miércoles, 15 de mayo de 2024

Lecciones de química... Lessons in chemistry... Cours de chimie...

Estoy casi seguro que había encontrado este libro hace algunos meses en alguna de las listas que consulto para explorar opciones de lectura; por alguna razón había decidido no leerlo -como con Educated-; y esta semana que busqué un poco en la red, me enteré que incluso -para variar- ya hay una serie de Netflix con el mismo título.

Tampoco estaba seguro qué leer, en la línea de inglés, después del libro de RuPaul: estaba considerando Gamify pero, al igual que el último libro, no era técnicamente ficción; por lo que ayer bajé Lessons in Chemistry y, después de terminar el libro de español y leer la primera parte del siguiente -La Dependienta- empecé a leer la primera de las seis partes en las cuales lo dividí.

El miércoles pasado debía ir a visitar a mi hija -y llevarle provisiones- por la noche; el día anterior Rb había utilizado el auto para recoger a su perra más anciana después del corte de pelo; y por la tarde vimos que la llanta trasera del lado del copiloto estaba bien baja.

Por lo que, después de la caminata de los perros post almuerzo, saqué el auto y lo llevé a la gasolinera más cercana -está a cuatro o cinco calles- para llenar el tanque y que calibraran las llantas -es una estación con el servicio completo-; el joven pasó rápidamente por los cuatro neumáticos y me comentó que todas las llantas tenían la presión correcta: 32.

Me extrañó su comentario pues la llanta en cuestión estaba definitivamente baja; le pedí prestado el calibrador a la persona que acababa de llenar el tanque y me bajé a ver la llanta: efectivamente, no tenía ni 20 psi de presión -también escuché que había un partido de futbol-.

El primer joven llegó corriendo y comentó que la llanta estaba bien antes y que quizá la válvula estaba dañada pues cuando él pasó la presión estaba bien; nomás rellené la llanta y me aseguré que las otras tres estaban bien; por la tarde -después de la jornada laboral- hicimos la rutina de ejercicios de kickboxing.

Después de los ejercicios fuimos a la tienda del señor de las verduras pues nos habíamos quedado sin papayas; ya había escuchado varias veces que Rb se quejaba del alto costo de las frutas y verduras; por lo que le indiqué que, a partir de ese día, iba a empezar a cubrir una parte de las mismas -este era el único costo con el que no contribuía hasta ahora; y es que Rb compra muchas frutas que yo no consumo-.

Después de pelar y partir la papaya, cené y luego tomé el auto para ir a ver a mi hija mayor; hubo un poco de tráfico al tomar la ruta de la ciudad y la subida de la entrada estuvo un poco difícil; el periférico también estaba bastante concurrido; aún así llegue a la hora esperada -siete de la noche-.

En la habitación de mi hija preparé té y lo compartimos con unas galletas de chocolate; estuve una hora en su habitación, armando los cubos de Rubik y conversando sobre mi próximo proyecto de valores, inteligencia emocional y mindfulness -aunque creo que la última parte la agregué luego de la conversación que tuvimos-.

A las ocho de la noche nos despedimos y retorné a mi casita; estuve haciendo mis lecciones de Francés y Coreano en Duolingo y avanzando con How to think like a programmer: básicamente he estado repasando los conceptos de programación que ví hace treinta años en la facultad; a las once me retiré a mi habitación y a las once y media hice los diez minutos de meditación.

El jueves me levanté a las cinco y veinte; medité y empecé a trabajar; le escribí al programador que más nos ha ayudado para solicitar soporte para la realización de una tarea; a las siete entré a la reunión diaria; esta estuvo un poco más larga de lo habitual; después me dormí otra hora.

A las nueve me levanté y acompañé un rato a Rb en el comedor; un poco antes de las diez se arregló y se dirigió a realizar su visita semanal al mercado, y yo preparé mi desayuno; después entré a una reunión con el programador al que contacté el día anterior, para ver una forma de avanzar en una de las tareas que tengo asignadas; también mandé una encuesta a todo el equipo para organizar una actividad de integración.

Después del trabajo fuimos a los supermercados en dirección norte; compramos cubos de silicón para congelar y enfriar bebidas; también compré té de hierbabuena, sodas y snacks -los últimos para el almuerzo que había planeado par el sábado con mi hijo menor-; además de una docena de papel higiénico, para mi hija mayor.

El viernes me levanté a las cinco y media, medité y esperé un poco antes de salir a preparar mi desayuno; el día estuvo bastante normal: terminé de leer On being awesome y Le temps de Lilas; y empecé a leer el siguiente libro de francés: Ton silence m'apparteint; en inglés empecé a leer un libro de citas que publicó el editor de la revista Wire.

Después del trabajo hicimos la rutina de ejercicios abdominales -el calor ha estado bastante alto-; también me comuniqué con mi hijo para prevenirlo que quizá llegaría un poco más temprano al día siguiente, por el exceso de autos que he estado viendo últimamente en el boulevard al lado del cual vivo.

Un poco más tarde mi hijo me escribió para comentarme que -por medio de un correo- habían anunciado que no iniciarían el curso al día siguiente -por falta de participantes- sino hasta la siguiente semana; le propuse que, de todos modos, almorzáramos al día siguiente y viéramos qué podíamos adelantar en la configuración de las computadoras.

El sábado me levanté a las seis y cuarenta, medité, y preparé mi desayuno; a media mañana fuimos a los supermercados en dirección sur; compré un par de paquetes de las galletas de chocolate que utilizo en las visitas con mi hija mayor; además, para aprovisionarla: tortillas de harina, jamón y leche en polvo. 

En el otro supermercado compré un arrolladito; que pensaba utilizar en las visitas del fin de semana con mis dos hijo; antes del mediodía me bañé y tomé el automóvil; llevaba mi computadora de Fedora -aunque olvidé el cargador-; también llevaba la mochila con aislante térmico -las dos Fantas adentro- y los snacks; la salida del municipio estuvo bastante pesada pero la entrada a la ciudad no me dio muchos problemas: Llegué justo a la una de la tarde.

Llamé a mi hijo desde fuera de su casa, pero no contestó; luego, el dependiente de la aceitera fue muy amable al ofrecerse a abrir la puerta; subí al segundo nivel y encontré a mi hijo que salí a a rasurarse; lo esperé un momento y luego nos dirigimos a la gasolinera que está a un par de cuadras de su casa; en donde compramos un par de hotdogs para luego caminar las cinco o seis cuadras hasta la universidad.

Buscamos las mesas de concreto en donde compartimos muchos almuerzos con sus hermanas hace más de media década; estuvimos conversando sobre el proyecto para crear el sitio web con los temas que he estado leyendo este año -y que también había comentado con su hermana mayor en mi última visita-.

Luego empezamos a caminar de vuelta a su habitación; a un par de cuadras de llegar, la lluvia se dejó caer con bastante fuerza; afortunadamente casi todas las casas de la calle cuentan con cornisas por lo que casi no nos mojamos; la lluvia estuvo fuerte pero fue bastante corta.

En la habitación de mi hijo trabajamos un poco en mi computadora -la batería le dura nomás media hora o algo así-: vimos la parte de React de FreeCodeCamp y acordamos completar las cuarenta y siente lecciones antes del próximo sábado; y vimos un reel de Youtube sobre un servidor en donde se puede escribir y probar directamente código de React.

Luego le regalé el cubo de 2x2 que llevaba y estuvimos armando este, junto con el de 3x3 de colores y el de 3x3 de espejo; además resolvimos cuatro o cinco ejercicios de ajedrez de jaque mate en un movimiento; para terminar la tarde jugamos una partida de ajedrez; a las cinco nos despedimos y retorné a mi auto

En el camino pasé al mismo supermercado en donde había comprado, hacía unas semanas, una caja de edulcorantes para mi hija mayor; en esta ocasión compre dos cajas -nueve dólares-; luego retorné a mi casita -aún con claridad diurna-; por la noche tuve dificultades para que no me bajaran de la liga más alta de Duolingo y estuve sopesando qué libro empezar a leer luego del del editor de Wire.

El domingo temprano hubo un temblor local; o al menos es lo que estaban diciendo en las redes sociales cuando me desperté: lo interesante es que me recordé que había soñado que estaba templando; o sea que fue lo suficientemente fuerte para incorporarlo al sueño pero no tanto como para despertarme.

Me levanté a las siete menos veinte, medité, desayuné e hice mis lecciones de francés en Duolingo; un poco antes de las ocho entré a la habitación de Rb para estar un pequeño momento en cama; después empecé a realizar los ejercicios de React de FreeCodeCamp; los primeros fueron bastante sencillos pero al treinta por ciento -o así- del contenido, se empezaron a poner bastante complicados.

A las diez fuimos con Rb al mercado en donde compramos artículos a granel; compré un saco de cincuenta libras con comida para perros -se suponía que lo haría más frecuentemente para ayudar a mis padres con sus perros; pero creo que nomás lo hice una vez hace como seis meses-.

También compré una caja de edulcorante que me costó diez dólares pero tiene cinco veces la cantidad de lo adquirido el día anterior por casi el mismo precio; al salir del supermercado compré un pastel de tres leches; retornamos a casa y -como he sentido que el auto cargaba mucho peso en el baúl (a veces rechina cuando tomo una subida con mucha velocidad) decidí bajar las dos cajas de libro que he cargado allí por varios meses-; después estuve avanzando con React.

Antes del almuerzo Rb me pidió que la acompañara a una venta de frutas porque nos habíamos quedado sin papaya -nuestra cena habitual-; la venta de frutas está a cinco o seis cuadras pero, por el sol, conduje -sin muchas ganas- hacia y desde el lugar; afortunadamente todo transcurrió sin ninguna novedad.

A las cinco y media cargué los pedidos de mi hija en el automóvil y me dirigí a su habitación; el tráfico estaba bastante ligero por lo que llegué al lugar en la mitad del tiempo habitual; estuve en su habitación un poco más de una hora entre té -con arrolladito-, conversación y una partida de Scrabble en inglés; a las siete me despedí y retorné a mi casita: a hacer Duolingo y ver una parte de Matrix Resurections.

El lunes la alarma sonó a las cinco de la mañana pero me quedé otra hora en la cama; a las seis me levanté y empecé a meditar; pero me recordé que era el día designado para aumentar en un minuto el período por lo que detuve el cronómetro y volví a recomenzar.

El día estuvo bastante normal; aunque no pude entrar a un par de los sitios que necesito en el trabajo, por una situación con las claves; también recibí un correo de nuestra administradora, informándome que no había registrado mis tiempos de trabajo de la semana anterior; afortunadamente pude resetear la clave de este último sitio y actualicé la información.

Estuve trabajando bastante tiempo en la sección de React de FreeCodeCamp: llegué al sesenta por ciento pero creo que el cuarenta por ciento restante se pone demasiado complicado; por la tarde hicimos los ejercicios de fuerza y resistencia; por la noche, después de Duolingo, terminé el libro de RuPaul.

Ayer me levanté a las cinco de la mañana; después de meditar once minutos me puse a trabajar y avancé un poco en un par de asignaciones; después me puse a completar las lecciones de Francés en Duolingo; estaba en medio del tiempo de hacer puntos dobles cuando recibí una llamada de mi hermano mayor y estuvimos conversando durante media hora.

Se supone que viene el domingo y me pidió que fuera a encontrarlo a las cinco de la mañana en la estación de buses del puerto; el resto del día estuvo bastante normal y, por la tarde, fuimos a los supermercados en dirección sur; por la noche empecé a leer La Dependienta y Lessons in Chemistry.

Y a ver cómo sigue eso...

jueves, 9 de mayo de 2024

Las jornadas médicas... Medical journeys... Voyages médicaux...

El viernes pasado me levanté -me despertó un zancudo- a las seis menos veinte; después de intentar -sin éxito- de atrapar al zancudo me levanté, medité y preparé mi desayuno; el día estuvo bastante normal, laboralmente hablando y por la tarde corté un racimo de bananos silvestres que estaba justo sobre la pared que divide la propiedad de Rb de la de la vecina.

El día anterior, en nuestra caminata post jornada laboral, habíamos encontrado a dicha vecina y nos había comentado que varios de los bananos ya se veían pasados de madurez; la rutina de ejercicios abdominales de este día me dejó más agotado: he estado utilizando las pesas de cinco libras en la mayoría de ejercicios.

El sábado me levanté a las seis y prepare mi desayuno de los fines de semana; luego hice Duolingo y traté de no salir muy temprano hacia la reunión que había concertado con uno de mis últimos contactos de mi antiguo voluntariado, la espera fue un error: cuando salí al boulevard el tráfico estaba casi detenido.

Eran las ocho y habíamos acordado con mi amigo reunirnos a las nueve en un McDonald's del inicio del anillo periférico; avancé unas pocas calles en diez minutos y, como estimé que no iba a llegar a tiempo, di una vuelta en U en un lugar no permitido e intenté retornar a mi casita: el plan era estacionar el auto y pedir un Uber moto.

Pero, en el lugar en el que retorno para entrar a la calle en la que vivo, también había un exceso de vehículos; seguí conduciendo hasta el extremo de la ruta esperando poder entrar por esa vía a la ciudad; sin embargo, antes de llegar al final de la ruta vi que la cuesta de ingreso -es un poco menos de un kilómetro- avanzaba con bastante lentitud.

Entonces volví a dar media vuelta y me dirigí a casa; estacioné el auto y entré a saludar a Rb: le comenté sobre la situación vehicular y ordené un Uber moto; luego salí a la ruta principal a esperar mi transporte; el joven era muy diestro manejando y, a pesar de que la estimación de la hora de llegada eran las nueve y veintisiete, a las nueve y cinco estaba entrando al restaurante.

Luego esperé diez minutos antes de llamar a mi amigo para ver si iba a presentarse; me comentó que ya estaba cerca pero que el tráfico estaba terrible de ese lado de la ciudad; al final llegó con media hora de retraso pero no me molestó la espera: estuvimos en el lugar hasta las once de la mañana, entre desayuno, conversación y varias partidas de dominó.

Entonces le propuse que camináramos hasta el centro histórico pues planeaba tomar el Transmetro para retornar a mi casita: tomé una unidad del sistema de buses articulados a las once y veintisiete -le había escrito a Rb para prevenirla de mis horarios-; a las doce y cuarto me apeé en la última estación y caminé a paso rápido a la estación de los busitos locales.

Llegué un poco antes de las doce y media, hora a la que empezó su recorrido; vine a casa a la una menos diez -al menos pude jugar varias partidas de ajedrez en todo el tiempo de transporte- y ayudé a Rb con la preparación del almuerzo: recalentado del pollo que asamos a mitad de la semana.

Casi toda la tarde Rb estuvo preparando los panes y galletas que consume en sus comidas cotidianas y yo estuve avanzando con Le temps de lilas y un poco de Por qué somos como somos; por la noche hice Duolingo y leí un poco más del libro de Punset; a las once me retiré a mi habitación y media hora más tarde me dispuse a meditar.

Pero, un minuto o así antes de que completara mi tiempo de meditación, Rb abrió la puerta de la habitación para mostrarme un nido de hormigas que estaba emergiendo del piso de la puerta del baño; como la interrupción había sido cerca del fin de los diez minutos habituales, di por terminado el día y me dispuse a dormir.

El domingo me levanté a las siete y, después de mis diez minutos de meditación, preparé el desayuno habitual; luego estuve haciendo Duolingo; luego del desayuno de Rb nos dirigimos a la tienda de artículos chinos de la semana pasada: compré un par de cubos de 2x2 y otro de 5x5; después pasamos a otra tienda del mismo tipo que se encuentra a unos pocos cientos de metros.

La segunda tienda está en las mismas instalaciones en donde trabajaba cuando me gradué de la Universidad -preparé mi tesis basándome en una tecnología utilizada en este lugar; en la misma época en que nacieron mis tres hijos, compré mi primer automóvil e inicié una (inconclusa) maestría en RRHH-.

La tienda es enorme; quizá dos o tres veces más grande que la primera y nos estuvimos mucho tiempo recorriendo todos los pasillos; al final compramos un par de raquetas para zancudos -con luces led para, supuestamente, atraer a los insectos-; además de una parrilla para asar; también compré otros ganchos de cabello para mi hija mayor -el miércoles le llevé los que Rb había comprado en la primera tienda- y una taza que planeo regalarle a mi hijo para ayudarle con su consumo de avena-.

Después de pagar nos dirigimos a la tienda de ropa usada en la que usualmente nos proveemos; compré un par de pantalones de lona -la semana pasada había desechado uno del par que uso cotidianamente y el otro está por romperse cerca de la rodilla-; también compramos una bolsa de los pescados que consumimos los viernes.

Luego retornamos a casa; a preparar el almuerzo de alitas, ensalada y caldo de pollo; por la tarde estuve leyendo un poco y a las cinco y media me dirigí a la habitación de mi hija. Le llevaba un cartón de huevos y uno de los cubos de Rubik de 2x2 que había comprado el día anterior; aún me faltaba adquirir otros dos artículos -aceite y jabón de cuerpo- por los que pasé al supermercado que me queda en el camino.

Me parqueé en los lugares al borde de la carretera pero cuando salí con una botella de aceite y un 4pack de jabones había un auto estacionado atrás: los jóvenes se veían sospechosos (estaban mojándose el rostro y la cabeza con botellas de agua) pero salí con cuidado y me uní al tránsito.

La bajada al puente estuvo tranquila pero la subida a la ciudad fue bastante lenta: casi llegando al final de la cuesta había una van tirada, cortando el flujo de vehículos por la mitad; no tuve ningún otro inconveniente y tres minutos antes de las seis estaba estacionándome bajo la ventana de mi hija; le entregué lo que llevaba y luego preparé té; que consumimos con galletas de chocolate.

Estuvimos conversando -sobre la vida, su estado de salud e incluso sobre el proyecto que quiero realizar en mi curso de React- hasta las siete de la noche; luego me despedí y retorné a casita; Rb tuvo clases de teología de siete y media a nueve y yo aproveché para hacer mis lecciones diarias de francés -y un poco de coreano- en Duolingo; luego estuvimos viendo un poco de alguna serie de cocina.

A las once me retiré a mi habitación y leí un poco de Le temps de liles y luego me dispuse a meditar; lo que fue interrumpido nuevamente por Rb, en esta ocasión porque necesitaba la raqueta que habíamos comprado en la mañana y que habíamos dejado en mi habitación; como estaba más o menos a medio período de meditación,  decidí recomenzar el período completo.

El lunes me levanté a las seis de la mañana pues quería revisar el estatus de una tarea: había un par de asignaciones que quería actualizar antes de la reunión de la mañana; una de las tareas pudo ser completada y la otra la actualicé y la dejé en pausa.

A las siete de la mañana entré a la reunión e informé del estado de las asignaciones; luego de la reunión volví a la cama y me dormí hasta las nueve; incluso le envié un mensaje por Whatsapp a Rb pues me había pedido que le recordara, antes de las diez, sobre un medicamento para su perra más anciana.

A las nueve y cuarenta me levanté y preparé los utensilios para la limpieza trisemanal de los pisos; luego continué trabajando con la aplicación con la que me toca interactuar en la mayor parte de mis asignaciones laborales; también estuve leyendo un poco de la última parte de On Being Awesome y jugando algunas partidas de ajedrez.

Almorzamos lo mismo que el día domingo y luego sacamos a caminar a los perros; por la tarde estuve avanzando un poco con el libro de la línea de inglés y tratando de afinar los detalles para una llamada con mi mejor amiga -que vive en el Imperio del Norte-; podría ser hoy o podría ser dentro de dos domingos; luego del trabajo realizamos los ejercicios de la rutina de fuerza y resistencia.

Por la noche me percaté que ya no tengo té de menta y lo puse en la lista de compra de la semana; además de las lecciones de francés y coreano, por la noche vimos el último capítulo de una serie que empezamos a ver hace cuatro años: Bob <3 Abishola; me llamó la atención que al final del capítulo el autor agregó una nota sobre las razones  -integración inmigrante- por las que escribió la misma.

El martes me levanté a las cinco y veinte pues quería revisar algunos detalles del trabajo antes de la reunión diaria de las siete; medité y luego empecé a trabajar desde la cama; el período temprano fue bastante provechoso por lo que pude reportar algunos avances; luego continué en cama pero no me volví a dormir.

Un poco antes de las nueve salí al comedor pues Rb tenía que llevar -antes de las diez- a la más anciana de sus perras a que le cortaran el pelo; después de las diez desayuné; para el almuerzo preparé las mismas papas asadas de la semana anterior pero, en lugar de brasas, utilicé un par de planchas y la estufa.

Por la tarde le escribí a la coordinadora de la jornada médica del año pasado para ver si dentro de dos meses puedo repetir; no había respondido a mensajes previos de las otras dos organizaciones: la verdad no me gustaron mucho; aunque estaba considerando la tercera de ellas para atender su convocatoria del mes de Junio.

Ayer me levanté nuevamente a las cinco y veinte, medité diez minutos y me quedé trabajando hasta las siete en la cama; luego de la reunión volví a dormirme, hasta las nueve: hice limpieza a las nueve y media pues tenía reunión de equipo a las diez y media y no quería andar corriendo.

Hice la limpieza (barrido y trapeado de pisos), desayuné y luego entré a la reunión; que se trató sobre hacer más reuniones: una cuatrimestral, patrocinada por la empresa y una mensual (o periódica) no patrocinada por la empresa sino para integrarnos.

Luego le escribí a mi supervisora para solicitarle vacaciones la segunda quincena de Junio: ayer decidí por fin a hablar con la coordinadora de la tercera organización y me propuso acompañar a un grupo la tercera o cuarta semana de Junio; conversé con Rb y elegí la tercera semana.

Así que sí: iré a este departamento durante ocho días para traducir a un grupo religioso -católico o evangélico-; el martes también le escribí a la coordinadora del grupo del año pasado, preguntándole si me estaría convocando este año y me comentó que aún no tiene toda la información; pero que me tomará en cuenta en su planeación -espero que se dé, creo que sería la segunda quincena de julio (o al menos así fue el año pasado)-.

Y a ver cómo va eso...

viernes, 3 de mayo de 2024

El final final... The final ending... La fin finale...

Me cuesta leer los mismos libros -o ver las mismas películas- más de una vez; en el caso de los primeros la gran excepción es El Viejo y el Mar: creo que lo leí una vez en mi adolescencia; quizá una vez en mi época veinteañera; más de una vez en mis treinta y alguna vez en mi cuarentena.

Y, autores; hace mucho tiempo leí bastante a García Marquez -casi todos sus libros- y a Isabel Allende -muchos, muchos libros-; y he leído bastante a Stephen King; pero no tengo preferencias; es más, -aparte de Isabel Allende-, me puse hace muchos años un límite de no más de cinco libros del mismo autor.

Porque empezaba a encontrarlos repetitivos; no así los de Isabel: su estilo de escritura creo que nunca me gustó, pero las historias que cuenta me atrajeron siempre -aunque no he leído sus últimos cuatro o cinco libros-; y luego está Paul Auster.

Hace quince años o así, creo, leímos un fragmento de uno de sus libros en un grupo de lectura de la biblioteca de mi antigua universidad; luego terminé de leer el libro por mi cuenta; y creo que nomás he leído un par de este autor; pero, La Invención de la Soledad es otro de esos pocos libros que me ha quedado como referencia vital.

Y no sólo por el libro: empecé a informarme sobre la vida personal del autor y su familia: especialmente su hijo -quien tenía cinco o seis años cuando el libro fue editado por primera vez-; y quien murió -de una sobredosis- hace un par de años: estaba esperando ser juzgado por la muerte de su hija a causa de una sobredosis.

Y hace unos días Rb me preguntó si había leído a Paul Auster  pues en Twitter andaban dando la noticia de su muerte: rememoré un poco con ella las circunstancias de la lectura del libro y -no por primera vez- la historia del autor y su hijo; también que sabía que Paul tenía más de setenta años y que había sido diagnosticado con cáncer hacía ya algunos años.

En fin, no inventó la soledad pero creo que me dió una visión interesante del concepto.

El domingo pasado me levanté a las siete menos diez y, después de la meditación y el desayuno, estuve haciendo mis lecciones diarias de francés en Duolingo; luego del desayuno de Rb fuimos a una tienda de productos chinos a comprar un par de raquetas para electrocutar zancudos -la última se nos arruinó hace poco, luego de muy poco tiempo de uso-.

Esta tienda es enorme y nos pasasmos un gran rato recorriendo sus pasillos; aprovechando los precios bajos compré un cubo de 2x2 y uno de 5x5x5; el primero para reponer uno que perdí hace unos años y el segundo para cuando me decida a aprender a armar el que planeo sea el último de la serie.

En el camino de regreso pasamos a un supermercado a ver si habían bayas rojas pero no hubo suerte: nomás compré un helado en este centro comercial; luego retornamos a casa a prepara alitas ensalada y consomé de pollo.

Después de sacar a caminar a los perros me dirigí a la casa adel voluntario que vive en la colonia donde crecieron mis peques -y donde viví en soledad casi una década-; lo invité a una de las sucursales del lugar al cual había invitado a mi prima el día anterior, la misma fórmula: café y pastel.

Aunque en este caso fue uno de mis pasteles favoritos: fresas con crema; también llevaba un juego de dominó que aún conservo de mis días como voluntario y nos estuvimos un par de horas en el lugar con sendas partidas; después lo lleve de vuelta a su casa.

En la noche terminé de leer Ce que le peux te dire d'elles y empecé a considerar cuál sería mi próximo libro en esta línea de lectura: tengo en mi tablet cuatro o cinco libros más en este idioma pero creo que se parecen bastante a los que ya he leído -creo que son de las mismas dos autoras-.

El lunes me levanté a las seis cuarenta y, luego de meditar, ingresé a la reunión de trabajo; después de la reunión permanecí en la mesa del comedor -para evitar dormitar-; mi hija me había pedido el día anterior que le prestara dinero para pagar el alquiler de su habitación y transferí los ciento cincuenta dólares a la cuenta del dueño de la casa en la que habita por estos días.

Mi hija está suspendida parte de la seguridad social desde hace casi tres meses y aún no hay indicios de que empiecen a pagarle el subsidio que se supone debería estar recibiendo por no poder trabajar; a media mañana me reuní con mi supervisora y conversamos sobre la organización de una reunión de equipo para mejorar la integración.

También me puse de acuerdo con mi amigo que vive al otro lado de la ciudad -y a donde he ido en tres ocasiones- para que venga a desayunar un fin de semana de este mes; al final creo que vendrá el último sábado de mayo por lo que ya he empezado a planear la comida de ese día.

Al final de la tarde hicimos los ejercicios de nuestra rutina de fuerza y resistencia: he dejado de utilizar las muñequeras pues me estaban causando irritación en la muñeca y he tratado de sustituirlas con las botellas de un litro de concreto; aún tengo dificultades para completar series con estas.

Además terminé de preparar las rutinas de kickboxing/abdominales que estaremos implementando a partir del mes de junio: serán dos días de rutinas de fuerza/resistencia y una con la combinación de Kickboxing y abdomnales que hemos estado haciendo desde el año pasado.

El martes me levanté a las seis y cuarenta; medite y entré a la reunión de trabajo; luego volví a la cama y me dormí hasta las nueve; me levanté para acompaár a Rb a la tienda de las verduras y pagué por un cartón de huevos; luego preparamos el almuerzo: hígados de pollo con arroz.

A medio almuerzo entré a la reunión virtual para despedir a un compañero del Imperio del Norte que se retiraba al día siguiente; en el transcurso del día empecé a leer Le temps de lilas: es de la misma autora del libro anterior y continúa con la historia de la misma familia que protagonizaba Ce que je peux te dire d'elles.

Después del horario laboral fuimos a los supermercados en dirección sur y compramos pollo pues -aprovechando el asueto del primero de mayo- habìamos planeado preparar un asado al día siguiente; tambié compré sal y una pelota de plástico para mi hija mayor -lo segundo es para rehabilitación-.

Cuando estábamos por pagar en caja empezó una lluvia bastante fuerte que nos dejó más de un cuarto de hora encerrados en el supermercado; afortunadamente la lluvia amainó y pudimos retornar a casa bastante secos -más que la lluvia lo que nos ha mojado en otras ocasiones son los autos que pasan a toda velocidad en el asfalto-.

Terminé de leer Why has nobody told me this before y empecé a leer otro de los libros -al igual que A Good Life- que tenía en mi lista hace mucho tiempo pero que aún no me decidía a empezar: Four Thousand Weeks: y sí, se ve bastante interesanet en el planteamiento de la gestión del tiempo.

El miércoles primero de mayo me levanté a las siete de la mañana; medité y luego me quedé despierto -en la mesa del comedor-; hice Duolingo y a las nueve y cuarenta y cinco realicé la limpieza de pisos que hago tres veces por semana: barrido y trapeado.

Luego acompañé a Rb a la tienda de las verduras pues debía de comprar manzanas y tomates para mi hja mayor; a las once empecé a encender las brasas para el asado de pollo -también había adquirido media docena de longanizas y media docena de chorizos para la ocasión-.

También -siguiendo una receta encontrada en YouTube- asamos papas; por la mañana Rb me comentó sobre la muerte de Paul Auster; avancé un poco en Le temps de Lilas y a las cinco y media -después de la rutina de ejercicios de kickboxing, y un buen baño- me dirigí a la habitación de mi hija mayor.

Por ser un día de asueto el tránsito estaba bastante ligero: no tuve que detenerme en la salida del municipio o la entrada de la ciudad; el periférico también estaba bastante vacío; pero, dos o tres calles antes de llegar a mi destino, el tránsito se detuvo: un automóvil se había ido a insertar bajo un trailer.

Ví a los lejos luces de emergencia -creo que había un par de unidades de los bomberos- por lo que me metí a la vía auxiliar; lastimóssamente alguien había parqueado su camioneta en el lugar -aparentemente para bajar a ver el accidente... la gente-.

Pero esto no me atrasó más de unos cinco minutos: me parqueé bajo la ventana de la habitación de m hija y subí a entregarle lo que llevaba: manzanas, tomates, un block de papel para dibujo, sal, pelota de plástico  y un paquete de seis rollos de papel higiénico.

Luego preparé té y compartimos unas galletas de chispas de chocolate; al final me estuve más de una hora entre conversación y una partida completa de Scrabble en ingés -aunque seguimos sin llevar punteo de las partidas); a las siete nos despedimos y retorné a mi casita.

Por la tarde había -de acuerdo a lo que había previsto- escrito a Rc para ver cómo iba esta serie de Radioterapia y ver si podía ir a verlo -o traerlo un rato a la casa-; me envió un par de audios en los que se escucha dificultad para respirar y comentándome que no se sentía nada bien; además, por ser asueto no tuvo tratamiento ese día por lo que deberá retornar el próximo lunes para la última dosis.

Ayer me levanté a las seis y cuarenta y, luego de meditar y participar en la reunión diaria del trabajo, me quedé en la mesa del comedor haciendo Duolingo y sopesando las opciones para prepararme para el curso de React que empezaré en un par de sábados con mi hijo menor.

Estuve considerando utilizar Docker para correr la última versión de Node en mi máquina con Fedora: no quiero instalar ninguna de las tecnologías que utilizaremos en el curso pues no sé cuales serán los requerimientos para el mismo -en lo que a versiones se refiere-.

Al final instalé una versión de Rocky Linux en la aplicación de virtualización que viene incluida con fedora; me pasé el día configurando esta distribución y corriendo un par de ejemplos de un libro de React que bajé por la mañana.

Rb fue al mercado temprano -por el asueto del día anterior las calles estaban más llenas que de costumbre- y retornó con dos porciones de uno de mis pasteles favoritos: zanahoria; además, le transferí a mi hijo los cien dólares que le descuentan mensualmente para la adquisición de acciones de la empresa en la que trabaja.

En la noche no ví ninguna serie sino que estuve jugando varias partidas de ajedrez en mi teléfono y haciendo casi dos horas de Duolingo: acaban de cambiar la distribución de las lecciones de Francés y seccionaron en partes unidades más pequeñas los pocos niveles de Coreano.

Y a ver cómo sigue eso...