viernes, 12 de julio de 2024

Una casa para el señor Biswas... A house for Mr. Biswas... Une maison pour M. Biswas...

Creo que este es el libro más famoso del único Premio Nobel -de literatura- de Trinidad y Tobago -también tenía la nacionalidad británica, cómo no-; y, quizá interesantemente, su ascendencia era de India; hace muchos años recuerdo haber leído que tenía una amante argentina que hacía que acompañara a su familia; aunque la historia debe ser más (o menos?) interesante.

Recuerdo haber leído que el libro versa sobre la dificultad de un inmigrante para adquirir una casa; aunque en realidad -acabo de leer una reseña- sí adquiere varias; y ninguna le satisface porque es realmente la descolonización lo que no puede superar... en fín.

He pensado mucho el título de ese libro durante mucho tiempo; principalmente porque nunca he tenido una propiedad -aparte de la que estoy construyendo desde hace un par de años en el terreno que me cedieron mis padres-; cuando tenía un par de años de empezar a trabajar como ingeniero intentamos adquirir una con la madre de mis hijos; pero, como la mayor parte de nuestros proyectos, estuvo destinado al fracaso.

Luego invertí varias decenas de dólares en reconstruir la parte de la casa que la mama le había cedido a la mamá de mis hijos; era pequeño el lugar pero -con muchas dificultades- logré construir una terraza sobre las tres habitaciones de la mamá de mis hijos; y construí otro par de habitaciones en el segundo nivel.

Luego, cuando estaba trabajando con uno de los potentados locales, me negué -casi sin darme cuenta, pues creí que me la estaba ofreciendo en alquiler- a adquirir una casa en las afueras de la ciudad; y hasta allí creí que había llegado en el tema; pero ahora que mis hijos andan -como yo, casi toda mi vida- alquilando habitaciones en la ciudad, estoy nuevamente buscando la adquisición de una propiedad -para ellos-.

Y a ver cómo va eso.

El jueves pasado era día de Asueto en el Imperio del Norte: la fecha de su independencia; nuestro PM había cancelado, el día anterior, la llamada de las siete; por lo que volví a levantarme -bastante incómodamente, por cierto- tarde. 

Y creo que lo que pasó -no estoy seguro si ese día o el siguiente- es que un poco después de las tres de la mañana Rb entró a mi habitación a comentarme que el depósito de agua del sanitario se había -otra vez- desbordado.

El sanitario tiene cuarenta o cincuenta años -no tiene siquiera llave de paso en el lugar- y, durante estos últimos diez años; de vez en cuando, el flotador ya no puede mantener el nivel del agua; ayudé a Rb a ajustar -otra vez- el flotador y retorné a la cama -ella terminó de secar el piso-; y me costó volver a dormirme.

Me pasé todo el día escribiendo código de React y al final pude publicar en mi página de GitHub el formulario que la maestra había dejado como tarea; después del horario laboral nos dirigimos a los supermercados en dirección norte; compramos fruta y verdura en la tienda del señor que a veces reparte por acá y también compré pan para mis desayunos; y, por estar escribiendo código, leí nomás una o dos páginas del libro de psicología del ciclo actual.

El viernes me desperté a las seis para ver un poco de mis tareas antes de entrar a la reunión de las siete; medité, preparé mi desayuno de los fines de semana y luego me puse a ver mis pendientes; lastimosamente el acceso a la aplicación estaba bastante lenta por lo que no pude adelantar mucho; la reunión no tuvo muchos sobresaltos.

Realizamos la rutina de ejercicios de los viernes antes del mediodía; la sorpresa del día fue que el pescado que descongelamos para ese día era un atún -Rb se puso bastante contenta pues hace tiempo que no consumía este tipo de pescado, debido a que las latas contienen en su mayoría soya-.

Después del horario laboral nos dirigimos a los supermercados en dirección Norte; aprovechando el viaje pasamos a repartir cuatro de las cinco pencas de bananos del último racimo -los otros dos los estaba reservando para mis hijos-.

En el supermercado, en el cual nos proveemos de utensilios para el hogar, compramos una válvula vertical para eliminar el flotador del sanitario, en el otro supermercado compramos unas bolsas de snacks -que pensaba consumir con mi hijo en la clase del sábado-, y mayonesa y tortillas de harina para mi hija; ese dia leí menos que el anterior: nada

El sábado había puesto la arma para las siete de la mañana pero nomás la apagué -creo que ni siquiera lo recuerdo- y me levanté un poco antes de las ocho; preparé mi desayuno y lo tomé en el comedor; un poco después se levantó Rb; luego retorné a mi cama e hice la lección matutina de Duolingo; y me volví a dormir… siento que he estado durmiendo demasiado pero no sé cómo evitarlo.

A media mañana fuimos con Rb a los supermercados en dirección sur; compré algunas de las provisiones para mi hija: (café, también un bote para mí) y embutidos; en la tienda compré un cartón de huevos y una mano de limones; caminando hacia abajo vimos que el boulevard estaba a reventar: igual al sábado hace varios meses en que mejor retorné a estacionar el auto y pedir un Uber para salir.

Regresamos un poco antes del mediodía a casa, me bañé y al consultar Waze ví que el embotellamiento empezaba a un par de calles de la casa; decidí no sacar el automóvil; caminé hasta donde pasan los buses intermunicipales pero tomé uno de los busitos que llegan hasta casa; luego caminé desde el comercial en donde se estacionan hasta la habitación de mi hijo.

Desafortunadamente volví a olvidar el cargador de mi computadora -me dí cuenta como a media caminata-; llegué a la habitación de mi hijo un poco después de la una; estaba llamándolo desde afuera pero no contestaba; afortunadamente uno de los vecinos entró por lo que pude subir al segundo nivel.

Y pasó algo raro: encontré a mi hijo con los ojos llorosos; al notarlo me comentó que le había entrado shampoo; pero luego empezó a llorar: al parecer ha estado teniendo días malos en su trabajo -y la vida-; conversamos un poco sobre la condición humana y la búsqueda de la felicidad; luego le propuse que fueramos al Pollo Pinulito que está a cuatro o cinco calles de su casa; pero había una larga cola.

Entonces nos dirigimos a la gasolinera que se encuentra a dos calles de su casa -en la dirección opuesta-; el plan era comprar una pizza pero también había una larga cola; retornamos a su habitación y pedí una pizza hawaiianna con cuatro aderezos -y un doble litro de pepsi-.

Empezamos a almorzar cuando la clase estaba empezando; y, como mi computadora no aguanta mucho sin batería, le pedí que me prestara su portátil: él ya ha recibido antes la clase en su computadora de escritorio; me creo un usuario en la portátil pero cuanto intenté iniciar el proyecto de React no reconocía el folder base de Node; estuve buscando en Internet -y preguntando a ChatGPT y Gemini-; al final fue Phind quien me permitió avanzar: crear manualmente el folder faltante.

Pero como ya iba adelante la clase; preferí nomás actualizar la información de mi calendario anual de visitas; y el documento en el que registro -usualmente- mi día a día; un poco antes de las seis la maestra terminó la clase y yo me despedí de mi hijo y regresé a mi casita.

El domingo me levanté tarde; creo que a la misma hora que Rb; como había planeado cambiar la valvula de llenado del sanitario le pedí que me ayudara a cerrar las llaves de paso del agua de afuera y del depósito: el baño no tiene llave de paso, como es lo habitual.

Empecé a desarmar la válvula anterior y limpié el depósito; cuando quité la manguera que interconecta la instalación con la válvula, se quebró: creo que tenía más de treinta años sin ser movida; evalué las opciones y salí a comprar una nueva manguera; me costó cuatro dólares en una ferretería a cuatro o cinco calles -es de metal y espero que no sea tan frágil-.

Trabajé en el sanitario un buen rato pero al final quedó instalada la nueva válvula; no necesita flotador por lo que espero dejar atrás los incidentes que hemos tenido durante la última década: desbordamientos esporádicos del agua.

Después de esto desayuné; y luego le pedí a Rb que me acompañara a la tienda pues debía aún comprar las manzanas que me había pedido mi hija mayor; al final no encontramos en las tiendas por lo que tuvimos que ir al supermercado más lejano en dirección sur; almorzamos alitas y por la tarde estuve leyendo un poco del libro de la línea de francés.

A las cinco me dirigí a la habitación de mi hija mayor; el día anterior, al regresar de la habitación de mi hijo, había visto -mientras estaba en el busito- un anuncio de un apartamento en venta; en un lugar no muy alejado de la zona en donde crecieron mis chicos.

La noche anterior le había escrito a la persona y me interesó: es bastante pequeño el lugar y cuesta como setenta y cinco mil dólares; pero al menos ya sería una propiedad que mis hijos pueden utilizar si se encuentran indigentes.

Le comenté a mi hija la situación y le propuse que fuera a verlo -aún anda utilizando una muleta- y que, si le parecía; le proporciono el dinero para que lo compre, con la condición de que no haya allí alcohol o drogas -o que alguna otra persona pernocte- y que en el futuro pueda acondicionarse para recibir a su hermano -y en un caso muy muy extremo a su hermana mediana o a mí-.

Estuvo de acuerdo y me dijo que iba a comunicarse con la persona a mediados de la semana; un poco después de las siete -y de un par de partidas de dominó- me despedí de mi hija y abordé el automóvil; empezando a manejar estaba cuando la lluvia empezó bastante fuerte.

El tráfico en el periférico se ralentizó pues era casi una tormenta; incluso en algunas secciones sentí que el agua llegaba al piso del auto; afortunadamente no hubo ningún incidente y pude retornar a casa sin ningún contratiempo; cuando vine estuve jugando ajedrez un rato pues Rb aún estaba en su clase teológica semanal.

El lunes me levanté a las seis de la mañana; antes de la reunión pude conversar un momento con el programador que más nos ha ayudado y avancé un poco en mis asignaciones; luego avancé poco pues al parecer hay problemas con la base de datos.

También me ha estado costando avanzar en mis lecturas; me parece que durante tres o cuatro días ni siquiera completé una línea de lectura; aunque el tema, Acceptance and Commitment Therapy, está muy bueno; de hecho creo que trataré de aplicar algunas de las técnicas con mis hijos -y conmigo mismo, realmente, antes-.

Al final logré completar la sección del libro de ACT por la noche, luego de hacer la lección extendida de Duolingo; para continuar con el de francés; que también me ha estado costando bastante; son más de seiscientas páginas y -siento que- la historia tiene muchas ramas.

El martes la alarma estaba para las seis de la mañana -incluso había dejado el celular bien alejado de la cama, para que no me ocurriera lo de la semana pasada, de apagarlo inconscientemente-; pero a las cinco y veinte un zancudo me despertó y ya no pude -quise- volver a dormirme; completé la sección del libro de francés.

A las siete salí por la computadora; regresé a la cama y me uní a la llamada de la reunión de las siete; no hubo mucha novedad pero un poco después el PM envió una convocatoria para una reunión a las nueve, con todo el equipo -somos cuatro-.

Me quedé en la cama actualizando mis correos y un poco después de las ocho puse la alarma para las nueve menos cuarto y me quedé dormitando; cuando la alarma sonó saqué la computadora a la mesa del comedor y me uní a la llamada del equipo; nomás entramos tres del equipo y el PM; la reunión era para actualizar el avance del proyecto y, según pude ver, al menos para el resto del año el trabajo será más o menos el mismo.

Después de la reunión me puse a ver -con ChatGPT y Claude- como eliminar las pausas del video de la clase del sábado -lo que al final no me funcionó-; cuando pasó el joven del servicio de recolección de basura, un poco antes del medio día, salí a regalarle una bolsa de flan que había preparado el domingo -era medio litro y nomás había consumido un par de cucharadas ayer y hoy- que había considerado desechar.

El miércoles pagaron el bono de medio año; ese día me transfirió el valor de la soldadora mi amigo que vive al lado opuesto de la ciudad; también me pagó mi hija mayor lo que le había prestado para la renta de su habitación; Rb tuvo su reunión semanal después del almuerzo y estaba a medias de esta cuando vino el señor de las verduras -no había venido en un buen tiempo-; por lo que me tocó a mí salir a comprar.

Después del horario laboral realizamos la rutina de ejercicios de los miércoles; por alguna u otra razón no he leído mucho últimamente; creo que, con trabajos, he completado un ciclo de una de las líneas por día; a veces menos.

Ayer, jueves, estuve en comunicación constante con mi hija durante todo el día; fue a ver el par de apartamentos que habíamos acordado el domingo; el primero le pareció muy pequeño; el segundo se veía prometedor; de hecho habíamos decidido adquirirlo: le transferí una cantidad de dinero para que hiciera la reserva; pero, su cuenta estaba bloqueada para realizar transferencias y en el ínterin alguien más lo adquirió; por lo que seguimos en la búsqueda.

Eso fue durante todo el día; por lo que descuidé bastante el trabajo; y la lectura; después del horario laboral fuimos con Rb a los supermercados en dirección sur; mi hija mayor aún no me ha pedido ninguna provisión; y retornando de los supermercados se terminó el proceso fallido de adquisición de apartamento.

Este día me desperté cuando la alarma sonó: a las cinco; pero continué dormitando y finalmente me levanté a las 5:25; medité y salí a prepararme el desayuno de los viernes y fines de semana; me puse a trabajar un rato antes de entrar a la reunión pero mi herramienta de mensajería interna estaba funcionando deficientemente.

La reunión de este día era de planificación por lo que en vez de los quince minutos habituales estuvimos reunidos más de una hora; mientras tanto estuve en comunicación con dos o tres vendedores inmobiliarios.

Un poco después del medio día mi hija mayor me envió información de una casa, bastante humilde, que fue a inspeccionar en una zona cercana a la cual crecieron; se ve prometedora; además acordamos con una vendedora la revisión de un apartamento en el centro histórico; el lunes por la tarde.

Mi hija se está haciendo cargo de todas estas visitas -yo le estoy patrocinando el Uber- y este lunes tiene que ir por la mañana a la cita en el seguro social; espera terminar antes del mediodía por lo que no debería haber inconveniente; además abrí una hoja electrónica para llevar el registro de los movimientos monetarios realizados dentro del proceso de adquisición -y posesión esperemos- del apartamento -o casa-.

Y a ver cómo sigue eso...

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