viernes, 7 de noviembre de 2025

Lluvia de Noviembre y Noviembre sin tí... November rain and November without you... La pluie de Novembre et Novembre sans toi...

El penúltimo mes del año empezó el sábado pasado; trágico porque, de acuerdo a nuestra legislación laboral, es un día de asueto; pero no es flotante, o sea que si cae en un fin de semana está 'perdido'; menos -claro- para los burócratas, ellos sí tuvieron libre el lunes.

Y este mes está algo raro: o quizá más normal que otros años; unas semanas antes anunciaron una serie de dieciseis frentes fríos -la verdad, no tengo muy claro qué significa eso- y el lunes tres de noviembre amaneció un ambiente bastante gris.

O sea, el cielo completamente encapotado y durante casi todo el día estuvo soplando un viento bastante más fuerte que el normal; al parecer estos dos últimos meses del año se parecerán más a los de la antigüedad: fríos y ventosos.

Ayer estaba pensando en las dos partes del título de este texto: para mi generación el tema de Guns N' Roses fue icónico, o sea, los adolescentes de la generación X nos emocionábamos cuando veíamos en la TV -o escuchábamos en la radio- el mismo.

Esa es la primera parte, la segunda es una canción más o menos con el mismo sentido, pero de una banda mexicana; creo que surgió una situación chistosa cuando muchos empezaron a -irónicamente- confundir -o mezclar- ambos temas.

When I look into your eyes
I can see a love restrained
But darlin' when I hold you
Don't you know I feel the same?

Nothin' lasts forever
And we both know hearts can change
And it's hard to hold a candle
In the cold November rain

Porque te extraño desde aquel noviembre
Cuando soñamos juntos a querernos siempre
Me duele, este frío noviembre
Cuando las hojas caen a morir por siempre

Noviembre sin ti es sentir que la lluvia
Me dice llorando que todo acabó
Noviembre sin ti es pedirle a la luna
Que brille en la noche de mi corazón, otra vez

Y a ver cómo va eso... 

El martes -después de la debacle del día anterior- me levanté con el firme propósito de mejorar en mi desempeño laboral; la noche anterior había cambiado las alarmas diarias para levantarme -así como todos los martes y jueves siguientes- a las siete y media.

Como venía de ocho meses -desde marzo- de levantarme una hora antes me desperté temprano; pero seguí en la cama hasta que la alarma sonó; entonces me levanté a meditar, y, luego, a entrar a la reunión de las ocho.

La reunión estuvo normal; pero después, y por primera vez en muchos muchos meses, me pasé las siguientes cuatro horas trabajando de forma ininterrumpida; o sea, desayuné trabajando, poniéndome al día con lo que no había estado haciendo durante la última semana.

Ni siquiera paré para las lecciones matutinas de Duolingo: las hice cuando fuí al baño a media mañana; tampoco estuve dormitando en la cama, ni leí nada fuera de cuestiones laborales; creo que la mañana fue bastante productiva.

Al mediodía almorzamos lo mismo que el día anterior: pollo guisado, arroz y aguacate; acompañado con refresco de rosa de Jamaica; habíamos sacado a los perros antes del almuerzo; luego tomé media hora -por mi hora de almuerzo- para avanzar un poco en Expediente Hermes.

Por la tarde le bajé un poco al ritmo laboral; pero, aún así, contacté al programador que más ha ayudado al equipo local, para revisar un fallo que estaba teniendo en la aplicación; al final de la tarde actualicé el tracking de las tareas -lo que había dejado descuidado durante los días anteriores-.

A las cinco -por el nuevo horario laboral- nos dirigimos con Rb a los supermercados en dirección norte; ella necesitaba unos aros nuevos -compramos anteojos baratos para utilizar los aros con nuestros lentes prescritos-; también compramos un poco de bananos en el otro supermercado.

Cuando retornamos vi que tenía un mensaje en whatsapp de la amiga con la que me reuní el mes pasado -luego de visitar a mi amigo voluntario-: quería que le ayudara con un formulario de Excel; el archivo estaba protegido y no le permitía imprimir correctamente cierta información.

Había hecho esto en mi trabajo anterior por lo que realicé la búsqueda en Internet y le envié el archivo desprotegido; luego tomé la cena que he estado consumiendo últimamente: un banano, un poco de papaya y una galleta con frijoles; después me metí a la habitación a empezar el libro de la línea que antes leía entre cada línea -ahora es francés y portugués-: How to think about money.

El miércoles le bajé un poco al ritmo de trabajo que había mostrado la mañana del día anterior; antes de la reunión diaria hicimos la rutina de los miércoles, luego, la ducha; Rb realizó su visita semanal al supermercado ese día: al siguiente quería ir al hospital en donde había pagado ya una consulta con la ginecóloga.

Por la tarde fuimos convocados a una reunión con el supervisor del Imperio del Norte; hizo una reunión express antes de presentarle resultados a su jefe -o algo así entendí-; lo bueno es que yo había revisado, con el analista que mejor me cae, la inviabilidad de un par de mis tareas.

La reunión no estuvo tan mal; o sea, al inicio insitió en seguirme cuestionando sobre las tareas que había marcado como bloqueadas; pero, cuando le expliqué que no quería apagar servidores de forma remota, nomás las marcó como N/A. 

Al final de la tarde, después del horario laboral, nos dirigimos a los supermercados en dirección sur;  como ya habíamos realizado la rutina de ejercicios en la mañana no planeábamos llegar hasta el más lejano; pero al final sí, allí compramos sal de cocina y yo compré un litro de Incaparina; que pienso utilizar en el desayuno del Domingo con mi hija mediana.

Y esta semana tuve dos incidentes en mi práctica diaria de meditación; el miércoles fue por la noche: me había retirado a mi habitación a leer un poco de Expediente Hermes -el libro de ciencia ficción en Español que había empezado a leer-; luego inicié los veintiún minutos de meditación; pero estos fuero interrumpidos por un quejido de la perra más anciana de Rb.

La perra ha dormido en la sala desde hace muchos meses -durmió en la habitación de Rb por mucho tiempo- y, a veces, se comporta de forma rara; escuché a Rb salir de su habitació y sacarla al patio; luego, un poco más tarde, escuché otro par de quejidos de la perra.

Aunque estaba meditando me dije que seguramente iba a ser interrumpido; y, efectivamente, un poco después Rb abrió la puerta para comentarme lo sucedido; y que no sabía porqué se había quejado la perra en el patio.

En alguna otra ocasión mi meditació había sido interrumpida -quizá en tres o cuatro veces en el último año- y simplemente reiniciaba el contador de tiempo del celular; en esta ocasión no lo hice: creo que ya llevaba más de diecinueve minutos; nomás lo día por terminado.

El jueves tenía la alarma del celular para las siete y media; por el cambio de horario la primera reunión es -durante los próximos cuatro meses- a las ocho de la mañana; pero me desperté a las siete: a esa hora Rb entró a la habitación a avisarme que salía hacia el hospital en el centro histórico.

Me quedé dormitando en la cama y me levanté, a meditar, a las siete y media; luego entré a la reunión; en la misma anunciaron que durante el día  se estaría liberando una nueva versión de la aplicación que debemos probar.

Como el día anterior habíamos ya presentado los avances finales de la ronda anterior -el supervisor incluso terminó con un 'Good Job'- la ejecución de tareas fue casi nula en todo el día; Rb m escribió un poco antes del mediodía para contarme sobre su consulta.

Y lo más notable de la misma fue la confirmación de que tendrá que someterse a una cirugía para la extirpación de una masa en el útero -y un par de miomas que surgieron cuando empezó a tomar pastillas anticonceptivas-; vino a casa un par de horas más tarde.

Al final de la tarde fuimos a los supermercados en dirección norte; en el más alejado -en donde tomamos los buses intermunicipales- compramos un poco de pan; luego, en una panadería del camino, compré el pan para mis desayunos. 

El viernes fue el  segundo incidente de mi práctica de meditación: al parecer Rb le agregó un ingrediente extra a los almuerzos de esta semana -comino, me parece- y eso me provocó algunas molestias estomacales desde el lunes.

Pero no habían estado tan serias; era más como una incomodidad abdominal; y, me parece, estuve yendo al baño en dos -o hasta tres- ocasiones en el día -usualmente es nomás una vez-; el viernes fue diferente.

Me desperté un poco antes de que sonara la alarma -la hora para levantarme estos días es a las seis y veinte- con un brazo completamente dormido; logré conciliar el sueño nuevamente y me levanté cuando sonó el celular.

Empecé a meditar pero me empecé a sentir realmente mal del estómago; aún intenté hacerme el valiente y continuar con la meditación, pero no pude: tuve que levantarme y acudir al baño; luego -de una pausa de cinco o seis minutos- retorné a meditar los últimos siete minutos, para completar el ciclo.

Después desperté a Rb y preparé las computadoras: enciendo la del trabajo para estar listo para entrar a la reunión tan pronto como salgo de la ducha, enciendo la personal para poner audios en portugués -y me calzo los audifonos blue tooth- y enciendo la de Rb pues allí es donde ponemos los videos con las rutinas de ejercicios.

Rb se levantó algo nostálgica porque se empezó a dar cuenta de las dificultades logísticas que conllevará su operación; incluso antes de empezar la rutina me empezó a cuestionar sobre mi compromiso para ayudarla mientras se recupera; mi respuesta: hablemos en otro momento.

Pero después de la segunda pausa de la rutina -faltando el último grupo de ejercicios de kickboxing y los de estiramiento (o sea, unos doce minutos)- se metió al baño -a llorar, creo-; la esperé un momento, pero luego nomás cerré el reproductor de videos.

Cuando salió del baño entré a la ducha y, después, a la reunión diaria del equipo; la cual estuvo igual de tranquila que el día anterior: el nuevo release no había sido instalado como estaba previso, y el desarrollador principal indicó que tampoco ocurriría en el día, que tendríamos que esperar hasta el lunes.

O sea, me tocó que pasar, otra vez, todo el día sin ninguna actividad laboral; al mediodía preparamos el almuerzo tradicional del último día laboral: pescado frito y ensalada de lechuga, zanahoria, manzana verde y aguacate; como habíamos sacado a los perros antes del almuerzo nomás esperé un poco antes de lavar los trastes del día.

Un poco antes de las tres preparé un café instantáneo para mí y un té de manzanilla para Rb; la tarde laboral terminó sin ningún contratiempo; hice la limpieza a las cuatro y media y, a las cinco, sRb me pidió que la acompañara a comprar uvas -en una tienda en dirección norte-; aproveché para comprar un par de pliegos de papel de regalo.

Por la noche estuve viendo el final de una película de Sylvester Stallone que había empezado a ver al principio de la semana: A bullet to the head; después acompañé a Rb mientras veía algunas de sus series.

Y a ver cómo sigue eso...

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