miércoles, 28 de octubre de 2020

Ya son más de siete meses... and god bless Coursera (and FUNSEPA)

Cuando estaba empezando la pandemia, o las medidas para evitar su propagación, hubo un meme que se hizo viral, decía algo así como: "Si no sales de esta situación con una nueva habilidad, un nuevo grado académico o dominando otro idioma, no te faltó tiempo, te faltó voluntad y disciplina"... o algo así.

Me lo recordó mi hija mayor cuando le comenté que estaba aplicando a un programa online de maestría que ofrecía una universidad española; más o menos por la época en que me gradué de la universidad había iniciado una maestría en Recursos Humanos en la universidad que tiene mejor nivel académico en cuestiones técnicas por acá; por allí nació mi hija segunda, renuncié a mi trabajo para ayudar a su madre pues la mayor no tenía dos años y eso fue todo.

Luego me negué a entrar a cualquier otra maestría, en parte porque se popularizaron al más que duplicarse el número de universidades privadas en el país; y también porque no estaba seguro de qué estudiar, o para qué; consideré un tiempo filosofía y otro tiempo bases de datos; al final este año me inscribí en este programa online para un máster en ciberseguridad.

Entré un mes luego de su inicio pero me puse al día y esta semana estoy completando el penúltimo tema del sexto módulo (son ocho); será otro mes este año para completar el séptimo, luego el octavo a principios del próximo año, y finalmente un trabajo de investigación; somos 8 o 10 estudiantes, cinco o seis de centroamérica y el resto de sudamérica; el nivel del programa es bueno y tendré -aunque no creo que me sirva mucho- un título más para agregar a mi hoja de vida.

El domingo pasado envié la última asignación a la editorial con la cual he estado colaborando desde hace varios años; al principio de la pandemia había empezado la redacción de un libro de física fundamental, luego de completar el mismo estuve revisando algunos capítulos de un par de libros de matemáticas -me tocó que recordarme del álgebra- y en el último mes redacté un capítulo de trigonometría y uno de estadística y probabilidad; creo que eso ha sido lo último en escritura para este año; a ver cómo viene el próximo.

Mi hija mayor renunció -o fue despedida, no lo tengo claro- de su segundo trabajo, me había estado pagando el préstamo para la computadora que utilizó desde el inicio de la pandemia pero como sé que no ahorra había ido acumulando ese dinero en una cuenta de ahorros y le comenté que era para los días de lluvia; estos son sus días de lluvia, se supone que está buscando un tercer trabajo pero no sé qué pasará.

Mi hija segunda sigue en el Imperio del Norte; completó su primer año en la universidad y trabaja en la misma; casi no le envío dinero -únicamente para su cumpleaños y Navidad-; su programa es de cuatro años y espera continuar con un doctorado cuando termine; espero que logre completar su vida en ese país pues acá no estaba contenta ni siquiera con el género asignado al nacer: había empezado a tomar hormonas; cuando se fue del país le comenté que esperaba que si se establecía en el imperio me reclamara; quien sabe si aún funciona eso, o cómo.

Mi hijo menor completó bien su primer semestre -online- en la universidad; aún nos vimos las primeras semanas de la pandemia; es más, me retiré de la casa de Rb por un mes completo para evitar los riesgos de contagio: me quedé por un mes completo en mi antigua habitación, incluso pagando por primera vez Internet para poder trabajar pues desde marzo nos prohibieron llegar a la oficina; pero luego hubo un cierre total los fines de semana y decidimos con Rb la reunión: ahora llevo acá más de dos meses y estamos tratando de no salir más de una vez cada par de semanas, nomás para aprovisionarnos de víveres.

Entonces, no veía a mi hijo desde mediados de Mayo hasta hace un par de semanas que me escribió para que le prestar la estufa que utilizaba en mi antigua habitación -cuando devolví las llaves me deshice de casi todo lo demás, vendí mi cama, mi gavetero y unas mesitas y tiré a la basura la mayor parte del menaje-; al parecer no estaba estudiando de la forma en que su mamá esperaba y le pidió que buscara un lugar dónde vivir.

Al final ya es mayor de edad -cumplió 18 en marzo- por lo que es completamente legal que pueda independizarse; hace un par de semanas le llevé la estufa, una mesita y algunos trastes a una habitación que empezó a alquilar muy cerca de la universidad; se supone que seguirá estudiando normal (aunque también tiene planes de trabajar en un call center) y estoy completamente de acuerdo en seguir haciéndome cargo de él financieramente mientras sus resultados universitarios sean aceptables; tampoco sé qué pasará.

Además de la maestría que empecé en Mayo estoy aprovechando que Funsepa puso a disposición de la población en general el acceso a Coursera -Rb me compartió la publicación en Twitter-; en el pasado había completado un par de cursos de esta plataforma pero nunca había obtenido un diploma -creo que el costo de los mismos es de cincuenta dólares-; incluso las últimas prácticas de Android que hicimos con mi hijo menor fueron basadas en un curso de estos.

Aprovechando mi tiempo de aislamiento me he inscrito -y completado- a tantos cursos que una persona de los patrocinadores -y de otra asociación que apoya a jóvenes a desarrollarse profesionalmente- me contactaron para contarme que era uno de los que más estaba aprovechando el programa y proponiéndome una entrevista en sus publicaciones y apoyo para encontrar empleo.

En ambos casos agradecí la llamada pero decliné la entrevista; no me sentiría cómodo que mi jefa cuestionara mi tiempo libre y tampoco estoy en la edad de andar buscando un nuevo trabajo: el mes pasado cumplí seis años en este y espero que me aguanten un poco más, espero que la maestría ayude aunque sea un poquito para el siguiente.

Entre los programas que he completado está una especialización en ciberseguridad por parte de IBM -por la relación con la maestría-, una especialización en Data Science -tenía un buen tiempo informándome sobre este tema-, varios cursos sobre lenguajes como Javascript y Python e incluso algunos sobre Project Management y Agile; la verdad es que la mayor parte de los mismos ha sido únicamente para validar lo aprendido en los últimos años; ha estado interesante.  

Durante los último meses he estado tratando de leer un poco más de cuestiones técnicas, especialmente de temas relacionados con ciberseguridad; leí Tubes, the Fifth Domain y casi todo de Press Here to Kill Everybody; además completé la saga de The Murderbot Diaries y he leído uno que otro libro que no es técnico ni ciencia ficción: Let's pretend this never happened, Furiously Happy y I've still got it. 

Actualmente estoy leyendo Big Brother de Lionel Shriver; en español, no sé cómo llegué a este libro pero está super interesante, empezando porque -aparentemente- es el procesamiento de la muerte del hermano de la autora por complicaciones con obesidad mórbida; además empecé a leer ¿Qué puede salir mal? de una Youtuber de divulgación científica; este libro es como una relectura de todo lo que escribí el año pasado en los libros de ciencias naturales sobre los sistemas del cuerpo humano.

También leí el último libro de Asimov, el que escribió -literalmente- con un pie en la tumba; y sigue sorprendiéndome los hechos que siempre creo conocer acerca de alguien que al final no es la historia completa; ese también estuvo muy bueno.

¿Qué sigue? La verdad no sé.  Esta pandemia ha cambiado muchas cosas, ya no es posible hacer el trabajo voluntario que me mantuvo activo durante una década; tampoco puedo caminar tanto ya que la distancia entre mi cama y mi oficina es de 8 pasos; trato de barrer y trapear al menos una vez a la semana para mantenerme activo físicamente pero estoy temiendo que la inactividad me afecte físicamente -durante toda mi niñez fui el 'gordo' de la familia-.

El acceso a Coursera sigue abierto hasta diciembre pero la asignación de cursos se termina en un par de días; me he inscrito a varios cursos para llenar noviembre y diciembre pero creo que aún haré otra revisión para ver si hay algún otro tema interesante que podría repasar durante este tiempo.

La maestría termina en marzo o abril del 2021 y luego pasará un tiempo antes de tener un diploma que compruebe que avancé un nivel académico más; mi hija mayor seguirá -creo- trabajando en call centers mientras tenga esa opción, no sé que otra cosa pueda hacer cuando ya no haya más call centers a los que pueda aplicar; mi hija segunda tiene tres años más en el programa actual en el imperio y mi hijo dice que quiere seguir estudiando pero también trabajar para ahorrar e irse del país.

Hace un par de meses empecé a averiguar sobre opciones de migración a Nueva Zelanda, está hasta al otro lado del mundo pero ya no tengo responsabilidades familiares directas por estos lugares; creo que ese país es una buena opción y según lo que estuve viendo en su página tengo una ventana de unos cinco años más para aplicar; pero por estos días, por el COVID-19, todo está en pausa.

Quién sabe qué vendrá el otro año; se supone que la situación de aislamiento continuará mientras no haya una vacuna -aunque Rusia dice que ya desarrolló una y hay varios proyectos en países del primer mundo, aún no hay nada claro- o un tratamiento seguro para el  COVID-19; al menos en mi trabajo el plan es mantenernos trabajando desde casa pero si hay reducción de planilla me tocaría volver a salir y aplicar pues no trabajar nunca ha estado dentro de mis planes.

De pronto lo que viene sea Europa -y el Louvre-, que era el plan de este año con Rb pero ha quedado en pausa por la situación mundial.

A ver cómo va todo.

lunes, 16 de marzo de 2020

El amor en los tiempos del coronavirus...

Hace casi once años publicaba una entrada sobre la epidemia en curso... la gripe porcina no fue al final la devastación que muchos predijeron, no hubo una gran cantidad de bajas y las actividades en general no sufrieron muchos cambios aparte de un par de días en que las personas estuvieron más pendientes de las noticias y en algunos países -como México- cerraron un par de días los servicios populares.

En esa época me encontraba, como tantas veces en mi vida, entre trabajos, a punto de entrar a trabajar a la microfinanciera en la cual laboré un par de años como Ingeniero de Soporte... también informaba de que no había nada en el plano romántico y que aún estaba acostumbrándome a ver a mis hijos solo una vez a la semana.

Once años después llevo más de diez de hacer trabajo voluntario -ahorita está suspendido por la pandemia-, casi seis de trabajar en el mismo lugar (probando software), más de cinco de una relación estable con Rb y más de dos de trabajar casi exclusivamentes desde casa (desde casa de Rb más bien).

Hace dos días -como casi todos los sábados- compartí casi toda la jornada con mi hijo menor; le dí como regalo de cumpleaños (cumple 18 este jueves) la libreta de ahorros en la que depósitabamos dinero de vez en cuando mientras iba creciendo: son como 130 dólares y aunque no es mucho espero que aprecie el valor del ahorro.

Como ya había empezado la bulla de la pandemia -los ciudadanos locales emularon a los estadounidenses y vaciaron muchos supermercados de papel higiénico- Rb me prestó su automóvil para evitar el transporte público... con mi hijo desayunamos normalmente (preparamos cereal y huevos con salchichas) y nos pasamos todo el día en la habitación.

La verdad el único cambio notable fue que no asistimos a la biblioteca de la Universidad... distribuimos el tiempo entre programar Python, jugar ajedrez, Scrabble, Go, Dominó, vimos el último capítulo de la cuarta temporada de Silicon Valley y un capítulo de la novena temporada de The Big Bang Theory, y leímos un montón. Para almorzar ordenamos comida de Mc Donald's.

Para evitar las aglomeraciones del transmetro también lo fuí a dejar a su casa... lo interesante es que vimos que las estaciones del transmetro aún estaban bastante llenas; como que la gente aún no ha internalizado lo importante que es la separación social en estos días.

En el college del imperio del norte en el cual se encuentra estudiando mi hija segunda se han tomado desde el principio con bastante seriedad la situación, he estado recibiendo comunicados en mi correo explicando las medidas tomadas para evitar la propagación del virus; finalmente la semana pasada avisaron que estaban cerrando por completo las clases presenciales y enviando a los estudiantes a casa.  

Unas horas antes del aviso habia conversado por messenger con mi hija y me había asegurado que no había necesidad de que retornara a casa pues debía trabajar en una investigación en el campus; como no quiero obligarla a tomar acciones indeseadas -y en la nota de aviso del college decía que estaban considerando algunos casos aislados- no he querido proponerle nuevamente que retorne; afortunadamente me encuentro actualmente en una buena posición económica y no habría dificultades para recibirla acá... queda la decisión (o la expectativa) de su lado.

Mi vieja facultad sí que cerró... en realidad toda la Universidad, y por un mes; mi hijo me comentó que en la clase de dibujo técnico se están pasando a Autocad para continuar online pero que Matemáticas -la más importante ahorita- sí puso pausa en las actividades... le recomendé que tratara de adelantar un poco de trabajo pero no se que tan escuchado sea mi consejo -no se si mi yo de 18 años hubiera seguido el consejo-.

Mi hija mayor me había comentado la semana pasada que en su trabajo posiblemente los mandarían a trabajar desde casa -otra gran ventaja de trabajar en un call center-, le había escrito la semana pasada pues se suponía que almorzaríamos esta semana y preferí declinar nuestra reunión debido a las medidas que el gobierno estaba empezando a tomar.

Ese día mi hija me comentó lo del trabajo desde casa y le ofrecí una de mis computadoras; declinó la oferta pues me dijo que prefería continuar llegando a la oficina, esta madrugada -trabaja de noche- me escribió para saber si la oferta seguía en pie.  Aparentemente están incrementando la solicitud para que trabajen desde casa.

Como una de las máquinas la estamos usando con mi hijo menor para programar Python y la otra tiene un sistema operativo de Linux (Ubuntu) le ofrecí patrocinarle una computadora nueva; con lo independiente que es se negó pero al presentarle la alternativa de un préstamo blando aceptó mi oferta, le transferí 400 dólares a su cuenta y espero que pueda comprarla hoy.

Como ayer no salimos a hacer trabajo voluntario -antes de la prohibición del gobierno con Rb ya habíamos decidido suspender por el riesgo para las personas de la tercera edad- aprovechamos para ir, esperamos que por última vez en todo un mes, a proveernos.

Fuimos al supermercado más grande de la ciudad a abastecernos de algunos productos alimenticios -y papel higiénico-, había un poco más de gente que de costumbre pero seguimos un protocolo muy cuidadoso de poner distancia con otras personas y desinfectarnos las manos al salir del lugar. Para almorzar ordenamos pizza.

Ayer también me dediqué al libro que acabo de iniciar: Física Fundamental para tercero básico; recibí el contenido a cubrir hace un par de semanas, cuando fuí a la editorial por una parte del dinero del anterior libro, e inicié la redacción del mismo la semana pasada; mi meta es entregar una unidad cada dos semanas por lo que en unos tres meses debería estar concluido.  De no afectar mucho la cuestión del coronavirus esto servirá para los pasajes a Europa el próximo año.

Y bueno, quién sabe si dentro de 10 años habrá otra entrada de 'El amor en los tiempos de (la pandemia en curso)' .

viernes, 28 de febrero de 2020

Juegos de Mesa (Board games...)

La mayor parte de la niñez de mis hijos los tuve únicamente un día a la semana y eso lo considero uno de los grandes fracasos de mi vida... desde pequeño soñé con tener una familia nuclear, pareja, hijos y así.. lastimosamente no se pudo.

Como viví un poco más de ocho años en una habitación con servicios adosados trataba de que pasaramos la mayor parte del tiempo en el exterior pues el área disponible era bastante limitada para cuatro seres humanos.

Traté de brindarles estructura, traté de enseñarles programación en varios lenguajes, varios juegos en computadora, el cubo de Rubik y una buena lista de juegos de mesa... empezando con el siempre presente ajedrez.

Cuando estaba trabajando como Ingeniero de Soporte para un Software de Microfinanzas recibí como regalo un Scrabble y fue el juego ideal ya que mis hijos han sido lectores voraces desde muy pequeños y las plazas del juego son cuatro.

Luego compramos Rumikub, recuerdo que por la misma época y también con una tarjeta de regalo del mismo lugar de trabajo... en el camino a comprar este juego unos asaltantes se subieron al bus y despojaron a los pasajeros de sus pertenencias, especialmente de celulares; en ese tiempo los Blackberries eran muy valorados.  Afortunadamente siempre he cargado celulares baratos y regalé a mis hijos del mismo tipo, fuimos ignorados por los asaltantes.

Otro juego que compramos quizá un año o un par de años después fue El Juego de la Vida, esperaba que mis hijos meditaran acerca de las decisiones que tenían que tomar mientras iban creciendo... no sé si funcionó: mi hija mayor no permaneció en la Universidad, mi hija menor sí se fue al Imperio del Norte con una beca por cuatro años y mi hijo menor está empezando su camino universitario en mi vieja facultad... quién sabe si continuará hasta el final.

También jugamos Dungeons and Dragons, damas, Blitz!, Monopoly, Mimi-k y varios juegos de cartas similares a Uno que compré en tiendas de rebajas o que incluso conseguimos como imprimibles para armar los sets.

Por el tiempo en que mi hija mayor ya se había independizado -y mi hija segunda se había ido a un college en otro país al sur del nuestro- conseguí los imprimibles de Settlers of Catan y pasamos varios meses con mi hijo armando el mismo; lo terminamos un poco antes de que su hermana segunda viniera de vacaciones luego de su primer año de college y lo jugamos varias veces.

Cuando mi hija segunda vino un año después al haber terminado los dos años de college realizamos la misma operación con Carcassone, aunque a diferencia con el anterior lo completamos en un poco más de una semana, incluso los tokens los modeló en arcilla mi hija.

Como por esta época -el otro mes se convierte en un adulto legal por acá- pasamos los sábados solo con mi hijo menor, y luego de haber obtenido la venia de mi hija mayor pues varios juegos eran de ella, agrupé la mayor parte de juegos -excepto ajedrez y Scrabble- y los doné a la organización educativa con la que colaboramos con mi hijo el primer sábado de este año.

Mi hijo está practicando ajedrez en la facultad -eligió eso como deporte- y aún trato de que juguemos alguna vez Scrabble, los otros juegos -incluyendo Clue- están pensados para más de dos jugadores y no tenía caso conservarlos... pero ayer bajé las reglas de otro juego que hemos comentado en algunas ocasiones: Go. A ver cómo va eso.

lunes, 17 de febrero de 2020

Renunciando (to give up…)

Llevo 17 días con mi segundo 30-days challenge del año, hasta el momento todo bien; algunas noches me ha costado conciliar el sueño pero he estado realizando la vieja práctica de contar las respiraciones como una forma de relajación.  No sé si el grado de dificultad hubiera sido el mismo hace diez o veinte años, al final tengo ya casi cincuenta años y mi cuerpo ya no debería de tener las urgencias de un adolescente, que muchas veces aún las experimento.

Aún no he terminado los tres libros que llevo a medias… el libro sobre los genes acaba de llegar al punto en el que discute las diferencias percibidas entre las diferentes razas, afirmando que toda la humanidad se originó en la parte SubSahariana de África y el pasado de todos puede ser trazado hasta una mujer en esta region etiquetada como la Eva Mitocondrial.

En el libro del cancer estoy en la mitad de la Cuarta Parte, la que habla sobre la prevención; y vuelve a sorprenderme la forma en la que la industria del tabaco ha logrado hacer pensar, incluso a los que se precian de no seguir las normas, de que auto producirse un enfisema pulmonar es el máximo signo de autoafirmación.

Cuando estaba en la facultad intenté aprender a fumar un par de veces, incluso durante un tiempo usé uno de esos vistosos encendedores de metal; por alguna razón –sospecho que en una gran parte económica- no formé el hábito.  He conocido, sin embargo, a muchas personas con diversos grados de inteligencia o preparación que no pueden renunciar a su dosis diaria de nicotina.

El otro libro, el de la inteligencia lo llevo más lento, me parece que recién acabo de empezar la segunda parte.

Isabel Allende dice en uno de sus libros que el consumo de azúcar aumenta notablemente en un grupo cuando experimenta épocas difíciles; o sea que si eres pobre o llevas una vida difícil serás más propenso a las cosas dulces, y creo que hay cierta lógica en esta línea de pensamiento.

Desde niño he sido muy muy aficionado a los dulces (adicto dirían los médicos alternativos de la nueva era)… recuerdo haber comido azúcar por cucharadas y tengo otro recuerdo extraño: mostrarle a unos vecinos cómo introducía una cuchara en una olla de frijoles colados, sacarla embarrada para luego meterla en el cuenco de azúcar, y de allí a la boca; los susodichos se mostraron alarmados profetizando una diabetes temprana.

Otro de los recuerdos extraños es que éramos tan pobres (o sencillos) que la primera vez que probé una coca cola tenia como cuatro o cinco años; la hermana mayor de mi madre vivía (vive) en un barrio vecino y tenía (siempre ha tenido) una tienda. Mis primos mayores abrieron una coca cola de vidrio y me dieron a probar, sorprendiéndose de que me llorasen los ojos al ingerir el líquido. En fin.

Desde la semana pasada estuve leyendo un poco en Internet sobre la reducción del azúcar en la dieta y los posibles efectos: pérdida de peso, etc.; también sobre sustitutos naturales, frutas, etc.; a partir del viernes pasado empecé a tomar el café sin azúcar y creo que ya con eso estaré reduciendo como 1 libra de azúcar en mi cuerpo cada par de meses o así.

Y es que aunque durante mucho tiempo mi desayuno fue un tazón de avena (con un par de cucharadas de azúcar) desde que empecé a pasar la mayoría de mis días en la casa de Rb mi desayuno ha sido una taza de café (con un par de cucharadas de azúcar) y un par de galletas dulces grandes. Además cambié la avena normal de Quaker por los packets de la misma marca pero endulzados (13 gramos de azúcar por bolsita.

A partir de ayer mis desayunos son: una taza de café sin azúcar y un tazón de avena con un poco de canela y (si se puede) un banano.  Planeo estar monitoreando mi peso semanalmente únicamente para registrar un historial de los efectos de la reducción de azúcar; en todo caso no planeo cambiar mi forma de almorzar/cenar.  Los almuerzos en la casa de Rb son masivos y al menos durante este año la cena ha consistido principalmente de papaya o piña, a veces fresas.

En otras noticias, esta semana me toca ir a la oficina por primera vez en tres o cuatro meses, pues me pidieron un inventario del equipo que tengo a mi cargo; se supone que la oficina está super vacía y la verdad no extraño el tránsito diario pero ni modo a veces no hay otra opción.

martes, 4 de febrero de 2020

Onomástico -and 30 days challenge-

Ayer cumplí cuarenta y siete años.

También cumplí diez años de ser voluntario en mi grupo de risoterapia; la convocatoria a la que asistí la documenté en este mismo blog cuando cumplí treinta y siete años... en ese tiempo estaba trabajando como Ingeniero de Soporte de un software de microfinanzas y recibí casi doscientos mensajes de felicitación en Facebook por mi cumpleaños.

Ayer recibí como veinticinco mensajes en Facebook, me llamó una amiga que ya no es parte del voluntariado, me escribieron mensajes otro par de conocidos y me llamó mi papá en la noche; también me puse de acuerdo con mi hija mayor para almorzar este día; no nos hemos visto desde nuestro almuerzo de Navidad.

También me escribió un ex compañero laboral de hace más de quince años, quien además de felicitarme me invitó a volver a trabajar como Consultor en Implementacion de ERP; le agradecí la oferta pero le comenté sobre mi estabilidad laboral actual.

Cuando inicié este año me propuse algunas metas -como casi todas las personas como casi todos los años-... leer más, cuidar mi situación financiera, aprender a malabarear con tres pelotas, y un desafío de treinta días.  Empecé con renunciar a Facebook por un mes y la verdad no fue un gran desafío porque desde el año pasado (o el anterior) he ido reduciendo cada vez más el tiempo que le dedico a las redes sociales.

Ingreso a Twitter cada varios meses y a Facebook algunas veces por semana; evitar concientemente entrar a Facebook a enterarme de la vida de mis contactos fue bastante fácil, la única excepción fue la información necesaria para el viaje que realizamos con mi hijo menor para apoyar a una fundación educativa en el interior y algún seguimiento a mi otro grupo de voluntarios de risoterapia.

Desde la primera semana de Enero me puse a ver videos en Youtube para aprender a malabarear con tres pelotas; era uno de los temas que se suponía que nos enseñaban en mi grupo de voluntarios pero fue otra de las áreas manejadas deficientemente.  

Por alguna razón había aceptado mi total falta de coordinación pero en esta ocasión abordé el malabarismo como lo hice con el cubo de Rubik: dividiendo el aprendizaje en partes; conseguí un par de videos que explicaban la forma de aprender a malabarear y empecé con lo más básico: una pelota; estuve practicando varios días el primer paso, luego un poco más de una semana con dos pelotas y finalmente aprendí la técnica de la cascada, ahora solo me falta practicar y practicar y practicar.

Malabarear con tres pelotas ha sido bastante complicado, he estado practicando dos o tres veces al día por al menos quince o veinte minutos -incluso bajé un video que cuenta los segundos con música de fondo-; no se si es la experiencia común pero luego de diez minutos o así los brazos me han dolido, lo que espero que mejore con la práctica; además en la tercera o cuarta semana de Enero tuve uno de mis períodos de desánimo; no se si sólo por la práctica de malabarear o tiene algo que ver que el trabajo está bastante irregular o que no avanzo mucho en mis lecturas o cualquier otra razón o combinación de las mismas.

Según Rb mis días azules también pudieron deberse a que uno de los libros que estoy leyendo documenta la historia del cáncer desde la antigüedad... quizá tiene razón, me parece un poco deprimente los estragos de la enfermedad, la forma en la que actúa la quimioterapia y los pocos avances que se han encontrado realmente para el tratamiento de la misma; pero quizá contribuye a mi bajo estado de ánimo el hecho de que únicamente salga de casa los sábados -para convivir con mi hijo menor- y de que me despierte todos los días a las cinco de la mañana para ayudarla a pasear a sus perros; ella se duerme nuevamente hasta las nueve y yo tengo que levantarme entre siete y ocho para trabajar.

Son tres libros los que estoy leyendo en forma paralela; los tres en inglés y dos del mismo autor, un médico nacido en India y especializado en Oncología; el primer libro es sobre el cáncer y el segundo sobre el gen; mucha de la información del segundo la conocía de manera superficial pues me ha tocado escribir sobre genética y herencia en los libros de ciencias naturales que escribí los últimos años.

Pero los detalles sobre Mendel, Darwin, Franklin y muchos otros están contados de una muy buena forma en el libro, junto con detalles que no había encontrado en ninguna otra parte -aunque la mayoría pueden ser corroborados con una buena búsqueda en Internet-.

El tercer libro es de un psicólogo israelí que ganó el premio Nóbel de Economía a principios de la década pasada; el libro se llama Thinking, fast and slow y examina de forma muy detallada los dos sistemas de pensamiento que la mayoría utilizamos: uno muy rápido que no analiza el entorno y el otro que necesita de más información para actuar.

Los tres libros los llevo como al veinticinco por ciento y creo que pasará un par de meses antes de que los concluya, pero también me ha gustado el ritmo de los mismos, la cantidad de información que contienen y la forma en la que están narrados.

En el mes de diciembre terminé el segundo libro de ciencias naturales que escribí el año pasado; de hecho un día antes de Navidad envié a la editorial la última unidad del mismo.  Durante ese mes envié cuatro o cinco unidades completando en tres semanas lo que me había llevado antes tres meses; y luego ya no recibí noticias de ellos.

A finales de Enero le escribí a mi editor (no sé si esa es su función laboral o aún si realiza esa función en nuestra relación de trabajo) preguntando sobre el estado de la última información remitida y me contestó un par de días depués con un par de comentarios sobre una de las unidades y pidiendo un poco más de información para completar la última; además me ofreció continuar el trabajo con el tercer libro para completar el grupo.

Cuando estaba por terminar mi desafío de los treinta días sin Facebook empecé a pensar sobre el siguiente, sopesando principalmente dos: renunciar al azúcar (al menos al agregado al café y otras bebidas) o renunciar a ver porno; al menos por un mes.

Ambos temas son bastante sensitivos; todos los que me conocen saben sobre mi adicción a los dulces; el café lo tomo bastante dulce -Rb lo toma sin azúcar-, me encantan las donas y pasteles y en general cualquier alimento con un alto grado de dulzura; y el porno ha estado en mi vida desde mi niñez, ha sido un tema delicado aunque no tratado tan abiertamente como el anterior.

Por crecer en un puerto creo que tuve acceso a información que otras personas encuentran un poco más difícil, como revistas pornográficas; creo que las primeras que ví en mi etapa educativa primaria habían sido bajadas de un barco y compartidas luego en grupo.

Cuando entré a la adolescencia también llegó la televisión por cable a nuestra comunidad y, como muchos adolescentes de mi generación, esperaba con ansias los viernes por la noche de Cinemax; cuando estaba saliendo de la universidad encontré en una incipiente Internet la literatura erótica y estas últimas décadas he sido un visitante asiduo de los sitios gratuitos de videos de adultos.

Así que terminando Enero me decidí a un desafío personal de treinta días sin acceder a mis sitios habituales de videos o imágenes con contenido erótico; y puede parecer un cliché pero ayer que me puse a ver una película albanesa de ciencia ficción sobre un viaje a Alpha-Centauri, la robot se pasaba como un diez por ciento del tiempo desnuda y parte de su trabajo incluía satisfacer al piloto que dirigía la nave, en fin, no cabe duda que el sexo vende pero continúo con el desafío consciente de evitar la pornografía durante febrero.

Mi hijo va por sus primeras semanas en mi antigua facultad y, como casi todo en su vida, se lo está tomando tranquilo; mientras mi hija mayor había elegido natación como el área de deportes (en mi tiempo solo había atletismo) mi hijo se decantó por el ajedrez; y a diferencia de su hermana mayor, que recibía -sin necesitarlas- clases de inglés, él ha decidido presentar el certificado que lo libera de las mismas.

Durante el último mes hemos estado trabajando en una aplicación en Python para comparar documentos en formato PDF; hay varios de este tipo en el mercado y en mi trabajo uso uno de código abierto pero estamos aprovechando para practicar la programación orientada a objetos y estamos casi por finalizar la primera versión.

Este domingo fue la primera visita del año con mi antiguo grupo de risoterapia; visitamos un asilo al que fuimos un par de veces el año pasado y convivimos con sus cinco o seis residentes durante un par de horas; al final de la visita el encargado del grupo -que también se hace cargo de las visitas en general- me comentó que aún no ha revisado la app que le envié el año pasado para compartir la información de visitas.

Esta app la realicé utilizando MIT App Inventor y aunque muy básica me sirvió para aprender a compartir información utilizando la plataforma Firebase de Google; luego de completarla planeé subirla a la App Store pero al parecer únicamente aceptan código de Android o similares; este año retomé Android Studio (ahora con Kotlin) y estoy trabajando en la traducción de la App; aún me falta mucho.







lunes, 13 de enero de 2020

Algunos libros para empezar el 2020… Some books starting the year...

He dejado de usar casi completamente mi Kindle, es como que mi celular está más al alcance de la mano y además de jugar ajedrez y Scrabble puedo usarlo para continuar con mis lecturas; uno de los objetivos que me puse este año es dejar de leer en español ya que creo que necesito mejorar mi gramática en inglés.

Los libros los consigo en format epub y los abro en mi Samsung con una app bastante cómoda llamada Lithium; el año pasado leí la mayor parte de los libros de esta forma y este año empecé con cuatro:

-Maybe you should talk to someone: escrito por una periodista judía que luego de trabajar en el cine y en la televisión ha escrito varios libros sobre relaciones y tiene una práctica como psicoterapeuta; su historia es interesante y me resonó bastante por la práctica de buscar nuevos campos laborales. Además ella decidió concebir un hijo a través de una clínica y empieza el libro contando cómo su pareja de dos años rompe abruptamente su compromiso y planes para casarse.  En el libro se narran cinco o seis historias paralelas acerca de la evolución de pacientes  (incluida ella misma) en la práctica de la psicoterapia. Lo terminé como en dos semanas y me ha dejado bastante tranquilo.

-Will my cat eat my eyeballs?: escrito por una administradora de una funeraria para responder a treinta preguntas realizadas por menores de edad acerca de la muerte; está escrito en tono irónico y aclara varios conceptos -varios que ya conocía- sobre decesos, descomposición de tejidos y creencias comunes sobre la muerte y la manipulación de los cadáveres por parte de las funerarias. Lo estuve leyendo de forma paralela al anterior y lo terminé un par de días después del mismo.  Al menos lo leí en inglés.

-American Predator: una periodista narra la persecución y arresto de un asesino en serie del que únicamente se conce una víctima pero que al parecer era tan inteligente y cuidadoso que se estima sus víctimas fueron más de diez.  El libro está escrito en forma de entrevistas con el acusado y se evidencia la poca protección real contra una de estas personas: psicópatas sin un patrón para elegir a sus víctimas y perpetrar sus asesinatos.

-Red, White & Royal Blue: es un libro para la nueva generación, es como una distopia en donde luego de Obama una mujer obtiene la presidencia estadounidense; se llevó el premio a la mejor relevación y a la mejor historia de amor (creo) en los premios Goodreads -en donde he estado buscando desde hace algunos años mis próximos libros a leer-.  La historia se centra en el romance post adolescente del hijo de la presidenta estadounidense y el príncipe de Inglaterra; lo estoy leyendo para comprender un poco mejor a esta generación y lo común de la homosexualidad, bisexualidad, pansexualidad, etc.

Hoy comencé a leer The Emperor of all Maladies de un médico de la India, en el que se esboza una biografía del cáncer y planeo continuar on The Gene, del mismo autor sobre la genética en nuestras vidas.

Ayer acudí con mi hijo a la biblioteca de la Universidad; era el primer sábado del año en que está abierta y es refrescante que el bibliotecario a cargo de recibir los paquetes te salude con un 'Qué bueno verlos por acá'.

El año pasado -o antepasado- leí un par de libros de Stephen Hawking y tengo aún a medias otro en la biblioteca; avancé un poco en el mismo este sábado pero aún estoy lejos de terminarlo; además de la biblioteca asistimos con mi hijo a una exposición de modelos de vehículos en miniatura a la cual habíamos acudido hace un par de años.

También visitamos una exposición de arte -varias pinturas, un par de instalaciones y un cortometraje- en un antiguo taller de la difunta empresa estatal de ferrocarriles del país reconvertido ahora en un centro local de arte hípster; Los Jardineros era el nombre de la exposición.