"A parting shot" sería, según ChatGPT, una mejor versión en inglés del dicho castellano (y en francés sería Le coup de l'etrier') en fin, la idea es la misma: un gesto de despedida; y es que esta es la última entrada del presente año.
Y había estado sopesando una forma diferente -o remarcable- de concluir este ciclo; como algo que he visto en otros blogs: una lista de los eventos más sobresalientes del año que está por concluir -como la compra del apartamento para mis hijos-; o incluso un resumen de mis lecturas -setenta y ocho libros; dos en papel-.
Pero no, será un post como todos los que he estado publicando durante los últimos meses -o años-: un recuento de lo que aconteció durante la última semana; los amigos que he visto, las series o películas consumidas; lo que he hecho con mis hijos, lo que he jugado o leído.
Y así...
El lunes era mi primer día de trabajo después de las últimas vacaciones del año; me levanté a las siete y media, medité y retorné a la cama; había visto desde el viernes que el PM había cancelado las reuniones diarias de esta semana pero aún revisé el calendario semanal para confirmar que no había.
Un poco antes de las nueve me levanté y preparé mi desayuno; luego trabajé un rato en la confirmación de la solución de una tarea que había abierto varias semanas atrás y que había sido completada durante mi ausencia: todo estaba correcto.
Antes del mediodía arranqué mi máquina con Fedora 39 (ha estado trabajando muy bien desde que la reviví la semana pasada) y empecé a correr el código que encontré el día anterior en el libro de Análisis de Datos: en RStudio.
Al mediodía calentamos la porción de pollo y papas y almorzamos; luego sacamos a caminar a los perros; continué trabajando en el código de R y a media tarde lavé los trastes del día y preparé té para Rb y café para mí.
El día anterior me había acabado lo último del frasco de café instantáneo por lo que este día abrí uno de los paquetes de café saborizado que mi amigo me regaló un par de sábados atrás: se suponía que era café con almendra pero realmente sabía mal.
A las cuatro de la tarde -seguía trabajando en RStudio- salimos hacia los mercados en dirección norte: había planeado comprar una caja de mezcla para pastel pues Rb está planeando hornear pollo el miércoles y quiero aprovechar para preparar un par de pastelillos de chocolate.
En el camino de vuelta pasamos a la farmacia pues Rb necesitaba alguna medicina para sus perros y también compramos un poco de bananos en una frutería que queda al lado de la farmacia; cuando retornamos a la colonia le regalamos una caja de galletas al guardia que está de turno y, luego de entrar a casa, realizamos la rutina de ejercicios de los lunes y después terminé el documento que estaba preparando en RStudio y lo subí a Github.
El martes era el día de Nochebuena y había estado previendo el envío de mensajes a mis conocidos en Whatsapp y Facebook para desearles una buena época de celebraciones; me levanté a las siete y media, medité y retorné a la cama.
Estuve de un humor bastante pésimo -no sé si más que de costumbre-; a tal punto que incluso Rb se resintió y se quejó de la injusticia de que la tratara mal; trabajé mediodía -aunque en realidad tenía muy poco por hacer-.
Creo que parte de la molestia de Rb era que estaba afanándose porque había previsto hornear varias comidas al día siguiente y estaba atareada con la preparación de los ingredientes para las mismas; almorzamos y sacamos a caminar a los perros; luego tomé el auto y me dirigí al apartamento de mis hijos; Waze me alertaba que la ruta tradicional estaba bastante llena y que al entrar por el otro lado a la ciudad me ahorraría casi la mitad del tiempo.
Y, efectivamente, en lugar de los treinta y siete minutos calculados para la ruta normal me hice nomás veintidós entrando por la ruta alterna; llegué al apartamento de mis hijos bastante temprano y pasé un par de horas en su apartamento.
Llevaba unas bolsas de snacks y unas botellitas de coca cola -también pasé, en la salida de la calle, regalándole una bolsa de café al guardia de turno-; estuvimos con mis hijos armando cubos de Rubik -yo ya había logrado internalizar los pasos necesarios para resolver el de 5x5x5- y luego los invité a caminar hasta un supermercado para comprar pan tostado: había planeado pasar a visitar a mi tía favorita más tarde.
Estábamos caminando hasta un supermercado a cinco o seis calles del edificio en el que viven pero ví qu emi hijo menor tenía dificultades para avanzar; al preguntarle sobre su estado nos comentó que la espalda había estado molestándolo desde hac un tiempo -la verdad tiene un sobrepeso evidente, y no sé cuál es la causa y cuál es el efecto-.
Retornamos media cuadra hasta otro supermercado, compramos un par de bolsas de pan tostado y luego retornamos al apartamento; como llevaba un par de bolsitas de café instantáneo, herví agua, preparé tres cafés y abrimos una de las bolsas de pan tostado.
También estuvimos viendo un par de videos de sitios de divulgación científica en español: Curiosamente y En Pocas palabras; a las cuatro y media me despedí de mis chicos y me dirigí a la casa de mi tía.
El tráfico -por ser veinticuatro de diciembre- estaba bastante ligero y un poco más tarde estaba parqueándome frente a la casa de mi primo; lo llamé para que abriera el portó y subí a saludar a su madre -y su padre-.
Estuve conversando con mi primo, mi tía y mi tío -curiosamente el tema principal fue la etapa de retiro laboral: a mí me faltan ocho años para tener derecho a hacerlo y a mi primo once años-; mi tío se ha retirado de dos lugares ya: veinte años como policía y -casi- veinte años como conductor de una fábrica de camas.
A las seis de la tarde me despedí de mis tíos y primo -luego de haberle proporcionado a mi tía la información bancaria de mi padre, pues me había pedido que se la consiguiera- y retorné a casita; el tránsito estaba bastante tranquilo, con excepción de un sector en el boulevard principal en donde a veces los autos hacen doble fila para entrar a una colonia en el lado opuesto.
Cuando vine le pedí a Rb que me acompañara a ver si podía conseguir un tamal -la comida típica de este tipo de celebraciones- pero en la tienda de la esquina ya estaban agotados; nomás preparé una taza de chocolate -que había comprado hacía unas semanas-.
Un poco más tarde llamé a mi ex supervisor en el Imperio del Norte y estuvimos conversando un rato; también llamé a mi amigo anciano negro que vive en la misma ciudad del Imperio en la que pasé un par de años hace ya casi dos décadas.
Por deferencia a Rb me quedé despierto hasta después de medianoche: acompañándola para tranquilizar a sus perros debido a la bulla de juegos pirotécnicos que se acostumbra a quemar por estos lugares; creo que fue la segunda vez que hice los quince minutos de meditación después de medianoche.
El miércoles era Navidad; me levanté a meditar a las siete y media y luego retorné a dormitar a la cama; el resto del día me lo pasé entre lecturas -avanzando con Memory Piece-, viendo videos de Youtube y empecé a ver una serie de ciencia ficción: Invasion.
También fue un día de horneo constante; Rb empezó a preparar un pollo relleno desde media mañana y aprovechó para hornear algunas piezas de pan; yo también preparé el brownie que había adquirido la semana anterior -aunque se me quemó un poco el piso del mismo-.
A la hora acostumbrada -cuatro y media- realizamos la rutina de ejercicios de los miércoles; también fui a tocarle la puerta a la vecina para regalarle uno de los dos moldes de aluminio con brownie; por la noche avancé en el reto semanal de Duolingo (cincuneta lecciones con puntuación perfecta) en el que mi acompañante ha contribuido muy poco; también ví un capítulo adicional de Invasion y avancé en el libro de Ficción en inglés: Memory Piece.
El jueves me levanté a las siete y media; medité y, a diferencia de otros días, no retorné a meditar a la cama: me puse a hacer algunas lecciones de Duolingo; tenía que acompañar a Rb en su visita semanal al mercado en el centro histórico.
Como había empezado -reiniciado, realmente- hace poco a leer un libro en español en papel, lo tomé, junto con los lentes de lectura que usualmente uso fuera de casa; salimos a tomar el busito y no tardó mucho hasta que pasara la unidad.
El transmetro no estaba muy concurrido este día -la semana entre Navidad y Año Nuevo usualmente es de baja actividad- por lo que llegamos bastante rápido al centro; en donde Rb compró algunas frutas; retornamos a la estación del Transmetro y dejamos pasar como cuatro unidades hasta que Rb vió llegar una vacía; en el comercial en donde se estacionan los busitos que vienen a la colonia pasamos a la óptica en donde ordenamos nuevos lentes la semana anterior.
Los anteojos aún no estaban listos por lo que nomas entramos al Supermercado del lugar a comprar una pequeña red de aguacates; luego salimos a tomar el busito de retorno; venimos a la casa bastante temprano y me puse a leer un poco de Memory Piece; al mediodía almorzamos parte de lo horneado el día anterior; por la tarde preparé té de manzanilla para Rb y café para mí; además, de la óptica le informaron a Rb qu elos anteojos estaban listos; acordamos salir a las cuatro.
El arranque del auto ha estado fallando últimamente: la semana pasada hubo algunas dificultades al arrancarlo en mis visitas a mis hijo; hoy que salimos sonó algo raro pero, al iniciar el viaje de retorno -recogimos los anteojos- no quiso arrancar; movía un poco las palancas y el timón y luego arrancó sin problemas.
Pasamos al supermercado más cercano en dirección sur: necesitábamos bananos para los desayunos; el auto arrancó sin problema; aunque me imagino que tendré que llamar al mecánico para que venga a revisar cual es el inconveniente actual.
El viernes se proyectaba como otro día tranquilo de trabajo desde casa; me levanté a las siete y media, medité y retorné a la cama a hacer un poco de Duolingo; me levanté un poco más tarde a prepararme el desayuno y luego estuve leyendo la última parte de La muerte del comendador.
El almuerzo fue de pescado y después sacamos a caminar a los perros de Rb; después preparé café y té; pero al principio de la tarde un mensaje fue enviado al grupo de trabajo por nuestro PM: necesitaban la ayuda de nuestra área para completar una tarea.
De los cuatro analistas que habemos en el departamento dos están de vacaciones -hasta el otro año- y el único que me acompaña ha sido bastante irresponsable; contesté casi inmediatamente al mensaje (menos de cinco minutos después) indicando que tomaría cartas en el asunto.
Y un poco más tarde le escribí en la misma herramienta a la persona a quien se supone debíamos ayudar: ofreciendo nuestro apoyo pero preguntando cuál era la naturaleza del soporte solicitado; la persona no me respondió por lo que será un inicio de semana interesante.
Al final de la tarde realizamos la rutina de ejercicios de los viernes y, después, le pedí a Rb que me acompañara a la panadería pues el día anterior no había comprado pan para los desayunos del fin de semana; también encargué un tamal para mi cena de la víspera de año nuevo.
El sábado me levanté a las siete y media; medité y retorné a la cama a hacer Duolingo; luego me levanté a preparar el desayuno de los fines de semana; a media mañana nos dirigimos a los supermercados en dirección sur: en el más alejado compramos pollo y en el intermedio compramos bananos; también compré tres cuadernos y tres lapiceros.
Cuando retornamos saqué la bicicleta estática de su rincón e hice la rutina de veintidós minutos en la misma; después saqué a caminar a la perra más pesada y a continuación me metí a la ducha: había planeado salir un poco después del mediodía hacia el apartamento de mis hijos.
Había estado a la expectativa del arranque del auto; afortunadamente no ha seguido dando problemas; el tránsito estaba bastante calmado y llegué al lugar de mis hijos a la una menos cuarto; me instalé en el espacio vacío que sería la sala y les envié un mensaje por whatsapp comentándoles que ya había llegado.
Salieron un poco más tarde y nos dirigimos -al igual que la semana anterior- a un restaurante Fancy de la ciudad; experiencia que espero no repetir; la comida no es un confort en mi vida y no me agradó nada ver a mis hijos paganod más de cincuenta dólares por un almuerzo para los tres.
Igual les agradecí el haber aceptado mi propuesta -mi hijo pagó en esta ocasión- y les comenté que esperaba prever algo más agradable para el próximo año; después del almuerzo regresamos al apartamento; de donde salimos un momento a comprar un par de cubiletes.
Retornando al apartamento tomamos café frío: mi hijo tenía -literalmente- la jarrilla de la cafetera dentro de la refrigeradora y luego completamos una partida de scrabble; mis hijos también me regalaron un par de figuras de origami: mi hija un búfalo y mi hijo un par de figuras de Totoro.
A las cinco y media me despedí de mis hijos y retorné a casa; el tránsito seguía tranquilo; cuando me parquée frente a la casa de Rb ví que el amigo que había venido a visitarla aún se encontraba en el lugar: un antiguo conocido del grupo de voluntarios que no había venido por más de cinco años había quedado en venir a mediodía.
La persona esta se había tomado una botella de vino por lo que estaba algo achispado; Rb ofreció que iríamos a dejarlo a un café en la entrada del sector en el que vivimos pero aún estuvimos conversando -y cenando- durante un par de horas.
Un poco después de las ocho abordamos el automóvil y nos dirigimos a la ruta interamericana pues cerca de esta cinta asfáltica se encuentra el negocio en el que había quedado de reunirse con un amigo; con el cual luego irían a buscar a su pareja a la salida de su trabajo.
El domingo no me quería levantar: Rb me había pedido ayuda el día anterior para que machacara los cafés que cortamos la semana anterior y no me apetecía dedicarme a la actividad; después de meditar volví a la cama y me levanté hasta después de las nueve.
Por haber cenado bastante el día anterior -y por no tener pan, por haberlo utilizado en la cena con mi amigo- no preparé el desayuno de los fines de seamana sino que nomás me pasé a la cama de Rb en donde estuve un rato acostado; hasta que ella se levantó a ver lo del café.
Me levanté y fui a ayudarla a machacar el café para que se le hiciera más fácil el proceso de despulpado; luego estuve leyendo un poco de Don’t Trust your gut; además, me recordé que había programado un Zoom con mi mejor amiga de la ciudad en la que viví hace casi dos décadas en el Imperio del Norte.
A las once y media abrí Zoom (para ella eran las nueve y media de la mañana) e ingresé a la sesión; lo interesante es que el esposo estaba utilizando la computadora y conversamos un rato hasta que llamó a mi amiga; con quien estuvimos más de hora y media en una conversación bastante agradable: ahora tiene siete nietos -cuando la conocí sus dos hijos estaban solteros-.
Al mediodía preparamos las tradicionales alitas de pollo de los domingos y una ensalada bastante abundante; uego sacamos a caminar a los perros; por la tarde ví otro par de capítulos de la serie y estuve practicando un poco con los cubos de Rubik; ya internalicé los movimientos para armar el de 5x5x5 y también logré -sin algoritmo- resolver el pequeño que mi hija me regaló que tiene piezas como prismas.
Y a ver cómo inicia el 2025.