domingo, 11 de agosto de 2024

El final de las vacaciones -otra vez-... The end of the holidays -again-... La fin des vacances -encore-...

Pasé -casi- diez años sin tomar vacaciones y no las extrañaba; en trabajos anteriores -casi siempre con una duración de un par de años- usualmente el fin de un o y el inicio de otro marcaban mis 'vacaciones'; aunque realmente nunca lo disfruté: estar sin trabajo me intranquiliza.

Y por estas fechas mis compañeros bromean acerca de que me paso la mayor parte del tiempo de vacaciones; y no es tanto así pero el año pasado tomé -en total- más de treinta días de vacaciones y este estoy tomando aún más.

El año pasado fueron dos períodos de diez días; este año serán tres -además de los dos jueves adicionales que debo tomar cada mes-; y no es que lo previera de esa forma; de hecho esperaba conservar cinco años como balance, para la hora de mi liquidación: eso hubiera sido un pago adicional de dos meses y medio de salario.

Pero no, el año pasado el área de recursos humanos de la empresa envió un correo electrónico para informarnos que debíamos ponernos al día con las vacaciones atrasadas; y este año mi supervisora me comentó que mi exceso de días de vacaciones estaba afectando negativamente algún indice del departamento.

Según entendí, su jefe le había dicho que debía encargarse de que ese índice volviera a la normalidad: esa es la razón por la que debo estar tomando -hasta que sea necesario- un par de días de vacaciones cada mes -además de los períodos 'normales'-.

Y a ver cómo sigue eso.


El domingo pasado, a las nueve y media, llevé a Rb a su iglesia; retorné a la casa y estuve leyendo un poco, haciendo Duolingo (primer lugar de la liga!) y afinando algunos detalles de la app de react que publiqué para registrar mis gastos; al mediodía Rb me llamó para que retornarla a casa.

El resto de la tarde me la pasé leyendo -y bajando la última película de Dead Pool-; el libro de francés que estoy leyendo es una adaptación de Vingt Mille Lieues sous les mers -de Julio Verne- y estoy encontrando la lectura bastnante árdua.

El lunes me levanté a las seis y media; medité y retorné a la cama; estuve avanzando en el ciclo actual de la línea de ficción (The seven husbands of Evelyn Hugo); también pagué la primera cuota mensual de mantenimiento del apartamento; debo aún ver cómo es el pago de los impuestos sobre el mismo.

A las once empecé a prepara las papas asadas que he cocinado en cada ocasión que a Rb se le antoja que preparemos pollo asado: papas cocidas y luego asadas sobre las brasas; nos tomó bastante tiempo comopletar toda la comida: piernas y pechuga de pollo, y unos cuantos embutidos para mi persona.

Almorzamos un poco después de la una; luego de la caminata canina me puse a a desocupar el lavatrastos: había quedado con una montaña de utensilios luego de la preparación del almuerzo; también pelé y partí la papaya y preparé té para Rb y café para mí.

Durante la tarde recibí un mensaje de mi ahijada, cancelando la reunión que habíamos planeado para el sábado aunque, un poco más tarde, la reprogramé para el domingo; no me gusta mucho el día, pero a veces es lo que hay.

El martes por la tarde fuimos a los supermercados en dirección norte a comprar alimentos para los desayunos de la semana; además, desde ese día dejé de anotar las ocurrencias del día en la hoja de google que venía llenando desde hacía unos meses.

El miércoles fue mi último día de vacaciones y, además de los ejercicios antes del mediodía -y que me tocó nuevamente salir a comprar verduras porque el señor vino a la hora en la que Rb estaba en su reunión semanal de trabajo- no hubo muchas novedades.

El jueves -al igual que los días anteriores- me levanté a las seis y media; después de meditar encendí mi computadora del trabajo y entré a la reunión; como era mi retorno a labores no tuve mucho que reportar en la misma.

Rb se fue a su visita semanal al mercado del centro histórico a las nueve y media; yo me alisté y salí a las diez y media; no había mucho tráfico en el boulevard principal pero decidí caminar el par de kilómetros hasta el lugar en el cual pasan los buses intermunicipales.

Abordé el bus un poco después y me apeé en la estación final: al lado de la estación intermedia del transmetro más grande; luego busqué como llegar al Obelisco pues desde allí planeaba caminar otro par de kilómetros hasta el lugar del almuerzo con el equipo de trabajo.

Pero el transporte público de la ciudad es un relajo: hay varios sistemas en las avenidas principales que funcionan con diferentes tarjetas de pago -de las cuales no poseo ninguna-; afortunadamente pasó un bus de un nuevo experimento municipal -incluso aún no están cobrando- y lo abordé para dirigirme a la terminal.

Un poco antes de llegar al punto final de la ruta me apeé y caminé durante  casi media hora para llegar al mismo centro comercial en donde tuvimos el último almuerzo de fin de año -en donde pagué más de diez dólares solo de parqueo-.

Llegué con un par de minutos de anticipación y encontré al mismo dev que llegó a la reunión de los juegos del jueves anterior y, llegando, a uno de los nuevos devs que acaban de agregarse al equipo; en la siguiente media hora empezó a llegar el resto de personas -al final nos reunimos como una docena-.

El restaurante en cuestión tiene el nombre de una especia hindú por lo que se podía adivinar cuál sería la naturaleza de la comida; y no me gustó: demasiado exótica y las cantidades fueron muy pequeñas; sentí que el costo de la misma -que debió ser bastante elevado- se justificó más por la presentación -era una bandeja de cobre con la mayor parte de utensilios del mismo material-.

Mientras los alimentos estaban siendo servidos mi supervisora realizó una presentación sobre los resultados del último trimestre -y mostró, como un proyecto, mi propuesta de educación en ciberseguridad- según los cuales no le ha ido tan mal a la empresa durante este año.

A las tres de la tarde nos despedimos y un poco después me dirigí a la otra reunión que había programado para ese día: el dev con el que trabajé hace diez años -y que ahora vive en el Imperio del Norte, y me ha ayudado en la transferencia de dinero a mi hija mediana- vino unos días y tenía pendiente invitarlo a un café -o desayuno- desde hacía mucho tiempo.

Llegué al lugar un poco después de las tres y media y me dispuse a esperarlo; en el ínterin conecté los dos teléfonos que cargaba -el antiguo, quebrado; y el nuevo, aún en fase de configuración- con la red del comercial y la de la telefónica.

Un poco antes de la hora acordada -cuatro de la tarde- mi amigo me escribió para decirme que estaba en el tráfico y que llegaría con treinta o treinta y cinco minutos de retraso; seguí esperando y a la hora indicada mi amigo me indicó que ya se encontraba en el lugar; lo raro fue que en el mismo restaurante hay como tres o cuatro sucursales de la misma panadería industrial -y restaurante-, por lo que aún tuve que subir -y bajar- varios niveles para encontrarlo.

Al final nos encontramos -está un poco más gordo que hace cinco años- y, como me indicó que no había tenido tiempo de almorzar, lo invité a un almuerzo en el lugar -super caro! como veinte dólares por una pasta- y yo compré un capuchino y un pastel de zanahoria.

Mi amigo andaba con su hija de dos años -nacida en el imperio del norte- y su esposa -a la que la empresa también proveyò de trabajo para que ambos pudieran habitar en uno de los estados sureños de ese país- por lo que un poco despues llegaron a saludarlo -y a dejarle a la niña-.

Estuvimos en el lugar un poco más de una hora y media -le entregué la penúltima bolsa de café que traje de la jornada médica- y le agradecí por los servicios que me ha estado prestando durante los últimos cinco años -aún no sé si seguiré enviando dinero a mi hija mediana por su medio-.

Un poco después de las seis salí del comercial y, viendo que la ruta de retorno hacia mi casa estaba un poco complicada -por la hora el Transmetro iba a estar muy lleno- ordené un Uber moto hasta una estación intermedia; estaba empezando a lloviznar pero, afortunadamente, fueron solo unas gotitas; media hora después -y tres dólares más tarde- estaba apeándome en la estación cerca de la cual se encuentra el Mc Donald's donde me he reunido con mi amigo, el poeta.

En la estación tomé el Transmetro en dirección sur y me apeé en la estación que se encuentra en el comercial desde donde salen los busitos que vienen hasta casa; a donde llegué alrededor de las siete y media; por la noche estuve haciendo Duolingo y avanzando un poco en mis lecturas -también he estado jugando (a veces obsesivamente) ajedrez contra el teléfono-.

El viernes me levanté a las seis y media, medité e ingresé a la reunión diaria del equipo de trabajo; un poco después -y de acuerdo a lo que habíamos conversado con los dos compañeros de área que acudieron al almuerzo del jueves- le pedí a nuestro project manager que nos reuniéramos para ver algunos riesgos del proyecto.

Nos reunimos a las once, por lo que no pude acompañar a Rb en la realización de la rutina de ejercicios de los viernes; la reunión duró un poco más de media hora y básicamente le comentamos al PM que -debido a los cambios que ha estado sufriendo el proyecto- la calendarización inicial estaba en riesgo de cumplimiento.

Al final, como no se veía nada claro, les pedí a todos que nos comprometiéramos a un par de acciones -yo elegí hacer una comparación entre la calendarización anterior y el estado actual del proyecto-, lo que me ocupó el resto del día -estuve tan inmerso en la actividad que ni siquiera preparé el típico té de la tarde-.

A las cinco envié un correo con el resultado de la comparación que estuve realizando durante todo el día; luego seguí trabajando en la afinación de los detalles de la app que he estado trabajando para trackear mis gastos diarios.

Por otra parte -justo una semana después de mi última visita-, mi prima favorita me contactó por WA -realmente me contactó el día anterior pero traté de ignorarla- para que le prestara ciento cincuenta dólares; que supuestamente retornarían la última semana del mes; le contesté por la mañana y acordé prestarle sesenta dólares (los cuales anoté como un regalo en mi tracking de gastos).

Ayer me levanté a las seis y media de la mañana pues quería meditar y hacer Duolingo antes de salir; habíamos acordado con Rb acudir a los supermercados en dirección norte; a los cuales nos dirigimos luego de que ella terminara de desayunar.

Almorzamos unos hashbrowns de papa y queso y a las dos y media -luego de sacar a caminar a los perros- tomé el auto y me dirigí a la habitación de mi hijo -un par de días antes me había contactado por WA para que lo ayudara a mover sus últimas posesiones al apartamento que acabo de adquirir-.

Pasé a llenar el tanque de gasolina -treinta dólares- y llegué justo a tiempo a la casa en donde mi hijo ha vivido durante los últimos cuatro años; lo ayudé a bajar algunas cajas -y una guitarra- y nos dirigimos al apartamento; luego de subir sus últimas posesiones preparé té y -su hermana salió de su habitación- tomamos té y galletas.

Luego le propuse a mi hijo que me acompañara a su antigua habitación pues quería pasar por la bicicleta estacionaria -habíamos acordado que la adquiriría, abonando una parte a su cuota mensual de mantenimiento y acreditando el resto a su línea de crédito- y le ofrecí acompañarlo al supermercado y retornarlo al apartamento.

La bicicleta no es muy pesada -doscientos dólares-; le quitamos el timón y el asiento y la metí a los asientos traseros del automóvil; luego lo acompañé al supermercado que se encuentra en la misma colonia y -como no habían algunos artículos que él buscaba- pasamos a otro supermercado en el camino hacia el apartamento.

Pasé a dejarlo al edificio y luego tomé el camino de retorno; me metí por la ruta paralela a la universidad, olvidando que era la hora en la que salen los estudiantes universitarios de la jornada vespertina del sábado, por lo que me costó un poco pasar por el lugar.

Pero no estuvo tan mal; un poco antes de las seis estaba estacionándome frente a la casa de Rb; bajé la bicicleta estacionaria y estuvimos reordenando un poco la sala para hacer un espacio adecuado para la misma; por la noche terminé de ver Rebel Moon II.

Hoy me levanté a las seis y media; medité y, luego de hacer Duolingo, salí a preparar el desayuno de los Domingos; luego estuve escribiendo un poco en el blog y, un poco después de las ocho, me metí a la ducha; Rb salió de la habitación un poco después y me despedí de ella; pues había quedado de reunirme con mi ahijada a las nueve, en un Mc Donald's cerca del centro histórico.

No había nada de tráfico por lo que llegué con veinte minutos de anticipación; le envié un mensaje a mi ahijada, comentándole que ya estaba en el lugar y me entretuve jugando algunas partidas de ajedrez; un poco después de las nueves se hizo presente y compartimos un desayuno típico del lugar.

En total nos estuvimos dos horas entre desayuno y conversación -también ella invitó a pastelitos-; le llevaba los chocolates que mi antiguo supervisor me regaló en nuestro último desayuno -y unas gomitas que me sobraron del almuerzo del jueves-; ella me llevaba una caja de galletas danesas.

La conversación cubrió los temas típicos: familia, trabajo, amigos, vida, muerte, etc; un poco después de las once ofrecí pasarla a dejar a una de las avenidas principales del centro histórico -en donde la he dejado en las ocasiones anteriores- y luego retorné a mi casita.

Cuando entré a casa encontré a Rb haciendo una rutina de bicicleta estacionaria, guiada por un video de Youtube; cuando ella terminó me puse mi ropa de ejercicios -short, banda en la cabeza y pesas en las piernas- y completé los mismos quince minutos; luego me bañé -de nuevo-.

Luego estuve buscando opciones para bajar los videos de Youtube y de cambiar la voz de la señora española que dirige los ejercicios pues su tono es muy agudo; luego de algunos scripts en mi máquina con Linux le mostré el resultado a Rb y le pareció.

A la una me puse a preparar la ensalada con la que usualmente acompañamos las alitas de pollo de los domingos y después del almuezo sacamos a caminar a los perros de Rb...

The works...

No hay comentarios:

Publicar un comentario