He renunciado a terminar otro libro -ya llevo varios en los úlltimos años-: después de pasar de la mitad, me empecé a preguntar por qué estaba leyendo un libro de no ficción en el que un exitoso hombre de negocios señalaba algunos errores a evitar, al lanzar una empresa.
Y sé que no debo ser un asesino -o investigador- para disfrutar de un buen libro de acción; o un doctor para leer un buen drama médico; pero esto es no ficción, lo que se supone que leo para no leer solo cuestiones entretenidas.
Pero no, definitivamente no está entre mis esperanzas; para estos dieciocho o veinte años que me queda sobre la faz del planeta, convertirme en un emprendedor: lo quise hacer cuando tenía menos de treinta, pero no estaba nada preparado.
En fin, total que terminé cerrando Build: es un libro de alguien que colaboró con el desarrollo del Iphone, y luego creó una empresa de termostatos, que vendió a Google, por una cantidad -me imagino- que aumentó mucho más los millones que ya tendría en su cuenta bancaria.
No sé qué quiero hacer con el tiempo que me queda; pero no creo que emprendedor sea una etiqueta que me atraiga; o sea, si pudiera continuar trabajando en lo mismo que he estado trabajando los últimos años, me daría por bien servido.
Porque, a pesar de las mútiples dificultades que tengo -y he tenido- en estos once años de trabajo, es la posición en la que mejor me ha ido; y creo que eso se refleja con las contribuciones extras que a veces hago; o que nunca -hasta el año pasado- hubiera tomado vacaciones.
Entonces empecé a ver qué otras opciones había -digo, esta línea la titulé: tecnología- y encontré un libro que, casualmente, ya estaba entre mi lista de pendientes: The Phoenix Project; que, al parecer, es a tecnología lo que The Goal fue a producción; a ver qué tal.
La segunda parte del título... en la segunda temporada de The Big Bang Theory -no sé si ví todas las temporadas- hay un capítulo titulado The Friendship Algorithm; en el que el personaje principal -autista- diseña un diagrama de flujo para hacer amigos.
Fue divertido que al aplicarlo entra en un loop infinito; siendo rescatado del mismo por el ingeniero del grupo -a quien desprecia por considerar que un MsC no se acerca siguiera a un PhD- al agregar una derivación al loop en el que se había estancado.
La televisión -?- por supuesto es nomás una buena representación de la mente de los libretistas; aunque mucha gente -por alguna razón- toma lo que sucede en la pantalla como si fuera una verdad como una montaña; pero me gustó la alegoría.
Y la idea me pareció brillante; o sea, un método para conseguir amigos sería algo de mucho beneficio; pero no existe; me imagino que es bastante básico: ser una buena persona, ser una persona agradable, ser una persona amable; o ser extrovertido.
Contaba, algunas publicaciones atrás, que había cortado la comunicación con mi único amigo de la infancia -no me volvió a contactar después que le presté sesenta y cinco dólares-; y también decidí no volver a contactar a uno de mis amigos del voluntariado -esos fueron otros ochenta dólares-.
Hace más de un año había cortado la comunicación con mi conocido que es promotor cultural: me había pedido un préstamo de quinientos o seiscientos dólares; y eso sí me puso en qué pensar -preferí cortar por lo sano-.
Y es que incluso con mi hija segunda, no sé si el problema sea el dinero; el año pasado le envié nueve mil dólares, para que completara el pago de su último año de universidad -creo que es MsA- y el poco contacto que teníamos -nos mensajeábamos dos o tres veces por año, en facebook-, se cortó completamente.
Sé que está viva porque Facebook bloquea el envío de adjuntos después de que el usuario no ha accedido a la cuenta después de cierto tiempo -ignoro cuál es el límite-; y he estado enviándole por correo, por Drive y por Facebook, una carta, desde el mes de febrero.
He estado pensando si debo seguir escribiéndole, o nomás aceptar que todo se termina nomás; debería estar satisfecho que es un adulto funcional; graduada de una universidad del Imperio del Norte, y trabajando en el sistema educativo -si sus planes se cumplieron-.
Y al amigo arquitecto, que canceló la invitación de este último fin de semana, también aplicaré lo mismo; o sea, habíamos hablado algunas semanas antes, confirmamos el miércoles, y el viernes me comentó que no iba a poder venir.
No sé realmente cómo funciona la amistad; quizá sucede que, quizá a cierta edad, o, por el tipo de personalidad; simplemente se debe aceptar que la amistad estrecha es solo una quimera; y, al menos, continuar con los contactos que aceptan una reunión de vez en cuando.
Y me he estado cuestionando esto durante este día, en parte porque se suponía que hoy iba a ir a la casa de uno de mis ex compañeros del primer trabajo en el que laboré como ingeniero: lo ví, por casualidad, hace como seis años, en un supermercado.
Luego lo contacté, después de conseguir su contacto, cuando acudíal colegio profesional a recibir mi plaqueta por el aniversario de veinticinco años; nos reunimos hace un par de meses: lo invité a un café y un pastelito.
Y hemos intercambiado mensajes de vez en cuando, por whatsapp; el martes pasado lo saludé por esa vía, y le comenté que debíamos volver a reunirnos, que lo invitaría a lo mismo; pero me dijo que me invitaba a su casa para este día.
Entonces le indiqué que quedaría a la espera de los detalles para la visita: hora, dirección, e indicaciones para la garita; y esa fue la última comunicación; y no sé como proceder; lo que estaba pensando es escribirle mañana, y preguntarle si había un mes específico para su invitación, o estaba abierta.
Pero, eso: no sé cómo proceder; o sea, no me siento especialmente bien de no conocer a muchas personas que no puedan apartar media hora o una hora, cada cierto número de semana para tomar una bebida tibia y conversar un poco.
Aunque tampoco es que para mí sea muy agradable la perspectiva: el domingo pasado fuimos por la mañana con Rb al supermercado en el que compramos artículos a granel -compré detergente y desinfectante para mis hijos-.
También adquirí una magdalena, para llevarla por la tarde, en mi visita semanal al voluntario que vive en la colonia en la que crecieron mis hijos; después de almorzar, y de sacar a caminar a los perros, me dirigí al lugar.
Había estado sopesando visitar a mi tía favorita; pero no me alcanzaban los ánimos; en donde mi amigo estuve de tres de la tarde a cinco; llevaba unos paquetes de café instantáneo, la magdalena adquirida por la mañana, y mi set de ajedrez mas nuevo.
Y estuvimos conversando, tomando café -y media magdalena- y jugando por un buen tiempo; o sea, fue un suceso -en su mayor parte- agradable; pero cuando me subí al auto para retornar a casa, no quería más que eso: retornar a casa.
También, ayer le envié un mensaje -en whatsapp- a mi hijo menor: disculpándome por lo sucedido el último día que nos vimos, y por la negatividad de mis conversaciones -evitaré seguir hablando sobre la muerte-; y proponiéndole este sábado, o el último del mes, para nuestra nueva reunión; aún no ha respondido.
Y a ver cómo sigue eso...
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