domingo, 8 de octubre de 2023

Un viaje de ida y vuelta(1) - la ida... A round-trip(1) the going... Un aller-retour(1) l'aller...

Había decidido ir al pueblo en el que crecí -y al que no había visitado en casi cuatro años- hace unas tres semanas o así: por casualidad hice una videollamada con mi único amigo de la infancia y me enteré que andaba con quebrantos de salud (algo relacionado con hemorroides hemorrágicas internas).

Entonces llamé a mi hermano mayor -vive en la antigua casa de mis papás- para pedirle que fuera por mí a la estación de autobuses y que me permitiera pernoctar en su casa; también le escribí a dos o tres ex compañeros del bachillerato y a mi conocido con quien me reencontré a principios de año -luego de más de veinte años-.

Al final logré ponerme de acuerdo con mi hermano mayor, dos de los ex compañeros de bachillerato nunca me contestaron pero uno de ellos sí me confirmó una reunión; además quise aprovechar el viaje para ver a otro de mis ex compañeros que ha estado viniendo a la ciudad para tratar un cáncer -ya está en la fase metastásica-.

Como me gusta hacer las cosas difíciles decidí que viajaría el jueves por la noche -después de mi horario laboral-, dormiría donde mi hermano y al día siguiente tendría varias reuniones: desayunaría con mi amigo de la infancia -en donde podría trabajar un rato-, almorzaría con mi amigo que está en tratamiento de cáncer, me tomaría un café con el único de los bachilleres que me confirmó y cenaría con el amigo con el que me reencontré a principios de año; luego retornaría a la ciudad.

Y aunque el plan conllevaba riesgos por la serie de manifestaciones populares que se han estado dando en el país debido a la ctual situación política -han habido bloqueos en muchas partes de la red vial-; decidí que podría resolver los imprevistos de una u otra forma.

Mi objetivo principal era visitar a mi amigo de la infancia pues es el único con quien hemos tenido una relación cordial durante más de cuarenta años y quien sabe cuál será el desenlace de sus padecimientos actuales; tampoco quería quedarme mucho tiempo pues no me atrae especialmente el ambiente caribeño: un calor bastante intenso y en genral unas costumbres con las que no comulgo mucho.

También tenía planificada la reunión mensual con mi hija mayor para ese sábado y la reunión mensual con mi amigo del voluntariado para el domingo; por lo que mi libertad de movimientos estaba muy limitada; por eso había decidido esa estructura: viajar jueves de noche, aprovechar el viernes para ver a varios personajes de mi pasado, retornar el sábado de madrugada a retomar mi rutina.

Como Rb se había mostrado preocupada de que cargara la computadora de mi trabajo, debido a las manifestaciones o al riesgo de pérdida, me llevé mi computadora con Ubuntu (y teclado externo) por lo que mi mochila iba bastante pesadita; el plan era estar pendiente durante la mañana y tarde del viernes por si se requería alguna intervención laboral directa.

Y aunque originalmente había planeado tomar un uber-moto para moverme el jueves por la tarde de mi casa a la estación de buses y el sábado por la mañana de la estación de buses a mi casa finalmente decidí -por cargar mi computadora personal- utilizar el transporte público para estos dos viajes.

Por lo que el jueves un poco antes de mi hora de salida empaqué, en la mochila que adquirí este año, la computadora junto con un par de playeras, una toalla, implementos para el aseo diario y un par de calcetines y salí a esperar el bus fuera de la colonia.

Y justo cuando iba a medio camino entre la casa y el lugar en donde espero el bus me recordé que no había empacado el cargador de la computadora; sopesé durante unos segundos continuar el viaje de esta forma -los tiempos estaban bastante ajustados- pero luego recordé que la carga de la batería de esa computadora tiene una duración muy corta por lo que me apresuré a retornar por el cargador.

Y quizá eso debería haberme prevenido de lo dificultuoso que sería el resto del viaje pero como quería seguir mi plan a rajatabla no me dió tiempo a meditarlo; nomás retorné a esperar el busito que me debía sacar de la colonia; usualmente hay dos tipos de estos buses: uno me lleva nomás a medio camino y el otro directo hasta la estación más cercana del transmetro.

En general prefiero abordar los del segundo tipo pues el valor del pasaje es el mismo: medio dolar; y el único inconveniente es que muchas veces hacen una pausa muy amplia a medio camino para intentar captar el mayor número de pasajeros que pueden.

La ventaja es que no hay que transbordar sino únicamente tener paciencia en la pausa de la mitad del camino, además de que el final del trayecto es justo al lado del comercial en donde está la estación más cercana del transporte de buses articulados de la ciudad.

En todo caso el flujo de busitos acá es bastante irregular, la duración de las esperas en cada punto de abordaje son completamente aleatorias pudiendo llegar a veces a ser de más de treinta minutos; y no hay un control del orden en el cual los buses son despachados: a veces vienen varios buses del mismo tipo consecutivamente e incluso a veces vienen buses en paralelo.

Total es que a pesar de haber decidido en irme en un bus en el que no debía transbordar, por haber retornado por el cargador de la computadora, abordé el primer bus que pasó, que era de los que llegan únicamente a la mitad del trayecto; y justo cuando estaba esperando el otro autobús llegó uno de los busitos directos.

Pero ya me había decidido a abordar el bus que desde ese punto me llevaba a la mitad del trayecto en el Transmetro -buses articulados- así que me esperé un poco en ese punto; al final pasó el segundo bus y me dirigí a una de las estaciones más concurridas del transmetro.

Me tocó correr un par de cuadras pues ya casi había pasado una hora desde que había salido de mi casa y había estimado en un par de horas el trayecto; lo bueno es que ya había adquirido de forma telefónica el boleto con el cual debía abordar el autobus que me llevaba al caribe y nomás debía imprimirlo antes de empezar el último viaje de ese día.

Llegué a la zona 1 de la ciudad -en donde se encuentra la oficina del monopolio del transporte de pasajeros hacia el atlántico- con veinte minutos de antelación y caminé con paso rápido las siete u ocho calles que me separaban de mi destino.

Al llegar al lugar me puse detrás de la única persona que estaba en la ventanilla de venta de boletos pero cuando el guardia vió que tenía mi celular en la mano me indicó una estación en donde nomás debía escanear el código de barras para imprimir el boleto.

Abordé -de acuerdo a lo planeado- el bus a las seis de la tarde e inicié el viaje que esperaba que durara entre cinco y seis horas: son trescientos kilómetros pero el bus se detiene a medio camino durante media hora para que los pasajeros puedan comprar algún refrigerio en otro de los negocios del mismo monopolio.

Desde el momento de abordar el primer bus del día me estuve comunicando continuamente con Rb indicándole cada uno de mis avances; cuando abordé el bus hacia el Atlántico también le envié mi ubicación y estuve continuamente consultando la duración del trayecto en la página de Waze; además llamé a mi hermano mayor para confirmarle que necesitaba transporte a media noche y hospedaje por un día.

El viaje más largo transcurrió sin incidentes, el conductor fue bastante profesional y el autobús contaba con wi fi por lo que me mantuve en comunicación constante con Rb; en la pausa del medio camino compré un pastel de tres leches y seis horas y cuando -según Waze- faltaban veinte minutos para llegar a la estación final llamé a mi hermano -de acuerdo a lo acordado- para que llegara a mi encuentro.

La comunicación con mi hermano mayor no es -creo- de las normales entre hermanos; con ningún miembro de mi familia realmente; nos saludamos y a pesar de haberle indicado que quería que -como hace cuatro años- pasáramos a algún lugar con atención las veinticuatro horas para tomar un café al final nomás nos dirigimos a la casa de mis papás.

Cuando llegamos al lugar nomás nos acomodamos en la sala de la casa a conversar largamente -casi dos horas- sobre la situación familiar en general y sobre los planes que tenía para para el siguiente día, incluyendo mi retorno a la capital a media noche.

Cerca de las tres de la mañana le indiqué que quería probar dormir un poco pues debía reunirme a las nueve de la mañana con mi único amigo de la niñez y, luego de lavarme los dientes, me retiré a la habitación que me había indicado que podía usar para descansar.

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El lunes pasado empezó bastante temprano en esta casa: Rb tenía que estar antes de las siete de la mañana en la clínica en donde le realizarían un ecocardiograma y como el auto se había quedado sin batería el día anterior un vecino nos prestó uno para movilizarnos ese día.

La cita era para las siete de la mañana y para evitar el tránsito local -bastante pesado entre las cinco y las nueve de la mañana- salimos un poco después de las cinco: el trayecto -un par de kilómetros- nos tomó un poco más de media hora y antes de las seis nos encontrábamos ya haciendo fila para la realización del exámen.

A las siete abrieron la clínica y empezó a avanzar la cola; yo me retiré del lugar a esa hora pues debía empezar a las ocho mi turno laboral; además -de acuerdo a mi calendario anual- saqué a lavar toda mi ropa de cama; para las sábanas y la funda de la almohada utilizo la lavadora de Rb, los edredones los lavo a mano.

Rb retornó a media mañana luego de realizarse la ecografía y fue a devolver las llaves del auto que nos prestaron para ese día; además, de acuerdo a lo que había estado esperando durante cinco meses, envié mi postulación para apoyar a la otra de las organizaciones voluntarias a las que me refirieron pues me habían indicado que justo ese día empezaban con el ciclo Diciembre-Septiembre.

El correo con mi postulación fue respondido a media mañana con un link para calendarizar una entrevista e iniciar el proceso; ingresé al calendario de fechas y horarios y elegí el día siguiente a las nueve de la mañana; luego confirmé la invitación recibida para una google meeting de acuerdo a lo solicitado.

Además en la mañana de ese día nos reunimos con mi ex directora y nuestra manager -aunque ese día aún no lo era oficialmente- para explorar algunas alternativas para implementar nuestra función con el proceso al cual nos han estado adhiriendo durante las últimas semanas.

Al final de la tarde, luego del horario laboral, nos dirigimos con Rb al supermercado en el que adquirimos consumibles como bolsas herméticas e implementos de dibujo pues ya nos faltaban de las primeras.

El martes nos reunimos los tres analistas de mi actual equipo con la persona que nos asignaron como gerente local; la verdad es que muy poco cambia en ese sentido pues mi anterior supervisora me derivaba a ella en los últimos días de su estadía acá y esta reunión fue nomás para oficializar la estructura organizativa del equipo local.

La reunión se realizó a las diez de la mañana y estaba a la expectativa de la reunión que había planificado una hora antes para sumarme a la segunda organización voluntaria con la que quiero colaborar durante el tiempo de vacaciones que me están obligando a tomar este año.

Justo cuando entré a la reunión en Google Meets me dí cuenta que la persona que debía entrevistarme la había cancelado aduciendo compromisos previos para ese día; además pedía que propusiera otra fecha y hora para su realización; volví a entrar al calendario y programé la reunión para el día siguiente a las once ya que tenía otro par de reuniones más temprano.

Por la tarde nos reunimos con los otros dos analistas para iniciar el análisis de las tareas que nos habían asignado y acordar la mejor forma para abordar el inicio del trabajo con ambos; al finalizar la jornada laboral realizamos los ejercicios aeróbicos de los martes con Rb.

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