viernes, 21 de noviembre de 2025

Ejercicios... working out... faire du sport...

Hasta mis cincuenta años -o algo así- nunca hice deportes de forma rutinaria; o sea, en la escuela primaria jugaba partidos de futbol -incluso algunos formales-; igual en básico y bachillerato.

Y en la facultad me tocó que tomar un curso obligatorio de deportes durante el primer semestre: nomás correr y correr; incluso estuve intentando salir a correr durante el segundo año, pero me reencontré con un problema: hiperventilo bastante rápido.

O sea, corro algunas cuadras y empiezo a respirar demasiado rápido; lo mismo -o casi- ocurre cuando hago algún esfuerzo extra -como cuando he ayudado a empujar un auto para arrancarlo en segunda velocidad-.

Creo que desde mi adolescencia sospeché que tenía alguna relación con la causa de muerte de mi padre -un mes antes de que naciera-; sospecho -no sé si se puede confirmar- que hay algo de malo con mi sistema respiratorio -o todo el sistema, por lo que también me cuesta escuchar algunos tonos-. 

Cuando estaba en mi primer trabajo despues de la universidad consideré asistir a un gimnasio; alguien con quien compartí casa unos meses era fanático de la salud física; pero nomas fui un día.

Y entonces -treinta años después- Rb empezó a hacer ejercicios porque uno de sus doctores le sugirió que la podía ayudar a controlar sus accesos de ansiedad; con ella habíamos hecho algunas tarde de yoga cuando empezábamos la relación.

Pero, esta vez, sí nos dedicamos con seriedad al asunto: primero fueron dos días a la semana de ejercicios aeróbicos por treinta minutos; luego le agregamos pesas, luego le agregamos otros diez minutos, luego le agregamos resistencia, luego le agregamos otros diez minutos.

Al final terminamos con una rutina de tres veces a la semana, a primera hora, de cincuenta minutos con una mezcla de ejercicios aeróbicos, de fuerza y de resistencia; hasta esta semana: Rb se sometió a una histerectomía y debe guardar reposo por casi tres meses.

En estos tres años yo me he ausentado por uno o dos días -o incluso por ocho- pero Rb ha continuado ella sola la rutina; yo le indiqué que no lo haría -seguir en solitario-; así que, por el momento, el periodo más prolongado de ejercicios ha terminado.

Y a ver cómo sigue eso... 

El lunes empezó normal la semana: meditación a las seis y veinte, luego la rutina de ejercicios de los lunes; después entré a la reunion, y luego la ducha matutina; el resto de la mañana estuvo bastante tranquilo.

Almorzamos unas piernas cocidas en aceite y ensalada; habiamos sacado a caminar a los perros antes del almuerzo por lo que, luego de este, nomás esperé un poco antes de lavar los trastos y preparar el té y el café.

Al terminar la jornada laboral -a las cinco de la tarde- nos dirigimos a los supermercados en dirección norte; Rb quería comprar un pocillo de porcelana, para preparar té; tambien compramos, en la tienda verde de descuentos, un par de recipientes herméticos, y yo compré un litro de vinagre.

El martes empezó la saga de la cirugía de Rb: me levanté a meditar a las cuatro y veinte; había escuchado que Rb ya estaba despierta y, cuando salí de la habitación, la encontre tomando un atol -se lo habían prescrito-.

A las cinco de la mañana abordamos el automóvil y nos dirigimos al hospital del centro histórico; por lo temprano el tránsito estaba bastante fluido: llegamos veinte minutos antes de las cinco y estacioné el auto frente al lugar.

Un poco después de las seis empezó a llegar el personal médico; esperamos un momento y luego entramos a recepción; tuve que comprar una mascarilla para entrar -y mover un poco el auto pues me había estacionado en el lugar de las ambulancias-; la recepcionista del hospital le entregó a Rb tres formularios.

Nos acomodaron en una de las habitaciones y Rb llenó los tres formularios -eran autorizaciones y descargo de responsabilidad para el hospital-; la acomañé hasta las siete menos veinte y luego nos despedimos.

Saliendo del lugar saludé a una anciana que -un poco después- sospeché que era la hermana de Rb -se había ofrecido a acompañarla durante el día-; el viaje de vuelta estuvo bastante tranquilo y a las siete y veinte estaba entrando en casa.

Intenté dormir un poco más pero no pude conciliar el sueño; de todos modos me estuve en cama hasta las ocho menos cinco; a esa hora me levanté a encender la computadora para entrar a la reunión diaria.

No hubo muchas novedades en la reunión; después de la misma -a las nueve menos cuarto- les dí de comer a los perros -Rb me confeccionó un documento con las horas y los detalles para alimentarlos, y aplicarle gotas en los ojos a la más anciana-.

Después de alimentar a los perros me volví a meter a la cama e intenté -nuevamente- dormir un poco; pero no lo logré, por lo que me levanté a desayunar, después de las gotas de las diez para la perra más anciana.

El trabajo estuvo tranquilo; intenté dormir otro poco durante la mañana, pero nomás me estuve un rato en la cama de Rb; al medio día recibí una llamada de la analista que está en el Imperio del Norte: estaba teniendo dificultades en seguir un documento que tengo asignado desde hace varios meses.

Un poco después me llamó mi supervisor para cuestionar por qué el documento estaba incompleto; la verdad es que no le había puesto mucha atención, por lo que me ofrecí a revisarlo; lo que estuve haciendo hasta mitad de la tarde.

De hecho, por estar trabajando en la actualización del documento almorcé tarde, y me tocó que sacar a caminar a los dos perros grandes al mismo tiempo -usualmente, cuando estoy solo, los saco uno por uno, por precaución-.

Después de sacar a caminar a los perros les dí el almuerzo; por la tarde terminé de leer el libro de la línea de español -decidí terminarlo en el intermedio del libro de no ficción-; a las cinco cerré la computadora del trabajo y me llevé la personal a la cama de Rb.

Terminé de ver la última película de Leonardo de Caprio; también ví el tercer capítulo de Pluribus; el resto de la noche, después de darles la cena a los perros, me estuve viendo videos de Youtube; hasta las diez: como no quería dormirme muy tarde decidí meditar antes de las once; luego los saqué, por última vez al patio.

El miércoles me levanté a las tres pues Rb le ha dado -por los últimos cuatro años- una comida extra (de pollo) a su perra más anciana a esa hora; le dí el pollo, la saqué al patio y le apliqué unas gotas en los ojos.

Después traté de dormir un poco: planeaba levantarme a las cuatro y veinte pues tenia que cocer un huevo -hervido- para complementar los alimentos del día de Rb; no pude dormirme pero me quedé entre las sábanas hasta las cuatro y cuarto.

A esa hora me levanté, medité y luego salí a hervir un par de huevos -el día anterior había consumido uno de esa forma para el almuerzo-; después saqué de la refrigeradora la bolssa que Rb había dejado preparada para su primer día de recuperación hospitalaria.

A las cinco y cinco abordé el automóvil y me dirigí al hospital en el que Rb fue intervenida el día anterior -histerectomía-; el tránsito estaba tranquilo, aunque en el centro histórico -aún a esa hora- se complica un poco.

De todos modos llegué a mi destino a las seis menos veinte; me parqueé frente al espacio designado para ambulancias y me puse a jugar algunas partidas de ajedrez; a las seis y cinco, cuando ví que ya habían abierto, entré al lugar; la recepcionista me indicó que podía entrar hasta el área de encamamiento.

Entré y todo estaba cerrado, y vacío; pero el día anterior habíamos conversado con Rb y quedado en que llamaría a su hermana para que saliera a encontrarme -la señora (dieciséis años mayor que Rb) la acompañó desde el día anterior-; lo cual hice.

Encontré a Rb saliendo de la ducha -o sea, ya estaba en la cama pero acababa de salir del baño-; le entregué la bolsa con el desayuno y me estuve en el lugar hasta las seis menos veinte; conversando un poco -Rb me presentó a la enfermera, y contó la forma en la que nos conocimos-.

A las seis menos veinte salí a encender el auto e iniciar el camino de retorno a casa; el tránsito de vuelta estaba bastante tranquilo con lo que, a las siete y veinte, estaba estacionando el auto frente a la casa de Rb; puse la alarma para las ocho menos cinco e intenté dormir, pero no lo logré.

Cuando la alarma sonó me levanté a encender la computadora del trabajo; como estaba solo le quité el headset y estuve en la reunión con los altavoces de la computadora; en el ínterin serví las porciones del desayuno de los perros.

El resto del día continué con la rutina del cuidado de los perros; la cual es bastante pesada: a la perra mas anciana hay que aplicarle tres tipos diferentes de gotas para los ojos en tres momentos diferentes; hay que darles de comer tres veces al día -cuatro a la más anciana-; sacarlos a caminar y algunas otras actividades adicionales.

Al final de la tarde -como a las cuatro- mi hija mediana me escribió para que pagara por la construcción de la división en el espacio de la sala del departamento -ahora será su habitación-; desde la mañana me había indicado que estaban trabajando en eso por lo que le pedí un par de fotos del trabajo, luego transferí los trescientos setenta dólares a la cuenta que me indicó.

Cuando terminé de trabajar -o al menos el horario- me dirigí a los supermercados en dirección sur; aunque nomás caminé al más cercano; compré un par de racimos de bananos -verdes- y tres pequeños paquetes de frijoles volteados; terminé el día alimentando a los perros a las nueve menos cuarto y sacandolos por última vez al patio a las once de la noche. 

El jueves empecé la rutina -que me debía mantener por casi dos semanas- a las tres de la mañana, alimentando a la perra más anciana, luego aplicándole unas gotas en los ojos y, por último sacándola al patio; luego retorné a la cama; lo bueno del día fue que no tenía que reiniciar a las cuatro.

Originalmente Rb me había pedido que ese día le llevara también alimentos para el día -había dejado preparado un paquete en la refrigeradora- pero, como le habían dicho que ese día le tocaba salir, y ademas no había consumido todos los alimentos que le llevé el miércoles, me pidió que nomás llegara por ella al mediodía.

Con lo que me levanté a las siete y media -me costó un poco volver a dormirme luego de las tres, pero sentí que descansé bastante-, medité y después entré a la reunión del equipo; en la que nos indicaron que debíamos realizar unas pruebas en una nueva versión en uno de los servidores.

Durante la mañana, además de hacerme cargo de los perros, estuve conversando con Rb para darle seguimiento a su salida del hospital; a media mañana me pidió que le transfiriera mil dólares a su cuenta -había mantenido en mi cuenta casi tres mil dólares desde varios años atras- y, a las once y media, me pidió que fuera por ella.

Me alisté, le avisé al analista que mejor me cae que iba a estar ausente -aduje problemas de conexión- y salí a tomar el auto; además llevaba una bolsa con seis onzas de flores de loroco, que la hermana de Rb le había pedido -y yo había cosechado después de la reunión del equipo-.

Cuando iba a un par de cuadras, ya en el boulevard, iba a poner un audio de portugues, pero me percaté que había tomado el celular que Rb ya no utiliza -se parece bastante al que estoy usando actualmente-; iba a retornar pero decidí continuar en el camino -lo cual fue un gran riesgo, pues iba completamente incomunicado-.

El tránsito estuvo un poco pesado en un par de puntos del camino; pero no excesivamente; de hecho me tomó casi el mismo tiempo que los viajes realizados a las cinco de la madrugada; eso sí, traté de ir con un poco más de precaución.

Por la hora también decidí entrar por el lado contrario del centro histórico; lo que me complicó un poco el final del trayecto; pero no mucho; un poco antes de las doce y media estaba parqueándome en la calle del hospital -no me pude parquear enfrente porque había una buena cantidad de vehículos-.

Creí que me iba a tocar que pagarle a algún indigente por 'cuidar' el vehículo -práctica que siempre me ha frustrado- pero, por haberme parqueado a casi media calle, la persona 'a cargo' de la acera no estaba pendiente de esa área.

Como andaba escapado de mi trabajo no puse mucho cuidado en parquearme correctamente -deje el auto bastante separado de la acera-, corrí a la recepción del hospital y la señora me indicó que podía entrar directamente a la habitación.

Pero la puerta del áre de encamamiento estaba cerrada y nomás se podía abrir desde el interior; había otra persona allí esperando -con uniforme médico- pero tampoco sabía como entrar; me percaté de un timbre en una de las paredes y lo presioné -aunque creo que no con la suficiente fuerza-.

Un poco después la persona se retiró y yo volví a presionar el timbre, el cual ahora si sonó en el interior; una señora salió a abrir y le indiqué que iba por una paciente; me dirigí a la habitación de Rb, toqué -luego de dudar de que fuera la correcta- y me respondieron afirmativamente.

Saludé a Rb y a su hermana y empezamos a preparar la salida; pero ellas fueron a despedirse de todo el personal; tomé el par de mochilas que Rb habia llevado y me dirigí al automóvil, lo moví para el frente del hospital y esperé muy poco a que salieran del lugar; a Rb la sacaron en silla de ruedas pero le tocó que caminar pues el auto estaba al otro lado de la calle.

Nos despedimos de la hermana de Rb -ella se fue a abordar el autobús en una calle aledaña y nosotros iniciamos el camino de vuelta; al final me ausente menos de dos horas -el final del camino lo conduje bastante despacio pues Rb se quejó de los túmulos-.

Cuando vine saqué a caminar a los perros; luego le serví parte de los alimentos que Rb trajo de vuelta -y me preparé las cuatro tortillas de maiz que he estado consumiendo desde el marte-; también confirmé con uno de los analistas si se habían reunido.

Pero no, no hubo ninguna reunión en mi ausencia; lo que si hubo -no ví el correo hasta mas tarde- fue un mensaje de mi supervisor pidiendo el detalle de las pruebas que -supuestamente- había hecho sobre una funcionalidad; temí la implicación del mismo -el correo incluí a mi supervisora local como destinatario- por lo que intenté preparar una buena respuesta.

La cual, realmente, no existía: la verdad es que no me he esforzado en realizar correctamente mi trabajo desde hace varios meses -años?-; de todos modos recabé la información, prepare un cuadro -aceptable, según yo- y respondí al correo.

La tarde continuó igual que la anterior -y, me imagino que las siguientes-; con la diferencia de que Rb me agradeció varias veces por hacerme cargo de todo; y yo quejándome de que mi trabajo ya no me satisface; pero bueno.

Al final de la tarde iba a ir al supermercado a comprar bananos; pero, haciendo cuentas, aún nos quedaban para terminar el día y empezar el siguiente, por lo que nomás fui a la panadería por el pan para los desayunos de viernes, sábado y domingo -hasta más tarde me dí cuenta que sí debía haber ido al supermercado pues nomás me quedaban tres tortillas de maíz-.

Por la noche ví la segunda parte de una película española en la que actúa el protagonista de las dos películas antiguas de Hellboy; también hice Duolingo, le dí de comer a los perros de Rb y, un poco antes de las once, los saqué por ultima vez al patio.

Y a ver cómo sigue eso... 

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