Hace un año que me uní a Fábrica de Sonrisas y ha sido una de las mejores decisiones que he tomado últimamente.
La convocatoria de la séptima generación -son dos generaciones por año- estaba programada para las 8:00 en el Parque de siempre y -esta vez- en el mismo polideportivo en el que se realizó la convocatoria de mi generación -quinta-.
Se nos convocó a los doctores a las 7:00 para darnos a conocer el plan con el que se le daría la bienvenida a los nuevos voluntarios. La alarma sonó a las 6:00. Empaqué mis implementos de doctor en mi mochila normal y me dirigí al lugar de reunión. Llegúe un poco antes de las siete al parque -abordé aún un auto lleno de voluntarios- y me estuve saludando a muchos voluntarios que no había visto en los últimos meses. Un poco antes de las 8:00 se nos dieron las instrucciones.
A partir de las 8:30 empezamos con la rutina de bienvenida -no ahondaré en detalles pues siempre es bueno guardar las sorpresas para los voluntarios de las generaciones por venir-. Estuvimos animando la actividad durante un par de horas mientras los nuevos voluntarios -la prensa dice que fueron como 600- se acercaban a una de las 10 computadoras que tenía cada una de las constelaciones -tres- para llenar el formulario de ingreso.
Dí como quinientos abrazos.
Al mediodía me fuí con Axl y Fer al restaurante de costumbre. Estaba a reventar de voluntarios.
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