lunes, 24 de marzo de 2025

Los mejores años... The best years... Les meilleures annees...

Ayer -o antier- estaba pensando en el momento de la vida en el que me encuentro: a los cincuenta y dos años -y considerando que la estimación de vida para mi género, en el país, es de setenta y cuatro años- estoy previendo un remanente de veinticuatro años o así; give or take.

Los primeros diecisiete los viví en la casa paterna; estudiando desde los siete -fueron once años en total-; luego viví cinco años de clases universitarias; trabajando informalmente el tercer año y formalmente los últimos dos; luego empecé a trabajar como Ingeniero -pero ya llevaba dos años de cotizar en la seguridad social-.

Trabajé dos o tres años en la panadería más grande latinoamérica -empezando mi familia en el segundo año-; luego me gradué, mientras trabajaba en la fábrica de veladoras aromáticas más grande del país -ya inexistente desde hace mucho-.

Luego fueron dos o tres años en una gran cadena de cafés; luego vinieron un par de años de viajes al Imperio del Norte -para mejorar mi fluidez en inglés-; y el final de mi vida familiar;  luego tres o cuatro trabajos -en cinco años- antes del actual, en el que acabo de sobrepasar los diez años.

Ha sido un largo -y tortuoso- camino; y no creo que lo que venga esté más tranquilo: mi hija segunda, al parecer, quiere cortar completamente la comunicación: llevo escribiéndole mensualmente desde diciembre y no ha dado señales de vida -excepto que la he visto a veces conectada en google o en fb-.

Mi hija segunda se partió el tobillo el año pasado y aún anda renqueando -luego de un par de operaciones y una placa metálica-; mi hijo menor -al parecer- sufre constantemente de estados depresivos -o melancólicos-; al menos ambos trabajan, al menos ambos viven en el apartamento que adquirí el año pasado.

Al final, anoche, estuve meditando nuevamente en que quiero dividir el resto de mi vida en tres secciones: continuar -si puedo- trabajando como hasta ahora los siguientes ocho años, haciendo un poco de trabajo voluntario; luego, los siguientes ocho años, trabajar parcialmente y hacer más trabajo voluntario; y los últimos ocho -o los que queden-, nomás hacer trabajo voluntario.

O sea, puedo morirme mañana -nuestro país es de los más inseguros-, o puedo vivir hasta los ochenta; la lucha será constante: cada día traerá su propio afán; pero puedo -creo- enfocarme en este día, y hacer que cuente, ayudar a alguien, o al menos, no causar más sufrimiento.

Y a ver cómo sigue eso...

El lunes pasado me levanté a las seis y media; medité y luego jalé la computadora, de la mesa del comedor a la cama, para entrar a la reunión diaria; esperando la reunión resolví el wordle en inglés; la reunión estuvo normal.

Salí de la habitación un poco después de las nueve y cambié un poco el desayuno de los días laborales: le agregué una cucharada de cranberries licuadas a la avena -Rb trató de consumirlas hace un tiempo pero le provocaron reacciones alérgicas-; y además la gelatina contenia psyllium; pero estuvo bueno el desayuno.

Luego traté de adelantar un poco en el trabajo; había estado con dificultades para avanzar; finalmente decidí enviar un correo a mis compañeros, con copia a la persona que nos está asignando tareas; básicamente quería dejar evidencia que, en efecto, estaba realizando algo; aunque, la verdad, lo encuentro intrascendente; de todos modos envié el correo y el compañero que mejor me cae me respondió por la herramienta de mensajería.

A media mañana fui a la tienda de la esquina: planeábamos acompañar la tortilla española de los tres primeros días de la semana con ensalada; y nos faltaba zanahoria para dos días; a la una preparé un par de ensaladas; además, calentamos las porciones de tortilla española; y la salsa de tomate que Rb había preparado para acompañarla; yo también sustituí el aderezo por una mezcla de crema y salsa de tomate; que me sobraron del desayuno del sábado anterior.

Después del almuerzo sacamos a caminar a los perros; el tiempo estuvo bastante raro: el sol continuaba bastante fuerte, pero, desde la noche anterior, se había desatado un viento bastante fuerte; entonces, cuando el sol alumbra el calor es fuerte, pero en la sombra se siente un poco de frío.

A media tarde lavé los trastos y preparé el café y té de la tarde; además, conversé un poco con la persona de Camerún con quien he estado en comunicación desde la semana anterior; lo no tan bueno fue que me repitió nuevamente que mi francés es inteligible.

Por lo que creo que me dedicaré algunos meses a ‘empezar’ a mejorar mi pronunciación en ese idioma; antes de buscar una persona con la cual conversar; de todos modos decidí continuar ayudándola con su español: está estudiando para ser traductora y creo que le beneficiará.

Después del horario laboral realizamos los ejercicios de la rutina de los lunes; luego del baño cené, y después me metí a la habitación de Rb a ver el capítulo nueve de la primera temporada de The Expanse; y a hacer Busuu y Duolingo.

También traté de ver un poco de The Electric State; pero me estaba quedando dormido; literalmente se me cerraban los ojos; por lo que mejor me puse a ver el wordle en francés (no pude completar la palabra) y a jugar un poco de ajedrez; por la noche empezamos a ver una nueva temporada de una serie de competencia de pastelería: hemos estado viendo varias versiones de este tipo de competencia durante los últimos años.

El martes me levanté a las siete y media; medité, resolví el Wordle del día y entré a la reunión diaria; aunque la misma fue igual, estaba medio tranquilo porque el día anterior había enviado un correo a todo el equipo, para dejar evidencia de mi desempeño en las actividades que estaba llevando a cabo.

El día estuvo bastante tranquilo; al menos en casa: en el exterior se desató el caos porque el gobierno publicó una ley para que todos los vehículos cuenten con un seguro de protección de terceros; y es una idiotez, porque el requisito es ley desde hace muchos años -está en la ley de circulación nacional-; lo que faltaba era que lo reglamentaran; y el gobierno de turno -el ‘menos peor’ de las últimas décadas- decidió que debía implementarse en cuarenta y cinco días.

Total que en varios puntos de la ciudad empezaron a realizarse protestas y cerrar vías; se volvió un caos -como cualquier evento en esta desordenada urbe-; al mediodía almorzamos tortilla española y ensalada --también me tomé la última parte de la última coquita que tenía-.

Estoy pensando darme una pausa -al menos en casa- con las gaseosas; después del almuerzo sacamos a caminar a los perros y, a las tres, subimos al perro de Rb al auto, para acudir a su inyección semanal; temíamos que el tránsito estuviera muy pesado, debido a las protestas por las nuevas disposiciones de transporte; y, efectivamente, el último kilómetro estuvo un poco tardado; pero llegamos a buena hora al lugar.

Yo me metí al lugar de costumbre y ordené un capuccino y un par de porciones de zeppelin, mientras Rb llevó a su perro a la veterinaria; como me había llevado los cubos de 4x4x4 y 5x5x5; y me puse a armar el primero, mientras consumía el café y el primero de los panitos.

Rb no se tardó mucho en la clínica: aún no había consumido el segundo pan cuando retornó; también tenía la mitad de mi café; subimos al auto y nos metimos al tráfico; el cual estaba bastante pesado; lo bueno es que nomás nos tocó una cuadra o dos de esto.

Ya que a esa distancia debemos dar una vuelta en U; y tránsito en sentido contrario estaba bastante ligero; con lo que no tuvimos muchas dificultades en retornar a casa; de donde volvimos a salir luego del horario laboral.

A las cuatro y media nos dirigimos caminando en dirección sur; llegamos hasta la altura del supermercado más alejado y luego retornamos al que queda a mitad del camino; allí nos proveimos de bananos para un par de días.

Por la noche terminé de ver la primera temporada de The Expanse -y bajé de una vez los trece episodios de la segunda temporada-; también ví el final de The Electric State; y no me pareció la gran cosa; luego vimos con Rb el final del primer capítulo de la temporada de pasteles que dejamos a medias la noche anterior; siento que he estado leyendo menos estos últimos días; pero, la verdad, no le pongo mucho sentimiento.

El miércoles me levanté a las siete y media; resolví el wordle en solo dos líneas, lo que es bastante random; luego entré a la reunión diaria del equipo; la del día anterior había estado bastante extensa, pero la del día fue corta.

Después me quedé en la cama, haciendo Duolingo -terminé el reto semanal de sesenta lecciones con más de 90%; mi compañera hizo casi la mitad-; y un poco de Busuu: el día anterior había terminado todas las lecciones que puedo tomar de Francés, sin pagar.

Aún estoy sopesando qué haré con los idiomas: quiero realmente hablar en francés; creo que ya leo y escucho bastante bien; no tanto la escritura, y menos la expresión oral; en el ínterin avancé en Portugués en Busuu.

A media mañana tuve la llamada quincenal con mi supervisora; en general encuentro estas reuniones bastante vacías; pero trato de no exteriorizarlo porque, al final, es mi trabajo; al parecer  las metas de este año estarán más ambiciosas; no sé qué pasará.

Lo relevante (?) de la reunión es que oficializó nuestro próximo almuerzo de equipo -se supone que nos vemos cada tres meses- para el jueves de la próxima semana; así que sí: ese día tendré que salir de casa; al mediodía preparé las dos ensaladas del almuerzo, las cuales consumimos junto con la última porción de Tortilla Española; luego sacamos a caminar a los perros; el sol sigue estando bastante fuerte.

Por la tarde avancé un poco en How to tell when you will die; y sí, sigo con un ritmo bastante lento de lectura; también bajé la última versión que encontré de Francés en Rosetta Stone; quería ver si podía instalarlo en alguna de las computadoras de Rb.

Al final de la tarde, después del horario laboral, hicimos la rutina de ejercicios de los miércoles; estabamos a medias cuando recibí una llamada de un número desconocido: era la madre de mis hijos, preguntando si mi hijo menor estaba conmigo ese día.

Le respondí -secamente- que no; y continué con la rutina de ejercicios; Rb me preguntó más tarde de qué se había tratado la llamada y le comenté; también le comenté que aún no podía comunicarme de una forma ‘normal’ con la madre de mis hijos.

Después de la reunión le envié un mensaje a mi hijo menor, felicitándolo por su cumpleaños; unos días antes había puesto una alarma en el celular para hacerlo a las ocho de la mañana; pero nomás había cancelado la alarma cuando sonó -creo que estaba en una reunión de trabajo.

El jueves Rb fue al mercado en el centro histórico; yo me había levantado a las seis y media, meditado, resuelto los wordle en inglés y francés; y entonces me dí cuenta que no había entrado a la reunión de training que había a las siete: se me olvidó dejar la alarma del celular.

Se suponía que era la última de estas reuniones; y la diaria no tuvo mucha variación con respecto a las que he estado atendiendo las últimas semanas: nuestra área no aporta nada a las mismas; en la tarde, después del horario laboral, nos dirigimos a los supermercados en dirección norte; debía comprar un par de bolsas de snacks para el almuerzo que había previsto con mi hijo el fin de semana.

Compré de una vez el par de Fantas que pensaba llevar al almuerzo con mi hija el último sábado del mes; luego pasamos al otro supermercado a sacar dinero: regularmente les regalo cien dólares a mis hijos para sus cumpleaños o navidad -la tradición sigue-.

Retornando de los supermercados pasé a la panadería a comprar el pan para mis desayunos de los fines de semana; luego dejamos las bolsas en garita y fuimos a la tienda de las verduras; aún no teníamos todos los ingredientes para el almuerzo del día siguiente; por la noche continué viendo The Expanse; y terminé de ver Batman Ninja contra la liga de la justicia Yakuza; este es un anime (?) con una variación de las historias de estos personajes.

El viernes me levanté a meditar a las seis y media; luego resolví los wordle del día y entré a la reunión diaria del trabajo; había puesto una alarma para las ocho y veinte, para enviar el correo semanal que nos está pidiendo nuestro nuevo lead.

Y otra alarma para las nueve menos cinco, para no olvidarme de entrar a la reunión semanal de QA; la cual estuvo más escueta que la anterior; básicamente es la petición de hacer más, pero sin especificar ningún detalle acerca de la asignación.

Un poco antes del mediodía el nuevo lead llamó a todo el equipo local y pidió una estimación de tiempo para completar algunas tareas; lo cual realmente es una petición intrascendente: hemos estado trabajando en lo mismo desde el año pasado.

De todos modos, acordamos con el equipo local reunirnos el lunes siguiente; para evaluar lo requerido y presentar en grupo un escenario un poco más ordenado; al mediodía preparamos con Rb pescado, que es nuestra opción semanal del día.

Por la tarde, al final de la jornada laboral, nos pusimos a hacer la rutina de ejercicios de los viernes; yo he estado escuchando un poco más de francés y aproveché el tiempo para reproducir algunos audios a través de los audifonos de bluethoot.

Estábamos por empezar la última parte de la rutina -el estiramiento- cuando vino el señor de las verduras; le pusimos pausa al video y Rb salió a comprar algunas verduras, para los almuerzos de la semana siguiente.

Luego que Rb retornó con las compras terminamos los estiramientos y luego tomamos una ducha; después me puse a ver un poco de The Expanse; y a completar las lecciones diarias de Duolingo y Busuu.

El sábado me levanté -al igual que toda la semana- a las seis y media; medité, hice los wordle del día; y un poco de Duolingo y Busuu; después me quedé en cama, leyendo un poco del libro de No Ficción que estaba por iniciar.

Después me levanté a prepararme el desayuno de los fines de semana; y a esperar a que Rb le diera de comer a sus perros y, luego, desayunara: habíamos quedado de ir al supermercado más cercano, a proveernos de bananos.

A las once empecé a preparar el almuerzo que esperaba llevar a mi visita mensual con mi hijo menor: burritos de embutidos, arroz, champiñones y chile pimiento; y ensaladas; a las doce me bañé y subí las dos mochilas al auto; junto con los consumibles que les había comprado a mis hijos a finales del mes anterior; y empecé el camino hacia el apartamento en el que viven.

El tránsito no estuvo muy pesado -excepto en el puente de entrada a la ciudad- y llegué al edificio antes de la una; me quedé en la sala y mi hija mayor salió un poco más tarde a saludarme; estuvimos conversando un rato; de hecho estaba por llamar a mi hijo cuando ví que me había enviado un mensaje ocho minutos antes, preguntando si ya había llegado; salió de la habitación -algo contrariado por la espera- y nos dirigimos al parque temático de costumbre.

Me preocupa ver que mi hijo tiene dificultades caminando -también ví, antes de despedirnos que los zapatos que estaba usando tienen la suela agujereada-; y creo que es debido al exceso de peso; en el parque temático nos dirigimos directamente al área de mesas y almorzamos; yo consumí todo: burrito, ensalada, snacks y -la mitad de la- Fanta; mi hijo se terminó esto último y la ensalada; pero dejó la mitad del burrito y los snacks.

Después del almuerzo nos subimos a la rueda de Chicago y luego empezamos a caminar de vuelta; pasamos del edificio para entrar al comercial que se encuentra del otro lado de la calle: allí compré unos paquetes de café instantáneo, y un mini pastel de mandarina.

Retornamos al apartamento, puse agua a calentar y partimos el mini pastel en cuatro porciones: le había sugerido a mi hijo que consumimos la mitad del mismo y que la otra mitad podía compartirla con su hermana.

Luego nos pusimos a practicar con los cubos de Rubik; llevaba ocho de los mismos y estuvimos armando los mismos hasta las cinco y media; a esa hora me despedí de mi hijo y retorné a casita; por la noche ví el siguiente capítulo de la serie The Expanse, completé varias lecciones de Duolingo y algunas en Busuu; en esta última aplicación he estado recibiendo retroalimentación bastante positiva de hablantes del portugués.

El domingo me levanté a las seis y media; medité los diecisiete minutos que he estado haciendo las últimas semanas y retorné a la cama; resolví los dos wordles del día y luego me quedé dormitando; como estaba sintiendo bastante sopor, puse una alarma para que sonara a las ocho y media; a esa hora me levanté a preparar el desayuno de los domingos; después me metí a la cama con Rb: ella estaba, luego de darle de comer a sus perros, empezando a desayunar.

A media mañana salí a lavar el automóvil: ya llevaba varios meses de acumular polvo y se veía bastante descuidado; también rellené el depósito de refrigerante y el radiador; al mediodía Rb preparó las alitas dominicales y yo preparé un par de ensaladas.

Después de sacar a caminar a los perros preparé un par de tazas de té; el mío lo consumí con la última parte de las donas que Rb me había obsequiado el día jueves; durante el resto de la tarde traté de avanzar en el libro de tecnología: Peopleware; pero, la verdad, apenas adelanté en el mismo.

Básicamente me la pasé jugando ajedrez en el celular; y a las cuatro y media ayudé con la preparación del almuerzo de la semana: pelé y cuadriculé algunas papas, pelé y rodajeé un par de zanahorias, y pelé y cuadriculé un güisquil; con eso preparamos un gran caldo de pollo.

También preparé la gelatina para mis desayunos de los primeros cuatro días de la semana: en este caso fue con sabor a uva, y con dos cucharadas de Psyllium; con esto terminé la primera de las bolsas que Rb me había cedido; ya que no estimaba consumirlas en su totalidad. 

Por la noche ví un capítulo de The Expanse; también hice algunas lecciones de Duolingo y algunas de Busuu; y continué jugando más partidas de ajedrez, como que es la época del año en la que intento practicar más con ese juego.

Y a ver cómo va eso.

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