domingo, 6 de octubre de 2024

Las IAs... The AIs... Les IAs...

Desde hace unos meses he estado colaborando -por unos centavos de dolar por hora- con una empresa canadiense para entrenar la inteligencia artifical que estándesarrollando -o ya ajustando quizá-: me anoté al programa e hice algunos trabajos de reconocimiento de imágen; luego -como ella estaba de baja por razones médicas- le pedí a mi hija que completara algunas tareas.

Al final nos 'ganamos' como setenta dólares en dos meses -los que aboné a la línea de crédito que ha estado bastante abultada para mi hija, debido a su curso de Técnico en Emergencias Médicas y a la misma baja médica- y después no tuve muchas noticias del programa: no hubo asignación de tareas por varios meses.

Hasta que el mes pasado me contactaron para aplicar a una posición para redactar prompts: se supone que se requiere un BA o en proceso de un PhD (al final tengo un Msc) y tener conocimientos de nivel experto en alguna área; por supuesto elegí tecnología.

La semana pasada me mandaron una evaluación -no sé por qué sigo siendo tan bueno en este tipo de pruebas- para medir mi nivel de tecnología y programación; las preguntas de código estuvieron interesantes -'comprobé' luego algunas con las IAs de las cuales me sirvo y la respuesta de la mayor parte estaba correcta-.

Se supone que el pago en horario es un poco mejor (como la mitad del salario mínimo actual de la ciudad del imperio del norte en la cual viví hace como veinte años): usualmente por acá se gana como la cuarta parte de lo que gana nuestra contraparte en el Imperio; hace un par de días me enviaron unos documentos para revisar el proceso -se vé bastante complicado- y se supone que esta semana debo realizar una última prueba antes de empezar con el trabajo serio.

Y a ver cómo va eso...

El lunes el trabajo estuvo tranquilo; cerré la tarea que aún tenía activa y me puse a buscar mi siguiente asignación: creé una nueva tarea que, espero, me tomará una semana para darla por finalizado; después de la reunión tuve una pequeña conversación, por whatsapp, con el mejor amigo de mi hija mayor (aunque realmente no han tenido comunicación desde el año pasado): me comentó que se casaba este mes y que quería invitarme a la iglesia, pero no a la recepción, porque ya no tenía cupo.

Agradecí su invitación y le indiqué que usualmente planeaba mi agenda con varios meses de anticipación; me compartió el evento (por Canvas) y me metí de una vez al sitio del almacén en donde usualmente nos proveemos de artículos para el hogar -allí habían ‘elegido’ sus regalos de boda- para comprarle un presente (una olla de cocina).

La SM que me está apoyando con el evento de ciberseguridad publicó el volante del día; cuando estaba preparando el exámen que enviaré el viernes me percaté de que uno de los volantes de la semana pasada tenía un error: uno de los conceptos tenía una definición similar a uno del volante anterior.

Le pedí a la SM que lo reparara y luego, aprovechando el error, lancé un challenge para otorgar puntos extras a quien pudiera encontrar y reportar el error; dos personas lo hicieron completamente y otras tres -entre ellas mi supervisora, parcialmente.

Al mediodía preparamos unos wraps con papel de arroz pero no salieron tan bien porque los ingredientes estaban calientes y eso hacía que el wrap se suavizara; pero el almuerzo estuvo bien; después del almuerzo sacamos a caminar a los perros y después del horario laboral hicimos la rutina de ejercicios de los lunes; por la noche completé el primero de los diez archivos json sin ningún error; y empecé con el segundo, que tiene varios errores por corregir; serán unas semanas interesantes; mi objetivo es dominar las mil seiscientas preguntas que repartí en estos diez exámenes.

El martes me levanté a meditar a las seis y media; luego entré a la reunión y después me puse a realizar los primeros movimientos financieros del mes: transferir los treinta dólares con los que contribuyo (eso y el internet) mensualmente a los gastos fijos de Rb.

Luego pagué los noventa dólares del mantenimiento mensual del apartamento de mis hijos -le envié copia a mi hija mayor para que notifique al administrador- y actualicé el registro que llevo hace más de cinco años sobre mis gastos diarios.

Allí noté que en estos cinco años han habido cinco meses en los que me he sobrepasado completamente del gasto medio: el segundo año en dos ocasiones; la primera fue el cuarto mes del segundo año, por el pago del master en ciberseguridad que obtuve en línea con una universidad española; el mismo año, pero el último mes, por ayudar a mi padre para que saliera de una deuda por la que le estaban embargando parte de su salario. 

Y las otras tres han sido por mi hija segunda: hace un par de años por los pasajes del viaje a Japón; el noveno mes del año pasado y el primero de este para completar los pagos de su último año de estudios (se supone que estas últimas dos ocasiones fueron un préstamo, pero no cuento con el reembolso -aunque ya abrió una cuenta bancaria para iniciarlo-).

También noté que mis gastos totales durante estos cinco años han sido un poco menores al valor del apartamento que adquirí para mis hijos este año; por lo que creo que puedo darme por satisfecho con el manejo de mis finanzas.

El resto del día estuvo bastante tranquilo; almorzamos nuevamente los wraps con papel de arroz que preparamos el día anterior, sacamos a caminar a los perros y, después del horario laboral, fuimos a los supermercados que quedan en dirección norte.

Allí compré un par de paquetes de bolsas de basura: mi hijo menor me los había pedido el fin de semana; por la noche estuve avanzando con The Happiness Trap y un poco de L'épaisseur d’un cheveu; también llegué casi a la mitad del segundo de los diez archivos que estoy repasando para mantenerme al día con PSPOI, CompTIA y CEH.

El miércoles me levanté media hora antes (a las 6:00) porque quería, entre la meditación y la reunión diaria, avanzar en la tarea en la que estoy trabajando estos días; lo que me resultó bastante bien; después de la reunión diaria hice mis lecciones de Duolingo (nuevamente estamos en el challenge semanal con Rb) y después estuve leyendo un poco del libro en francés; después me dormí un poco (pero puse una alarma para las nueve y veinte porque tenía la reunión quincenal con mi supervisora).

Cuando la alarma sonó me levanté a preparar mi desayuno y lo tomé mientras me reunía con mi supervisora; la reunión, como de costumbre, estuvo bastante tranquila: nomás revisando los asuntos laborales que están en marcha.

Por la tarde, después del horario laboral, realizamos la rutina de ejercicios de los miércoles; por la noche terminé el libro de francés y avancé en otro par: completé el ciclo del de ciberseguridad y dejé a medias el de Mindfulness.

Trato de no jugar ajedrez antes de dormirme pues usualmente acelera mi ritmo cardíaco; ayer en todo el día no había ganado ni una sola partida de todas las que jugué contra el teléfono y en la noche puse un poco más de atención.

Usualmente le deso buenas noches a Rb y me retiro a mi habitación a las once -luego de lavarme los dientes-; generalmente leo un poco, luego medito y luego me duermo -alrededor de la medianoche-; pero ayer -como alguna otra noche- me puse a jugar ajedrez en vez de leer; luego de tres o cuatro partidas por fin pude hacer jaque mate; pero, a pesar de haber leído un poco a continuación, me costó bastante concicliar el sueño.

Entonces me puse a pensar que tengo cincuenta y un años y que, a pesar de que la edad promedio máxima de un hombre en nuestro país es de sesenta y nueve o setenta años, quizá pueda llegar a vivir, digamos, setenta y cinco.

Si ese es el caso, quiere decir que aún podría vivir, quizá, veinticuatro años; y me puse a pensar que podría dividir ese período en tres grandes fases y planear su desarrollo de esa forma; creo que podría trabajar como estoy en este momento hasta los cincuenta y nueve o sesenta; luego empezar a bajar el ritmo -medio tiempo? parcial?- durante los siguientes siete u ocho años; y dedicar los últimos (si llego) ocho años a hacer trabajo completamente voluntario; siempre he dicho -y lo sostengo- que quiero morirme trabajando; quizá lo ideal es agregar, no por dinero.

A pesar de haberme dormido bastante tarde anoche, no me costó levantarme hoy: me levanté a meditar y luego jalé la computadora a la cama para entrar a la reunión diaria; después de la misma me quedé en la cama pero no me volví a dormir; me puse a buscar videos para iniciar y cerrar la tercera fase del evento de ciberseguridad que estamos llevando a cabo; luego me puse a hacer Duolingo.

Un poco antes de las nueve salí de la habitación ya que Rb sale los jueves a las nueve y cuarto y usualmente me pide que salga en caso sus perros quiieran salir al patio; desayuné y me puse a revisar los dispositivos conectados a nuestro router -y a instalar una herramienta de ‘testeo’ de ciberseguridad de puntos de acceso a internet-.

Un poco más tarde saqué la basura -había bastante porque, el día anterior en que pasa el servicio(martes), habíamos retornado la basura pues llegó la noche y no pasó el camión - y, aproveché para conversar un poco con el anciano que se ha encargado desde hace unos meses de mantener controladas las ramas de los árboles de la calle.

Por la tarde Rb acudió a su sesión de acupuntura/masajes/fisioterapia y, después de que terminó mi horario laboral, me dirigí a la clínica: habíamos acordado que la iba a esperar fuera para pasar retornar a casa; me tocó caminar bastante rápido pues por estar viendo algunos aspectos del trabajo salí algo tarde de casa; llegué con un par de minutos de retraso al lugar pero ella salió como diez minutos más tarde; de vuelta pasamos a la panadería a comprar el pan de mis desayunos.

El viernes estuvo raro: me levanté a desayunar y luego estuve viendo algo en la computadora -lo que hago usualmente antes de entrar a la reunión diaria-; y nadie abrió la reunión; me metí al calendario y me dí cuenta que la habían cancelado para ese día.

Me puse a trabajar en el envío de la evaluación de la segunda fase del evento de ciberseguridad que estamos llevando a cabo y luego trabajé un rato en mis asignaciones actuales; al mediodía almorzamos pescado: yo había guardado, en el freezer, la mitad del mío hace un par de semanas y nomás había que calentarlo; Rb preparó otro de los que envió mi madre la última vez que fui al puerto; después del horario laboral hicimos la rutina de ejercicios de los viernes.

El sábado me levanté a las seis de la mañana; había planeado hacer ejercicios en la bicicleta estacionaria y desayunar antes de salir: habíamos quedado con uno de mis últimos amigos del voluntariado en encontrarnos a las ocho y media en un McDonald’s cerca del centro histórico.

Pero no pude hacer los ejercicios ni el desayuno: Rb me había pedido la noche anterior que sacara una bolsa de mango licuado del freezer; y es bien complicado reordenar todos los congelados para que cierre sin que el frío se escape.

Total que nomás hice lo del mango, me bañé y me dirigí al centro; el auto no lo hemos tocado desde el domingo anterior; se suponía que el mecánico iba a venir el lunes; el martes lo llamé y dijo que iba a venir el martes; luego esperamos hasta el jueves y ofreció venir el sábado.

Caminé hasta el lugar en el que pasan los buses intermunicipales y luego tomé, en el periférico, el transmetro; un poco antes de las ocho estaba en el centro histórico -a unas diez o doce calles del Mc Donald’s al cual me dirigía-.

Llegué al lugar con quince minutos de anticipación y aproveché para hacer mis lecciones matutinas de Duolingo; luego jugué algunas partidas de ajedrez, esperando a mi amigo; como no había desayunado -y él no había llegado quince minutos luego de la hora acordada- lo llamé pero no me contestó; decidí esperar otros quince minutos y, si no aparecía, comer algo en el lugar y luego retornar a casita; pero cinco minutos después me llamó para comentarme que estaba entrando al lugar.

Luego nos pasamos el siguiente par de horas en el lugar, entre desayuno y conversación sobre las últimas novedades de la vida de cada uno: tiene tres años de casado -la hija de su esposa (que tiene veinticuatro años) vive con ellos- y en algún momento a principios de año consideró regresar a vivir solo, por los dramas familiares.

Al principio de nuestra reunión le había entregado un presente: el día anterior había envuelto en papel de regalo el mini ajedrez que mi amigo asiático autista me trajo de su último viaje al imperio del norte; casi al terminar la reunión le propuse que hiciéramos un plan de pagos (hace más de dos años le presté ochenta dólares) y ví que cambió momentáneamente el color de su rostro; pero estuvo de acuerdo, aunque no tanto como para comprometerse en el acto.

A las once le propuse que camináramos hasta el lugar en el que debía tomar el transmetro para regresar a casa -el lugar queda en la ruta que él debía tomar luego de la reunión- y a las once y veintisiete le escribí a Rb para comentarle que estaba abordando la unidad; me apeé en la penúltima estación y de allí caminé hasta el comercial en donde tomamos los busitos que vienen a la colonia; un poco después de las doce y media estaba entrando a casa.

Almorzamos un caldo de pollo con las pechugas y piernas de la mezcla que habíamos estado consumiendo durante la semana  y luego sacamos a caminar a los perros; por la tarde estuve leyendo la última parte del ciclo de Bang Bang Bodhisattva.

También fuimos a los mercados en dirección sur pues necesitábamos adquirir pollo -y otros ingredientes- para los almuerzos de la próxima semana; en la noche terminé de ver The Wolfs -Bradd Pitt y George Clooney- y vimos un capítulo de una serie de HBO sobre un estudiante musulmán que mata -bajo los efectos de drogas- a una chica; terrible.

El domingo había planeado hacer una rutina de ejercicios en la bicicleta estacionaria al nomás levantarme; me levanté a las seis y media, medité y me puse las pesas de tobillos; elegí una rutina de veinticinco minutos en Youtube y completé la misma.

La verdad no me gustó; o sea, como que el inicio dle día no es mi momento ideal para ejercitarme; después de la rutina me bañé y luego preparé el desayuno de los fines de semana; el resto de la mañana estuve actualizando la página web en la que tengo mi perfil profesional, después de hacer Duolingo; también estuve dormitando un poco a media mañana.

Almorzamos alitas de pollo y arroz con huevo y, luego de sacar a caminar a los perros, me pasé casi toda la tarde en Youtube: viendo algunos videos de los canales que sigo y revisando algunos de una Booktuber; luego bajé tres o cuatro libros para las líneas de español y francés.

Luego leí la segunda mitad del ciclo actual del libro de francés: se me está haciendo bastante cuesta arriba pues la mayor parte es introspección (y en segunda persona) pero al fin lo terminé y me pasé a la última parte de Los Escorpiones.

Y a ver cómo sigue eso...

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