El lunes pasado fui a cenar a mi casa. Una torta mejicana. No me fui con el compañero del BMW sino que decidí esperar a la compañera de mi jefa con la que me llevo bien, planeaba preguntarle en su automóvil si aún estaba abierta la plaza de proyectos a la cual apliqué. Al final no me fui con ella porque tenía otro compromiso y terminé yéndome con otra analista. Me pasó a dejar cerca de mi casa.
El martes me tocó que entrar super temprano. Nos habían citado con Ant y Fri para asistir a una conferencia en una de las nuevas universidades privadas del país. De siete a once. El tema era sobre las diferencias entre las generaciones en el ámbito laboral. No estuvo tan mal. Además, ese día nos habían convocado para la comida tradicional que ocurre en esta institución cuando un colaborador ingresa a una nueva área –ya sea contrato inicial o promoción-. En esta ocasión fue por Ant, el almuerzo fue en una pizzería y, contrario a mi costumbre de comer masivamente pizza, en esta ocasión únicamente me comí tres pedazos. En la noche me dio jalón Tn.
El miércoles no almorcé por ir a recoger unos formatos de un concurso de dibujo en el que espero que mis chicos participen. Comí avena en mi escritorio e invertí casi la hora completa de almuerzo en el viaje para obtener los formatos. Planeaba pasar a dejárselos a mis chicos en la noche. Un poco después de las cinco le pedí aventón al compañero del BMW y me dirigí a mi casa. Como no había almorzado planeaba comprar pollo frito, cenar y luego ir a la casa de mis peques. Cuando me faltaban unas calles para llegar a mi casa recibí un mensaje de mi hija mayor pidiéndome que le comprara una playera blanca pues debían hacer un ejercicio de serigrafía al día siguiente.
El mensaje estaba bastante dramático por lo que pasé a dejar mis cosas a mi habitación, me cambié de ropa y me dirigí a la casa de mis peques. Le pedí a mi hija que le pidiera permiso a su madre para acompañarme y fuimos a un Walmart a comprar una playera. Luego pasamos a cenar, aprovechando que mi hija había estado mencionando que le gustaría probar el sushi, pasamos a un multirestaurante y compramos sushi y Taco Bell. Luego volvimos caminando a su casa.
El jueves almorcé pollo rostizado en el comedor de costumbre. A la hora de salida le pedí aventón a Tn y llegué un poco temprano a mi casa. Pasé a la casa de mis chicos a dejarles los formatos y a explicarles de que se trataba: estaré dándoles tres dólares por cada dibujo –de uno a dos- y si obtienen un lugar a nivel nacional les darán algún gadget. Los mejores dibujos a nivel mundial obtienen un viaje a Japón –un adulto y un niño-. En la remota posibilidad que uno de mis chicos ganara el viaje a Japón me endeudaría para que pudiéramos ir los cuatro.
El viernes tampoco almorcé –como de costumbre-, sólo tomé avena. Por la mañana me reuní con mi jefe, quien me indicó que le preocupaba mi constante mal humor de los últimos tiempos, incluido el evento que ocurrió con su otra compañera antes de que me fuera de vacaciones. Le indiqué –nuevamente, y ahora un poco más calmado- que quería trabajar en proyectos y que quería aprovechar la oportunidad. A la hora de salida Tn me pasó a dejar al centro histórico, compré el desayuno para mis peque y tomé el transmetro para dirigirme a la casa de Rb.
Con Rb cenamos, vimos un capítulo de House y dormimos. El sábado me levanté a las seis de la mañana y retorné a mi habitación. Hice la limpieza, ordené un poco y me fui a la casa de mis chicos, quienes ya estaban solos. Desayunamos, como casi siempre, cereal de chocolate con leche y bananos, huevos con jamón y frijoles fritos. Luego del desayuno nos dirigimos a mi habitación en donde mis chicos hicieron un ciclo de juego en computadora, papercraft –mi hijo menor casi termina la figura en la que han estado trabajando durante los últimos meses- y programación en Javascript. También vimos un par de videos de HolaSoyGerman.
Después del ciclo fuimos a almorzar a Burger King y luego fuimos a jugar volley ball a los campos de la universidad. Pasamos como una hora en la biblioteca y para finalizar el día retornamos a mi habitación en donde terminamos de ver –por fin- la saga de La Guerra de las Galaxias. El próximo sábado empezaremos con Lluvia de Hamburguesas 2, luego El Origen de los Guardianes y posteriormente la saga de Harry Potter. Estimo que para cuando terminemos con la saga de Harry Potter mi hija mayor ya tendrá dieciocho años.
A las seis y media fui a dejar a mis chicos a su casa. Retorné a mi habitación por mi mochila de sonrisero y me dirigí a la casa de Rb. Como casi todos los sábados, cenamos, empezamos a ver una película –Munich- y luego dormimos. El domingo nos levantamos un poco después de las siete, desayunamos y Rb me pasó a dejar al Taco en donde se reunía el grupo de visita al que acompañé ese día. Visitamos el hospital de cancerología más grande del país.
Éramos seis o siete voluntarios y en la sala habían cuatro señoras que se encuentran en tratamiento –radioterapia y quimioterapia-. Habían además tres o cuatro enfermeras. Un poco después de que ingresamos lo hizo también un grupo de una iglesia que llegó a jugar lotería y a regalarles implementos de limpieza a los pacientes. Fue una buena visita
Después de la retroalimentación uno de los voluntarios me pasó a dejar a la estación del transmetro y me dirigí al parque en donde se encontraba el grupo con el que visitó Rb. En el camino recibí un mensaje de la madre de mis chicos comentándome que había salido con los pequeños y que mi hija mayor estaba sola en casa. La llamé para ver cómo estaba y le ofrecí pasar más tarde.
Le comenté a Rb que nos separaríamos una hora antes –usualmente me retiro de su casa a las cinco y media los domingos- porque quería pasar con mi hija mayor un rato. Almorzamos pollo precocido, ensalada y arroz. Luego íbamos a continuar viendo Munich pero preferimos pasar el tiempo restante en la cama. Puse el reloj para las cuatro y veinte pero no sonó. Me levanté a las cuatro cuarenta y Rb salió a dejarme a la estación del transmetro.
Llegué a la casa de mi hija un poco después de las cinco y salimos a comprar un helado. Luego jugamos una larga partida de Scrabble, conversando en el ínterin sobre todos los conflictos que se dan por la falta de comunicación, falsas expectativas, etc. Un poco después de las seis y media me despedí de ella y me dirigí a mi habitación. Cené té de menta con pan tostado, cocí el ruedo de mi saco –tenía varios meses que lo sostenía con cinta adhesiva- y jugué un par de partidas de Scrabble con Rb. Por primera vez en varias semanas me ganó ambas partidas.
También vi 47 Ronin. Me gusta la forma en la que actúa Keanu Reeves pero no me gustó el –típico- final de los samuráis. Leí un poco de La Cúpula y me dormí un poco después de medianoche. Hoy me levanté como a las seis y diez y me vine a la oficina. Espero poder hablar hoy –o al menos- esta semana con el Jefe Supremo de proyectos e indicarle que si no puedo pasarme a ver proyectos me gustaría pasarme a ver Oracle. A ver cómo va eso.
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