miércoles, 8 de marzo de 2023

Epígrafe… epigraph… épigraphe...

La semana pasada, debido a una conversación con RB, desempolvé mi tesis para consultar el epígrafe incluido en sus primeras páginas -lo chistoso(?) es la fuente del mismo: un libro sobre los diferentes signos zodiacales que la mejor amiga de la mamá de mis hijos nos había prestado-: 

-Entonces no importa hacia qué lado marches -dijo el Gato.

-Siempre que llegue a alguna parte -agregó Alicia como aclaración.

-Oh, seguro que llegarás -la tranquilizó el Gato-, con que marches el tiempo suficiente.

La cita -de Alicia en el País de las Maravillas, de Lewis Carrol-; que ni se llamaba Lewis y a quien le gustaban las mujeres muy jóvenes tiene tantas interpretaciones o acepciones como la mayoría de pasajes tomados de libros famosos.

En mi época -recuerdo- la interpreté como una indicación de que si continuaba esforzándome, tarde o temprano alcanzaría las metas que me proponía; luego leí, o ví en un video, la explicación de que ‘quién no sabe a dónde vá, cualquier camino le viene bien’... en fin.

El jueves pasado marqué la salida de mi turno un poco después de las cinco y me dirigí al centro comercial donde había acordado reunirme con el único primo del lado de mi papá con quien he mantenido comunicación en la última década -aunque la última vez que lo ví fue hace como cinco años-.

No recuerdo muy bien cómo empezamos a comunicarnos pues tiene la edad de mi hija mayor -su papá es el hermano más joven de mi papá e inició su familia muy muy grande-; nos hemos comunicado por Fb y whatsapp y a veces lo encontrábamos con mis hijos en la biblioteca de la universidad.

Ahora trabaja en un call center -en el que creo que mi hijo mayor trabajó hace un par de años- y habíamos acordado tomarnos un café luego del final de su turno de trabajo este último jueves; el tráfico es terrible a esa hora y el trayecto de 10 minutos se convirtió en 30; nos reunimos frente a su trabajo y nos dirigimos al Dunkin Donuts de un mall vecino.

Estuvimos -con cappuccinos y donas- poniéndonos al día sobre nuestra familia durante una hora o así; mi primo está por concluir su formación universitaria -creo que será contador público- y tiene casi un año de trabajar en este call center -al que entró, entiendo, sin entrenamiento previo en inglés-; también comentamos los intentos -por segunda ocasión- de otro primo en alcanzar la alcaldía del municipio en el cual viven.

Había planeado conducirlo a otro centro comercial en donde usualmente toma el autobús para regresar a su casa -el último pasa a las ocho de la noche- pero por cuestiones de tránsito tuve que conducir casi una hora para dejarlo en otro, más cerca del límite de la ciudad; creo que es el período más largo que he conducido acá en la última década; o al menos con este automóvil.

El sábado pasado me reuní con mi único amigo de la facultad; en el Mc Donald’s de costumbre; el desayuno estuvo tranquilo y al final del mismo mi amigo, quien se formó como optometrista en un instituto técnico local, me regaló unos anteojos con filtro de luz azul; de hecho llevaba una lamparita para demostrar la forma en la que estos cristales bloquean la luz de las pantallas.

Lastimosamente la graduación de los anteojos es un poco más pequeña de la que actualmente necesito y pues, no me han servido de mucho; igual, creo que fue un buen gesto de su parte; en la clase de lengua de señas nos tocó presentar la tarea.

La tarea había sido asignada en grupo pero los ejercicios eran individuales; de hecho ni siquiera nos reunimos con mis dos compañeras para la práctica; y es que realmente el lenguaje es más deductivo que formal.

Por la tarde fuimos con Rb a un bowling; en la época que salía con mis hijos los fines de semana acudimos alguna vez a jugar boliche; pero ya había pasado mucho tiempo sin entrar en una pista; fue una hora de ejercicio intenso del cual mis piernas y brazo se quejaron al día siguiente; de todos modos, estuvo divertido.

El domingo pasado había planeado reunirme con mi amigo poeta a quien no veía desde hacía casi diez años; durante mi segundo empleo en un banco local habíamos trabajado por la misma zona y en varias ocasiones habíamos almorzado en un comedor cercano al edificio a donde acudía diariamente a laborar.

Luego lo encontré en un par de eventos que organizó el grupo cívico del cual formaba parte con su pareja: un foro con los candidatos a la alcaldía metropolitana y un evento para el análisis de la problemática del transporte local; también acudí -junto con mi hijo menor- a una caminata-manifestación en la que él había tenido una participación activa.

Había considerado contactarlo desde el inicio de mi campaña personal de apertura social pero no fue hasta principios de año, luego de ver una publicación en redes sociales, que logré concertar la reunión del domingo.

Nos reunimos en un Mc Donald’s de la calzada más transitada de la ciudad y estuvimos desayunando y conversando, con mi amigo y su pareja, sobre las diversas formas en las que la pandemia afectó a la población en general; y sobre las elecciones que se vienen este año -su movimiento cívico feneció-.

Después del desayuno -tardísimo, por cierto: empezó a las 9:30- retorné a mi casita a almorzar y por la tarde conduje a Rb a su iglesia, en donde sigue avanzando en sus estudios teológicos formales; luego me pasé el resto del día navegando por el ciberespacio.

El lunes preparé un pastel de tres leches sustituyendo la mitad de la harina en la receta por polvo de amaranto; y es que a partir del último diagnóstico de Rb -alergia a muchas comidas- ha estado experimentando con varios productos no muy conocidos (amaranto, cúrcuma, linaza, y así) y estoy tratando que no se desperdicie lo que ya no usa.

El pastel no quedó muy bueno: como que el amaranto no es un buen sustituto de la harina de trigo; igual me comí un gran trozo ayer al mediodía y uno un poco más pequeño hoy; además le regalé una buena parte a nuestra vecina, aunque me temo que el resto nomás lo desecharé.

El lunes también me contactó, otra vez, el amigo a quien ayudé financieramente un par de semanas antes: en esta ocasión me comentó que estaba teniendo dificultades por el lugar que alquila y le presté setenta y cinco dólares… de esos préstamos que anoto en mi contabilidad personal como regalo.

Y ayer me llamó mi hija mayor: al parecer las cosas no van muy bien en su trabajo -o más bien, la empresa está teniendo dificultades- y me pidió prestados 100 dólares para cubrir la renta de su habitación; esto no lo anoto como regalo sino que tengo un rubro para cada uno de mis hijos; además, tenemos una hoja electrónica en donde podemos ver el estado de la línea de crédito que les brindo.

Hac un par de días terminé de leer How not to be wrong; en general el libro me pareció bueno, muchos lugares comunes pero en general entretenido; ahora leeré en esa línea Conquer Logical Fallacies; además estoy avanzando en el libro de Sam Kean -muy buena narrativa- y en The Inmates are running the asylum.

Estoy por terminar A flickr in the dark pero me está costando avanzar con TA Today; y es que, aunque no estoy haciendo religiosamente todos los ejercicios presentados en el libro, he tratado de meditar en los diferentes conceptos presentados por TA y cómo puedo aplicarlos a mi experiencia personal.

Este sábado planeo desayunar con mi amigo oriental que sufre de autismo -o asperger- y que es miembro de un grupo catalogado por muchos como coercitivo y el domingo quizá vea a otro tío a quien no he visto en más de dos décadas -salvo por una video llamada hace un par de años-.

Y a ver cómo va eso…


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