martes, 9 de diciembre de 2025

Las últimas vacaciones... My last vacation... Les dernières vacances...

Pasé mucho tiempo sin tomar vacaciones; creo que influyó el hecho de que, cuando tomé unos días para la graduación de mi hija mayor, mi jefa me llamó un par de veces: nos llevábamos muy bien pero era una workaholic incorregible.

Además, el proyecto que estaba probando se descarriló: mis compañeros no realizaron las actividades que habíamos estado haciendo, pusieron como excusa que la aplicación no era adecuada -lo que no tenía sentido- y retorné a un proyecto descontrolado.

Entonces decidí no tomar más vacaciones; y es que tampoco me llamaba la atención ausentarme del trabajo: por un lado me intranquiliza no tener una estructura; por otro, esperaba acumular esos dias para que -en caso me despidieran- mi liquidación fuera más grande.

Al final no me despidieron -o sea sí, pero luego no- y aquí estoy con más de once años trabajando en la misma empresa; pero la acumulación de vacaciones no le cayó bien a mi supervisora actual: su jefe le indicó que mi situación afectaba algún indicador de recursos humanos.

Y desde hace un par de años estoy con la consigna de rebajar el número lo más rápido que se pueda: el año pasado tomé más de treinta dias -además de los dos jueves al mes que me pusieron de consigna-; este año creo que termino casi igual.

Y es que había acumulado más de cien días de vacaciones -por esto tiempos creo que ya bajaron a sesenta-; y al principio intenté 'utilizar' el tiempo realizando algún trabajo voluntario: participé en cuatro o cinco jornadas médicas en año y medio.

Pero ahora ya no; de dos de los proyectos ya no me volvieron a llamar; y tuve que declinar la oferta del tercero -aunque participé en el training anual- porque había empezado a hacer horas en otro proyectdo laboral -en el que estuve solo un mes-.

Así que este último mes del año -aunque había declinado tomar más vacaciones- pedí otros ocho días: iba a descansar del ocho al diecisiete -del lunes de esta semana al miércoles de la siguiente- pero entonces entró la cirugía de Rb; y tomé el lunes anterior.

Y, para terminar el año, desde el martes hasta el próximo miércoles estoy fuera del trabajo; traté de programar algunas reuniones con antiguos conocidos del voluntariado -o de trabajos anteriores- pero al final nomás coordiné con mi antiguo supervisor el miércoles.

También con mi hija mediana el jueves -habia previsto reunirme el martes o el viernes con mi amigo garífuna, pero me comentó que ya tenia ocupada su agenda; y a mis cincuenta y dos años aún estoy aprendiendo a relajarme cuando no tengo ninguna ocupación.

Y a ver cómo va eso. 

El viernes empezó el día normal -o al menos la normalidad de las últimas semanas- o sea, a las tres de la madrugada:  alimentar, aplicar gotas oftálmicas y sacar al patio; a la perra más anciana de Rb; dormir otro rato y levantarme a meditar a las siete y media; luego entrar a la reunión diaria.

Después de la misma me preparé el desayuno de los viernes; un poco más tarde Rb me recordó que era el día en que había decidido retornar a dormir a su habitación; entonces metí la ropa de cama usada a la canasta de ropa sucia.

Ayudé a Rb sacando la ropa de su cama al patio -estaba repleta de pelo de perros- y luego elegí ropa de cama limpia para la cama que Rb desocupaba; también traté de trabajar un poco: pero no en lo que se suponía que debía trabajar -seguir probando la app de siempre- sino que me puse a revisar el código pra automatizar pruebas que el analista más brillante nos había compartido unos meses atrás.

El código se divide en tres partes: sección web, sección de escritorio y sección funcional; al principio nomás estaba funcionando la última; me puse a revisar por qué no estaba funcionando la primera y logré -luego de un buen rato, y consultando varias LLM- que funcionara la versión web.

El resto del día me lo pasé tratando de reparar la versión de escritorio; pero no obtuve ningún resultado -además de aprender un poco de la estructura de los proyectos escritos en Playwright-; por una parte, creo que mejorar en este tema podría ayudarme en futuras oportunidades laborales; por otra parte, no sé.

Al final de la tarde, después del horario laboral, acudí al supermercado más cercano en dirección sur; compré algunas alitas de pollo y un muslo -para el almuerzo del día siguiente-; y un poco de lechuga y bananos.

De vuelta pasé a la tienda de las verduras: se suponía que nomás tendría que recoger el pedido que Rb había realizado más temprano; pero no, llegué y la hija de la señora me comentó que aún no tenía los detalles; llamó a su madre y, un poco después, me entregó una bolsa con el pedido.

Por la noche continuamos viendo el concurso de elaboración de pasteles temáticos -de Netflix, por supuesto-; continué la noche con la meditación a las diez y la última salida de los perros al patio un poco antes de las once; después intenté dormirme, pero tuve muchas dificultades: creo que mi cuerpo resintió el cambio de bolsa de dormir a cama.

El sábado me levanté a las cuatro y cuarenta y cinco; había quedado de reunirme con mi amigo voluntario -el conspiranóico-, en un Mc Donalds que abren bastante temprano, a las seis de la mañana. 

Después de meditar me metí a la ducha; luego esperé un poco pues aún no eran las cinco y media y no quería llegar excesivamente temprano al lugar; al final había olvidado que mi amigo -a veces- llega bastante temprano a nuestras reuniones.

Tomé el automóvil un poco después de las cinco y media pero manejé bastante tranquilo; las calles estaban bastante despejadas a esa hora; llegué al lugar y me estacioné a las cinco y cincuenta y cuatro; le envié un mensaje para avisar que ya estaba por allí.

Pero al conectarme ví que había enviado un mensaje a las cinco cuarenta y seis; entré al lugar y encontré a mi amigo sentado a una mesa infantil; nos saludamos y lo noté algo serio; me comentó que el lugar no le traía muy buenos recuerdos: algunos años atrás había tenido un episodio de delirio de persecución en el lugar.

Mi amigo es muy creativo pero ha tenido varios brotes psicóticos desde su juventud -ahora tiene más de cuarenta años-: al parecer entra en estados maníacos en los que pasa muchos días casi sin dormir.

Invité a desayunar a mi amigo ; luego -aprovechando que había refill de café- también compré un par de pastelillos; la verdad las dos horas que estuvimos en el lugar fueron bastante agradables: mucha conversación.

Algo inquietante -?- es que acaba de cumplir un mes en su nuevo trabajo -en donde debe administrar recursos, incluyendo humanos- y está resintiendo la presión; yo le dí soporte en la confección del currículum que utilizó en sus últimos dos movimientos laborales. 

Un poco antes de las ocho incluso mi amigo me incluyó en la selfie del día; luego, un poco más tarde, le indiqué que debía retirarme -quería regresar a la casa antes de la hora del desayuno de los perros- y nos despedimos; el periférico estaba tranquilo, no así la entrada al municipio.

No recordaba que los sábados ponían el carril reversible de los días laborales: en vez de los dos carriles de entrada y dos de salida colocan tres de salida y nomas uno de entrada; con lo que los tres carriles que alimentan la entrada se reducen a uno.

Pero aún así vine un poco después de las ocho y media; a tiempo de ayudarle a Rb a alimentar a sus perros; se suponía que ella iba a probar mi banquito de meditación, para darle de comer a la perra más anciana:  desde una semana atrás -o así- se la he tenido que estar llevando a la cama para que la alimente.

Como el desayuno había sido bastante escueto volví a desayunar -lo hago frecuentemente los viernes, sábado y domingo-: avena, banano y gelatina; intenté dormir un poco -me costó conciliar el sueño entre las tres y las cuatro cuarenta y cinco-: programé treinta minutos en el temporizador del celular, pero no estoy seguro si me dormí, creo que nomás dormité un poco. 

Cuando el celular sonó me levanté a preparar el almuerzo: había visto un short en Youtube mostrando un burrito -de zanahoria rallada y huevo- relleno de mayonesa de aguacate -huevo duro y aguacate (también le eché un poco de aceite de oliva)-.

Me tardé un poco confeccionando el par de burritos -pero salieron bien- y Rb me ayudó a prepara una sopa con el pollo comprado el día anterior; sacamos a caminar a los perros un poco tarde; después entramos a almorzar.

Después del almuerzo me puse a lavar los trastes: había un volcán de estos en el lavatrastos; luego, mientras los perros comían, preparé un café y un té de manzanilla; después de que los perros comieron fuimos al supermercado que se encuentra en el comercial en donde se estacionan los busitos.

Como ya habían pasado casi veinte días -dieciocho, para ser más exactos- desde la operación de Rb le había pedido que me acomopañara al supermercado; quería comprar los ingredientes para los almuerzos de la siguiente semana -y un par de magdalenas para la visita a mis padres el día siguiente-.

El tránsito de salida del municipio no estuvo muy pesado; y el comercial estaba bastante vacío; estacioné el auto y tomamos las gradas eléctricas -para evitar esfuerzos innecesarios-; utilizamos una carreta en el supermercado pues la lista de compras era algo larga. 

Lo malo es que no habíamos pasado al cajero antes de entrar al supermercado -y la tarjeta de débito de Rb se la repondrían hasta la siguiente semana-; por lo que dejé esperando a Rb antes de pasar a la autocaja del supermercado y utilicé el cajero automático del banco en el que me pagan el salario quincenal.

La cuenta fue de más de cincuenta dólares; pasamos al área de paquetes para que validaran el ticket del parqueo y luego nos dirigimos a la farmacia que está en el mismo nivel; allí le pedí a Rb que me esperara pues había otro cajero a donde me había enviado una transferencia móvil.

Pero el cajero -al lado del banco- no estaba funcionando; iba a retornar a la farmacia pero recordé que dos niveles arriba había otro cajero; así que me dirigí hacia allí -andaba cargando todas las compras-; el cajero funcionó correctamente y bajé con otros sesenta dólares.

Y es que había previsto pasar a llenar el tanque del auto -lo hago siempre antes de viajar a donde mis padres, para hacerme cargo personalmente del combustible que consumo en el viaje (son más de cien kilómetros)-; salimos del comercial y, cuatro o cinco calles más tarde entramos a la gasolinera -fueron quince dólares-.

Por la noche vimos el penúltimo capítulo de la edición de Halloween de una competicion de pasteles; como había previsto llevar emparedados a la visita del día siguiente preparé la bolsa completa; luego me comí las tapas del pan, con un poco de frijoles.

El domingo -al igual que el día anterior- volví a dormir muy poco: me levanté a las tres de la madrugada, para alimentar a la perra más anciana, luego volví a la cama y, aunque me costó conciliar el sueño, me quedé acostado hasta las cinco menos cuarto.

A esa hora me levanté a meditar, luego tomé una ducha; desde la noche anterior habia metido al auto todo lo que tenía que llevar al puerto: el saco con la comida para perros, la cafetera, agua pura; incluso el par de magdalenas que había comprado en el supermercado.

A las cinco y media arranqué el automóvil e inicié el trayecto hasta la casa de mis padres; la primera parte del camino estuvo bastante tranquila; pero la segunda mitad -nuevamente- fue bastante complicada: están construyendo una autopista por lo que, en la mayor parte, hay únicamente un carril en cada dirección.

Además, casi al setenta y cinco por ciento de la distancia, hubo una parte de varios kilómetros en donde la carretera está realmente mal: aparentemente nomas han estado vertiendo una capa de asfalto sobre la anterior; dejando una superficie en pésimas condiciones -muchas grandes grietas-.

Con todo, llegué a mi destino final casi a las siete y media; encontré a mi madre fuera de la casa y me bajé del auto a mover algunos sacos con material de reciclaje -mi madre continúa acumulando este tipo de material para venderlo en una recicladora- pues no habia espacio para estacionar el auto.

Después de estacionar el auto bajé el saco de alimento para perros; mi madre me comentó que mi padre no se encontraba: el día anterior uno de sus hermanos -quien vive a un par de kilómetros- llegó a traerlo para un viaje a la aldea de donde provienen.

Por lo que tuve una jornada bastante diferente a las últimas: usualmente mi padre acapara toda la atención -sus conocimientos de muchas areas son bastos- y mi madre se mantiene al margen; ahora -como en alguna otra ocasión- hemos podido conversar más libremente.

Calenté un poco de agua, preparé un par de tazas de café instantáneo y desayunamos con una de las magdalenas -y los sandwiches de jamón y queso-; después estuvimos conversando un poco sobre las últimas novedades familiares.

Después de completar el desayuno fuimos a la antigua presidente del comité de vecinos a entregarle la otra magdalena; la señora estaba algo indispuesta -al parecer se había golpeado un pie con la motocicleta- y nomás estuvimos un rato allí.

Le propuse a mi madre que salieramos a caminar -el sol no estaba muy fuerte- y nomás retornamos a verificar que el portón de la casa estuviera asegurado; luego salimos de la colonia y tomamos la carretera principal.

Caminamos dos o tres kilómetros, pasando frente a la cassa del hermano de mi papá con quien andaba de viaje; luego entramos a un par de senderos en un área bastante agreste; retornando un poco más tarde a la casa de mis padres.

A las diez de la mañana me despedí de mi madre y empecé el camino de regreso; llamé a Rb para comentarle que iniciaba el retorno (no habia podido comprar el día de servicio de internet que usualmente adquiero) y comencé el trayecto.

La primera parte del viaje fue bastante lenta, especialmente los kilómetros con muchas grietas en la carretera; pero la segunda mitad no estuvo tan mal; al final un poco después de una hora y cuarenta y cinco minutos estaba entrando a la gasolinera que se encuentra en el extremo del boulevard.

Rellené el tanque de gasolina -exactamente la misma cantidad que el día anterior-; Rb me llamó justo cuando estaba bajándome del auto y le comenté que en unos minutos estaría en casa.

Estacioné el auto y bajé un racimo de plátanos verdes que mi madre le envió a Rb -el miércoles, cuando la llamé le había comentado que no queríamos pescados por el período actual de reposo-; me sentía bastante cansado.

Esperamos hasta las doce y media y sacamos a caminar a los perros; la caminata con la perra más pesada se está volviendo cada día más tediosa: la perra, por alguna razón, se niega a caminar en varios sectores del camino; debo jalarla y es bastante pesada.

Las dos vueltas con el perro son más tranquilas: no se niega a caminar, y ahora Rb nos está acompañando la mayor parte del recorrido; después de entrar -y recoger los desechos de los perros en el patio- Rb se puso a preparar las alitas dominicales.

Yo preparé un par de ensaladas -bastante grandes- y calentamos un poco de caldo que nos había sobrado del día anterior; yo había desayunado cuando volví -avena y bananos- y sentí que el almuerzo fue demasiado grande.

La verdad sentí bastante modorra después del almuerzo y me recosté un rato; no me pude dormir pues me estaba sintiendo incómodo por el almuerzo excesivo; acordamos con Rb tomar una siesta después de alimentar a los perros a las tres menos cuarto.

Ayude a Rb con el almuerzo de los perros y luego jalé la almohada de la cama en la que duermo y me acosté en la cama de ella; al principio nomás permanecí aletargado durante un buen tiempo -escuchando los ronquidos de Rb- pero luego me quedé dormido.

Un poco antes de las cinco de la tarde escuché que Rb se levantaba y salí de la habitación para ayudarle a preparar los almuerzos de la semana: pollo con manzanas verdes; tuve que pelar y cuadricular ocho o nueve manzanas.

Por la noche vimos el último capítulo de la competencia de preparación de pasteles que habíamos empezado a ver a mediados de la semana; después de alimentar a los perros -a las ocho y cincuenta- dividimos los almuerzos en cuatro porciones y los refrigeramos.

El lunes estuvo bastante tranquilo; con los perros y el trabajo: la reunión de la mañana no tuvo muchos sobresaltos; pero, luego de la misma, el supervisor en el Imperio del Norte me escribió para indagar si había completado los reportes de incidentes.

Le comenté que sí, pero que coordinaría con el PM para ver si había alguno más que debiera creares -y si habian: diez-; después de la reunión -y mientras desayunaba- puse manos a la obra y completé la tarea antes de media mañana.

El resto del día lo pasé casi inactivo -al menos en cuestión laboral-; al mediodía consumimos la primer porción del pollo con manzanas verdes que habíamos preparado el día anterior -lo acompañamos con una porción de coditos de arroz.

Como el segundo de los racimos de bananos verdes finalmente empezó a madurar no hubo necesidad de acudir al supermercado a proveernos de esta fruta; sin embargo, me tocó acudir al centro comercial pues Rb necesitaba medicina antiparasitaria para sus perros.

Un poco antes de las cinco caminé hasta el supermercado más cercano en dirección sur; el trayecto es bastante corto -quizá medio kilómetro- y cuando llegué encontré al veterinario en la sala de espera.

Le comenté de las últimas molestias de salud de la perra más anciana -la semana anterior habia tenido un fluido viscoso en la orina, y esta semana Rb le había estado aplicando sávila pues se notaba irritada-; me indicó que lo mas seguro sería realizar un cultivo; así que a ver cuando hay que llevarla.

Recibí las pastillas y retorné a casa; durante la noche estuve viendo la primera parte de Detective Pikachu, y una pequeña parte de la versión del dosmil seis de Death Note; como el día siguiente iniciaban mis vacaciones quité todas las alarmas entre las tres y las ocho y cuarto.

También participé -entre siete y ocho de la noche- en la primera reunión -virtual- que organizó la encargada de la actividad educativa en la que participaré el otro año como voluntario -el título es Challenge Master, aunque aún no tengo claro toda la implicación-.

A la reunión acudimos once personas -incluyendo la organizadora- y allí me enteré que su esposo -trabajamos juntos hace algunos años y fue quien me invitó a unirme a la actividad- es el director del proyecto (ella es como la coordinadora general, o algo así).

También me enteré de que -salvo la otra chica que tomará los niveles académicos más bajos (yo me hago cargo de Secundaria y Universidad) y yo- todos han estado involucrados por varios años.

Como no pude asistir a la reunión anterior -fue presencial y me avisaron apenas un día antes- investigué un poco sobre la naturaleza del proyecto y me dí cuenta que asistí a una edición -como padre de participante- cuando mi hija mediana estaba en su segundo año de bachillerato.

Y a ver cómo sigue eso...

sábado, 6 de diciembre de 2025

Esas estafas... Those scams... Ces arnaques...

Esta semana paso algo raro -o quizá no tanto-: el miércoles llamaron a las tres de la mañana a Rb para confirmar el consumo de su tarjeta en un sitio de apuestas en línea; por supuesto que era una estafa.

Cuando Rb se levantó -a las ocho- me comentó lo que había pasado y llamó al servicio al cliente del banco en donde tiene su cuenta bancaria; pero no es la primera vez que pasa: cuando viajó a Medellín hace cinco o seis años le aparecieron un par de consumos de un restaurante de comida rápida local.

Y luego, uno o dos años después, le cargaron un consumo de un servicio de almacenamiento en la nube -en el Imperio del Norte-; en ambas ocasiones -y ahora también- la medida ha sido bloquear completamente la tarjeta de débito.

Lo que significa que, por el momento, nos hemos quedado sin un medio de pagar con tarjeta en los comercios -o sacar dinero de esta forma en los cajeros automáticos-; y que habrá que ir al banco -cuando Rb se sienta cómoda viajando (o caminando)- para obtener una nueva.

Y a ver cómo sigue eso... 

El domingo la alarma sonó a las tres de la mañana; estaba bastante dormido, por lo que me costó levantarme; y cuando salí de la habitación encontré al perro de Rb parado en la sala; y a la perra más anciana caminando.

Saqué al patio al perro y Rb me comentó que había estado chillando; al parecer andaba con molestias estomacales; le dí el pollo -y la pastilla- a la perra más anciana, luego le apliqué gotas en los ojos, y después la saqué al patio trasero.

Cuando la perra rascó la puerta permití que entrara, luego me despedí de Rb y retorné al saco de dormir; pero me costó conciliar el sueño; estuve -durante lo que sentí como mucho tiempo- dando vueltas hasta que, finalmente, concilié nuevamente el sueño.

Al igual que el día anterior, había quitado todas las alarmas, para despertarme al as ocho y veinte; le eché agua a la comida de la perra más pesada y medité durante veintidós minutos; luego salí a darles el desayuno, y a preparar mi desayuno dominical.

Luego del desayuno hice algunas lecciones de Duolingo, después estuve viendo algunos videos de Youtube; al mediodía Rb preparó -por primera vez después de un par de semanas- las alitas dominicales de costumbre; las cuales consumimos con un par de ensaladas.

A las tres y media me vestí e inicié la caminata hasta la pizzería que se encuentra en el comercial en donde usualmente abordamos los buses intermunicipales; llegué al lugar un poco antes de las cuatro y ví a mi amigo Testigo de Jehová esperando frente al lugar.

Procedimos a acomodarnos en una de las mesas del interior y ordenamos un par de cafés y pasteles (ambos ordenamos pastel de tres leches, pero no tenían en existencia, por lo que yo pedí uno de chocolate y mi amigo un pie de queso); un poco más tarde ordenamos también un par de porciones de pizza.

Nos estuvimos en el lugar por un poco más de una hora, entre café -había refill-, pastel, pizza y conversación; luego de este tiempo me hice cargo de la cuenta -como diez dólares- y nos despedimos; entonces entré al supermercado vecino a comprar aguacates y bananos.

Cuando retorné a casa nos metimos a la cocina a preparar los almuerzos de la semana: zanahoria, güisquil y champiñones mezclado con pechuga de pollo y algunas hierbas; lo que dividimos en cinco porciones; luego me dí cuenta que no había preparado gelatinas para mis desayunos, pero Rb me obsequió una de las suyas -de mango- para empezar la semana. 

Por la noche vimos un capítulo de una competencia de horneo de pasteles -en su versión holiday-; también ví un capítulo de Stranger Things, la quinta temporada; al final de la noche pude dormirme un poco antes de las once: he estado realizando la meditación nocturna a las diez.

El lunes no hubo ningún incidente a las tres de la madrugada; nomás le dí el pollo al a perra, le apliqué las gotas en los ojos, la saqué al patio y, cuando entró, volví a la cama; eso sí, quité todas las alarmas hasta las ocho y cuarto.

A esa hora me levanté a echarle agua a la comida de la perra más pesada y luego medite durante veintidos minutos; después salí a darles de comer a los perros, y a prepararme el desayuno.

Después de desayunar abordamos el auto con Rb: le tocaba la primera revisión luego de su cirugía -en la que se suponia debian quitarle el hilo quirúrgico-; salimos un poco después de las ocho y media y Rb se fue desayunando en el camino.

Habíamos estimado que el viaje nos tomaría hasta dos horas: el tránsito en el municipio es muy pesado por la mañana -casi a cualquier hora, realmente-, pero, afortunadamente, nos tomó nomás un poco más de una hora.

Un poco después de las nueve y media estaba estacionándome casi en el mismo lugar en el que dejé el auto un par de semanas antes cuando fuí a recogerla luego de la cirugía; pero, en esta ocasión, el par de indigentes que se mantienen 'cuidando' los autos se acercaron para informarme que la cuota era de dos dólares 'sin importar el tiempo'.

Entramos a las clinicas y nos tardamos bastante en la cola para pagar la consulta; luego nos tardamos bastante en la espera de la ginecóloga; un poco después de las diez y media entramos a consulta.

La ginecóloga revisó a Rb y confirmó que todo iba como se esperaba; también la subió a una camilla, para retirarle el hilo quirúrgico; la consulta tardó menos de media hora y luego salimos a abordar el auto -y a pagarle a los indigentes-.

Retornamos a casa un poco después del mediodía; nos esperamos un rato y luego sacamos a caminar a los perros; desde el día anterior Rb ha estado acompañándome una parte del camino cuando es el turno del perro.

Después de las caminatas caninas nos servimos la primera de las porciones que preparamos el día anterior, junto con una pequeña porción de fideos de arroz; después del almuerzo lavé los trastes y preparé las gelatinas para los desayunos del resto de la semana.

Por la tarde realicé los traslados que hago el primer día del mes: la suma que le transfiero a Rb por vivir en su casa y la cuota mensual de mantenimiento del departamentod de mis hijos; además, preparé -y envié por whatsapp- un mensaje proponiendoles un potluck para el día antes de navidad.

Como usualmente tengo libre la tarde del veinticuatro de diciembre; y mis dos hijos menores tienen el miércoles  como día de descanso -la grande empieza a trabajar a las cinco de la tarde- espero que podamos compartir un par de horas de ese día; por la noche vimos otro capítulo de la serie de competencia de pasteles.

El martes volví a la programación regular: no me costó mucho conciliar el sueño después de las tres de la mañana, y tenía la alarma del reloj para las siete y media; para meditar y luego entrar a la reunión diaria.

La reunión estuvo tranquila y después de la misma me preparé el desayuno; luego me quedé trabajando en la mesa del comedor -viendo algunos artículos de The Hacker News, realmente-; un poco más tarde Rb movió -por primera vez en un par de semanas- su computadora de la cama a la misma mesa.

El resto del dia fue más o menos como las últimas semanas (meses?); excepto que a la una y media el supervisor nos llamó a la reunión diaria -la tiene programada como diaria pero durante las últimas dos o tres semanas casi nunca la ha realizado-; en esta ocasión empezó a revisar el avance de la última asignación.

Yo había actualizado mi avance -o lo que tomaba como avance- más temprano pero, por alguna razón, los cambios no fueron grabados; de todos modos le dije que ya iba al ochenta por ciento de avance; entonces procedió a asignarnos las tareas del analista que menos bien me cae -andaba de vacaciones, hasta el viernes-.

Al analista más brillante de los tres le asignó un par de las tareas; y al analista que vive en la Ciudad Colonial le asignó muchas más; a mí nomás me asignó una; pero creo que era la más complicada (o al menos, en mi caso, nunca había realizado la misma).

Un poco antes de la hora de salida llamé a mi compañero que mejor me cae -el más inteligente- y le pedí ayuda con la realización de la tarea que me habían asignado; pero la verdad es que él tampoco sabía mucho del tema; revisamos el documento y al final me ofreció ayudarme al día siguiente, a las cuatro o cuatro y media de la tarde.

La verdad me sentí bastante desanimado por el asunto; pero creo que me ayudó caminar un poco -luego del horario laboral-: caminé al supermercado más cercano en direccion sur y compré un poco de bananos para los desayunos -y las cenas-.

Por la noche vimos un capítulo de la competencia de pasteles que habíamos estado viendo últimamente con Rb; también, antes y después de meditar, ví una parte del capítulo cuatro de la quinta temporada de Stranger Things.

El miércoles me levanté con un poco de mejor ánimo: desde la noche anterior me estuve diciendo que -al final- todo iba a estar bien; o sea, me había resignado a que pasaría todo el día esperando a la hora de la reunión con el analista que mejor me cae.

Me levanté a las siete y media, medité y entré a la reunión diaria; en la cual vimos los últimos incidentes reportados; y, es que de hecho, al final de la tarde -y noche- anterior, me había puesto a crear seis reportes que me había pedido mi supervisor.

Después de la reunión diaria programé la que esperaba tener a las cuatro de la tarde; pero, un rato después, el analista me escribió para comentarme que tenía disponibilidad para revisar el documento.

Estuvimos trabajando casi una hora en la realización de las actividades del mismo; la verdad es que estaba bastante complicado: la información no era clara y estaba -bastante- descontinuada; además le faltaban detalles técnicos -había referencias a varias carpetas pero no a los servidores en donde estaban-.

Al final marqué las cinco o seis casillas como completadas; y el resto del día estuve tratando de replicar alguna de las partes de las que aun tenía algunas dudas; una hora antes de que terminara el horario laboral hice la limpieza semanal de pisos.

Y después de las cinco de la tarde me dirigi a la tienda de las verduras: Rb había enviado un poco antes el pedido de sus frutas semanales -y una papaya-; cuando retorné pelé y troceé la última -Rb ya se está haciendo cargo, nuevamente, de la preparación previa-.

El jueves estuvo bastante tranquilo; el día anterior le había indicado a Rb que esperaba que el siguiente lunes retomara su actividad de las tres de la madrugada -alimentar a la perra, echarle gotas en los ojos y sacarla al patio-.

También -el día anterior- habíamos probado el uso de mi banco de meditación para que le dé de comer a su perra más anciana en el piso: el martes siguiente empezaba mi periodo de siete días de vacaciones y planeaba ausentarme en diversos horarios.

Y es más, el martes por la noche había llamado a mi madre para comentarle que llegaría a visitarlos el domingo; así que, al menos ese día, no planeaba estar a la hora en la que los tres perros toman su desayuno (a las nueve menos cuarto).

Entonces, el jueves empezó tranquilo: comida, gotas y salida de la perra a las tres; luego me costó un poco conciliar el sueño pues Rb notó que había agua alrededor de la porcelana del baño (un par de días antes también habíamos notado, pero en esa ocasión yo había derramado agua del lavatrastos).

No pudimos identificar la fuente de la fuga; y me estuve dando vueltas en la cama, pensando en lo que podría ser y cómo deberíamos tomar cartas en el asunto para eliminar la fuga.

De todos modos me levanté bastante descansado a las siete y media; medité y luego entré a la reunión diaria del equipo; la cual estuvo bastante normal: no he reportado ningún nuevo incidente después del último para de hace unos días.

El resto de la mañana pasó sin muchas novedades; le apliqué gotas a la perra a las diez de la mañana  y luego me fuí a meter a la cama con Rb; quería descansar por una hora -antes de las gotas de las once-; a esa hora me levanté y procedí con la aplicación.

Después revisé mis computadoras para ver si tenía alguna novedad; me encontré con dos mensajes: uno del otro analista que me cae bien, comentándome que mi supervisor andaba preguntando por mi persona; el otro de mi supervisor, nomas saludando.

Pero el analista me comentó que estaba en una reunión -llegué dos minutos tarde-; que es la que realizan cada dos semanas el penúltimo día de la semana; y a la que casi no acudo porque -casualmente- coincide con los jueves que he estado tomando -obligatoriamente- libres desde hace un par de años.

En esta reunión participa el jefe de mi supervisor -me parece que es el organizador- y es bastante tediosa: cada uno de los analistas debe comentar sobre lo sucedido en la última quincena -o semana-.

Cuando entré a la reunión uno de los originarios del subcontinente asiático estaba comentando sobre las dificultades que había encontrado mientras completaba sus tareas; se tomó bastante tiempo.

Luego el jefe de mi supervisor habló sobre el equipo local -habíamos tres analistas presentes pues el más brillante del equipo empezó un par de días de vacaciones-; cuando preguntó sobre los avances el otro anlista le comentó sobre las tareas que habíamos estado realizando.

A continuación nos preguntó sobre dificultades encontradas; allí aproveché para hablar: indiqué que no habíamos encontrado ningún incidente crítico; y los que habíamos encontrado los habíamos reportado en la hoja de cálculo creada para el efecto.

Después se enredó en una conversación con mi supervisor sobre un tipo de pruebas que desarrolló el analista que está de vacaciones y sobre las dificultades para realizarlas; al final siento que nomás quiere quedar bien con el jefe -como la mayoría, creo-.

Al mediodía saqué a caminar a los dos perros grandes; primero he estado sacando a la más pesada -se ha estado resistiendo más de lo acostumbrado a la caminata- y, en las dos vueltas con el perro, Rb me ha estado acompañando.

Almorzamos la cuarta porción de los almuerzos; luego lavé los trastos y después estuve viendo algunos videos de Youtube; hasta la hora de alimentar a los perros, a las tres menos cuarto; después preparé un té de manzanilla y una taza de café.

Como estábamos muy bien provistos de bananos -teníamos algunos en el refrigerador y unas de las dos pencas que había estado sin madurar durante mucho tiempo por fin había empezado a hacerlo- no me tocó que ir al supermercado.

Nomás salí -después del horario laboral- a la panadería de la vuelta, a comprar el pan para los desayunos del fin de semana -aunque me dí cuenta luego que nomás el viernes desayunaría en casa- y un par de cubiletes con chispas de chocolate.

Y a ver cómo sigue eso... 

domingo, 30 de noviembre de 2025

Lectura e idiomas... Reading and languages... Lecture et langues...

Estoy -despues de varios años- en un período de no lectura; me ha ocurrido varias -muchas?- veces en la vida: de pronto no leo; lo que me preocupa; en algunas ocasiones han sido las circunstancias: contexto familiar, laboral o social.

En otras ocasiones se ha tratado de decepción lectora -no sé si se ha acuñado la expresión, pero sospecho que sí-: a veces no le hallo sentido a la lectura; o sea, enterarme de la opinión de otra persona sobre un tema; o de la exposición -en prosa o verso- de una experiencia.

En esta ocasión -creo que- se trata de una combinación de lo primero con lo segundo: llevo diez días de hacerme cargo de la mayor parte de las tareas domésticas -y de los perros de Rb-; lo peor es la interrupción del sueño.

O sea, Rb tiene la creencia que su perra más anciana debe ser alimentada cada seis horas -por aquello de una pancreatitis -crónica-; entonces, desde hace cuatro o cinco años se levanta a las tres de la madrugada a darle un par de onzas de pollo cocido.

A mí me ha parecido un soberano sinsentido -pero también es cristiana, y la he aceptado como es-; y, como no me afectaba, me decía: es su vida, son sus decisiones; pero ahora sí me afecta: como no puede inclinarse, llevo diez días de estar interrumpiendo mi descanso nocturno para darle de comer a la perra a las tres de la mañana.

Lo que espero que no se alargue por más de otras dos o tres semanas -realmente no creo que pueda aguantar más de ese tiempo-; he bajado el número de día para hacer la limpieza de dos a uno; y he ido, con el transcurso de los días, transfiriendo algunas actividades a Rb -como servir la comida de sus perros-.

Eso por el lado físico; por el lado anímico lo que me ha estado bloqueando es la lectura de libros 'serios'; o sea, el libro de Francés está un poco complicado -l'anomalie- y el libro en portugués es algo técnico -Agilidade Emocional-; pero, el libro de la línea de tecnología se me está haciendo cuesta arriba: DevOps.

Y es que es una combinación de resistencia a la lectura por la parte aridez del tema - es como la base teórica y formal de DevOps- y, por otra parte, me pone en frente la pregunta de qué haré en el tiempo que me queda de vida laboral.

O sea, llevo mas de doce años de dedicarme a mi función actual -más o menos- y no me llama la atención 'explorar' nuevas áreas profesionales: no quiero regresar a la parte industrial de mi carrera -especialmente administrar gente-.

Ni quiero pasarme a desarrollar, o retornar a implementar ERPs -o alguna tecnología similar-; o a impartir trainings, o a dirigir un laboratorio de calidad, o a implementar sistemas de gestión de calidad.

Y sobre lo segundo: he dejado de estudiar idiomas en Duolingo; o sea, pasé más de tres años tomando lecciones de Francés -avancé mucho en lectura y escucha; no mucho en escritura y menos en pronunciación- y varios meses en portugués.

Sigo -con dificultades- leyendo libros en francés y en portugués -en el primero he leído más de una docena, en el segundo dos o tres-; pero he dejado de completar lecciones de ambos idiomas en Duolingo.

La app cambió la forma en la que distribuye la publicidad en la versión sin costo: ahora hay que ver anuncios cada dos o tres lecciones; por lo que, durante las últimas semanas, me he dedicado más a jugar partidas de ajedrez.

Se supone que debería estar mejorando mi nivel de ELO -me había puesto como meta de fin de año llegar al nivel de mil quinientos- y, aunque en algunas ocasiones he llegado hasta los mil cuatrocientos puntos, mi promedio se ha mantenido alrededor de los mil trescientos cincuenta.

Y a ver cómo sigue eso... 

El trabajo estuvo bastante suave -o al menos eso parecía- durante el martes; o sea, pude estar en la llamada de una hora con esa app como intérprete voluntario -también saqué la basura e hice alguna otra pequeña actividad en el ínterin-.

Un poco antes de mediodía recibí un mensaje de la persona que me contactó la semana anterior para que la ayudara como voluntario; me dió acceso a la plataforma de la actividad y pude enterarme un poco más de los detalles.

Y, al final, resulta que la actividad no me es completamente desconocida: en el segundo año de mi hija mediana (becada) en uno de los colegios más caros del país asistí -también llevé a mis otros dos hijos- a la edición que hicieron en el lugar de esta actividad.

Es una iniciativa global: en muchos países se organizan grupos de jóvenes para presentar temas científicos, técnicos, artísticos, entre otros; la duración de la presentación es de ocho minutos y, al parecer, debo darle apoyo al grupo de esta universidad -de papel- que presentará el tema científico este año.

Al mediodía consumimos la segunda porción de la comida que preparamos el domingo; también extraje un poco del jugo de los plátanos cocidos que Rb ha estado consumiendo durante la mañana y la noche.

En el almuerzo le agradecí a Rb por la preparación de las comidas de sus perros; y además le comenté que planeo salir el sábado y domingo: el primer día espero ir a ver a mi hija mayor, por lo que le pregunté si habría inconveniente en alimentar media hora antes a sus perros; no puso objeciones.

El domingo será -espero- un poco más fácil: le propuse a mi amigo Testigo de Jehová que nos tomemos un café en la pizzería del comercial en donde tomamos los buses intermunicipales.

Como llegar al lugar -a pie- no me toma más de quince minutos, no creo que la ausencia sea más de un par de horas; y, de acuerdo al horario, entre dos y cuarenta y cinco y siete de la noche no hay ninguna actividad con los perros.

Al final de la tarde, después del horario laboral, me dirigí a la tienda verde de descuentos, quería comprar un aireador para la llave de agua del lavatrastos (está muy alta y estoy dejando un reguero de agua cada vez que lavo platos).

El aireador me costó dos dólares y medio -también compré un botecito de salsa de soya-; luego me pasé a la ferretería en la que usualmente nos proveemos de implementos para la casa: queria comprar un adaptador para instalar el aireador en la llave del lavatrastos.

Pero no encontré; o sea, encontré dos adaptadores de pvc hembra; pero temí que no fueran a funcionar; estuve un gran rato en el lugar y luego empecé mi retorno a casa; por la noche estuve viendo algunos videos en Youtube del canal Herejes. 

El miércoles fue un día bastante tranquilo; se suponía que iban a liberar una nueva versión de la aplicación que probamos; pero eso lo hicieron hasta casi el mediodía; a media mañana tuve la reunión bisemanal con mi supervisora local.

Aproveché la misma para comentarle que no iba a poder participar en el convivio de fin de año del equipo: la celebración la realizarán en la ciudad colonial; se supone que las actividades laborales finalizarán a las nueve de la mañana; pero la actividad -al parecer- abarcará toda la tarde.

Estuvimos  conversando un poco sobre la situación en la que me encuentro actualmente (haciéndome cargo de la mayor parte de las actividades domésticas, debido a la convalecencia de Rb); ella también acaba de mudarse de departamento pues a principios del próximo año le dará la bienvenida a su segundo bebé.

Por la tarde fui a la ferretería a comprar un par de adaptadores hembras de PVC y utilice un trozo de tubo del mismo material para instalar el aireador en el lavatrastos; pero no funcionó: un extremo se enroscó bien en la llave del agua, pero en el otro extremo el aireador no quedó bien: el diámetro de la rosca es más pequeño que la rosca del PVC.

Por la noche estuve viendo el final de la última película de Predator: Badlands; la verdad me pareció aceptable, aunque he leído muchas opiniones encontradas en la web; también continué viendo algunos videos de Herejes. 

El jueves fue el segundo día de vacaciones forzadas del mes; Rb me había preguntado (!) si iba a salir, pero le confirmé que prefería quedarme todo el día en casa; para ayudarla con la recuperación.

Y al final, muy tarde, me dí cuenta que no era un buen día para pedir vacaciones: justo ese día, por ser el Día de Acción de Gracias, las actividades en el trabajo bajan casi a cero, pues todos los compañeros en el Imperio del Norte están de asueto.

A media mañana me dirigí -nuevamente- a la ferretería a la que había acudido un par de días antes; ese día había encontrado un adaptador de pvc en donde la manguera del aireador quedaba bastante ajustada -aunque no completamente-; compré uno de esos.

Almorzamos lo mismo que toda la semana: arroz con hígados y mollejas de pollo, zanahoria y chile pimiento; intenté una nueva instalación con los dos adaptadores de pvc de la ferretería pero no volvió a funcionar nuevamente: en esta ocasión sellé el aireador con silicón; pero la rosca de PVC no entró en la llave del agua; lo desinstalé por completo.

A media tarde me dirigí a los supermercados en dirección sur; pero nomás al más cercano; en donde compré un poco de lechuga, para el almuerzo del sábado; también compré bananos y una nueva bolsa de marshmellows.

En la panadería de la vuelta compré el pan para los desayunos del viernes, sábado y domingo; por la noche ví el primer capítulo de la quinta temporada de  Stranger Things (la habían estrenado el día anterior, pero creo que esa noche ví un capítulo de Is It Cake? con Rb).

El viernes (Black Friday) también estuvo bastante tranquilo el trabajo: a la reunión diaria apenas acudimos cuatro o cinco personas -menos de la mitad de la asistencia regular-; no asistió mi supervisor.

Traté de  avanzar un poco en las tareas pendientes; de hecho reporté un par de cuestiones que encontré en la revisión de un par de funcionalidades, que he estado probando desde hace algunas semanas.

Pero, en general, el día transcurrió casi de la misma forma que el resto de la semana: dándole de comer a los perros, sacándolos al patio -y a su caminata diaria- y aplicándole gotas oftalmológicas a la perra mas anciana.

Un poco antes de las cinco me dirigí a los supermercados en dirección sur; en el más cercano compré tres libras de fajitas de pollo -para los almuerzos de la siguiente semana-; de vuelta pasé a la tienda, por el pedido que Rb había realizado en el lugar.

Por la noche vimos el capítulo final -de tres, nomás- de It is Cake? version Holiday; luego estuve viendo una parte de una película de acción con la protagonista de la serie de películas de Underworld.

El sábado, después de darle el pollo -a las tres de la madrugada- a la perra más anciana, quité todas las alarmas de temprano, dejando como primera la de las ocho y cuarto; a esa hora me levanté a echarle agua a la comida de la perra más pesada, luego medité durante veintidós minutos. 

Después de meditar le dí la comida a los perros; luego le apliqué unas gotas a la perra más anciana; y me preparé el desayuno de los sábados; y compartimos con Rb el desayuno, en la mesa del comedor.

La noche anterior Rb me había pedido que acudiera a la farmacia, a comprar un par de cajas de una medicina antiflatulenta -y un bote de salicicato de bismuto, para el perro-; pero, como tenía que comprar carnitas para el almuerzo con mi hija mayor, había decidido salir hasta las once de la mañana.

Y es que a las diez y a las once hay que aplicarle una gota de diferente tipo a la perra más anciana; a las once me dirigí a la farmacia en dirección norte; el tránsito se veía bastante pesado -aunque yo me movilicé a pie-.

Compré en la farmacia las dos medicinas que Rb me había solicitado y luego pasé a la chicharronera cercana a la casa, a comprar la comida (Keto) con la que he obsequiado a mi hija mayor los últimos meses.

Al mediodía calentamos la última porción de la mezcla de arroz, hígados y mollejas de pollo, zanahoria y chile pimiento; la verdad es que el sabor ya se sentía un poco diferente; pero, me imagino que es lo que sucede a la mayor parte de alimentos conservados en refrigeración.

Después del almuerzo preparé un par de ensaladas, las cuales empaque, junto con un par de coquitas, las carnitas, y platos y cubiertos, en la mochila con aislante hermético; luego tomé una ducha y, a las dos y cuarto, abordé el auto para dirigirme a la casa de mis hijos.

Cuando salí el boulevard se veía bastante despejado; pero, unas pocas calles más adelante, el embotellamiento vehicular se notaba terrible; por lo que me pasé sobre el bordillo del boulevard y tomé el sentido contrario para entrar a la ciudad por el otro acceso.

El tránsito en la otra dirección tampoco estuvo tan fácil; o sea, el flujo no estaba detenido en ningún tramo, pero en varios sectores había autos estacionados a la vera del camino, reduciendo los dos carriles de circulación a solo uno.

De hecho continué conduciendo por el carril que estaba parcialmente ocupado, y pasé golpeando el retrovisor de un auto más o menos del mismo tamaño; y raspando la puerta de un pickup bastante más alto que el auto de Rb.

Afortunadamente ninguno de los dos autos me interrumpieron -creo que solo el primero estaba ocupado, cuando ocurrió el incidente- por lo que continué conduciendo hasta entrar a la vía de entrada a la ciudad.

La cuesta de entrada estaba bastante concurrida; pero, aquí hay cuatro carriles -en el otro únicamente dos-; de todos modos me tocó que llamar a mi hija mayor, pues apenas estaba entrando al a ciudad cuando ví en el celular que quedaban cinco minutos para las tres.

Al final llegué a la casa de mi hija como a las tres y veinte; me estacioné en el lugar reservado y subí al séptimo nivel; entré al departamento y me anuncié; pero al no recibir respuesta inicié una llamada en whatsapp; sin embargo, mi hija salió -casi en el acto- de su habitación.

Nos dirigimos al parque temático aunque ya era bastante tarde; tenia la impresión que cerraban el acceso a las cuatro de la tarde -y que desocupaban el lugar a las cinco- pero llegamos un poco antes de las cuatro menos diez.

Preguntamos en la entrada -hay dos puntos de control- y nos comentó la guardia que usualmente cierran el acceso a las cuatro y el parque a las cinco; pero que ya estaban en jornada de fin de año; lo que significa que cierran el acceso a las ocho y el parque a las nueve.

Nos dirigimos al area social techada, pero esta estaba reservada; por lo que buscamos un lugar alternativo; afortunadamente encontramos libre la banca bajo dos -o tres- árboles en la que hemos almorzado varias veces.

Procedimos a almorzar -yo ya había almorzado en la casa de Rb, pero no me pareció adecuado nomás acompañar a mi hija-; mi hija también habia llevado un hermético con varios brownies de chocolate -de bajas calorías-.

Estuvimos un buen rato en el lugar, después nos dirigimos a la rueda de Chicago; al principio creí que no estaba funcionando -habíamos tratado de ver desde donde estábamos almorzando y no se veía en movimiento-, pero sí, estaba funcionando y nos subimos.

Luego -ya eran más de las cinco- empezamos el camino de regreso a casa; retornamos cuando ya estaba oscureciendo, pero no tuvimos ningún inconveniente volviendo al departamento; en donde estuvimos -en el espacio ahora designado como sala- hasta las seis y veinte.

A esa hora me despedí de mi hija -ella bajó a acompañarme al parqueo- e inicié el viaje de vuelta a casa; el tránsito estaba mucho más despejado por lo que, un poco antes de las siete, estaba parqueando el auto frente a la casa de Rb.

Vine a cenar -aunque la comida del día habia sido copiosa: dos desayunos y dos almuerzos- y después estuvimos viendo con Rb un capítulo de una competencia de preparación de pasteles -aunque nomás vimos la mitad pues el episodio tarda casi hora y media-.

Y a ver cómo sigue eso.