miércoles, 25 de octubre de 2023

Invitación domiciliar... Home invitation... Invitation à la maison...

Cuando era niño vivía justo al lado de la escuela; o sea, nomás tenía que cruzarme la calle para entrar... y consecuentemente llegaba tarde a clases la mayor parte del tiempo; había niños que llegaban de otras aldeas por lo que les tocaba madrugar... creo que los seis años los estudié por la mañana.

En ese tiempo me producía alegría invitar a alguno de mis compañeros a que pasara a mi casa a hacer tareas escolares -teníamos una muy buena biblioteca- y a veces a escuchar música o ver televisión; alguna vez incluso a alguna comida.

Pero eso cambió luego; el básico y el bachillerato los estudié en la cabecera departamental -más de media hora en autobús- y fueron pocos los compañeros que llegaron hasta mi casa por cuestiones escolares; también me volví raro: iba a una iglesia evangélica y generalmente andaba con un libro bajo el brazo.

Luego en la Universidad viví a salto de mata entre varios familiares, una casa de huespedes y al final cuatro años en un habitación de un metro y medio de ancho por dos de largo... mis opciones sociales se reducían mas.

Aún así un primo se quedó un par de noches compartiendo la habitación; y mi hermano y su amigo que ahora vive en el imperio del norte también llegaron a pasarse allí; y es más... una vez encontré a un ex compañero de iglesia y también llegó a pernoctar una noche... en fin.

Luego, en mi etapa familiar -mujer y tres hijos-, aparte de las consabidas visitas familiares muy esporádicas quizá recibimos a uno o dos amigos en la década que convivimos; luego retorné a vivir solo y continué con la tendencia a la soledad.

No me sentía cómodo recibiendo a personas en mi habitación -claro, nomás mis hijos-; aunque mi único amigo de la infancia también llegó a quedarse un par de noches cuando a su papá lo habían traído a la ciudad para un tratamiento médico.

Ah, y también un par de damas -una del voluntariado con quien nomás etuvimos hablando durante meses y otra que había sido mi vecina por varios años- llegaron a pernoctar pero ninguna de las dos ocasiones fue memorable.

He cohabitado con Rb por alrededor de cinco años -dos años permanentemente- y en este tiempo ella ha recibido a personas de otros países en un par de ocasiones y a varios familiares; y el año pasado invité a un primo a pernoctar pues había problemas con los buses hacia su pueblo; también invité a un amigo a cenar pizza en un par de ocasiones en años anteriores.

Y el viernes invité a mi amigo de ascendencia asiática a desayunar; habíamos programado un desayuno para ese día -teníamos más de seis meses de no coincidir- aprovechando que es asueto por el día de la revolución; pero, por los problemas que han estado habiendo con los bloqueos, le propuse mejor que se pasara por acá y desayunábamos.

Le comenté a Rb sobre mis planes y que habíamos quedado con mi amigo para las siete de la mañana; ese día me levanté un poco antes de las seis y nomás medité antes de meterme a la cocina a preparar un omelette gigante y café.

Afortunadamente había dejado la noche anterior los ingredientes -chile pimiento, cebollines, salchichas y jamón- picados y refrigerados y por la mañana nomás me tocó sofreir el relleno del omelette y preparar la prensa francesa.

Mi amigo me llamó un poco antes de las siete pues en la garita no lo dejaban pasar por no tener los datos completos de Rb; salí a identificarlo y luego estuvimos entre siete y once de la mañana entre desayuno y conversación.

A las once lo acompañé a la puerta de la garita desde donde solicitó un Uber y lo acompañé en la espera del automóvil; y, dado que la experiencia no fue muy desagradable he estado pensando que invitaré a algún otro conocido a desayunar en lo que queda del año.

La semana pasada estuvo bastante habitual: pocas reuniones en el trabajo y las mismas actividades: lunes, miercoles y viernes caminata; y martes y jueves ejercicios aeróbicos en la sala de la casa; el jueves también salimos a comprar fruta a la tienda más cercana y yo me proveí del pan para los desayunos del viernes, sábado y domingo.

El viernes desayuné acá con mi amigo asiático y por la tarde acudimos con Rb al supermercado más cercano -en dirección norte- en donde me compré varios packets de frijol para los desayunos del domingo y bananos para los desayunos de toda la semana.

El sábado me volví a levantar temprano para meditar antes del desayuno y luego del mismo completé varias lecciones de Duolingo; un poco antes de las diez me dirigí a un Mc Donald's de la zona viva en dónde había quedado con mi amigo al que le estoy enseñando a armar el cubo de Rubik de 3x3x3.

Como aún estaba inseguro sobre el estado de los bloqueos preferí utilizar el transporte público; me estaba dirigiendo al lugar en donde se toman los buses intermunicipales pero en el camino abordé un busito que me llevó hasta la estación más cercana del Transmetro.

En el lugar le recargé tres dólares a las dos tarjetas que tenemos con Rb y luego abordé la línea hacia el centro histórico; luego transbordé a otra unidad para dirigirme a la zona viva y un poco antes de las once estaba entrando al lugar de la reunión.

Le escribí a mi amigo para hacerle saber que ya había llegado y me respondió desde el Mc Café del lugar; estuvimos un poco más de una hora entre conversación, café con derretidos y cubos de Rubik; mi amigo me comentó que, debido a su precaria situación financiera -él trabaja en un call center y su esposa es maestra- estaba intentando ganar dinero transcribiendo unos documentos en inglés.

La verdad lo que me comentó de la oportunidad me pareció sospechoso -o sea, ganaría más de lo que gana en un mes por el trabajo de tres días- no quise desanimarlo y nomás le aconsejé que se cuidara de esas oportunidades que son realmente un gancho para la compra del algún servicio.

Como mi amigo andaba en motocicleta y se dirigía a la zona histórica le pedí aventón y me dejó a cuatro o cinco cuadras de la estación desde la cual sale la línea que termina a un par de cuadras de la habitación de mi hijo; el servicio del bus es bastante tardado y a medio camino me dí cuenta que llegaría tarde; aprovechando que algunas estaciones cuentan con señal de internet le envié un mensaje por whatsapp para ponerlo sobre aviso.

Llegué a la última estación de la línea a la una y cuarto -usualmente nos reunimos a la una- y corrí el par de cuadras hasta la habitación de mi hijo; le propuse comprar lo mismo que había comprado la semana pasada con su hermana mayor (no se lo dije así, nomás le mostré el menú) y luego de realizar el pedio en mi teléfono nos dirigimos caminando a la pizzería Domino's más cercana.

El lugar estaba nuevamente lleno por lo que decidimos regresar a su habitación en donde almorzamos y luego empecé a enseñarle a armar el cubo de Rubik de 4x4x4 con el método que refiné combinando los pasos del 3x3x3 con tres algoritmos adicionales.

Después de armar un par de veces el cubo avanzamos un poco en la resolución de ejercicios de ajedrez aunque en esta ocasión -quizá porque habíamos estado armando Rubik- pudimos concluir más ejercicios que las últimas veces.

A las cinco -como habíamos acordado- me despedí de él y me dirigí al comercial de donde salen los busitos para retornar a la casa de Rb; afortunadamente tenía un buen tiempo por lo que aproveché para comprar otro cubo de 4x4x4 que pienso obsequiarle a mi hijo el otro mes -estaba en oferta: siete dólares-.

Al igual que el día anterior -y el día posterior- no cené pues desde la semana anterior he decidio que mi patrón de comidas será -por el tiempo posible- el siguiente: de lunes a jueves desayunar al mediodía -cinco cucharadas de avena, un banano y un moldecito de gelatina-; almorzar entre una y una y media -el almuerzo normal con Rb- y cenar antes de las seis -un cuenquito de papaya y una galleta soda con frijol y/o aderezo de queso-.

Y luego de viernes a domingo: desayunar a las siete de la mañana aquí -un pan con un huevo y embutidos y café con pan dulce- o en las invitaciones a amigos y almorzar normalmente -con Rb o con mis hijos- y no cenar.

Adicionalmente la mayor parte de los días entre lunes y viernes -y los sábados y domingo si estoy acá- estoy tomando café con leche y alguna galleta o algún producto de bollería que usualmente me obsequia Rb de sus salidas de los jueves.

El domingo Rb no fue a la iglesia por lo que nomás estuvimos en la casa; ella viendo series y siguiendo sus redes sociales -especialmente Twitter- y yo tratando de leer un poco y viendo alguna serie o película; por la tarde tampoco fue a la iglesia pues está recibiendo sus clases de teología en línea.

Yo había quedado de reunirme con mi amigo voluntario que vive en la colonia donde antes viví más de una década; la fecha original para la reunión mensual era hace tres domingos pero durante el mismo número de semanas ha habido demasiada incertidumbre con los bloqueos.

Como ya no había visto ninguna noticia de bloqueos -Rb se mantiene bien informada por Twitter- a las tres y media tomé el automóvil y me dirigí a la casa de mi amigo;  llevaba un pastelillo que había comprado la mañana anterior en el supermercado más cercano en dirección sur.

Con mi amigo preparamos café y compartimos el arrolladito de Nestlé que llevaba y estuvimos conversando por un poco más de una hora; luego me despedí y retorné a mi casita; ese día me interesaba dormirme un poco antes de lo habitual pues había planeado levantarme el lunes más temprano que de costumbre.

Y es que a partir de la semana pasada nuestro PM está programando reuniones diarias a las siete de la mañana con lo que debo empezar mi rutina con una hora de antelación; estoy tratando de levantarme entre seis y seis y media para meditar durante veintiún minutos y -de ser posible- hacer un par de lecciones de Duolingo.

Además de las reuniones diarias a las siete he mos tenido otro par de reuniones con el compañero con quien compartimos funciones y el principal desarrollador de la aplicación en la que debemos involucrarnos por lo que el trabajo ha estado un poco más animado.

Se suponía que el último fin de semana -domingo- del mes sería el training para trabajar como voluntario en jornadas médicas y la semana pasada le había escrito al encargado para inquirir sobre la misma; me respondió que estaba pensando realizarla el sábado pero que aún no había enviado la convocatoria.

He estado toda la semana a la expectativa pero ya me resigné a que no será esta semana; quizá la próxima y además, decidí solicitar -antes que avance más el tiempo- diez días de vacaciones en Diciembre -se supone que para la fecha de la primera jornada- pero también me resigné a que no lograré sincronizar las fechas.

O sea, tendré que tomar los diez días de ocio sin ninguna actividad a la vista; me imagino que me iré aunque sea un día con mis papá; algún otro día con un par de tíos que aún viven en el mismo municipio donde creció mi papá y el resto de los días pues tendrán que ser actividades no programadas.

Y a ver cómo va eso...

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