lunes, 4 de septiembre de 2023

La media centuria y los primos…The half century and the cousins... Le demi-siècle et les cousins...

Mi segunda prima favorita cumplió cincuenta años el sábado anterior; como yo hace seis meses y como su hermana mayor el año pasado; y continuando con mi campaña de alejar a la soledad -o mejorar mi acercamiento social más bien- había agendado un desayuno desde hace un par de meses.

Y me imaginé que la ocasión sería un poco complicada: hace diez meses enviudó luego de treinta años de convivencia con su esposo -se casó a los 18 años esperando ya a su primogénito-; y también esperaba la reacción de celos de su hermana mayor: la he estado visitando regularmente desde el año pasado pero en su cumpleaños nomás le envié una pizza a su domicilio.

Y es que la situación de ambas es rara: mi prima mayor trabaja desde su casa -aunque justo el día de su cumpleaños la hicieron llegar a su oficina- y se hace cargo de su hijo menor: quien desde los nueve años -creo que ahora tiene 22- ha ido desarrollándose en dirección inversa -no puede caminar y apenas habla-.

En el caso de mi segunda prima; además de haber enviudado hace menos de un año ha mantenido a sus hijos a su lado desde que nacieron: el más grande tiene treinta años y trabaja por temporadas y el segundo tiene veintisiete y convive con su novia en la misma casa; mientras ella trabaja él lo ha hecho por temporadas muy cortas… algo raro todo.

Y también se me iba a complicar porque este mes me brindaron tres sábados el espacio en la biblioteca municipal a donde he acudido a practicar la dialéctica los últimos meses; entonces, había planeado salir de mi casa a las nueve y media, pasar por mi prima a las diez, desayunar y retornarla a su casa a las once y media, y finalmente dirigirme a mi siguiente reunión.

Aunado a esto está la situación política local: el presidente electo -y de cuyo partido fui fiscal en las últimas elecciones- continúa siendo perseguido políticamente y durante la semana -finalmente- convocó a la población en general a manifestar en la plaza central de la ciudad -a cuatro o cinco calles de donde se encuentra la biblioteca-.

El partido político del presidente electo -cancelado la semana pasada en una maniobra por demás rara- surgió como fruto de las manifestaciones populares que desembocaron en la renuncia -y encarcelamiento- del binomio en el poder hace ocho años.

La manifestación del sábado buscaría retomar ese sentimiento de cambio que se vió truncado hace ocho años con la elección de un payaso -virtual y literal- para la presidencia y la consiguiente expulsión de los operadores de justicia que buscaban bajar un poco la corrupción galopante: nuestro país es considerado campeón mundial en este aspecto -superado apenas por algunas naciones africanas-.

Rb participó activamente en las manifestaciones de hace ocho años -yo la acompañé en alguna ocasión pero no es una actividad que me atraiga realmente- y estaba planeando también participar en la de hoy; pero el sábado amaneció con molestias abdominales por lo que al dejarla por la mañana aún no había decidido su proceder…

El martes y miércoles de la semana pasada la carga laboral continuó tan baja como había estado el último mes: casi inexistente; en todo caso aproveché para avanzar un poco en la lectura, practicar Duolingo y mejorar mi comprensión del cubo de Rubik 4x4x4; y el miércoles mi manager convocó a una reunión a los tres analistas que acudimos a la bienvenida del otro equipo la semana pasada.

La reunión estuvo un poco extraña; básicamente nos contó lo que ya sabíamos: que aún faltaba definirse definitivamente cuál sería nuestra siguiente posición y que debíamos esperar a que nos convocaran a una entrevista con el director del área para determinar la mejor forma de proceder.

Pero, también nos comentó que los otros dos compañeros ya estaban trabajando en su nueva posición -aunque la naturaleza de trabajo cambió de automatización a manual- y que nuestro caso era diferente por haber indicado en la última encuesta un perfil más adecuado.

Y me inquietó la última parte de la reunión -fueron como veinte minutos en total-: nos propuso a los tres integrarnos a uno de sus otros equipos realizando también estas labores de índole manual; al parecer, de continuar por donde vamos dejaremos de estar bajo su administración.

Ninguno de los tres respondimos a su propuesta y el silencio se interpretó como lo que era: una negativa a retornar a las tareas que realizaba antes; aunque yo le escribí luego de la reunión para repetirle -como lo hice cuando trabajaba más cercanamente- que estoy dispuesto a seguir laborando en donde pueda colaborar.

Pero ya no pasó nada más digno de mención; hasta el día siguiente: el jueves recibí una invitación a una reunión con el director de la nueva área; según ví en la convocatoria en la misma participarán mi actual manager, el director -procedente del sudeste asiático-, el manager el área de desarrollo y el manager del área al cual pasaría a trabajar.

La reunión está programada para el martes por la tarde y me ha provocado sentimientos ambivalentes: por una parte creo que por fín se definirá cuáles serán las nuevas tareas que estaré realizando, por otra parte, me parece extraño que se realice una entrevista antes de los cambios definitivos.

A la reunión vespertina del sábado llegaron tres asistentes regulares, un nuevo invitado: al parecer es un refugiado de nuestro pequeño vecino del sur, quien dice ser ingeniero civil pero estar asilado en nuestro país debido a la violencia existente en el suyo; también llegó una chica quien se integró al grupo luego de entrar a observar las pinturas que adornan la sala en la que nos reunimos.

Y mis hijos; en total fuimos ocho personas en el grupo y aunque el tema era la ocurrencia de cosas malas a las personas buenas -como trasfondo teníamos el mito de Edipo Rey- al final terminamos conversando sobre la situación política actual.

Mis hijos -creo que ya lo tomaron como costumbre- llegaron un poco antes de que se cumplieran las dos horas que tarda la reunión y luego me ayudaron a limpiar el espacio y a empacar la cafetera y los insumos sobrantes.

Luego los invité -también se está haciendo costumbre- a almorzar en el Subway cerca del áre en la cual habitan; saliendo del parqueo en donde dejo el auto en el centro histórico empezó a llover bastante fuerte por lo que la llegada al restaurante tardó más de lo normal pues las vías estaban bastante inundadas.

El almuerzo estuvo tranquilo y estuvimos en el lugar un poco más de una hora entre comida y conversación; después pasé a dejar a cada uno a su lugar de habitación y me dirigí a la casa de mi prima cumpleañera.

En el lugar estaban mis tíos, mi prima mayor con sus hijos menores y la novia del segundo; los dos hijos de la celebrada y la novia del menor; mi primo menor, su esposa y sus cuatro hijos -las dos menores son gemelas- y al final llegó el pastor de la iglesia a la que acuden acompañado de su esposa.

También estaba -tenía varios años de no verlo- el esposo de mi prima mayor -a quien siempre admiraré por ser capaz de tener dos familias al mismo tiempo-: lleva más de veinticinco años de matrimonio con mi prima -ya los tres hijos son mayores de edad- aunque estuvieron separados varios años.

La separación -al parecer- se debió a que había iniciado otra relación con una compañera de su lugar de trabajo; ahora regresó a convivir con mi prima pero durante algunos días de la semana también continúa con la otra pareja; me parece que adquirieron una vivienda en común.

La cena estuvo bastante tranquila, de hecho pasé la mayor parte del tiempo con el hijo menor de mi prima mayor -quien no tiene movilidad y apenas habla- practicando un poco de origami; la comida se compuso de asado y pastel.

Luego de la comida el hijo mayor de mi prima tomó la palabra e inició el círculo de felicitaciones a la cumpleañera; me tocó ser el tercero y traté de que mis palabras fueran bastante ligeras y justo cuando estaba cerrándose el círculo hice que mi teléfono sonará y simulé una llamada: me incomodan las situaciones emotivas y temí que viniera algo de eso.

Lo cual sucedió: quien cerró el círculo fue quien lo había iniciado y las emociones desbordaron sus palabras y terminó llorando, y por supuesto su mamá también lo acompañó en el llanto; para esto yo estaba en el exterior y esperé a que pararan los sollozos para entrar a despedirme.

Como ya eran las ocho de la noche las calles estaban bastante desiertas por lo que el retorno a mi casita estuvo bastante tranquilo; con excepción de la última parte: estuve detenido un buen rato pues al parecer un motorista había derrapado deteniendo completamente la circulación.

Afortunadamente no fueron más de diez minutos detenido y finalmente llegué a la casa de Rb un poco después; el domingo estuvo -como casi todos- bastante lento, especialmente porque Rb no acudió a la iglesia por la mañana por lo que nomás avancé un poco en mis lecturas y luego salimos a caminar un poco antes del mediodía.

Almorzamos -como casi todos los domingos- alitas y luego sacamos a caminar a los perros; después de que Rb les diera de comer a sus animales la llevé a sus clases de teología y luego me dirigí a la casa del antiguo voluntario a donde estoy acudiendo cada mes; había pasado a comprar pan tostado y llevaba la prensa francesa.

La reunión estuvo bastante tranquila, entre café y conversación; y estuve en el lugar un poco más de hora y media -incluso la última parte de la reunión estuvimos viendo el final de Rocky 3 y el inicio de una película de la Pantera Rosa- y luego me despedí para retornar a mi casita.

Encontré únicamente a los perros y los saqué un rato al patio mientras lavaba los trastos que habían quedado sucios del almuerzo y después preparé las gelatinas que acompaño con la avena en mis desayunos.

Rb vino un poco después de las seis y después de cenar terminamos el domingo como casi todos los días: en su cama viendo series o películas -y jugando ajedrez, practicando francés con Duolingo, leyendo o armando el cubo de Rubik-.

Y eso.


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