martes, 17 de diciembre de 2019

Vivir, escribir -Living... writing...-

El sábado pasado fui con mi hijo menor a una reunión de un círculo de lectores que iba a comentar Un cuento de Navidad, de Dickens; leí que también se comentaría algo de Capote y de otro autor al que no le puse atención; quizá si hubiera leído habría sabido más o menos de qué iba la reunión. 

El escritor es Ambrosio Bierce y parece que tenía un problema con la Navidad -o con la humanidad, más bien-; según Bierce la Navidad es "una jornada diferenciada y que se consagra a la glotonería, la embriaguez, la sensiblería, los regalos, la estupidez pública y la conducta desordenada en casa".

El lugar de la reunión -un Centro Cultural, librería- es dirigido por alguien que ve la lucha de clases hasta en el café y que no había leído el trabajo de Dickens, sólo visto varias películas y caricaturas basadas en el mismo; la moderadora -progresista hipster- sí sabía de que iba el trabajo literario pero no guió al grupo hacia buenos terrenos; en cierto momento pedí que dejáramos la discusión social y retornáramos a la literatura.

Y debo agregar que eramos siete u ocho en el círculo y sólo tres o cuatro 'no conocidos' de los organizadores; lo repito: el círculo cultural en nuestro país es tan reducido que indefectiblemente encuentra uno a las mismas personas en los diversos escenarios culturales.

Pero aquí fue la primera vez que indiqué que me dedico a escribir, aunque como la mayor parte de nuestros artistas locales, como algo lateral a mi verdadero trabajo; y eso que no cultivo ningún genero literario, simplemente escribo libros de texto para la educación de los primeros niveles.

Creo que llevo como siete u ocho libros publicados -o catorce o quince si contamos los que preparamos en colaboración con Rb-, además de cinco o seis libros para mejorar el estilo y la forma de las letras, de los que aún espero recibir el pago algún día.

En todo caso, escribir me ayuda: cuando mi hija segunda se fué del país sufragué la mayor parte de sus gastos de viaje y relocalización por medio de los pagos recibidos por mis primeros trabajos de este tipo; además, mi trabajo real es bien irregular, frecuentemente trabajo incluso sábados y domingos así como muchas noche pero paso por horas o días sin mucho que hacer; además de leer y aprender un poco más de programación, escribir me permite llenar ese tiempo de tedio.

Mi hijo menor se graduó el mes pasado y entró sin dificultades a la facultad, dice que quiere estudiar informática, veremos cuánto le dura la convicción; mi hija mayor se cambió de trabajo a otro lugar del mismo tipo solo que ahora en vez de ayudar a conductores proporciona soporte a usuarios de una app de entregas a domicilio; creo que desechó por completo la idea de continuar con los estudios superiores.

Mi hija segunda se graduó a mediados de este año del college en el que estaba -me llevé a la grande y al pequeño a la graduación pues quería que tuvieran la experiencia de viajar en avión-, vino un par de meses al país y luego se fue con una beca por cuatro años al imperio del norte a estudiar Artes.

Hace tres meses cumplí cinco años en mi empleo actual, la verdad es que es todo un evento pues lo más que había tardado en otro lugar fueron cuatro años -y con una pausa de un par de meses a los dos años-; este mes cumplimos seis años de estar juntos con Rb y -luego del connato de despido- llevo casi dos de estar trabajando casi exclusivamente desde su casa.

También llevo como diez años de hacer trabajo voluntario con el grupo con el que visitamos hospitales, asilos, orfanatos y lugares parecidos; aunque aquí también me tomé -hicieron que me tomara- una pausa de varios meses, tiempo en el que empecé a visitar con otro grupo que hace el mismo tipo de trabajo pero con una nariz de otro color.

Y los días continuan nomás...

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