domingo, 13 de octubre de 2024

Como un reloj... Like clockwork... Comme sur des roulettes...

Hay dichos antiguos que ya no tendrían su razón de ser actualmente; por ejemplo: un reloj defectuoso -o quebrado- puede dar la hora exacta dos veces en el día; tenía mucho sentido cuando la norma eran los relojes analógicos de agujas; ahora un reloj descompuesto puede que no de ninguna hora.

Ayer por la tarde estaba pensando en el título de este post; o más bien, al inicio de la tarde: -casi- todo me salió ayer como un reloj (analógico, antiguo): el día anterior había considerado salir de casa a las seis de la mañana para dirigirme al pueblo en el que nació mi padre (la segunda capital del reino) a visitar a su hermano menor.

Tenía más de cinco años de no verlo -desde el último viaje al exterior de Rb- y su hijo segundo me había comentado que había tenido ciertos problemas de salud: lo habían operado de una hernia y estaba en un reposo extendido.

Al final decidí levantarme a las cinco y veinte; meditar, bañarme y luego pasar a despedirme de Rb; de acuerdo a lo planeado a las seis menos veinte estaba saliendo de la calle donde vivimos; para caminar hasta el lugar en el que se toma el bus para salir a la carretera más larga del continente.

Cuando estaba llegando al lugar -a las seis- vi que uno de los busitos estaba saliendo; ese grupo de transportistas son bastante confiables en sus horas de operación -y duración del trayecto- por lo que me dispuse a esperar quince minutos a que pasara el siguiente.

Pero, de acuerdo a cómo operan, el busito se parqueó a dos o tres calles de distancia; corrí hasta el mismo y lo abordé; llegando a la carretera principal a las seis y cuarto; allí utilicé la pasarela para pasar al otro lado y esperar el bus hasta el pueblo.

Y, como nunca estoy seguro de qué bus abordar, esperé hasta las seis y treinta y cinco para subirme a un bus hasta la ciudad colonial del país; a donde llegué a casi a las siete y media; caminé bastantes calles hasta encontrar a una policía de tránsito y preguntar por el lugar donde podía abordar un bus hasta mi destino final.

Y justo estaba llegando uno de esos buses; el cual abordé sin mucha dificultad; llegando a mi destino final -el comedor en el cual había planeado invitar a desayunar a mi compañero de trabajo que vive justo en el mismo pueblo- diez minutos antes de la hora prevista: ocho de la mañana.

Le escribí a mi compañero -mi compañía telefónica me había regalado dos días de conexión a internet- para comentarle que ya estaba en el lugar y a las ocho me respondió que llegaría en cinco minutos; entré al local y pedí un desayuno; diez minutos o así más tarde llegó mi compañero.

Estuvimos conversando sobre la ciudad; las personas en comunes que conocíamos en la misma, y un poco sobre su trayectoria en el trabajo: tiene cuatro años de estar en la empresa; con un período de cuatro meses fuera de la misma, hace cuatro años; por cuestiones de superación y salarios.

Había puesto una alarma para las nueve menos once pues ese era el tiempo estimado para caminar hasta la casa de mi tío; cuando sonó la misma procedí a pagar el desayuno de ambos - diez dólares-, me despedí de mi compañero y me dirigí caminando a mi destino final.

Antes de despedirnos mi compañero me había ofrecido llevarme a Antigua cuando emprendiera el regreso pero había declinado amablemente su oferta: había planeado utilizar el servicio de Uber moto; de todos modos le agradecí y dejé abierta la posibilidad de llamarlo más tarde.

Llegué al frente de la casa de mi tío a las nueve menos un minuto; antes de cruzar la calle ví un anciano llevando un par de piezas de tablas de madera bastante grande: el segundo -o tercer, no estoy seguro- hermano mayor de mi papá; por supuesto no me reconoció; y yo no quise perder el tiempo.

Le escribí a mi tío para avisarle que había llegado y crucé la calle; toqué el timbre y estaba pensando en golpear con un objeto, pero salió su esposa a abrir el portón; la saludé -bastante efusivamente, creo- y luego pasé al comedor en donde mi tío estaba tomando su desayuno.

Lo encontré bastante afectado por sus dolencias -ni siquiera pudo levantarse a saludarme (aunque sí lo hizo cuando me despedí, mas tarde)- y les entregué los zepelines que había comprado un par de días antes; me ofrecieron café y estuvimos conversando sobre la vida y milagros de la familia.

Un poco después se nos unió su hija menor y algo más tarde mi prima mayor; con su hija de nueve años (la última vez que la había visto tenía tres o cuatro años); a esta última le obsequié un par de marshmallows; de la bolsa que había adquirido el día anterior para obsequiar en los convivios de fin de año.

Estuve hasta las once menos diez en la casa de mi tío; les había comentado que me retiraría más o menos a esa hora; mucha de la conversación fue sobre la familia y las dificultades intergeneracionales; y el efecto de la pandemia en la vida en general.

También me comentaron que el servicio de Uber no funcionaba en el lugar tan bien como en la ciudad; por lo que decidí -de acuerdo a su consejo- abordar una motocicleta de las que se mantienen en la gasolinera local -a una cuadra de donde viven-.

Pero cuando salí tampoco vi esta opción; caminé hasta la parada de autobuses y le escribí a mi compañero; quien amablemente pasó por mí, luego de diez minutos, para acercarme a la salida de la ciudad colonial, desde donde planeaba tomar el bus de retorno a la ciudad capital.

Abordé el bus a las once y media y a las doce y doce estaba apeándome en la entrada a la zona del municipio; allí abordé -tres minutos más tarde- el busito que estaba esperando llenarse de pasajeros; media hora más tarde llegué al final de la ruta -en donde había tomado el primer busito de la mañana- y caminé hasta casa; a donde estaba entrando a la una menos dos minutos: -casi- como un reloj.

Durante toda la mañana había tenido activada la localización de whatsapp por lo que Rb había visto en donde me encontraba; además nos habíamos enviado varios mensajes durante todo el tiempo; cuando vine la encontré saliendo de la ducha y terminamos de preparar el almuerzo.

Por la tarde, después de sacar a caminar a sus perros, nos dirigimos a los mercados en dirección sur; compramos varias piezas de pollo para el asado que hemos planeado realizar este día; entre seis y siete de la noche me reuní con mi amigo que trabaja como freelancer en cuestiones de administración de proyecto pues me había pedido ayuda para pasar su exámen de certificación.

En general fue poco lo que tuve que ayudar -ha estado trabajando en el tema desde el año pasado y maneja bastante bien los conceptos- y un poco antes de las siete concluímos la reunión con un resultado positivo: de ochenta preguntas nomás tuvo dos incorrectas.

En la noche terminé de leer el libro de Ciberseguridad para principiantes y traté de empezar con el de Análisis de Datos; pero el pdf es muy pesado para la tablet y he tenido dificultad en cargarlo; debo ver qué otras opciones tengo -o elegir otro libro, aún no sé-.

Y a ver cómo va eso...

El jueves acompañé a Rb a su visita semanal al mercado del centro histórico; aproveché el viaje para avanzar un poco en Conejo Blanco Lobo Rojo -el único libro en papel que he leído en los últimos años- y para comprar un par de zepelines para la visita que había programado para el sábado.

También compré -justo antes de abordar el transmetro de vuelta- un protector transparente para mi celular actual -el anterior sufrió varias caídas (la primera de Rb) y terminó con la pantalla hecha añicos- a un joven que ofrecía estos productos en la calle -cinco dólares-.

Rb había planeado comprar una tira de velcro; en un almacén de telas que se encuentra en el comercial frente a la estación del transmetro que más utilizamos; en el mismo comercial hay un local de donas por lo que también me interesaba pasar por el lugar.

Desafortunadamente no había velcro en el almacén; así que solo nos entretuvimos unos minutos en la tienda de donas; en la cual compré un café y una rellena; luego nos pasamos al comercial desde donde salen los busitos que vienen a la colonia; en el supermercado del lugar compré los zepelines y también un paquete de pan tostado, pues he estado considerando invitar a un café al anciano que anda cortando los arbustos de nuestra calle.

Luego retornamos a casa sin ningún contratiempo; el almuerzo era el último de la serie de pollo asado de la semana -usualmente comemos lo mismo de lunes a jueves-; por la tarde, después de sacar a caminar a los perros nos dirigimos a los supermercados en dirección norte: Rb quería comprar el velcro en una tienda del lugar y yo adquirí una bolsa de marshmellows empaquetados individualmente -planeo compartirlo en los convivios de fin de año-.

El viernes el trabajo estuvo tranquilo; todo lo demás estuvo bastante movido: me estuvieron llamando (comenzaron el día anterior) para coordinar una visita al departamento de mis hijos para revisar el router de internet; y estuve -también desde el día anterior- coordinando la adquisición de la pieza que le hace falta al auto.

Al final escribí hasta mi ex supervisor en el imperio del norte -habíamos tenido una video llamada un par de noches antes, luego de una llamada en diciembre pasado, luego de casi una década de silencio- para que me ayudara con el asunto: no había podido encontrar en el país la bendita pieza.

Habíamos intentado con varios lugares de venta de repuestos -incluyendo la agencia-; llamé a mi tío -que trabajó más de veinte años como mecánico en los talleres de la policía nacional-, estuve buscando la pieza en Amazon y en Ebay -le pedí a mi hijo ayuda con la adquisición, pues él es experto en el tema-.

Y al final final fui salvado por mi amigo asiático que se encuentra en el espectro -o sospecho-: hoy viene de una conferencia de Inteligencia Artificial que celebraron en Atlanta y le había escrito un par de noches antes para pedirle que me trajera la pieza -el plan era pedirla en ebay y que se la entregaran en el hotel-.

Pero, el jueves, me comentó que podía ir a la tienda física pues estaba a pocas calles del lugar de la conferencia; en la mañana del viernes me llamó para confirmar el tamaño del motor y luego comentarme que no había stock de la misma; pero que esperaba ir a otros lugares.

Al mediodía -justo antes de que confirmara la compra de la misma en un sitio web- me llamó para confirmarme que ya la había adquirido (setenta dólares) y nos pusimos de acuerdo para vernos un momento el lunes por la mñana para la entrega.

Fue un viernes bastante intenso pero, espero, que sea un paso la reparación del automóvil; después del horario laboral hicimos la rutina de ejercicios de los viernes y, por la noche, avancé con el libro de No Ficción en turno: The Road of Character; la verdad el libro ha sido bastante difícil de leer y estuve de acuerdo con el comentario general de GoodReads sobre el mismo: no vale la pena.

Y a ver cómo sigue eso...

jueves, 10 de octubre de 2024

Los doscientos días... The two hundred days... Les deux cents jours...

Este día cumplo doscientos días -pueden ser más o menos, lo más seguro es que un poco más- de estar meditando antes de dormirme y después de levantarme; empezó con el libro Why I can't meditate y la idea de que puedo ir poco a poco: total, tengo el resto de la vida para aprender a hacerlo.

Empecé a finales de marzo con diez minutos -en el templo zen y luego en soledad había probado muchas veces con veinte minutos- y he ido aumentando un minuto cada cuncuenta días; el plan es llegar a mil días de esta práctica -serían treinta minutos por la noche y treinta minutos por la mañana- y luego considerar el futuro.

Quiere decir que terminaré este ciclo dentro de un par de años -ya tengo el calendario para el 2025-; para entonces espero tener arraigado ya el hábito de meditar diariamente; con lo quen no espero haber 'resuelto' mi vida; pero quizá -solo quizá- ver un poquito más claramente.

Esta es, al parecer, la semana de los premios nobel -y de la inteligencia artificial, claro-: me he enterado que el de física se lo adjudicaron a un par de científicos que trabajaron en el desarrollo de las redes neuronales; y que el de química a otro par de científicos que usaron la IA para el trabajo con la microRNA.

Y acabo de leer que el de Literatura -tan político- se lo otorgaron a una escritora surcoreana; coincidentemente leí un libro de ella hace un par de años: la vegetariana; creo que lo leí en inglés -recuerdo que publiqué la portada del mismo en mi timeline de facebook- y me pareció, en general, interesante; estoy considerando leer La Clase de Griego.

En mis siete -casi ocho- líneas de lectura: en ficción estoy leyendo Bang Bang Bodisathva; aunque al inicio había decidido no leerlo -creo que me dije que había leído bastante literatura queer- en general me está gustando el desarrollo de la historia.

En español acabo de terminar de leer Los Escorpiones -reminiscente de Infinite Jest-; me pareció interesante y, aunque al principio, el final me decepcionó; creo que tiene sentido que la escritora lo terminara como lo termina: sin sentido.

Y empecé a leer Sin querer queriendo, la autobiografía de Roberto Gómez Bolaños; le comentaba a Rb que -oh sorpresa!- realmente es un reflejo del privilegio: o sea, el famoso comediante es sobrino de expresidentes de su país -su madre pasó (creciendo) una década en New York-.

En la línea que era francés pero lo cambié por algo interesante: The happiness trap; es del mismo autor que mi último libro de psicología (Commitment and Acceptance Therapy) por lo que muchos de los conceptos los estoy encontrando como un repaso.

En no ficción me está costando avanzar con The road to character: examina la vida de individuos que el autor considera como grandes líderes -o grandes personas- y me cuesta ver más que un conjunto de privilegios; pero he encontrado algunos pasajes interesantes: como el hecho de que, al parecer, en el pasado los escritores realmente eran tomados como profetas -o referentes-.

En francés -que es lo que más estoy leyendo, relativamente-, Un homme qui dort; también se me ha hecho cuesta arriba pues el estilo es bastante diferente a lo que había leído en este idioma -o en español o en inglés-: está escrito en segunda persona y casi exclusivamente como introspección.

En tecnología sigo con el libro de ciberseguridad para principiantes; es un repaso de los conceptos que he estado manejando desde hace tres o cuatro años -cuando me metí al master en ciberseguridad de la universidad española-; quiero terminarlo para leer uno de Análisis de Datos.

Y, en psicología/meditación, continuo con Mindfulnes in plain english; que se trata de vispassanna; justo lo que la abadesa del templo zen me sugirió alguna vez que practicara -por mis dificultades con Zazen- y que me negué rotundamente; igual, sigo en mi propio camino con la meditación.

Y a ver cómo sigue eso...

El lunes el trabajo estuvo tranquilo; por la mañana Rb fue a su cita con el practicante de medicina alternativa que ha estado viendo desde hace unas semanas; ayer que conversábamos sobre sus achaque me comentaba que sentía que no le estaba ayudando pero que, por estar a la mitad del tratamiento que ya pagó, lo concluiría antes de ir a ver a un traumatólogo.

Por la mañana fui a hablarle a uno de nuestros vecinos a quien a veces saludo: nuestro mecánico no había dado señales de vida luego de una semana de estarlo llamando y queríamos ver otras posibilidades: este vecino trabaja como taxista y hemos visto frecuentemente a un mecánico en su casa.

Me brindó el número de su mecánico regular -y luego me envió por mensaje el de su mecánico alternativo- y lo contacté para que viniera a ver el automóvil; por medio de whatsapp acordamos que vendría el miércoles a las ocho de la mañana.

Y justo al mediodía se apareció el mecánico regular; y sí: el selector de la caja de velocidades necesita cambio; se llevó la pieza y nos comentó que la cotizaría y nos enviaría la cantidad necesaria para adquirirla; le escribí al otro mecánico para cancelar la visita del miércoles; por la tarde, luego del horario laboral, hicimos la rutina de ejercicios de los lunes.

El martes, por la mañana, le escribí al papá de mi primo que traje hace un par de semanas a casa: lo visité hace como seis años -la última vez que Rb salió de viaje (a Medellín)- y luego, a través de los años he estado posponiendo una nueva visita.

Cuando ví a mi primo me comentó que su papá estaba recuperándose de una operación a causa de una hernia; el martes lo contacté por whatsapp y le comenté que iba a andar cerca de su casa el sábado por la mañana y que quería pasar a saludarlo, a las 9:00; me respondió que me estaría esperando.

Estoy considerando llegar temprano al pueblo en el que creció mi papá -y está enterrado- y pasar a desayunar antes de dirigirme a la casa de mis tíos -viven al menos dos en la casa que dejaron mis abuelos paternos-; también estaba pensando en quedar con un compañero de trabajo que vive en las cercanías.

Por la tarde, luego del horario laboral; nos dirigimos con Rb a los supermercados en dirección sur: debíamos algunos alimentos en el supermercado -y un cartón de huevos en la tienda de las verdura-; por la noche empecé a ver la última película de Hellboy; no me gustó: las anteriores se centraban -creo- en monstruos, esta se centra en brujas.

Ayer miércoles -y el día anterior- no me quedé trabajando en la cama luego de meditar; ambos días -casi al terminar mi periodo de meditación- escuché que la perra más anciana de Rb se puso a chillar para salir al patio: ambos días la saqué y me quedé trabajando en el comedor -pues últimamente se queda en el exterior más tiempo que en el pasado: nomás viendo al vacío-.

Total que ambos días, en lugar de lo habitual: retornar a iniciar mi jornada laboral en cama, me he quedado en la mesa del comedor; el trabajo ha continuado bastante ligero; es más, el día anterior antes de dirigirnos al mercado pude completar el par de tareas que me asignaron del freelance para iniciar actividades.

Durante la tarde  me puse a elaborar uno de mis últimos proyectos: la preparación del playlist que quiero que amenice mi servicio funerario; el otro pendiente es preparar un documento con información que le serviría a Rb en este evento: detalles sobre el servicio y a quiénes notificar.

Básicamente se me ocurre que sea una reunión estilo cuáquera tradicional: en silencio y que hable quien reciba en su espíritu el deseo de hablar -aunque no creo en el espíritu, alma, o similares-; creo que es importante para el procesamiento.

Escribí un poco de código para bajar la parte del sonido de videos de Youtube y luego me puse a recolectar direcciones de internet de videos musicales; al final terminé con dos archivos de más de hora y media de duración; los cuales copié al Samsung que aún uso para escuchar música mientras conduzco.

Son -por ahora- cinco archivos: el más pequeño de media hora y el más largo de casi dos; con una selección bastante ecléctica -aunque me falta aún música en francés (o portugués)-: desde reggaeton en español hasta rock de mi adolescencia.

Anoche continué con la película de Hellboy: the crooked man -es una tarea en mi app de Kanban- y luego -mientras Rb veía sus programas de Drag Queens en la computadora- continué con el ciclo actual de The happiness Trap; a las once me retiré a mi habitación.

Hoy es el primer día de vacaciones -del par de jueves que me obligan a tomar mensualmente- y había planeado levantarme a la hora normal (seis y media) y realizar las actividades cotidianas hasta la hora en la que acompaño a Rb al mercado (nueve y cuarto); pero me desperté un poco después de las cinco y media y no pude volver a dormirme.

Creo que escuché ruidos bastante tempranos -en el sueño escuché a Rb (o a su perra) quejarse- pero continué durmiendo; luego estuve teniendo un sueño bastante extraño: la mamá de mis hijos me citaba en un lugar para -creo- entregármelos ; el sueño era bastante bizarro porque, en el mismo, mi hija segunda había retornado de estudiar del Imperio del Norte.

O sea, la edad de mis hijos era -más o menos- como la actual; pero, al parecer, el grande y el pequeño aún vivían con ella y la misma ya no quería: nos reuníamos en una casa bastante grande y llegaba acompañada de su pareja.

En el sueño, coordinábamos con mis hijos la distribución del apartamento en el que viven actualmente la grande y el menor; y yo veía como las dos chicas empezaban a ponerse al día de los últimos cinco años que la mediana ha estado viviendo en el imperio del norte.

El sueño estuvo bien raro -la verdad nunca me metí en la vida de la mamá de mis hijos luego de que nos separamos- y me despertó completamente; un poco antes de las seis de la mañana me encontraba escuchando el tránsito -por alguna razón lo noté más que otros días- y me levanté a meditar -y a iniciar el día-.

Y a ver cómo va eso...

domingo, 6 de octubre de 2024

Las IAs... The AIs... Les IAs...

Desde hace unos meses he estado colaborando -por unos centavos de dolar por hora- con una empresa canadiense para entrenar la inteligencia artifical que estándesarrollando -o ya ajustando quizá-: me anoté al programa e hice algunos trabajos de reconocimiento de imágen; luego -como ella estaba de baja por razones médicas- le pedí a mi hija que completara algunas tareas.

Al final nos 'ganamos' como setenta dólares en dos meses -los que aboné a la línea de crédito que ha estado bastante abultada para mi hija, debido a su curso de Técnico en Emergencias Médicas y a la misma baja médica- y después no tuve muchas noticias del programa: no hubo asignación de tareas por varios meses.

Hasta que el mes pasado me contactaron para aplicar a una posición para redactar prompts: se supone que se requiere un BA o en proceso de un PhD (al final tengo un Msc) y tener conocimientos de nivel experto en alguna área; por supuesto elegí tecnología.

La semana pasada me mandaron una evaluación -no sé por qué sigo siendo tan bueno en este tipo de pruebas- para medir mi nivel de tecnología y programación; las preguntas de código estuvieron interesantes -'comprobé' luego algunas con las IAs de las cuales me sirvo y la respuesta de la mayor parte estaba correcta-.

Se supone que el pago en horario es un poco mejor (como la mitad del salario mínimo actual de la ciudad del imperio del norte en la cual viví hace como veinte años): usualmente por acá se gana como la cuarta parte de lo que gana nuestra contraparte en el Imperio; hace un par de días me enviaron unos documentos para revisar el proceso -se vé bastante complicado- y se supone que esta semana debo realizar una última prueba antes de empezar con el trabajo serio.

Y a ver cómo va eso...

El lunes el trabajo estuvo tranquilo; cerré la tarea que aún tenía activa y me puse a buscar mi siguiente asignación: creé una nueva tarea que, espero, me tomará una semana para darla por finalizado; después de la reunión tuve una pequeña conversación, por whatsapp, con el mejor amigo de mi hija mayor (aunque realmente no han tenido comunicación desde el año pasado): me comentó que se casaba este mes y que quería invitarme a la iglesia, pero no a la recepción, porque ya no tenía cupo.

Agradecí su invitación y le indiqué que usualmente planeaba mi agenda con varios meses de anticipación; me compartió el evento (por Canvas) y me metí de una vez al sitio del almacén en donde usualmente nos proveemos de artículos para el hogar -allí habían ‘elegido’ sus regalos de boda- para comprarle un presente (una olla de cocina).

La SM que me está apoyando con el evento de ciberseguridad publicó el volante del día; cuando estaba preparando el exámen que enviaré el viernes me percaté de que uno de los volantes de la semana pasada tenía un error: uno de los conceptos tenía una definición similar a uno del volante anterior.

Le pedí a la SM que lo reparara y luego, aprovechando el error, lancé un challenge para otorgar puntos extras a quien pudiera encontrar y reportar el error; dos personas lo hicieron completamente y otras tres -entre ellas mi supervisora, parcialmente.

Al mediodía preparamos unos wraps con papel de arroz pero no salieron tan bien porque los ingredientes estaban calientes y eso hacía que el wrap se suavizara; pero el almuerzo estuvo bien; después del almuerzo sacamos a caminar a los perros y después del horario laboral hicimos la rutina de ejercicios de los lunes; por la noche completé el primero de los diez archivos json sin ningún error; y empecé con el segundo, que tiene varios errores por corregir; serán unas semanas interesantes; mi objetivo es dominar las mil seiscientas preguntas que repartí en estos diez exámenes.

El martes me levanté a meditar a las seis y media; luego entré a la reunión y después me puse a realizar los primeros movimientos financieros del mes: transferir los treinta dólares con los que contribuyo (eso y el internet) mensualmente a los gastos fijos de Rb.

Luego pagué los noventa dólares del mantenimiento mensual del apartamento de mis hijos -le envié copia a mi hija mayor para que notifique al administrador- y actualicé el registro que llevo hace más de cinco años sobre mis gastos diarios.

Allí noté que en estos cinco años han habido cinco meses en los que me he sobrepasado completamente del gasto medio: el segundo año en dos ocasiones; la primera fue el cuarto mes del segundo año, por el pago del master en ciberseguridad que obtuve en línea con una universidad española; el mismo año, pero el último mes, por ayudar a mi padre para que saliera de una deuda por la que le estaban embargando parte de su salario. 

Y las otras tres han sido por mi hija segunda: hace un par de años por los pasajes del viaje a Japón; el noveno mes del año pasado y el primero de este para completar los pagos de su último año de estudios (se supone que estas últimas dos ocasiones fueron un préstamo, pero no cuento con el reembolso -aunque ya abrió una cuenta bancaria para iniciarlo-).

También noté que mis gastos totales durante estos cinco años han sido un poco menores al valor del apartamento que adquirí para mis hijos este año; por lo que creo que puedo darme por satisfecho con el manejo de mis finanzas.

El resto del día estuvo bastante tranquilo; almorzamos nuevamente los wraps con papel de arroz que preparamos el día anterior, sacamos a caminar a los perros y, después del horario laboral, fuimos a los supermercados que quedan en dirección norte.

Allí compré un par de paquetes de bolsas de basura: mi hijo menor me los había pedido el fin de semana; por la noche estuve avanzando con The Happiness Trap y un poco de L'épaisseur d’un cheveu; también llegué casi a la mitad del segundo de los diez archivos que estoy repasando para mantenerme al día con PSPOI, CompTIA y CEH.

El miércoles me levanté media hora antes (a las 6:00) porque quería, entre la meditación y la reunión diaria, avanzar en la tarea en la que estoy trabajando estos días; lo que me resultó bastante bien; después de la reunión diaria hice mis lecciones de Duolingo (nuevamente estamos en el challenge semanal con Rb) y después estuve leyendo un poco del libro en francés; después me dormí un poco (pero puse una alarma para las nueve y veinte porque tenía la reunión quincenal con mi supervisora).

Cuando la alarma sonó me levanté a preparar mi desayuno y lo tomé mientras me reunía con mi supervisora; la reunión, como de costumbre, estuvo bastante tranquila: nomás revisando los asuntos laborales que están en marcha.

Por la tarde, después del horario laboral, realizamos la rutina de ejercicios de los miércoles; por la noche terminé el libro de francés y avancé en otro par: completé el ciclo del de ciberseguridad y dejé a medias el de Mindfulness.

Trato de no jugar ajedrez antes de dormirme pues usualmente acelera mi ritmo cardíaco; ayer en todo el día no había ganado ni una sola partida de todas las que jugué contra el teléfono y en la noche puse un poco más de atención.

Usualmente le deso buenas noches a Rb y me retiro a mi habitación a las once -luego de lavarme los dientes-; generalmente leo un poco, luego medito y luego me duermo -alrededor de la medianoche-; pero ayer -como alguna otra noche- me puse a jugar ajedrez en vez de leer; luego de tres o cuatro partidas por fin pude hacer jaque mate; pero, a pesar de haber leído un poco a continuación, me costó bastante concicliar el sueño.

Entonces me puse a pensar que tengo cincuenta y un años y que, a pesar de que la edad promedio máxima de un hombre en nuestro país es de sesenta y nueve o setenta años, quizá pueda llegar a vivir, digamos, setenta y cinco.

Si ese es el caso, quiere decir que aún podría vivir, quizá, veinticuatro años; y me puse a pensar que podría dividir ese período en tres grandes fases y planear su desarrollo de esa forma; creo que podría trabajar como estoy en este momento hasta los cincuenta y nueve o sesenta; luego empezar a bajar el ritmo -medio tiempo? parcial?- durante los siguientes siete u ocho años; y dedicar los últimos (si llego) ocho años a hacer trabajo completamente voluntario; siempre he dicho -y lo sostengo- que quiero morirme trabajando; quizá lo ideal es agregar, no por dinero.

A pesar de haberme dormido bastante tarde anoche, no me costó levantarme hoy: me levanté a meditar y luego jalé la computadora a la cama para entrar a la reunión diaria; después de la misma me quedé en la cama pero no me volví a dormir; me puse a buscar videos para iniciar y cerrar la tercera fase del evento de ciberseguridad que estamos llevando a cabo; luego me puse a hacer Duolingo.

Un poco antes de las nueve salí de la habitación ya que Rb sale los jueves a las nueve y cuarto y usualmente me pide que salga en caso sus perros quiieran salir al patio; desayuné y me puse a revisar los dispositivos conectados a nuestro router -y a instalar una herramienta de ‘testeo’ de ciberseguridad de puntos de acceso a internet-.

Un poco más tarde saqué la basura -había bastante porque, el día anterior en que pasa el servicio(martes), habíamos retornado la basura pues llegó la noche y no pasó el camión - y, aproveché para conversar un poco con el anciano que se ha encargado desde hace unos meses de mantener controladas las ramas de los árboles de la calle.

Por la tarde Rb acudió a su sesión de acupuntura/masajes/fisioterapia y, después de que terminó mi horario laboral, me dirigí a la clínica: habíamos acordado que la iba a esperar fuera para pasar retornar a casa; me tocó caminar bastante rápido pues por estar viendo algunos aspectos del trabajo salí algo tarde de casa; llegué con un par de minutos de retraso al lugar pero ella salió como diez minutos más tarde; de vuelta pasamos a la panadería a comprar el pan de mis desayunos.

El viernes estuvo raro: me levanté a desayunar y luego estuve viendo algo en la computadora -lo que hago usualmente antes de entrar a la reunión diaria-; y nadie abrió la reunión; me metí al calendario y me dí cuenta que la habían cancelado para ese día.

Me puse a trabajar en el envío de la evaluación de la segunda fase del evento de ciberseguridad que estamos llevando a cabo y luego trabajé un rato en mis asignaciones actuales; al mediodía almorzamos pescado: yo había guardado, en el freezer, la mitad del mío hace un par de semanas y nomás había que calentarlo; Rb preparó otro de los que envió mi madre la última vez que fui al puerto; después del horario laboral hicimos la rutina de ejercicios de los viernes.

El sábado me levanté a las seis de la mañana; había planeado hacer ejercicios en la bicicleta estacionaria y desayunar antes de salir: habíamos quedado con uno de mis últimos amigos del voluntariado en encontrarnos a las ocho y media en un McDonald’s cerca del centro histórico.

Pero no pude hacer los ejercicios ni el desayuno: Rb me había pedido la noche anterior que sacara una bolsa de mango licuado del freezer; y es bien complicado reordenar todos los congelados para que cierre sin que el frío se escape.

Total que nomás hice lo del mango, me bañé y me dirigí al centro; el auto no lo hemos tocado desde el domingo anterior; se suponía que el mecánico iba a venir el lunes; el martes lo llamé y dijo que iba a venir el martes; luego esperamos hasta el jueves y ofreció venir el sábado.

Caminé hasta el lugar en el que pasan los buses intermunicipales y luego tomé, en el periférico, el transmetro; un poco antes de las ocho estaba en el centro histórico -a unas diez o doce calles del Mc Donald’s al cual me dirigía-.

Llegué al lugar con quince minutos de anticipación y aproveché para hacer mis lecciones matutinas de Duolingo; luego jugué algunas partidas de ajedrez, esperando a mi amigo; como no había desayunado -y él no había llegado quince minutos luego de la hora acordada- lo llamé pero no me contestó; decidí esperar otros quince minutos y, si no aparecía, comer algo en el lugar y luego retornar a casita; pero cinco minutos después me llamó para comentarme que estaba entrando al lugar.

Luego nos pasamos el siguiente par de horas en el lugar, entre desayuno y conversación sobre las últimas novedades de la vida de cada uno: tiene tres años de casado -la hija de su esposa (que tiene veinticuatro años) vive con ellos- y en algún momento a principios de año consideró regresar a vivir solo, por los dramas familiares.

Al principio de nuestra reunión le había entregado un presente: el día anterior había envuelto en papel de regalo el mini ajedrez que mi amigo asiático autista me trajo de su último viaje al imperio del norte; casi al terminar la reunión le propuse que hiciéramos un plan de pagos (hace más de dos años le presté ochenta dólares) y ví que cambió momentáneamente el color de su rostro; pero estuvo de acuerdo, aunque no tanto como para comprometerse en el acto.

A las once le propuse que camináramos hasta el lugar en el que debía tomar el transmetro para regresar a casa -el lugar queda en la ruta que él debía tomar luego de la reunión- y a las once y veintisiete le escribí a Rb para comentarle que estaba abordando la unidad; me apeé en la penúltima estación y de allí caminé hasta el comercial en donde tomamos los busitos que vienen a la colonia; un poco después de las doce y media estaba entrando a casa.

Almorzamos un caldo de pollo con las pechugas y piernas de la mezcla que habíamos estado consumiendo durante la semana  y luego sacamos a caminar a los perros; por la tarde estuve leyendo la última parte del ciclo de Bang Bang Bodhisattva.

También fuimos a los mercados en dirección sur pues necesitábamos adquirir pollo -y otros ingredientes- para los almuerzos de la próxima semana; en la noche terminé de ver The Wolfs -Bradd Pitt y George Clooney- y vimos un capítulo de una serie de HBO sobre un estudiante musulmán que mata -bajo los efectos de drogas- a una chica; terrible.

El domingo había planeado hacer una rutina de ejercicios en la bicicleta estacionaria al nomás levantarme; me levanté a las seis y media, medité y me puse las pesas de tobillos; elegí una rutina de veinticinco minutos en Youtube y completé la misma.

La verdad no me gustó; o sea, como que el inicio dle día no es mi momento ideal para ejercitarme; después de la rutina me bañé y luego preparé el desayuno de los fines de semana; el resto de la mañana estuve actualizando la página web en la que tengo mi perfil profesional, después de hacer Duolingo; también estuve dormitando un poco a media mañana.

Almorzamos alitas de pollo y arroz con huevo y, luego de sacar a caminar a los perros, me pasé casi toda la tarde en Youtube: viendo algunos videos de los canales que sigo y revisando algunos de una Booktuber; luego bajé tres o cuatro libros para las líneas de español y francés.

Luego leí la segunda mitad del ciclo actual del libro de francés: se me está haciendo bastante cuesta arriba pues la mayor parte es introspección (y en segunda persona) pero al fin lo terminé y me pasé a la última parte de Los Escorpiones.

Y a ver cómo sigue eso...