martes, 14 de noviembre de 2023

Setenta y un años y un título universitario... Seventy-one years and a university degree... Soixante et onze ans et un diplôme universitaire...

Mi padre cumplió setenta y un años el jueves pasado; estuve bastante informado del hecho porque desde la semana pasada -luego de la visita a mi tía- soy parte de un grupo que contiene a varias decenas de primos y tíos de esa rama de la familia.

Y ese día me llamó mi madre para pedirme que lo acompañara al día siguiente pues tenía que venir a la ciudad por su título universitario -se graduó (por fin) de Profesor de Educación Media-; mi madre se oía mal y me comentó que estaba con problemas de baja presión y había ido a consulta al instituto de seguridad social.

Le comenté a mi madre que me haría cargo de todo y que llamaría por la noche a mi padre para ponernos de acuerdo; y por la noche llamé a mi padre para coordinar el día siguiente; pero, al revisar mi calendario semanal me percaté que justo al medio día del viernes debía participar en dos reuniones de planificación.

Entonces decidí que aunque no podía acompañar a mi padre en las vueltas de ese día al menos me haría cargo de brindarle transporte (bendito Uber); para no complicar mucho la situación no le comenté sobre mi decisión y nomás le hice saber a Rb que, finalmente, no saldría al día siguiente.

El lunes, martes y miércoles de la semana pasada estuvieron bastante trabajosos: por fin empezamos a realizar las funciones para las que nos trasladaron al nuevo equipo; entre mi compañero más nuevo y yo nos dividimos la ejecución de tareas específicas de una nueva funcionalidad.

Debido a eso no pude avanzar casi nada en mis lecturas durante la primera parte de la semana; y es que en vez de llevar un libro entre lecturas ahora estoy leyendo uno de no ficción y dos de ciencia ficción; y el turno de las lecturas normales era para no ficción: How the world really works.

El martes por la noche ordené el cubo de espejo (al final pagué casi quince dólares entre el valor del cubo y el costo del envío); y aunque el monto gastado es más del doble de lo que hubiera gastado de haber comprado el que mi amigo me había mostrado, creo que el que adquirí es mucho más parecido al que perdí hace un par de meses (y que me había regalado mi hija mayor en la última navidad).

Ese mismo día llegué (por fin) a mi objetivo de Duolingo: alcanzar el nivel legendario en todos los niveles de Francés; y fue un evento bastante anticlimático pues no hubo ningun reconocimiento de la app por el logro; incluso empecé a explorar Alemán porque a partir de ese día ya nomás me queda trabajar en la lección que se renueva cada día y temí que necesitara Jewels para realizarlas.

El miércoles estuve a la espera de la entrega del cubo (incluso me llamaron la noche del martes para confirmar la compra pues era pago contra entrega) pero no recibí nada; incluso antes de salir a la caminata vespertina le dejé el dinero al guardia de la colonia por si la entrega se realizaba mientras estaba fuera.

El jueves temprano -estaba aún en cama- vinieron a dejarme el cubo de espejo con lo que ya no me queda -por el momento- ninguna reposición pendiente; además, ese día escribí al área de recursos humanos de mi empresa para reponer el carnet del parque de atracciones más grande dentro de la ciudad.

Ese día Rb salió a realizar sus compras semanales de fruta que realiza desde hace unos meses en uno de los mercados del centro histórico; al retornar me traía un par de brownies de nuestro lugar preferido de comida palestina como celebración por el logro de Duolingo.

El viernes le escribí por chat a un par de personas de recursos humanos y al final me refirieron con una analista que me envió el listado de requisitos para la reposición del carnet y luego me tocó que llenar, imprimir, firmar, escanear y enviar por correo el formulario, junto con una fotografía digital.

Se supone que el trámite se demora entre quince y treinta día hábiles por lo que no sé si lo obtendré a tiempo para acudir con Rb al parque de diversiones durante las dos semanas que tendré de vacaciones el próximo mes.

El viernes estuvo en comunicación constante con mi padre pues debido a las reuniones de trabajo no pude acompañarlo a la recepción de su título; el profesor que lo acompañó la última vez -es un operador político- me llamó a las siete para comentarme que lo iba a esperar en la estación de buses del puerto.

Esta persona había venido más temprano pues tenía una cita médica en uno de los hospitales nacionales más grandes del país y luego se había comprometido a acompañar a mi padre en el trámite; llamé a mi papá a la hora en la que había planeado salir del puerto (ocho de la mañana) para comentarle que ya lo esperaban y que les ordenaría un automóvil.

A las diez y media de la mañana recibí la llamada comunicándome que el bus estaba en la estación y ordené un Uber que por cinco dólares y en un poco más de media hora transportó a mi padre y a su acompañante al Museo de la Universidad -por alguna razón allí sería la ceremonia-.

A pesar de haber llegado con más de dos horas de anticipación -y a pesar de haber sugerido- mi padre y su acompañante prefierieron esperar en el lugar pues el primero andaba con molestias gastrointestinales y temían que ocurriera un incidente que estropeara el día.

Se suponía que el acto de entrega de títulos iba a ser de dos a cinco de la tarde por lo que en algún momento consideré que podía unirme al grupo luego de mi horario laboral; pero, por la situación precaria de salud en la que se encontraba mi padre, le entregaron el título a las dos de la tarde.

A las dos y media me avisaron que ya estaban libres y que querían retornar a la estación de buses por lo que les ordené otro Uber (este me costó un poco más de seis dólares) y en un poco menos de una hora estaban de vuelta en la estación.

Durante todo este período estuve en constante comunicación con mi papá (le había puesto internet para todo el día en su teléfono), con su acompañante y con mi hermana menor (también le había puesto internet a un teléfono que estaba usando)  quien se había quedado acompañando a mi madre por su estado delicado de salud.

A las siete de la noche me comuniqué por última vez con mi padre ese día: me llamó cuando estaba ya entrando en su casa luego del viaje en autobús; al final no estuvo tan mal el día; a pesar de no haberlo podido acompañar en el evento pude hacerme cargo de su movilización en la ciudad.

Por los cambios de horarios -u otras razones- no había meditado desde el sábado hasta el jueves; el viernes, aprovechando que la primera llamada del día fue a las siete de la mañana retomé mi práctica de meditación y no la he dejado ni siquiera el domingo que usualmente tomaba como pausa.

El sábado me levanté un poco después de la siete y después de meditar, desayunar y hacer un poco de Duolingo me pasé el resto de la mañana leyendo un poco de no ficción y ciencia ficción; a las once y media alisté todo lo necesario (aunque olvidé los vasos de duroport!) para la reunión en la biblioteca.

Tenía el firme propósito de no llegar tan temprano al centro pues el parqueo es super caro y al final he pagado por casi cuatro horas de parqueo por las dos horas que dura la reunión; y sí, ese día pagué tres dólares de parqueo en lugar de los cuatro habituales.

La reunión estuvo bastante tranquila con dos de los asistentes habituales (además de mis dos hijos) y otro par de personas nuevas; un tipo mayor que vive en el mismo albergue que otros asistentes del pasado y un joven profesor de literatura que aportó el lado intelectual a la reunión.

Finalicé la reunión diez minutos antes que de costumbre e invité a mis hijos a almorzar al Subway de la zona en la que viven; estuvimos en el lugar casi una hora entre almuerzo -sub del día- y conversación y un poco después de las cuatro y media pasé a dejarlos a sus habitaciones.

Luego me dirigí a la casa de mi tía pues mi prima mayor me había invitado a la celebración de cumpleaños de su padre -era a las cuatro por lo que llegué con una hora de retraso-; la reunión fue bastante agradable, con tamales y pastel de dos tipos y estuve departiendo un poco más de una hora.

A las seis y media me despedí de todos pues debía pasar a un supermercado a comprar unas peras para Rb (me había llamado cuando estaba almorzando con mis hijos) y un poco después de las siete de la noche estaba estacionando el auto frente a la casa.

El domingo me volví a levantar temprano a meditar y luego de desayunar, practicar francés en Duolingo y leer un poco salí al patio frontal a quitar las malezas que se acumulan bajo el limonar; además ayudé a cosechar qüisquiles: bajé alrededor de veinte de la enredadera.

Por la tarde me dirigí a la casa de mi amigo voluntario con quien acostumbraba a cenar hace más de diez años y lo invité a un café y una dona en la tienda de donas más antigua de la zona; estuvimos en el lugar hasta que cerraron -casi a las cinco y media- y luego retorné a dejarlo a su lugar de habitación.

Ayer y hoy han estado bastante relajados en el tema laboral; se suponía que nos ibamos a reunir ayer a primera hora para ver la planificación de las próximas tres semanas (sería la segunda parte de la reunión del viernes) pero el administrador del proyecto cambió la reunión para este día.

Entre el Domingo y ayer completé los dos capítulos que me tocaban del libro de tecnología: Heads First Design Patterns; me cuesta mucho el tema pero estoy mentalizándome para completarlo y pasar luego a un tema un poco menos escabroso -pero no menos técnico- para continuar con esta línea.

Hoy a primera hora -afortunadamente pude meditar antes- realizamos la parte final de la reunión de planificación pero debo reconocer que no veo claro mi futuro en el equipo: de las cinco o seis tareas previstas ninguna estaba a mi nombre; en todo caso no quise resaltar el tema y seguiré -como hasta ahora- apoyando a mis dos compañeros en la realización de sus asignaciones...

Y a ver cómo va eso.




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