El concepto de pareja siempre se me ha escapado: desde niño soñaba con tener una familia nuclear feliz; no sé si se deba a mi propia experiencia infantil; o a alguna extraña fijación producto de la televisión y demás consumo de media.
Pero luego empecé a tener hijos con la primer pareja que tuve; de quien me separé, luego de casi una década de convivencia; y luego casi nada; alguna que otra relación esporádica -me importaban mucho mis tres hijos-, hasta llegar a Rb; ya llevamos más de una década de estar juntos y, me parece que, tres años de legalizar nuestra unión.
Pero no es algo que dé por hecho; o sea, acepté casarme porque no quería volver a empezar a buscar dónde vivir: me parece que por esa época ya tenía más de un año de haberme establecido en su casa; pero no creo en el 'hasta que la muerte los separe'.
Pero de las parejas 'felices' que antes tomaba como modelo no he visto un buen desarrollo: mi prima favorita aceptó que su esposo tiene otra relación; y que vive la mitad de la semana en cada hogar del que forma parte; también me acabo de enterar -ella me contó- que su papá -esa gran pareja cristiana- tiene una hija (bastante grande) fuera del matrimonio.
En fin, es un concepto bastante confuso; y las parejas homosexuales no creo que lo tengan más fácil -al final, creo que mis tres hijos son parte de la comunidad LGTB, aunque no estoy seguro de cual letra le aplica a cada uno-: hace unos tres años mi ex supervisor me comentó que había retornado del país más póspero del sur, en compañía de su esposo.
La última vez que nos reunimos me comentó que andaban con conflictos familiares -y de pareja, creo-; y el sábado que desayunamos, me contó de la situación actual: están actualmente en medio de una convivencia bastante complicada, luego de un intento de suicido por parte del susodicho.
Y el destino: acabo de volver a leer un muy buen artículo de uno de los escritores contemporaneos locales; antes publicaba bastante en su blog, ahora no ha publicado en más de seis meses; pero tiene ya varios libros publicados -además, estudió (pero no se graduó, adivino) ingeniería, letras y filosofía, en la universidad nacional-.
En el artículo en el que celebraba la victoria de Argentina en el último mundial, metía la historia de porqué su padre le iba a los alemanes: había obtenido una beca para Alemania Federal, en su juventud, la cual fue cancelada cuando un grupo armado asesinó al embajador de ese país.
Juan Pablo dice algo así como: si ese atentado no hubiera ocurrido, habría ido a estudiar a Alemania, habría trabajado en el lugar, desarrollándose en el mismo; y yo no hubiera nacido; y es una historia que he escuchado o leído, o visto en no pocas ocasiones: si X, Y, o Z hubiera (o no hubiera) ocurrido, entonces yo estaría haciendo A, B o C (o no estaría haciendo D, E o F).
Pero al final, ¿quién sabe, no?
El sábado me levanté antes de que sonara la alarma: la había puesto para las seis de la mañana, pues debía de estar antes de las siete en el restaurante en donde me reuniría con el ex supervisor a quien veo dos veces al año; este era el desayuno de medio año.
Pero, como otros días, el zumbido de un zancudo me despertó quince minutos antes de que sonara la alarma; me sentía aún cansado, pero me levanté a meditar; después consideré si hacer los wordle del día, pero me decidí a meterme a la ducha.
Después de bañarme volví a consultar la página de waze para ver cómo andaba el tránsito en la ciudad; según el sitio el recorrido era de quince minutos; consideré el doble del tiempo y salí un poco antes de las seis y media.
En el periférico volví a ver la hora y, casi al noventa por ciento del recorrido, aún quedaban siete minutos antes de las siete de la mañana; la entrada al parqueo del restaurante estuvo rara: había un camión tapando la entrada, y detrás del mismo, una unidad de distribución de Pan Bimbo.
Total que tuve que ocupar la mitad del espacio del segundo carril -aún pasó un auto bocinando-, pero pude entrar sin demasiadas -adicionales- complicaciones; había planeado resolver los tres wordle del día (inglés, francés y portugués) o hacer alguna lección de Duolingo, mientras esperaba; pero el wifi del restaurante no funcionó.
Además, mi amigo llegó bastante rápido: no ví el mensaje en el acto -por no tener conexión a internet- sino hasta que regresé a casa; pero las siete y tres minutos me había enviado un mensaje de voz, comentándome que ya estaba parqueándose.
No veía a mi amigo desde diciembre; y creo que ya aprendí a poner en contexto sus comentarios: la primera vez, hace unos tres años, que me comentó que estaba por cambiarse de trabajo, asumí que la siguiente vez que lo vería estaría ya en otra empresa.
Pero no, al parecer, le gusta compartir sueños -o deseos- en los que realmente no cree; y, me parece que es una costumbre que compartimos -aunque espero que en mi caso, sea un poco menos seria-; la última vez que nos vimos me comentó que andaba con problemas de pareja.
Algo de que habían ido a Ciudad de México con su familia -y su pareja- y habían tenido ciertas diferencias; pero estas fueron tan serias que, en un momento, consideró dejar a todos allí y tomar un boleto a Miami -o algún lugar igual de exótico-.
Al parecer, lo de los problemas con su pareja sí eran serios: en esta ocasión me comentó que habían terminado la relación romántica; que siguen viviendo juntos porque, al final, él lo había traído al país, pero que, después de un par de intentos de suicidio -uno, dudoso, el otro sí más serio- nomás estaban viviendo como roomies.
Y me pareció algo violenta la situación: en cierta ocasión lo dejó prácticamente encerrado en donde viven, pues debía ir a trabajar, y temía que simplemente abandonara la seguridad que le proporcionaba; también me comentó que le había tocado escuchar cuando llegaba con sus amigos sexuales.
O sea, qué incómoda la situación; creo que retornaron al país hace cinco o seis años; luego de un par de años de convivencia en Chile -entendí que en ese país se habían podido legalizar su situación matrimonial-.
Y mi amigo, huérfano desde niño, -me parece que- ha desarrollado un complejo de salvador; o así es como lo percibo: lágrimas saltaron a sus ojos cuando me contaba el temor al abandono que ha padecido su -ahora- ex pareja.
Estuvimos en el restaurante un poco más de dos horas; poniéndonos al día de las vidas de cada uno; el trabajo, las parejas, la familia; un poco después de las nueve y media le comenté que ya debía retirarme, y quedamos en que llegaría a conocer el negocio de comida que tienen con su inquilino, en el centro histórico.
El tránsito de vuelta estuvo bastante tranquilo; un poco antes de las diez de la mañana estaba parqueándome frente a la casa de Rb; llegué justo en el momento en que ella estaba saliendo hacia el supermercado, por lo que me ofrecí a acompañarla.
Fuimos nomas al supermercado más cercano; en donde adquirimos un poco de pollo; y lechugas para las ensaladas de los almuerzos; sacamos a caminar a los perros antes de la comida del medio día.
Por la tarde salimos al patio trasero a cosechar algunas flores de loroco; y, como vimos que el racimo de bananos silvestres ya tenía más unidades amarillas, aprovechamos para bajar el mismo; para lo cual utilicé un par de las cuerdas que habíamos comprado para la ocasión de las tarimas de madera.
El proceso estuvo un poco tardado: aseguré alternativamente el racimo, utilizando dos pitas de plástico; pero al final estuvo bien, ya que pude completar el procedimiento sin mucho daño a los bananos.
Después separé las diferentes pencas de frutos -aunque algunos se separaron en el transcurso-; y, aprovechando que no estaba lloviendo, salimos a repartirlos a los vecinos de la calle -y al guardián de la colonia-.
Yo consumí uno de los que ya estaban amarillos; repartimos cuatro o cinco pencas a los vecinos, una al guardián de turno, reservamos una para el del día siguiente; y Rb preparó una buena cantidad de tortillas, con una de las que aún estaban verdes.
A media meditación nocturna -debo mejorar en dejar ir los pensamientos- me recordé que no había hecho los wordle del día; y, como el de francés lo renuevan cada día a las seis de la tarde -por la diferencia de horario con Francia- nomás pude completar el de inglés y el de portugués.
El domingo me levanté a las seis y media y lo primero que hice, después de meditar, fue resolver los wordle en los tres idiomas; después regresé a la cama a dormitar; hasta que escuché que Rb se levantaba y salí a prepararme el desayuno de los fines de semana.
Después del desayuno, o a media mañana más bien, nos dirigimos, caminando, a la tienda de ropa usada en la que generalmente nos proveemos; en el trayecto pasamos a dejarle la penca de bananos silvestres al guardián de turno.
En la tienda de ropa Rb anduvo por muchos de los pasillos, buscando ropa para el evento de su trabajo al que tendrá que atender durante la semana; afortunadamente me había dejado su celular, por lo que pude jugar varias partidas en chess.com.
Ella adquirió varias mudadas de ropa; yo nomás compré un helado, cuando pasamos a pagar a la caja; retornamos a casa antes de mediodía y preparamos las alitas de pollo dominicales, acompañadas de un poco de caldo y fideos.
Por la tarde había planeado trabajar un poco; pero cuando entré al sitio en cuestión me di cuenta que no podía avanzar mucho: como que la última actualización no se ha completado por lo que el alcance de lo que podía hacer era muy limitado.
Entonces me puse a terminar de ver la última parte de The cat returns; y después la segunda parte -creo que la dividiré en cinco- de la última película de la franquicia de Mission Impossible.
Y a ver cómo sigue eso…
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