domingo, 28 de julio de 2024

Enfermedad... Sickness... La maladie...

Hoy me dió un bajón de salud que no había tenido en muchos años: no sé si empezó en mi viaje, luego de tomar desparasitante o después de almorzar ayer en Subway: por la tarde estuve repitiendo el sandwich que había ingerido como almuerzo.

Pero, según Rb, también hay que añadir un par de incidentes que han pasado la última semana: el primero tiene que ver con el viaje y lo que ocurrió y el segundo con lo que hemos estado gestionando con mis hijos desde hace un par de semanas.

Total que hoy me levanté sin ganas de nada -no había dejado alarma y me levanté después de las nueve-: no desayuné y me pasé el resto de la mañana entre la cama y el baño -nada de desechos sólidos en este último-; un poco antes del mediodía Rb me indicó que lo mejor era que comiera aunque fuera un poco y me preparé la avena de costumbre; la cual ingerí con un banano y un poco de gelatina; pero me costó terminar.

Me he pasado casi todo el día dormitando y Rb se ha portado espléndida: trayéndome agua y cocinándome un caldo de pollo que he sentido que le cayó muy bien a mi sistema digestivo; aunque el estómago sigue aún en revolución.

Y a ver cómo sigue eso...

El domingo pasado me levanté a la siete, preparé mi desayuno y luego retorné a la cama a hacer Duolingo; estuve avanzando un poco en el libro de psicología -ACT- y a media mañana Rb me pidió que la ayudara a limpiar el patio trasero.

Hacía más de un año que no cortábamos la grama y malezas por lo que parecía una jungla; igual, ocupamos únicamente un poco más de media hora en quitar las malezas, cortar un junco -también salí a tirar algunos de las matas de banano de las últimas cosechas-; luego nos bañamos y preparé las gelatinas para mis desayunos de la próxima semana. 

A las doce y media tomé el automóvil y me dirigí a una sucursal del restaurante de la misma franquicia de la cena con el grupo de misioneros del mes pasado: mi prima favorita había organizado un almuerzo para celebrar los setenta años de su madre.

Llevaba la tarjeta que Rb le había confeccionado -la metí dentro de mi libro de física para protegerla-; el almuerzo estuvo tranquilo; éramos básicamente mis dos tíos, sus tres hijos y los nueve nietos -y yo-: estuve en el restaurante hasta las tres y diez -le dejé el dinero de mi cuenta y mi contribución al almuerzo de mi tía a mi prima mayor- pues había programado la visita mensual al voluntario que vive en la misma colonia donde habité por una década.

Antes de llegar a su casa pasé por un supermercado y compré una bolsita de café Nescafé y un paquete con cuatro cubiletes; luego pasamos una hora y media entre café, dominó y conversación sobre las últimas noticias -como que Biden renunció a la nominación del partido republicano en el Imperio del Norte-.

A las cinco me despedí de mi amigo, pues antes de dirigirme a la reunión semanal con mi hija debía pasar por mi hijo menor -nos habíamos puesto de acuerdo el día anterior-: me parqueé frente a la casa donde vive y lo llamé; salió un poco más tarde; nos dirigimos a la casa donde vive mi hija y le escribí desde la acera donde nos parqueamos, frente a su casa.

El mensaje era para ver si subía por ella o la esperábamos abajo; prefirió bajar -ahora anda nomás con una muleta-; nos dirigimos al Taco Bell más cercano en donde invité a mis hijos a almorzar -creí que sería un café pero les ofrecí lo que prefirieran y ambos eligieron uno de los combos-.

Luego nos sentamos y procedí con un discurso que llevaba medio preparado: la vida, el dinero, y la propiedad que quería adquirir para que tuvieran un lugar propio para vivir; sorprendentemente -tanto para mi hija como para mí- mi hijo menor se mostró anuente a la idea.

Incluso aceptó ir con su hermana mayor a la revisión final del apartamento: como sale de trabajar a la una de la tarde su hermana había programado la cita con el agente inmobiliario para el lunes a las 3:00; estuvimos en el Taco Bell hasta las seis y media; luego retorné a mi hija a su casa; a mi hijo a la suya; y, finalmente, volví a mi casita; por haber estado haciendo durante la semana Portugués -e Inglés intermedio- en Duolingo logré subir al tercer lugar de la liga -tenía tiempo de que no entraba-.

El lunes me levanté a las cinco y cuarenta; medité y llevé mi computadora del trabajo a la cama; la reunión diaria estuvo tranquila; a las once hicimos la rutina de ejercicios de los lunes; luego nos bañamos y posteriormente picamos papas para el almuerzo.

Terminé de leer La Disparition de Stephanie Mailer; estoy pensando qué leo ahora en francés; dudando entre un libro de Julio Verne y uno de un autor de ciencia ficción mas reciente; bajé un para de libros de francés y empecé a leer del segundo tema; pero me pareció muy pesado por lo que decidí completar la trilogía de Aurore.

Un poco antes del mediodía me contactó mi amigo el Testigo de Jehová; para pedirme prestado veinticinco dólares; aduciendo que su yerno había sufrido un percance con su camión -el motorista murió en el lugar- y no podía completar su presupuesto mensual; la verdad me sorprende la fragilidad del presupuesto de las gentes -o las excusas para obtener dinero gratis- pero, como solo eran veinticinco dólares -tengo la política de prestar únicamente una vez si no hay pago de vuelta- le mandé el dinero.

Además compré el pasaje del bus para el viaje que había planeado para el miércoles por la tarde; lo cual no estuvo nada fácil pues el sitio web de la empresa de transportes no acepta tarjetas con el mes/año de vencimiento de la fecha de compra -un craso error-.

Al final pude contactar a mi amigo que vive en el otro lado de la ciudad y le envié el dinero para que adquiriera el boleto por mí (eran quince dólares); claro, después de comprobar que su tarjeta se vencía hasta el próximo año; por la tarde acudimos a la tienda de las verduras pues Rb debía comprar algunos ingredientes para el almuerzo del día siguiente.

El martes mi hija me escribió bien temprano con las últimas noticias del apartamento que andábamos adquiriendo: la constructora requería que le mandáramos una foto del cheque de caja del monto restante; por lo que, al final de la jornada laboral -que estuvo bastante tranquila- le pedí a Rb que me acompañara a mi banco y adquirí el cheque.

En el camino de retorno pasamos al supermercado que nos queda en el camino pues me había quedado sin el queso que le aplico a las galletas sodas de mi cena; cuando retornamos a casa escaneé el cheque y se lo mandé a mi hija mayor; y, como no quedó bien le tomé un par de fotografía y con eso concluimos esa parte del trámite.

El miércoles mi hija me escribió nuevamente bastante temprano; requiriendo mi disponibilidad para firmar las escrituras del apartamento el día sábado; nomás le pedí que incluyera a su hermano en las actividades; decidimos realizar el trámite a las diez de la mañana -ya que por ser fin de semana el horario de trabajo se limita al mediodía-.

Antes del mediodía realizamos con Rb la rutina de ejercicio de los miércoles y, a las cuatro de la tarde, salí a tomar el busito hasta la parada del Transmetro; el plan era dirigirme de allí a la estación de buses -queda a cuatro o cinco calles-; le había cargado Internet a mi teléfono para los siguientes dos días por lo que estuve en comunicación constante con Rb.

Apenas subido en el busito me percaté que había olvidado empacar artículos de limpieza personal; se lo comenté a Rb y decidí pasar por algún lugar en el centro a proveerme; lo bueno es que llegué bastante rápido a la última estación; por lo que pude pasar por un supermercado y proveerme de cepillo dental y jabón de baño.

El resto del viaje a mi casa de este año está detallado en las siguientes tres entradas.

El viernes retorné un poco después de las siete de la mañana a la casa de Rb; salió a recibirme y luego retornó a su cama; yo también me sentía cansado después del viaje por lo que me retiré a mi habitación y dormí un par de horas.

Había decidido cambiar mi teléfono -literalmente se está cayendo a pedazos- por lo que después del mediodía le pedí a Rb que me acompañara a la agencia telefónica más cercana -también aprovechamos para pasar por su tarjeta de débito-; al final no encontré un teléfono en el rango que andaba buscando -menor de cien dólares- por lo que sigo con el mismo; en el viaje de vuelta -andábamos en automóvil- pasamos por una farmacia social en donde adquirí un dosis única de desparasitante; lo que ingerí al regresar a casa

El sábado me levanté temprano y, después de despedirme de Rb, me dirigí a la casa de mi hija mayor; luego pasamos por su hermano menor y después nos dirigimos a la oficina de la constructora; llevábamos la dirección pero estaba errónea; a pesar de haber llegado con más de quince minutos de anticipación a la zona al final nos presentamos tarde a la cita.

Nos recibió el gerente de ventas de la constructora y nos dejó con la secretaria; quien nos proveyó de los documentos formales para la adquisición del apartamento: escrituras y acciones por los espacios públicos del edificio.

Firmé toda la papelería y luego nos dirigimos al edificio para realizar la recepción formal del apartamento; realmente se siente bastante pequeño -son más de sesenta y cinco metros cuadrados de construcción- pero tiene tres habitaciones independientes, sala, comedor/cocina, y espacio de lavandería.

Después de recibir las llaves nos dirigimos a almorzar en el Subway en donde usualmente tomamos nuestro almuerzo cuando salimos; no sé si el sandwich fue mal preparado -o ya traía síntomas- pero sentí que no me cayó bien el almuerzo.

Estuvimos en el lugar un rato con mis hijos y luego pasé a dejarlos a cada uno a su habitación; después retorné a mi casita; en donde seguí sintiéndome indispuesto estomacalmente; usualmente no ceno los sábados pero en esta ocasión ni siquiera lo consideré.

Hoy me levanté sin alarma -después de las nueve- y me sentía realmente mal; me pasé casi toda la mañana entre el baño y la cama y realmente me siento muy agradecido por la forma en la que Rb se hace cargo de mi persona cuando no estoy bien: en vez de las alitas de costumbre preparó un caldo de pollo que le cayó muy bien a mi cuerpo.

Pasé el resto de la tarde dormitando y un poco después de que anocheciera estuve un rato con Rb en su cama; viendo una serie que empezó a ver hace un par de días: una versión de El Decamerón; además, fui un par de veces al baño y, aunque no estoy completamente curado, siento que estoy mejor.

Y a ver cómo sigue eso...

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