miércoles, 15 de mayo de 2024

Lecciones de química... Lessons in chemistry... Cours de chimie...

Estoy casi seguro que había encontrado este libro hace algunos meses en alguna de las listas que consulto para explorar opciones de lectura; por alguna razón había decidido no leerlo -como con Educated-; y esta semana que busqué un poco en la red, me enteré que incluso -para variar- ya hay una serie de Netflix con el mismo título.

Tampoco estaba seguro qué leer, en la línea de inglés, después del libro de RuPaul: estaba considerando Gamify pero, al igual que el último libro, no era técnicamente ficción; por lo que ayer bajé Lessons in Chemistry y, después de terminar el libro de español y leer la primera parte del siguiente -La Dependienta- empecé a leer la primera de las seis partes en las cuales lo dividí.

El miércoles pasado debía ir a visitar a mi hija -y llevarle provisiones- por la noche; el día anterior Rb había utilizado el auto para recoger a su perra más anciana después del corte de pelo; y por la tarde vimos que la llanta trasera del lado del copiloto estaba bien baja.

Por lo que, después de la caminata de los perros post almuerzo, saqué el auto y lo llevé a la gasolinera más cercana -está a cuatro o cinco calles- para llenar el tanque y que calibraran las llantas -es una estación con el servicio completo-; el joven pasó rápidamente por los cuatro neumáticos y me comentó que todas las llantas tenían la presión correcta: 32.

Me extrañó su comentario pues la llanta en cuestión estaba definitivamente baja; le pedí prestado el calibrador a la persona que acababa de llenar el tanque y me bajé a ver la llanta: efectivamente, no tenía ni 20 psi de presión -también escuché que había un partido de futbol-.

El primer joven llegó corriendo y comentó que la llanta estaba bien antes y que quizá la válvula estaba dañada pues cuando él pasó la presión estaba bien; nomás rellené la llanta y me aseguré que las otras tres estaban bien; por la tarde -después de la jornada laboral- hicimos la rutina de ejercicios de kickboxing.

Después de los ejercicios fuimos a la tienda del señor de las verduras pues nos habíamos quedado sin papayas; ya había escuchado varias veces que Rb se quejaba del alto costo de las frutas y verduras; por lo que le indiqué que, a partir de ese día, iba a empezar a cubrir una parte de las mismas -este era el único costo con el que no contribuía hasta ahora; y es que Rb compra muchas frutas que yo no consumo-.

Después de pelar y partir la papaya, cené y luego tomé el auto para ir a ver a mi hija mayor; hubo un poco de tráfico al tomar la ruta de la ciudad y la subida de la entrada estuvo un poco difícil; el periférico también estaba bastante concurrido; aún así llegue a la hora esperada -siete de la noche-.

En la habitación de mi hija preparé té y lo compartimos con unas galletas de chocolate; estuve una hora en su habitación, armando los cubos de Rubik y conversando sobre mi próximo proyecto de valores, inteligencia emocional y mindfulness -aunque creo que la última parte la agregué luego de la conversación que tuvimos-.

A las ocho de la noche nos despedimos y retorné a mi casita; estuve haciendo mis lecciones de Francés y Coreano en Duolingo y avanzando con How to think like a programmer: básicamente he estado repasando los conceptos de programación que ví hace treinta años en la facultad; a las once me retiré a mi habitación y a las once y media hice los diez minutos de meditación.

El jueves me levanté a las cinco y veinte; medité y empecé a trabajar; le escribí al programador que más nos ha ayudado para solicitar soporte para la realización de una tarea; a las siete entré a la reunión diaria; esta estuvo un poco más larga de lo habitual; después me dormí otra hora.

A las nueve me levanté y acompañé un rato a Rb en el comedor; un poco antes de las diez se arregló y se dirigió a realizar su visita semanal al mercado, y yo preparé mi desayuno; después entré a una reunión con el programador al que contacté el día anterior, para ver una forma de avanzar en una de las tareas que tengo asignadas; también mandé una encuesta a todo el equipo para organizar una actividad de integración.

Después del trabajo fuimos a los supermercados en dirección norte; compramos cubos de silicón para congelar y enfriar bebidas; también compré té de hierbabuena, sodas y snacks -los últimos para el almuerzo que había planeado par el sábado con mi hijo menor-; además de una docena de papel higiénico, para mi hija mayor.

El viernes me levanté a las cinco y media, medité y esperé un poco antes de salir a preparar mi desayuno; el día estuvo bastante normal: terminé de leer On being awesome y Le temps de Lilas; y empecé a leer el siguiente libro de francés: Ton silence m'apparteint; en inglés empecé a leer un libro de citas que publicó el editor de la revista Wire.

Después del trabajo hicimos la rutina de ejercicios abdominales -el calor ha estado bastante alto-; también me comuniqué con mi hijo para prevenirlo que quizá llegaría un poco más temprano al día siguiente, por el exceso de autos que he estado viendo últimamente en el boulevard al lado del cual vivo.

Un poco más tarde mi hijo me escribió para comentarme que -por medio de un correo- habían anunciado que no iniciarían el curso al día siguiente -por falta de participantes- sino hasta la siguiente semana; le propuse que, de todos modos, almorzáramos al día siguiente y viéramos qué podíamos adelantar en la configuración de las computadoras.

El sábado me levanté a las seis y cuarenta, medité, y preparé mi desayuno; a media mañana fuimos a los supermercados en dirección sur; compré un par de paquetes de las galletas de chocolate que utilizo en las visitas con mi hija mayor; además, para aprovisionarla: tortillas de harina, jamón y leche en polvo. 

En el otro supermercado compré un arrolladito; que pensaba utilizar en las visitas del fin de semana con mis dos hijo; antes del mediodía me bañé y tomé el automóvil; llevaba mi computadora de Fedora -aunque olvidé el cargador-; también llevaba la mochila con aislante térmico -las dos Fantas adentro- y los snacks; la salida del municipio estuvo bastante pesada pero la entrada a la ciudad no me dio muchos problemas: Llegué justo a la una de la tarde.

Llamé a mi hijo desde fuera de su casa, pero no contestó; luego, el dependiente de la aceitera fue muy amable al ofrecerse a abrir la puerta; subí al segundo nivel y encontré a mi hijo que salí a a rasurarse; lo esperé un momento y luego nos dirigimos a la gasolinera que está a un par de cuadras de su casa; en donde compramos un par de hotdogs para luego caminar las cinco o seis cuadras hasta la universidad.

Buscamos las mesas de concreto en donde compartimos muchos almuerzos con sus hermanas hace más de media década; estuvimos conversando sobre el proyecto para crear el sitio web con los temas que he estado leyendo este año -y que también había comentado con su hermana mayor en mi última visita-.

Luego empezamos a caminar de vuelta a su habitación; a un par de cuadras de llegar, la lluvia se dejó caer con bastante fuerza; afortunadamente casi todas las casas de la calle cuentan con cornisas por lo que casi no nos mojamos; la lluvia estuvo fuerte pero fue bastante corta.

En la habitación de mi hijo trabajamos un poco en mi computadora -la batería le dura nomás media hora o algo así-: vimos la parte de React de FreeCodeCamp y acordamos completar las cuarenta y siente lecciones antes del próximo sábado; y vimos un reel de Youtube sobre un servidor en donde se puede escribir y probar directamente código de React.

Luego le regalé el cubo de 2x2 que llevaba y estuvimos armando este, junto con el de 3x3 de colores y el de 3x3 de espejo; además resolvimos cuatro o cinco ejercicios de ajedrez de jaque mate en un movimiento; para terminar la tarde jugamos una partida de ajedrez; a las cinco nos despedimos y retorné a mi auto

En el camino pasé al mismo supermercado en donde había comprado, hacía unas semanas, una caja de edulcorantes para mi hija mayor; en esta ocasión compre dos cajas -nueve dólares-; luego retorné a mi casita -aún con claridad diurna-; por la noche tuve dificultades para que no me bajaran de la liga más alta de Duolingo y estuve sopesando qué libro empezar a leer luego del del editor de Wire.

El domingo temprano hubo un temblor local; o al menos es lo que estaban diciendo en las redes sociales cuando me desperté: lo interesante es que me recordé que había soñado que estaba templando; o sea que fue lo suficientemente fuerte para incorporarlo al sueño pero no tanto como para despertarme.

Me levanté a las siete menos veinte, medité, desayuné e hice mis lecciones de francés en Duolingo; un poco antes de las ocho entré a la habitación de Rb para estar un pequeño momento en cama; después empecé a realizar los ejercicios de React de FreeCodeCamp; los primeros fueron bastante sencillos pero al treinta por ciento -o así- del contenido, se empezaron a poner bastante complicados.

A las diez fuimos con Rb al mercado en donde compramos artículos a granel; compré un saco de cincuenta libras con comida para perros -se suponía que lo haría más frecuentemente para ayudar a mis padres con sus perros; pero creo que nomás lo hice una vez hace como seis meses-.

También compré una caja de edulcorante que me costó diez dólares pero tiene cinco veces la cantidad de lo adquirido el día anterior por casi el mismo precio; al salir del supermercado compré un pastel de tres leches; retornamos a casa y -como he sentido que el auto cargaba mucho peso en el baúl (a veces rechina cuando tomo una subida con mucha velocidad) decidí bajar las dos cajas de libro que he cargado allí por varios meses-; después estuve avanzando con React.

Antes del almuerzo Rb me pidió que la acompañara a una venta de frutas porque nos habíamos quedado sin papaya -nuestra cena habitual-; la venta de frutas está a cinco o seis cuadras pero, por el sol, conduje -sin muchas ganas- hacia y desde el lugar; afortunadamente todo transcurrió sin ninguna novedad.

A las cinco y media cargué los pedidos de mi hija en el automóvil y me dirigí a su habitación; el tráfico estaba bastante ligero por lo que llegué al lugar en la mitad del tiempo habitual; estuve en su habitación un poco más de una hora entre té -con arrolladito-, conversación y una partida de Scrabble en inglés; a las siete me despedí y retorné a mi casita: a hacer Duolingo y ver una parte de Matrix Resurections.

El lunes la alarma sonó a las cinco de la mañana pero me quedé otra hora en la cama; a las seis me levanté y empecé a meditar; pero me recordé que era el día designado para aumentar en un minuto el período por lo que detuve el cronómetro y volví a recomenzar.

El día estuvo bastante normal; aunque no pude entrar a un par de los sitios que necesito en el trabajo, por una situación con las claves; también recibí un correo de nuestra administradora, informándome que no había registrado mis tiempos de trabajo de la semana anterior; afortunadamente pude resetear la clave de este último sitio y actualicé la información.

Estuve trabajando bastante tiempo en la sección de React de FreeCodeCamp: llegué al sesenta por ciento pero creo que el cuarenta por ciento restante se pone demasiado complicado; por la tarde hicimos los ejercicios de fuerza y resistencia; por la noche, después de Duolingo, terminé el libro de RuPaul.

Ayer me levanté a las cinco de la mañana; después de meditar once minutos me puse a trabajar y avancé un poco en un par de asignaciones; después me puse a completar las lecciones de Francés en Duolingo; estaba en medio del tiempo de hacer puntos dobles cuando recibí una llamada de mi hermano mayor y estuvimos conversando durante media hora.

Se supone que viene el domingo y me pidió que fuera a encontrarlo a las cinco de la mañana en la estación de buses del puerto; el resto del día estuvo bastante normal y, por la tarde, fuimos a los supermercados en dirección sur; por la noche empecé a leer La Dependienta y Lessons in Chemistry.

Y a ver cómo sigue eso...

jueves, 9 de mayo de 2024

Las jornadas médicas... Medical journeys... Voyages médicaux...

El viernes pasado me levanté -me despertó un zancudo- a las seis menos veinte; después de intentar -sin éxito- de atrapar al zancudo me levanté, medité y preparé mi desayuno; el día estuvo bastante normal, laboralmente hablando y por la tarde corté un racimo de bananos silvestres que estaba justo sobre la pared que divide la propiedad de Rb de la de la vecina.

El día anterior, en nuestra caminata post jornada laboral, habíamos encontrado a dicha vecina y nos había comentado que varios de los bananos ya se veían pasados de madurez; la rutina de ejercicios abdominales de este día me dejó más agotado: he estado utilizando las pesas de cinco libras en la mayoría de ejercicios.

El sábado me levanté a las seis y prepare mi desayuno de los fines de semana; luego hice Duolingo y traté de no salir muy temprano hacia la reunión que había concertado con uno de mis últimos contactos de mi antiguo voluntariado, la espera fue un error: cuando salí al boulevard el tráfico estaba casi detenido.

Eran las ocho y habíamos acordado con mi amigo reunirnos a las nueve en un McDonald's del inicio del anillo periférico; avancé unas pocas calles en diez minutos y, como estimé que no iba a llegar a tiempo, di una vuelta en U en un lugar no permitido e intenté retornar a mi casita: el plan era estacionar el auto y pedir un Uber moto.

Pero, en el lugar en el que retorno para entrar a la calle en la que vivo, también había un exceso de vehículos; seguí conduciendo hasta el extremo de la ruta esperando poder entrar por esa vía a la ciudad; sin embargo, antes de llegar al final de la ruta vi que la cuesta de ingreso -es un poco menos de un kilómetro- avanzaba con bastante lentitud.

Entonces volví a dar media vuelta y me dirigí a casa; estacioné el auto y entré a saludar a Rb: le comenté sobre la situación vehicular y ordené un Uber moto; luego salí a la ruta principal a esperar mi transporte; el joven era muy diestro manejando y, a pesar de que la estimación de la hora de llegada eran las nueve y veintisiete, a las nueve y cinco estaba entrando al restaurante.

Luego esperé diez minutos antes de llamar a mi amigo para ver si iba a presentarse; me comentó que ya estaba cerca pero que el tráfico estaba terrible de ese lado de la ciudad; al final llegó con media hora de retraso pero no me molestó la espera: estuvimos en el lugar hasta las once de la mañana, entre desayuno, conversación y varias partidas de dominó.

Entonces le propuse que camináramos hasta el centro histórico pues planeaba tomar el Transmetro para retornar a mi casita: tomé una unidad del sistema de buses articulados a las once y veintisiete -le había escrito a Rb para prevenirla de mis horarios-; a las doce y cuarto me apeé en la última estación y caminé a paso rápido a la estación de los busitos locales.

Llegué un poco antes de las doce y media, hora a la que empezó su recorrido; vine a casa a la una menos diez -al menos pude jugar varias partidas de ajedrez en todo el tiempo de transporte- y ayudé a Rb con la preparación del almuerzo: recalentado del pollo que asamos a mitad de la semana.

Casi toda la tarde Rb estuvo preparando los panes y galletas que consume en sus comidas cotidianas y yo estuve avanzando con Le temps de lilas y un poco de Por qué somos como somos; por la noche hice Duolingo y leí un poco más del libro de Punset; a las once me retiré a mi habitación y media hora más tarde me dispuse a meditar.

Pero, un minuto o así antes de que completara mi tiempo de meditación, Rb abrió la puerta de la habitación para mostrarme un nido de hormigas que estaba emergiendo del piso de la puerta del baño; como la interrupción había sido cerca del fin de los diez minutos habituales, di por terminado el día y me dispuse a dormir.

El domingo me levanté a las siete y, después de mis diez minutos de meditación, preparé el desayuno habitual; luego estuve haciendo Duolingo; luego del desayuno de Rb nos dirigimos a la tienda de artículos chinos de la semana pasada: compré un par de cubos de 2x2 y otro de 5x5; después pasamos a otra tienda del mismo tipo que se encuentra a unos pocos cientos de metros.

La segunda tienda está en las mismas instalaciones en donde trabajaba cuando me gradué de la Universidad -preparé mi tesis basándome en una tecnología utilizada en este lugar; en la misma época en que nacieron mis tres hijos, compré mi primer automóvil e inicié una (inconclusa) maestría en RRHH-.

La tienda es enorme; quizá dos o tres veces más grande que la primera y nos estuvimos mucho tiempo recorriendo todos los pasillos; al final compramos un par de raquetas para zancudos -con luces led para, supuestamente, atraer a los insectos-; además de una parrilla para asar; también compré otros ganchos de cabello para mi hija mayor -el miércoles le llevé los que Rb había comprado en la primera tienda- y una taza que planeo regalarle a mi hijo para ayudarle con su consumo de avena-.

Después de pagar nos dirigimos a la tienda de ropa usada en la que usualmente nos proveemos; compré un par de pantalones de lona -la semana pasada había desechado uno del par que uso cotidianamente y el otro está por romperse cerca de la rodilla-; también compramos una bolsa de los pescados que consumimos los viernes.

Luego retornamos a casa; a preparar el almuerzo de alitas, ensalada y caldo de pollo; por la tarde estuve leyendo un poco y a las cinco y media me dirigí a la habitación de mi hija. Le llevaba un cartón de huevos y uno de los cubos de Rubik de 2x2 que había comprado el día anterior; aún me faltaba adquirir otros dos artículos -aceite y jabón de cuerpo- por los que pasé al supermercado que me queda en el camino.

Me parqueé en los lugares al borde de la carretera pero cuando salí con una botella de aceite y un 4pack de jabones había un auto estacionado atrás: los jóvenes se veían sospechosos (estaban mojándose el rostro y la cabeza con botellas de agua) pero salí con cuidado y me uní al tránsito.

La bajada al puente estuvo tranquila pero la subida a la ciudad fue bastante lenta: casi llegando al final de la cuesta había una van tirada, cortando el flujo de vehículos por la mitad; no tuve ningún otro inconveniente y tres minutos antes de las seis estaba estacionándome bajo la ventana de mi hija; le entregué lo que llevaba y luego preparé té; que consumimos con galletas de chocolate.

Estuvimos conversando -sobre la vida, su estado de salud e incluso sobre el proyecto que quiero realizar en mi curso de React- hasta las siete de la noche; luego me despedí y retorné a casita; Rb tuvo clases de teología de siete y media a nueve y yo aproveché para hacer mis lecciones diarias de francés -y un poco de coreano- en Duolingo; luego estuvimos viendo un poco de alguna serie de cocina.

A las once me retiré a mi habitación y leí un poco de Le temps de liles y luego me dispuse a meditar; lo que fue interrumpido nuevamente por Rb, en esta ocasión porque necesitaba la raqueta que habíamos comprado en la mañana y que habíamos dejado en mi habitación; como estaba más o menos a medio período de meditación,  decidí recomenzar el período completo.

El lunes me levanté a las seis de la mañana pues quería revisar el estatus de una tarea: había un par de asignaciones que quería actualizar antes de la reunión de la mañana; una de las tareas pudo ser completada y la otra la actualicé y la dejé en pausa.

A las siete de la mañana entré a la reunión e informé del estado de las asignaciones; luego de la reunión volví a la cama y me dormí hasta las nueve; incluso le envié un mensaje por Whatsapp a Rb pues me había pedido que le recordara, antes de las diez, sobre un medicamento para su perra más anciana.

A las nueve y cuarenta me levanté y preparé los utensilios para la limpieza trisemanal de los pisos; luego continué trabajando con la aplicación con la que me toca interactuar en la mayor parte de mis asignaciones laborales; también estuve leyendo un poco de la última parte de On Being Awesome y jugando algunas partidas de ajedrez.

Almorzamos lo mismo que el día domingo y luego sacamos a caminar a los perros; por la tarde estuve avanzando un poco con el libro de la línea de inglés y tratando de afinar los detalles para una llamada con mi mejor amiga -que vive en el Imperio del Norte-; podría ser hoy o podría ser dentro de dos domingos; luego del trabajo realizamos los ejercicios de la rutina de fuerza y resistencia.

Por la noche me percaté que ya no tengo té de menta y lo puse en la lista de compra de la semana; además de las lecciones de francés y coreano, por la noche vimos el último capítulo de una serie que empezamos a ver hace cuatro años: Bob <3 Abishola; me llamó la atención que al final del capítulo el autor agregó una nota sobre las razones  -integración inmigrante- por las que escribió la misma.

El martes me levanté a las cinco y veinte pues quería revisar algunos detalles del trabajo antes de la reunión diaria de las siete; medité y luego empecé a trabajar desde la cama; el período temprano fue bastante provechoso por lo que pude reportar algunos avances; luego continué en cama pero no me volví a dormir.

Un poco antes de las nueve salí al comedor pues Rb tenía que llevar -antes de las diez- a la más anciana de sus perras a que le cortaran el pelo; después de las diez desayuné; para el almuerzo preparé las mismas papas asadas de la semana anterior pero, en lugar de brasas, utilicé un par de planchas y la estufa.

Por la tarde le escribí a la coordinadora de la jornada médica del año pasado para ver si dentro de dos meses puedo repetir; no había respondido a mensajes previos de las otras dos organizaciones: la verdad no me gustaron mucho; aunque estaba considerando la tercera de ellas para atender su convocatoria del mes de Junio.

Ayer me levanté nuevamente a las cinco y veinte, medité diez minutos y me quedé trabajando hasta las siete en la cama; luego de la reunión volví a dormirme, hasta las nueve: hice limpieza a las nueve y media pues tenía reunión de equipo a las diez y media y no quería andar corriendo.

Hice la limpieza (barrido y trapeado de pisos), desayuné y luego entré a la reunión; que se trató sobre hacer más reuniones: una cuatrimestral, patrocinada por la empresa y una mensual (o periódica) no patrocinada por la empresa sino para integrarnos.

Luego le escribí a mi supervisora para solicitarle vacaciones la segunda quincena de Junio: ayer decidí por fin a hablar con la coordinadora de la tercera organización y me propuso acompañar a un grupo la tercera o cuarta semana de Junio; conversé con Rb y elegí la tercera semana.

Así que sí: iré a este departamento durante ocho días para traducir a un grupo religioso -católico o evangélico-; el martes también le escribí a la coordinadora del grupo del año pasado, preguntándole si me estaría convocando este año y me comentó que aún no tiene toda la información; pero que me tomará en cuenta en su planeación -espero que se dé, creo que sería la segunda quincena de julio (o al menos así fue el año pasado)-.

Y a ver cómo va eso...

viernes, 3 de mayo de 2024

El final final... The final ending... La fin finale...

Me cuesta leer los mismos libros -o ver las mismas películas- más de una vez; en el caso de los primeros la gran excepción es El Viejo y el Mar: creo que lo leí una vez en mi adolescencia; quizá una vez en mi época veinteañera; más de una vez en mis treinta y alguna vez en mi cuarentena.

Y, autores; hace mucho tiempo leí bastante a García Marquez -casi todos sus libros- y a Isabel Allende -muchos, muchos libros-; y he leído bastante a Stephen King; pero no tengo preferencias; es más, -aparte de Isabel Allende-, me puse hace muchos años un límite de no más de cinco libros del mismo autor.

Porque empezaba a encontrarlos repetitivos; no así los de Isabel: su estilo de escritura creo que nunca me gustó, pero las historias que cuenta me atrajeron siempre -aunque no he leído sus últimos cuatro o cinco libros-; y luego está Paul Auster.

Hace quince años o así, creo, leímos un fragmento de uno de sus libros en un grupo de lectura de la biblioteca de mi antigua universidad; luego terminé de leer el libro por mi cuenta; y creo que nomás he leído un par de este autor; pero, La Invención de la Soledad es otro de esos pocos libros que me ha quedado como referencia vital.

Y no sólo por el libro: empecé a informarme sobre la vida personal del autor y su familia: especialmente su hijo -quien tenía cinco o seis años cuando el libro fue editado por primera vez-; y quien murió -de una sobredosis- hace un par de años: estaba esperando ser juzgado por la muerte de su hija a causa de una sobredosis.

Y hace unos días Rb me preguntó si había leído a Paul Auster  pues en Twitter andaban dando la noticia de su muerte: rememoré un poco con ella las circunstancias de la lectura del libro y -no por primera vez- la historia del autor y su hijo; también que sabía que Paul tenía más de setenta años y que había sido diagnosticado con cáncer hacía ya algunos años.

En fin, no inventó la soledad pero creo que me dió una visión interesante del concepto.

El domingo pasado me levanté a las siete menos diez y, después de la meditación y el desayuno, estuve haciendo mis lecciones diarias de francés en Duolingo; luego del desayuno de Rb fuimos a una tienda de productos chinos a comprar un par de raquetas para electrocutar zancudos -la última se nos arruinó hace poco, luego de muy poco tiempo de uso-.

Esta tienda es enorme y nos pasasmos un gran rato recorriendo sus pasillos; aprovechando los precios bajos compré un cubo de 2x2 y uno de 5x5x5; el primero para reponer uno que perdí hace unos años y el segundo para cuando me decida a aprender a armar el que planeo sea el último de la serie.

En el camino de regreso pasamos a un supermercado a ver si habían bayas rojas pero no hubo suerte: nomás compré un helado en este centro comercial; luego retornamos a casa a prepara alitas ensalada y consomé de pollo.

Después de sacar a caminar a los perros me dirigí a la casa adel voluntario que vive en la colonia donde crecieron mis peques -y donde viví en soledad casi una década-; lo invité a una de las sucursales del lugar al cual había invitado a mi prima el día anterior, la misma fórmula: café y pastel.

Aunque en este caso fue uno de mis pasteles favoritos: fresas con crema; también llevaba un juego de dominó que aún conservo de mis días como voluntario y nos estuvimos un par de horas en el lugar con sendas partidas; después lo lleve de vuelta a su casa.

En la noche terminé de leer Ce que le peux te dire d'elles y empecé a considerar cuál sería mi próximo libro en esta línea de lectura: tengo en mi tablet cuatro o cinco libros más en este idioma pero creo que se parecen bastante a los que ya he leído -creo que son de las mismas dos autoras-.

El lunes me levanté a las seis cuarenta y, luego de meditar, ingresé a la reunión de trabajo; después de la reunión permanecí en la mesa del comedor -para evitar dormitar-; mi hija me había pedido el día anterior que le prestara dinero para pagar el alquiler de su habitación y transferí los ciento cincuenta dólares a la cuenta del dueño de la casa en la que habita por estos días.

Mi hija está suspendida parte de la seguridad social desde hace casi tres meses y aún no hay indicios de que empiecen a pagarle el subsidio que se supone debería estar recibiendo por no poder trabajar; a media mañana me reuní con mi supervisora y conversamos sobre la organización de una reunión de equipo para mejorar la integración.

También me puse de acuerdo con mi amigo que vive al otro lado de la ciudad -y a donde he ido en tres ocasiones- para que venga a desayunar un fin de semana de este mes; al final creo que vendrá el último sábado de mayo por lo que ya he empezado a planear la comida de ese día.

Al final de la tarde hicimos los ejercicios de nuestra rutina de fuerza y resistencia: he dejado de utilizar las muñequeras pues me estaban causando irritación en la muñeca y he tratado de sustituirlas con las botellas de un litro de concreto; aún tengo dificultades para completar series con estas.

Además terminé de preparar las rutinas de kickboxing/abdominales que estaremos implementando a partir del mes de junio: serán dos días de rutinas de fuerza/resistencia y una con la combinación de Kickboxing y abdomnales que hemos estado haciendo desde el año pasado.

El martes me levanté a las seis y cuarenta; medite y entré a la reunión de trabajo; luego volví a la cama y me dormí hasta las nueve; me levanté para acompaár a Rb a la tienda de las verduras y pagué por un cartón de huevos; luego preparamos el almuerzo: hígados de pollo con arroz.

A medio almuerzo entré a la reunión virtual para despedir a un compañero del Imperio del Norte que se retiraba al día siguiente; en el transcurso del día empecé a leer Le temps de lilas: es de la misma autora del libro anterior y continúa con la historia de la misma familia que protagonizaba Ce que je peux te dire d'elles.

Después del horario laboral fuimos a los supermercados en dirección sur y compramos pollo pues -aprovechando el asueto del primero de mayo- habìamos planeado preparar un asado al día siguiente; tambié compré sal y una pelota de plástico para mi hija mayor -lo segundo es para rehabilitación-.

Cuando estábamos por pagar en caja empezó una lluvia bastante fuerte que nos dejó más de un cuarto de hora encerrados en el supermercado; afortunadamente la lluvia amainó y pudimos retornar a casa bastante secos -más que la lluvia lo que nos ha mojado en otras ocasiones son los autos que pasan a toda velocidad en el asfalto-.

Terminé de leer Why has nobody told me this before y empecé a leer otro de los libros -al igual que A Good Life- que tenía en mi lista hace mucho tiempo pero que aún no me decidía a empezar: Four Thousand Weeks: y sí, se ve bastante interesanet en el planteamiento de la gestión del tiempo.

El miércoles primero de mayo me levanté a las siete de la mañana; medité y luego me quedé despierto -en la mesa del comedor-; hice Duolingo y a las nueve y cuarenta y cinco realicé la limpieza de pisos que hago tres veces por semana: barrido y trapeado.

Luego acompañé a Rb a la tienda de las verduras pues debía de comprar manzanas y tomates para mi hja mayor; a las once empecé a encender las brasas para el asado de pollo -también había adquirido media docena de longanizas y media docena de chorizos para la ocasión-.

También -siguiendo una receta encontrada en YouTube- asamos papas; por la mañana Rb me comentó sobre la muerte de Paul Auster; avancé un poco en Le temps de Lilas y a las cinco y media -después de la rutina de ejercicios de kickboxing, y un buen baño- me dirigí a la habitación de mi hija mayor.

Por ser un día de asueto el tránsito estaba bastante ligero: no tuve que detenerme en la salida del municipio o la entrada de la ciudad; el periférico también estaba bastante vacío; pero, dos o tres calles antes de llegar a mi destino, el tránsito se detuvo: un automóvil se había ido a insertar bajo un trailer.

Ví a los lejos luces de emergencia -creo que había un par de unidades de los bomberos- por lo que me metí a la vía auxiliar; lastimóssamente alguien había parqueado su camioneta en el lugar -aparentemente para bajar a ver el accidente... la gente-.

Pero esto no me atrasó más de unos cinco minutos: me parqueé bajo la ventana de la habitación de m hija y subí a entregarle lo que llevaba: manzanas, tomates, un block de papel para dibujo, sal, pelota de plástico  y un paquete de seis rollos de papel higiénico.

Luego preparé té y compartimos unas galletas de chispas de chocolate; al final me estuve más de una hora entre conversación y una partida completa de Scrabble en ingés -aunque seguimos sin llevar punteo de las partidas); a las siete nos despedimos y retorné a mi casita.

Por la tarde había -de acuerdo a lo que había previsto- escrito a Rc para ver cómo iba esta serie de Radioterapia y ver si podía ir a verlo -o traerlo un rato a la casa-; me envió un par de audios en los que se escucha dificultad para respirar y comentándome que no se sentía nada bien; además, por ser asueto no tuvo tratamiento ese día por lo que deberá retornar el próximo lunes para la última dosis.

Ayer me levanté a las seis y cuarenta y, luego de meditar y participar en la reunión diaria del trabajo, me quedé en la mesa del comedor haciendo Duolingo y sopesando las opciones para prepararme para el curso de React que empezaré en un par de sábados con mi hijo menor.

Estuve considerando utilizar Docker para correr la última versión de Node en mi máquina con Fedora: no quiero instalar ninguna de las tecnologías que utilizaremos en el curso pues no sé cuales serán los requerimientos para el mismo -en lo que a versiones se refiere-.

Al final instalé una versión de Rocky Linux en la aplicación de virtualización que viene incluida con fedora; me pasé el día configurando esta distribución y corriendo un par de ejemplos de un libro de React que bajé por la mañana.

Rb fue al mercado temprano -por el asueto del día anterior las calles estaban más llenas que de costumbre- y retornó con dos porciones de uno de mis pasteles favoritos: zanahoria; además, le transferí a mi hijo los cien dólares que le descuentan mensualmente para la adquisición de acciones de la empresa en la que trabaja.

En la noche no ví ninguna serie sino que estuve jugando varias partidas de ajedrez en mi teléfono y haciendo casi dos horas de Duolingo: acaban de cambiar la distribución de las lecciones de Francés y seccionaron en partes unidades más pequeñas los pocos niveles de Coreano.

Y a ver cómo sigue eso...


domingo, 28 de abril de 2024

La descendencia... The descendants... Les déscendants...

Mi prima favorita es un año mayor que yo y su hermana es un año menor que yo (realmente nos separan menos de doce meses) y, en general, he visto de forma positiva la forma en la que han llevado su vida: se llevan muy bien entre ellas y con sus padres; formaron un hogar duradero: la grande tiene tres hijos y la menor dos.

Pero, como casi siempre, eso es nomás la superficie: el esposo de la mayor la abandonó hace unos años por una relación con una compañera de trabajo y por estos años 'retornó'; pero la relación sigue, o sea, es casi una relación poliamorosa excepto que las dos chicas no tienen relación.

Y el esposo de mi otra prima murió hace un par de años -un lamentable accidente-; dejando a mi prima, luego de casi treinta años de convivencia, en una situación bastante interesante: sus hijos siempre vivieron con ellos -por estos días tienen treinta y veintisiete- y de vez en cuando han trabajado.

Afortunadamente mi prima -bendito networking- consiguió un trabajo en el gobierno y eso la ha ayudado a no depender(?) de sus hijos; pero sus hijos continúan con los patrones de su progenitor: trabajan a veces e incluso, el mayor, han querido imponerle restricciones sobre con quién puede relacionarse -celos, que le dicen-.

Total que por estos días andan en conflictos y en que -por fin- cada uno tomará un camino por separado; esto me lo contó mi prima mayor hace un par de noches y, aprovechando que ya tenía planeada una visita, le propuse a mi prima que salieramos en lugar de tomar café y pastas en su casa, como es costumbre.

En fin, la descendencia.

El lunes me levanté a las seis y cuarenta y, después de meditar, ingresé a la reunión diaria de mi equipo de trabajo; aunque, por ser el final del ciclo de desarrollo, esta reunión tardó un poco más de una hora; luego me volví a dormir una hora, hasta la hora en que sonó la alarma para hacer la limpieza.

Después de barrer y trapear los pisos tomé mi desayuno; luego puse una carga de ropa en la lavadora, agregando la ropa de cama del mes pasado con las mudadas que mi hija mayor me pidió que le lavara; en el ínterin me puse a formatear -nuevamente- el disco de la laptop con Fedora.

Al parecer la causa del daño de los dos últimos discos en esta computadora ha tenido que ver con la temperatura: según estuve revisando está sobrepasando los cincuenta y cinco grados celsius cuando, de acuerdo a internet, la temperatura normal ronda alrededor de los cuarenta y cinco.

De todos modos creo que ya me tocará que deshacerme de esta máquina; espero que me de tiempo, al menos, de utilizarla por el par de meses que durará el curso de React al que estoy inscrito con mi hijo menor; luego deberé de adquirir una nueva.

Al final me tocó que reinstalar un par de veces el sistema operativo en la computadora; pero no era a causa del disco: al parecer hay un problema de compatibilidad entre la versión 39 de Fedora y los drivers más actualizados de la tarjeta gráfica; al menos, para este día, ya lleva una semana de funcionar apropiadamente.

El martes me levanté a las seis y cuarenta y, después de meditar, me volví a meter a la cama y me levanté nuevamente hasta después de las nueve; el trabajo estuvo un poco más estable y, además, me pasé el día configurando Fedora: instalando el programa que utilizaremos para tomar el curso de React y otro par de aplicaciones que facilitan mi vida.

Después del horario laboral acompañé a Rb a la tienda de tecnología pues necesitaba un mouse: su computadora viejita ahora es de uso exclusivo para ver series y el mouse anterior ya no estaba funcionando tan bien.

También pasamos a un supermercado pues necesitaba comprar peperoni, salami y café -los víveres que mi hija me había pedido para la visita del miércooles-; el ratón que Rb adquirió no funcionó y, sorprendentemente, ni siquiera incluía baterías -las que usualmente son incluidas en los paquetes de este tipo-.

El miércoles me levanté a las seis cuarenta; medité y decidí no volver a meterme a la cama: estuve trabajando un poco; a las nueve y cuarenta y cinco realicé la limpieza de los pisos y luego desayuné; Rb salió a comprar baterías para el ratón que había adquirido el día anterior pero, después de revisar bien el empaque -que ya había desechado- descubrió que efectivamente sí había baterías incluidas.

Al final el ratón funcionó -aunque con reservas pues el espacio en el que se colocan las baterías es mayor al tamaño de estas, por lo que es muy fácil que se apague-; por la tarde estuve seccionando los videos que utilizamos para nuestras rutinas de ejercicios.

Un poco después de las seis de la tarde tomé el auto y me dirigí a la habitación de mi hija; el tránsito estaba bastante ligero -con la excepción de un camión de basura que iba subiendo trabajosasmente la cuesta después del puente- pero, en el periférico, me dí cuenta que había olvidado la ropa de mi hija.

Llegué a donde mi hija un poco después de las siete y estuvimos tomando té con galletas de chocolate y conversando -y armando los cubos de Rubik de espejo y de 4x4x4-; un poco despuès de la ocho retorné a mi casita; en donde estuve haciendo Duolingo y avanzando en Why can't I meditate.

El jueves el trabajo empezó bastante tranquilo; a media mañana el programador que más nos ha apoyado me contactó para verificar la disponibilidad del equipo y me ofrecí para completar una tarea que estaba creando.

Al final termné trabajando todo el día en la tarea asignada -a las ocho de la noche continuaba con la misma-; a la hora habitual fuimos a los supermercados en dirección sur; en donde compramos bananos, embutidos y alitas de pollo.

A las nueve y media -luego de que Rb completara una reunión de trabajo- fuimos a la habitación de mi hija, a dejarle la ropa que había olvidado el día anterior; en el camino pasamos a llenar el tanque del auto -cuarenta y cinco dólares: estaba bastante vacío-.

Por las visitas bi semanales que estoyy realizando, desde que mi hija se partió la pierna, estoy ahora cubriendo dos tercios del costo de la gasolina que le alimentamos al auto; también compré un combo de hotdog (hot dog, gaseosa, snacks y chicles); además, compré una botella de agua para Rb.

Llegamos a la casa en donde vive mi hija sin mucho contratiempo; me parqueé en la cuneta de la casa anterior y dejé un momento a Rb en el auto; subí a dejarle la ropa a mi hija -y unos bananos de lo que habíamos comprado este día, y el chicle incluido en el combo que había comprado en la gasolinera-; bajé rápido.

En el viaje de ida habíamos visto que en el sentido contrario había un pickup detenido justo al final del puente; formando un gran embotellamiento -básicamente cortando por la mitad el flujo de vehículos- y en el viaje de vuelta el tránsito apenas estaba empezando a normalizarse; tanto que pude consumir el hotdog y los snacks en la bajada al puente.

Afortunadamente llegamos sin novedad a casita; en donde hicimos Duolingo y no nos dió tiempo de mucho más; a las once me retiré a mi habitación y continué con Ce que je peux te dire d'elles -ya solo me falta un ciclo para compeltarlo-.

Luego medité e intenté dormirme pero, debido a la comida tardía, me estuve nomás dando vueltas en la cama hasta cerca de las dos de la mañana; al día siguiente -viernes- me levanté a las seis de la mañana y, después de meditar, preparé el desayuno de Viernes, Sábado y Domingo.

Luego entré a la reunión diaria del trabajo -a la cual, por alguna razón, no acudieron muchas personas-; luego retorné a la cama a hacer Duolingo y me dormí una hora adicional; hasta la hora de la lmpieza; el día continuó -en el tema laboral- bastante relajado.

Después de la jornada de trabajo realizamos la rutina de ejercicios de abdominales; a partir del mes de Junio estamos planeando cambiar la rutina de fuerza, kickboxing, abdominales a fuerza, kickboxing/abdominales, fuerza; para mientras nomás estamos tratando de utilizar más pesos en las rutinas actuales.

Ayer me levanté a las seis y media y, luego de meditar y desayunar, retorné a la cama a hacer las lecciones matinales de Duolingo; luego me dormí un rato; a media mañana fuimos con Rb a los mercados en dirección sur, en donde adquirimos pollo y bananos.

Luego estuve leyendo un poco de Ce que je peux te dire d'elles; un poco después de mediodía Rb me pidió que -antes de ir a donde mi hija- sacara a su perra más pesada a su caminata diaria; a la una y media me bañé y me dirigí a la habitación de mi hija mayor.

En el camino pasé por la casa de mi hijo menor pues habíamos acordado que pasaría a dejarle su cubo de Rubik de 4x4x4 -lo había metido en mi mochila, por equivocación, la seman anterior-; a las dos y media estaba parqueándome en la cuneta de la casa de mi hija mayor.

Le escribí desde abajo -afortunadamente su señal de internet llega allí desde el tercer nivel- y un poco después -y bastante trabajosamente- bajó los dos tramos de escaleras; fuimos a almorzar al Taco Bell en donde acostumbrábamos a reunirnos con mi grupo de voluntarios hace muchos años.

Estuvimos en el lugar por un poco más de una hora, entre almuerzo y conversación: el día anterior había acudido al seguro social; en donde le informaron que la pierna está bien pero la suspendieron de sus labores por un mes más; y luego habrá un largo período de terapia física.

Después de Taco Bell pasamos a nuestra pastelería favorita y adquirimos un par de donas de chocolate; retornamos a su habitación y preparé café para ella y té de menta para mí; refaccionamos tranquilamente y luego -un poco antes de las cinco- nos despedimos.

Me tomó menos de diez minutos llegar a la casa de mi segunda prima favorita; habíamos quedado que pasaría por ella e iríamos a una cafetería por un café y un pastel; estuvimos un par de horas en el lugar con una extensa conversación sobre la descendencia y luego la retorné a su hogar.

Luego, sin muchas novedades, retorné a mi casita... a hacer Duolingo y leer un poco de Por qué somos como somos, de Eduardo Punset...

Y a ver cómo sigue eso...

lunes, 22 de abril de 2024

Las intermitencias -otra vez- de la muerte... The intermittencies -again- of death... Les intermittences -encore- de la mort...

El día de mi cumpleaños más reciente publiqué unos cuantos párrafos sobre un amigo que había decidido finalizar su permanencia en este ciclo un par de días antes; cáncer, recurrente; aunque al parecer con un período de varias décadas entre su aparición y el episodio final.

Y ahora toca alguien un poco más cercano: Rc... estudió con Rc el bachillerato; no estoy seguro si el ciclo básico también lo cursamos en el mismo instituto; total que antes de graduarnos tuvimos cierta amistad: recuerdo que le presté un par de libros en alguna ocasión.

Y me llamaba la atención que sus padres estaban divorciados y él vivía permanentemente con su padre; pernoctando algunas noches en la casa de su madre: el señor tenía una tapicería y Rc ocupaba una gran parte de su tiempo ayudando en las labores.

Y luego -como es mi costumbre- pasé muchos años sin contactarlo; de pronto lo vi en la playa en algún feriado de Semana Santa; y en una ocasión recuerdo que me dio aventón en su moto cuando iba hacia la casa de mis padres.

Hasta hace tres o cuatro años que empecé a escribirle con un poco más de frecuencia: leí en sus estados de whatsapp que tenía algunas molestias de salud; y luego me enteré de la naturaleza de sus males: le habían quitado una parte de la lengua por un tumor cancerígeno y estaba recibiendo radioterapia.

Y, como la mayor parte de estas historias, tuvo una remisión; he tenido cuidado de continuar con la comunicación -incluso fuimos a almorzar el año pasado con mi único amigo de la infancia- y un poco antes de eso me comentó que le habían informado de metástasis en los pulmones.

Rc ha continuado con quimioterapias -viene cada par de meses a la ciudad- y hace una semana publicó en su Whatsapp un par de números por si no podía ser contactado en su número personal; le escribí y me comentó que estaba internado porque uno de los tumores estaba dificultándole la respiración; y que este martes -mañana- tenía que subir a la ciudad para continuar con su tratamiento.

Y a ver cómo continúa eso.

El martes pasado me levanté a las seis de la mañana; medité, participé en la reunión diaria del trabajo, y después me volví a dormir hasta las nueve; durante la mañana le ayudé a Rb a instalar el antivirus en su nueva computadora y saqué del agua las dos botellas grandes de concreto.

Por la tarde caminamos hasta la tienda de suministros tecnológicos pues Rb necesitaba un mouse para su nueva laptop; también pasamos a un supermercado, donde compré tortillas de harina y -en la tienda de descuentos- un bote de especias, todo para mi hija mayor.

El miércoles fue bastante rutinario: limpieza por la mañana y almuerzo de pollo y ensalada; al mediodía tuve la reunión quincenal con mi supervisora pero no hubo muchas novedades en la misma; hice un poco de malabares y en los ejercicios post jornada laboral utilicé la botella que pesa más de diez libras.

Al mediodía -cuando vino el señor de las verduras- había obtenido huevos, tomates y manzanas para mi hija mayor; y a las seis y media fui a su habitación; el dueño de la casa tenía estacionado su gran automóvil en la cuneta; con tan mala voluntad que no dejaba espacio para otro auto.

Subí a la habitación de mi hija, le entregué lo que llevaba y puse té; luego bajé a mover el auto a la cuneta de la casa anterior -espero que no haya problemas con eso-; luego tomamos té y jugamos un poco de scrable; luego de una hora retorné a mi casita.

El jueves me levanté -como el día anterior- a las seis y media; pero no me volví a meter a la cama luego de la meditación matutina -y la reunión-; Rb fue al mercado y al retornar me trajo tres donas de Krispy cream; el día anterior había intentado correr la versión portable del programa que uso para bajar libros, sin éxito.

Este día lo instalé en la nueva máquina de Rb y aproveché para bajar un libro adicional de RuPaul y un par de otros libros que encontré en alguna lista que vi online; aunque también decidí autolimitarme en el uso de la computadora nueva de Rb para evitar incidentes desagradables.

Después del horario laboral caminamos hasta los supermercados en dirección norte pues debíamos comprar lechuga para los almuerzos del fin de semana y bananos para los desayunos -estoy terminando los dátiles que me cedió Rb hace unas semanas-; además compré un arrolladito para la visita del sábado a mi hijo menor y el domino a mi hija mayor.

El viernes me levanté a las seis para preparar mi desayuno de costumbre; aproveché para limpiar un par de teclas de la nueva computadora de Rb -y por eso lo de la autolimitación-; este día fue que leí el mensaje de que Rc y me comuniqué con él; en la rutina de ejercicios incorporé completamente la botella que pesa más de diez libras.

El sábado me levanté a las siete de la mañana; estuve haciendo Duolingo y ajedrez y, antes de que Rb le diera desayuno a sus perros, la llevé a la oficina en la que nos tocó recoger el libro hace unos días: allí le enviaron un saco de comida para la cena de sus perros; esta comida la había ordenado hacía más de una semana a una tienda de la segunda ciudad más grande del país.

El trámite total de la recepción fue bastante tortuoso: Rb estuvo continuamente verificando el estado de la entrega en la página de esta empresa; y llamó un par de veces al servicio al cliente para verificar las fechas de entrega; al final, afortunadamente, no hubo ningún incidente en la agencia y pudimos utilizar el auto para transportar el saco de cincuenta libras.

Después de que Rb le hubiera dado desayuno a sus perros -y desayunara ella misma- fuimos a los supermercados en dirección sur: en el supermercado más alejado compré bolsas de frijoles para los desayunos de dos meses y en el otro supermercado compramos pollo y bananos.

Al mediodía me dirigí a la habitación de mi hijo menor; Rb me comentó que el periférico estaba lleno en ambas vías, y al salir vi que el número de autos en circulación estaba bastante alto; por lo que decidí entrar a la ciudad por la otra vía: logré subir casi el ochenta por ciento de la cuesta sin mucho contratiempo.

Luego el tráfico se puso bastante pesado: las vías de ingreso a la ciudad se reducen de cuatro a tres; y además había un exceso de transporte pesado en circulación; al final tuve que llamar a mi hijo a la hora en la que usualmente nos reunimos (la una de la tarde) para avisarle que llegaría con diez minutos de retraso.

Y exactamente a la hora prevista estaba estacionando el auto en la calle aledaña de costumbre; lo llamé desde fuera de la casa en la que habita y fuimos a almorzar a Subway; en donde estuvimos -entre almuerzo y conversación- por un poco más de una hora.

Después retornamos a su casa; mi hijo está aún explorando opciones de formación -está considerando estudiar un técnico de dos años en una universidad privada para ser fullstack developer- y le propuse que viéramos algunas opciones un poco más cortas; en lo que empieza el siguiente semestre; además preparamos té y compartimos la mitad del arrolladito que llevaba empacado para la ocasión.

Revisamos el sitio web de una institución técnica que tiene raíces del Opus Dei; pero no había mucha información en el lugar; luego vimos el sitio de la institución de capacitación técnica más grande del país (allí tomamos un -decepcionante- curso de Python hace cuatro o cinco años) y nos inscribimos en un curso de dos meses para aprender React.

Pagué las dos cuotas -y bueno, pagó él pero le transferí el dinero a su cuenta- y acordamos que durante la duración del mismo estaré llegando dos sábados al mes a su habitación para que trabajemos en conjunto; a las cinco de la tarde -vi muestras de somnolencia- me despedí de mi hijo y retorné a mi casita.

Como uno de los requisitos para recibir el curso de React es contar con una computadora, en cuanto retorné a casa empecé a ver qué podía hacer con la última Lenovo en estirar la pata; y sí, el disco SSD está completamente muerto: revisé algunos discos antiguos de medio tera y al menos con tres de ellos logré arrancar la máquina.

Ayer me levanté un poco antes de las ocho y, luego del desayuno, empecé a trabajar en el disco duro que utilizaba la máquina que murió hace poco: tenía una versión de Ubuntu de hace tres o cuatro años pero me estuvo dando problemas de arranque desde hace un par de años -y por eso lo cambié-.

Aún no me decidía a formatear ningún disco duro pues estuve encontrando bastante información nostálgica en los tres (videos, programas, fotos y así); al final elegí este último para trabajar: después de trasladar la información a mi disco portátil de un tera -y luego de tratar infructuosamente de reducir el tamaño de la partición existente- lo formateé; aunque aún así no funcionó.

A las cinco y media me dirigí a la casa en la que habita mi hija mayor; afortunadamente el tráfico estaba bastante ligero y, también felizmente, no había ningún auto estacionado en la cuneta frente a la casa: me parqueé cómodamente y subí a la habitación; en donde estuve un par de horas, entre scrable, los cubos de Rubik y té -con la otra mitad del arrolladito-.

Antes de retirarme -recién había empezado a llover- mi hija me pidió ayuda con la lavandería: este viernes debe ir al hospital a que le tomen radiografías y -por su situación actual- no ha podido proveerse de ropa limpia; preparamos una bolsa con un par de mudadas y nos despedimos -también recabé las bolsas de basura de su habitación para bajarlas al basurero general-.

La lluvia estaba un poco fuerte y me mojé ligeramente antes de entrar al auto; luego el periférico estaba bastante lleno -y un trailer iba circulando lentamente en el carril central-; después la lluvia se calmó y pude entrar sin ninguna novedad en mi casita -aunque el auto patino al frenar muy bruscamente en la vuelta en U que debo realizar antes de llegar a la calle en la que habito-.

Hoy me levanté a las seis y cuarenta y, luego de meditar diez minutos, participé en una reunión del equipo de trabajo que duró más de una hora; luego me dormí hasta la hora que he decidido realizar la limpieza tres veces por semana (nueve y cuarenta y cinco).

Después de la limpieza y el desayuno puse la ropa de mi hija mayor -y mi ropa de cama del mes pasado- en un ciclo extendido de lavado; a la vez empecé a trabajar nuevamente en la instalación de Fedora en el disco que anteriormente tenía Ubuntu.

Y aún sigo con eso...

martes, 16 de abril de 2024

La casa de los significados ocultos... The house of hidden meanings... La maison des significations cachées...

Ayer empecé a leer el último (?) libro de RuPaul Charles... o nomás RuPaul que es su nombre artístico; esta persona es un ícono de la comunidad LGBT (a la que creo que pertenecen mis tres hijos) y sus shows de drag queens son vistos (y realizados) en muchos países alrededor del planeta.

Rb es super fanática de estos programas de drag queens; o al menos, creo que es la más fanática de todas las personas que conozco: ella ha visto las versiones de varios países de Europa, Latinoamérica e incluso Asia; a mí no me llama mucho la atención ver a jóvenes (y no tan jóvenes) vestirse de mujer y actuar en un escenario.

Pero tampoco tengo nada en contra de los mismos: al final es otra forma de expresión artística; y, en algunos casos, de reafirmar su lugar en el mundo: la mayor parte de los concursantes son homosexuales; pero también hay muchos bisexuales, alguna lesbiana, y algunos transexuales; toda una variedad.

Y, creo que mi punto de vista se puede resumir así: cada quién tiene el derecho de hacer de su cuerpo (o de expresarse) como le venga en gana; mientras no cause sufrimiento (a otra persona o -especialmente- a sí mismo).

Hace una década o así recuerdo que publiqué -en esas épocas- en Facebook un pequeño párrafo de un artículo escrito por -me parece- una escritora de un país de Europa Central: ella hablaba sobre estar viendo una master class de estilo impartida por RuPaul y que le impactó -y me impactó- la forma en la que contaba una parte de su niñez.

Resulta que el niño RuPaul se sentaba algunos fines de semana en el porche de su casa a esperar por su padre -los papás estaban divorciados y se suponía que el padre debía llegar a verlo cada dos semanas, o algo así-: nunca llegó; en la clase RuPaul se dirigía a su niño diciendo: It's not your fault.

En el libro que estoy leyendo RuPaul se centra más en la dinámica familiar mientras crecía (su madre era realmente violenta y su padre un irresponsable) junto a sus hermanas mayores -gemelas- y su hermana menor... es una historia interesante.

El miércoles pasado me levanté a las seis de la mañana para empezar a verificar algunas tareas de mi trabajo; después de la reunión de las siete me dormí nuevamente: hasta la hora de la limpieza (nueve y media).

Por la tarde me puse a trabajar en mi máquina personal pues quería sacar una copia a los seis gigabites de imágenes que tengo en mi cuenta principal de Google; lastimosamente (?) le exigí mucho a esta máquina con Fedora y dejó de funcionar por completo: ya no reconoció el disco duro.

Fue un golpe bastante fuerte porque con esto se acaba la historia de las dos Lenovos enviadas -hace como ocho años- por mi amigo genio con el que hice trabajo voluntario en el estado del Imperio del Norte en donde viví un par de años.

He estado sopesando qué hacer pues por el momento me quedé únicamente con la máquina del trabajo y -debido a la VPN en la que trabajamos- la mayor parte del Internet está bloqueado; incluso traté de desenterrar la Lenovo que le compré a esta misma persona unos tres o cuatro años ante de recibir estas dos últimas pero, al parecer, ya me había desecho de la misma.

La noche del miércoles realicé la visita nocturna -entre semana laboral- a mi hija; otra vez había bastante tráfico por lo que me tomó nuevamente tomar una ruta auxiliar y, además, había un auto estacionado en la cuneta; estuve nomás un poco más de media hora pero aún preparé té y comimos galletas con chispas de chocolate.

El jueves Rb fue al mercado y yo aproveché para hacer el backup de las imágenes -necesario para una 'oferta' laboral como freelance- en su computadora; cuando regresó del mercado me trajo -otra vez- media docena de muffins -aunque en esta ocasión no de cítricos-.

Después del horario laboral fuimos a los mercados que quedan en dirección norte; en donde compré algunos paquetes de galletas y, en la panadería de la esquina, pan para los desayunos del fin de semana; el viernes compré una libra de cemento pues planeaba terminar de llenar el espacio vacío de nuestras botellas de concreto.

Después de los ejercicios post jornada laboral mezclé la libra de cemento con un par de libras de arena cernida y agua y rellené el espacio vacío de las dos botellas de litro que he estado utilizando desde hace algunos meses -me costó abrirlas pero las de Rb no pude-.

También eché más concreto en las dos botellas de dos litros y medio que había preparado la semana anterior; luego metí las cuatro botellas (dos de litro y dos de dos litros y medio) en la cubeta llena de agua que mantenemos bajo la ducha.

El sábado me levanté a las seis de la mañana; medité los diez minutos de costumbre pero luego volví a meterme a la cama; a las siete me levanté nuevamente, me duché y me conduje al restaurante que se encuentra frente al comercial en donde tomamos los busitos a casa.

Un poco después de las ocho llegó mi único amigo de la facultad; con quien desayunamos -y conversamos extensamente- hasta un poco después de las once de la mañana; luego retorné a almorzar a casa para posteriormente ver tres capítulos de la serie que he estado viendo últimamente: FallOut.

El domingo por la mañana acompañé a Rb a Office Depot pues se había estado quejando últimamente del rendimiento de su computadora -tiene como seis o siete años de uso- y quería ver opciones: al final compró otra de la misma marca (HP) por un precio un poco menor a la actual.

Por la tarde la ayudé a configurar su nueva computadora -le 'regalaron' una licencia anual de uso de Microsoft Office- y un poco más tarde salí a lavar el auto -estaba realmente sucio debido al polvo y a las aves que frecuentan el árbol bajo el cual lo mantenemos estacionado-.

Un poco antes de las siete me dirigí a a ver a mi hija -antes me había escrito para ver si podía llevarle algunos alimentos pero decliné, por la hora-; estuve en su habitación un poco más de una hora, entre té, galletas con chispas de chocolate y conversación.

Ayer me levanté a las seis de la mañana para trabajar una hora antes de la reunión diaria y logré avanzar una pequeña parte en mis tareas; después de la reunión decidí no volver a acostarme y pasé todo el día sin dormir -excepto una ligera siesta por la tarde-.

Después de la jornada laboral realizamos la rutina de fuerza y resistencia -utilicé las dos botellas de un litro con el peso extra recién añadido-; durante el día terminé de leer Colin Fischer e inicié el libro de RuPaul; en la noche vi el penúltimo capítulo de FallOut.

Y a ver cómo sigue eso...


miércoles, 10 de abril de 2024

La ciudad en llamas... The city in flames... La ville en flammes...

No, no se está quemando la ciudad... pero casi... o tampoco, nomás uno de los vertederos de basura que se encuentran en la periferia ha estado en llamas durante la última semana: lo noté el domingo pasado mientras conducía a la casa de mi hija y luego lo he visto por las redes sociales: un desastre.

Afortunadamente hace dos o tres días hubo una lluvia más o menos fuerte por lo que -al menos- lo que andaba flotando por el ambiente hasta esos días fue -espero- lavado; pero las reacciones alérgicas en Rb y su perro más grande no se han hecho esperar...

Y a ver cómo sigue eso...

El jueves pasado -como todas las semanas- Rb fue al mercado a adquirir frutas y verduras y yo me quedé en casa -básicamente viendo videos de Youtube-; al retornar me trajo una docena de muffins de cítricos -los que terminé de consumir el domingo por la tarde-.

Por la tarde -luego del horario laboral- fuimos a los mercados en dirección norte en donde compré un par de rollos de lana para mi hija mayor y unas botellas de salsa de soya y ranch; además, recogimos un libro que nos ganamos la semana pasada.

El domingo, cuando estaba en la visita mensual al voluntario que vive en la colonia en donde habité por casi una década, Rb me llamó para comentarme que se había ganado un libro pero que no se acordaba de haber participado en algún concurso, por lo que creía que había sido yo.

Yo tampoco me recordaba de haber participado en algún concurso: había que llenar un formulario de google, y esto había sido hecho desde la cuenta de Twitter de Rb; pero, cuando retorné a casa y vi el formulario, recordé vagamente haber registrado el departamento de participación.

El jueves no llevaba un documento de identificación oficial -nomás un antiguo carnet del seguro social-; afortunadamente el servicio de entregas aceptó este documento y me entregó el libro: se trata de Septología, una trilogía del premio Nobel de literatura del año pasado -no creo leerlo muy pronto y al final nomás lo regalaré a alguno de mis conocidos-.

El viernes fue un día bastante malo: la perra más anciana de Rb se estuvo en la sala gimiendo entre una y dos de la mañana por lo que no pude dormir nada bien; pasé todo el día de mal humor y aunque Rb me preguntó en un par de ocasiones si estaba molesto por algo nomás lo negué.

Por la tarde avancé en el libro en francés en turno: Immortelle(s) y en el que tenía antes como entre líneas: Why has nobody told me that before; luego del horario laboral realizamos la rutina de ejercicios abdominales.

El sábado me levanté a las seis de la mañana y luego de los diez minutos de meditación preparé mi desayuno de los fines de semanas; luego de hacer Duolingo y leer un poco me dirigí a un Mc Donald's del centro histórico en donde había citado a mi ahijada profesional.

Nos encontramos a las nueve y estuvimos -entre desayuno y conversación- hasta casi el mediodía en el lugar; el tránsito había estado bastante pesado en el viaje de ida y estuvo un poco menos fuerte de vuelta a casa.

Además, en el centro, aproveché a cambiar el reintegro que tenía de la lotería de diciembre por dos números que se jugarían al día siguiente -ninguno de los dos resultó premiado y en esta ocasión ni siquiera reintegro-.

La tarde del sábado la utilizamos para apersonarnos en la agencia del municipio de la compañía telefónica pues habíamos estado viendo que podíamos rebajar el precio que pagamos mensualmente por el servicio de internet en unos seis dólares.

En el lugar encontramos a un ex compañero del voluntariado -quien antes trabajaba con la competencia y a quien había invitado a desayunar hace un par de años-; realizamos el trámite -fue bastante tardado- y luego compramos en el mismo centro comercial algunos productos para llevarle a mi hija mayor al día siguiente.

Después pasamos a la tienda del señor que nos provee de frutas y verduras a domicilio; allí adquirí huevos, manzanas y tomates para mi hija mayor; para finalizar, pasamos a la ferretería en donde compré cinco libras de cemento y una arroba de arena -dos dólares y medio-.

Por el resto de la tarde y la noche estuvimos nomas viendo series y películas en la computadora de Rb; por la noche nos quedamos sin internet: se suponía que esto duraría nomás quince minutos -de acuerdo al funcionario de la telefónica- pero pasamos toda la mañana del domingo sin servicio.

En la mañana llevé a Rb a su iglesia y aprovechamos antes para pasar a la agencia telefónica -el comercial se ubica del otro lado de la calle de la iglesia-; volvimos a encontrar a nuestro amigo del voluntariado y a mí me toco esperar el final del trámite pues Rb tuvo que dirigirse a su servicio.

Al final no se logró resolver el contratiempo con Internet pero sí avanzamos en su solución; cuando me despedí de mi amigo me pidió un favor algo raro: una foto con una mochila que debía entregarle a alguien más, creo.

Al mediodía Rb le pidió aventón a un miembro de su iglesia y retornó a casa sin mi asistencia y preparamos para almorzar las alitas tradicionales; afortunadamente un poco antes del mediodía lograron restablecer el servicio de internet.

Por la tarde preparé el concreto para rellenar las dos botellas de dos litros y medio; desafortunadamente le agregué mucha agua a la mezcla por lo que noté, casi de inmediato, que una buena sección de la parte superior quedo como puro líquido.

Inmergí las dos botellas en la cubeta de agua que mantenemos en la ducha y planeo dejarlas allí toda la semana para facilitar el curado del concreto; pero este domingo planeo preparar otras tres libras de concreto para rellenar el espacio que quedará luego de extraerles el líquido.

A las seis y media fui a la habitación de mi hija, con todo lo que había estado comprando en los días anteriores; el tráfico -aún a esa hora- estaba bastante pesado y, además, la visibilidad en el periférico estaba bastante baja: parecía neblina de invierno.

Le entregué las provisiones a mi hija y estuve en su habitación por una hora; además de preparar té y compartir las galletas de chispas de chocolate que llevaba aproveché para hacer un poco de limpieza en su piso.

El lunes se hizo viral la noticia de que el vertedero de basura que se encuentra en uno de los municipios periféricos de la ciudad había estado en llamas; afortunadamente hubo una lluvia un poco fuerte este día por lo que se limpió un poco el aire.

Pero, eso también provocó que se volviera a cortar el servicio de Internet; Rb llamó a la compañía telefónico y programaron la visita de un técnico; afortunadamente el servicio retornó a las pocas horas.

Después del horario laboral hicimos la rutina de ejercicios de fuerza y resistencia; por la noche empecé a ver la segunda parte de Dune 2: dura casi tres horas pero, de acuerdo a mi método, la estoy viendo como si fuera una serie: treinta o cuarenta y cinco minutos cada día.

Ayer hubo una reunión general en el trabajo: uno de nuestros líderes máximos presentó los objetivos anuales del departamento; un poco después de esa reunión nuestra manager nos agregó a otra reunión con un técnico en redes del Imperio del Norte.

Esta última reunión estuvo un poco rara: la red privada en la que estamos trabajando ralentiza la comunicación; pero, al final de la misma, logramos superar el obstáculo que os estaba impidiendo trabajar: ya puedo continuar con mis labores regulares.

Por la tarde bajé el libro con el que planeo continuar en la línea de inglés: The house of hidden meanings; lo ví en una lista de lo mejor de Non Fiction del año; son las memorias de RuPaul Charles -también se lo mandé a mi hija mayor-.

Después del trabajo caminamos a los supermercados en dirección sur; Rb compró un shampoo para combatir las alergias de su perro ya que al parecer la contaminación que está generando el incendio en el vertedero -sigue en curso- ha llegado a un nivel extremo...

Y a ver cómo sigue eso...





jueves, 4 de abril de 2024

El caluroso verano... The hot summer... L'été chaud...

Creo que cada año vamos a ir diciendo 'Este es el verano más caluroso de mi vida'; y es que -lastimosamente- seguimos acabando con esta isla, creyendo que la basura que no vemos ya no existe, cuando simplemente la cambiamos de lugar.

Y, creo, es muy poco lo que el ciudadano de a pie puede hacer; o sea, puedo bañarme en menos de cinco minutos, o apagar todas las luces de mi casa; pero el impacto de eso palidece con lo que en un día gasta cualquier planta industrial; o incluso la ganadería.

Pero tampoco creo que la solución sea irte al bosque, construir tu propia casa y formar tu comunidad para 'salvar a todos los que puedas'; de hecho he visto varios casos en los que esto ha acabado mal: Jonestown bebiendo Kool-Aid o el crucero libertario.

Y el párrafo anterior es porque ayer le comentaba a mi hija que estaba viendo el último video de Migala (3 horas!) y el único que -creo- sigue con el proyecto quiere ahora construir Vinland (el nombre sacado, cómo no, de una obra gráfica japonesa) que suena muy bonito; pero -como toda utopía-, tiene muy remotas posibilidades de acabar en algo bueno... en fin.

El sábado pasado por la mañana me estuve en casa haciendo Duolingo, jugando ajedrez y practicando un poco de malabares; a la una de la tarde ordené en línea una pizza hawaiana y luego me dirigí a la pizzería por la misma.

En el mismo local compré un par de donas y luego me dirigí a la habitación de mi hija mayor; en donde estuve como tres horas, entre comida, Scrabble en inglés y un poco de cubos de Rubik; antes de retirarme preparé té y dimos buena cuenta de las donas.

Retorné bastante temprano a casita y por la noche estuve viendo un poco de la serie de Obi Wan Kenobi, haciendo Duolingo y jugando ajedrez; el domingo por la mañana fuimos con Rb al supermercado en donde compramos productos a granel.

Luego pasamos por otro supermercado en donde compré un poco de pan tostado -pensaba usarlo para la visita de la tarde-; después pasamos -aún- a otro supermercado y aquí compré un pastelito de Nestlé -que fue lo que llevé al final a mi visita vespertina-.

A las tres de la tarde volví a tomar el auto y me dirigí a la casa del voluntario que vive en donde viví por casi una década; preparamos té y compartimos el arrolladito que había comprado en el tercer supermercado de la mañana;  también jugamos varias partidas de dominó.

Un poco después de las cinco me despedí de mi amigo y retorné a mi casita; esta semana laboral ha estado bastante rara -casi nula en el sentido laboral-: no hemos logrado recuperar el acceso al sitio en el cual realizamos nuestras labores.

El lunes por la tarde nos convocaron a una reunión general: para revisar el estatus del acceso, y la administradora general nos informó que no podíamos estar reportando tiempo de trabajo con el código del proyecto durante estos días de ocio.

El martes, luego de la jornada laboral, acudimos con Rb al supermercado mas lejano en dirección sur; compré un poco de leche de soya -al parecer la leche entera de vaca ya no le está cayendo tan bien a mi sistema digestivo- y unos paquetes de galletas.

Ayer tuve casi toda la mañana cubierta por reuniones: empezó con la reunión diaria de las siete de la mañana; luego -a las nueve y media- la reunión quincenal que mi manager ha programado desde el mes pasado -ninguna novedad-; después -casi al mediodía- una reunión general en donde se nos puso al tanto de las metas anuales (!) y del estatus actual de no acceso al sitio de trabajo.

También tuvimos -antes de la reunión general- una hora de aprendizaje de una parte de la tecnología que se supone deberíamos estar usando -pero a la cual perdimos acceso desde la semana pasada-; después del horario laboral realizamos la rutina de ejercicio de los miércoles.

A las seis y media empaqué unos rollos de papel higiénico que mi hija mayor me había pedido y me dirigí a su habitación; también llevaba una bolsa de agua pura y un par de galletas de chispas de chocolate.

La salida del municipio estuvo terrible: al parecer el retorno a las actividades normales en la ciudad provocó un aumento inusual del tránsito; pero la entrada a la ciudad tampoco estuvo fácil: el periférico estaba lleno y tuve que tomar una ruta paralela al mismo para llegar a la habitación de mi hija.

Estuve en su habitación un poco más de media hora: el viaje de llegada me tomó más tiempo del esperado y había planeado pasar a visitar al hijo mayor de mi segunda prima favorita: un par de días antes lo habían hospitalizado por dolores abdominales y lo habían operado de emergencia.

Me despedí  de mi hija un poco antes de las ocho y llegué bastante rápido a la casa de mi prima; creí que el joven (treinta y un años) iba a estar guardando cama pero lo encontré cenando en el comedor familiar (le dieron de alta la noche anterior luego de extirparle la vesícula).

Estuve con mi prima y su familia un poco más de media hora y luego retorné a mi casita; en donde estuve haciendo Duolingo, jugando un poco de ajedrez y viendo el penúltimo capítulo de la serie de Obi Wan Kenobi.

He continuado con mi rutina de meditación de diez minutos antes y después de acostarme; espero cumplir los cien días con la misma y luego planear el siguiente paso (aumentar uno o dos minutos de tiempo); pero, también, he continuado dormitando luego de la reunión de las siete -excepto ayer- hasta la hora de la limpieza -lunes, miércoles y viernes a las nueve cuarenta y cinco- o hasta la hora del desayuno (diez de la mañana).

Terminé de leer The Jin bot of Shantiport y empecé a leer Colin Fisher: trata de un chico con Asperger (o Autismo) que está empezando la escuela secundaria y quien es blanco de bullying; sigo avanzando con Immortelle(s) -es el nombre en francés de la flor Nomeolvides (Forgetmenot)-.

En español -me ha costado mucho El mundo de las palabras- estoy a un capítulo de concluir; y hoy espero terminar What do you want out of life -el libro que sustituí por la línea de francés-; no sé que leeré luego de este, aunque creo que será algo de no ficción.

Y a ver cómo sigue eso...

viernes, 29 de marzo de 2024

Semana Santa 2024... Holy Week 2024... La Semaine Sainte 2024...

Esta Semana Santa ha estado bastante tranquila: ayer jueves santo acompañé a Rb al mercado y se suponía que hoy iba a desayunar con un excompañero a quien he estado tratando de donarle uno de los libros que me sobraron de la biblioteca; pero no, anoche me canceló.

Un rollo.

Tanto el lunes como el martes me dormí a media mañana: luego de la reunión de las siete -las cual se extendió ambos días a más de una hora- continué en la cama y me dormí un poco más de una hora; el lunes me levanté a hacer la limpieza y el martes nomás porque ya era casi media mañana.

El martes debía volver a hacerme cargo de los perros de Rb pues era el día para el cual habían reprogramado su visita a la exposición de Malda; pero, debido al almuerzo de sopa de cáscaras de papa y zanahoria del día anterior, se pasó el día con molestias estomacales y prefirió donar su entrada (diez dólares) a otra persona.

Ese día corté una de las pencas de bananos (de tres) que han estado creciendo durante los últimos meses en el patio trasero; al final de la tarde, luego del horario laboral, acudí en soledad al supermercado en dirección norte: Rb seguía con molestias y yo tenía que comprar algunas provisiones para mi hija mayor.

Además, me tocó continuar -en soledad también- el consumo de la sopa que había sobrado del lunes; aproveché para combinarla con una salchicha que había sobrado del almuerzo que Rb me preparó para recibirme de mi último viaje al puerto.

El miércoles no pude conectarme al servidor en el cual realizamos la mayor parte de nuestras tareas; por alguna razón la VPN empezó a bloquear el acceso a nuestro país y otro de sudamérica que también administra nuestro project manager.

Para evitar que me pasara lo del lunes y el martes, luego de los diez minutos de meditación matutinos, me duché y me quedé trabajando en la mesa del comedor -en vez de llevarme la computadora a la cama-; por los problemas de acceso fue muy poco lo que pude avanzar en mis tareas actuales.

Además, también para evitar lo de dormir por la mañana; decidí -desde la noche anterior- intentar dormir al menos siete horas; por lo que el martes me acosté a las once y media y me levanté al día siguiente a las seis y media.

El miércoles -al igual que el lunes- realizamos los ejercicios de costumbre luego de la jornada laboral; luego, a las seis y media, me dirigí a la habitación de mi hija mayor para llevarle las provisiones que había estado comprando durante la semana: huevos, avena, embutidos, bananos.

Estuve un poco más de una hora en la habitación de mi hija; entre tomar té y galletas, revisar las letras faltantes del Scrabble en inglés (una g, dos o y una i), jugar una partida y conversar un poco; a las ocho me despedí de ella y retorné a mi casita.

El jueves volví a levantarme a las seis y media pero, por ser asueto local -jueves santo-, me dormí un poco después de la meditación matutina -creo que intenté leer un poco pero por estar acostado no funcionó muy bien-.

Como había acordado acompañar a Rb al mercado del centro histórico me levanté un poco después de las nueve y desayuné de una vez -una hora antes de lo acostumbrado-; no había mucho transporte público pero no esperamos mucho para abordar el busito que nos saca del municipio.

El transmetro estaba bastante vacío y el mercado tampoco estaba muy concurrido; completamos las compras y retornamos al comercial del cual salen los busitos para casita; antes pasamos al comercial vecino pues Rb quería comprar cierta tela para cubrecamas.

El negocio de las telas estaba cerrado -era jueves santo- pero aproveché para comprar una dona y un café frío en Dunkin Donuts -y he decidido parar ya con esto último pues no es nada agradable el brain freeze y ya estoy grande para eso-.

Retornamos a tomar el busito pero no había -y una señora nos dijo que supuestamente iban a trabajar nomás mediodía-; aunque faltaban diez minutos para las doce Rb decidió que mejor tomáramos el otro bus intermunicipal por lo que luego tuvimos que caminar -justo al mediodía- un par de kilómetros para llegar a casa.

La tarde estuvo tranquila y nomás aproveché para avanzar un poco en el libro de francés que decidí leer luego de Les lits en diagonale: Immortelle(s); al inicio de la noche me puse a ver algunos videos de trailers de películas de ciencia ficción.

A esa hora mi ex compañero de trabajo me escribió por whatsapp para cancelar nuestro desayuno de este día: acaba de mudarse y supuestamente hoy llegarían los de la compañía de Internet; sopesé si aún tenía tiempo para ir a un supermercado pues no tenía pan para los desayunos.

Y al final le indiqué a Rb que saldría y ella se ofreció a acompañarme -en auto- al supermercado más cercano; en donde compré unos muffins y un poco de pan dulce -y también leche y queso para emparedados-; de las pocas veces que sacamos el auto para este efecto; por la noche estuve jugando un poco de ajedrez y avanzando un poco en Duolingo.

Hoy me levanté a las siete de la mañana -aún así dormité un poco a media mañana, pero es que hoy es mi segundo día de asueto por semana santa- y luego de desayunar estuve haciendo un poco de Duolingo y jugando ajedrez en mi teléfono; además terminé de leer How software works y empecé a leer el siguiente libro en la línea de tecnología: Think like a programmer.

Por la tarde hicimos la rutina de ejercicios de los viernes y luego salimos a comprar un doble litro de Fanta, pues m hija eligió eso para nuestro almuerzo de mañana.

Y a ver cómo va eso...

lunes, 25 de marzo de 2024

Las camas en diagonal... The beds diagonally... Les lits en diagonale...

Ayer -o el día anterior- terminé de leer Aurore; encontré algunas partes escabrosas pues -a pesar de los tres años de Francés en Duolingo- mi vocabulario en este idioma es aún limitado; pero creo que fue una buena experiencia: en general el libro me gustó bastante -no tanto el final, pero bueh-.

Y no sabía si seguir con el mismo autor -tengo otro par de sus libros en mi tableta- o pasarme a otra escritora que encontré buscando libros similares en Google; al final me decidí por Les lits en diagonale, que narra pasajes de la vida de la autora mientras crece con su hermano discapacitado.

Aún no sé qué leeré en Ficción después de the Jin-bot de Shantiport; o en español; aunque creo que me decantaré por algún autor español -bajé algunos libros de este tipo el mes pasado-; de las demás áreas -no ficción, francés, tecnología y meditación- ya tengo una buena cantidad de libros aprovisionada.

Y a ver cómo sigue eso.

La tercera unidad de Coreano la he encontrado bien difícil; las primeras dos se centraban en letras y palabras sencillas pero en esta última presentan algunas frases de presentación o de conversación general y me ha estado costando relacionar los sonidos con las palabras.

Paralelamente sigo con Francés, aunque he bajado bastante el ritmo de avance en este idioma: me parece que me faltan más de treinta lecciones para terminar la última unidad -la penúltima pues la última es un repaso diario de todo lo demás-.

El sábado me pasé la mañana entre lectura y práctica en Duolingo; al mediodía me bañé y me dirigí a la casa de mi hijo menor -llevaba en la mochila su regalo de cumpleaños: un sobre de papel de regalo con la multiherramienta de cinturón que adquirí el mes pasado y noventa dólares en efectivo-.

Le propuse a mi hijo que camináramos al Domino's Pizza más cercano -como a un kilómetro- y allí adquirimos una mediana De Luxe y en la pastelería que acaban de instalar en el mismo local compramos un pastel de chocolate para celebrar su cumpleaños -cumplió veintidós el martes pasado-.

Retornamos a su habitación y dimos buena cuenta de la pizza y del pastel, acompañado de un doble libro de Coca Cola; después le pedí que me acompañara a un supermercado que queda en su misma colonia pues quería comprar un paquete de edulcorante sin calorías que me había pedido su hermana mayor.

Antes de salir al supermercado habíamos completado una partida de Scrabble en español y después de retornar estuvimos practicando con el cubo de 4x4x4 y resolvimos cuatro o cinco ejercicios de ajedrez -mate en un movimiento, movimiento de las blancas-.

A las cinco me despedí de mi hijo y me dirigí a la casa de mi tía favorita; la había llamado un par de semanas antes pues mi prima me había comentado que se encontraba mal de salud; estuve en su casa un rato -conversación nomás- y luego me dirigí a la casa de mi hija mayor.

Antes de pasar a la casa de mi tía había entrado a un supermercado que se encuentra a un par de cuadras de su casa; aquí compré media libra de jamón pues era una de las dos cosas que mi hija me había pedido para su semana de alimentación -la otra era el edulcorante sin calorías-.

Llegué a donde mi hija mayor un poco después de las seis de la tarde; como tengo llave de la casa y de su habitación subí hasta el tercer nivel y luego -desde fuera- le avisé que entraría; llevaba -además del edulcorante y el jamón- un par de galletas Chiky y preparé un par de tazas de té.

Con mi hija también jugamos una partida de Scrabble -aunque con ella fue nomás media hora y en inglés- y conversamos un poco sobre su situación en general: el día anterior había acudido al seguro social para que le realizaran la primera curación.

También me comentó que la habían suspendido laboralmente otro par de semanas y que sería hasta la primera semana de Abril cuando debía volver a ir a la clínica para que le removieran los puntos de la operación del tobillo.

Un poco antes de las ocho me despedí de mi hija y retorné a mi casita; en donde estuve haciendo un poco de Duolingo y luego al lado de Rb: mientras ella ve sus series en la computadora yo he aprovechado los reductores de ruido que compró hace poco para leer.

El domingo me levanté a las seis de la mañana y luego de meditar diez minutos -llevo tres o cuatro días de hacerlo luego de levantarme y antes de acostarme- me bañé y me dirigí al restaurante en donde habíamos acordado reunirnos con mi doctora.

Llegué al lugar un poco antes de las siete y la esperé un rato en el lugar; ella llegó como veinte minutos después y nos pasamos un par de horas en el lugar entre desayuno y conversación -veinte dólares-; a las nueve nos despedimos y retorné a mi casita.

Con Rb preparamos las tradicionales alitas de nuestros almuerzos dominicales y -luego de la comida de la tarde de sus perros- nos dirigimos a la sala de Boliche a donde habíamos ido el mismo mes del año pasado.

Pagamos por una hora en una de las pistas -y por el uso de zapatos- y aprovechamos el tiempo para jugar tres partidas y media -acompañados de una cocacola y una botella de agua pura-; luego nos pasamos al comercial de al lado pues Rb quería comprobar que la exposición de Mafalda, a la cual planea ir el martes, estuviera ya instalada.

Afortunadamente ya está listo el evento y luego de repasar la forma más eficiente de llegar al mismo retornamos por el automóvil y nos encaminamos a casa; estuve leyendo un poco y practicando francés y coreano y, ya muy tarde, me percaté que no había preparado las gelatinas que desayuno de lunes a jueves.

Hoy me levanté a las seis de la mañana y, luego de meditar diez minutos, preparé la gelatina y la dejé en reposo antes de meterla a la refrigeradora; luego empecé mi jornada laboral: tuvimos una reunión de casi dos horas en la que nuestro project manager explicó algunos aspectos de la metodología que estamos tratando de introducir.

A media mañana nos reunimos con el analista más antiguo del equipo para revisar las tareas que completaremos en este ciclo; antes de eso me había vuelto a meter a la cama y había estado dormitando por un poco más de una hora... realmente debo mejorar este aspecto...

Y a ver cómo sigue eso...