lunes, 17 de febrero de 2020

Renunciando (to give up…)

Llevo 17 días con mi segundo 30-days challenge del año, hasta el momento todo bien; algunas noches me ha costado conciliar el sueño pero he estado realizando la vieja práctica de contar las respiraciones como una forma de relajación.  No sé si el grado de dificultad hubiera sido el mismo hace diez o veinte años, al final tengo ya casi cincuenta años y mi cuerpo ya no debería de tener las urgencias de un adolescente, que muchas veces aún las experimento.

Aún no he terminado los tres libros que llevo a medias… el libro sobre los genes acaba de llegar al punto en el que discute las diferencias percibidas entre las diferentes razas, afirmando que toda la humanidad se originó en la parte SubSahariana de África y el pasado de todos puede ser trazado hasta una mujer en esta region etiquetada como la Eva Mitocondrial.

En el libro del cancer estoy en la mitad de la Cuarta Parte, la que habla sobre la prevención; y vuelve a sorprenderme la forma en la que la industria del tabaco ha logrado hacer pensar, incluso a los que se precian de no seguir las normas, de que auto producirse un enfisema pulmonar es el máximo signo de autoafirmación.

Cuando estaba en la facultad intenté aprender a fumar un par de veces, incluso durante un tiempo usé uno de esos vistosos encendedores de metal; por alguna razón –sospecho que en una gran parte económica- no formé el hábito.  He conocido, sin embargo, a muchas personas con diversos grados de inteligencia o preparación que no pueden renunciar a su dosis diaria de nicotina.

El otro libro, el de la inteligencia lo llevo más lento, me parece que recién acabo de empezar la segunda parte.

Isabel Allende dice en uno de sus libros que el consumo de azúcar aumenta notablemente en un grupo cuando experimenta épocas difíciles; o sea que si eres pobre o llevas una vida difícil serás más propenso a las cosas dulces, y creo que hay cierta lógica en esta línea de pensamiento.

Desde niño he sido muy muy aficionado a los dulces (adicto dirían los médicos alternativos de la nueva era)… recuerdo haber comido azúcar por cucharadas y tengo otro recuerdo extraño: mostrarle a unos vecinos cómo introducía una cuchara en una olla de frijoles colados, sacarla embarrada para luego meterla en el cuenco de azúcar, y de allí a la boca; los susodichos se mostraron alarmados profetizando una diabetes temprana.

Otro de los recuerdos extraños es que éramos tan pobres (o sencillos) que la primera vez que probé una coca cola tenia como cuatro o cinco años; la hermana mayor de mi madre vivía (vive) en un barrio vecino y tenía (siempre ha tenido) una tienda. Mis primos mayores abrieron una coca cola de vidrio y me dieron a probar, sorprendiéndose de que me llorasen los ojos al ingerir el líquido. En fin.

Desde la semana pasada estuve leyendo un poco en Internet sobre la reducción del azúcar en la dieta y los posibles efectos: pérdida de peso, etc.; también sobre sustitutos naturales, frutas, etc.; a partir del viernes pasado empecé a tomar el café sin azúcar y creo que ya con eso estaré reduciendo como 1 libra de azúcar en mi cuerpo cada par de meses o así.

Y es que aunque durante mucho tiempo mi desayuno fue un tazón de avena (con un par de cucharadas de azúcar) desde que empecé a pasar la mayoría de mis días en la casa de Rb mi desayuno ha sido una taza de café (con un par de cucharadas de azúcar) y un par de galletas dulces grandes. Además cambié la avena normal de Quaker por los packets de la misma marca pero endulzados (13 gramos de azúcar por bolsita.

A partir de ayer mis desayunos son: una taza de café sin azúcar y un tazón de avena con un poco de canela y (si se puede) un banano.  Planeo estar monitoreando mi peso semanalmente únicamente para registrar un historial de los efectos de la reducción de azúcar; en todo caso no planeo cambiar mi forma de almorzar/cenar.  Los almuerzos en la casa de Rb son masivos y al menos durante este año la cena ha consistido principalmente de papaya o piña, a veces fresas.

En otras noticias, esta semana me toca ir a la oficina por primera vez en tres o cuatro meses, pues me pidieron un inventario del equipo que tengo a mi cargo; se supone que la oficina está super vacía y la verdad no extraño el tránsito diario pero ni modo a veces no hay otra opción.

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