lunes, 28 de abril de 2025

Un millón de XP... A million XP... Un million de XP...

Iba a dejar como título nomás: Un millón; pero hubiera sido algo clickbait... o sea, los dos o tres lectores de este espacio podrían haber pensado que se trataba de dinero; y no, aún no he llegado a esa cantidad -ahora que compré el apartamento estoy más lejos que antes-.

La semana pasada llegué a un millón de XP en Duolingo; esto dice Gemini sobre el concepto del token: "En Duolingo, los XP (o puntos de experiencia) son la principal moneda utilizada para recompensar el progreso y el aprendizaje. "

A principios de año había visto que estaba cerca de esta cantidad; pero, como los primeros dos años fueron bastante intensos, había estimado que pasaría todo el año sin lograrlo; pero no, esta semana sobrepasé la cantidad; y mantengo también mi streak en Busuu.

El lunes pasado me levanté a las seis y media; había estado soñando bastante durante la noche -o al menos, me recordaba de varios sueños-; creo que se debió a que -luego de los calores de la semana- estuvo lloviendo casi toda la noche.

Después de meditar encendí la computadora del trabajo; y resolví los wordle de Inglés y Francés en mi celular; entré a la reunión de las siete pero estaba bastante vacía; de hecho era el único miembro del equipo local.

Después de la reunión me quedé dormitando en la cama; hasta después de las ocho y media; a esa hora me levanté a preparar el desayuno; después -como Rb estaba viendo algunos videos a alto volumen- retorné un rato a la cama.

Pero no estuve mucho tiempo allí: Rb me pidió ayuda para mover unos bloques de blocks -cuatro o cinco blocks- que una vecina le regaló; y que espera utilizar para construir una casa para los gatos a los que ha estado alimentando.

Después de ayudarla -incluso pidió prestada una carretilla a otra vecina- retorné al interior de la casa y me cambié de ropa: la anterior había quedado cubierta de tierra y polvo.

Recibí un correo del lugar en el que estaba aplicando para tener un segundo trabajo: querían entrevistarme el día siguiente; como me había indicado mi colega, le avisé de la entrevista y quedamos en reunirnos para un poco de guía.

El martes tenía la entrevista con el lugar del Imperio del Norte al que estaba aplicando; la mañana estuvo bastante normal: meditación, wordle (en inglés y francés), Duolingo y Busuu; y la reunión diaria del equipo.

En este último punto ha estado algo rara la situación; la persona que nos ha estado asignando tareas -y que se toma el papel de ‘manager’ muy en serio, a pesar de ser un analista como el resto de nosotros- ha estado pidiendo más información sobre los avances; los que han sido muy pocos.

Total que marqué una hora en mi calendario del trabajo para atender la otra entrevista; la cual estuvo genial: nomás era la persona de Recursos Humanos y el encargado de tecnología.

No hubo preguntas raras -como hablar sobre una debilidad- sino que simplemente fue como una conversación sobre el trabajo que realizan, el equipo que han conformado -de tres países de latinoamérica: acá, Perú y República Dominicana-.

Lo único diferente, quizá, fue que me preguntaron sobre mis pasatiempos cuando no estoy trabajando; les comenté que leo un montón -y les hablé un poco sobre Peopleware-; que salía a veces con mis hijos, que ya viven solos, y que jugaba un poco de ajedrez.

La reunión fue sobre Zoom, la recibí dentro de mi habitación -me puse una camisa sobre la playera negra- y tardó un poco mas de media hora; Rb me comentó que se me oía bastante animado: y sí, ese es el personaje que construyo cuando voy a una entrevista.

Quedaron en que me informarían luego sobre el resultado de la entrevista; además, le escribí al amigo que me refirió para comentarle; él me escribió un poco después, para indicarme que el resultado era positivo y mostrarme el correo en donde recomendaba mi contratación -sobre otros dos referidos-.

Luego entré a una reunión bastante rara con el equipo con el equipo local y nuestro nuevo lead; básicamente intentó mostrarnos algunas pruebas, pero no le funcionó tan bien, y nos asignó varias tareas para el día siguiente.

Para preparar mi café de las tardes -y de la mañana, los fines de semana-, utilizo el microondas; pero para preparar el té de Rb siempre utilizo la estufa; estaba terminando de lavar los trastes cuando me dí cuenta que la llama de la estufa estaba débil; y Rb llamó para que nos repusieran el tambo de gas.

Al finalizar el horario laboral nos dirigimos con Rb a los supermercados en dirección norte; en la tienda de descuentos compramos un par de bombillas led: el día anterior se había quemado el foco del cuarto en el cual almacena la comida de los perros; y aprovechamos para comprar también uno de reserva.

Luego, en el supermercado que se encuentra en donde tomamos los buses intermunicipales, compramos un poco de bananos; por la noche avancé en el reto de Duolingo: dos mil XP, hice una lección de portugués en Busuu, y jugué algunas partidas de ajedrez.

El miércoles estaba decidido a trabajar un poco -más-: no había logrado avanzar en la tarea que nos habían asignado el día anterior; casualmente, muy temprano, uno de los analistas me preguntó sobre la misma.

Entonces programé una reunión; para que el analista que más controla la herramienta que utilizamos nos explicara; este joven es bastante brillante, aunque no le entendí mucho, el otro analista al parecer sí.

Volvimos a reunirnos con el lead a la hora del almuerzo -nos hemos quejado sobre esto, pero continúa programando las reuniones a la misma hora- y estuvo indagando sobre el avance; los dos analistas que estábamos pendiente le indicamos que aún estaba en progreso.

Volví a dejar la reunión mientras sacaba a caminar a los perros con Rb; luego contacté a la persona con la que estuve trabajando la documentación hace algunas semanas: él ha instalado el equipo que debemos utilizar.

De hecho aproveché su contacto: no sabe utilizar Excel y lo he estado ayudando las últimas semanas con cuestiones de formatos de un documento que le pidió nuestro lead; en fin, le pedí que me ayudara con la tarea que tenía a medias.

Y sí, me sirvió bastante su ayuda: pude, por fin, ejecutar dos máquinas virtuales diferentes, para sincronizar el funcionamiento de tres diferentes aplicaciones, con lo que, finalmente, obtuve algunos de los resultados que estaba buscando.

Después del horario laboral realizamos la rutina de ejercicio de los miércoles; el ambiente estaba bastante caluroso; pero no tuvimos muchos problemas para completar todos los ejercicios; sigo escuchando francés mientras los realizo.

Después del baño me metí a la habitación de Rb y ví el final de una película de acción que había empezado a ver un par de días antes; con el actor de Drax y la actriz de Resident Evil.

El jueves era mi último día de vacaciones -programadas- del mes; habíamos acordado con Rb de acudir al parque temático más grande de la ciudad; el día anterior ella había preparado unos panes con plátano verde y planeábamos llevar unos sandwiches de pollo con los mismos.

Me levanté a las seis y media, medité y resolví los dos wordle que hago diariamente; luego hice un par de lecciones de Duolingo; a las siete en punto entré a la habitación de Rb, para despertarla.

Luego me puse a preparar un par de ensaladas; también mi desayuno; completé las ensaladas y ayudé a Rb a ordenar la mochila que nos llevaríamos al viaje; después, mientras ella le daba de comer a sus perros y tomaba su desayuno, me metí a la habitación a hacer más lecciones de Duolingo.

A las nueve nos dirigimos al parque temático; según waze nos llevaría más de una hora el viaje -usualmente me toma treinta o cuarenta minutos-; y sí, a las pocas calles ya nos encontramos con un tránsito bastante pesado.

Y sí, nos llevamos un poco más de una hora para llegar a nuestro destino; Rb había elegido la fecha pues suponía que no habría mucha gente después de Semana Santa; pero nos equivocamos completamente: estaba repleto de buses escolares.

Entramos y, además de ver los mejores juegos detenidos, encontramos colas con más del doble de la longitud de la última vez; durante un momento pensé en proponerle que fueramos a otro lugar; pero ella me sugirió que volviéramos a casa.

El viaje de vuelta no estuvo tan tardado como el de ida: el tránsito en este sentido estaba más ligero -aunque aún vimos un pequeño accidente vial justo antes de entrar al paso a desnivel en donde le partí la defensa delantera al auto-.

Estaba previendo un día bastante tranquilo: el almuerzo ya estaba preparado y esperaba pasarme la tarde avanzando en mis lecturas; y jugando ajedrez o alo similar; pero Rb me comentó que ese día había venido su mejor amiga del Imperio del Norte; y me pidió que la acompañara a su casa.

La mejor amiga de Rb tiene como diez años menos que ella -creo que, igual, la mayor parte de mis amigos son bastante jóvenes-; y ha vivido en el Imperio -se casó con un nativo de allí- desde hace más de doce años.
Total que, después de darles de comer a los perros, nos dirigimos a la casa de los papás de la amiga de Rb; el tránsito de ida estuvo un poco pesado: como cualquier otro jueves -o cualquier día realmente- en esta ciudad.

Los papás de la mejor amiga de Rb viven en una colonia exclusiva muy cerca de una de las áreas más comerciales de la ciudad; nos tardamos un poco en la garita porque no llevábamos la dirección; pero entramos sin más contratiempo; para parquear el auto debí de subirme a la banqueta frente a la casa.

La amiga de Rb y su esposo estaban desempacando aún las maletas -al parecer acaban de llegar del aeropuerto- y el niño -el domingo se celebraría su primer año en el zoológico- estaba de lo más cómodo con todo el movimiento.

Estuvimos en el lugar durante un poco más de dos horas; entre conversación con toda la familia y algo de afinación para el evento del domingo; en cierto momento me quedé solo con el estadounidense y estuvimos conversando; aunque cuesta mucho entender su español.

Un poco antes de las siete de la tarde nos despedimos e iniciamos el retorno a casa; cuando acabábamos de llegar me había tocado que mover el auto, lo parqueé frente a una escuela que se encuentra en la misma calle.

El tránsito no estuvo muy pesado y un poco más tarde estábamos entrando a la calle donde he estado viviendo durante los últimos años; por la noche ví un poco de la segunda temporada de Andor -aunque me dormí en varios puntos-.

El viernes retorné al trabajo: empecé la jornada a las seis y media, con meditación, wordle en inglés y francés; y la reunión diaria del equipo de las siete de la mañana; luego me levanté a preparar el desayuno de los fines de semana.

Durante la mañana tuve un par de reuniones: la semanal con todos los compañeros del equipo -los de acá y los del imperio- y la de la una de la tarde, con los de acá y el lead del área.

Estuve ayudando al compañero del Impero con quien trabajé en la documentación hace una semanas: quería insertar unos hiperlinks en una página del libro de Excel que está preparando; pero eran más de doscientos.

Apenas iba por menos de la cuarta parte y quería explorar si había una forma de hacerlo de una mejor forma; por lo que me puse a escribir un poco de código -ayudado por Claude y Chatgpt-; al final completé cuatro buenos procedimientos, aunque ya no pudimos probarlos pues él se retiró luego de la reunión del mediodía.


Al final de la tarde hicimos los ejercicios de la rutina de los viernes; el ambiente estaba bastante cálido; después de la ducha estuve viendo un poco de Andor -aunque creo que seguí quedándome dormido- y terminé de leer Una Pequeña Suerte; iba a empezar el último libro de Murakami -La ciudad de los muros inciertos (?)- pero lo encontré bastante extenso -más de seiscientas páginas-.

El sábado me levanté a las seis y media de la mañana; he tratado de mantener la misma hora en la alarma del celular, para acostumbrarme a un buen ritmo; medité, resolví los wordle en inglés y francés.

Como tenía que despertar a Rb a las siete de la mañana, no hice Duolingo; diciéndome que completaría la porción matutina cuando retornara de llevarla al zoológico nacional.

Desperté a Rb y me preparé el desayuno de los fines de semana -había olvidado consumir la quinta gelatina el día anterior-; después del desayuno estuve escribiendo un poco de código.

A las nueve de la mañana salí a encender el automóvil; y conduje a Rb al lugar en el que sería celebrado el primer año del niño que -su mejor amiga y su esposo- adoptaron el año pasado.

El tránsito estuvo un poco lento antes del punto en donde se combinan las líneas que confluyen en la entrada a la ciudad; luego mejoró; la hora esperada de llegada al lugar eran las nueve y media; llegamos con cinco minutos de retraso.

Hacía tanto tiempo que no pasaba por el lugar -la última vez que estuve allí fue cuando mis mejores amigos vinieron de la ciudad del Imperio del Norte en la que viví un par de años; y fuimos allí en compañía de mis (en ese entonces) peques- que no sabía que habían cambiado el lugar de entrada.

Total que la dejé en dode recordaba que estaba la entrada y Rb tuvo que caminar hasta doblar la esquina, y buscar el nuevo punto de entrada -aunque creo que en realidad ya había visto en esa ocasión la nueva entrada, en fin-; luego de dejarla en el lugar conduje de vuelta.

Me pasé el resto de la mañana viendo videos de Youtube, contactando a algunos conocidos por Whatsapp -debo mejorar en este punto- y preparando el segundo desayuno -olvidé por completo las lecciones de Duolingo-.

También, un poco antes del mediodía, empecé a preparar lo que sería mi almuerzo: el día anterior Rb me había traído un par de pirujos de una de mis panaderías favoritas; los que preparé con un poco de pollo con mayonesa que me había dejado.

Pero eso fue solo el principio; también desinfecté, rallé y herví un cuarto de repollo; trocée una longaniza, un chorizo y una salchicha y los freí; preparé guacamol; y piqué medio tomate y un poco de chile pimiento que le habían sobrado a Rb.

Total que preparé un par de panes bastante cargados; los envolví en papel de aluminio y los consumí un poco después de la una de la tarde; luego saqué a caminar a los perros; empezando por la más pesada, luego el único macho; y por último, la más anciana.

En el ínterin estuve en comunicación por whatsapp con Rb: ya había salido de la celebración pero había abordado el Transmetro; me había pedido que fuera por ella al lugar en donde tomamos los busitos que vienen hacia acá; pero no fue tan sencillo.

Su viaje se tardó tanto que entorpecería la comida de sus perros a las tres menos cuarto -también había salido, a las once de la mañana, a alimentar a los gatos de los cuales se ha estado haciendo cargo durante las última semanas-

Total que le dí de comer a los tres perros; luego me quedé esperando a ver qué iba a hacer; un poco después me escribió desde la estación de los busitos, comentándome que había perdido un billete de diez unidades y que fuera por ella; lo que hice en el acto.

En la noche estuve viendo un poco de una película del 2008: Street Kings; recordaba haberla visto ese año -o quizá el siguiente-, pero me llamó la atención que uno de los protagonistas (Forrester) había actuado con un papel -más o menos similar- en la película -del 2025- que ví la noche anterior: Havoc.

El domingo me levanté a las seis y media; medité, resolví los wordle en inglés y francés y retorné a la cama, a leer un poco; estuve en la cama hasta las ocho; creo que también completé las lecciones de Duolingo; a esa hora me levanté a prepararme el desayuno.

Me sentía un poco desvelado: Rb me había despertado a las tres de la mañana; se levanta todos los días para alimentar a su perra más anciana; y, al entrar al baño, se percató que el depósito estaba derramando agua.

No sabía como regular la altura del flotador del mismo; busqué un tornillo o similar, pero no lo encontré; incluso esa era la indicación de Youtube; pero buscando un poco más, encontré el instructivo de la válvula; y bajé un poco el nivel; y me costó volver a dormirme.

Que no fue como el de todos los domingos: Rb me había traído el almuerzo que repartieron en la fiesta de cumpleaños a la que asistió el sábado: un trozo de lasagna, un poco de ensalada y un pirujo.

Un poco después de las nueve nos dirigimos al mercado del centro histórico: como las manifestaciones no permitieron que Rb hiciera sus compras el viernes, habíamos acordado acudir ese día al mercado.

Afortunadamente el busito no tardó mucho en pasar; y el transmetro estaba bastante vacío; incluso varios puestos del mercado estaban cerrados; pero los lugares en donde Rb adquiere sus frutas semanales estaban atendiendo.

Después de las compras retornamos al comercial en donde tomamos los busitos que nos traen a casa; en ese lugar entramos al supermercado y compramos un poco de bananos y un poco de pollo; del que Rb le suministra a su perra en las madrugadas.

Retornamos a casa bastante temprano; Rb me comentó que tiraría el volcán de hojas secas que la vecina ha estado acumulando al lado de donde parqueamos el automóvil: ella mantiene muy muy limpia su casa, por dentro y por fuera; pero esas hojas secas nomás las estuvo apilando en la acera.

Rb sacó un recogepolvos, un rastrillo y un baño; como no quería quedarme pasivo saqué el basurero que adquirí cuando viví en el apartamento con mis hijas; y nos tomamos un poco más de media hora en tirar todas las hojas en el barranco del otro lado de la malla.

Al mediodía comimos las alitas de pollo habituales, y preparé un par de enormes ensaladas; también consumí la mitad de una botellita de una botellita energética que nos habían regalado en la calle unos días antes -nos regalaron dos, y en ambos casos, nomás consumí la mitad; y tiré el resto-.

Después del almuerzo estuve leyendo un poco del libro en francés; a las tres de la tarde le preparé el té de manzanilla a Rb; llevaba varios días de estar consumiendo trozos de mango maduro, pues es la época; además, Rb me había traído dulces y espumillas del cumpleaños.

A las tres y cuarto tomé una ducha; a las tres y media metí en mi mochila un rompecabezas de madera para construir un arco del triunfo -me lo obsequió en una navidad, hace unos años, mi hijo menor- y me dirigí a la pizzeria en donde me reuní con mi amigo del trabajo hace unas semanas.

Llegué justo unos minutos antes de las cuatro y mi amigo Testigo de Jehová ya se encontraba en el lugar; lo invité a ingresar a la pizzería y pedimos un par de cafés y un par de porciones de pastel -él un tres leches, yo uno de chocolate-.

Nos estuvimos en el lugar un poco más de hora y media, entre conversación y recuerdos de la época laboral que compartimos hace más de quince años; al final se hizo cargo de la cuenta -a pesar de que insistí varias veces que yo pagaría-: seis dólares.

Despues de despedirnos crucé la calle para entrar a una de las tiendas de la ferretería más grande del país; un par de días antes había dejado caer el pelador de frutas y se había quebrado; compré uno similar por un poco más de seis dólares; luego retorné a casa.

 Por la noche avancé un poco con la película de Keanu Reeves que había empezado a ver el día anterior; también leí el segundo capítulo del lubro de francés, para completar el ciclo del mismo; luego avancé un poco con el libro de Seligman.

Está muy bueno...

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