Y se acabó… el evento futbolístico más importante -o famoso- del planeta que une -y separa- a familiares y amigos cada cuatro años; en esta ocasión también estuvo en boca de todos por el país anfitrión -con los peores resultados hasta ahora- y la situación de esa parte del mundo.
Unos meses antes del mundial había pronosticado -o deseado, más bien, dado mi limitado conocimiento del futbol y las selecciones- que a la final llegarían Francia y Alemania; Alemania fue eliminada en la primera ronda y al final llegaron Francia y Argentina, ganando en las últimas instancias -penales- la segunda.
Lo que sí había asegurado correctamente (cuando ya se sabía quienes estarían en la final) es que en esta ocasión una selección alcanzaría su tercera copa del mundo: tanto Francia como Argentina (al igual que Uruguay) habían logrado -hasta este día- ganar dos veces el Mundial, completando el grupo de campeones Brasil (5), Italia y Alemania (4) y España e Inglaterra (1).
Pero hasta aquí llegó la fiebre general por el futbol internacional; un poco después que iniciara el mundial instalé en mi celular una app que me permitió ver la mayor parte de los partidos de la primera vuelta sin muchas complicaciones; a partir de los octavos, sin embargo, ya no funcionó tan bien; me imagino que cuestión de seguridad y derechos y esas cosas.
Afortunadamente no soy tan tan fanático; de hecho muchos partidos no terminaba de verlos prefiriendo nomás ver el resumen; me interesaba en esta ocasión el evento por el análisis estadístico y de las posibles combinaciones dependiendo de los resultados que se iban alcanzando… estuvo interesante.
Lo que sí noté, y creo que me servirá en el resto del tiempo que siga en este ciclo vital es que aún no tengo una relación con la confianza suficiente para decirle: reunámonos el día de la final con una pizza; de hecho intenté hacerlo -con mi único amigo de la facultad y con uno de los dos últimos contactos de mi antiguo voluntariado- pero al final este día me quedé en mi casa nomás.
Y este resultado hace que mi interés en el Análisis Transaccional continúe: además de continuar leyendo sobre el tema durante el próximo año me he hecho la resolución de empezar a asistir a terapia grupal; que es la que recomienda el autor de Scripts we live.
Y para empezar a explorar el tema la semana pasada le escribí a una de mis contactos de mi antiguo grupo de voluntarios; una psicóloga local que fue a especializarse a Argentina hace algunos años; luego me dí cuenta que ella se dedica a la Terapia Gestalt y no, por el momento me interesa el Análisis Transaccional.
Hace un par de días contacté a otro de mis ex compañeros voluntarios -abundaban los psicólogos- a quien no le había escrito por más de un año: no sé si ya se graduó pero me explicó sobre las especializaciones que pueden elegir en la universidad nacional: clínicos, educativos, sociales e industriales; él eligió el área social.
Además de conversar un poco sobre los campos disponibles localmente de su carrera conversamos un poco sobre su familia -su hermana, también voluntaria y auditora, acudió hace unos 10 años al banco en el cual estaba trabajando y nos mantuvimos un tiempo en contacto- y quedó de buscar referencias para una terapia de grupo centrada en Análisis Transaccional.
Y es que a pesar de mis esfuerzos -serán muy limitados?- durante este año las relaciones sociales continúan siendo un gran misterio para mí; no sé si invitar a desayunar de vez en cuando a diferentes contactos es suficiente para establecer relaciones significativas; o al menos con la significancia como para compartir una final del mundial.
El sábado pasado me reuní con otro de mis conocidos de mi antiguo grupo de voluntarios; nos reunimos en un restaurante de un gran centro comercial del otro extremo de la ciudad -una ubicación más o menos equidistante de la casa de ambos- y estuvimos un par de horas poniéndonos al día de la vida de cada uno.
Él y su esposa se trasladaron a un lugar más cercano al trabajo de la segunda y han estado durante las últimas semanas -además de superando el COVID- trasladando todas sus pertenencias a la nueva ubicación.
Este conocido tiene un poco más de un año de trabajar en el área de call center de la misma empresa en la que yo llevo más de ocho años aunque cuando nos conocimos se dedicaba nomás a representar una estatua humana en el centro histórico de la ciudad; como el sector al que se trasladó está en vías de crecimiento aproveché para pedirle referencias de proyectos de inversión en esa área.
Luego, el domingo, realizamos la visita que hacemos con Rb cada par de meses: la compra masiva de comestibles para humanos y perros; el centro comercial -con membrecía- es bastante grande y usualmente aprovecho para invitarme a un frappuccino y un pastel de tres leches.
Ayer fue de los sábados en que me toca levantarme super temprano (a las 5:00 de la madrugada) para conducir a Rb a la veterinaria que se ubica en el otro extremo de la ciudad; en esta ocasión el viaje era un poco más complicado pues la fecha coincidía con la cita de sus dos perros más antiguos.
Afortunadamente no hubo mucho tráfico y durante la hora que nos tocó esperar a que empezara la consulta aproveché para jugar un par de partidas de ajedrez y terminar dos libros de la actual iteración: Notes on an Execution y Entangled Life.
El primero de ellos fue un poco complicado de leer por la persona utilizada en la narración y el tema tratado; es un poco impactante pues pasa por una ejecución y las implicaciones directas e indirectas que esta ocasiona; a pesar de ser ficción -o quizá a causa de- el libro me dejó pensativo sobre las causas y efectos.
Entangled Life, por otra parte, aporta muchos datos interesantes sobre el reino fungi; como las causas del alto valor de las trufas, o este tipo de plantas que no contienen clorofila o realizan la fotosíntesis sino únicamente se alimentan a través de la red de hongos que interconectan una gran cantidad de plantas de cualquier bosque.
También habla sobre los alucinógenos que han sido consumidos en nuestra región desde hace muchos siglos y que los hippies y la contracultura volvió tan populares durante los sesentas y setentas: el LSD, la psilocibina y la psilocina; un mundo interesante pero en el que no creo que quiera sumergirme.
Aún tengo a medias The Pragmatic Programmer y Scripts people live y estoy leyendo un par de capítulos del primero y uno del segundo en cada ronda de lectura; ahora debo decidirme qué leeré en Ficción y Ensayos/No Ficción; en el primer caso creo que será The Absolutely True Diary of a Part-Time Indian y en el segundo, The Antisocial Network.
Y es que durante las últimas semanas he estado bajando bastantes libros de ambos géneros: el miércoles de la semana pasada nos reunimos a cenar con mi hijo menor, aprovechando que estaba en una semana de vacaciones y me pidió que le consiguiera un par de libros de Young Fiction: Andromeda Klein y King Dork.
Además estuve revisando listas de libros de Critical Thinking y también bajé un par de libros de Albert-Laszlo Barabási; finalmente, en un grupo de whatsapp de lectores -en el que trato de no participar- mencionaron Tocar a Diana y, pues, hace mucho que no leo en español y creo que sería bueno variar un poco en el tema de ficción.
Lo que si tengo que hacer antes de que termine el año es clasificar todos los libros que he estado bajando últimamente -creo que son alrededor de veinte- y definir el orden en el cual espero irlos leyendo; respetando siempre mi resolución: uno de ficción, uno de no ficción/ensayos, uno de tecnología y uno de Análisis Transaccional.
Aunque también deberé de trabajar en la forma en la que los leo pues aunque al inicio me quedaba bien leer 4, 3, 2 y 1 capítulo de cada uno; en esta iteración el libro sobre hongos tenía únicamente ocho capítulos, pero de una extensión bastante grande, por lo cual lo terminé el mismo día que Notes on an execution.
Creo que deberé revisar la extensión de cada libro de mi lista, y del contenido de las páginas para realizar una dosificación un poco más balanceada de forma de ir avanzando en cada área a un ritmo agradable: bastante ficción un poco menos no ficción/ensayos, además de ir leyendo con más calma sobre tecnología y análisis transaccional.
El mismo día que almorcé con mi hijo menor también me comuniqué con mi hija mayor; o más bien ella me escribió en Whatsapp comentándome que aunque era su día de pago había complicaciones para recibirlo y le tocaba ya pagar la renta; por lo que su cuenta corriente aumentó en otros cien dólares ese día.
Pero, por la noche del mismo día me escribió nuevamente para contarme que al final si le habían depositado y estaba abonando ciento cincuenta dólares a su saldo -los cuales fueron liberados un par de días más tarde por su banco-; con lo que, por el momento al menos, se ha estado comportando un poco más responsable financieramente; mi hijo menor también empezó ya a abonar al préstamo para la computadora portátil.
Por lo pronto mi hijo tiene un plan de pagos que finalizaría el último mes del otro año y mi hija mayor uno un poco más prudente con el cual dejaría su saldo a cero a mediados de año; de quien sí no he sabido nada es de mi hija segunda; se suponía que regresaba al imperio del norte el quinto día de este mes -o al menos era lo que decía su boleto-.
Y es que por una u otra razón -además de la distancia física- la comunicación con ella ha sido mucho más limitada que con sus hermanos: como no tiene un celular -o al menos no lo ha compartido conmigo- nuestra única forma de contacto es por medio del messenger de Facebook.
El veinte de agosto -un día antes de su viaje a Tokio- le escribí augurándole un buen viaje y retorno y me respondió una hora más tarde -usualmente sus respuestas se han tardado varios días- y luego volví a escribirle un día después de la fecha programada de retorno: Se acerca el fin de esta etapa (en seis meses, ¿no?) ¿qué planes tienes?.
El mensaje ha sido entregado pero según Facebook aún no ha sido visto; de acuerdo al messenger el último mensaje visto fue el veinte de agosto; al parecer por alguna razón ha estado fuera de la red social desde esa fecha; y bueno, el Jueves pasado contacté a mi compañero que vive en el Imperio del Norte y por medio del cual le he transferido sus regalos de cumpleaños y Navidad.
En cuanto mi compañero me confirme que ha realizado la transferencia -yo ya transferí los cien dólares a su cuenta- volveré a escribir a mi hija segunda y de no recibir una respuesta en una semana o así deberé examinar alguna forma de contactarla; quizá a través de alguna oficina de su college; a mi hija mayor y a mi hijo menor espero darles sus respectivos regalos en persona este sábado.
Y a ver cómo va eso…
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