Cuando inauguré este espacio (hace más de diez años) planeaba utilizarlo como una forma de auto exploración... Acababa de renunciar a mi primer empleo como ingeniero luego de dos años de idas y venidas al Imperio del Norte, aún estaba tratando de descifrar qué iba a hacer (o podía hacer) en cuestión de trabajo y lo más importante de mi vida: mis hijos; algunos meses publiqué bastantes veces, otros meses publiqué tonterías como dibujos o citas de algún libro que estaba leyendo; otras veces escribí sobre mis experiencias pasadas o lo que me atormentaba... en fin, todo un viaje.
La verdad es que el fracaso de mi familia fue un golpe bastante duro; creo que nunca superaré el dolor que les causé a mis hijos, pero también he aprendido que las cosas pasan, algunas son agradables, algunas son desagradables pero al final todo es impermanente; traté de estar en la vida de mis hijos durante los siguientes doce años, algunos días fueron buenos, algunos fueron no tan buenos pero en general nos divertimos y aprendimos muchas cosas.
Empezando el segundo año de la pandemia de COVID 19 me encuentro en un empleo en el que ya debo esforzarme poco debido al tiempo transcurrido ejecutando las mismas funciones, y a que realmente me gusta la naturaleza del mismo; además en un par de meses planeo completar un programa de máster en ciberseguridad, acabo de completar el primer módulo (de 9, creo) de lenguaje de señas y estoy entrando en la segunda semana de mi aprendizaje de francés gracias a Duolingo.
En este tiempo también me convertí en escritor: dos años o así luego de mi vuelta al país me llevé el primer lugar en la primera edición de un concurso de microcuentos que organiza el gobierno municipal -dos o tres años después mi segunda hija se llevó el segundo lugar y yo me llevé una mención en el mismo-; el premio fue un diploma una medalla dorada de plástico pero unos meses después una editorial me contactó para incluirlo en un libro de texto de sexto primaria.
Un poco más de un año después de retornar al país también empecé seriamente con el trabajo voluntario; pasé más de diez años -hasta el inicio de la pandemia- visitando semanalmente hospitales, orfanatos, asilos y similares con una nariz roja y una bata blanca; ser un risoterapeuta me ayudó a mantener una perspectiva adecuada durante mucho tiempo.
También me sirvió para trabajar con mi soledad; a diferencia de la mayoría de voluntarios no me involucré con un grupo fijo sino que durante mucho tiempo fui pasando de grupo en grupo de voluntarios pues me interesaba más interactuar con pacientes/residentes que reforzar relaciones sociales; sin embargo me mantuve bastante constante en un grupo de voluntarios que se reunían semanalmente los sábados o domingos por las noches a cenar y ver películas.
En este grupo conocí a una dama -no era voluntaria sino amiga de una voluntaria- con la que tuve una relación bastante tórrida durante varios meses; un año o así después tuve una relación bastante ligera con otra dama, esta vez sí era voluntaria: era viuda y creí que no habría drama pero de hecho sí, hubiera habido demasiado drama; finalmente, hace un poco más de siete años, conocí a Rb, también voluntaria; al principio nuestra relación fue bastante tórrida y dos años o así dentro de la relación hubo un poco de drama, pero en general me ha dado bastante paz: llevo un poco más de seis meses de estar viviendo en su casa.
Y con Rb también avancé en mi perfil de escritor; dos o tres años luego de estar juntos empecé a revisar y corregir algunos textos que estaba escribiendo para una editorial; unos meses después me pidió ayuda para realizar algunos textos; después escribimos una serie de libros juntos, luego una colección de libros con ella y nuestra editora y finalmente me quedé escribiendo libros de ciencias y matemáticas para una de las editoriales durante el último par de años.
Mis hijos fueron creciendo ante mis ojos, con todos los conflictos que podrían haberse esperado luego de la poco normal niñez que les fue provista; mi hija mayor tuvo un período bastante conflictivo con su madre y cuando cumplió la mayoría de edad me pidió moverse a mi lado; luego de ocho años de alquilar la misma habitación conseguí un apartamento un poco más grande en el que convivimos un poco más de un año; en ese tiempo empezó la facultad, se quiso suicidar y finalmente dejó la facultad; ahora tiene más de tres años de vivir por su cuenta y trabajar en call centers, aunque últimamente creo que ha trabajado más como traductora para personas con COVID 19.
Mi hija segunda también pidió moverse a mi casa tres o cuatro meses despues que su hermana mayor; ella no tenía conflictos -aún- con su madre sino que por el lugar en el que estaban viviendo -donde nacieron, realmente- había llegado tarde varias veces a su colegio; ella se graduó de uno de los colegios más caros de la ciudad gracias a una beca obtenida por sí misma pero en la cual me tocó involucrarme con entrevistas y algunos gastos menores.
Después de su graduación en ese colegio se marchó a un college en una nación tres países al sur del nuestro allí si tuvieron conflictos con su madre pues primero no le parecía la idea de que se fuera y luego hubo diferencias con la orientación sexual de mi hija; en algún momento de esos años empezó a identificarse como transgénero; de hecho antes de irse -ya viviendo en mi casa- en una cena con mi hija mayor nos había dicho que se identificaba como chico; mi comentario fue: 'de acuerdo a Facebook puedes ser incluzo una cebra', o sea, los chicos de estos tiempos.
Cuando retornó del país del sur en las vacaciones de su primer año me comentó así de pasada que estaba tomando hormonas masculinas y le expresé mi preocupación por las consecuencias en sus sistemas, pero, ya es mayor de edad, sus decisiones, sus consecuencias; cuanod completó los dos años retornó al país por unos meses antes de irse al imperio del norte con otra beca, esta de cuatro años, para estudiar artes y cultura japonesa; hace un mes o así organicé un zoom con los tres para ponernos al día.
Con mi hijo menor tuvimos conflictos bastante serios durante su formación básica; perdió el segundo grado básico y le tocó repetirlo en un colegio privado -aunque todos estudiaron la primaria en un colegio parroquial, para el ciclo básico su madre los inscribió en un instituto nacional experimental-; como tampoco estaba tomando en serio los estudios en este lugar me tocó obligarlo a que utilizara sus ahorros para que cubriera un mes de gastos de él y su madre.
En este colegio privado cursó segundo y tercero básico y aún hubo un connato de nuevas medidas de presión pero culminó el ciclo básico sin más contratiempos; luego hubo conflictos para que eligiera una carrera de nivel medio ya que su madre quería que estudiara solo los fines de semana; al final se graduó de bachiller en computación en un colegio privado; a mediados de su último año me lo llevé, junto con su hermana mayor, a la graduación de su segunda hermana, quería que tuvieran conmigo su primera experiencia de subirse a un avión.
Obtener su pasaporte fue un calvario pues, por se menor de edad, tuve que llevar una carta notariada, firmada por su madre, a migración y nos tocó que repetir el trámite como tres veces por errores en los documentos o falta de requisitos; toda una ceremonia; luego de graduarse de nivel medio mi hijo empezó -como su hermana mayor- su primer año en mi antigua facultad; a diferencia de su hermana mayor él si empezó con buen pié y completó el primer semestre sin muchos problemas.
Pero su segundo semestre no fue tan fácil -creo- pues su madre le pidió que consiguiera un lugar dónde vivir y se mudó a una habitación cerca de la universidad, a la cual le llevé la estufa, cilindro de gas y algunos otros enseres que me habían sobrado de mi anterior fase, viviendo solo.
Cuando regresé del Imperio del Norte -hace más de doce años- me fuí directo a la casa de mis papás -aunque ya solo mi hermano mayor vivía allí por ese tiempo- por un par de días, luego retorné a la ciudad a reencontrarme con mis hijos y un par de días después me moví a una habitación a tres calles de dónde ellos vivían; allí estuve durante ocho años, hasta que mi hija mayor me pidió mudarse conmigo; estuvimos juntos unas semanas allí y luego nos movimos a un lugar un poco más grande.
En este lugar también nos acompañó mi hija segunda; aunque la verdad es que el último año en la habitación anterior y el años que viví en este lugar casi nunca dormí en el mismo, por cuestiones laborales, principalmente, desde hace más de cuatro años he dormido la mayor parte de noches en la casa de Rb; mi hija mayor se fue a vivir en Enero y esperé a medio año a que retornara mi hija segunda pues había invitado a una compañera alemana a que la visitara en su país.
Cuando mi segunda hija retornó al país del sur a completar su programa de estudios, viendo que ya no necesitaba tanto espacio, me moví a una habitación a pocas calles del lugar en el que había vivido más de ocho años; en este lugar pernocté unicamente cuatro o cinco noches durante el par de años que alquilé la habitación, el resto del tiempo dormí en la casa de Rb; incluso cuando mi hija retornó del país del sur para pasar un par de meses antes de irse al imperio del norte, le dí las llaves de la habitación y nos reunímos allí con mi hijo menor únicamente los sábados.
La verdad no había planeado vivir completamente en la casa de Rb pues me gusta tener mi espacio personal; en su casa he estado usando una habitación -sin acceso a sus perros- desde hace más de tres años pues prefiero dormir solo pero estaba cómodo con la situación; la última habitación la estuve utilizando un poco más de un año únicamente para reunirme con mi hijo los sábados.
Pero todo cambió con el inicio de la pandemia; primero acordamos con Rb tomar muy en serio las medidas de protección y como yo aún estaba saliendo los sábados decidimos que me quedaría en mi habitación hssta que las cosas se tranquilizaron; por primera vez en mi vida pagué completamente un servicio de internet y me quedé en mi habitación un poco más de un mes; trabajaba, cocinaba e inicié el máster durante ese tiempo; y estuve recibiendo allí a mi hijo los sábados, celebrando allí su cumpleaños que lo convertía en adulto.
Y luego la situación volvió a cambiar pues el gobierno decretó cierre total los fines de semana y pasé otras tres semanas en las que ya no veía a mi hijo pues estaban prohibidas las salidas en fin de seamana; entonces decidimos con Rb mi vuelta a su casa; y como se veía que la situación iba para largo, luego de un par de semanas le avisé que iba a entregar la habitación y a moverme completamente a su casa: vendí mi cama, mi ropero y unas mesas y tiré la mayor parte del resto de mis enseres; las pocas cosas que decidí conversar cupieron en seis cajas de plástico; Rb me regaló una séptima y allí están todas mis posesiones, en la habitación que en esta casa se usa de bodega.
Desde el inicio de la pandemia -antes de que en la mayor parte de lugares empezaran las medidas de control- con Rb decidimos mantener el distanciamiento social; un mes antes de que nuestro grupo de voluntarios cancelara las visitas nosotros avisamos que no continuaríamos, para proteger a los pacientes; hemos minimizados nuestras salidass por lo que no he visto a mis hijos desde hace más de diez meses (excepto en forma virtual hace un par de semanas); no me he cortado el pelo en casi un año y Rb únicamente salió cuando su segunda perra falleció hace un par de meses y cuando tuvo que ir -de emergencia- al dentista la semana pasada.
Durante este tiempo me he comunidado un poco más con mis papás gracias a que mi hermana menor nos ha mantenido más en contacto; a finales del año pasado estuvo en la casa de mis padres y me ayudó a solventar una situación un poco delicada por la que estaba pasando mi padre; por alguna razón había acumulado una deuda de un par de miles de dólares y habían empezado a embargarle parte de su salario; afortunadamente mi situación financiera está bastante solvende desde hace un par de años y pude liberarlo de esa carga.
También he hecno un par de videollamadas con mi tía favorita y su familia, con un viejo amigo de mi niñez que ahora vive en la ciudad en la que yo estuve en el imperio del norte y con un hermano de mi papá con el que no me comunicaba desde hacía más de veinte años; igual, algunas cosas nunca cambian.
La semana pasada mis antiguos compañeros del bachillerato se reunieron como lo hacen al menos una vez al año -yo los acompañé hace dos o tres años- y me dió un poco de nostalgia ver al grupo reunido; por otro lado la mayoría nunca me cayó bien ni siquiera en nuestra adolescencia; con algunos estudiamos desde los básicos y con la mayoría tuve problemas por mi forma tan especial de relacionarme con la gente; creo que por eso sentí deseos de iniciar el año en este espacio.
Estamos casi a mitad del primer mes del segundo año de COVID 19; en el imperio del norte empezaron a vacunar al personal médico a finales del año pasado y en un par de países de latinoamérica a principios de este; en el nuestro ni siquiera han definido un calendario de vacunación así que no tengo muchas esperanzas que la situación cambie en el corto o mediano plazo; además mientras en otros países siguen haciendo pruebas y llevando estadísticas, en el nuestro ya ni siquiera el ciudadano común es consciente de la situación: aunque muchos andan con mascarilla he visto algunas fotos de las playas repletas de gente.
En menos de un mes cumpliré cuarenta y ocho años y en un par de meses completaré el máster en el que me encuentro trabajando; continuaré todo el año con lenguaje de señas y con el francés en Duolingo; durante los primeros meses del año pasado aprendí a malabarear con tres pelotas y planeo este año aumentar a cuatro; he leído un par de libros en inglés este año -the checklist manifesto, permanent record de Snowden y un par de libros de blockchain- y planeo continuar leyendo en paralelo un libro en español, un libro en inglés y un libro en francés; también debo decidir qué más estudiaré luego de completar el máster acrual.
Le he ayudado financieramente a mi hija en dos o tres ocasiones desde finales del año pasado pues se había quedado sin empleo; planeo estar disponible para ayudarla pero también de alguna forma influenciarla para que mejore en la administración de sus finanzas personales; quiero estar disponible para ayudar a mis papás y a mi hija segunda pues en nuestro Zoom nos comentó que planeaba ir este año a Japón como parte de sus estudios.
Y con mi hijo menor aún estoy sopesando qué hacer: en un par de meses cumple 19 años y me hago cargo del él financieramente; en nuestra última comunicación le comenté que lo seguiría haciendo mientras se dedicara seriamente a estudiar pero no sé qué toma él como seriedad; yo estudié ayudándome con una beca préstamo por lo que los primeros dos años de facultad fueron impólutos, luego trabajé un par de años como maestro; él perdió un curso en su segundo semestre, lo que lo atrasa bastante en su carrera; creo que debe aprender a ser más responsable de sus decisiones y su tiempo.
Veremos cómo va eso durante los siguientes meses de este año.