miércoles, 3 de julio de 2024

Los cien días... The hundred days... Les cent jours...

Ayer cumplí cien días de -este ciclo de- meditación; por supuesto, creo que he obtenido el resultado que esperaba: ninguno; no estoy seguro si este es el período más amplio en el cual he mantenido la práctica; de pronto fueron los seis meses que estuve asistiendo al templo Zen; aunque tampoco creo que haya sido tan constante en esos días.

Por lo pronto este reto se acaba en mil días; incluso ya tengo los calendarios del próximo año para continuar con la gamificación de mi práctica: cada cincuenta días aumentar un minuto; hasta llegar a los treinta minutos después de despertarme y treinta minutos antes de dormirme; por ahora voy en doce.

Lo interesante, o quizá no tanto, fue que anoche empecé a meditar diez minutos antes de la medianoche, por lo que técnicamente incié el día meditando; pero, esto tuvo sus consecuencias negativas: había dejado la alarma para las seis de la mañana y, al sonar, nomás la desconecté; despertándome a las siete y cuarto; como consideré que ya era muy tarde para la reunión diaria de las siete, nomás me levanté a meditar.

Después me llevé la computadora a la cama; estuve leyendo mis correos y viendo si había alguna novedad en el chat grupal; luego me volví a dormir; Rb llegó un poco después de las nueve y continuamos en la cama casi hasta las diez; hora a la que me levanté a desayunar y a ver si había algo nuevo en el trabajo; aún no había nada.

A media mañana salí al patio trasero y procedí a serrar la mata de  bananos cuyo racimo estaba justo sobre el techo del antiguo taller del papá de Rb; el techo ya se encuentra en un estado muy precario y justo con el anterior racimo estuvo a punto de caerse; afortunadamente logré empujar la mata para que se apoyara en la pared de la casa y logré cosechar el racimo sin muchos problemas.

El problema estuvo en que no ví que había un panal de abejas -o avispas, no estoy seguro- bajo una de las hojas del bananal y al estar realizando el último corte del racimo volaron en desbandada y me picaron: una en la mano izquierda y una en la pierna derecha; ambos puntos se hincharon, pero no mucho; creo que es otra de las ventajas de la edad adulta: se sufre menos con el dolor.

Ahora solo debemos salir a repartir las pencas de banano a la cuadra pues, debido al ambiente húmedo imperante en estos días -hay alerta de huracán para dentro de un par de días- Rb no puede procesarlos para hacer harina.

The works...

El viernes pasado me desperté a las cinco de la mañana; me levanté a meditar y luego pasé la computadora del comedor a la cama; estuve trabajando un poco pero, al no encontrar una función de la aplicación que debía revisar, me quedé dormitando hasta la hora de la reunión.

Participé en la reunión -casi nadie del equipo local estuvo en la misma- y después salí a prepararme el desayuno de los fines de semana; desayuné y retorné a la cama; hasta después de las nueve, que Rb entró a preguntarme algo, entonces saqué la máquina al comedor.

Rb estuvo con molestias de la gripe/estomacales por lo que se pasó la mayor parte de la mañana en cama; y, como no bajamos el pescado del freezer; un poco antes de mediodía me tocó ir a la tienda por medio pollo; almorzamos un caldo de pollo con arroz y aguacate y después sacamos a caminar a los perros; aunque la caminata no estuvo tan tranquila pues la mayor parte del día ha habido lloviznas intermitentes.

A media tarde preparé té para ambos -había estado consumiendo desde el día anterior por la tarde la mitad de un brazo gitano de chocolate: la otra mitad planeaba llevarla el domingo en mi visita mensual al voluntario que vive en la colonia en donde habité por más de una década-.

Después me fuí a la cama de Rb y continué con -terminé- Gamify y empecé a leer Tracers in the Dark; me estuve un buen tiempo en la cama pues Rb llegó a recostarse y terminé durmiéndose más de una hora; después del horario laboral me puse a hacer la rutina de ejercicios de los viernes; Rb declinó pues seguía sintiéndose mal;

El sábado me levanté temprano; volví a poner el reloj para levantarme a las 6:00; medité y salí a preparar el desayuno de los sábados después volví a la cama a hacer Duolingo y volví a dormitar; a media mañana Rb me pidió que fuera a los supermercados -seguía sintiéndose mal-; me dirigí al supermercado más alejado en dirección sur y compré varias cosas que mi hija me había pedido para sus alimentos semanales.

En el otro supermercado compré arroz y bananos para nuestro consumo; el resto de la mañana me la pasé tratando de ponerme al día con las clases de React; llegué casi a la mitad de las cuatro horas del segundo sábado que no pude asistir por andar en la misión.

A la una y media de la tarde cargué en el auto las provisiones de mi hija -incluyendo los embutidos que había olvidado la semana pasada- y me dirigí a su casa; estaba lloviendo y el tráfico estába terrible; usualmente me tardo entre veinte y treinta minutos en llegar; ese día a las 2:10 le envié un mensaje comentándole que iba tarde: llegué a las 2:30.

Había llevado mi computadora con Fedora y me conecté a su red para entrar a la clase -sería la tercera sesión a la que no asistía y quería (al menos) hacer acto de presencia- también transferí los ciento cincuenta dólares que me pidió prestados para la renta del mes de julio.

Luego nos subimos al auto -mi hija ya anda nomás con una muleta- para ir por pizza; pero en el camino -el tráfico seguía intenso- cambió de opinión y nos metimos al mc donald’s donde usualmente invito a desayunar a mis amigos; nos estuvimos en el lugar almorzando -ella y mi hijo menor siempre se decantan por las creaciones gourmet de Mc Donalds, yo elijo usualmente las opciones más pequeñas- y conversando sobre la vida y su finitud.

Un poco después de las cinco regresamos a su habitación; se suponía que hay una panadería casi enfrente de su casa y habíamos planeado comprar pan de banano; pero estaba cerrado; nomás compré un par de galletas en la tienda de barrio y subimos a su habitación; preparé té -me preocupa el sabor tan fuerte a lejía (ella le agrega desinfectante para verduras) por lo que no me lo terminé- luego, un poco después de las seis me despedí y retorné a mi casita.

El domingo volví a levantarme temprano; preparé mi desayuno y luego retorné a la cama a hacer Duolingo; quería hacer muchas lecciones porque -desde la semana pasada- la competición semanal no termina el domingo a las nueve de la noche sino al mediodía; igual me bajaron del tercer al cuarto lugar.

Por la mañana continué poniendome al día con el curso de React -ví la mitad de la clase que me faltaba y la del día anterior-; y me puse a hacer la tarea que había dejado la maestra: ChatGPT y Gemini han sido de mucha ayuda.

Al mediodía Rb me preparó alitas, yo preparé una ensalada y ella intentó comer el resto del caldo de pollo que había estado consumiendo desde el viernes -sigue sintiendose mal-; a las tres de la tarde me dirigí a la casa del voluntario que vive en la colonia en la que habité por más de una década; llegué bastante rápido, aunque me costó parquearme pues había alguien ya frente a su casa.

Llevaba la mitad del Brazo Gitano de Chocolate que había comprado el jueves -el voluntario cumple años el martes- y una de las libras de café que traje de la misión; y la prensa francesa; preparamos café y compartimos el brazo gitano; y estuvimos jugando dominó -dejo que me gane muchas veces- hasta las cinco y media; y conversando sobre la vida y las amistades en común; a las cinco y media nos despedimos y retorné a mi casita.

El lunes se celebraba el día del Ejercito en nuestro país -el día anterior realmente pero hubo una ley que movió la celebración a un día laboral hábil- por lo que fue asueto nacional; me levanté a las seis menos cuarto pues había quedado con el amigo con el que trabajé hace como quince años en una empresa de software -y a quien he visto un par de veces al año por los últimos dos años- de reunirnos en un restaurante del periférico a las siete.

Medité y luego estuve leyendo un poco de Grokking simplicity -está buenísimo: Programación Funcional-; luego me bañé y me dirigí al restaurante; las calles estaban vacías; más vacías que los domingos; llegué al lugar con quince minutos de antelación y pedí una mesa para dos.

Luego estuve leyendo el periódico y jugando un poco de ajedrez; a las siete y cuarto le pregunté a Chatgpt cuál era un tiempo de espera recomendado en latinoamérica antes de llamar a un amigo que no se presenta a una invitación.

La respuesta fue que entre quince y treinta minutos; esperé hasta el minutos veinticinco y llamé a mi amigo; lo desperté; se disculpó e indicó que se ponía en camino; le dije que manejara tranquilo y seguí esperando.

Llegó un poco después de las ocho y me entregó la bolsa de chocolate de -su propio emprendimiento- que usualmente me obsequia; yo le entregué dos de los libros que me retornaron de la donación a la biblioteca -envueltos en papel de regalo- y una libra de café.

Luego estuvimos un par de horas hablando de la vida y el trabajo; aparentemente se cambiará en el mediano plazo -hace como cinco años me había ofrecido el retorno a la oficina que dirige actualmente y hace un par de años me refirió a otro trabajo que se alinea bastante con mis funciones actuales-; a las diez le indiqué que ya debía retirarme y que debíamos repetir el desayuno antes de que termine el año.

Vine a encontrar a Rb ya mejor que los días anteriores -aparentemente es adenovirus- y me pidió que hicieramos la rutina de ejercicios a las once de la mañana; estuvo super pesada, por la humedad en el ambiente -antes había aprovechado para cargar la lavadora con mi colada mensual-.

Después de realizar los ejercicios nos dirigimos -en auto- a los supermercados en dirección sur; como no había almuerzo preparado -Rb aún tenía que terminarse el caldo de pollo de los días anteriores- yo había planeado comprar pollo frito en un local a la par del mercado; pero estaba cerrado.

Rb compró pollo para su perra más anciana -y un poco para nosotros- y yo compré cuatro libras de gelatina; retornamos a casa; preparé un par de huevos con embutidos y arroz, y almorzamos; después sacamos a caminar a sus perros; a las tres Rb le dió de comer a sus perros y yo preparé café -instantáneo- para mí y té para ella; y me terminé -por fin- el brazo gitano de chocolate del jueves; luego realicé los últimos ajustes al código de la tarea del sábado y lo subí a Github.

Ayer me levante a las seis. Medite y despues le agregue el minuto planeado al periodo de meditacion; lo cual significaba que era el dia 100 de este ciclo de meditacion; luego entre a la reunion diaria; el pm me pregunto si entraria en el testing mas serio que se esta realizando pero le comente que me ausentare nuevamente por un largo periodo de tiempo este mes.

Después del horario laboral nos dirigimos a los mercados en dirección norte; usualmente pasamos al supermercado en donde venden utensilios a precios bajos: en esta ocasión nomás entramos al supermercado del lugar a comprar un poco de bananos para nuestros desayunos.

Por la noche estuve avanzando en el reto semanal de Duolingo -dos mil puntos en pareja- y leyendo un poco; aunque me ha estado costando avanzar en Grokking Simplicity; coincidentemente los temas son bastante parecidos -o tienen relación con- a las clases que he estado recibiendo los sábados sobre React.

Hoy por la tarde le escribí a mis dos hijos locales para comentarles que -por el momento- el huracán que estaba amenazando el país para el fin de semana se había desviado más temprano y que, siempre sí, puedo llegar a sus habitaciones el sábado.

Mi hijo menor aprovechó para recordarme de los cien dólares que debo reembolsarle a principios de cada mes por las acciones que estamos adquiriendo en el call center en el que trabaja; además, he estado trabajando -ayudado con ChatGPT, Gemini y Phind- en mejorar la construcción de formularios web.

Antes del mediodía habíamos realizado la rutina de ejercicios de los miércoles con Rb y por la tarde, luego de los respectivos té y café, salí al patio trasero a separar las pencas de bananos del racimos que había cortado por la mañana: fueron en total seis pencas -dos bananos habían sido picoteados por las aves-, que esperamos repartir entre los vecinos -y quizá un par para mis hijos-...

Y a ver cómo va eso...


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