martes, 13 de mayo de 2025

Otro formato... Another format... Un autre format...

No sé si es porque esta semana me tomé vacaciones -empecé el miércoles pasado y terminarán este jueves- pero he decidido no continuar con el ritmo que he estado manteniendo por los últimos meses: publicar cada lunes -o martes- una relación bastante detallada de las ocurrencias de la semana.

Y es que -al final- mi vida es bastante prosáica: de lunes a viernes, generalmente me levantó a las seis y media, medito, resuelvo -o intento- los wordle en inglés y francés del día, entro a la reunión del equipo, hago Duolingo y Busuu, me quedo un rato en la cama, me levanto a preparar el desayuno.

Si hay tareas específicas -que no es muy seguido- trabajo un poco por la mañana; en otro caso, me la paso jugando ajedrez y leyendo; almorzamos con Rb alrededor de la una, luego sacamos a caminar a sus perros -dos vueltas a la calle-, lavo los trastes del almuerzo, preparo café y té.

Trabajo -otra vez, si hay tareas específicas-, pero usualmente continuo con la lectura; después del horario laboral: los lunes, miércoles y viernes realizamos una rutina de ejercicios de cuarenta o cuarenta y cinco minutos; los martes y jueves caminamos un par de kilómetros hacia algún supermercado.

Por las noches veo un poco de alguna película, o alguna serie; leo un poco más, juego un poco más de ajedrez; hasta las once o algo así; después me retiro a mi habitación, en donde leo un poco más, luego medito; e intento conciliar el sueño -generalmente lo logro-.

Usualmente desayuno un tazón de avena, un banano y un poco de gelatina; excepto el viernes, sábado y domingo: esos días preparo un pan al que agrego huevos revueltos con embutidos -y estos días un poco de repollo cocido-.

Y los sábados y domingos trato de salir: dos sábados al mes a ver a mis hijos, y el resto de los días trato de planear un desayuno o un café con alguno de mis pocos conocidos o amigos: creo que llevo una existencia bastante prosáica.

La semana pasada, entonces, empezó más o menos como el resto; la diferencia fue que el internet estuvo fallando durante casi todo el día durante el lunes; tanto que me tocó comprar un poco de tiempo en el celular, para participar en un par de reuniones con mi supervisora y mi colega más joven -y brillante-. 

Rb estuvo continuamente llamando a la compañía de internet, incluso en la noche; al final parece que hubo un fallo general; el martes, afortunadamente, el servicio fue restablecido.

Y es que el miércoles tenía que empezar un nuevo proyecto y temía que la inestabilidad de la red dificultara mi participación en la reunión;  el martes, en el mercado en dirección sur, compré los embutidos para dieciseis desayunos.

El miércoles empezaron mis vacaciones; la verdad es que no me gusta tomar vacaciones; pero mi negativa a tomar tiempo libre estaba afectando algún indicador de recursos humanos del departamento; igual, en este caso, esperaba que me sirviera en el otro proyecto.

Y nomás tuve un par de reuniones: una, bastante corta, con el líder del proyecto; la otra, con todo el equipo; a esta acudimos casi una docena de personas; era con cámara abierta y tardó más de una hora; la verdad, no me gustó.

El resto del día lo pasé de forma similar a lo que describí más arriba; y lo mismo se repitió el jueves y viernes: creo que más que las condiciones exteriores, afecta más a mi estado de ánimo toda la instrospección que me mantengo haciendo sobre los hechos.

El sábado por la mañana estuvo algo ocupado: apps de idiomas, desayuno, acudir a los supermercados en dirección sur, preparar las ensaladas para el almuerzo con mi hija mayor, sacar a caminar a la perra más pesada de Rb; al final salí bastante tarde de casa para dirigirme al departamento de mis hijos.

Había quedado con mi hija mayor que llegaría a la una de la tarde; salí a las doce y media de la casa de Rb; y el tránsito estaba terrible, apenas a unas pocas calle ya empezaba el embotellamiento.

Al final llegué con dos o tres minutos de retraso; pero al parquear el auto las llantas del lado del conductor quedaron sobre unas paletas del portón; lo que hizo tanto ruido que el guardia se apareció para ver su procedencia.

Subí al séptimo nivel, le comenté a mi hija lo que había pasado y bajamos a tomar fotografías para que quiten de allí ese material sobrante del último trabajo en el portón; luego nos dirigimos al parque temático de costumbre.

Antes de entrar al parque compramos -en una gasolinera- un par de hot dogs; lo que completó el almuerzo planeado: hot dogs, snacks, ensaladas y una pequeña gaseosa; nos estuvimos mucho tiempo almorzando, conversando, y armando cubos de Rubik.

También nos subimos a la Rueda de Chicago más grande del lugar -y del país, creo-; un poco después de las cuatro nos retiramos del lugar; le había pedido a mi hija que me acompañara a un supermercado cercano, en donde compramos un zepelin.

Luego retornamos al departamento; le escribí a mi hijo para que saliera de su habitación y preparé tres tazas de café Nescafé; el cual tomamos con el zepelin, y viendo el video de Te Lo Resumo Así Nomás en donde se compara Forrest Gump con una película de India similar; después me despedí de mis chicos y retorné a casa.

El domingo estuvo bastante tranquilo: No había planificado ninguna salida por la mañana; me pasé casi toda la jornada en cama, leyendo un poco y viendo algunos videos de Youtube.

Almorzamos la alitas de pollo que Rb prepara casi todos los domingos; luego sacamos a caminar a los perros y lavé los trastes del almuerzo; también piqué varias zanahorias, varios chiles pimientos, y exprimí un par de dientes de ajo: no iba a estar por la tarde y tocaba preparar los almuerzos de la semana.

Un poco antes de las tres de la tarde me dirigí a la casa del voluntario que vive en la colonia en donde mis hijos crecieron; llegué justo a la hora esperada y toqué el portón de la casa; mi amigo bajó a abrir.

Pasamos a comedor, en donde ví que aún estaba almorzando; lo acompañé  en su actividad y puse a hervir agua para preparar café; llevaba una de las bolsitas que mi amigo me había regalado la semana anterior.

Después de que mi amigo terminara de almorzar sacó la prensa francesa y preparamos el café; lo que acompañamos de un par de cubiletes que llevaba para el caso; después estuvimos jugando varias partidas de dominó.

A las cinco y cuarto me despedí de mi amigo: había quedado de reunirme con una psicóloga que concí en el mismo grupo de voluntarios -hermana de mi doctor de confianza-; en la cafetería en la que usualmente desayuno con mi doctora.

Llegué a lugar con unos minutos de antelación; y, luego de enviare un mensaje, me dispuse a esperar; a la hora convenida mi amiga me escribió para comentarme que llegaría un poco tarde.

Al final no llegó muy tarde; me hice cargo de la compra de un par de cafés y un par de porciones de pastel y pasamos la siguiente hora conversando sobre la evolución de cada uno: teníamos como diez años de no hablar detenidamente.

Un poco después de las siete le indiqué que tenía que retirarme y nos despedimos; el tránsito estaba bastante tranquilo; pero un poco antes de entrar a la calle recibí una llamada de Rb; nomás le confirmé que estaba por llegar a la garita.


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