viernes, 28 de febrero de 2020

Juegos de Mesa (Board games...)

La mayor parte de la niñez de mis hijos los tuve únicamente un día a la semana y eso lo considero uno de los grandes fracasos de mi vida... desde pequeño soñé con tener una familia nuclear, pareja, hijos y así.. lastimosamente no se pudo.

Como viví un poco más de ocho años en una habitación con servicios adosados trataba de que pasaramos la mayor parte del tiempo en el exterior pues el área disponible era bastante limitada para cuatro seres humanos.

Traté de brindarles estructura, traté de enseñarles programación en varios lenguajes, varios juegos en computadora, el cubo de Rubik y una buena lista de juegos de mesa... empezando con el siempre presente ajedrez.

Cuando estaba trabajando como Ingeniero de Soporte para un Software de Microfinanzas recibí como regalo un Scrabble y fue el juego ideal ya que mis hijos han sido lectores voraces desde muy pequeños y las plazas del juego son cuatro.

Luego compramos Rumikub, recuerdo que por la misma época y también con una tarjeta de regalo del mismo lugar de trabajo... en el camino a comprar este juego unos asaltantes se subieron al bus y despojaron a los pasajeros de sus pertenencias, especialmente de celulares; en ese tiempo los Blackberries eran muy valorados.  Afortunadamente siempre he cargado celulares baratos y regalé a mis hijos del mismo tipo, fuimos ignorados por los asaltantes.

Otro juego que compramos quizá un año o un par de años después fue El Juego de la Vida, esperaba que mis hijos meditaran acerca de las decisiones que tenían que tomar mientras iban creciendo... no sé si funcionó: mi hija mayor no permaneció en la Universidad, mi hija menor sí se fue al Imperio del Norte con una beca por cuatro años y mi hijo menor está empezando su camino universitario en mi vieja facultad... quién sabe si continuará hasta el final.

También jugamos Dungeons and Dragons, damas, Blitz!, Monopoly, Mimi-k y varios juegos de cartas similares a Uno que compré en tiendas de rebajas o que incluso conseguimos como imprimibles para armar los sets.

Por el tiempo en que mi hija mayor ya se había independizado -y mi hija segunda se había ido a un college en otro país al sur del nuestro- conseguí los imprimibles de Settlers of Catan y pasamos varios meses con mi hijo armando el mismo; lo terminamos un poco antes de que su hermana segunda viniera de vacaciones luego de su primer año de college y lo jugamos varias veces.

Cuando mi hija segunda vino un año después al haber terminado los dos años de college realizamos la misma operación con Carcassone, aunque a diferencia con el anterior lo completamos en un poco más de una semana, incluso los tokens los modeló en arcilla mi hija.

Como por esta época -el otro mes se convierte en un adulto legal por acá- pasamos los sábados solo con mi hijo menor, y luego de haber obtenido la venia de mi hija mayor pues varios juegos eran de ella, agrupé la mayor parte de juegos -excepto ajedrez y Scrabble- y los doné a la organización educativa con la que colaboramos con mi hijo el primer sábado de este año.

Mi hijo está practicando ajedrez en la facultad -eligió eso como deporte- y aún trato de que juguemos alguna vez Scrabble, los otros juegos -incluyendo Clue- están pensados para más de dos jugadores y no tenía caso conservarlos... pero ayer bajé las reglas de otro juego que hemos comentado en algunas ocasiones: Go. A ver cómo va eso.

lunes, 17 de febrero de 2020

Renunciando (to give up…)

Llevo 17 días con mi segundo 30-days challenge del año, hasta el momento todo bien; algunas noches me ha costado conciliar el sueño pero he estado realizando la vieja práctica de contar las respiraciones como una forma de relajación.  No sé si el grado de dificultad hubiera sido el mismo hace diez o veinte años, al final tengo ya casi cincuenta años y mi cuerpo ya no debería de tener las urgencias de un adolescente, que muchas veces aún las experimento.

Aún no he terminado los tres libros que llevo a medias… el libro sobre los genes acaba de llegar al punto en el que discute las diferencias percibidas entre las diferentes razas, afirmando que toda la humanidad se originó en la parte SubSahariana de África y el pasado de todos puede ser trazado hasta una mujer en esta region etiquetada como la Eva Mitocondrial.

En el libro del cancer estoy en la mitad de la Cuarta Parte, la que habla sobre la prevención; y vuelve a sorprenderme la forma en la que la industria del tabaco ha logrado hacer pensar, incluso a los que se precian de no seguir las normas, de que auto producirse un enfisema pulmonar es el máximo signo de autoafirmación.

Cuando estaba en la facultad intenté aprender a fumar un par de veces, incluso durante un tiempo usé uno de esos vistosos encendedores de metal; por alguna razón –sospecho que en una gran parte económica- no formé el hábito.  He conocido, sin embargo, a muchas personas con diversos grados de inteligencia o preparación que no pueden renunciar a su dosis diaria de nicotina.

El otro libro, el de la inteligencia lo llevo más lento, me parece que recién acabo de empezar la segunda parte.

Isabel Allende dice en uno de sus libros que el consumo de azúcar aumenta notablemente en un grupo cuando experimenta épocas difíciles; o sea que si eres pobre o llevas una vida difícil serás más propenso a las cosas dulces, y creo que hay cierta lógica en esta línea de pensamiento.

Desde niño he sido muy muy aficionado a los dulces (adicto dirían los médicos alternativos de la nueva era)… recuerdo haber comido azúcar por cucharadas y tengo otro recuerdo extraño: mostrarle a unos vecinos cómo introducía una cuchara en una olla de frijoles colados, sacarla embarrada para luego meterla en el cuenco de azúcar, y de allí a la boca; los susodichos se mostraron alarmados profetizando una diabetes temprana.

Otro de los recuerdos extraños es que éramos tan pobres (o sencillos) que la primera vez que probé una coca cola tenia como cuatro o cinco años; la hermana mayor de mi madre vivía (vive) en un barrio vecino y tenía (siempre ha tenido) una tienda. Mis primos mayores abrieron una coca cola de vidrio y me dieron a probar, sorprendiéndose de que me llorasen los ojos al ingerir el líquido. En fin.

Desde la semana pasada estuve leyendo un poco en Internet sobre la reducción del azúcar en la dieta y los posibles efectos: pérdida de peso, etc.; también sobre sustitutos naturales, frutas, etc.; a partir del viernes pasado empecé a tomar el café sin azúcar y creo que ya con eso estaré reduciendo como 1 libra de azúcar en mi cuerpo cada par de meses o así.

Y es que aunque durante mucho tiempo mi desayuno fue un tazón de avena (con un par de cucharadas de azúcar) desde que empecé a pasar la mayoría de mis días en la casa de Rb mi desayuno ha sido una taza de café (con un par de cucharadas de azúcar) y un par de galletas dulces grandes. Además cambié la avena normal de Quaker por los packets de la misma marca pero endulzados (13 gramos de azúcar por bolsita.

A partir de ayer mis desayunos son: una taza de café sin azúcar y un tazón de avena con un poco de canela y (si se puede) un banano.  Planeo estar monitoreando mi peso semanalmente únicamente para registrar un historial de los efectos de la reducción de azúcar; en todo caso no planeo cambiar mi forma de almorzar/cenar.  Los almuerzos en la casa de Rb son masivos y al menos durante este año la cena ha consistido principalmente de papaya o piña, a veces fresas.

En otras noticias, esta semana me toca ir a la oficina por primera vez en tres o cuatro meses, pues me pidieron un inventario del equipo que tengo a mi cargo; se supone que la oficina está super vacía y la verdad no extraño el tránsito diario pero ni modo a veces no hay otra opción.

martes, 4 de febrero de 2020

Onomástico -and 30 days challenge-

Ayer cumplí cuarenta y siete años.

También cumplí diez años de ser voluntario en mi grupo de risoterapia; la convocatoria a la que asistí la documenté en este mismo blog cuando cumplí treinta y siete años... en ese tiempo estaba trabajando como Ingeniero de Soporte de un software de microfinanzas y recibí casi doscientos mensajes de felicitación en Facebook por mi cumpleaños.

Ayer recibí como veinticinco mensajes en Facebook, me llamó una amiga que ya no es parte del voluntariado, me escribieron mensajes otro par de conocidos y me llamó mi papá en la noche; también me puse de acuerdo con mi hija mayor para almorzar este día; no nos hemos visto desde nuestro almuerzo de Navidad.

También me escribió un ex compañero laboral de hace más de quince años, quien además de felicitarme me invitó a volver a trabajar como Consultor en Implementacion de ERP; le agradecí la oferta pero le comenté sobre mi estabilidad laboral actual.

Cuando inicié este año me propuse algunas metas -como casi todas las personas como casi todos los años-... leer más, cuidar mi situación financiera, aprender a malabarear con tres pelotas, y un desafío de treinta días.  Empecé con renunciar a Facebook por un mes y la verdad no fue un gran desafío porque desde el año pasado (o el anterior) he ido reduciendo cada vez más el tiempo que le dedico a las redes sociales.

Ingreso a Twitter cada varios meses y a Facebook algunas veces por semana; evitar concientemente entrar a Facebook a enterarme de la vida de mis contactos fue bastante fácil, la única excepción fue la información necesaria para el viaje que realizamos con mi hijo menor para apoyar a una fundación educativa en el interior y algún seguimiento a mi otro grupo de voluntarios de risoterapia.

Desde la primera semana de Enero me puse a ver videos en Youtube para aprender a malabarear con tres pelotas; era uno de los temas que se suponía que nos enseñaban en mi grupo de voluntarios pero fue otra de las áreas manejadas deficientemente.  

Por alguna razón había aceptado mi total falta de coordinación pero en esta ocasión abordé el malabarismo como lo hice con el cubo de Rubik: dividiendo el aprendizaje en partes; conseguí un par de videos que explicaban la forma de aprender a malabarear y empecé con lo más básico: una pelota; estuve practicando varios días el primer paso, luego un poco más de una semana con dos pelotas y finalmente aprendí la técnica de la cascada, ahora solo me falta practicar y practicar y practicar.

Malabarear con tres pelotas ha sido bastante complicado, he estado practicando dos o tres veces al día por al menos quince o veinte minutos -incluso bajé un video que cuenta los segundos con música de fondo-; no se si es la experiencia común pero luego de diez minutos o así los brazos me han dolido, lo que espero que mejore con la práctica; además en la tercera o cuarta semana de Enero tuve uno de mis períodos de desánimo; no se si sólo por la práctica de malabarear o tiene algo que ver que el trabajo está bastante irregular o que no avanzo mucho en mis lecturas o cualquier otra razón o combinación de las mismas.

Según Rb mis días azules también pudieron deberse a que uno de los libros que estoy leyendo documenta la historia del cáncer desde la antigüedad... quizá tiene razón, me parece un poco deprimente los estragos de la enfermedad, la forma en la que actúa la quimioterapia y los pocos avances que se han encontrado realmente para el tratamiento de la misma; pero quizá contribuye a mi bajo estado de ánimo el hecho de que únicamente salga de casa los sábados -para convivir con mi hijo menor- y de que me despierte todos los días a las cinco de la mañana para ayudarla a pasear a sus perros; ella se duerme nuevamente hasta las nueve y yo tengo que levantarme entre siete y ocho para trabajar.

Son tres libros los que estoy leyendo en forma paralela; los tres en inglés y dos del mismo autor, un médico nacido en India y especializado en Oncología; el primer libro es sobre el cáncer y el segundo sobre el gen; mucha de la información del segundo la conocía de manera superficial pues me ha tocado escribir sobre genética y herencia en los libros de ciencias naturales que escribí los últimos años.

Pero los detalles sobre Mendel, Darwin, Franklin y muchos otros están contados de una muy buena forma en el libro, junto con detalles que no había encontrado en ninguna otra parte -aunque la mayoría pueden ser corroborados con una buena búsqueda en Internet-.

El tercer libro es de un psicólogo israelí que ganó el premio Nóbel de Economía a principios de la década pasada; el libro se llama Thinking, fast and slow y examina de forma muy detallada los dos sistemas de pensamiento que la mayoría utilizamos: uno muy rápido que no analiza el entorno y el otro que necesita de más información para actuar.

Los tres libros los llevo como al veinticinco por ciento y creo que pasará un par de meses antes de que los concluya, pero también me ha gustado el ritmo de los mismos, la cantidad de información que contienen y la forma en la que están narrados.

En el mes de diciembre terminé el segundo libro de ciencias naturales que escribí el año pasado; de hecho un día antes de Navidad envié a la editorial la última unidad del mismo.  Durante ese mes envié cuatro o cinco unidades completando en tres semanas lo que me había llevado antes tres meses; y luego ya no recibí noticias de ellos.

A finales de Enero le escribí a mi editor (no sé si esa es su función laboral o aún si realiza esa función en nuestra relación de trabajo) preguntando sobre el estado de la última información remitida y me contestó un par de días depués con un par de comentarios sobre una de las unidades y pidiendo un poco más de información para completar la última; además me ofreció continuar el trabajo con el tercer libro para completar el grupo.

Cuando estaba por terminar mi desafío de los treinta días sin Facebook empecé a pensar sobre el siguiente, sopesando principalmente dos: renunciar al azúcar (al menos al agregado al café y otras bebidas) o renunciar a ver porno; al menos por un mes.

Ambos temas son bastante sensitivos; todos los que me conocen saben sobre mi adicción a los dulces; el café lo tomo bastante dulce -Rb lo toma sin azúcar-, me encantan las donas y pasteles y en general cualquier alimento con un alto grado de dulzura; y el porno ha estado en mi vida desde mi niñez, ha sido un tema delicado aunque no tratado tan abiertamente como el anterior.

Por crecer en un puerto creo que tuve acceso a información que otras personas encuentran un poco más difícil, como revistas pornográficas; creo que las primeras que ví en mi etapa educativa primaria habían sido bajadas de un barco y compartidas luego en grupo.

Cuando entré a la adolescencia también llegó la televisión por cable a nuestra comunidad y, como muchos adolescentes de mi generación, esperaba con ansias los viernes por la noche de Cinemax; cuando estaba saliendo de la universidad encontré en una incipiente Internet la literatura erótica y estas últimas décadas he sido un visitante asiduo de los sitios gratuitos de videos de adultos.

Así que terminando Enero me decidí a un desafío personal de treinta días sin acceder a mis sitios habituales de videos o imágenes con contenido erótico; y puede parecer un cliché pero ayer que me puse a ver una película albanesa de ciencia ficción sobre un viaje a Alpha-Centauri, la robot se pasaba como un diez por ciento del tiempo desnuda y parte de su trabajo incluía satisfacer al piloto que dirigía la nave, en fin, no cabe duda que el sexo vende pero continúo con el desafío consciente de evitar la pornografía durante febrero.

Mi hijo va por sus primeras semanas en mi antigua facultad y, como casi todo en su vida, se lo está tomando tranquilo; mientras mi hija mayor había elegido natación como el área de deportes (en mi tiempo solo había atletismo) mi hijo se decantó por el ajedrez; y a diferencia de su hermana mayor, que recibía -sin necesitarlas- clases de inglés, él ha decidido presentar el certificado que lo libera de las mismas.

Durante el último mes hemos estado trabajando en una aplicación en Python para comparar documentos en formato PDF; hay varios de este tipo en el mercado y en mi trabajo uso uno de código abierto pero estamos aprovechando para practicar la programación orientada a objetos y estamos casi por finalizar la primera versión.

Este domingo fue la primera visita del año con mi antiguo grupo de risoterapia; visitamos un asilo al que fuimos un par de veces el año pasado y convivimos con sus cinco o seis residentes durante un par de horas; al final de la visita el encargado del grupo -que también se hace cargo de las visitas en general- me comentó que aún no ha revisado la app que le envié el año pasado para compartir la información de visitas.

Esta app la realicé utilizando MIT App Inventor y aunque muy básica me sirvió para aprender a compartir información utilizando la plataforma Firebase de Google; luego de completarla planeé subirla a la App Store pero al parecer únicamente aceptan código de Android o similares; este año retomé Android Studio (ahora con Kotlin) y estoy trabajando en la traducción de la App; aún me falta mucho.