Cuando participaba en el grupo de risoterapia conocí a un joven que estaba terminando la misma licenciatura en la que me gradué; pero en una universidad privada; como muchos -la mayoría?- de los participantes en este grupo tenía un comportamiento un poco diferente: a veces realmente me exasperaba.
Y no creo que hayamos realmente conversado de forma civilizada en alguna ocasión; pero sí noté que tenía un círculo de amigos bastante amplio; en fin; unos años después se marchó a Europa: lleva más de diez años viviendo en Italia.
Y con la distancia nuestra comunicación mejoró; o al menos fue un poco menos caótica; de hecho había aceptado alojarnos con Rb cuando -justo antes de la pandemia- habíamos planeado realizar un recorrido por una buena parte de Europa: España, Italia, Francia e Inglaterra.
Al final el viaje no se dió -COVID 19- y a mí me tranquilizó no tener que moverme (realmente no me gusta viajar); pero justo el último día del viaje que realicé la semana pasada recibí un mensaje de este amigo: estaba en el país e iba a celebrar su cumpleaños el segundo domingo de febrero; me invitaba a acompañarlo.
Al principio -y casi instantáneamente- decliné la invitación: creí que la celebración era el viernes a las seis y yo estaba retornando a la ciudad ese día a las cinco de la tarde; pero cuando le envié la captura de pantalla a Rb me indicó que era el domingo y que sería bueno que fuera; en caso concretáramos el viaje a Italia.
Así que volví a ver a mi amigo, el italiano...
El lunes pasado me desperté antes de que la alarma del celular sonara; creo que los perros de los nuevos vecinos de la calle siguen ladrando de forma muy fuerte; me quedé un rato en la cama pero luego ví el reloj de la tablet: las siete y veinte.
Desconecté la alarma del celular y me levanté a meditar; después traté de hacer el wordle del día (llevaba una racha de cinco días) pero no pude adivinar la palabra revue; entonces entré a la reunión diaria; la que estuvo bastante escueta: los devs más antiguos tomaron la mayor parte del tiempo discutiendo la forma de abordar un incidente; después de la reunión me quedé en la cama haciendo Busuu.
Un poco antes de las nueve Rb entró a la habitación a desearme un feliz cumpleaños; luego me levanté a preparar mi desayuno; al revisar mis correos personales (aún tengo hotmail, yahoo y gmail) ví la tarjeta virtual que me mejor amiga me manda anualmente.
La verdad no pasé un buen cumpleaños; me he estado sintiendo mal tanto emocional como físicamente; y en ambos casos me cuesta identificar el punto exacto del malestar; o sea, no tengo un dolor físico específico, pero me siento indispuesto del sistema digestivo o con cierta alergia en alguna parte del cuerpo.
Y en el tema anímico; no me siento molesto o triste, es nomás que no encuentro mucha satisfacción en la mayor parte de las actividades que realizo todos los días: trabajar, Duolingo, Busuu, estudiar ITL Foundation, leer, programar, etc.
Total que un poco después del almuerzo le comenté a Rb que no quería hacer nada (había contemplado ir a cenar al lugar al que iba hace como una década a celebrar mi cumpleaños); que quería algo agradable pero no quería salir.
Después del horario laboral completamos la rutina de ejercicios de los lunes y, después de bañarnos, le pedí a Rb que me acompañar a a la panadería de la vuelta, en donde compré una milhoja y un relámpago (o algo parecido); me comí la mitad de cada uno en la cena.
Al final recibí como veinte o treinta mensajes de felicitación de mis contactos en Facebook; mis papás me escribieron -fue el mensaje que recibí- en la madrugada y mis primas me felicitaron por whatsapp; y en general, creo que fue un buen cumpleaños.
El martes se cumplían cuarenta y nueve años desde el último gran terremoto -o el más mortifero- del país; y, casualmente, durante la madrugada de ese día hubo una serie de movimientos terrestres bastante fuertes; yo los sentí pero no me alcanzaron a despertarme.
Me levanté a meditar a las siete y media y después entré a la reunión diaria; habíamos estado a la expectativa de una sesión de capacitación con uno de los devs del imperio del norte; pero al final no se produjo; el día anterior había recibido -en mi celular- el boleto para el viaje del miércoles y durante la mañana del martes recibí -por el mismo medio- el boleto de retorno para el viernes a media mañana.
Ese día completé el último nivel de Francés de Busuu, y empecé las primeras lecciones del nivel anterior; voy a pagar los seis dólares por acceder a las conversaciones por un mes, pero aún no he decidido cuándo realizaré la operación.
Al terminar el horario laboral nos dirigimos con Rb a los supermercados en dirección sur; en la tienda de descuentos ella adquirió un pequeño bolso con aislamiento térmico y en el otro supermercado compré embutidos para mis desayunos; en el camino de vuelta compré un poco de pan para el día siguiente.
El miércoles me levanté temprano para hacer las lecciones de Duolingo y Busuu después de meditar y antes de meterme a la cocina, a preparar el pan que me llevaría para el almuerzo; antes de las nueve empaqué una mudada y calcetines para tres días en una mochila que Rb me prestó para el viaje; y, en el bolso de mano con aislamiento, puse la gaseosa y papas que había comprado el día anterior, junto con el pan que había preparado.
A las nueve me despedí de Rb e inicié a caminar hasta el lugar en el que abordamos los buses intermunicipales; el que me llevó hasta la estación del transmetro en el periférico y de allí viaje hasta la ruta interamericana; en donde está la estación de buses hasta el departamento al cual me dirigía.
Llegué con buen tiempo a la estación de buses y no tuve que esperar mucho hasta la hora en la que llamaron a abordar el autobús (las diez y cuarto); me llevé la bolsa de mano -con el cubo de 5x5x5 y la tablet- en el asiento.
Mi vecina de asiento era una de las traductoras del año pasado: en ese tiempo la había contactado para pedirle detalles específicos acerca de los viajes; y frente a nosotros iba otro par de traductoras, también del año pasado.
El viaje inició puntualmente, a las diez y media, y le avisé a Rb sobre los pormenores, activando la localización Live de whatsapp; a la una y media llegamos a mitad del camino; en donde todos debimos abandonar el bus -parte de la estrategia comercial-.
Mis compañeras entraron al restaurante y yo busqué una sombra al borde del camino para ingerir mi almuerzo; luego, antes de re abordar el bus, pasé a los servicios sanitarios del lugar; el resto del viaje continuó sin contratiempos y, un poco antes de las cuatro y media, estábamos entrando a la estación, en la cabecera departamental; allí nos esperaba la anterior coordinadora de viajes y, un poco después, se apareció el nuevo.
Colocamos las maletas en uno de los autos y nos dirigimos a las instalaciones de la ONG; en donde nos pasamos un par de horas repitiendo las lecciones de catación de café del año pasado; allí encontramos a cuatro o cinco traductores adicionales.
Después de la lección de cultura cafetalera nos llevaron al hotel en el cual me hospedé el año pasado, luego de regresar de las aldeas con el grupo misionero; y, luego de ocupar una habitación doble, subimos al lugar en donde ingerimos nuestros alimentos por tres días.
Realizamos varias actividades grupales: un pequeño devocional (me sorprendió la cantidad de actividades religiosas) y una pequeña dinámica para presentarnos a todo el grupo; un poco después de las nueve pudimos retirarnos a nuestras habitaciones.
Yo había estado a la expectativa de las habitaciones: quería continuar con mi hábito de meditar antes y después de dormir pero no quería incomodar a la persona con la que compartiría la habitación (el año pasado también había tenido que compartir).
La habitación tenía tres camas y únicamente eramos dos los ocupantes; por lo que, después de que mi compañero se durmió tomé el cubrecamas de la tercera cama y me metí al baño a realizar la meditación del final del día.
Y el jueves volví a repetir: me desperté a las cinco de la mañana -nos había convocado para empezar el día con un desayuno a las siete de la mañana- y, después de meditar -utilicé la misma ropa de cama- y bañarme, me quedé en cama haciendo las lecciones de Duolingo y Busuu.
También resolví el wordle del día y leí un poco del libro de Dolores Redondo antes de subir a desayunar; la verdad es que había pasado una mala noche: el hotel queda justo al lado de la carretera interamericana y el transporte pesado es bastante ruidoso; me parece que me desperté varias veces durante la noche.
El desayuno estuvo bastante tranquilo; creo que rezamos varias veces antes y después del mismo; y durante la mañana recibimos varias presentaciones acerca del trabajo que realiza la ONG en las comunidades más apartadas en el departamento; básicamente, lo mismo del año pasado.
Aunque, en realidad, no recordaba muchos de los puntos -y otros que repitieron varias veces no se respetaron en mi actuación del año pasado-; además, mucha mucha oración; o sea, es una ONG muy enfocada en la religión.
Almorzamos en el mismo lugar -también hubo refacción de frutas por la mañana y de pan con café por la tarde- y por la tarde continuamos con la capacitación; en este caso por medio de juegos de rol y traduciendo la presentación del personal administrativo.
Terminamos el evento un poco después de las cinco; nos dieron un tiempo de descanso -aproveché para avanzar un poco con Las que no duermen- y después, antes de la cena, recibimos otro devocional; la cena estuvo tranquila y con eso se terminó el programa.
Me retiré a la habitación bastante temprano y continué con el libro en español; mi compañero de habitación se durmió bastante rápido y yo me metí -antes de las once- al baño para realizar la meditación de la noche.
El año pasado no me quise quedar a dormir un segundo día en el evento: pedí que me llevaran a la estación de los buses un poco antes de la medianoche para tomar el bus que salí a esa hora; quería bajarme en la entrada del poblado en el que vivo.
Pero el bus pasó muy temprano (antes de las cuatro de la madrugada) por lo que tuve que llegar hasta las oficinas; y no logré encontrar transporte -ni Uber- a esa hora por lo que el retorno a casa fue bastante tardado; y luego, de acuerdo a mis notas, me pasé casi todo el día durmiendo.
Por eso, en esta ocasión, había decidido regresar con todo el grupo: a las diez y media del viernes; me volví a levantar a las cinco de la mañana, medité, y luego leí un poco antes de subir por el desayuno de las siete y media.
Lo que por supuesto estuvo precedido por una oración; también conviví un poco más con el grupo de traductores: dos chicas que ya había conocido el año pasado y un jovencito de la segunda ciudad más grande del país; el desayuno fue típico y un poco después de las ocho de la mañana empezamos a preparar el equipaje para nuestro transporte a la estación de buses; a donde llegamos a las nueve de la mañana.
Eramos en total seis: tres chicas del año pasado, una adicional -me parece que también participó en algún grupo antes- y otro compañero bastante nuevo en la traducción; una de las primeras propuso que fueramos a Wendy’s, ya que teníamos aún hora y media libre.
Caminamos tres o cuatro cuadras pero no encontramos el lugar; Google Maps funciona raro en los departamentos; por lo que entramos a una sucursal de la cadena de pollo frito más antigua del país y, luego, retornamos a la estación.
El bus salió puntualmente de la estación pero el recorrido fue bastante más lento que la última vez: encontramos aglomeración de vehículos en varias partes de la ruta, antes de salir del departamento; a la una y media llegamos al restaurante que se encuentra a la mitad del camino.
En el restaurante, como no traía comida, compré una porción de pastel red velvet y un café; y compartí la mesa con cuatro de las traductoras; luego retornamos al autobús para continuar el camino; yo temía que la segunda parte del trayecto fuera más lenta; pero no, por venir en sentido contrario al flujo del tránsito habitual llegamos al lugar en el que había indicado que me apearía a las cuatro de la tarde; me despedí de mis compañeritas y bajé del autobús.
Decidí pedir un Uber moto -se veía bastante tránsito- pero me costó encontrar una unidad; al final tuve que esperar como quince minutos antes de que llegara mi transporte -lo solicité hacia un punto a tres o cuatro cuadras de la colonia-.
Por fin llegó el señor y me transportó hasta el lugar indicado -dos dólares-; pasé a comprar pan a la panadería y antes de las cinco estaba entrando a la casa; Rb aún no había terminado de realizar la rutina de ejercicios de los viernes.
Como no había tenido una comida formal desde la mañana, me preparé uno de mis panitos y lo acompañé con café y una porción de pastel de zanahoria -Rb me recibió con un pastel de una de nuestras pastelerías favoritas-.
Por la noche estuve en la habitación de Rb, haciendo un poco de Duolingo, Busuu y jugando ajedrez en mi celular; a las once me retiré a mi habitación -estaba bastante cansado- y, después de meditar, me dormí.
El sábado me desperté un poco antes de que sonara la alarma del celular -a las siete y media- pero me quedé dormitando; cuando la alarma sonó me levanté a meditar; después retorné a la cama a hacer las lecciones de Duolingo y Busuu.
Un poco antes de las nueve me levanté a preparar mi desayuno de los sábados; habíamos quedado con Rb de acudir al supermercado en donde compramos artículos de ferretería, pues volvió a zafarse el freno de la bicicleta estática.
Caminamos hasta el supermercado -está en dirección norte- y después pasamos a la tienda de descuento pues Rb necesitaba un nuevo cable USB C -anoche vino a mi habitación a mostrarme cómo se había zafado el extremo del que estaba usando-.
Después pasamos a otro supermercado a comprar un poco de pollo; cuando entramos a la colonia vimos que estaban preparando el área del parqueo para una celebración infantil, por lo que decidimos sacar a caminar a los perros antes del evento.
Luego preparamos el almuerzo: caldo de pollo con fideos de arroz y ensalada; por la tarde reparé el bolso aislante (se le había zafado el zipper el último día de mi viaje) y luego estuve actualizando mis registros: me había tocado pagar el internet de la casa y el del apartamento de mis hijos; también ví el último capítulo de la primera temporada de Dune Prophecy;
El domingo me levanté a meditar a las siete y media de la mañana; después retorné a la cama a hacer unas cuantas lecciones en Duolingo y Busuu; no tenía muchas ganas de levantarme pero, finalmente, lo hice a las nueve: a preparar mi desayuno de los fines de semana.
Con Rb habíamos quedado de ir al supermercado más cercano en dirección sur; más que necesitar comprar algo -aparte de bananos- queríamos salir a caminar un rato; lo que hicimos un poco después de las once de la mañana.
Al mediodía preparamos las alitas dominicales y una gran ensalada; después de sacar a caminar a los perros estuve actualizando la app en la que estoy publicando todas las obras de arte del libro que estoy leyendo en francés.
Un poco antes de las tres tomé una ducha y, luego, me dirigí a la casa del voluntario que vive en la colonia en la que mis hijos crecieron; no había casi nada de tráfico por lo que el viaje fue bastante corto; encontré a mi amigo un poco afectado por el derrame cerebral que sufrió hace unas pocas semanas; quizá lo que me sorprendió fue la confusión de su narración; según recuerda, el evento sucedió el día de mi última visita: en realidad fue un par de semanas mas tarde.
Mi amigo abordó el auto y nos dirigimos a la cafetería en la que frecuentemente desayuno en mi agenda social; estuvimos un poco más de dos horas entre un cappuccino y un pastel -en mi caso- y una enchilada -en el suyo-.
A las cinco y media pasé a dejarlo a su casa y me dirigí a una sucursal de una famosa cadena de restaurantes que se acaba de declarar en quiebra en el imperio del norte: un amigo que ha vivido durante mucho tiempo en Italia me había invitado a la celebración de su cumpleaños.
El tránsito en el periférico estaba bastante pesado y en el parqueo estaba peor: me tocó esperar un rato dentro del mismo para que hubiera una plaza vacía; pero entré sin mucho contratiempo; el lugar estaba lleno porque a esa hora se jugaba un partido -al parecer- famoso de futbol americano; saludé a mi amigo al entrar y luego le entregué el regalo que llevaba: había empacado un cubo de rubik de 3x3x3 en la bolsa roja que mi ahijada me obsequió en nuestro último desayuno.
Luego me tocó que pasar -literalmente- por debajo de una mesa para sentarme un rato al lado de algunos ex voluntarios a quienes no veía en casi una década -excepto con mi vecina de asiento, a quien encontré el primer día del mes-.
La mayor parte de personas pidieron comida y bebidas pero a mí no me apeteció estar mucho tiempo y percibí que el servicio iba muy lento; nomás me estuve en el lugar hasta un poco después de las siete; a esa hora volví a pasar por debajo de la mesa y me despedí de los ex voluntarios con los que había compartido la velada; luego me despedí del cumpleañero y retorné a casita.
Se suponía que Rb iba a tener su clase de teología a las siete y media; pero, justo a esa hora sacó a sus perros cuando vió que estacioné el auto: su pastor había tenido un contratiempo y no había podido presentar la clase.
Íbamos a ver La habitación de al lado -la última película de Almodovar- pero me entretuve en las lecciones de Duolingo y Busuu; y Rb está en los últimos capítulos de la última temporada de Malcolm in the middle; nomás estuve en Facebook viendo las publicaciones de la celebración de la noche.
Y a ver cómo sigue eso...
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