La búsqueda de patrones es uno de los fenómenos más comunes -creo- en la experiencia humana: nos pasamos una buena parte de la vida observando -o buscando- los eventos que ocurren alrededor, para intentar darle un sentido a la narración que es nuestra vida.
Cuando mis hijos estaban naciendo me era frecuente observar a parejas en estado de gestación; o cuando una persona anda en medio de la compra de un automóvil de cierta marca o color, casi indefectiblemente empieza a notar más elementos de este tipo en su ambiente.
Y a veces lo que uno encuentra es muy interesante: la semana pasada empecé a leer un libro -en francés- que empieza con un accidente transitorio cerebrovascular; luego, un par de noches más tarde, uno de mis amigos me llamó para comentarme que había sufrido un derrame cerebral.
Y esta mañana, al resolver el Wordle del día -ya llevo casi tres semanas al hilo- me encuentro con esta palabra -que no conocía-: Shunt; que, en medicina, es un cáteter que drena el líquido cefalorraquideo desde el cerebro hacia el abdomen; aunque veo que es más utilizado en casos de hidrocefalia, que en caso de derrame cerebral.
El cerebro...
El lunes me desperté antes de que sonara la alarma (a las siete de la mañana); creo que estaba soñando algo muy vívido y terminé abriendo los ojos; me quedé acostado un rato y luego me levanté; unos minutos antes de mi horario regular; y medité dieciséis minutos.
Durante la meditación de la noche anterior -aún debo mejorar en la parte de no pensar- me percaté que el día anterior debía haber aumentado en uno la cantidad de minutos de meditación de cada sesión; la noche anterior, también, me había estado sintiendo mal del estómago: creo que era nuevamente indigestión; el desayuno con mi amigo fue abundante; además, él trajo una magdalena de chocolate y comí de la misma tanto en la mañana como en la tarde.
Total que me retiré a mi habitación antes de la hora habitual (me estaba sintiendo bastante incómodo del estómago); aún así completé la parte del libro de francés que estoy leyendo; luego medité y me dormí; después de levantarme -y meditar- jalé la computadora del trabajo hacia la cama y confirmé que no había reunión diaria: la semana anterior el PM la había cancelado debido a que es un asueto en el Imperio del Norte.
Tampoco hice Duolingo; los lunes, si tengo los treinta minutos de puntos dobles, prefiero empezar el trabajo semanal hasta la noche, para evitar entrar en ligas muy competitivas; tampoco desayuné; el estómago aún está en fase de retorno a la normalidad; nomás le ayudé a Rb a machacar el café que cortamos la semana pasada, para facilitar el descascaramiento.
Por la situación estomacal no comí nada durante toda la mañana; hasta el almuerzo; preparé la ensalada de costumbre -aunque me serví un poco menos que a RB- y calentamos el arroz con hígados de pollo que preparamos el día anterior.
Después del almuerzo sacamos a caminar a los perros; andaba un Husky suelto y traté de alejarlo a la perra que saco a pasear; el animal intentó atacar al perro que Rb cargaba; también la niña de la tercera casa sacó -sin correa- a su perro; por la tarde preparé café y me comí un par de trozos de la magdalena de chocolate que mi amigo trajo al desayuno del día anterior; y esas fueron las únicas dos comidas del día; no cené nada.
Por la noche hice más de una hora de Duolingo, quedando en la segunda posición de la liga semanal; también terminé de leer la parte en turno de How Google Works y avancé con Granby au passe simple; me retiré a mi habitación un poco antes de las once de la noche.
El martes tenía la alarma para que sonara a las seis y media: había una capacitación programada para las siete y quería meditar antes de la misma; a pesar del estómago pasé una buena noche; pero -creo que por los perros de la tercera casa- me desperté un poco antes de las seis.
Continué dormitando hasta que sonó la alarma y me levanté a meditar; luego jalé la computadora del trabajo, resolví el Wordle del día (llevo doce días consecutivos) y me preparé a entrar a la reunión; pero había un mensaje de que se estaba cancelando el evento.
Al parecer la persona que debía impartir el entrenamiento tenía otra reunión de emergencia; aproveché para completar la sección del libro de francés que tenía a medias; luego entré a la reunión diaria del equipo; varios comentaron lo que había notado desde ayer: hay problemas de conexión con el sitio de trabajo.
El resto del día estuvo normal: un poco de trabajo, un poco de lectura, un poco de coding (estoy tratando de ser más constante en mi actividad en Github); además, he estado mejorando las pregunta de ITIL Foundation (quitando los números y cambiando el orden de las respuestas.
Este día -al igual que el anterior- no ingerí ningún alimento en toda la mañana: un poco antes de la una de la tarde me comí uno de los panes que me sobraron del desayuno con mi amigo; y luego almorcé lo mismo que toda la semana: arroz con hígados y mollejas de pollo (y zanahoria) y ensalada.
Después del horario laboral nos dirigimos con Rb a los supermercados en dirección norte; como el mecánico aun no se aparecía dejamos las llaves del auto en la garita; Rb compró unas galletas para su perra más grande en el supermercado de descuentos (también un paquete de mascarillas); en el otro supermercado compramos bananos.
Cuando retornamos el guardia nos comentó que el mecánico se encontraba dentro de la calle; lo encontramos debajo del automóvil y nos comentó que el starter del auto se había deteriorado y por eso ya no arrancaba; se lo llevó a un electromecánico para su reparación.
El miércoles tenía la reunión quincenal con mi supervisora -afortunadamente nuestra relación es bastante cordial-; en la misma nomás revisamos las últimas novedades del trabajo (y le comenté que quería certificarme en ITIL Foundation).
Además le comenté que iba a necesitar tres días de vacaciones durante la primera semana de Febrero; a lo que no recibí la respuesta esperada: me comento que debe consultarse con el programador más antiguo del proyecto.
Al igual que los dos días anteriores, no volví a comer nada hasta la hora del almuerzo (lo mismo: arroz con zanahoria, hígados y mollejas de pollo); por la tarde terminé el libro de la línea de francés y el de No ficción.
Al final de la jornada laboral realizamos los ejercicios de la rutina de ejercicios de los miércoles; por la noche estuve buscando opciones para continuar en la línea de lectura en francés: durante los ejercicios estuve escuchando una conferencia de un filósofo francés, y bajé un par de libros del mismo.
No recordaba -hasta la noche anterior- que había pedido como día de vacaciones el penúltimo jueves del mes; usualmente acompaño a Rb a su visita semanal al mercado en el centro histórico cuando tomo este día de vacaciones; y ese era el plan.
Pero, el jueves temprano me recordé que el mecánico había quedado en venir a reinstalar el starter del auto ese día por la mañana; la reparación del starter costó cien dólares y el trabajo del mecánico nos costaría otros veinte dólares.
Cuando Rb se levantó vino a mi habitación a comentarme la visita esperada del mecánico y a indicarme que lo mejor era que yo lo esperara; coincidimos ambos en el mejor curso de acción para el día; así que pasé mi día de vacaciones como otro día normal de trabajo: medité temprano, resolví el wordle del día (ya llevo más de dos semanas sin saltarme ningún día); hice mis lecciones matutinas de Duolingo y resolví un par de grupos de preguntas del exámen de ITIL.
Luego salí al comedor y me preparé el desayuno normal; el resto de la mañana lo utilicé en actualizar un poco de código en Github, avanzar en la lectura del ciclo de psicología/meditación y resolver los cubos de Rubik de 3x3x3, 4x4x4 y 5x5x5x.
El mecánico vino bastante tarde -pero aún antes de que Rb retornara del mercado- e instaló el starter del auto; lo probamos y todo parece que funciona bien; además, le pedí que me cotizara un par de tolvas que van bajo el motor del auto -una está deteriorada y la otra creo que no la tenía cuando Rb lo adquirió-.
Por la tarde fuimos a los supermercados en dirección norte; en el mercado más distante Rb adquirió un poco de pollo para los almuerzos del fin de semana y, en la panadería a mitad del camino, compré el pan de mis desayunos del fin de semana.
Cuando regresamos empecé a leer el siguiente libro que había considerado en la línea de ficción: The Invisible Life of Addie Larue; pero no me gustó: es de fantasía, algo de inmortales; por lo que ví qué otras opciones tenía en mi lista.
Me decanté por When we were birds, de una escritora de Trinidad y Tobago; y, aunque el estilo de la misma no me está gustando mucho (escribe de la misma forma que hablan los angloparlantes con poca cultura) la historia está muy buena.
También empecé a leer el siguiente libro en francés: Les yeux de Mona; es básicamente un estudio de más de cincuenta obras de arte -el pretexto es la explicación de las mismas a una niña que está en peligro de perder la vista-; también está muy bueno.
El viernes me desperté un poco antes de que sonara la alarma; había estado teniendo un sueño bien raro: en el mismo estaba visitando a Mahatma Gandhi; era todo muy raro; como que lo estábamos entrevistando, pero, por supuesto, su comportamiento no era muy normal.
Cuando me desperté me recordé del anciano que visitamos con el grupo que vino del Imperio del Norte el año pasado: o sea, es un anciano que no podía utilizar sus piernas y la comunidad le había construido una casita.
Me levanté a meditar y luego jalé la computadora a la cama, para entrar a la reunión diaria del equipo; en el ínterin completé la palabra de wordle del día; el patrón de las reuniones sigue sin cambiar: no hay participación de nuestra área.
Después de la reunión me quedé en la cama, viendo si podía adelantar un poco en la última tarea en la que estaba involucrado; pero no encontré muchas opciones; completé las lecciones de Duolingo y revisé mis correos personales.
El resto de la mañana estuvo normal; más o menos a mitad de la jornada, aprovechando que me envió cierta información, le comenté a mi supervisora que no habíamos recibido la aprobación de mis vacaciones por parte del dev más antiguo del equipo.
Un poco más tarde ví que envió un recordatorio, pero este también se quedó sin respuesta; estoy planeando escribirle a esta persona directamente el próximo lunes -por la app interna de mensajería- para obtener su aprobación.
Por la tarde estuve leyendo un poco del libro de francés; además estoy intentando agregar las obras de arte que se mencionan en el mismo a mi ambiente; por lo pronto puse en el escritorio de mi laptop con Ubuntu las dos primeras obras: Venus y las tres gracias de Botticelli y la Mona Lisa de Leonardo.
Al final de la tarde hicimos la rutina de ejercicios de los viernes; después del baño me metí a la cama de Rb y avancé en la película en francés que había estado viendo durante la semana: Ad Vitam; pero antes de terminarla recibí una llamada.
Casi nadie me llama por teléfono; y ni siquiera tenía registrado el número, pero era mi amigo que vive en la colonia que residí por una década; me comentó que había sufrido un derrame cerebral el lunes de la semana.
La verdad la llamada fue bastante rara: o sea, quien me llamaba me saludó por el pseudónimo que utilizaba en el grupo de risoterapia en el que participé durante más de diez años; casi nadie me conoce ya por ese nombre.
Pero la voz sonaba diferente; y la razón era el accidente cerebrovascular que había sufrido: según mi amigo, se durmió el domingo de forma normal; pero cuando se despertó en la mañana del domingo sintió algo raro en el rostro: tenía torcidos el ojo izquierdo y el mismo lado de la boca.
Pasó el lunes sin hacer nada y el martes le pidió a un tío (que había sufrido un evento similar unos años antes) que lo acompañara al doctor; el mismo confirmó el diagnóstico y empezó el tratamiento: mi amigo debe tomar diez dósis de medicamentos diariamente.
Además, medirse la presión arterial (según el médico esa fue la causa) tres veces al día y medir su nivel de azúcar en la sangre cada dos días; estuvimos hablando casi media hora y quedamos en vernos el segundo domingo de febrero.
El sábado temprano me encontraba soñando una de las escenas típicas -o más bien una mezcla de las mismas-: llegaba tarde a un exámen del primer curso de matemáticas de la facultad; el auxiliar era el mismo de la vida real (luego llegó a ser rector de la universidad nacional, luego lo metieron preso, acusado de corrupción).
Total que estaba haciendo el exámen y el auxiliar se iba; tenía que salir a buscarlo para entregar lo poco que había contestado del mismo; también -o luego- iba en automóvil con mi hijo mayor; él en el asiento del piloto pero yo era el que manejaba; un relajo.
El reloj sonó a las siete y media y me levanté a meditar; luego hice la palabra diaria de Wordle (Crisp, en tres líneas) y las lecciones matutinas de DUolingo; la app está dándome demasiado tiempo doble en la mañana: aunque completé más de media hora aún tenía cincuenta y tres minutos extras.
Había escuchado -mientras meditaba- que Rb se había levantado a sacar a uno de sus perros; luego de que entraran ya no los escuché; a las ocho y media me levanté a preparar mi desayuno de los sábados, mientras escuchaba un poco de boops -la música (prohibida) de mi adolescencia-.
La noche anterior mi hija me había escrito para comentarme que estaban por revisar (nuevamente!) la cuota mensual de mantenimiento del apartamento; la verdad me frustra: en noviembre (o diciembre) aumentaron más del treinta por ciento de la misma (además de una cuota ‘extraordinaria’) y no sé qué esperar.
Durante el desayuno pagué la cuenta de la electricidad del lugar de mis hijos; me sorprende que, a pesar de haber agregado una secadora/lavadora, la cuota anda más o menos en el mismo nivel que antes; también le transferí doscientos dólares a Rb pues planeaba comprar comida para sus perros.
Después del desayuno nos dirigimos a la sucursal local del supermercado en donde compramos artículos a granel; aunque cuando salimos, la llanta que me dió problemas el día anterior estaba nuevamente -aunque no completamente- baja.
Pasamos a la gasolinera que queda a tres o cuatro cuadras y, además de llenar el tanque, pedí prestado el calibrador para reponer el aire de la llanta en cuestión; esos fueron como treinta dólares en combustible -aparentemente está nuevamente al alza-.
En el supermercado Rb compró un par de sacos de comida para sus perros -teme que por la inflación se le estará dificultando este año la disponibilidad de variedad de comidas para sus perros-; yo también compré un saco de comida para los perros de mis papás (me toca que ir a verlos a principios de Marzo.
También compré, en la salida del supermercado, un pastel de tres leches; tenía varios meses de no adquirir este tipo de pastel en esta cadena, pues los últimos los había encontrado demasiado secos; afortunadamente el de esta ocasión estaba muy bien en ese aspecto.
A las once y media empecé a preparar las ensaladas que llevaría para el almuerzo con mi hija mayor; luego saqué a caminar a la perra más pesada de Rb y, después de tomar una ducha, tomé el automóvil y me dirigí al apartamento dem is hijos.
El tránsito estaba bastante fluido; me parece que no me tuve que detener -aparte de los semáforos- en ningún lugar de la ruta; llegué al edificio en donde viven mis hijos antes de la una y encontré a mi hija mayor terminando de trapear la sala del apartamento.
Le propuse que fueramos al parque temático de costumbre y le pedí ayuda para cargar una de las mochilas: en una llevaba mis dos cajas de lápices de dibujo, cuatro o cinco cubos de Rubik y mi computadora; en la otra -la térmica- llevaba dos ensaladas, dos aderezos, dos coquitas y una bolsa de snacks -también un par de platos hondos-.
Llegamos al parque sin ninguna novedad y nos dirigimos a comprar un par de hamburguesas con queso; había bastante viento en la ciudad -creo que producto de algún frente frío que acaba de entrar al país- y nos sentamos en unas mesas detrás del quiosco en donde compramos las hamburguesas.
Después del almuerzo nos dirigimos a la rueda de Chicago más alta del parque -y del país, creo- pero, me parece que debido al viento, no estaba en funcionamiento; entonces nos dirigimos al zoológico, en donde observamos algunos de los animales del lugar.
Antes de retornar a su lugar de habitación le propuse a mi hija que practicáramos un poco la resolución de los cubos de Rubik de 4x4x4 y 5x5x5: aún le falta internalizar un paso del primero y uno del segundo; nos estuvimos un buen rato en una banca del lugar; luego retornamos a casa.
En el camino pasamos a un supermercado pues quería reponer el té que había tomado de su reserva la semana anterior; pero no ví del mismo tipo -amaretto-, por lo que nomás compré un par de cajas -estaban en ‘oferta’- de manzanilla con miel; también compramos, en el mismo comercial, un zeppelin.
Antes de subir al nivel en el que viven -séptimo- le pedí a mi hija que me acompañara a revisar el aire de la llanta que había rellenado por la mañana; luego de comprobar que no se veía en mal estado subimos al departamento.
Le escribí a mi hijo menor para proponerle que nos acompañara con un cafecito y un trozo de zeppelin pero no obtuve ninguna respuesta; le propuse a mi hija que vieramos una parte de FLow, lo cual hicimos, acompañando con una taza de café y un poco de zeppelin.
A las cinco y media me despedí de mi hija y retorné a mi casita; el tránsito seguía ligero por loq ue cuando me estaba parqueando aún no había oscurecido -eran casi las seis de la tarde-; por la noche entré a una aplicación que mi hija me había recomendado como una alternativa -o complemento- a Duolingo: Busuu; la había instalado en mi móvil por la tarde y la exploración de la misma que hice en la noche me agradó.
También completé algunas lecciones de DUolingo, repasé las primeras dos (de cuatro) partes del exámen de ITIL Foundation que he estado repasando (100% y 94% respectivamente) y leí un poco de Las que no duermen NASH; el nuevo libro de Dolores Redondo.
Un poco antes de las once me retiré a mi habitacón; leí un poco, medité e intenté dormirme; pero, me imagino que por toda la comida del día, me costó bastante dormirme: estuve intentando inducir el sueño a través de la respiración, finalmente me dormí.
El domingo me levanté a las siete y media; medité dieciseis minutos y retorné a la cama; pero no me dormí: resolví el Wordle del día, luego hice algunas de lecciones de Duolingo y algunas lecciones de Busuu.
También resolví los dos questionarios de ITIL Foundation (100% y 98%); después me levanté a preparar mi desayuno de los domingos; el que acompañé con un cuarto del pastel de tres leches que traje el día anterior.
A las nueve y media -ya que habíamos quedado con Rb de empezar a preparar los ingredientes para los almuerzos de la semana a las diez- llené un cubo de agua, le eché detergente y salí a lavar el auto; la llanta trasera estaba más baja que la tarde anterior -pero no tanto como la mañana anterior-; me tomé mi tiempo para lavar el auto (utilicé una playera vieja en una escoba, para enjabonarlo).
Aproveché el pretexto para saludar al anciano que sale a caminar todas las mañanas en la calle (y que se ha hecho cargo de las malezas que rodean el cerco desde hace más de un año); después entré a cortar y cocer las papas que utilizaríamos para preparar el día siguiente la tortilla española; también corté en cubos pequeños un poco de champiñones y un par de chiles pimientos.
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