lunes, 13 de febrero de 2023

Políglota, polyglot, polyglotte…

Según el diccionario de la RAE “Dicho de una persona: Que habla varias lenguas.”... aunque en el pasado escuché que deben ser al menos cuatro; y creo que es más por conveniencia, ya que dos idiomas: bilingüe; tres idiomas: trilingüe; y más de tres: políglota; pero me imagino que las definiciones se utilizan de acuerdo a la conveniencia.

Técnicamente creo que puedo considerarme políglota (o medio políglota?); llevo casi nueve años trabajando en inglés, que -creo- me califica como bilingüe; llevo más de dos años estudiando diariamente francés (no me he saltado ni un solo día desde la última semana de 2020 en Duolingo).

Y además, estoy por completar tres años de estudiar lengua de señas: español, inglés, francés, lengua de señas; por supuesto que en el inglés no tengo la fluidez de mi lengua materna y mi pronunciación es muchas veces atroz.

Y no he tenido nunca una conversación ‘real’ en francés -pero sí leo bastante- y en lengua de señas ahora que la maestra del último curso es completamente sorda he tenido que concentrarme más en la comprensión pues es la única forma en que se comunica.

Y Swahili: como un regalo -muy especial- de cumpleaños mi mejor amiga -que vive en el imperio del norte- me regaló unas lecciones para empezar a aprender Swahili; ese idioma que es común en varios países del Este de África (más de catorce países de acuerdo a Naciones Unidas).

El regalo me cae un poco a despropósito pues el trabajo ha estado bastante pesadito estas últimas semanas; siguiendo con la naturaleza cíclica del mismo: en un ciclo de tres o cuatro semanas empieza suave; se pone recio y luego vuelve a bajar; aún así el viernes pasado me levanté una hora más temprano para recibir la primera lección de Swahili.

La logística fue un poco complicada pues en principio me pareció que lo que cobra por cada lección (mi amiga me obsequió tres) es como la quinta parte de un salario mínimo mensual en nuestro país; de hecho intenté disuadir a mi amiga, proponiéndole que le regalara dinero en vez de pagar por las lecciones; pero ella es muy correcta.

El profesor es un doctor -me imagino que en lengua- de Tanzania que ha escrito algún libro en inglés para la enseñanza del Swahili y nos reunimo por medio de Zoom para aprender nociones básicas del idioma (saludos y artículos); al parecer el servicio de internet de esa parte de África es más precario que acá pues la reunión se interrumpió bastante rápido y tuvimos que continuar en Whatsapp.

Y he estado pensando en qué hacer pues me gusta aprender y me gustan los idiomas; pero creo que tengo un enfoque bastante utilitarista: el inglés lo hablo porque me permite trabajar -y mantener mis mejores amistades-; el francés lo estudio desde que hablamos con Rb de ir a Europa -pasar un día entero en el Louvre- y la lengua de señas porque me gustaría ser voluntario en alguna institución local.

No le encuentro -hasta ahora- utilización o atractivo al Swahili; de hecho aún estoy sopesando cómo proceder al completar las 199 unidades de Francés en Duolingo: podría continuar estudios más formales del idioma acá -en la Alianza Francesa, por ejemplo; o en alguna otra aplicación (de pago)-; la otra opción es saltar a otro idioma; el italiano se parece bastante al español; y el portugués; incluso he tomado un par de lecciones de alemán y de mandarín en Duolingo… a ver qué pasa después de medio año en la línea de los idiomas.

También; la semana pasada ocurrió una escena un poco bizarra acá: un anciano que vive a un par de calles vino a tocar el timbre pero como estábamos trabajando con Rb no pudimos salir a atenderlo; un par de días después fui a visitarlo a su casa pero no lo encontré; y es que aún busco cómo hacer un poco de labor altruista y unas semanas o meses antes le había comentado que podía llegar a su casa a jugar ajedrez; y cuando él me indicó que no sabía incluso me ofrecí a enseñarle; pero es algo que aún tengo pendiente.

Y con los peques -que ya no están peques-: este sábado espero almorzar con mi hijo menor; y aún estoy pensando si es conveniente que le pregunte si el pintarse las uñas de negro tiene algún significado; porque cometí el error de preguntarle a mi hija mayor sobre su opinión de esta forma de comportamiento y ella dedujo facilmente que se trataba de su hermano menor y me comentó que en plena pandemia le había dicho algo sobre transicionar.

Pero me cuesta bastante hablar con mi hija mayor pues tiene inclinaciones bastante melancólicas; nos reunimos el sábado pasado pues me había invitado a una presentación de baile oriental, organizada para ayudar a la reconstrucción de una parte de la vivienda de su mejor amigo; al parecer durante las celebraciones de año nuevo el primer nivel de la casa había ardido en llamas.

Pasé por mi hija a las cinco y media y nos dirigimos a un centro cultural de la zona central; tuve que dejar el automóvil en un parqueo público a un par de calles y estuvimos en el evento de danza un poco más de dos horas: eran las actividades de clausura de la academia de baile y aprovecharon para realizar la colecta.

Las danzas fueron bastante básicas: basadas en tradiciones árabes e hindúes; y al final aún realizaron una rifa de un mouse inalámbrico; a beneficio de la misma causa; también vendían pizza, pasteles y refrescos; aunque como habíamos acordado pasar a cenar luego nomás compré un pastelito (y adquirí un par de boletos de la rifa) para contribuir.

Después de salir del evento pasamos por el automóvil y nos dirigimos a cenar al mismo Mc Donald’s en donde sostuve la mayor parte de mis reuniones de reencuentro social el año pasado; la pregunta del significado de las uñas pintadas de negro se la hice en general pero ella dedujo bastante acertadamente que se trataba de su hermano menor.

Además conversamos un poco de todo y terminó -otra vez- llorando; aunque en esta ocasión se puso a llorar después de que le enuncié uno de los principios de Análisis Transaccional: ‘Es permitido no continuar realizando las acciones que decidimos a una edad muy temprana de acuerdo a los mandatos paternos’.

La pasé a dejar a su habitación un poco después de las diez de la noche y no he vuelto a saber de ella; le envié un par de mensajes por Whatsapp -incluso uno ahorita para comentarle del acceso al curso de lengua de señas- pero al parecer ha permanecido desconectada desde esa noche.

Al día siguiente, Domingo, me levanté antes de las seis de la mañana pues había acordado con uno de mis últimos amigos de mi anterior voluntariado que nos reuniéramos a las siete en un restaurante que está un poco alejado.

La reunión aún es parte de mi campaña de reconexión social post pandemia y con esta persona fue con la única que tuvimos un par de videollamadas durante la misma; además había ofrecido enseñarle a resolver el cubo de Rubik de 3x3 -había adquirido un par de estos por medio de Rb un par de semanas antes-.

El desayuno estuvo bien, este restaurante es parte de la misma cadena en donde desayuné el sábado anterior con mi doctora, y le enseñé el primer paso -de siete- para la solución por medio de capas; además quedamos en que me acompañará en mi próximo viaje al puerto para echarle un ojo a la construcción de la casa.

A las diez nos despedimos y retorné a mi casita; en donde estuve leyendo un poco y completando la lección diaria de Duolingo; por la tarde llevé a Rb a su iglesia pues acaba de retomar sus cursos de teología -creo que así serán sus tardes de Domingo todo este año- y luego estuve cocinando un par de recetas para aprovechar leftovers: un pan de coco y cerdo frito con ajo y pimienta.

El pan de coco se me fragmentó y perdí como un cuarto del mismo en el suelo -aún pude aprovechar una buena parte e incluso le regalé una pequeña porción a nuestra vecina- y el cerdo lo dejé demasiado tiempo en el fuego -por alguna razón creí que el aceite se reduciría-; en fin, debo mejorar mis habilidades culinarias.

Este miércoles tengo programada una reunión con mi primer ahijado profesional -Licenciado en Administración de Empresas-; el café estaba programado para el miércoles pasado pero justo después del almuerzo, mientras sacaba a su perra más vieja a orinar en el jardín, Rb sufrió un pequeño accidente.

Al parecer la rama de un cafetal le azotó el rostro y una pequeña astilla quedó insertada en la esclerótica del ojo izquierdo; entró llorando a la cas y me pidió que la revisara; se veía un puntito negro y al no poder limpiarlo con una servilleta la llevé a la clínica médica de costumbre.

Habían como tres o cuatro personas en la sala de espera por lo que nos fuimos a otra clínica más grande -y más cara- pero la doctora atendiendo le indicó que lo más conveniente era que fuera a la emergencia del hospital oftalmológico más grande de la ciudad -y del país; y (según el otro doctor de Rb) el mejor de latinoamérica-.

Nos dirigimos al hospital y tuve que dejarla a un costado pues el acceso es un poco confuso y repetir un recorrido bastante extenso para acceder con el automóvil; en el ínterin realicé un viraje que no es permitido y aún estoy a la espera si me multarán por esto pues me percaté -tarde- que en esa calle hay una cámara de la municipalidad.

Afortunadamente no había muchas personas en la emergencia del hospital y la residente -mejicana- utilizó unas pinzas especiales para extraer la astilla de madera del ojo de Rb; también le recetó un lubricante y un antibiótico; afortunadamente tampoco se notó mi ausencia del trabajo -estuve afuera entre dos y tres horas-.

Un poco después de salir del hospital le escribí a mi ahijado profesional para comentarle que debido a una emergencia debíamos postergar la reunión y me indicó que no había inconveniente; por la noche me percaté que tenía una llamada perdida en whatsapp de mi antigua directora.

Con mi antigua directora -estaba como tres o cuatro niveles arriba en el organigrama- trabajamos muy cercanamente; y también me salvó -junto con otra compañera local- cuando despidieron a varios cientos de ingenieros de la rama local por estar moviendo nuestras funciones al subcontinente asiático.

Nos hicimos un poco más cercanos cuando murió su perro y luego conversaron incluso con Rb cuando falleció acá uno de los de ella; mi antigua directora me informó personalmente cuando cambió de posición hace un par de años y nos hablábamos de vez en cuando en el chat de la empresa; pero la comunicación había decaído bastante por lo que me pareció raro que me llamara por whatsapp.

El viernes me habló por el chat de la empresa y tuvimos una video llamada -incluyendo su nuevo perro, Rb y los 3 perros de Rb-; al final me contó que había renunciado y se estaba moviendo a otra empresa en su área -vive en uno de los estados más grandes del imperio del norte-; al parecer sus funciones había decaído bastante pero creo que lo que más la afectó fue que la dejaran bajo la dirección de una supervisora local; en fin, otro contacto más que se va de la empresa.

En cuestión de lecturas; llevo a medias a flicker in the dark y estoy casi terminando Esperando el Diluvio; también voy casi a medias con How to not be wrong; además, terminé -por fín- Clean Code y estoy por empezar a leer The inmates are running the asylum; por último, estoy en las conclusiones de What do you say after you say hello; y también he visto ya un par de videos del canal de este capítulo de Análisis Transaccional en donde espero certificarme.

Y a ver cómo va eso…

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