lunes, 22 de abril de 2024

Las intermitencias -otra vez- de la muerte... The intermittencies -again- of death... Les intermittences -encore- de la mort...

El día de mi cumpleaños más reciente publiqué unos cuantos párrafos sobre un amigo que había decidido finalizar su permanencia en este ciclo un par de días antes; cáncer, recurrente; aunque al parecer con un período de varias décadas entre su aparición y el episodio final.

Y ahora toca alguien un poco más cercano: Rc... estudió con Rc el bachillerato; no estoy seguro si el ciclo básico también lo cursamos en el mismo instituto; total que antes de graduarnos tuvimos cierta amistad: recuerdo que le presté un par de libros en alguna ocasión.

Y me llamaba la atención que sus padres estaban divorciados y él vivía permanentemente con su padre; pernoctando algunas noches en la casa de su madre: el señor tenía una tapicería y Rc ocupaba una gran parte de su tiempo ayudando en las labores.

Y luego -como es mi costumbre- pasé muchos años sin contactarlo; de pronto lo vi en la playa en algún feriado de Semana Santa; y en una ocasión recuerdo que me dio aventón en su moto cuando iba hacia la casa de mis padres.

Hasta hace tres o cuatro años que empecé a escribirle con un poco más de frecuencia: leí en sus estados de whatsapp que tenía algunas molestias de salud; y luego me enteré de la naturaleza de sus males: le habían quitado una parte de la lengua por un tumor cancerígeno y estaba recibiendo radioterapia.

Y, como la mayor parte de estas historias, tuvo una remisión; he tenido cuidado de continuar con la comunicación -incluso fuimos a almorzar el año pasado con mi único amigo de la infancia- y un poco antes de eso me comentó que le habían informado de metástasis en los pulmones.

Rc ha continuado con quimioterapias -viene cada par de meses a la ciudad- y hace una semana publicó en su Whatsapp un par de números por si no podía ser contactado en su número personal; le escribí y me comentó que estaba internado porque uno de los tumores estaba dificultándole la respiración; y que este martes -mañana- tenía que subir a la ciudad para continuar con su tratamiento.

Y a ver cómo continúa eso.

El martes pasado me levanté a las seis de la mañana; medité, participé en la reunión diaria del trabajo, y después me volví a dormir hasta las nueve; durante la mañana le ayudé a Rb a instalar el antivirus en su nueva computadora y saqué del agua las dos botellas grandes de concreto.

Por la tarde caminamos hasta la tienda de suministros tecnológicos pues Rb necesitaba un mouse para su nueva laptop; también pasamos a un supermercado, donde compré tortillas de harina y -en la tienda de descuentos- un bote de especias, todo para mi hija mayor.

El miércoles fue bastante rutinario: limpieza por la mañana y almuerzo de pollo y ensalada; al mediodía tuve la reunión quincenal con mi supervisora pero no hubo muchas novedades en la misma; hice un poco de malabares y en los ejercicios post jornada laboral utilicé la botella que pesa más de diez libras.

Al mediodía -cuando vino el señor de las verduras- había obtenido huevos, tomates y manzanas para mi hija mayor; y a las seis y media fui a su habitación; el dueño de la casa tenía estacionado su gran automóvil en la cuneta; con tan mala voluntad que no dejaba espacio para otro auto.

Subí a la habitación de mi hija, le entregué lo que llevaba y puse té; luego bajé a mover el auto a la cuneta de la casa anterior -espero que no haya problemas con eso-; luego tomamos té y jugamos un poco de scrable; luego de una hora retorné a mi casita.

El jueves me levanté -como el día anterior- a las seis y media; pero no me volví a meter a la cama luego de la meditación matutina -y la reunión-; Rb fue al mercado y al retornar me trajo tres donas de Krispy cream; el día anterior había intentado correr la versión portable del programa que uso para bajar libros, sin éxito.

Este día lo instalé en la nueva máquina de Rb y aproveché para bajar un libro adicional de RuPaul y un par de otros libros que encontré en alguna lista que vi online; aunque también decidí autolimitarme en el uso de la computadora nueva de Rb para evitar incidentes desagradables.

Después del horario laboral caminamos hasta los supermercados en dirección norte pues debíamos comprar lechuga para los almuerzos del fin de semana y bananos para los desayunos -estoy terminando los dátiles que me cedió Rb hace unas semanas-; además compré un arrolladito para la visita del sábado a mi hijo menor y el domino a mi hija mayor.

El viernes me levanté a las seis para preparar mi desayuno de costumbre; aproveché para limpiar un par de teclas de la nueva computadora de Rb -y por eso lo de la autolimitación-; este día fue que leí el mensaje de que Rc y me comuniqué con él; en la rutina de ejercicios incorporé completamente la botella que pesa más de diez libras.

El sábado me levanté a las siete de la mañana; estuve haciendo Duolingo y ajedrez y, antes de que Rb le diera desayuno a sus perros, la llevé a la oficina en la que nos tocó recoger el libro hace unos días: allí le enviaron un saco de comida para la cena de sus perros; esta comida la había ordenado hacía más de una semana a una tienda de la segunda ciudad más grande del país.

El trámite total de la recepción fue bastante tortuoso: Rb estuvo continuamente verificando el estado de la entrega en la página de esta empresa; y llamó un par de veces al servicio al cliente para verificar las fechas de entrega; al final, afortunadamente, no hubo ningún incidente en la agencia y pudimos utilizar el auto para transportar el saco de cincuenta libras.

Después de que Rb le hubiera dado desayuno a sus perros -y desayunara ella misma- fuimos a los supermercados en dirección sur: en el supermercado más alejado compré bolsas de frijoles para los desayunos de dos meses y en el otro supermercado compramos pollo y bananos.

Al mediodía me dirigí a la habitación de mi hijo menor; Rb me comentó que el periférico estaba lleno en ambas vías, y al salir vi que el número de autos en circulación estaba bastante alto; por lo que decidí entrar a la ciudad por la otra vía: logré subir casi el ochenta por ciento de la cuesta sin mucho contratiempo.

Luego el tráfico se puso bastante pesado: las vías de ingreso a la ciudad se reducen de cuatro a tres; y además había un exceso de transporte pesado en circulación; al final tuve que llamar a mi hijo a la hora en la que usualmente nos reunimos (la una de la tarde) para avisarle que llegaría con diez minutos de retraso.

Y exactamente a la hora prevista estaba estacionando el auto en la calle aledaña de costumbre; lo llamé desde fuera de la casa en la que habita y fuimos a almorzar a Subway; en donde estuvimos -entre almuerzo y conversación- por un poco más de una hora.

Después retornamos a su casa; mi hijo está aún explorando opciones de formación -está considerando estudiar un técnico de dos años en una universidad privada para ser fullstack developer- y le propuse que viéramos algunas opciones un poco más cortas; en lo que empieza el siguiente semestre; además preparamos té y compartimos la mitad del arrolladito que llevaba empacado para la ocasión.

Revisamos el sitio web de una institución técnica que tiene raíces del Opus Dei; pero no había mucha información en el lugar; luego vimos el sitio de la institución de capacitación técnica más grande del país (allí tomamos un -decepcionante- curso de Python hace cuatro o cinco años) y nos inscribimos en un curso de dos meses para aprender React.

Pagué las dos cuotas -y bueno, pagó él pero le transferí el dinero a su cuenta- y acordamos que durante la duración del mismo estaré llegando dos sábados al mes a su habitación para que trabajemos en conjunto; a las cinco de la tarde -vi muestras de somnolencia- me despedí de mi hijo y retorné a mi casita.

Como uno de los requisitos para recibir el curso de React es contar con una computadora, en cuanto retorné a casa empecé a ver qué podía hacer con la última Lenovo en estirar la pata; y sí, el disco SSD está completamente muerto: revisé algunos discos antiguos de medio tera y al menos con tres de ellos logré arrancar la máquina.

Ayer me levanté un poco antes de las ocho y, luego del desayuno, empecé a trabajar en el disco duro que utilizaba la máquina que murió hace poco: tenía una versión de Ubuntu de hace tres o cuatro años pero me estuvo dando problemas de arranque desde hace un par de años -y por eso lo cambié-.

Aún no me decidía a formatear ningún disco duro pues estuve encontrando bastante información nostálgica en los tres (videos, programas, fotos y así); al final elegí este último para trabajar: después de trasladar la información a mi disco portátil de un tera -y luego de tratar infructuosamente de reducir el tamaño de la partición existente- lo formateé; aunque aún así no funcionó.

A las cinco y media me dirigí a la casa en la que habita mi hija mayor; afortunadamente el tráfico estaba bastante ligero y, también felizmente, no había ningún auto estacionado en la cuneta frente a la casa: me parqueé cómodamente y subí a la habitación; en donde estuve un par de horas, entre scrable, los cubos de Rubik y té -con la otra mitad del arrolladito-.

Antes de retirarme -recién había empezado a llover- mi hija me pidió ayuda con la lavandería: este viernes debe ir al hospital a que le tomen radiografías y -por su situación actual- no ha podido proveerse de ropa limpia; preparamos una bolsa con un par de mudadas y nos despedimos -también recabé las bolsas de basura de su habitación para bajarlas al basurero general-.

La lluvia estaba un poco fuerte y me mojé ligeramente antes de entrar al auto; luego el periférico estaba bastante lleno -y un trailer iba circulando lentamente en el carril central-; después la lluvia se calmó y pude entrar sin ninguna novedad en mi casita -aunque el auto patino al frenar muy bruscamente en la vuelta en U que debo realizar antes de llegar a la calle en la que habito-.

Hoy me levanté a las seis y cuarenta y, luego de meditar diez minutos, participé en una reunión del equipo de trabajo que duró más de una hora; luego me dormí hasta la hora que he decidido realizar la limpieza tres veces por semana (nueve y cuarenta y cinco).

Después de la limpieza y el desayuno puse la ropa de mi hija mayor -y mi ropa de cama del mes pasado- en un ciclo extendido de lavado; a la vez empecé a trabajar nuevamente en la instalación de Fedora en el disco que anteriormente tenía Ubuntu.

Y aún sigo con eso...

martes, 16 de abril de 2024

La casa de los significados ocultos... The house of hidden meanings... La maison des significations cachées...

Ayer empecé a leer el último (?) libro de RuPaul Charles... o nomás RuPaul que es su nombre artístico; esta persona es un ícono de la comunidad LGBT (a la que creo que pertenecen mis tres hijos) y sus shows de drag queens son vistos (y realizados) en muchos países alrededor del planeta.

Rb es super fanática de estos programas de drag queens; o al menos, creo que es la más fanática de todas las personas que conozco: ella ha visto las versiones de varios países de Europa, Latinoamérica e incluso Asia; a mí no me llama mucho la atención ver a jóvenes (y no tan jóvenes) vestirse de mujer y actuar en un escenario.

Pero tampoco tengo nada en contra de los mismos: al final es otra forma de expresión artística; y, en algunos casos, de reafirmar su lugar en el mundo: la mayor parte de los concursantes son homosexuales; pero también hay muchos bisexuales, alguna lesbiana, y algunos transexuales; toda una variedad.

Y, creo que mi punto de vista se puede resumir así: cada quién tiene el derecho de hacer de su cuerpo (o de expresarse) como le venga en gana; mientras no cause sufrimiento (a otra persona o -especialmente- a sí mismo).

Hace una década o así recuerdo que publiqué -en esas épocas- en Facebook un pequeño párrafo de un artículo escrito por -me parece- una escritora de un país de Europa Central: ella hablaba sobre estar viendo una master class de estilo impartida por RuPaul y que le impactó -y me impactó- la forma en la que contaba una parte de su niñez.

Resulta que el niño RuPaul se sentaba algunos fines de semana en el porche de su casa a esperar por su padre -los papás estaban divorciados y se suponía que el padre debía llegar a verlo cada dos semanas, o algo así-: nunca llegó; en la clase RuPaul se dirigía a su niño diciendo: It's not your fault.

En el libro que estoy leyendo RuPaul se centra más en la dinámica familiar mientras crecía (su madre era realmente violenta y su padre un irresponsable) junto a sus hermanas mayores -gemelas- y su hermana menor... es una historia interesante.

El miércoles pasado me levanté a las seis de la mañana para empezar a verificar algunas tareas de mi trabajo; después de la reunión de las siete me dormí nuevamente: hasta la hora de la limpieza (nueve y media).

Por la tarde me puse a trabajar en mi máquina personal pues quería sacar una copia a los seis gigabites de imágenes que tengo en mi cuenta principal de Google; lastimosamente (?) le exigí mucho a esta máquina con Fedora y dejó de funcionar por completo: ya no reconoció el disco duro.

Fue un golpe bastante fuerte porque con esto se acaba la historia de las dos Lenovos enviadas -hace como ocho años- por mi amigo genio con el que hice trabajo voluntario en el estado del Imperio del Norte en donde viví un par de años.

He estado sopesando qué hacer pues por el momento me quedé únicamente con la máquina del trabajo y -debido a la VPN en la que trabajamos- la mayor parte del Internet está bloqueado; incluso traté de desenterrar la Lenovo que le compré a esta misma persona unos tres o cuatro años ante de recibir estas dos últimas pero, al parecer, ya me había desecho de la misma.

La noche del miércoles realicé la visita nocturna -entre semana laboral- a mi hija; otra vez había bastante tráfico por lo que me tomó nuevamente tomar una ruta auxiliar y, además, había un auto estacionado en la cuneta; estuve nomás un poco más de media hora pero aún preparé té y comimos galletas con chispas de chocolate.

El jueves Rb fue al mercado y yo aproveché para hacer el backup de las imágenes -necesario para una 'oferta' laboral como freelance- en su computadora; cuando regresó del mercado me trajo -otra vez- media docena de muffins -aunque en esta ocasión no de cítricos-.

Después del horario laboral fuimos a los mercados que quedan en dirección norte; en donde compré algunos paquetes de galletas y, en la panadería de la esquina, pan para los desayunos del fin de semana; el viernes compré una libra de cemento pues planeaba terminar de llenar el espacio vacío de nuestras botellas de concreto.

Después de los ejercicios post jornada laboral mezclé la libra de cemento con un par de libras de arena cernida y agua y rellené el espacio vacío de las dos botellas de litro que he estado utilizando desde hace algunos meses -me costó abrirlas pero las de Rb no pude-.

También eché más concreto en las dos botellas de dos litros y medio que había preparado la semana anterior; luego metí las cuatro botellas (dos de litro y dos de dos litros y medio) en la cubeta llena de agua que mantenemos bajo la ducha.

El sábado me levanté a las seis de la mañana; medité los diez minutos de costumbre pero luego volví a meterme a la cama; a las siete me levanté nuevamente, me duché y me conduje al restaurante que se encuentra frente al comercial en donde tomamos los busitos a casa.

Un poco después de las ocho llegó mi único amigo de la facultad; con quien desayunamos -y conversamos extensamente- hasta un poco después de las once de la mañana; luego retorné a almorzar a casa para posteriormente ver tres capítulos de la serie que he estado viendo últimamente: FallOut.

El domingo por la mañana acompañé a Rb a Office Depot pues se había estado quejando últimamente del rendimiento de su computadora -tiene como seis o siete años de uso- y quería ver opciones: al final compró otra de la misma marca (HP) por un precio un poco menor a la actual.

Por la tarde la ayudé a configurar su nueva computadora -le 'regalaron' una licencia anual de uso de Microsoft Office- y un poco más tarde salí a lavar el auto -estaba realmente sucio debido al polvo y a las aves que frecuentan el árbol bajo el cual lo mantenemos estacionado-.

Un poco antes de las siete me dirigí a a ver a mi hija -antes me había escrito para ver si podía llevarle algunos alimentos pero decliné, por la hora-; estuve en su habitación un poco más de una hora, entre té, galletas con chispas de chocolate y conversación.

Ayer me levanté a las seis de la mañana para trabajar una hora antes de la reunión diaria y logré avanzar una pequeña parte en mis tareas; después de la reunión decidí no volver a acostarme y pasé todo el día sin dormir -excepto una ligera siesta por la tarde-.

Después de la jornada laboral realizamos la rutina de fuerza y resistencia -utilicé las dos botellas de un litro con el peso extra recién añadido-; durante el día terminé de leer Colin Fischer e inicié el libro de RuPaul; en la noche vi el penúltimo capítulo de FallOut.

Y a ver cómo sigue eso...


miércoles, 10 de abril de 2024

La ciudad en llamas... The city in flames... La ville en flammes...

No, no se está quemando la ciudad... pero casi... o tampoco, nomás uno de los vertederos de basura que se encuentran en la periferia ha estado en llamas durante la última semana: lo noté el domingo pasado mientras conducía a la casa de mi hija y luego lo he visto por las redes sociales: un desastre.

Afortunadamente hace dos o tres días hubo una lluvia más o menos fuerte por lo que -al menos- lo que andaba flotando por el ambiente hasta esos días fue -espero- lavado; pero las reacciones alérgicas en Rb y su perro más grande no se han hecho esperar...

Y a ver cómo sigue eso...

El jueves pasado -como todas las semanas- Rb fue al mercado a adquirir frutas y verduras y yo me quedé en casa -básicamente viendo videos de Youtube-; al retornar me trajo una docena de muffins de cítricos -los que terminé de consumir el domingo por la tarde-.

Por la tarde -luego del horario laboral- fuimos a los mercados en dirección norte en donde compré un par de rollos de lana para mi hija mayor y unas botellas de salsa de soya y ranch; además, recogimos un libro que nos ganamos la semana pasada.

El domingo, cuando estaba en la visita mensual al voluntario que vive en la colonia en donde habité por casi una década, Rb me llamó para comentarme que se había ganado un libro pero que no se acordaba de haber participado en algún concurso, por lo que creía que había sido yo.

Yo tampoco me recordaba de haber participado en algún concurso: había que llenar un formulario de google, y esto había sido hecho desde la cuenta de Twitter de Rb; pero, cuando retorné a casa y vi el formulario, recordé vagamente haber registrado el departamento de participación.

El jueves no llevaba un documento de identificación oficial -nomás un antiguo carnet del seguro social-; afortunadamente el servicio de entregas aceptó este documento y me entregó el libro: se trata de Septología, una trilogía del premio Nobel de literatura del año pasado -no creo leerlo muy pronto y al final nomás lo regalaré a alguno de mis conocidos-.

El viernes fue un día bastante malo: la perra más anciana de Rb se estuvo en la sala gimiendo entre una y dos de la mañana por lo que no pude dormir nada bien; pasé todo el día de mal humor y aunque Rb me preguntó en un par de ocasiones si estaba molesto por algo nomás lo negué.

Por la tarde avancé en el libro en francés en turno: Immortelle(s) y en el que tenía antes como entre líneas: Why has nobody told me that before; luego del horario laboral realizamos la rutina de ejercicios abdominales.

El sábado me levanté a las seis de la mañana y luego de los diez minutos de meditación preparé mi desayuno de los fines de semanas; luego de hacer Duolingo y leer un poco me dirigí a un Mc Donald's del centro histórico en donde había citado a mi ahijada profesional.

Nos encontramos a las nueve y estuvimos -entre desayuno y conversación- hasta casi el mediodía en el lugar; el tránsito había estado bastante pesado en el viaje de ida y estuvo un poco menos fuerte de vuelta a casa.

Además, en el centro, aproveché a cambiar el reintegro que tenía de la lotería de diciembre por dos números que se jugarían al día siguiente -ninguno de los dos resultó premiado y en esta ocasión ni siquiera reintegro-.

La tarde del sábado la utilizamos para apersonarnos en la agencia del municipio de la compañía telefónica pues habíamos estado viendo que podíamos rebajar el precio que pagamos mensualmente por el servicio de internet en unos seis dólares.

En el lugar encontramos a un ex compañero del voluntariado -quien antes trabajaba con la competencia y a quien había invitado a desayunar hace un par de años-; realizamos el trámite -fue bastante tardado- y luego compramos en el mismo centro comercial algunos productos para llevarle a mi hija mayor al día siguiente.

Después pasamos a la tienda del señor que nos provee de frutas y verduras a domicilio; allí adquirí huevos, manzanas y tomates para mi hija mayor; para finalizar, pasamos a la ferretería en donde compré cinco libras de cemento y una arroba de arena -dos dólares y medio-.

Por el resto de la tarde y la noche estuvimos nomas viendo series y películas en la computadora de Rb; por la noche nos quedamos sin internet: se suponía que esto duraría nomás quince minutos -de acuerdo al funcionario de la telefónica- pero pasamos toda la mañana del domingo sin servicio.

En la mañana llevé a Rb a su iglesia y aprovechamos antes para pasar a la agencia telefónica -el comercial se ubica del otro lado de la calle de la iglesia-; volvimos a encontrar a nuestro amigo del voluntariado y a mí me toco esperar el final del trámite pues Rb tuvo que dirigirse a su servicio.

Al final no se logró resolver el contratiempo con Internet pero sí avanzamos en su solución; cuando me despedí de mi amigo me pidió un favor algo raro: una foto con una mochila que debía entregarle a alguien más, creo.

Al mediodía Rb le pidió aventón a un miembro de su iglesia y retornó a casa sin mi asistencia y preparamos para almorzar las alitas tradicionales; afortunadamente un poco antes del mediodía lograron restablecer el servicio de internet.

Por la tarde preparé el concreto para rellenar las dos botellas de dos litros y medio; desafortunadamente le agregué mucha agua a la mezcla por lo que noté, casi de inmediato, que una buena sección de la parte superior quedo como puro líquido.

Inmergí las dos botellas en la cubeta de agua que mantenemos en la ducha y planeo dejarlas allí toda la semana para facilitar el curado del concreto; pero este domingo planeo preparar otras tres libras de concreto para rellenar el espacio que quedará luego de extraerles el líquido.

A las seis y media fui a la habitación de mi hija, con todo lo que había estado comprando en los días anteriores; el tráfico -aún a esa hora- estaba bastante pesado y, además, la visibilidad en el periférico estaba bastante baja: parecía neblina de invierno.

Le entregué las provisiones a mi hija y estuve en su habitación por una hora; además de preparar té y compartir las galletas de chispas de chocolate que llevaba aproveché para hacer un poco de limpieza en su piso.

El lunes se hizo viral la noticia de que el vertedero de basura que se encuentra en uno de los municipios periféricos de la ciudad había estado en llamas; afortunadamente hubo una lluvia un poco fuerte este día por lo que se limpió un poco el aire.

Pero, eso también provocó que se volviera a cortar el servicio de Internet; Rb llamó a la compañía telefónico y programaron la visita de un técnico; afortunadamente el servicio retornó a las pocas horas.

Después del horario laboral hicimos la rutina de ejercicios de fuerza y resistencia; por la noche empecé a ver la segunda parte de Dune 2: dura casi tres horas pero, de acuerdo a mi método, la estoy viendo como si fuera una serie: treinta o cuarenta y cinco minutos cada día.

Ayer hubo una reunión general en el trabajo: uno de nuestros líderes máximos presentó los objetivos anuales del departamento; un poco después de esa reunión nuestra manager nos agregó a otra reunión con un técnico en redes del Imperio del Norte.

Esta última reunión estuvo un poco rara: la red privada en la que estamos trabajando ralentiza la comunicación; pero, al final de la misma, logramos superar el obstáculo que os estaba impidiendo trabajar: ya puedo continuar con mis labores regulares.

Por la tarde bajé el libro con el que planeo continuar en la línea de inglés: The house of hidden meanings; lo ví en una lista de lo mejor de Non Fiction del año; son las memorias de RuPaul Charles -también se lo mandé a mi hija mayor-.

Después del trabajo caminamos a los supermercados en dirección sur; Rb compró un shampoo para combatir las alergias de su perro ya que al parecer la contaminación que está generando el incendio en el vertedero -sigue en curso- ha llegado a un nivel extremo...

Y a ver cómo sigue eso...