida una pala de plástico- y luego continuamos el camino; llegamos al edificio un poco después de la una.

Subimos al séptimo nivel y entramos al departamento; mi hijo había amontonado más de diez bolsas de basura en la sala: al parecer había esperado -de hecho me lo confirmó más tarde- hasta el último día para vaciar la habitación que le había cedido a su hermana.

Ordené un par de pizzas de Domino's -y un doble litro de fanta- y mi hija me pidió que la llevara al supermercado, pues quería adquirir algunos artículos de limpieza; bajamos al parqueo y nos dirigimos al supermercado más cercano -a tres cuadras de distancia-.

En el lugar mi hija adquirió una escoba, un recogedor, y varios otros artículos de limpieza; luego retornamos al departamento; yo le había dejado mi celular a mi hijo menor -y dinero- para que recibiera las pizzas; pero justo cuando llegamos él estaba bajando por la comida; lo acomopañé a recepción.

Era una pizza mediana hawaiana y otra grande de tocino -esta última era super delgada, y cortada en cuadros, no en secciones de círculo-; mi hija mayor salió de su habitación -creo que tomó quince minutos de break- y comimos un poco en comunión.

Luego mi hija quería que la acompañara a adquirir un celular, una cama y algunos otros artículos -me preguntó si tenía tiempo-; pero le indiqué que del otro lado de la vía principal había un centro comercial en donde podía proveerse de todo eso.

Me despedí de mis tres hijos -y le entregué a la mediana todas las llaves del apartamento  que tenía en mi llavero- e inicié el camino de retorno a la casa de Rb; me sentía bastante agotado; afortunadamente el tránsito estuvo bastante ligero por lo que, a las cuatro y media que Rb me llamó, ya estaba llegando a la garita.

No recordaba que era uno de los días en que caminamos a los supermercados, pero me cayó bien la caminata; nos dirigimos a los supermercados en direción norte; en el más alejado compramos bananos -y en la farmacia a mitad del camino, desparasitantes; ahora sí, para nosotros-.

En el supermercado también adquirí un par de paquetes -de una docena, me parece- de galletas; y en una de mis panaderías favoritas pasé comprando el pan para mis desayunos del fin de semana; por la noche ví un capítulo de The Punisher, y un poco de una película de la Liga de la Justicia.   

El viernes el día estuvo bastante tranquilo; el día anterior había recibido un correo de mi supervisor en el Imperio del Norte: quería que le enviara una lista de los hallazgos de mi última asignación -dos días antes, al final de la tarde, le había enviado un documento PDF-.

Además, el analista que mejor me cae -es muy brillante- había convocado a una reunión para explicarnos -ahora somos tres en la iniciativa, no dos- el nuevo enfoque que quiere aplicar en la automatización; está pasando de Selenium en C Sharp a Selenium en TypeScript.

En la reunión semanal del equipo -la programa todos los viernes el supervisor- se me requirió la lista solicitada el día antes por correo; y en la reunión con mis dos compañeros analistas, revisamos el código con el que deberemos empezar a trabajar para implementar  la automatización de las pruebas.

Por la tarde estuve trabajando en la preparación del ambiente en la estación de trabajo que utilizo frecuentemente: actualización de Node, instalación de librerías y clonación del repositorio que nos compartió el compañero por la mañana.

También ocupé una gran parte del día en la preparación del material para una certificación de AWS en la que he estado trabajando desde mediados de la semana: buscando cómo mejorar mi perfil el miércoles le comenté al analista que está guiando la automatización sobre opciones de certificación.

Al final decidí buscar el Certified Solutions Architect - Associate y, después de bajar un par de libros con cuestionarios sobre el tema, conseguí formatear doscientas cincuenta preguntas para prepararme para el exámen -cuesta ciento cincuenta dólares-.

Pero cuando, el jueves, intenté responder a las preguntas terminé con una calificación de negativa de cincuenta; por lo que preparé otra herramienta para -primero- estudiar las preguntas y respuestas, antes de volver a probar un autoexamen.

Al final del viernes pude correr las pruebas que nos había presentado, por la mañana, el líder del proyecto; también terminé de preparar la herramienta para estudiar para el exámen de AWS y, finalmente, preparé la lista que el supervisor me había solicitado y se la envié por correo. 

Por la noche estuve trabajando en una nueva versión para la rutina de ejercicios de los viernes: un par de días antes habíamos conversado con Rb sobre agregar ejercicios utilizando una silla; las rutinas del lunes y miércoles son de cincuenta y dos minutos; la del viernes aún es de cuarenta y dos minutos.

Mientras Rb veía varias series yo bajé algunos videos de Youtube, recorté diez ejercicios y preparé secuencias de un minuto de duración; al final repartí nueve de los mismos -algunos duraban un poco más de un minuto- y ensamblé una versión final con una duración de cinuenta y un minutos; creo que lo probaremos la próxima vez.

Adicionalmente, por la tarde recibí un mensaje de mi hijo menor: otra vez se había quedado corto de fondos y me pidió un préstamo para la mitad del mes -cuarenta dólares-; y, realmente, prefiero que acuda a mí y no a una tarjeta de crédito.

El sábado no había programado ninguna salida (usualmente no salgo el día antes de viajar a visitar a mis padres); después del desayuno de Rb nos dirigimos a los supermercados en dirección sur: en el más alejado compramos piernas de pollo para los almuerzos de la semana.

Yo también adquirí un par de magdalenas, para mi visita del día siguiente; además me reabastecí de mayonesa y compré pan sandwich y queso: había decidio llevar sandwiches para desayunar con mis padres.

En el otro supermercado compramos medio pollo para el almuezo del día; y yo compré media libra de mortadela, para los sandwiches que pensaba preparar;  cuando entramos a la calle pasé a la tienda a comprar cinco litros de agua pura -en bolsa-, también para la visita.

Al mediodía Rb preparó un caldo de pollo muy bueno, el que complementamos con aguacate; luego sacamos a caminar a los perros, y después preparé un café instantáneo para mí y una taza de té para RB; a las tres y cuarenta me subí al auto para dirigirme a la cafetería en la que había acordado reunirme con mi amigo que tiene tres trabajos a la vez.

El tránsito estaba super pesado; el trayecto -de no más de diez minutos, usualmente- me tomó casi veinticinco minutos; llegué con dos o tres minutos de retraso y encontré a mi compañero ya instalado en una mesa en el restaurante.

Y también ví que acababa de almorzar: me comentó que había llegado mucho antes, pasado al banco y luego aprovechado para almorzar; entonces compré dos cappuccinos grandes y dos porciones de pastel; y saqué mi tablero de ajedrez.

Un día antes le había preguntado si prefería dominó, Scrabble o ajedrez; y se decantó por este último; aunque me dijo que tenía mucho tiempo de no jugar; y, en efecto, perdió bastante rápido su dama.

La verdad no hubo mucha concentración de ambos lados; o sea, estábamos consumiendo el café y el pastel; y conversando de las últimas novedades: a él lo despidieron de la empresa en la que hice algunas horas durante un mes; y al día siguiente consiguió otro trabajo -tercero- ganando más del doble.

Entonces un anciano se acercó a saludarnos, y a felicitarnos por dedicarnos al ajedrez; era un señor bastante simpático; que se retiró y retornó un par de veces para comentar sobre los beneficios de practicar el deporte ciencia; como la partida estaba ya definida le sugerí a mi amigo que le cediera su lugar.

Y el señor tampoco era tan bueno; tardó un poco más pero también perdió su reina; y, aunque la concentración no mejoró mucho en ambos bandos, traté de que el juego no se alargara mucho; luego de completar la partida le ofrecí a mi amigo que concluyéramos la reunión y nos despedimos en la entrada del restaurante -eran casi las seis de la tarde-.

El tránsito de vuelta estuvo -casi- tan pesado como el de ida; aún así pasé a una gasolinera en el camino: debía rellenar el tanque de gasolina, y calibrar el aire en las llantas; las dos de atrás siguen perdiendo aire; y las que me regaló mi amigo de la facultad siguen en el baúl.

Por la nohe vi el tercer capítulo de la segunda temporada de The PeaceMaker; y le propuse a Rb que vieramos un capítulo de la segunda temporada de Wednesday; además, ví una pequeña parte de la última película de The Naked Gun.

Como tenía que madrugar el domingo me despedí de Rb a las diez y media; me lavé los dientes y me metí a mi habitación; me sentía agotado por lo que pasé directamente a mis veinte minutos de meditación -creo que mi lectura fue mínima durante ese día (y el anterior)-.

Y a ver cómo sigue eso...