martes, 30 de julio de 2024

El retorno a casa 2024 (el final)... Back home 2024 (the end)... Le retour à la maison 2024 (la finalisation)...

Se suponía que el último amigo al que vería en mi visita a casa de este año pasaría por a las diez de la noche para tomarnos un café en un comedor al lado de la estación de buses del Puerto; el año anterior habíamos procedido de la misma forma aunque en esa ocasión -un año después de habernos reencontrado- nos acompañó su esposa y su hijo.

Pero, quizá sin mucha sorpresa, durante la noche estuvo enviándome mensajes indicando que estaba por desocuparse y al final pasó media hora más tarde de lo acordado; mi hermano salió a saludarlo y luego nos dirigimos a la estación -en esta ocasión no lo acompañaba su familia-.

Le comenté lo que acababa de ocurrir con mi ex compañero del bachillerato -su fallecimento- y, aunque en la última ocasión que conversamos, su esposa había indicado que conocía a la hermana de mi amigo, él no pudo identificarlo.

El tránsito estaba bastante tranquilo y unos pocos minutos después estaba parqueándose frente al comedor; me indicó que, como había tenido una celebración de cumpleaños -además de la cena habitual- nomás quería un café; yo ordené una tortilla de harina -mi platillo favorito del lugar-.

Estuvimos un poco más de una hora entre alimentos y conversación y quince minutos antes de la medianoche me acompañó a la fila de abordaje del autobús; me pareció intersante que -al igual que en mi viaje al departamento colindante con nuestro vecino del sur- en el viaje de vuelta a la ciudad no me obligaron a desprenderme de mi herramienta multiusos antes del abordaje.

El viaje de vuelta no tuvo muchos contratiempos: nomás me pareció interesante que mi vecina de asiento se mostrara un poco locuaz; y creo que la explicación la encontré un poco antes de entrar a la ciudad: un policía abordó el bus para verificar identificaciones y resultó que la chica era migrante.

Y las respuestas que le dió al policía me parecieron de lo más particular: en vez de un documento le mostró el boleto del bus y le indicó que estaba tramitando su identificación y que ese era su comprobante; mencionó que tenía doce años de vivir en el país pero su acento era muy fuerte.

Un poco después de que el policía bajara -no le prestó mucha atención, realmente-, ví que intercambiaba miradas con un par de ancianos que viajaban en el lado opuesto del pasillo y luego llamó a alguien para comentarle que acababa de pasar por el 'último' puesto de migración; pobre gente.

El otro incidente ocurrió mas o menos a medio camino -afortunadamente en este horario de viaje no hay una parada a mitad de la ruta-: durante el día un camión que transportaba una cisterna de combustible había volcado y la ruta estaba dañada; nos tocó que esperar casi una hora para pasar.

Lo bueno es que dormí la mayor parte del trayecto: un poco después de abordar el bus empecé mi período de meditación -dándome cuenta casi en el acto de que no había hecho Duolingo en todo el día-; me resigné a dejar pasar el día sin mi lección diaria, pues igual -por no haberme saltado un día en los últimos tres años- tengo cuatro freezes.

Pero, unos pocos minutos antes de medianoche, el copiloto pasó revisando los pasajes de abordaje y tuve que abrir los ojos para mostrarle mi recibo; por lo que aproveché los últimos tres minutos del día para mantener mi streak intacto.

Después de medianoche intenté nuevamente meditar pero no completé los doce minutos; ingual, a pesar de que esa era uno de mis inquietudes: romper el hábito de meditar antes y después de dormir; pude ir y retornar manteniendo la rutina.

Por la hora que perdimos en el accidente a mitad del trayecto no nos salvamos del tráfico matutino de la entrada a la ciudad: en vez de entrar a la estación a la hora esperada (entre cuatro y cinco de la mañana) lo hicimos un poco después de las seis de la mañana.

Como tenía la mochila conmigo -no me tocó dejarla en el equipaje, como en el viaje de ida- nomás me apeé del autobús y me dirigí a la estación del Tansmetro que se encuentra a cuatro o cinco calles de distancia.

No había mucha cola para abordar las unidades por lo que un poco más tarde estaba apeándome del mismo en el comercial en donde se estacionan los busitos que vienen por la colonia; afortunadamente ya había uno a punto de partir; por lo que, un poco después de las siete de la mañana estaba tomando la llave de emergencia que mantenemos en el jardín de Rb y entrando a casa.

Concluyendo el viaje a casa del 2024... 


lunes, 29 de julio de 2024

El retorno a casa 2024 (la estadía)... Back home 2024 (the stay)... Le retour à la maison 2024 (le séjour)...

Antes de viajar había considerado que iba a ser un poco difícil mantener mi hábito de meditar antes de dormir y después de levantarme; como lo he estado haciendo por más de cuatro meses: iba a dormir prácticamente dos noches en el autobús y temía que la cama en la que iba a dormir en casa de mi hermano estaba en un lugar abierto; y mi hermano es bastante fundamentalista en temas espirituales; nomás no quería generar conflictos fraternos.

Pero no, en el viaje de ida pude meditar bastante bien antes de la medianoche y, gracias a que mi hermano me cedió la habitación de mis papás -con seguro en la puerta- pude meditar sin ningún problema de privacidad el jueves por la mañana.

Había puesto la alarma del celular para las seis de la mañana pues había acordado con mi único amigo de la infancia de pasar por su casa -con mi hermano- alrededor de las siete de la mañana; después de los doce minutos de meditación me metí a la regadera  y luego me puse a leer un poco en la sala de la casa.

Mi hermano salió un poco después de su habitación y un poco más tarde mi amigo llegó en su moto; nos dirigimos a un comedor que queda en las afueras de la empresa portuaria del lugar -habíamos desayunado en el mismo lugar con mi hermano el año anterior-.

En el lugar ordenamos tres desayunos bastante típicos: huevos con frijoles y refresco de tamarindo -aunque yo preferí una coca cola: había aceptado que tenía que tomar un desparasitante después de esa comida pero no quería arriesgarme demasiado-.

Nos estuvimos un poco más de una hora en el lugar; entre desayuno y conversación: mi hermano mayor y mi amigo han mantenido una relación bastante estrecha a través de los años y tienen muchas anécdotas en común.

Un poco después mi hermano sugirió que nos dirigiéramos a uno de los balnearios de la montaña y, después de que mi amigo pasara a llenar el tanque de su motocicleta, nos dirigimos al camino de terracería que se adentra en el monte.

Llegamos poco después a un lugar en el que alrededor de un par de pozas de agua se encuentra la escuela de la aldea y un pequeño comedor; mi hermano nos invitó a una gaseosa y nos estuvimos en el lugar hasta el final de la mañana.

Cerca del mediodía les indiqué que debía llegar a donde mi amigo del bachillerato a las doce y media -había intercambiado un par de mensajes con él más temprano y me había compartido la ubicación de su casa por WA-; mi hermano había pensado que mi amigo de la infancia iba a acompañarme -el año pasado fuimos juntos a su oficina- pero le indiqué que en esta ocasión era nomás yo el invitado.

Retornamos un rato a la casa y un poco después de las doce le pedí a mi hermano que me condujera a la casa de mi amigo del bachillerato: su casa se encuentra en un punto intermedio entre los dos puertos en los cuales crecí.

Llegamos a la colonia de mi amigo justo un par de minutos antes de la hora indicada: me apeé un poco antes de la motocicleta y le escribí para comentarle que me encontraba frente a la escuela del lugar; mi amigo me mandó un audio en whatsapp para que caminara un par de casas más.

Llegué al lugar -mi amigo estaba sentado en el patio de su casa- y nomás se saludaron con mi hermano; quien se retiró del lugar; estuve con mi amigo durante el siguiente para de hora poniéndonos al día del último año; la conversación giró bastante sobre su estado de salud: su pronóstico de vida no pasaba de un año.

También estuve jugando un rato con uno de sus perros; un pequeño que parecía tener mezcla de salchicha y chihuahua pero que tenía muy buena energía para estar corriendo tras una pequeña pelota de caucho; que retornaba cada vez que se la lanzaba a un extremo del patio.

Cuando llegué a la casa de mi amigo había una chica -que creí que era su esposa- atendiéndolo; al llegar me ofreció un vaso de refresco y luego le ofreció a mi amigo café; del que también compartí una taza; al final la chica no era su esposa sino una sobrina; la esposa llegó un poco después de las dos de la tarde.

Al llegar la esposa de mi amigo le preguntó si iba a ir a la oficina -tienen una oficina de trámites aduanales en el puerto- pero él contestó que no se sentía con ánimos; a esa hora le indiqué a mi amigo que estaría media hora más y luego me retiraría, para dejarlo descansar.

A las dos y media nos despedimos y caminé un par de cuadras hasta la ruta principal que une ambos puertos; iba a tomar un taxi -allí son bastante populares y cobran un dolar por el viaje- pero al final decidí esperar un bus que nomás me cobró medio dólar.

Aprovechando que tenía tiempo libre -mi próxima reunión era hasta cinco horas después- pasé a saludar a la hermana de mi madre con quien mejor se han llevado; al igual que el año pasado encontré en el lugar a un par de primas y varios de sus hijos -y al segundo bisnieto de mi tía-.

Mi tía me ofreció almuerzo y me sirvió una cantidad bastante abundante de mi comida favorita del puerto: Rice and beans; estuve departiendo con mi tía y su familia durante la siguiente hora o así y luego me despedí, comentándoles que retornaría a la ciudad por la noche.

Entonces  retorné caminando el par de kilómetros que separa la casa de mi tía de la casa de mi hermano mayor; lo encontré en la sala de su casa conversando animadamente con un par de personas: uno de ellos se mostró bastante entusiasmado de encontrarme -nos conocimos de niños- y el otro indicó conocerme, aunque yo tuve dificultades -en ese momento- de ubicarlo.

Estuve el resto de la tarde en la casa de mi hermano, descansando un poco en la sala y un poco después de las cinco inicié una videoconferencia con su mejor amigo -que ahora vive en la ciudad del Imperio del Norte en la cual pasé un par de años-.

La conversación es frecuentemente la misma: recuerdos de su juventud, repaso de las amistades, y revisión de planes para el futuro a mediano plazo; como veía que la conversación se extendía le indiqué a nuestro amigo que me avisara cuando faltaran quince minutos para las siete de la noche -seis de la tarde en su ciudad-.

A la hora indicada les indiqué que debía dirigirme a mi última reunión del viaje y mi hermano me condujo al McDonald´s de un centro comercial que se encuentra a medio camino entre ambos puertos: allí encontré al otro amigo del bachillerato a quien había visto el año anterior.

Invité a mi amigo a un pequeño refrigerio y estábamos empezando con el café cuando me comentó que habían avisado en el chat del grupo de bachillerato que nuestro amigo había fallecido; yo me mostré extrañado pues habíamos departido apenas cuatro horas antes.

Pero, la hija menor de mi tía -yo les había comentado de dónde llegaba cuando pasé por su casa- me llamó por Facebook y me confirmó la noticia; además, me indicó que el velorio ya había empezado y que se estaba realizando en un salón de usos múltiples de la calle donde viven.

Acordamos con mi amigo ir un rato al velorio y, luego de llamar a su hija -andaba en el comercial con su novio-, comentarle la situación y pedirle que le diera tiempo en el lugar; nos dirigimos al lugar en el que se estaba realizando el velorio.

En el lugar habían veinte o treinta personas; la mayoría jóvenes y la mayoría fuera de las instalaciones; con mi amigo nos sentamos un rato en las sillas del interior y luego pasamos a brindarle el pésame a la -ahora- viuda de nuestro amigo.

Estaban en el lugar ella y su hija, junto con el papá y la hermana del fallecido; la señora me comentó que alrededor de media hora más tarde de mi despedida mi amigo se había puesto bastante mal: comenzó a vomitar sangre y, aunque hicieron llegar una ambulancia e intentaron estabilizarlo, falleció.

Estuvimos con mi amigo en el lugar un poco más de media hora -incluso acepté uno de los pequeños tamales que estaban obsequiando a los asistentes- y luego él me condujo -también anda en motocicleta- hasta la casa de mi hermano mayor.

Cuando llegué a la casa le comenté a mi hermano lo sucedido y él se mostró más afectado de lo que esperaba; después nomás esperamos hasta las diez de la noche; hora en la que mi otro amigo de juventud había acordado en pasar por mí para llevarme a la estación de buses.

domingo, 28 de julio de 2024

El retorno a casa 2024 (la partida)... Back home 2024 (the going)... Le retour à la maison 2024 (le départ)...

Cuando compré el boleto para ir a la casa donde crecí -hasta los dieciocho años- me di cuenta que había una opción para las siete de la noche; generalmente elijo el último viaje del día pues prefiero viajar de noche; y hasta la última vez el último viaje era a las seis de la noche; usualmente la hora de llegada a la estación de la cabecera departamental es alrededor de medianoche.

Sopesé elegir el viaje de las siete de la noche; pero luego pensé que estaría afectando a mi hermano mayor pues, en vez de media noche, tendría que ir por mí a la estación a la una de la mañana o a una hora similar; total que elegí el viaje de las seis; y el pago tampoco estuvo nada fácil: el sitio de pago de la empresa de transportes no me aceptó la tarjeta de crédito por tener fecha de vencimiento: 07/24; por alguna razón la tomaba como ya vencida.

La tarjeta de débito de Rb también tenía el mismo mes/año como fecha de vencimiento por lo que tampoco era posible utilizarlo; contacté a mi amigo que vive en el otro extremo de la ciudad y, afortunadamente, la fecha de vencimiento de su tarjeta es para el próximo año; le transferí los quince dólares del valor del boleto y un poco después me envió la copia del mismo.

Eso fue un par de días antes del viaje; el miércoles, luego de las rutinas diarias (rutina de ejercicios de los miércoles) y de comprar tiempo de internet para mi teléfono por dos días; salí a tomar el busito al boulevard principal, un poco antes de las cuatro de la tarde.

El bus pasó rápido -los horarios son bien inciertos- y un poco después estaba apeándome en el comercial en donde se estacionan -y en donde está la estación del Transmetro-; llegué a la última estación un poco antes de las cinco por lo que entré en un supermercado que se encuentra a un costado de la plaza.

Me envié treinta y cinco dólares al celular y compré un cepillo de dientes y un jabón de baño; luego salí al cajero que se encuentra en el portal del comercial y retiré el efectivo -tenía más o menos una cantidad similar en la billetera pero estimé que  (con el pasaje de vuelta) necesitaría más dinero-.

Llegué a la estación de buses hacia el puerto un poco después de las cinco y media; tuve inconvenientes para imprimir el boleto de abordaje pero el cajero me explicó el código de barras que debía colocarse en el lector.

A las seis de la tarde abordamos el autobús; media hora después habíamos avanzado únicamente un par de calles del centro histórico -el tráfico estaba super pesado-; durante el trayecto fui comentándole a Rb las calles que apenas avanzábamos y, dos horas después, le indiqué que estábamos dejando la periferia de la ciudad.

Dos horas nomás para salir de la ciudad fue un nuevo record; cuando llegamos al lugar de la mitad del trayecto -donde la misma empresa tiene un hotel y restaurante- eran casi las once de la noche y el bus de las siete se estaba estacionando justo detrás del nuestro.

No había cenado -aunque creo que sí había refaccionado- pero no tenía nada de apetito y decidí nomás bajar a estirar las piernas -y pasar al baño-; a las once el bus tomó nuevamente su recorrido y llamé a mi hermano para comentarle que llegaría tardísimo.

Me indicó que lo llamara cuando faltar aproximadamente una hora para llegar a la estación -en la estación más grande entre la ciudad y el puerto, creo- y, efectivamente, a la una de la mañana lo llamé para que iniciara su viaje a la estación.

El bus llegó, finalmente, un poco después de las dos a la estación del Puerto y mi hermano ya estaba en el lugar esperándome -con su moto más nueva-; abordamos el vehículo y nos dirigimos a la casa de mis padres -en la que mi hermano ha vivido solo por los últimos veinte años-.

Llegamos al lugar y mi hermano me cedió el dormitorio que tiene reservado para la visita de mis padres: acaban de instalar una disco en el local vecino por lo que la bulla nocturna alcanza niveles desagradables; un poco antes de las tres de la mañana puse la alarma para las seis e intenté dormir un poco.

Enfermedad... Sickness... La maladie...

Hoy me dió un bajón de salud que no había tenido en muchos años: no sé si empezó en mi viaje, luego de tomar desparasitante o después de almorzar ayer en Subway: por la tarde estuve repitiendo el sandwich que había ingerido como almuerzo.

Pero, según Rb, también hay que añadir un par de incidentes que han pasado la última semana: el primero tiene que ver con el viaje y lo que ocurrió y el segundo con lo que hemos estado gestionando con mis hijos desde hace un par de semanas.

Total que hoy me levanté sin ganas de nada -no había dejado alarma y me levanté después de las nueve-: no desayuné y me pasé el resto de la mañana entre la cama y el baño -nada de desechos sólidos en este último-; un poco antes del mediodía Rb me indicó que lo mejor era que comiera aunque fuera un poco y me preparé la avena de costumbre; la cual ingerí con un banano y un poco de gelatina; pero me costó terminar.

Me he pasado casi todo el día dormitando y Rb se ha portado espléndida: trayéndome agua y cocinándome un caldo de pollo que he sentido que le cayó muy bien a mi sistema digestivo; aunque el estómago sigue aún en revolución.

Y a ver cómo sigue eso...

El domingo pasado me levanté a la siete, preparé mi desayuno y luego retorné a la cama a hacer Duolingo; estuve avanzando un poco en el libro de psicología -ACT- y a media mañana Rb me pidió que la ayudara a limpiar el patio trasero.

Hacía más de un año que no cortábamos la grama y malezas por lo que parecía una jungla; igual, ocupamos únicamente un poco más de media hora en quitar las malezas, cortar un junco -también salí a tirar algunos de las matas de banano de las últimas cosechas-; luego nos bañamos y preparé las gelatinas para mis desayunos de la próxima semana. 

A las doce y media tomé el automóvil y me dirigí a una sucursal del restaurante de la misma franquicia de la cena con el grupo de misioneros del mes pasado: mi prima favorita había organizado un almuerzo para celebrar los setenta años de su madre.

Llevaba la tarjeta que Rb le había confeccionado -la metí dentro de mi libro de física para protegerla-; el almuerzo estuvo tranquilo; éramos básicamente mis dos tíos, sus tres hijos y los nueve nietos -y yo-: estuve en el restaurante hasta las tres y diez -le dejé el dinero de mi cuenta y mi contribución al almuerzo de mi tía a mi prima mayor- pues había programado la visita mensual al voluntario que vive en la misma colonia donde habité por una década.

Antes de llegar a su casa pasé por un supermercado y compré una bolsita de café Nescafé y un paquete con cuatro cubiletes; luego pasamos una hora y media entre café, dominó y conversación sobre las últimas noticias -como que Biden renunció a la nominación del partido republicano en el Imperio del Norte-.

A las cinco me despedí de mi amigo, pues antes de dirigirme a la reunión semanal con mi hija debía pasar por mi hijo menor -nos habíamos puesto de acuerdo el día anterior-: me parqueé frente a la casa donde vive y lo llamé; salió un poco más tarde; nos dirigimos a la casa donde vive mi hija y le escribí desde la acera donde nos parqueamos, frente a su casa.

El mensaje era para ver si subía por ella o la esperábamos abajo; prefirió bajar -ahora anda nomás con una muleta-; nos dirigimos al Taco Bell más cercano en donde invité a mis hijos a almorzar -creí que sería un café pero les ofrecí lo que prefirieran y ambos eligieron uno de los combos-.

Luego nos sentamos y procedí con un discurso que llevaba medio preparado: la vida, el dinero, y la propiedad que quería adquirir para que tuvieran un lugar propio para vivir; sorprendentemente -tanto para mi hija como para mí- mi hijo menor se mostró anuente a la idea.

Incluso aceptó ir con su hermana mayor a la revisión final del apartamento: como sale de trabajar a la una de la tarde su hermana había programado la cita con el agente inmobiliario para el lunes a las 3:00; estuvimos en el Taco Bell hasta las seis y media; luego retorné a mi hija a su casa; a mi hijo a la suya; y, finalmente, volví a mi casita; por haber estado haciendo durante la semana Portugués -e Inglés intermedio- en Duolingo logré subir al tercer lugar de la liga -tenía tiempo de que no entraba-.

El lunes me levanté a las cinco y cuarenta; medité y llevé mi computadora del trabajo a la cama; la reunión diaria estuvo tranquila; a las once hicimos la rutina de ejercicios de los lunes; luego nos bañamos y posteriormente picamos papas para el almuerzo.

Terminé de leer La Disparition de Stephanie Mailer; estoy pensando qué leo ahora en francés; dudando entre un libro de Julio Verne y uno de un autor de ciencia ficción mas reciente; bajé un para de libros de francés y empecé a leer del segundo tema; pero me pareció muy pesado por lo que decidí completar la trilogía de Aurore.

Un poco antes del mediodía me contactó mi amigo el Testigo de Jehová; para pedirme prestado veinticinco dólares; aduciendo que su yerno había sufrido un percance con su camión -el motorista murió en el lugar- y no podía completar su presupuesto mensual; la verdad me sorprende la fragilidad del presupuesto de las gentes -o las excusas para obtener dinero gratis- pero, como solo eran veinticinco dólares -tengo la política de prestar únicamente una vez si no hay pago de vuelta- le mandé el dinero.

Además compré el pasaje del bus para el viaje que había planeado para el miércoles por la tarde; lo cual no estuvo nada fácil pues el sitio web de la empresa de transportes no acepta tarjetas con el mes/año de vencimiento de la fecha de compra -un craso error-.

Al final pude contactar a mi amigo que vive en el otro lado de la ciudad y le envié el dinero para que adquiriera el boleto por mí (eran quince dólares); claro, después de comprobar que su tarjeta se vencía hasta el próximo año; por la tarde acudimos a la tienda de las verduras pues Rb debía comprar algunos ingredientes para el almuerzo del día siguiente.

El martes mi hija me escribió bien temprano con las últimas noticias del apartamento que andábamos adquiriendo: la constructora requería que le mandáramos una foto del cheque de caja del monto restante; por lo que, al final de la jornada laboral -que estuvo bastante tranquila- le pedí a Rb que me acompañara a mi banco y adquirí el cheque.

En el camino de retorno pasamos al supermercado que nos queda en el camino pues me había quedado sin el queso que le aplico a las galletas sodas de mi cena; cuando retornamos a casa escaneé el cheque y se lo mandé a mi hija mayor; y, como no quedó bien le tomé un par de fotografía y con eso concluimos esa parte del trámite.

El miércoles mi hija me escribió nuevamente bastante temprano; requiriendo mi disponibilidad para firmar las escrituras del apartamento el día sábado; nomás le pedí que incluyera a su hermano en las actividades; decidimos realizar el trámite a las diez de la mañana -ya que por ser fin de semana el horario de trabajo se limita al mediodía-.

Antes del mediodía realizamos con Rb la rutina de ejercicio de los miércoles y, a las cuatro de la tarde, salí a tomar el busito hasta la parada del Transmetro; el plan era dirigirme de allí a la estación de buses -queda a cuatro o cinco calles-; le había cargado Internet a mi teléfono para los siguientes dos días por lo que estuve en comunicación constante con Rb.

Apenas subido en el busito me percaté que había olvidado empacar artículos de limpieza personal; se lo comenté a Rb y decidí pasar por algún lugar en el centro a proveerme; lo bueno es que llegué bastante rápido a la última estación; por lo que pude pasar por un supermercado y proveerme de cepillo dental y jabón de baño.

El resto del viaje a mi casa de este año está detallado en las siguientes tres entradas.

El viernes retorné un poco después de las siete de la mañana a la casa de Rb; salió a recibirme y luego retornó a su cama; yo también me sentía cansado después del viaje por lo que me retiré a mi habitación y dormí un par de horas.

Había decidido cambiar mi teléfono -literalmente se está cayendo a pedazos- por lo que después del mediodía le pedí a Rb que me acompañara a la agencia telefónica más cercana -también aprovechamos para pasar por su tarjeta de débito-; al final no encontré un teléfono en el rango que andaba buscando -menor de cien dólares- por lo que sigo con el mismo; en el viaje de vuelta -andábamos en automóvil- pasamos por una farmacia social en donde adquirí un dosis única de desparasitante; lo que ingerí al regresar a casa

El sábado me levanté temprano y, después de despedirme de Rb, me dirigí a la casa de mi hija mayor; luego pasamos por su hermano menor y después nos dirigimos a la oficina de la constructora; llevábamos la dirección pero estaba errónea; a pesar de haber llegado con más de quince minutos de anticipación a la zona al final nos presentamos tarde a la cita.

Nos recibió el gerente de ventas de la constructora y nos dejó con la secretaria; quien nos proveyó de los documentos formales para la adquisición del apartamento: escrituras y acciones por los espacios públicos del edificio.

Firmé toda la papelería y luego nos dirigimos al edificio para realizar la recepción formal del apartamento; realmente se siente bastante pequeño -son más de sesenta y cinco metros cuadrados de construcción- pero tiene tres habitaciones independientes, sala, comedor/cocina, y espacio de lavandería.

Después de recibir las llaves nos dirigimos a almorzar en el Subway en donde usualmente tomamos nuestro almuerzo cuando salimos; no sé si el sandwich fue mal preparado -o ya traía síntomas- pero sentí que no me cayó bien el almuerzo.

Estuvimos en el lugar un rato con mis hijos y luego pasé a dejarlos a cada uno a su habitación; después retorné a mi casita; en donde seguí sintiéndome indispuesto estomacalmente; usualmente no ceno los sábados pero en esta ocasión ni siquiera lo consideré.

Hoy me levanté sin alarma -después de las nueve- y me sentía realmente mal; me pasé casi toda la mañana entre el baño y la cama y realmente me siento muy agradecido por la forma en la que Rb se hace cargo de mi persona cuando no estoy bien: en vez de las alitas de costumbre preparó un caldo de pollo que le cayó muy bien a mi cuerpo.

Pasé el resto de la tarde dormitando y un poco después de que anocheciera estuve un rato con Rb en su cama; viendo una serie que empezó a ver hace un par de días: una versión de El Decamerón; además, fui un par de veces al baño y, aunque no estoy completamente curado, siento que estoy mejor.

Y a ver cómo sigue eso...

domingo, 21 de julio de 2024

Trabajo y reconocimiento... Work and recognition... Travail et reconnaissance

El miércoles de la semana pasada, mi supervisora -en nuestra reunión quincenal de uno a uno-, me comentó que en general estaban contentos con mi desempeño -involucramiento, proactividad- y me comentó que en mi pago de la quincena pasada debía de haber recibido un bono puntual equivalente al cinco por ciento de mi salario anual.

Y sí, había visto que la cantidad que recibí en mi cuenta bancaria era un poco más alta; pero no mucho; creí que era por lo de las vacaciones del mes pasado; pero al final, no: volví a revisar el recibo con el detalle del pago y sí: recibí un poco más de dinero.

Así que, aunque en general considero este trabajo un dead-end: es bastante difícil crecer profesionalmente o económicamente; mi supervisora aún considera que estoy haciendo un buen trabajo; igual, por mi parte, mi sueño es morirme trabajando -hacerlo acá sería una gran ventaja-.

Y a ver cómo va eso. 

El sábado pasado me levanté a las seis de la mañana; tenía un desayuno, a las ocho, con mi único amigo de la facultad y quería hacer Duolingo antes de salir; primero hice Duolingo, luego me levanté a meditar, después estuve leyendo un poco y a las siete salí a preparar avena.

Después me bañé y leí unos minutos; a las siete y veinte salí hacia el McDonalds que se encuentra en el periférico; llegué bastante rápido pues casi no había tránsito; mientras esperaba a mi amigo jugué tres o cuatro partidas de ajedrez;  quince minutos antes de las ocho había enviado un mensaje, avisando que ya me encontraba en el lugar, y a la hora convenida empecé a observar las diferentes áreas y ví a mi amigo en el área infantil.

Le propuse que nos pasáramos a las mesas dentro del restaurante y compré un par de desayunos; luego nos pasamos más de dos horas poniéndonos al día de la vida de cada uno: su hija mayor -veintidós años- anda divorciándose después de dos años de matrimonio; su hijo mediano acaba de terminar el primer semestre en la facultad y su hija menor -dieciséis- no le habla porque le llamó la atención por salir con un amigo -supuestamente con el consentimiento de la mamá-.

Un poco antes de las once me despedí de mi amigo y retorné a casita; había estado en comunicación con Rb -por Wa- y habíamos acordado ir a los supermercados por la mañana; el viaje de retorno estuvo bastante corto y la visita a los supermercados en dirección norte, también.

Por la tarde tomé la clase de React aunque no estuve presente en la mayor parte; la maestra estuvo explicando cómo consumir una api y cómo generar gráficos -dos temas que ya había trabajado (con ChatGPT y Gemini) la semana pasada-.

Por la noche estuve leyendo un poco de un par de libros en español que me encontré por las redes: uno de un youtuber español y otro de una madre de la misma nacionalidad que tiene una canal sobre autismo -se supone que ella misma es autista-.

El domingo, luego de meditar y desayunar me puse a hacer un poco de Duolingo; unos pocos días antes volvieron a cambiar la estructura del árbol de Francés y resultó que en esta ocasión -por primera vez, creo- me adelantó en lugar de retrasarme: ahora estoy nomás haciendo la última lección cíclica cada día.

Y como no quería bajar mucho mi puntaje me metí a ver qué otras opciones de lenguaje tenía; consideré Italiano pero finalmente me decanté por Portugúes -son solo tres secciones, contra nueve de Francés-; además empecé Inglés intermedio -está super fácil-.

También, en el plano laboral/desarrollo, ayer se me alumbró el foco y decidí que -una opción - para prever un poco mi futuro luego del actual trabajo debo conseguir una certificación; aunque aún no me decido si en el área en el que he andado por los últimos diez años o en un nuevo tema; y creo que sería bueno que en uno nuevo, pero aún no sé.

Por la mañana; después de que Rb desayunara, fuimos al supermercado en donde compramos artículos en grandes cantidades; me compré un pastel de tres leches a la salida; almorzamos las usuales alitas de pollo y por la tarde me reuní con mi amigo el Testigo de Jehová en el McDonald’s de costumbre; yo compré un par de capuchinos y él un par de pastelitos de tres leches; estuvimos un poco más de una hora conversando sobre la vida y la religión y luego lo pasé a dejar a un lugar en donde toma el autobús hacia su casa.

Porque debía ir a donde mi hija: aunque no me había pedido ninguna provisión habíamos acordado que llegaría a las 5:30 a su casa; el tránsito estaba bastante ligero y justo a esa hora estaba escribiéndole desde la planta baja; encontré a mi hija bastante animada: caminando sin muletas; aunque me comentó que después de un tiempo le duele el tobillo; creo que también está animada por el proceso de adquisición de un apartamento.

Conversamos sobre lo ocurrido durante la semana pasada: el jueves fue a ver dos apartamentos -y no logramos reservar el que queríamos- y el viernes una casa; también sobre el que debía ir a ver el lunes; estuve en su habitación hasta un poco después de las siete y luego retorné a mi casita; encontré a Rb cocinando sus galletas pues habían cancelado su clase semanal de teología.

El lunes estaba preparado para empezar la semana con energía; pero no pude adelantar mucho pues al parecer la aplicación que estamos revisando aún no está funcionando completamente; tampoco hubo reunión diaria; por lo que nomás estuve revisando alguna de mis tareas de la semana pasada; además, la vendedora me canceló la visita al apartamento, aduciendo que ya lo habían vendido.

Le escribí a mi hija para comentarle y quedamos en que seguiríamos buscando alternativas de habitación; pero un poco después del mediodía me escribió para comentarme que el apartamento que habían reservado el jueves estaba nuevamente disponible: habían rechazado el crédito al comprador.

Intenté nuevamente enviarle el dinero de la reserva -como setecientos dólares- pero el banco no me estaba permitiendo la operación; por lo que envié el dinero directamente a la cuenta de la inmobiliaria: al parecer ya está en proceso la adquisición; luego hicimos la rutina de ejercicios de los lunes con Rb; lo cual fue interrumpido por información que mi hija me estuvo solicitando para el recibo de caja -incluyendo confirmación de profesión y estado civil-.

En Duolingo estoy realizando la lección diaria cíclica de Francés y además hace dos o tres días empecé el nivel intermedio de inglés -está super fácil- y empecé a estudiar portugués -para no quedarme sin opción de permanecer en la liga más alta-.

El martes le envié su regalo de cumpleaños -el mismo desde hace unos siete años- a mi hija mediana: cien dólares; para realizar esto uso el mismo canal que he estado usando desde hace cinco años: por medio de mi ex compañero de pasillo que ahora vive en el Imperio del Norte.

También me enteré -por Facebook- que mi hija se graduó de la universidad -con un master en educación- a mediados de Mayo: había un hito en su timeline -casi no publica- y luego bajé un par de fotos de la graduación de la página de su College.

La reunión diaria del trabajo estuvo tranquila: el día anterior no había habido y nomás indiqué las tareas en las que estaba empezando a trabajar; también, como el día anterior cocinamos con Rb para cuatro días, el almuerzo estuvo bastante fácil: nomás recalentar.

Después del horario laboral fuimos a los supermercados en dirección sur; compré un par de los ingredientes que uso para preparar desayunos cuando invito a desayunar a alguno de mis conocidos; por la noche la vecina vino a dejarle a Rb una bolsa que su hermano trajo de Buenos Aires: una bolsa de compra de Mafalda con algunos alfajores y un vaso de dulce de leche -estos últimos definitivamente para mí-.

El miércoles me volví a despertar después de las siete de la mañana; me sentí mal pues me molesta no cumplir con mis responsabilidades; recuerdo que la noche anterior había puesto la alarma para las cinco de la mañana pero no estoy seguro si la puse mal o simplemente la desconecté por la mañana.

Pasé la mañana sin hacer mucho en el trabajo: temprano mi hija me contactó para pedirme un formulario que pide la banca local cuando se realiza una operación bancaria mayor a trece mil dólares; me envió el formulario de dos páginas como documento pdf; lo bajé y lo convertí en dos imágenes jpg; luego me puse a completarlo con la ayuda del manipulador de gráficos de Windows.

A las once realizamos la rutina de ejercicios de los miércoles con Rb y luego de bañarnos le pedí que me acompañara -en auto- al banco: quería actualizar mi libreta de ahorros para enviarla junto con el formulario; al retornar me puse a escanear la libreta y Rb aprovechó para pedirme que imprimiera -casi no utilizamos su impresora- la tarjeta de circulación vigente del automóvil y la calcomanía de circulación de este año.

Luego convertí los gráficos que había completado por la mañana en un archivo pdf y se lo envié a mi hija; después le envié la copia escaneada -con todos los números de serie cubiertos- de la libreta de ahorros; por la tarde contacté a mi prima favorita para ver si podía visitarla el último domingo de este mes: acaba de empezar a trabajar en el área de call center de la compañía.

Me comentó que aún no está segura de los días que descansará pero aprovechó para invitarme al almuerzo con el que agasajarán a su madre este domingo; no me gusta cambiar mis planes con poca anticipación pero decidí que los acompañaré; por lo que fuimos con Rb a los mercados en dirección norte, a comprar material para la confección de una tarjeta.

El jueves me tocó día de vacaciones -se supone que debo tomar dos jueves al mes para ir rebajando el saldo de días acumulados-; en la mañana acompañé a Rb al mercado del centro histórico y en la tarde tomé el automóvil -a las cuatro y media- para reunirme con mi amigo el poeta -le llevaba, empacado en papel de regalo infantil- el libro que me gané hace unos meses-.

El tránsito no estuvo tan tan mal y un poco después de las cinco estaba estacionándome en el mismo Mc Donald's de la última vez; estuvimos desde las cinco y medi hasta un poco despues de las siete conversando sobre la cultura local y un poco sobre la vida; en el final de la reunion se nos unio su pareja -anduvieron por España yAalemania el mes pasado- en total jugamos cuatro o cinco partidas de dominó.

El viernes tuve una reunion diaria bastante normal; después saló a comprar pan para mi desayuno pues, por haber salido la tarde anterior, lo había obviado; un poco después de las once hicimos la rutina de ejercicios de los viernes y para almorzar preparamos pescado. 

En la noche mi hijo canceló la reunión del día siguiente por lo que me preparé para un fin de semana -o al menos un sábado- en casa; estuve pensando bastante sobre la razón -o las razones- que tuvo para cancelar y temo que esté pasando malos tiempos por la soledad y esas cosas.

Ayer me levanté a las siete, preparé mi desayuno despues de meditar y luego retorné a la cama a hacer Duolingo; a media mañana fuimos a los mercados en dirección sur a comprar un poco de pollo; almorzamos caldo de esto. 

Por la tarde entré a la última clase de React; mi hijo también estaba allí por lo que aproveché para pedirle que nos reuniéramos el domingo: quiero hablar con él -y su hermana mayor- sobre el apartamento en proceso de adquisición; aprovechando que no salí avancé en La disparition de Stephanie Mailer -ya solo un ciclo-, el libro de programación funcional -aún verde- y el de ACT.

viernes, 12 de julio de 2024

Una casa para el señor Biswas... A house for Mr. Biswas... Une maison pour M. Biswas...

Creo que este es el libro más famoso del único Premio Nobel -de literatura- de Trinidad y Tobago -también tenía la nacionalidad británica, cómo no-; y, quizá interesantemente, su ascendencia era de India; hace muchos años recuerdo haber leído que tenía una amante argentina que hacía que acompañara a su familia; aunque la historia debe ser más (o menos?) interesante.

Recuerdo haber leído que el libro versa sobre la dificultad de un inmigrante para adquirir una casa; aunque en realidad -acabo de leer una reseña- sí adquiere varias; y ninguna le satisface porque es realmente la descolonización lo que no puede superar... en fín.

He pensado mucho el título de ese libro durante mucho tiempo; principalmente porque nunca he tenido una propiedad -aparte de la que estoy construyendo desde hace un par de años en el terreno que me cedieron mis padres-; cuando tenía un par de años de empezar a trabajar como ingeniero intentamos adquirir una con la madre de mis hijos; pero, como la mayor parte de nuestros proyectos, estuvo destinado al fracaso.

Luego invertí varias decenas de dólares en reconstruir la parte de la casa que la mama le había cedido a la mamá de mis hijos; era pequeño el lugar pero -con muchas dificultades- logré construir una terraza sobre las tres habitaciones de la mamá de mis hijos; y construí otro par de habitaciones en el segundo nivel.

Luego, cuando estaba trabajando con uno de los potentados locales, me negué -casi sin darme cuenta, pues creí que me la estaba ofreciendo en alquiler- a adquirir una casa en las afueras de la ciudad; y hasta allí creí que había llegado en el tema; pero ahora que mis hijos andan -como yo, casi toda mi vida- alquilando habitaciones en la ciudad, estoy nuevamente buscando la adquisición de una propiedad -para ellos-.

Y a ver cómo va eso.

El jueves pasado era día de Asueto en el Imperio del Norte: la fecha de su independencia; nuestro PM había cancelado, el día anterior, la llamada de las siete; por lo que volví a levantarme -bastante incómodamente, por cierto- tarde. 

Y creo que lo que pasó -no estoy seguro si ese día o el siguiente- es que un poco después de las tres de la mañana Rb entró a mi habitación a comentarme que el depósito de agua del sanitario se había -otra vez- desbordado.

El sanitario tiene cuarenta o cincuenta años -no tiene siquiera llave de paso en el lugar- y, durante estos últimos diez años; de vez en cuando, el flotador ya no puede mantener el nivel del agua; ayudé a Rb a ajustar -otra vez- el flotador y retorné a la cama -ella terminó de secar el piso-; y me costó volver a dormirme.

Me pasé todo el día escribiendo código de React y al final pude publicar en mi página de GitHub el formulario que la maestra había dejado como tarea; después del horario laboral nos dirigimos a los supermercados en dirección norte; compramos fruta y verdura en la tienda del señor que a veces reparte por acá y también compré pan para mis desayunos; y, por estar escribiendo código, leí nomás una o dos páginas del libro de psicología del ciclo actual.

El viernes me desperté a las seis para ver un poco de mis tareas antes de entrar a la reunión de las siete; medité, preparé mi desayuno de los fines de semana y luego me puse a ver mis pendientes; lastimosamente el acceso a la aplicación estaba bastante lenta por lo que no pude adelantar mucho; la reunión no tuvo muchos sobresaltos.

Realizamos la rutina de ejercicios de los viernes antes del mediodía; la sorpresa del día fue que el pescado que descongelamos para ese día era un atún -Rb se puso bastante contenta pues hace tiempo que no consumía este tipo de pescado, debido a que las latas contienen en su mayoría soya-.

Después del horario laboral nos dirigimos a los supermercados en dirección Norte; aprovechando el viaje pasamos a repartir cuatro de las cinco pencas de bananos del último racimo -los otros dos los estaba reservando para mis hijos-.

En el supermercado, en el cual nos proveemos de utensilios para el hogar, compramos una válvula vertical para eliminar el flotador del sanitario, en el otro supermercado compramos unas bolsas de snacks -que pensaba consumir con mi hijo en la clase del sábado-, y mayonesa y tortillas de harina para mi hija; ese dia leí menos que el anterior: nada

El sábado había puesto la arma para las siete de la mañana pero nomás la apagué -creo que ni siquiera lo recuerdo- y me levanté un poco antes de las ocho; preparé mi desayuno y lo tomé en el comedor; un poco después se levantó Rb; luego retorné a mi cama e hice la lección matutina de Duolingo; y me volví a dormir… siento que he estado durmiendo demasiado pero no sé cómo evitarlo.

A media mañana fuimos con Rb a los supermercados en dirección sur; compré algunas de las provisiones para mi hija: (café, también un bote para mí) y embutidos; en la tienda compré un cartón de huevos y una mano de limones; caminando hacia abajo vimos que el boulevard estaba a reventar: igual al sábado hace varios meses en que mejor retorné a estacionar el auto y pedir un Uber para salir.

Regresamos un poco antes del mediodía a casa, me bañé y al consultar Waze ví que el embotellamiento empezaba a un par de calles de la casa; decidí no sacar el automóvil; caminé hasta donde pasan los buses intermunicipales pero tomé uno de los busitos que llegan hasta casa; luego caminé desde el comercial en donde se estacionan hasta la habitación de mi hijo.

Desafortunadamente volví a olvidar el cargador de mi computadora -me dí cuenta como a media caminata-; llegué a la habitación de mi hijo un poco después de la una; estaba llamándolo desde afuera pero no contestaba; afortunadamente uno de los vecinos entró por lo que pude subir al segundo nivel.

Y pasó algo raro: encontré a mi hijo con los ojos llorosos; al notarlo me comentó que le había entrado shampoo; pero luego empezó a llorar: al parecer ha estado teniendo días malos en su trabajo -y la vida-; conversamos un poco sobre la condición humana y la búsqueda de la felicidad; luego le propuse que fueramos al Pollo Pinulito que está a cuatro o cinco calles de su casa; pero había una larga cola.

Entonces nos dirigimos a la gasolinera que se encuentra a dos calles de su casa -en la dirección opuesta-; el plan era comprar una pizza pero también había una larga cola; retornamos a su habitación y pedí una pizza hawaiianna con cuatro aderezos -y un doble litro de pepsi-.

Empezamos a almorzar cuando la clase estaba empezando; y, como mi computadora no aguanta mucho sin batería, le pedí que me prestara su portátil: él ya ha recibido antes la clase en su computadora de escritorio; me creo un usuario en la portátil pero cuanto intenté iniciar el proyecto de React no reconocía el folder base de Node; estuve buscando en Internet -y preguntando a ChatGPT y Gemini-; al final fue Phind quien me permitió avanzar: crear manualmente el folder faltante.

Pero como ya iba adelante la clase; preferí nomás actualizar la información de mi calendario anual de visitas; y el documento en el que registro -usualmente- mi día a día; un poco antes de las seis la maestra terminó la clase y yo me despedí de mi hijo y regresé a mi casita.

El domingo me levanté tarde; creo que a la misma hora que Rb; como había planeado cambiar la valvula de llenado del sanitario le pedí que me ayudara a cerrar las llaves de paso del agua de afuera y del depósito: el baño no tiene llave de paso, como es lo habitual.

Empecé a desarmar la válvula anterior y limpié el depósito; cuando quité la manguera que interconecta la instalación con la válvula, se quebró: creo que tenía más de treinta años sin ser movida; evalué las opciones y salí a comprar una nueva manguera; me costó cuatro dólares en una ferretería a cuatro o cinco calles -es de metal y espero que no sea tan frágil-.

Trabajé en el sanitario un buen rato pero al final quedó instalada la nueva válvula; no necesita flotador por lo que espero dejar atrás los incidentes que hemos tenido durante la última década: desbordamientos esporádicos del agua.

Después de esto desayuné; y luego le pedí a Rb que me acompañara a la tienda pues debía aún comprar las manzanas que me había pedido mi hija mayor; al final no encontramos en las tiendas por lo que tuvimos que ir al supermercado más lejano en dirección sur; almorzamos alitas y por la tarde estuve leyendo un poco del libro de la línea de francés.

A las cinco me dirigí a la habitación de mi hija mayor; el día anterior, al regresar de la habitación de mi hijo, había visto -mientras estaba en el busito- un anuncio de un apartamento en venta; en un lugar no muy alejado de la zona en donde crecieron mis chicos.

La noche anterior le había escrito a la persona y me interesó: es bastante pequeño el lugar y cuesta como setenta y cinco mil dólares; pero al menos ya sería una propiedad que mis hijos pueden utilizar si se encuentran indigentes.

Le comenté a mi hija la situación y le propuse que fuera a verlo -aún anda utilizando una muleta- y que, si le parecía; le proporciono el dinero para que lo compre, con la condición de que no haya allí alcohol o drogas -o que alguna otra persona pernocte- y que en el futuro pueda acondicionarse para recibir a su hermano -y en un caso muy muy extremo a su hermana mediana o a mí-.

Estuvo de acuerdo y me dijo que iba a comunicarse con la persona a mediados de la semana; un poco después de las siete -y de un par de partidas de dominó- me despedí de mi hija y abordé el automóvil; empezando a manejar estaba cuando la lluvia empezó bastante fuerte.

El tráfico en el periférico se ralentizó pues era casi una tormenta; incluso en algunas secciones sentí que el agua llegaba al piso del auto; afortunadamente no hubo ningún incidente y pude retornar a casa sin ningún contratiempo; cuando vine estuve jugando ajedrez un rato pues Rb aún estaba en su clase teológica semanal.

El lunes me levanté a las seis de la mañana; antes de la reunión pude conversar un momento con el programador que más nos ha ayudado y avancé un poco en mis asignaciones; luego avancé poco pues al parecer hay problemas con la base de datos.

También me ha estado costando avanzar en mis lecturas; me parece que durante tres o cuatro días ni siquiera completé una línea de lectura; aunque el tema, Acceptance and Commitment Therapy, está muy bueno; de hecho creo que trataré de aplicar algunas de las técnicas con mis hijos -y conmigo mismo, realmente, antes-.

Al final logré completar la sección del libro de ACT por la noche, luego de hacer la lección extendida de Duolingo; para continuar con el de francés; que también me ha estado costando bastante; son más de seiscientas páginas y -siento que- la historia tiene muchas ramas.

El martes la alarma estaba para las seis de la mañana -incluso había dejado el celular bien alejado de la cama, para que no me ocurriera lo de la semana pasada, de apagarlo inconscientemente-; pero a las cinco y veinte un zancudo me despertó y ya no pude -quise- volver a dormirme; completé la sección del libro de francés.

A las siete salí por la computadora; regresé a la cama y me uní a la llamada de la reunión de las siete; no hubo mucha novedad pero un poco después el PM envió una convocatoria para una reunión a las nueve, con todo el equipo -somos cuatro-.

Me quedé en la cama actualizando mis correos y un poco después de las ocho puse la alarma para las nueve menos cuarto y me quedé dormitando; cuando la alarma sonó saqué la computadora a la mesa del comedor y me uní a la llamada del equipo; nomás entramos tres del equipo y el PM; la reunión era para actualizar el avance del proyecto y, según pude ver, al menos para el resto del año el trabajo será más o menos el mismo.

Después de la reunión me puse a ver -con ChatGPT y Claude- como eliminar las pausas del video de la clase del sábado -lo que al final no me funcionó-; cuando pasó el joven del servicio de recolección de basura, un poco antes del medio día, salí a regalarle una bolsa de flan que había preparado el domingo -era medio litro y nomás había consumido un par de cucharadas ayer y hoy- que había considerado desechar.

El miércoles pagaron el bono de medio año; ese día me transfirió el valor de la soldadora mi amigo que vive al lado opuesto de la ciudad; también me pagó mi hija mayor lo que le había prestado para la renta de su habitación; Rb tuvo su reunión semanal después del almuerzo y estaba a medias de esta cuando vino el señor de las verduras -no había venido en un buen tiempo-; por lo que me tocó a mí salir a comprar.

Después del horario laboral realizamos la rutina de ejercicios de los miércoles; por alguna u otra razón no he leído mucho últimamente; creo que, con trabajos, he completado un ciclo de una de las líneas por día; a veces menos.

Ayer, jueves, estuve en comunicación constante con mi hija durante todo el día; fue a ver el par de apartamentos que habíamos acordado el domingo; el primero le pareció muy pequeño; el segundo se veía prometedor; de hecho habíamos decidido adquirirlo: le transferí una cantidad de dinero para que hiciera la reserva; pero, su cuenta estaba bloqueada para realizar transferencias y en el ínterin alguien más lo adquirió; por lo que seguimos en la búsqueda.

Eso fue durante todo el día; por lo que descuidé bastante el trabajo; y la lectura; después del horario laboral fuimos con Rb a los supermercados en dirección sur; mi hija mayor aún no me ha pedido ninguna provisión; y retornando de los supermercados se terminó el proceso fallido de adquisición de apartamento.

Este día me desperté cuando la alarma sonó: a las cinco; pero continué dormitando y finalmente me levanté a las 5:25; medité y salí a prepararme el desayuno de los viernes y fines de semana; me puse a trabajar un rato antes de entrar a la reunión pero mi herramienta de mensajería interna estaba funcionando deficientemente.

La reunión de este día era de planificación por lo que en vez de los quince minutos habituales estuvimos reunidos más de una hora; mientras tanto estuve en comunicación con dos o tres vendedores inmobiliarios.

Un poco después del medio día mi hija mayor me envió información de una casa, bastante humilde, que fue a inspeccionar en una zona cercana a la cual crecieron; se ve prometedora; además acordamos con una vendedora la revisión de un apartamento en el centro histórico; el lunes por la tarde.

Mi hija se está haciendo cargo de todas estas visitas -yo le estoy patrocinando el Uber- y este lunes tiene que ir por la mañana a la cita en el seguro social; espera terminar antes del mediodía por lo que no debería haber inconveniente; además abrí una hoja electrónica para llevar el registro de los movimientos monetarios realizados dentro del proceso de adquisición -y posesión esperemos- del apartamento -o casa-.

Y a ver cómo sigue eso...

miércoles, 3 de julio de 2024

Los cien días... The hundred days... Les cent jours...

Ayer cumplí cien días de -este ciclo de- meditación; por supuesto, creo que he obtenido el resultado que esperaba: ninguno; no estoy seguro si este es el período más amplio en el cual he mantenido la práctica; de pronto fueron los seis meses que estuve asistiendo al templo Zen; aunque tampoco creo que haya sido tan constante en esos días.

Por lo pronto este reto se acaba en mil días; incluso ya tengo los calendarios del próximo año para continuar con la gamificación de mi práctica: cada cincuenta días aumentar un minuto; hasta llegar a los treinta minutos después de despertarme y treinta minutos antes de dormirme; por ahora voy en doce.

Lo interesante, o quizá no tanto, fue que anoche empecé a meditar diez minutos antes de la medianoche, por lo que técnicamente incié el día meditando; pero, esto tuvo sus consecuencias negativas: había dejado la alarma para las seis de la mañana y, al sonar, nomás la desconecté; despertándome a las siete y cuarto; como consideré que ya era muy tarde para la reunión diaria de las siete, nomás me levanté a meditar.

Después me llevé la computadora a la cama; estuve leyendo mis correos y viendo si había alguna novedad en el chat grupal; luego me volví a dormir; Rb llegó un poco después de las nueve y continuamos en la cama casi hasta las diez; hora a la que me levanté a desayunar y a ver si había algo nuevo en el trabajo; aún no había nada.

A media mañana salí al patio trasero y procedí a serrar la mata de  bananos cuyo racimo estaba justo sobre el techo del antiguo taller del papá de Rb; el techo ya se encuentra en un estado muy precario y justo con el anterior racimo estuvo a punto de caerse; afortunadamente logré empujar la mata para que se apoyara en la pared de la casa y logré cosechar el racimo sin muchos problemas.

El problema estuvo en que no ví que había un panal de abejas -o avispas, no estoy seguro- bajo una de las hojas del bananal y al estar realizando el último corte del racimo volaron en desbandada y me picaron: una en la mano izquierda y una en la pierna derecha; ambos puntos se hincharon, pero no mucho; creo que es otra de las ventajas de la edad adulta: se sufre menos con el dolor.

Ahora solo debemos salir a repartir las pencas de banano a la cuadra pues, debido al ambiente húmedo imperante en estos días -hay alerta de huracán para dentro de un par de días- Rb no puede procesarlos para hacer harina.

The works...

El viernes pasado me desperté a las cinco de la mañana; me levanté a meditar y luego pasé la computadora del comedor a la cama; estuve trabajando un poco pero, al no encontrar una función de la aplicación que debía revisar, me quedé dormitando hasta la hora de la reunión.

Participé en la reunión -casi nadie del equipo local estuvo en la misma- y después salí a prepararme el desayuno de los fines de semana; desayuné y retorné a la cama; hasta después de las nueve, que Rb entró a preguntarme algo, entonces saqué la máquina al comedor.

Rb estuvo con molestias de la gripe/estomacales por lo que se pasó la mayor parte de la mañana en cama; y, como no bajamos el pescado del freezer; un poco antes de mediodía me tocó ir a la tienda por medio pollo; almorzamos un caldo de pollo con arroz y aguacate y después sacamos a caminar a los perros; aunque la caminata no estuvo tan tranquila pues la mayor parte del día ha habido lloviznas intermitentes.

A media tarde preparé té para ambos -había estado consumiendo desde el día anterior por la tarde la mitad de un brazo gitano de chocolate: la otra mitad planeaba llevarla el domingo en mi visita mensual al voluntario que vive en la colonia en donde habité por más de una década-.

Después me fuí a la cama de Rb y continué con -terminé- Gamify y empecé a leer Tracers in the Dark; me estuve un buen tiempo en la cama pues Rb llegó a recostarse y terminé durmiéndose más de una hora; después del horario laboral me puse a hacer la rutina de ejercicios de los viernes; Rb declinó pues seguía sintiéndose mal;

El sábado me levanté temprano; volví a poner el reloj para levantarme a las 6:00; medité y salí a preparar el desayuno de los sábados después volví a la cama a hacer Duolingo y volví a dormitar; a media mañana Rb me pidió que fuera a los supermercados -seguía sintiéndose mal-; me dirigí al supermercado más alejado en dirección sur y compré varias cosas que mi hija me había pedido para sus alimentos semanales.

En el otro supermercado compré arroz y bananos para nuestro consumo; el resto de la mañana me la pasé tratando de ponerme al día con las clases de React; llegué casi a la mitad de las cuatro horas del segundo sábado que no pude asistir por andar en la misión.

A la una y media de la tarde cargué en el auto las provisiones de mi hija -incluyendo los embutidos que había olvidado la semana pasada- y me dirigí a su casa; estaba lloviendo y el tráfico estába terrible; usualmente me tardo entre veinte y treinta minutos en llegar; ese día a las 2:10 le envié un mensaje comentándole que iba tarde: llegué a las 2:30.

Había llevado mi computadora con Fedora y me conecté a su red para entrar a la clase -sería la tercera sesión a la que no asistía y quería (al menos) hacer acto de presencia- también transferí los ciento cincuenta dólares que me pidió prestados para la renta del mes de julio.

Luego nos subimos al auto -mi hija ya anda nomás con una muleta- para ir por pizza; pero en el camino -el tráfico seguía intenso- cambió de opinión y nos metimos al mc donald’s donde usualmente invito a desayunar a mis amigos; nos estuvimos en el lugar almorzando -ella y mi hijo menor siempre se decantan por las creaciones gourmet de Mc Donalds, yo elijo usualmente las opciones más pequeñas- y conversando sobre la vida y su finitud.

Un poco después de las cinco regresamos a su habitación; se suponía que hay una panadería casi enfrente de su casa y habíamos planeado comprar pan de banano; pero estaba cerrado; nomás compré un par de galletas en la tienda de barrio y subimos a su habitación; preparé té -me preocupa el sabor tan fuerte a lejía (ella le agrega desinfectante para verduras) por lo que no me lo terminé- luego, un poco después de las seis me despedí y retorné a mi casita.

El domingo volví a levantarme temprano; preparé mi desayuno y luego retorné a la cama a hacer Duolingo; quería hacer muchas lecciones porque -desde la semana pasada- la competición semanal no termina el domingo a las nueve de la noche sino al mediodía; igual me bajaron del tercer al cuarto lugar.

Por la mañana continué poniendome al día con el curso de React -ví la mitad de la clase que me faltaba y la del día anterior-; y me puse a hacer la tarea que había dejado la maestra: ChatGPT y Gemini han sido de mucha ayuda.

Al mediodía Rb me preparó alitas, yo preparé una ensalada y ella intentó comer el resto del caldo de pollo que había estado consumiendo desde el viernes -sigue sintiendose mal-; a las tres de la tarde me dirigí a la casa del voluntario que vive en la colonia en la que habité por más de una década; llegué bastante rápido, aunque me costó parquearme pues había alguien ya frente a su casa.

Llevaba la mitad del Brazo Gitano de Chocolate que había comprado el jueves -el voluntario cumple años el martes- y una de las libras de café que traje de la misión; y la prensa francesa; preparamos café y compartimos el brazo gitano; y estuvimos jugando dominó -dejo que me gane muchas veces- hasta las cinco y media; y conversando sobre la vida y las amistades en común; a las cinco y media nos despedimos y retorné a mi casita.

El lunes se celebraba el día del Ejercito en nuestro país -el día anterior realmente pero hubo una ley que movió la celebración a un día laboral hábil- por lo que fue asueto nacional; me levanté a las seis menos cuarto pues había quedado con el amigo con el que trabajé hace como quince años en una empresa de software -y a quien he visto un par de veces al año por los últimos dos años- de reunirnos en un restaurante del periférico a las siete.

Medité y luego estuve leyendo un poco de Grokking simplicity -está buenísimo: Programación Funcional-; luego me bañé y me dirigí al restaurante; las calles estaban vacías; más vacías que los domingos; llegué al lugar con quince minutos de antelación y pedí una mesa para dos.

Luego estuve leyendo el periódico y jugando un poco de ajedrez; a las siete y cuarto le pregunté a Chatgpt cuál era un tiempo de espera recomendado en latinoamérica antes de llamar a un amigo que no se presenta a una invitación.

La respuesta fue que entre quince y treinta minutos; esperé hasta el minutos veinticinco y llamé a mi amigo; lo desperté; se disculpó e indicó que se ponía en camino; le dije que manejara tranquilo y seguí esperando.

Llegó un poco después de las ocho y me entregó la bolsa de chocolate de -su propio emprendimiento- que usualmente me obsequia; yo le entregué dos de los libros que me retornaron de la donación a la biblioteca -envueltos en papel de regalo- y una libra de café.

Luego estuvimos un par de horas hablando de la vida y el trabajo; aparentemente se cambiará en el mediano plazo -hace como cinco años me había ofrecido el retorno a la oficina que dirige actualmente y hace un par de años me refirió a otro trabajo que se alinea bastante con mis funciones actuales-; a las diez le indiqué que ya debía retirarme y que debíamos repetir el desayuno antes de que termine el año.

Vine a encontrar a Rb ya mejor que los días anteriores -aparentemente es adenovirus- y me pidió que hicieramos la rutina de ejercicios a las once de la mañana; estuvo super pesada, por la humedad en el ambiente -antes había aprovechado para cargar la lavadora con mi colada mensual-.

Después de realizar los ejercicios nos dirigimos -en auto- a los supermercados en dirección sur; como no había almuerzo preparado -Rb aún tenía que terminarse el caldo de pollo de los días anteriores- yo había planeado comprar pollo frito en un local a la par del mercado; pero estaba cerrado.

Rb compró pollo para su perra más anciana -y un poco para nosotros- y yo compré cuatro libras de gelatina; retornamos a casa; preparé un par de huevos con embutidos y arroz, y almorzamos; después sacamos a caminar a sus perros; a las tres Rb le dió de comer a sus perros y yo preparé café -instantáneo- para mí y té para ella; y me terminé -por fin- el brazo gitano de chocolate del jueves; luego realicé los últimos ajustes al código de la tarea del sábado y lo subí a Github.

Ayer me levante a las seis. Medite y despues le agregue el minuto planeado al periodo de meditacion; lo cual significaba que era el dia 100 de este ciclo de meditacion; luego entre a la reunion diaria; el pm me pregunto si entraria en el testing mas serio que se esta realizando pero le comente que me ausentare nuevamente por un largo periodo de tiempo este mes.

Después del horario laboral nos dirigimos a los mercados en dirección norte; usualmente pasamos al supermercado en donde venden utensilios a precios bajos: en esta ocasión nomás entramos al supermercado del lugar a comprar un poco de bananos para nuestros desayunos.

Por la noche estuve avanzando en el reto semanal de Duolingo -dos mil puntos en pareja- y leyendo un poco; aunque me ha estado costando avanzar en Grokking Simplicity; coincidentemente los temas son bastante parecidos -o tienen relación con- a las clases que he estado recibiendo los sábados sobre React.

Hoy por la tarde le escribí a mis dos hijos locales para comentarles que -por el momento- el huracán que estaba amenazando el país para el fin de semana se había desviado más temprano y que, siempre sí, puedo llegar a sus habitaciones el sábado.

Mi hijo menor aprovechó para recordarme de los cien dólares que debo reembolsarle a principios de cada mes por las acciones que estamos adquiriendo en el call center en el que trabaja; además, he estado trabajando -ayudado con ChatGPT, Gemini y Phind- en mejorar la construcción de formularios web.

Antes del mediodía habíamos realizado la rutina de ejercicios de los miércoles con Rb y por la tarde, luego de los respectivos té y café, salí al patio trasero a separar las pencas de bananos del racimos que había cortado por la mañana: fueron en total seis pencas -dos bananos habían sido picoteados por las aves-, que esperamos repartir entre los vecinos -y quizá un par para mis hijos-...

Y a ver cómo va eso...