lunes, 24 de febrero de 2025

Supervisor... Supervisor... Superviseur...

Históricamente no he tenido muy buen record en mis relaciones con mis supervisores/jefes: mi temperamento me ha dificultado tener una relación abierta o constructiva con ellos; también, desde hace más de veinte años, decidí no ejercer ese tipo de función en mis labores.

Lo interesante es que, desde hace veinte años, casi todos mis supervisores han sido mujeres; incluso una de ellas me despidió en el anterior trabajo -por falta de integración al equipo-; pero en general he tenido mejor relación con ellas.

En mi posición actual la líder de mi equipo había sido mi compañera de pasillo justo una década antes; y cuando se fue dejó en su lugar a otra conocida -aunque la identificaba, era parte de otro equipo diez años atrás-.

Pero nos hemos llevado bien; de hecho, bajo su ‘dirección’ realicé el aporte más ‘fuera de mis funciones’ al equipo: la planeación y ejecución de un evento de entrenamiento en seguridad.

Pero eso llegó a su fin; o eso parece: a partir de la semana anterior el líder de nuestro pequeño equipo de cuatro será una persona -esta vez de sexo masculino, y de procedencia asiática- que trabaja en el imperio del norte.

Y a ver cómo va eso…

El lunes me desperté un poco después de las siete; me quedé dormitando hasta que sonó la alarma y me levanté a meditar; pero no había desconectado correctamente la alarma por lo que interrumpí -pero no reinicié- el ciclo de meditación: nomás apagué la alarma y continué.

Después salí por la computadora del trabajo; pero la había dejado con mi ropa el día anterior por lo que nomás la tomé de la estantería y retorné a la cama, para participar en la reunión diaria (también completé el wordle del día).

Rb entró a la habitación mientras estaba en la reunión; después de la misma continué un rato en la cama pero, un poco después de las nueve, salí a prepararme el desayuno, lo que estuvo muy mal: encontré una gran cantidad de gorgojos en la avena que calenté.


Y al revisar el recipiente en el que tengo la avena que tomo a diario (tenía aún más de la mitad y el contenido me tarda más de dos meses) lo encontré cundido de gorgojos; intenté eliminarlos calentando la avena en un gran sartén pero, finalmente, mejor la tiré.

Terminé de desayunar la avena que me estaba comiendo -me tocó que estar sacando los que se habían cocinado- y, a media mañana, lavé un recipiente grande que contuvo plataninas de Rb y lo rellené con una parte del nuevo saco de avena; espero que este no esté contaminado (o se contamine).

Un poco antes del mediodía mi prima favorita me escribió -y luego me envió varios audios de whatsapp- para contarme de las dificultades que está teniendo su hijo mediano con su supervisor -casualmente trabajamos los tres en la misma empresa, aunque ellos en un call center-; utilicé -otra vez- una inteligenicia artificial para contestarle empáticamente.

Por la tarde, después del horario laboral, realizamos la rutina de ejercicios de los lunes; después de salir a la ducha fuimos a la tienda de las verduras: necesitábamos comprar un cartón de huevos y una papaya.

Después de pelar la papaya saqué las herramientas del auto para desarmar el freno de la bicicleta estacionaria; ya había pasado más de una semana desde la compra del epóxico y no me habían dado ánimos de realizar la reparación.

Me costó quitar los tornillos del freno; depués limpié tanto la franela como la pieza de plástico en la cual va montada y mezclé los dos elmentos del epóxico -en el patio trasero-; apliqué la mezcla en ambas partes y las presioné un rato; luego las dejé en la pila de cemento trasera.

El martes no pasó mucho durante la mañana; aparte de Duolingo, Busuu y Wordle; almorzamos lo mismo de toda la semana: piernas de pollo con ensalada; sacamos a caminar a los perros y, a las tres de la tarde, montamos al perro de Rb al auto, pues había que llevarlo nuevamente al veterinario.

Se supone que le quedaban dos aplicaciones de nitrógeno líquido para disminuir el tamaño de la verruga que tiene en un párpado -al final parece que van a ser cuatro aplicaciones-; el tránsito no estaba muy fuerte y llegamos sin contratiempo a la clínica.

Pero, nuevamente el parqueo estaba saturado; y, nuevamente, me tocó que parquearme en un espacio del supermercado express que hay en el lugar y comprar algo para comer: no quise comprar un hotdog pues me sentía ya lleno por el almuerzo.

Compré un burrito preparado y una gaseosa y me estuve en el lugar casi cuarenta y cinco minutos; consumiendo los alimentos, jugando un poco de ajedrez y esperando a Rb y su perro; quienes llegaron bastante tarde.

Afortunadamente, al parecer, el tratamiento está funcionando mejor de lo que se esperaba por lo que quizá no sea necesario que lo sometan a cirugía; retornamos a casa y luego esperamos un poco antes de dirigirnos a los supermercados en dirección sur: estaba lloviznando.

Caminamos hasta el supermercado más distante en dirección sur; Rb quería ver si había pollo en presentación de fajitas, pero no encontramos; por lo que nomás pasamos al otro supermercado a proveernos de bananos y de lechugas para las ensaladas de los almuerzos.

El miércoles tuve tres reuniones: la primera fue la diaria; aunque en esta mi equipo ha tenido una participación bastante limitada; la segunda fue con mi supervisora; el día anterior había retornado de vacaciones y teníamos programada la reunión quincenal de seguimiento.

Afortunadamente nuestra relación ha sido bastante cordial: el año pasado contribuí al equipo con la realización de una actividad de entrenamiento grupal en ciberseguridad; lo que ayudó -o eso espero- a mejorar la integración del equipo.

Mi supervisora aprovechó la reunión para conversar sobre la revisión de rendimiento annual: a finales del año pasado había realizado mi autoevaluación (dejé todo con los valores standard: 3) y ella me calificó en cada área  con una puntuación de 4 y 5 -no sabía que los punteos se promediaban-.

Se supone que esos valores se comunican hacia arriba y desde allí deciden si habrá o no aumento salarial este año; y en que nivel le tocará a cada uno; personalmente no me entusiasma que me den más dinero; igual continúo con el sentimiento -ya van varios años- que no me aguantarán mucho más tiempo; en fin.

La tercera reunión fue también con mi supervisora pero en esta participó todo el personal de mi área (somos en total cuatro); el objetivo era informarnos oficialmente lo que se nos había comentado en una reunión similar el miércoles anterior: funcionalmente pasaremos a depender de una función que se encuentra en el Imperio del Norte.

El miércoles anterior esta persona nos había convocado a una reunión para conocer las funciones que cada uno estaba realizando (la verdad, mi rendimiento ha estado bastante bajo durante las últimas semanas); y comentarnos que había pedido que nos reasignaran a su área, para coordinar de mejor forma todas las tareas.

Y bueno, eso: reunión diaria, normal; reunión quincenal, buena: me llevo bien con mi supervisora; reunión de reasignación: quién sabe qué pasará pues hemos estado teniendo dificultades para conectarnos a los servidores en el Imperio del Norte; igual, no puedo hacer mucho, ver cómo se van desarrollando los hechos.

Cuando terminé mi turno laboral me subí al auto y me dirigí a la sucursal de la más grande cadena nacional de pollo frito en la que me había reunido con mi amigo escritor la última vez; salí un poco después de las cuatro y media.

El tránsito no estaba muy pesado -excepto en una sección antes de entrar a la ciudad- y llegué al lugar con quince minutos de anticipación; mi amigo usualmente ha llegado más tarde, pero en esta ocasión ya estaba en el lugar: por haber sufrido un accidente en su bicicleta está trabajando desde su casa.

Mi amigo estaba con un pastel de queso y un té y llamamos a la mesera para ordenar un par de cenas (cada una cuesta cinco dólares); pero la dama nos indicó que se servían hasta las seis, por lo que pedí lo mismo que mi amigo y nos dispusimos a esperar.

A las seis ordenamos el par de cenas y nos estuvimos otra hora y media en el lugar, conversando sobre los últimos acontecimientos: su accidente de bicicleta en el cual se dislocó la clavícula; libros que estamos leyendo, y temas similares; a las siete y media nos despedimos y retorné a casita.

El jueves era mi segundo día de vacaciones forzadas del mes; me desperté a las siete y media y después de meditar, retorné a la cama a hacer Wordle, Duolingo y Busuu; salí de la cama un poco antes de las nueve y me preparé el desayuno: habíamos quedado con Rb de salir luego de su desayuno hacia el supermercado del centro histórico.

Salimos un poco antes de la hora acostumbrada y no tuvimos que esperar mucho el busito que nos lleva hasta la estación del Transmetro más cercana; de allí nos dirigimos a la estación de la municipalidad -el mercado se encuentra a pocas calles-; el viaje estuvo tranquilo.

Me había llevado un libro infantil que había estado leyendo en los últimos viajes; pero decidí no continuarlo: realmente me fastidia que los europeos (es un escritor del país vasco, me parece) se refieran a los países como el nuestro (específicamente estaba hablando de Egipto) de forma despectiva.

En el mercado Rb adquirió las verduras que necesitaba para la semana y luego nos dirigimos a la estación del transmetro más cercana; sorprendentemente la misma estaba vacía; y justo estaba llegando una unidad, también bastante vacía.

Un poco después estábamos apeándonos en el comercial desde donde salen los busitos que nos traen hasta la colonia; en el lugar entramos al supermercado a comprar una pequeña red de aguacates y luego entramos a una panadería del lugar, en donde Rb adquirió un par de panes, para mí.

Después retornamos a casa; venimos bastante temprano por lo que, antes de almorzar aún pude leer un poco de When we were birds -ya me queda nomás un ciclo para completarlo-; por la tarde, un poco después de las cuatro, nos dirigimos a los supermercados en dirección norte: Rb necesitaba comprar un nuevo cable usb C.

También pasamos al otro supermercado a ver si podíamos conseguir pollo en fajitas; pero no había, en el camino incluso pasamos a otra tienda de pollo, pero, al parecer, está agotada esta presentación; antes de entrar a la colonia compré el pan para mis desayunos de los fines de semana.

El viernes me levanté a la hora acostumbrada: siete y media; medité, realicé el wordle y entré a la reunión diaria; luego hice varias lecciones de Duolingo; un día o dos antes me habían dado -lo hacen cada pocas semanas- acceso Super, con lo que no tengo que estarme preocupando mucho por los errores.

También hice algunas lecciones de Busuu; salí de la habitación un poco después de las nueve de la mañana, me preparé el desayuno de los fines de semana y, luego, estuve leyendo un poco de Les Yeux de Mona; y subiendo las obras de arte a la app que creé para el efecto.

Al mediodía almorzamos medio pescado cada uno, acompañado de arroz con huevo y ensalada de zanahoria, manzana verde, lechuga y aguacate; después sacamos a caminar a los perros: el sol se sentía bastante fuerte.

Al final de la tarde, luego del horario laboral, realizamos la rutina de ejercicios de los viernes; los mismos me agotaron más que de costumbre: empecé a utilizar la mancuerna con mayor peso para realizar varios ejercicios.

La mañana del sábado estuvo normalita: meditacion, wordle, Duolingo (voy en primer lugar de la liga), Busuu; salí de la habitación a desayunar con Rb; luego fuimos a los supermercados en dirección sur.

En el supermercado más lejano no compramos nada; estábamos buscando pollo pero no tenían la presentación que necesitábamos; en el siguiente tampoco tenían, pero ofrecieron para el día siguiente.

A las once de la mañana me bañé y me dirigí -en auto- al departamento de mis hijos; toda la semana había estado con una preocupación latente por la reunión de propietarios que se realizará por la tarde.

El año anterior -tres meses después de la adquisición- subieron en más de un treinta por ciento la cuota mensual de mantenimiento (y pidieron una cuota extraordinaria de casi el doble del monto mensual).

Temía que la cuota iba a aumentar -y en un gran porcentaje-; el tránsito estaba bastante ligero y llegué con un buen tiempo de anticipación al edificio donde viven mis hijos; incluso me quedé en el parqueo jugando un par de partidas de ajedrez.

Luego subí al séptimo nivel y me quedé un rato en el espacio que corresponde a la sala/comedor (no le hemos agregado ningún mueble); mi hijo salió por un momento -a recolectar su comida, de la recepción-; y, un poco más tarde, mi hija.

Con mi hija mayor nos dirigimos al parque temático de costumbre; en donde compramos una pizza y un litro y medio de Pepsi; almorzamos en una de las áreas de mesas más grande y, después, nos quedamos en el lugar practicando con el cubo de Rubik de 5x5x5.

Un poco después de las dos y media iniciamos la caminata de vuelta al departamento (ni siquiera nos dió tiempo de subirnos a la rueda de Chicago); llegamos diez minutos antes de la hora de la reunión, dejamos mi mochila en el lugar y subimos al noveno nivel.

La reunión fue un relajo, y sí, hubo un aumento, aunque en esta ocasión ‘solo’ del diez por ciento; de todos modos me ha tenido con muy mal ánimo el hecho de que realmente no he ayudado mucho a mis hijo al haberles cedido el departamento.

O sea, me gasté más de medio millón de la moneda local para que puedan vivir en un lugar en el que aún deben pagar una cifra bastante elevada mensualmente; no lo veo muy atractivo e incluso he estado sopesando la posibilidad de venderlo.

Pero, creo que, por el momento -o por los próximos cinco años- vermos cómo evoluciona el costo de vivir allí, para tomar una decisión; en el ínterin, espero que ellos lleguen a la década de la treintena y tenga la suficiente madurez de decidir por sí mismos qué hacer.

La reunión fue un relajo y aún querían alargarla para ‘aprobar’ el reglamento de convivencia (algunos hacen mucha bulla cuando hacen eventos, otros dejan que sus perros orinen en la terraza, etc); eran dieciseis páginas de texto y querían ir una por una.

Por lo que intervine para solicitar que lo enviaran por correo, recibieran comentarios y se aprobara de otra forma; acordaron enviarla por la herramienta de mensajes y tener otra reunion en un par de sábados; a la que espero que asistan mis hijos: a ellos los afecta -por el momento- más directamente ese documento.

Eran casi las seis cuando bajamos al séptimo nivel y les propuse a mis hijos que terminaáramos de ver Flow; lo que hicimos, con un poco de Pepsi que nos había sobrado de la tarde -antes había guardado la mitad de la pizza en la refri-.

Después de ver Flow (habíamos dejado como cuarenta y cinco minutos pendientes) me despedí de mis chicos e inicié el retorno a casa; el cual estuvo, afortunadamente, bastante tranquilo.

El domingo me levanté -realmente me costó salir de la cama- a meditar a las siete y media; luego de meditar retorné a la cama e hice un poco de Duolingo; después seguí en la cama, dormitando un poco.

A las nueve me levanté a calentar un tamal que me había sobrado de navidad y a prepararme un huevo frito; lo que desayuné con café y unos trozos de pan que aún me sobraban del jueves.

A media mañana fuimos a caminar en dirección sur; casi hasta la altura del supermercado más lejano; luego pasamos al otro supermercado y adquirimos el pollo que habíamos dejado pendiente el día anterior.

Íbamos a cortar café en las matas que están fuera del cercado de la casa de Rb, pero ella estimó que el sol estaba demasiado intenso; lo dejamos para otro día (aunque los frutos ya tienen un color rojo bastante oscuro).

Al mediodía Rb preparó las alitas de pollo dominicales; las cuales almorzamos con un poco de caldo de pollo que había sobrado del día anterior; luego sacamos a caminar a sus perros.

A media tarde lavé los trastos, preparé té para Rb y café para mí; durante el día había estado avanzando en el último ciclo de Les Yeux de Mona: terminé la parte de las cincuenta y dos obras, dejando pendiente el epílogo; además, terminé de subir las imágenes a la app en GitHub.

Antes de las siete -Rb tenía su clase semanal de teología- terminé de ver Flight Risk, la última película (?) de Mark Whalberg; y en la que él toma el papel del malvado; y dirigida por Mel Gibson; me imagino que, ahora que el emperador lo puso de 'embajador' en la industria cinematográfica, va a tener más presencia.

Y a ver cómo va eso...

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