domingo, 3 de noviembre de 2024

La carrera... The career... La carrière...

Debido -quizá- al contexto en el que crecí -o a ser parte de la generación X-, aún después del medio siglo sigo cuestionando mi carrera profesional -o tratando de mejorar mi empleabilidad- : a pesar de tener un título universitario -técnicamente dos- continúo la autoformación constante.

Pero había decidido -hace varios años- no tener un perfil activo en LinkedIn: hace unos años fui contactado en varias ocasiones por reclutadores y no me gustó la experiencia -en uno de los procesos llegué hasta el final, a pesar de que no quería cambiar de empleo-.

Por haber iniciado hace un par de semanas mi vinculación con un grupo voluntario de una ciudad del Imperio del Norte reactivé mi perfil de LinkedIn y justo al inicio de esta semana recibí una oferta de trabajo del segundo mejor call center de la ciudad (según yo, en donde trabajo se lleva el título del primer mejor).

Y no respondí a la propuesta: no me interesa cambiar de empleo; pero, le comenté a Rb que me sentía bien de que -aunque quizá es un proceso automático- mi perfil aún llama la atención a reclutadores.

Y a ver cómo sigue eso.

El domingo me levanté a las seis y media; medité y salí a prepararme el desayuno de los fines de semana; luego estuve actualizando el documento en el que registro los sucesos más memorables de cada día.

Mi hijo menor me pidió que le transfiriera los cincuenta dólares que tenía como balance en mis cuentas, debido a la diferencia entre la cuota del apartamento del primer mes y el valor de la bicicleta estacionaria que me cedió cuando se mudó.

Almorzamos las tradicionales alitas de pollo y ensalada -a medio almuerzo me tocó que salir a recibir el gas propano pues se acababa de terminar- y, luego de sacar a caminar a los perros de Rb, me dirigí a la casa del voluntario que habita en la colonia en donde viví más de una década -y en la que crecieron mis hijos-.

Antes de llegar a la casa del voluntario pasé a un supermercado del mismo sector y compré una papaya y una bolsita con cuatro cubiletes; me estuve en la casa del voluntario un poco menos de dos horas, entre café, cubiletes y práctica del primer paso de la resolución del cubo de Rubik de 3x3x3. 

El lunes me levanté a meditar a las seis y media; luego jalé la computadora a la cama y entré a la reunión diaria del equipo de trabajo; en general el trabajo está bastante tranquilo y me quedé en la cama hasta después de las nueve de la mañana.

A esa hora Rb se dirigió a la clínica de acupuntura y me pidió prestado dinero para el pasaje; me levanté a desayunar y a hacer las lecciones matutinas de Duolingo y me quedé trabajando en la sala; al mediodía calentamos la salsa que Rb había preparado el día anterior y un poco de caldo de la semana pasada; almorzamos nuestra versión de espaguetis a la boloñesa y caldo.

Por la tarde, después del horario laboral, hicimos la rutina de ejercicios de los lunes; a las cinco entré a una reunión con la administradora del grupo de voluntarios en el que estoy empezando a participar; configuramos algunos accesos -al inicio de la reunión le presenté a Rb, pues me había comentado que podría ayudar con alguna tarea de traducción- y luego entramos juntos a una reunión del equipo de administración de proyectos.

La primera reunión tardó una hora y la segunda -también programada para una hora- llevaba más de hora y media cuando le escribí en privado a la administradora para avisarle que me retiraría de la misma; por  la noche empecé a leer -en la línea en la que antes leía francés- el libro Determined; originalmente me propuse como meta leer cien páginas del libro en cada ciclo.

El martes me levanté a meditar a las seis y media; y nuevamente me llevé la computadora de la mesa a la cama; por lo que, al igual que el día anterior, me quedé dormitando en la cama después de la reunión matutina.

Me levanté y salí de la habitación después de las nueve; preparé mi desayuno y me puse a completar las lecciones matutinas de Duolingo; el trabajo ha estado bastante tranquilo, a pesar de que se vienen las carreras de fin de año.

Almorzamos la misma pasta que el día anterior, pero en vez de caldo preparamos una ensalada; después de sacar a caminar a los perros preparé café para mí y té de manzanilla para Rb; después del horario laboral caminamos hacia los supermercados en dirección Sur, necesitábamos sacar dinero del cajero automático pues ya andábamos sin efectivo; luego pasamos a comprar una papaya en la tienda de la vuelta.

Por la noche ví una parte de una película de acción Malaya que empecé a ver la noche anterior -y el primer capítulo de la segunda temporada de Lionness-; avancé un poco con el libro Determined pero aún no completé el número de páginas que me había propuesto.

El miércoles me levanté a las seis y media y decidí que no quería seguir durmiendo en la mañana; me quedé trabajando en la sala; además, el perro macho de Rb también le pidió salir de la habitación en la que duermen.

Entré a la reunión diaria y luego preparé mi desayuno; después de que Rb se levantó me acosté un rato en su cama pero luego recordé que tenía la reunión quincenal con mi supervisora; la reunión estuvo tranquila; básicamente revisamos los avances en el evento de ciberseguridad que estoy liderando -ya solo quedan dos semanas!- y me asignó la revisión de la información para un cambio que se viene en la tecnología.

Para el almuerzo consumimos la mitad de hashbrowns de pollo que Rb preparó el domingo, con una ensalada; por la tarde, después del horario laboral, realizamos la rutina de ejercicios de los miércoles; en la noche ví una tercera parte de la película de acción que he estado viendo durante la semana; y el segundo capítulo de la segunda temporada de Lionness; además, decidí bajar de cien a ochenta el número de páginas de Determined.

También, decidí bajar el nivel en el que juego ajedrez; de siete a cuatro: en el nivel más alto no he logrado superar el diez por ciento de juegos ganados desde hace mucho por lo que espero replicar mi práctica de meditación con el ajedrez.

El jueves me levanté a las seis y media y, al igual que el día anterior, me quedé trabajando en el comedor; también el perro de Rb pidió salir a la sala, por lo que -una hora después- se levantó de no muy buen humor.

Un poco después de las nueve me metí un rato a la cama de Rb pero me levanté cuando salió hacia su visita semanal a los mercados del centro histórico: sus perros querían quedarse en el patio y me pidió que estuviera atento para cuando rascaran la puerta.

Por la tarde, después del horario laboral, fuimos a los supermercados en dirección sur; necesitábamos comprar bananos y aproveché para comprar embutidos para mis desayunos -y para los desayunos que debo preparar los dos sábados siguientes que vienen conocidos a casa de Rb-; también compré pan para mis desayunos.

El viernes me levanté a las seis y media, medité y, como Rb me había pedido el día anterior, saqué a su perro de la habitación y empecé a preparar mi desayuno de los fines de semana; durante la mañana pagué los montos del principio de mes: mi contribución local, los servicios del departamento y el monto de las acciones de la empresa en la que trabaja mi hijo menor.

A media mañana fuimos con Rb a los supermercados en dirección sur: necesitábamos efectivo y aproveché para comprar algunos ingredientes para los desayunos; también compramos papaya y algunas hojas verdes.

Desde hacía algunos días había programado una visita a las tres de la tarde a un ex compañero de área laboral; a quien le había ayudado a pasar su exámen de PSPOI unas semanas atrás; después de sacar a caminar a los perros de Rb consulté Waze para ver si era práctico sacar el automóvil pero la estimación era de casi una hora de camino (más del doble del tiempo normal); inclusó sopesé irme por una ruta alterna.

Al final ordené un uber moto -cinco dólares- para llegar a la carretera más larga del continente y desde allí tomé un autobús; lo malo es que no tenía claro en donde apearme por lo que me tocó que caminar más de veinte minutos -dos kilómetros en cuesta ascendente-.

Llegué casi a las tres y media -aunque había llamado a mi amigo para avisarle que iba tarde-; estuvimos una hora y media entre café y magdalena -la que Rb me había traído el día anterior- y conversación -también me dió un tour por su vivienda: impresionante-.

Un poco antes de las cinco me llamó Rb para ver cómo estaba -antes de salir se había ofrecido a ir por mí a la mitad del camino- pero le indiqué que a las cinco empezaría mi retorno y no necesitaba que saliera; a las cinco me despedí de mi amigo pero él se ofreció a bajarme a la ruta; y al final me trajo hasta la colonia -menos de media hora de tiempo-; entré a casa antes de las cinco y media.

Por la noche terminé el libro The Happiness Trap y me quedé pensando en cuál será el siguiente en esta línea; había considerado continuar con CAT pero creo que -al igual que en la línea de meditación- debo reevaluar el contenido de los libros en mi lista.

El sábado... como había quedado con mi único amigo de la facultad en reunirnos a las ocho, en un restaurante frente al comercial en donde se parquean los busitos, puse la alarma para las siete de la mañana.

Me levanté, medité, me bañé y me dirigí al punto de reunión; llegué con veinte minutos de antelación y, después de haberle enviado un mensaje a mi amigo, me puse a hacer Duolingo y a jugar un par de partidas de ajedrez.

Mi amigo llegó un poco después de la hora acordada y pasamos el siguiente par de horas entre conversación y desayuno -trece dólares-; además le regalé la calculadora que aún me quedaba del tiempo de mis hijos en la facultad.

Un poco después de las diez nos despedimos y retorné a casa; vine diez minutos antes de las once y noté que no estaba -como es usual- la llave en la puerta del frente: Rb había salido; le envié un mensaje pero luego -a las once- la alarma de su celular sonó.

Antes de mediodía Rb retornó con pollo para el almuerzo y luego se puso a preparar un caldo con los ingredientes que había salido a comprar; lo que acompañamos con un hashbrown que nos sobró de la semana.

Después del almuerzo sacamos a caminar a sus perros y luego preparé té de manzanilla para ella y te de lo mismo pero con miel para mí; por la tarde empecé a ver una serie donde la esposa de Superman (la actriz) es una periodista que se autolesiona y retorna a su pueblo a  investigar una serie de asesinatos de chicas adolescentes.

En la noche avancé un poco en el libro de francés: Les gratitudes; la historia está interesante; los días en un asilo de una anciana, contada por dos chicas: una a la que ayudó cuando era niña y una ortofonista que la ayuda con su pérdida gradual del habla.

El domingo... había decidido desde la noche anterior levantarme tarde: casi todo el sábado me la pasé intentando no dormirme pues entre las dos y media y las tres la perra más anciana de Rb estuvo gimiendo y ladrando en la sala (ya está muy anciana y se acostumbró a ser alimentada -pollo cocido- a las tres de la madrugada).

Me dormí antes de la medianoche del sábado y me levanté el domingo a las seis y media; medité y retorné directamente a continuar durmiendo (no lectura, no Duolingo, dormir); a las nueve y media Rb entró a la habitación a hablarme pues habíamos acordado de ir a las diez y media al supermercado en donde compramos comestibles a granel; preparé mi desayuno y lo tomé mientras hacía un poco de Duolingo.

A las diez nos dirigimos al supermercado en donde el auto se quedó tirado hace más de un mes; afortunadamente ahora anda funcionando bien y luego de realizar las compras mensuales (y algo para mis hijos) pasamos al supermercado de descuentos a comprar unas piezas de foami que Rb piensa utilizar en su cama.

Yo aproveché para comprar una bolsa de frijoles pues este mes he previsto que un par de amigos vengan en dos sábados consecutivos a desayunar; luego pasamos a otro supermercado a comprar higados de pollo -y bananos- y, finalmente, pasamos a un Burger King a comprar un Birthday cake (3 dólares!).

Luego retornamos a casa; yo me puse a ver algunos videos de Youtube y después preparamos el almuerzo: alitas de pollo y caldo; seguidamente sacamos a caminar a los perros y luego preparé té de manzanilla para Rb y té de menta para mí.

Para completar la tarde Rb se puso a cocinar los almuerzos de la semana (ayudé un poco rayando una zanahoria y cuadriculándo un chile pimiento); también preparé las gelatinas para los desayunos de esta semana; ahora estoy avanzando en el libro de tecnología: Head First Data Analysis.

Y a ver cómo sigue eso...