No cabe duda que ya no soy el que fui… como el barco del cuento: si la madera va cambiándose paulatinamente, ¿cuándo la nave que salió del puerto deja de ser la misma? ¿cuándo dejamos de ser?.. acabo de darme cuenta que para fines prácticos -al menos en este país- tengo veinte años más de acceso laboral: usualmente las ofertas laborales ponen como rango de edad aceptable para un candidato entre 18 y 70 años.
O sea, durante los próximos veinte años puedo, en teoría, aún seguir aplicando para algunos trabajos… aunque como me comentó Rb cuando le estaba diciendo sobre la comprensión a la que acababa de llegar: realmente el límite práctico aquí son los 35 años… después de esa edad la mayoría de empresas ya ni siquiera consideran a un candidato.
Y he estado pensando sobre mi anterior post… ni siquiera lo he releído pero tuve la impresión luego de publicarlo que estaba pésimamente escrito… que se lee nomás como una serie aleatoria de párrafos sin ninguna conexión; y no es que no haya publicado anteriormente textos de la misma variedad: incluso estuve publicando en una época caricaturas o resúmenes de algún libro que estaba leyendo.
Pero lo que lo hace diferente es que ese día sí me sentí completamente desconectado… y me autojustificaba diciendo que, por dos días consecutivos, me había levantado tres horas antes de lo habitual para reunirme con un colega del subcontinente asiático; pero antes -tres o cuatro años atrás- esa era mi hora habitual para levantarme… en fin, como que se acostumbra uno a la buena vida; o quizá nomás debo asumir mi edad y aceptar que ya no soy el que era.
Luego de terminar The Code comencé a leer The Map of Salt and Stars que es un relato doble sobre una chica haciéndose pasar por chico para acompañar a un famoso creador de mapas en la antigua región árabe y por otro lado la historia de una pequeña familia que deja Manhattan para restablecerse en Siria y luego debe recorrer media península arábiga para retornar a Estados Unidos.
Pero este libro lo iba sintiendo muy lento -es de una persona siria estadounidense, ex investigadora patológica que luego de divorciarse de su esposo comenzó a identificarse (y publicó sus subsiguientes trabajos) como hombre trans- por lo que lo dejé en pausa y retomé SPAM: A shadow history of the Internet.
SPAM lo había dejado como al 75% u 80% hace algunos meses y estoy por completarlo; es un repaso muy interesante de las formas en las que este fenómeno de internet nació y se desarrolló aún antes de que las computadoras personales (y los teléfonos móbiles) se hicieran universales.
Y ayer bajé otro libro del cual ya leí dos capítulos: Hunger de Roxane Gay… otro de esos libros: estas son las memorias de una profesora con sobrepeso que relata un antes y un después de una violación grupal y cómo la afectó en su autopercepción hasta cubrir -literalmente- su cuerpo de grasa; ahora está casada con otra poeta y -según encontré en internet- acaba de someterse a una operación de reducción de estómago.
Estoy por completar el nivel cuatro de la unidad 10 de francés en Duolingo: me faltan literalmente tres lecciones; creo que de mantener el ritmo (lo he mantenido por días) alrededor de marzo o abril del próximo año completaría el nivel cinco -el último que no es de pago en esta app-; aún no he decidido si luego continuaré francés con algún otro recurso o iniciaré el aprendizaje de otro idioma en Duolingo; podría ser alemán, japonés o aún coreano.
Ayer que era asueto por acá -se conmemora una revolución que quiso cambiar las estructuras de poder (ilusa que es la gente) hace más de cincuenta años- fuimos con Rb al super y adquirí un cuaderno universitario de cuadrícula; o sea, son hojas tamaño carta con una cuadrícula de 8 mm… había estado a la expectativa de adquirir este artículo desde que ví un par de videos en Youtube explicando cómo diseñar una casa.
Y desde ayer estoy utilizando el cuaderno para tratar de definir la distribución que quiero que la casa del puerto tenga en el segundo nivel: el primer nivel no quedó al final como yo había previsto y no estoy aún seguro si se debió a que no transmití correctamente lo que quería o a que el albañil simplemente colocó las columnas necesarias para sostener la terraza en las ubicaciones obligatorias.
Para ayudarme en esto -espero- le pedí a mi único amigo de la facultad -quien se graduó de perito en dibujo de construcción hace como cuarenta años- que me acompañe este domingo al puerto; aunque esta semana que le recordé me comentó que aún debía coordinar su ausencia con su familia… total que aún no estoy seguro si en un par de días viajaré solo o acompañado.
Al menos espero llevarme el cuaderno y revisar lo que tengo pensado con mis padres; creo que si vemos entre los tres mis ideas pueden prevenirme sobre las limitantes al construir -al final ya han construido como cuatro casas en ese lugar- o guiarme para una mejor distribución de los ambientes: 1 habitación grande, dos habitaciones pequeñas y un baño completo.
Mañana espero desayunar con uno de mis últimos conocidos de mi antiguo grupo de voluntarios -el grupo aún sigue pero la verdad no me llama la atención reiniciar mi grupo con ellos debido a los cambios que han tenido que introducir dbido a la pandemia-; la vez anterior llegó al desayuno acompañado de su padre y super tarde pues había tenido que llevar a unos familiares al aeropouerto… a ver qué tal va la reunión de mañana.
No he tenido noticias de mis hijos desde hace más de una semana y no sé si es bueno porque quiere decir que nomás están desarrollando sus actividades cotidianas sin ningún contratiempo o definitivamente no pueden comunicarse.
A mi hijo menor lo ví el sábado pasado: como no tuve clases de lengua de señas nos reunimos al medio día y almorzamos en el mismo restaurante donde cenamos una semana antes con mi hija mayor; después del almuerzo le pedí que me acompañara a adquirir un tarjetero en un comercial cercano y -aparte que el automóvil no me quería arrancar cuando salimos del comercial- pasamos una tarde tranquila en su habitación.
Además fuimos a un lugar a obtener una copia de las llaves de su casa y habitación como una medida de seguridad por si algún día no se puede comunicar o yo debo acudir al lugar por haberme quedado sin internet y necesito trabajar; también aplicamos para empezar a comprar acciones de la empresa en la que trabaja y creo que ambos aprenderemos durante el próximo año sobre inversiones.
El plan es que él adquiera cada trimestre alrededor de 25 acciones -esperamos obtener 100-, para lo cual le realizan descuentos mensuales y yo le repondré ese dinero; las acciones igual quedarán a su nombre y la verdad creo que será una buena lección de vida para ambos por el precio de unos 1,200 dólares en un año.
Y bueno, mi hija mayor me acaba de escribir para que le pague su internet domiciliar; que supuestamente retornará a trabajar a su antiguo lugar de interpretación… a ver cómo le va en esta ocasión pues aún sigue viviendo en el mismo lugar y hace unos meses había renunciado porque a causa del ruido causado por los trabajos de construcción no podía tomar muchas de las llamadas; al menos ya le he hecho saber que -al igual que su hermano menor- tiene una cuenta corriente.
Sobre el título… llevo utilizando este sabor de Linux desde que realicé trabajo voluntario en FreeGeek hace más de quince años: aunque la mayor parte de mortales utilizan Windows -y los que tienen dinero Apple- Ubuntu es una versión bastante popular entre los usuarios de software libre; el sistema se actualiza cada seis meses pero las versiones con soporte extendido son lanzadas cada dos años.
Hace más de ocho años -creo- mi buen amigo Kt me envió dos computadoras con la última versión de Ubuntu en cada una y son las que he estado utilizando mayormente para mi continua formación en programación y tecnología; una de ellas empezó a darme problemas hace como cuatro años y le instalé uno de los dos discos extras que me envió; este contaba con una versión de Windows seven.
El año pasado, a finales -creo- la segunda empezó a darme los mismos problemas y le instalé el segundo disco con Windows seven; total que me había quedado sin acceso a una máquina con Linux desde hace unos meses; hasta esta semana.
La semana pasada Rb me compartió un link que alguien de Twitter le envió donde se explicaba la forma de utilizar una inteligencia artificial por medio de Python para extraer el texto de un video de Youtube; primero se baja el video de youtube, luego se extrae el sonido y por último se le aplica el algoritmo de inteligencia artificial.
Como tenía instalado Python en ambas máquinas con Window Seven intenté instalar las librerías necesarias pero una de estas me generó un mensaje indicando que nomás funcionaba a partir de Windows 10.
Como me imaginé que con Linux -o Ubuntu- tenía menos restricciones decidí quitarle Windows seven a la segunda máquina y empecé a buscar entre los discos que tenía almacenados una opción para instalar la última versión de Ubuntu (22.04: Jammy Jellyfish); encontré un disco de 1 Tb pero al intentar formatearlo Ubuntu lo etiquetaba como fallido.
Hace un par de días acudimos con Rb a la tienda en la que adquirí las tres portátiles que les di a mis chicos cuando fueron cumpliendo los quince años y donde compro usualmente los audífonos o memorias que necesito para mis trabajos/proyectos; quería comprar un disco de 1 Tb que ví en la página de la tienda pero el vendedor me ofreció uno de medio tera pero de estado sólido (el otro era mecánico); el precio era menor (como siete dólares menos) y por 39 dólares vuelvo a estar en la comunidad del software libre…
Y sí, el algoritmo funciona: lo probé primero con un archivo de sonido de Windows -un discurso en Gettysburg- luego con un video en español y por último bajé el último capítulo de una serie estadounidense que vemos con Rb; le extraje el sonido y le aplique el algoritmo y funciona bastante bien; yo diría que entre un 95 o 96 por ciento de exactitud… pero más que eso, me agrada saber que cuento con una opción para trabajar aparte de Windows… Ubuntu otra vez
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