viernes, 20 de junio de 2025

Aparatos... Gadgets... Gadgets...

De las primeras compras que realicé cuando empecé a trabajar como ingeniero fue una computadora -lo primero creo que fue una cama y una bicicleta-: era una pc usada con un monitor ámbar -o verde, no recuerdo-.

Y es que la tecnología ha sido -desde mi adolescencia- uno de mis temas favoritos; recuerdo que por mi época universitaria tenía una revista con modelos de varias computadoras personales; que, por ese tiempo, no podía adquirir.

Desde esa primera PC -que envié al final a la casa de mis papás, cuando empecé la convivencia con la madre de mis hijos- casi siempre he tenido una computadora: fue en una de estas que mis hijos aprendieron a leer -antes de que cumplieran tres años-.

Y es el regalo que les realicé a cada uno de mis hijos -en lugar de una fiesta, que es lo que se acostumbra por estos lados- cuando fueron cumpliendo los quince años: una computadora portátil, nueva, de paquete.

De hecho esas fueron las primeras tres computadoras que compré nuevas; el resto siempre lo iba adquiriendo de segunda mano; pero, en general, cumplieron su función: mantenerme al día con la tecnología -y un poco de programación-.

En mi segundo viaje al Imperio del Norte compré mi primer dispositivo móvil (inteligente): un compañero de trabajo -y buen amigo- estaba cambiando de celular, y me vendió -en cincuenta dólares, creo- su Palm Pilot.

Aunque no, eso fue en mi último viaje al Imperio; en el segundo había comprado -en ebay- una palm de las que aún usaban stylus para ingresar información en la pantalla; la del tercer viaje tenía un teclado qwerty físico.

Fue también en el tercer -y último- viaje que compré mi primera computadora portátil: en el lugar en el que realizaba trabajo voluntario adquirí un par de laptops reconstruidas; la primera fue una Dell que me costó menos de cien dólares, la segunda era una Lenovo. 

 Ambas eran bastante antiguas para la época -dos mil ocho-, la batería apenas aguantaba y el wifi costaba que funcionara; pero aún así podía conectarme a la red desde el exterior de algunas tiendas -o desde el interior de las bibliotecas-.

Las dos computadoras las traje conmigo en el último viaje de vuelta; y fue con una de ellas que hackeé el wifi del vecino en la habitación en la que viví casi una década; ambas me aguantaron más de cinco años luego de que las comprara.

La siguiente me la envió mi amigo científico a quien apoyé en algunas clínicas de Linux en el lugar en el que realizábamos trabajo voluntario; creo que le envié de vuelta sesenta o setenta dólares; las siguiente dos también me las envió el mismo amigo, aunque esas no me las cobró.

Esas dos las usé por el siguiente lustro; hasta que, la última me dejó a principios del presente año; y entonces compré la primera computadora nueva para mi uso personal: la Lenovo que utilizo ahora para cuestiones que no tienen que ver con mi trabajo -para eso uso la de la misma marca que me proporciona la empresa-.

En el caso de los celulares; después de perder el Huawei en el viaje a la Suiza Centroamericana, compré un Samsung; y ahorita voy por el tercer dispositivo de la misma marca; lo uso principalmente para hacer Duolingo y jugar ajedrez. 

También fue para avanzar en Duolingo que compré mi primera tablet -ayer compré la segunda-: el celular que usaba en ese tiempo tenía una pantalla pequeña y se me dificultaba responder los ejercicios escritos.

Pero la tablet no me funcionó para eso: la versión Go de Android que tenía instalada no funcionaba bien con la app de Duolingo; entonces la empecé a utilizar nomás para leer -y jugar algunas veces ajedrez-; y me acompañó hasta hace un par de semanas.

Uno días antes empezó a perder carga con mucha rapidez; la estuve utilizando conectada, pero un día ya no encendió; la dejé sobre una caja de plastico que tengo en mi estantería de la ropa; y un par de días más tarde la batería estaba completamente inflada.

Entonces utilicé el Kindle para continuar leyendo; lo que fue una molestia por dos razones: la primera es que el format que el lector que este modelo trae no lee archivos epub; nomás mobi; así que tuve que convertir los siete libros a medias a este último formato.

La otra cuestión fue que me empezó a cansar mucho la lectura: la pantalla del Kindle no brilla -se supone que es una ventaja porque es como si fuera papel-; pero, con mi estado actual de la visión -uso lentes de lectura desde hace casi diez años, utilizar una lámpara me cansaba demasiado rápido la vista.

Por eso, y porque ví hace un par de día que el Kindle estaba perdiendo muy rápido la carga -tiene como ocho o nueve años de edad- decidí adquirir una nueva tablet; la anterior la había comprado justo en los días de la pandemia y era marca EPIK -o sea, genérica-.

Estuve buscando en internet algunos modelos parecidos en tamaño; y ayer que fuimos a los supermercados en dirección norte le pedí a Rb que pasaramos a Office Depot: había visto una tablet de ocho pulgadas marca RCA.

Nos tocó que salir con paraguas y chumpas pues la lluvia ha estado cayendo de forma intermitente; y en esa tienda de Office Depot no tenían el modelo -era una oferta disponible únicamente en algunas tiendas-.

Después de Office Depot pasamos a Dollar City y luego al supermercado; había decidido pasar el sábado a la sucursal de la primer tienda, a adquirir la tablet; pero, justo saliendo del supermercado Rb me sugirió pasar a una tienda de electrodomésticos a mitad del camino

Y resultó que solo tenían en existencia dos tablets; la más barata, una Samsung A9, costaba ciento veinte dólares dólares (la de la otra tienda costaba un poco menos de cien); por lo que utilicé la tarjeta de Rb para comprarla.

Por la noche le instalé un lector que maneja los dos formatos de los libros que estoy usando (Epub y Mobi) y además, empecé a utilizar una aplicación online para mejorar mi nivel de ajedrez.

También, ayer empecé a ver una película de Studio Ghibli que no fue dirigida por Miyazaki: The Cat Returns; el día anterior -o dos días antes- había terminado de ver la primera de este director -de las exitosas, al menos-: Porco Rosso.

Y a ver cómo sigue eso... 

No hay comentarios:

Publicar un comentario