lunes, 25 de noviembre de 2024

Veintiseis años... Twenty six years... Vingt six annees...

Hace un par de días mi hija mayor cumplió veintiseis años; para variar me confundí al comentarle el hecho cuando nos encontramos diciéndole que estaba cumpliendo veintiocho; hace veintiseis años estaba intentando formar mi familia, trabajando en el segundo -o tercer- lugar como ingeniero y a punto de graduarme de la universidad.

Aún no había hecho la tesis -la presenté cuando mi hija segunda estaba por nacer-; aún no había adquirido un automóvil; aún tenía muchos sueños e ilusiones: la principal era tener una familia normal; lo que no se pudo cumplir.

Ahora no tengo automóvil -aunque el de Rb está a mi nombre-; acabo de comprar un departamento para que lo ocupen dos de mis hijos; y me segunda hija acaba de graduarse en una universidad del Imperio del Norte -y al parecer, está estableciéndose permanentemente en ese lugar-.

Rara que es la vida...

El lunes me levanté a las siete y media; medité y entré a la reunión diaria del equipo; por alguna razón el micrófono del headset estaba en mute cuando me tocó que actualizar mi avance y no pude aportar nada a la reunión.

Me quedé en la cama dormitando hasta después de las diez; a esa hora me levanté a desayunar y a trabajar un poco en la tarea en la que he estado tratando de avanzar desde la semana pasada -está un poco complicada-.

Al mediodía preparamos un arroz con hígados de pollo y luego sacamos a caminar a los perros -el tiempo ha estado bastante gris e incluso ha habido algunas lloviznas debido a una depresión tropical en el atlántico-.

A media tarde lavé los trastes del almuerzo y preparé té de manzanilla para Rb y un café para mí; luego del horario laboral realizamos la rutina de ejercicios de los lunes y después estuve conversando un poco con mi hija mayor -en whatsapp-.

Al inicio de la noche estuve viendo el cuarto capítulo de Lionness y traté de ver una película de una variante de Ghost in the Shell pero realmente me dormí durante varias etapas de la misma; incluso Rb me comentó que había entrado varias veces en la habitación y no había querido despertarme.

No sé si es deficiencia de algún alimento; o tenga algo que ver con mi estado de ánimo pero me está empezando a preocupar el que me levante a media mañana y antes de la noche, si me acuesto, me quedo dormido.

El martes me levanté a las siete y media y, luego de meditar, entré a la reunión diaria; afortunadamente el micrófono funcionó bien y mi participación fue la esperada: una actualización de las tareas de los últimos días.

Luego de la reunión me quedé en cama leyendo; un poco antes de las nueve y media Rb me comentó que el mecánico había venido y salí a recibirlo; revisamos el daño del auto y le entregué las llaves del mismo: venía con su hijo adolescente y pusieron manos a la obra.

Un rato más tarde me habló el mecánico para que le transfiriera una suma de dinero pues debía comprar una rótula (preferí una nueva), e ir a ver una defensa delantera usada; un poco antes del mediodía fue por los repuestos.

Con Rb preparamos una tortilla española (nuestra versión: papas, chile pimiento, champiñones y pollo molido) y almorzamos junto con un consomé de pollo; el mecánico retornó por la tarde con la noticia que la defensa estaba en muy mal estado; que convenía más comprar una nueva.

Después del horario laboral (una hora más tarde, realmente) fuimos con Rb a los supermercados en dirección sur: debíamos comprar lechugas para las ensaladas del resto de la semana; le avisé al mecánico pues ya estaba por caer la noche.

Retornamos menos de una hora después pero ya estaba completamente oscuro (estos meses del año) y me comentó que algunas grapas para poner el guardapolvo nuevo no habían encajado por lo que tendría que retornar al día siguiente.

Como había sacado dinero del cajero en el supermercado le cancelé lo que aún le debía de los repuestos y la mano de obra (en total doscientos sesenta dólares); por la noche estuve viendo -otra vez- la tercera película de la serie de Ghost in the Shell que he estado siguiente últimamente (también el cuarto episodio de la serie de pastelería que estamos viendo con Rb).

Ese día empecé a leer el nuevo libro de francés; y la verdad me está costando bastante avanzar en el mismo: el lenguaje es un poco más formal y la historia no es tan lineal como la mayor parte de los libros que he leído en ese idioma.

También empecé a leer el siguiente libro en español: La muerte del comendador; aunque ya había sobrepasado el límite que me pongo para libros del mismo autor, me llamó la atención el título y no encontré algo más interesante en este idioma.

El miércoles la meditación matutina y la reunión diaria ocurrieron sin ninguna novedad; me quedé nuevamente en cama -ahora haciendo las lecciones Duolingo de la mañana- y, casi a la misma hora que el día anterior, Rb me avisó cuando el mecánico tocó el timbre.

Salí a entregarle las llaves y me comentó que había tenido que comprar diez grapas para instalar el guardapolvos derecho; le indiqué que haríamos cuentas cuando terminara; y menos de una hora después volvieron a tocar el timbre.

Ahora querían agua para probar los chorros del limpiaparabrisas: el depósito también se dañó por lo que tuvo que ser reemplazado; un rato después me indicaron que el automóvil estaba listo y le pagué al mecánico la cantidad restante (diez dólares).

Al mediodía volvimos a almorzar otro sexto de la tortilla española preparada el día anterior; aunque en esta ocasión ya no había caldo, sino que preparé una de las típicas ensaladas con las que solemos acompañar nuestros almuerzos.

Por la tarde lavé los trastes del almuerzo y luego preparé té de manzanilla para Rb y un café con leche para mi mismo; que acompañé -lo he estado haciendo las últimas semanas- con una galleta waffle y una galleta sandwich de chocolate.

Para terminar la jornada -después del horario laboral- realizamos la rutina de ejercicios de los miércoles; por la noche estuve viendo la tercera de la serie de cuatro películas de Ghost in the Shell que he estado tratando de concluir; igual me pasé una buena parte del tiempo dormitando; luego leí un poco de La valeur de l’inconnu.

El jueves me levanté a meditar a las siete y media y luego retorné a la cama; era el segundo jueves del mes que estoy obligado a tomar vacaciones por lo que no tuve que jalar la computadora a la cama; pero, por alguna razón me levanté bastante desanimado: creo que estuve soñando algo y me levanté pensando en que mientras otras personas han logrado mucho con su vida (viajes, posesiones y así) yo no he hecho nada.

Traté de aplicar ACT (defusión y así) y me quedé en cama aplicando un poco de mindfulness; pero no fue tanto tiempo porque habíamos acordado con Rb de salir a las nueve y cuarto en su visita semanal al mercado del centro histórico.

Me levanté un poco después de las ocho y desayuné; luego salimos a tomar el busito que nos lleva hasta la estación del Transmetro en la ciudad; el tráfico estaba bastante pesado y el avance en el boulevard fue bastante lento.

Pero el transmetro estaba bastante vacío; antes de entrar al mercado pasamos a la tienda en donde compré la corbata dorada dos semanas atrás: Rb quería comprar un conjunto de bebé para su perra más anciana; no encontró lo que buscaba pero yo compré una taza; que esperaba llevar al departamento de mis hijos en mi siguiente visita.

Luego pasamos al mercado; Rb se aprovisionó de frutas para toda la semana y luego retornamos en Transmetro -la estación estaba super llena, posiblemente a causa de una manifestación de maestros- al comercial desde donde salen los busitos.

En ese lugar entramos al supermercado y yo compré una magdalena: este sábado invité a desayunar el voluntario que hace un par de años puso fin a nuestro aislamiento social (y que deprimió bastante a Rb por la historia de sus dolencias).

Cuando salimos a abordar el busito estaba completamente vacío por lo que creí que tendríamos que esperar quince minutos; pero no, casi al mismo tiempo otras personas abordaron la unidad y al parecer ya era su hora de salida pues arrancó casi al momento.

Venimos a casa justo al mediodía; yo me puse a trabajar en la encuesta que quería enviar a los participantes en el evento de ciberseguridad que facilité durante tres meses; e inicié la redacción del informe final del mismo.

Por la tarde continué avanzando en La valeur de l’inconnu y luego del café vespertino (y té para Rb) acordamos salir antes de las cuatro hacia otra tienda de ropa usada que queda a cuatro o cinco kilómetros; Rb encontró una pieza de ropa para su perra y aprovechó para comprar un par de tenis.

En la caminata de regreso pasamos a la tienda verde de descuentos y yo compré otra bolsa de frijoles (no estaba seguro si ya tenía una para el desayuno del sábado; de hecho sí tenía) y Rb quería aprovisionarse de bolsas herméticas que utilizamos para conservar productos en el freezer.

Luego retornamos a casa sin ninguna novedad; en el camino nomás pasé a comprar un poco de pan dulce para mis desayunos de viernes, sábado y domingo; por la noche estuve viendo la misma película de Ghost in the Shell y avanzando un poco en el libro Determined -me está costando avanzar en el mismo-.

El viernes me levanté a meditar a las siete y media; la verdad me levanté de mejor ánimo que el día anterior; luego le comentaría a Rb que me había ayudado mucho su soporte normal; la reunión de la mañana estuvo igual a varias ocurridas últimamente: no se realiza un reporte individual de los avances sino que el programador más antiguo y el project manager revisan únicamente el avance en los temas prioritarios; además recordaron que este día era el último en el uso de la herramienta de horarios en curso: a partir del lunes deberemos empezar a utilizar otra.

Después de la reunión me quedé un rato en cama: terminando el reto semanal de Duolingo; luego me levanté a preparar mi desayuno de los fines de semana para acompañar a Rb en el comedor; el resto de la mañana estuvo bastante tranquilo; Rb salió a media mañana a comprar culantro para preparar el pescado y aprovechó para comprar ocho papas de gran tamaño para los almuerzos de la otra semana: tenemos en el freezer cuatro porciones de asado desde hace un par de meses.

Al mediodía preparamos pescado frito y lo acompañamos con ensalada; después sacamos a caminar a sus perros; como tenía reunión a las tres de la tarde (la última o penúltima del evento de ciberseguridad) lavé los trastes y preparé un té chai con leche para mí y el té de manzanilla para Rb.

La reunión de las tres estuvo bastante tranquila: nomás debíamos revisar un par de pendientes; utilizamos más el tiempo para hablar de libros (el libro de Murakami que estoy leyendo me tiene completamente emocionado) y en afinar un poco el plan para la finalización del evento: la entrega de certificados el primer jueves de diciembre.

Después del horario laboral (a las cuatro y media) realizamos la rutina de ejercicios de los viernes; creo que debo cambiar algunas cosas: me he estado quedando sin aliento justo antes de empezar la parte final de estiramiento; y me está doliendo la rótula izquierda (creo que debido al choque del domingo).

Por la noche, después del baño post ejercicios y de realizar las lecciones nocturnas de Duolingo, estuve viendo otra película de Ghost in the shell (esta de Netflix, y no estoy seguro si ya la ví antes) pero no le puse mucha atención; nuevamente me venció el sueño en varias ocasiones.

El sábado me levanté a las seis y media (una hora antes de lo habitual): el amigo con el que me junté hace un par de meses en el comercial cerca del departamento de mis hijos venía a las ocho y media de la mañana.

Me levanté a meditar, luego hice las lecciones matutinas de Duolingo y después me metí a la cocina a preparar el desayuno; lo que me entretuvo un poco menos de una hora; a las ocho y veinticinco tenía a fuego bajo los frijoles y los plátano; y a fuego medio el agua para el café (mi amigo había comentado que traería café instantáneo).

A las ocho y media sonó el timbre y salí a recibir a mi amigo; Rb nos acompañó en el comedor -él fue un voluntario de apoyo cuando ella ingresó al voluntariado- durante las siguientes dos horas; entre desayuno y conversación.

Como está trabajando en artesanías basadas en resina le pidió a Rb granos de café para confeccionarle un par de posa vasos -también es arquitecto-; a las diez y media se despidió y salimos a acompañarlo al parqueo.

Luego fuimos a los supermercados en dirección sur: necesitábamos comprar bananos y lechugas; cuando retornamos del mercado me puse a hacer una rutina de bicicleta estática para principiantes (veintitrés minutos).

Después saqué a caminar a la perra más voluminosa y después me metí a la regadera; ya eran las doce y veinte cuando estaba vestido y listo para dirigirme al apartamento de mis hijos; consideré que llegaría tarde y le envié un mensaje a mi hija mayor previniendola.

Pero -sorprendemente- el tránsito estaba bastante ligero: no paré en ninguna parte de la ruta -excepto en los semáforos qu eencontré en rojo- y a la una menos cinco estaba sentándome en el espacio entre las habitaciones de mis hijos.

Un poco más tarde mi hija salió de su dormitorio y nos dirigimos al parque temático más grande de la ciudad; le comenté que -debido al desayuno con mi amigo- no había podido preparar nada y que almorzaríamos pizza; estuvo de acuerdo.

Llegamos al lugar -ochocientos metros de distancia- un poco más tarde y nos dirigimos al restaurante que vende las pizzas; compré lo tradicional: una grande de jamón y un litro y medio de gaseosa; almorzamos en las mesas del área de comida y luego estuvimos armando tres cubos de rubik que cargaba y dejamos a media una partida de scrabble en inglés.

Habíamos visto al entrar que la obra de teatro había sido actualizada con la temática navideña y acordamos acudir a la presentación de las cuatro de la tarde; quince minutos antes de la hora nos dirigimos al lugar y pasamos la siguiente media hora viendo el musical de las mascotas de la institución bailando con un grupo de comparsas.

Luego retornamos al departamento; en el camino pasamos a un comercial a ver si había opción de imprimir los diplomas que debo entregar el cinco del próximo mes; el lugar estaba cerrado; cuando entramos al departamento le pedí a mi hija que le preguntara a su hermano si quería compartir un té y un poco de pan de banano -mi amigo trajo uno por la mañana y consumimos menos de la mitad por lo que me llevé el resto por la tarde-.

Mi hijo salió de su habitación y estuvimos un rato los tres entre té, pan de banano y conversación; un poco antes de las seis nos despedimos y -después de darle los cien dólares de regalo de cumpleaños a mi hija mayor- retorné a casita.

Por la noche estuve avanzando trabajosamente en el libro de Sapolsky; incluso luego de la meditación nocturna continué leyendo el capítulo en curso; aún así -creo que ya fueron más de dos días en el ciclo- me quedaron más de quince páginas pendientes -estoy leyendo ochenta en cada ocasión-.

El domingo me levanté a las siete y media de la mañana; realicé la meditación matutina y luego retorné a la cama; el tiempo está bastante frío -al parecer hay un frente de baja temperatura- por lo que no me sentí con ánimos de hacer Duolingo -o de salir a preparar el desayuno-.

Me quedé en cama dormitando hasta las ocho y veinte; a esa hora me levanté a preparar el desayuno y después me puse a hacer un poco de Duolingo; Rb me había pedido el día anterior que fuéramos después de su desayuno a un supermercado en dirección norte.

A las nueve y cuarto me recordó la salida y me pidió que fuéramos en automóvil; sorprendentemente -era la hora en la que la gente usualmente va a la iglesia- la ruta estaba bastante vacía por lo que no tardamos mucho en llegar al supermercado -aunque en el camino pasamos a una gasolinera pues quería calibrar las llantas del auto (especialmente la que sufrió el golpe el domingo pasado)-.

En el supermercado Rb compró un recipiente con harina de coco y luego retornamos a casa; felizmente sin ninguna novedad; como habíamos acordado trabajar en el patio delantero entre diez y once de la mañana -faltaba limpiar de malezas la mitad- me cambié de ropa y nos pusimos a trabajar en el mismo.

Al mediodía preparé un par de ensaladas; calentamos el caldo que sobró del almuerzo del día anterior y Rb preparó las alitas de pollo dominicales; almorzamos y luego sacamos a caminar a los perros; a las tres de la tarde me dirigí a mi visita mensual a la casa del voluntario que vive en la misma colonia que viví casi una década.

Antes de llegar a su casa pasé al café internet que está a la entrada de la universidad: había planeado imprimir una muestra de los diplomas que espero entregar en la reunión de equipo del próximo mes; pero el negocio estaba cerrado (aunque había una persona en el interior).

Llegué a las tres y media a la casa de mi amigo -llevaba la mitad de la magdalena que había comprado el jueves- y nos pasamos el siguiente par de horas entre conversación y café con magdalena; y la última media hora repasando el primer paso de la resolución del cubo de Rubik.

Como a las cinco y media Rb me llamó pues se preocupó de ver que la perra más voluminosa estaba rascando la puerta de mi habitación -como que le ha gustado subirse últimamente a la cama en la que duermo-; y un poco más tarde me despedí de mi amigo y retorné a mi casita.

Y a ver cómo sigue eso.


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