Cuando era niño leí una gran cantidad de Selecciones del Reader's Digest; creo que allí inició mi mala costumbre de leer las palabras en inglés como se leen en español, también creí mucha de la propaganda estadounidense sobre las maldades del comunismo y las bendiciones del sistema capitalista, o consumista, más bien; además, me tragué un montón de publicidad disfrazada de artículos, por eso creía que lo mejor para aprender otro idioma era Berlitz, por ejemplo.
Creo que en una de esos números leí una condensación de veinte mil leguas de viaje submarino, o algún otro libro de Julio Verne; en fin, al menos empecé a leer bastante joven y encontré muchas historias entretenidas; allí también me enteré de ese grupo que 'sabía más': los rosacruces; también planeé, pero nunca consumé, mi primera contribución editorial: con mi hermano discutimos varias veces el envío de textos cómicos a la sección La Risa, remedio infalible.
Entre los anuncios que encontré en estas revistas me llamó siempre la atención la sección de libros; en una de estas páginas ví una vez un libro que se titulaba Desnudo nací y en el resumen del mismo indicaba que era la historia de algún artista famoso y la forma en la que había decidido vivir: sabiendo que cualquier cosa que había hecho u obtenido era algo adicional a haber nacido; y bueno, luego de una rápida búsqueda en Google resulta que es de David Weiss, y es la 'biografía' de Rodin, me sonaba este nombre asociado al libro.
Me puse a pensar en las pérdidas esta mañana luego de encontrar un recibo en la mesa en la que como, trabajo y paso la mayor parte de mi tiempo por esta época; el documento está fechado en el último día laboral del año 2018 y formaliza la entrega de la reposición de mi documento personal de identificación.
Fue la última vez -espero que en mucho tiempo- que me toca repetir el trámite: tuve que pasar más de seis meses sin poder identificarme formalmente en mi país; esta última vez perdí mi dpi junto con la tarjeta de débito que estaba usando y una tarjeta del transporte urbano de la ciudad: los tres estaban en un tarjetero de cuero que Rb me trajo de su viaje a Colombia y lo dejé botado -creo- en un bus que abordé para dirigirme a la casa de su amiga que me estaba enseñando a diseñar libros.
La tarjeta de débito nunca la repuse -estaba a nombre de mi hijo menor y la verdad no quería repetir el trámite- y la tarjeta del transporte la repuse casi un año después de su pérdida; y así he perdido muchos documentos: en el pasado nuestro documento de identificación no era una tarjeta sino una libreta y llegué a reponerla cuatro o cinco veces, para lo cual tenía que viajar siempre a mi lugar de nacimiento.
Luego de re establecerme en la ciudad hace más de una década perdí mi carnet profesional, y un documento de identificación de la ciudad en la que viví en el país del norte, cuando fuí asaltado al acudir a una conferencia en una zona de la ciudad que no conocía como muy peligrosa; en este mismo sector y dos o tres años después -y a una hora demasiado alta- me volvieron a asaltar y perdí mi segundo o tercer dpi.
El carnet que me identifica como ingeniero no lo volví a tramitar pues no le veo una utilidad más que presumir; y el id de la ciudad del imperio del norte no tenía forma de reponerlo; también perdí a mi familia -o al menos la forma en la que la deseaba- hace más de doce años.
Al igual que el título de ese libro de Selecciones, Naked I came; entré a este mundo sin nada encima, todo lo que he aprendido u obtenido también quedará atrás cuando deba salir del mismo; creo que es una de las grandes enseñanzas del budismo: la raíz del sufrimiento proviene de aferrarse.
Desnudo nací.
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