domingo, 4 de febrero de 2024

Cincuenta y uno... fifty one... cinquante et un...

Ayer cumplí cincuenta y un años y me recordé que hace unos días estuve pensando acerca de los números primos y la edad... en esta ocasión no es un número primo y en esta década tendré un par: cincuenta y tres y cincuenta y nueve; la pasada tuvo tres: cuarenta y uno, cuarenta y tres y cuarenta y siete.

La noche anterior a mi cumpleaños me enteré del deceso de un conocido de la ciudad en la que viví -con interrupciones- por dos años: Lantz -o Lance-; publicó un mensaje de despedida en su muro de Facebook y al final del mismo su esposa explicaba que había fallecido el día anterior.

Al final Lantz eligió irse de este ciclo el primer día de febrero y -de acuerdo a lo que había previsto al moverse de Kentucky a Oregon (cuestiones legales estatales)- según el comentario de su esposa: decidió poner fin al dolor muriendo con dignidad -estuvieron juntos por dieciséis años y un mes-.

Lantz creció en un pequeño -creo- pueblo de Kentucky, en un ambiente rural y con bastantes dificultades familiares -según pude leer en las historias que estuvo publicando en los nueve meses anteriores-: en mayo del año pasado le detectaron tumores en el cerebro, pulmón y páncreas.

Fue como el clásico chico de campo, trabajando en granjas y al parecer su padre estuvo en prisión mientras crecía y su hermano mayor -por diez años- se suicidó cuando ya se había casado y vivía en un pueblo cercano.

En todo caso, se graduó de ingeniero en computación y se movió a Portland porque -entre otras cosas- en el estado hay una opción para los enfermos terminales de acabar con su vida; aunque, de acuerdo a los comentarios de su esposa -viuda ahora-, no fue tan fácil que consiguieran esta alternativa.

Conocí a Lantz en mi tercer -y última- estadía en Portland; por alguna razón me involucré con el trabajo voluntario en una ONG que reciclaba computadoras; al menos aprendí a desarmar y armar computadoras e inicié la utilización de Linux -primero Ubuntu y ahora Fedora-.

Además me dejó con una necesidad permanente de buscar formas de realizar trabajo voluntario -aquí ya he estado diez años en un grupo de risoterapia y (hasta el momento) he participado en un par de jornadas médicas-.

Fueron más o menos seis meses de ir casi diariamente a este lugar que era un conglomerado de voluntarios de los más variados; desde personas cumpliendo condenas de trabajo comunitario, indigentes y drogadictos hasta personas muy talentosas en tecnología.

Muchos genios de la tecnología, eso sí; como el amigo que vino al país el mismo año de mi retorno y llegó a quedarse -con su novia- a mi habitación por una noche; y Lantz estaba también entre este círculo de genios; y excéntricos: además de moverse siempre en bicicleta utilizaba el cabello largo e indumentarias realmente llamativas -como medias blancas con franjas de colores-.

Interactuamos directamente nomás en una ocasión: había yo adquirido mi primera portátil con Ubuntu y estaba en el lugar descargando material audiovisual -algunos videos y algo de música- y estaba escuchando algo de música Country.

Me ausenté un momento del aula y al retornar encontré mi máquina en mute -no recuerdo si había dejado los altavoces con bajo volumen o los audífonos con alto volumen- y al sentarme Lantz se dirigió a mí: Anything but Country, Koan; en fin, nos movíamos en círculos bastante diferentes.

Aunque ya no participo mucho de la comunidad de Facebook sigo entrando de vez en cuando a la página y así me enteré -el año pasado- que estaba siendo tratado de algunos tumores en el cráneo: tuvo cirugía laser y luego quimioterapia.

También me enteré que estaba estudiando francés en Duolingo; y que había ido el año antepasado a Europa con su esposa; y hace un par de meses le mostré una de sus publicaciones a Rb pues contaba la forma en la que había iniciado su última relación: se parecía mucho mucho a la forma en la que nosotros mismos empezamos la nuestra.

Y hace un par de semanas una amiga de la pareja publicó que había iniciado una colecta en GoFund me pues habían desahuciado a Lantz y la familia estaba tratando de permanecer unida en sus últimos días; la colecta inicial era por dos mil dólares pero esto fue sobrepasado en un par de días; luego la subieron varias veces -creo que la última vez a treinta mil dólares- y al final recolectaron casi cuarenta y cinco mil dólares.

Y ayer me puse a revisar el timeline de Lantz para ver cómo habían estado esos últimos nueve meses -desde el diagnóstico- pues estuvo publicando periódicamente actualizaciones de su tratamiento mezcladas con comentarios sobre su familia; allí me enteré un poco más de su historia; además de que en dos mil cinco le habían extirpado una mancha congénita de la espalda que había mutado a melanoma.

O sea que -quizá- allí empezó todo; porque -hasta donde he podido ver- el cáncer nunca se va; se trata, se controla, remite; pero al final -de una u otra forma- vuelve a acabar con la vida de la víctima; o es lo que he estado leyendo desde hace algunos años en libros sobre genética, células y ADN.

...

El jueves y el viernes estuvieron un poco más ocupados en el plano laboral: el dev que más nos ha ayudado me contactó el jueves para asignarme una tarea en nuestra plataforma con una duración de casi una semana; por lo que a partir de ese día empecé a revisar cómo funcionaba en el pasado esta característica.

Incluso en la reunión del viernes temprano participé de una forma un poco más dinámica en la reunión diaria ya que el analista con más tiempo en el equipo estaba explicando ciertas dificultades que tenemos con uno de los ambientes de trabajo pero su llamada se desconectó y tuve que terminar de explicar el contratiempo que estábamos experimentando.

Por otro lado, el jueves me tocó levantarme a las seis de la mañana: el día anterior había llamado al taller de la aseguradora para corroborar el horario en el que podía ir a dejar el auto para que me lo repararan; incluso consideré llevarlo a media mañana para no ausentarme del trabajo pero al final nomás le escribí a mi PM para excusarme de la reunión diaria.

Como el tránsito local ha estado bastante complicado preferí caminar los dos kilómetros hasta el lugar en donde se puede tomar el bus intermunicipal para entrar a la ciudad: Rb se ha tardado casi una hora en llegar al mismo lugar cuando ha esperado el busito las dos últimas semanas.

Llegué al lugar donde se toma el bus a las seis y veinte y quince minutos después estaba apeándome a un par de cuadras de la estación del transmetro; consideré caminar los dos o tres kilómetros hasta la casa de mi amigo voluntario -aún no estaba seguro si la estación estaba ya en funcionamiento- pero al final abordé la unidad y un poco antes de las siete de la mañana estaba tocando el portón de la casa de mi amigo.

En el camino había comprado un poco de cubiletes pues sopesé la idea de pedirle a mi amigo que preparara café; pero como ví que el tránsito en la avenida principal estaba bastante pesado y debía conducir con mucha precaución mejor inicié el trayecto.

Saqué el auto del parqueo de mi amigo e inicié la conducción hacia la zona aledaña en donde se encuentra el taller; afortunadamente no encontré ningún embudo y, a pesar de que la dirección estaba un poco complicada, a las ocho menos veinte estaba parqueándome frente al parqueo.

Le hablé al guardia que estaba en el lugar comentándole que iba a dejar el automóvil y le enseñé el marbete que me había proporcionado el ajustador del seguro; el señor me indicó que me parqueara a un lado y un poco después salió un joven a realizar el proceso de recepción.

El empleado llenó un formulario con la información del automóvil y el estado general del mismo: funcionamiento de luces, arranque, herramientas incluidas (de hecho no me había dado cuenta que aún había dejado un tricket y una llave de chuchos a un lado de la rueda de repuesto). 

Luego de que me dieran una copia del formulario solicité una moto en la aplicación de Uber y diez minutos después (y un cargo de 1.25 dólares a mi tarjeta de crédito) estaba subiendo las gradas de la estación más grande del Transmetro.

No tuve muchas dificultades en abordar una unidad hasta el comercial en donde se estacionan los busitos que me dejan al otro lado de la calle de la colonia en donde vivo; y tuve la fortuna de llegar a la estación de busito justo cuando estaba iniciando el recorrido uno -sino, me hubiera tocado esperar como quince minutos-.

Total que a las nueve menos cuarto estaba entrando a la casa de Rb; un poco después ella se despidió pues salió hacia el centro en su visita semanal al mercado en donde compra frutas; el trabajo empezó a ponerse interesante desde este día y además me tocó transferir los cien dólares que invertimos mensualmente con mi hijo en las acciones de la empresa en la que trabaja.

Por la tarde nos dirigimos a los dos supermercados que quedan en dirección sur; en donde compré los ingredientes necesarios para el desayuno al que invité a mi amigo de ascendencia asiática -taiwanesa precisamente- para el día de mi cumpleaños.

El viernes, luego de la jornada laboral, realizamos con Rb la rutina de ejercicios abdominales; también estuve en comunicación con mi hija mayor pues me comentó que no habían logrado hacer el traslado de su servicio de internet a su nuevo lugar de habitación; por lo que había tenido que estar trabajando desde la habitación de su hermano menor; y quería comprobar que su teléfono estaba funcionando.

Al final me levanté los tres días a las seis de la mañana: el jueves para llevar el auto al taller -pasarán varias semanas antes de verlo de nuevo-, el viernes para trabajar un par de horas antes de la reunión diaria del equipo y el viernes para preparar el desayuno que habíamos acordado con mi amigo para las siete.

Para empezar bien el día de mi cumpleaños me dí una buena ducha y luego me ocupé más de media hora en el desayuno: omelette de embutidos y champiñones, frijoles y plátanos fritos; todo acompañado de salsita de tomate, crema y café.

Terminé de preparar el desayuno un poco después de las siete y esperé hasta las siete y cuarto para llamar a mi amigo; el teléfono me envió directamente al buzón de mensajes por lo que pensé que había tenido algún contratiempo.

Me dispuse a desayunar y decidí regalarle el desayuno extra al guardián de la colonia -iba a cubrir el plato con papel de aluminio y dirigirme a la garita luego de desayunar-; pero, un par de minutos después mi amigo me llamó disculpándose por el atraso y comentándome que ya estaba en la garita.

Salí a su encuentro y luego nos pasamos las siguientes cuatro horas entre desayuno -realmente estuvo masivo-, conversación -es bastante hablador- y un poco de tecnología -traía una lenovo que compró en black friday.

Yo también saqué mi computadora de Fedora pero por un desafortunado descuido derramé un poco de café en el teclado bluetooth que adquirí para la misma hace tres o cuatro meses y las teclas centrales dejaron de funcionar.

Mi amigo me estuvo enseñando en su lenovo el curso de Ciencia de Datos que está tomando con una institución de la India y yo le mostré las últimas adiciones que le he estado haciendo últimamente a mi página personal.

A las once de la mañana mi amigo pidió un Uber para retirarse pero se entretuvo tanto en las despedidas que al final le tocó que correr pues el conductor le confirmó que ya estaba esperándolo en la entrada de la colonia; un poco más tarde me escribió para comentarme que todo había ido bien.

Para almorzar, con Rb preparamos una gran ensalada de pollo, y consumimos un poco de verduras cocidas que nos había sobrado de los almuerzos de la semana; luego sacamos a caminar a sus perros y nos percatamos que ya había empezado la celebración del cumpleaños de una anciana cuyo hijo nos vino a invitar unos días antes.

Completamos el paseo de los perros y luego nos vestimos para cumplir el compromiso social; le llevábamos el regalo que Rb había adquirido el martes -mientras yo esperaba en la oficina la actualización que no se realizó-.

La celebración la realizaron en un gran parqueo que hay justo a la entrada de la colonia; en el lugar pusieron algunos toldos y decoraron el espacio flores y moñas; además tenían una marimba orquesta amenizando el ambiente.

Acudir a estos eventos se ha vuelto bastante complicado ya que Rb tiene que rechazar cualquier oferta de comida o bebida, debido a sus alergias; yo también había comido bastante en el desayuno y el almuerzo pero me acerqué a las mesas del catering y pedí que me sirvieran nomás la mitad de la ración que estaban ofreciendo.

Estuvimos un poco más de media hora en el lugar y luego utilizamos la excusa de la alimentación de los perros para retirarnos bastante rápido; el resto de la tarde lo pasamos bastante pasivamente: Rb viendo algunas series y yo intentando leer en mi habitación; aunque tuve un connato de indigestión debido al exceso de comida.

Por la noche ví el final de la película de Nicolas Cage que había dejado en pausa una semanas antes (Dream Scenario) y avancé un poco en mi semana de Duolingo (perdí los quince minutos de la mañana y la noche porque se me olvidó hacer mi lección de antes del mediodía).

Un poco después de las diez y media utilicé la excusa del malestar estomacal para retirarme antes a mi habitación y empecé a leer los primeros dos capítulos del libro interlecturas en turno: The Luck Factor; me dormí un poco antes de la medianoche.

Hoy me costó bastante despertarme -o levantarme, más bien- debido a la hora en la que he iniciado mis actividades desde el miércoles por lo que aunque había dejado una alarma para las siete al final me levanté un poco después de las ocho y media.

Usualmente los domingos conduzco a Rb a su iglesia pero en esta ocasión -debido al accidente del martes- le tocó que irse en bus -dos busitos- a la misma; y como había acordado traducir a un misionero estadounidense debía llegar con bastante antelación.

Aprovechando que me quedé solo la mayor parte de la mañana avancé un poco en mis lecciones de francés y aproveché para preparar la gelatina que consumo en los desayunos de los cuatro primeros días de la semana; al mediodía preparé una ensalada y cociné las alitas de pollo dominicales.

Rb retornó bastante tarde la iglesia y aún vino a calentar el caldo que habíamos reservado para el almuerzo de este día; después de la comida sacamos a caminar a sus perros y luego del té de la tarde -por fin terminé el pastel de cumpleaños que Rb me trajo el jueves- ella se conectó a su clase de teología y yo bajé un par de libros que agregué a mi biblioteca digital.

Y a ver cómo sigue eso...

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