jueves, 2 de octubre de 2025

Lluvia, Lluvia... Rain, Rain... Pluie, Pluie...

Este año las lluvias han caído con bondad en nuestro país; no sé si se debe a las tormentas tropicales que se han estado formando en los océanos que nos rodean o a una agudización de El Niño (o La Niña, no llevo la cuenta); pero, a diferencia de los dos años anteriores, las lluvias han sido bastante constantes durante los últimos meses.

Y es que en los dos años anteriores -no recuerdo si tres años atrás fue así- el calor de mediados de año estuvo intenso; la casa de Rb es bastante baja y en varias ocasiones estar dentro de una habitación se sentía como un horno.

Pero este año no, casi desde finales de abril casi todas las tardes hemos tenido precipitaciones; lo que ha sido un alivio, al menos temporal; lo malo es que la infraestructura de la ciudad -y del país en general- es bastante frágil: apenas llueve un poco más de lo habitual y la ruta asfáltica -y los puentes- empiezan a averiarse.

La semana pasada -o la anterior- estuvieron difundiéndose videos del colapso de un muro en el lado opuesto de la ciudad; incluso en uno de ellos un motorista fue arrastrado por la corriente de agua que bajaba por la calzada.

Y este día el tránsito se quedó casi paralizado en la mayor parte de la urbe: ví algunos videos -y fotos- de varias calzadas en donde el agua llegaba casi a la mitad de la altura de los automóviles; y otras rutas prácticamente cortadas por árboles caídos.

Hace poco escuché que el lema de la ciudad -de las familias que la poseen, realmente- que es La Ciudad del Mañana; no es por el futuro, sino porque cada vez que sales a la calle, es probable que retornes hasta el día siguiente.

Y a ver cómo va eso...

El lunes me levanté a las cinco y cuarto; me había despertado alrededor de las cuatro de la mañana -me imagino que un auto muy ruidoso pasó por el boulevard- pero continué en cama hasta que sonó la alarma.

Medité veintiún minutos y luego salí a la mesa del comedor a encender mis dos computadoras: la del trabajo para no entrar tarde a la reunión diaria -después de la rutina de ejercicios- y la de Ubuntu para escuchar audios en portugués durante la rutina.

Después entré a la habitación de Rb, a despertarla; terminamos la rutina un poco antes de las siete y nos metimos a la ducha; después me conecté a la reunión diaria; el día anterior por la tarde había trabajado un rato en la replicación de un reporte y me tocó que explicar un poco casi al final de la reunión.

El resto de la mañana traté de trabajar un poco; pero, la realidad es que, no encuentro una forma de abordar el trabajo últimamente: llevamos más de un año en el proyecto y no encuentro que mejore mi participación -es más, está empeorando-.

Incluso le comenté a Rb que estaba llegando a un punto bastante incómodo en el trabajo en equipo; mis tres compañeros son bastante jóvenes -mi supervisor también, creo- y no encuentro la forma en la que nos organicemos -para mejora del equipo, realmente-.

Al mediodía Rb me pidió que la acompañara al patio delantero: el endocrinólogo le indicó que debía tomar un baño de sol de al menos quince minutos cada día; y accedí, con gusto, a acompañarla.

Al mediodía me reuní con los otros tres analistas y mi supervisor en el Imperio del Norte; lo que no contribuyó en nada a mi estado anímico; deo buscar la forma de mejorar en este aspecto; mientras la reunión se alargaba empeé a ayudar a Rb en la preparación del almuerzo.

Durante los primeros dos días previmos preparar burritos y acompañarlos con un caldo de pollo; para la preparación de los primeros estamos utilizando unas pechugas de pollo que asamos la última vez que utilizamos la parrilla.

Después del almuerzo sacamos a caminar a los perros; el tiempo sigue bastante raro: sol radiante durante la mañana y lloviznas esporádicas -y a veces no tanto- durante las tardes y las noches; justo estábamos empezando la caminata cuando empezó a llover.

Acordamos dar al menos una vuelta -para que los perros tuvieran la oportunidad de aliviar sus sistemas excretores- y al terminar la misma metí a los dos perros grandes a casa; Rb había visto un ave rara en el barranco al otro lado de la calle y sacó su celular para documentar el hallazgo.

Entré a la casa y -como casi siempre- desperté a la perra más anciana; la misma ha entrado -tristemente (?)- en una nueva fase de decrepitud: desde hace tres o cuatro días ha estado teniendo dificultades para andar (rigidez y cojera en alguna pata).

Y hoy se veía un poco peor: la saqué a la puerta y ni siquiera quería bajar la grada para acceder al patio, en donde usualmente orina; de hecho no bajó de la grada frontal sino que en el mismo lugar se inclinó un poco y orinó; creo que vienen tiempos difíciles.

Otra: he estado estudiando preguntas del exámen de AWS desde hace varias semanas; este día había llegado a un buen punto en la revisión de las doscientas cincuenta; pero, leyendo un poco en Internet, encontré que lo que he estado estudiando ya no está vigente.

Al parecer -desde hace un par de años- hay una nueva versión del exámen -al parecer más complicado-; por lo que me puse a buscar más información -al inicio me desanimé al enterarme- y encontré un documento con más de seiscientas preguntas; las cuales debo formatear para el uso en mi herramienta de repaso.

El martes me volví a levantar a las cinco y cuarto: aunque no era día de hacer la rutina de ejercicios antes de la reunión diaria quería aprovechar la hora temprana para completar al menos algunas de las tareas que el supervisor me había asignado.

Después de meditar encendí la computadora del trabajo y empecé a replicar algunos de los puntos pendientes; realmente no pude adelantar mucho en la hora restante; a las siete entré a la reunión; y el resto del día ya no pude adelantar mucho: recibimos varios mensajes confusos sobre la actualización a la última versión de la herramienta en prueba.

Almorzamos lo mismo que el día anterior: burritos de pollo y verduras; acompañado de un caldo de pollo con arroz; después de Rb se despidió, pues había quedado en encontrarse con su mejor amiga en la casa de los papás.

Estuvimos en comunicación -se fue en busito/Transmetro- e incluso contemplamos -en caso de que en la ciudad hubiera lluvia- la solicitud de un Uber para completar el trayecto; pero no hubo necesidad: a pesar de que el día estuvo nublado, pudo llegar sin contratiempos a su destino.

Yo seguí trabajando por la tarde -aunque no pude avanzar mucho-; les día la comida a los perros a las tres menos cuarto y, cuando llegó la hora final de la jornada laboral, nomás continué en las computadoras (no quería salir).

Rb me llamó un poco más tarde y me preguntó por mi hora de salida hacia la casa de su amiga -ya eran las cuatro y media-; con lo que me vestí -gorra incluida, pues ando con un cabello descomunal- y salí a tomar el automóvil.

Una de las razones para no querer salir era el temor de encontrar el embotellamiento que ha sido más constante por las tardes; en la garita le hablé al guardian pues era posible que vinieran a entregar un pedido de harinas que Rb había hecho unos días antes.

El guardian aceptó amablemente el encargo y salí a la calzada; sorprendentemente no había embotellamiento; de hecho la ruta hasta la carretera intermunicipal estaba casi vacía -a Rb le había tomado más de media hora llegar a ese punto-; y la lentitud en el avance empezaba apenas en el inicio del carril reversible.

Después de entrar a la ciudad tomé el periférico -más lleno, pero manejable- y, un poco después, estaba estacionándome frente a la escuela pública que se ubica a pocas casas de la casa de la mejor amiga de Rb.

Toqué el intercomunicador del portón y Rb salió a recibirme; y luego estuvimos un poco más de una hora en la sala de la casa -es una casa inmensa-; la amiga de Rb me obsequió con té y pastel de tres leches (dos porciones!) y me entregó los cuatro cubos de rubik de 6x6x6 que había adquirido en un Walmart del Imperio del Norte y enviado a su casa.

Un poco después de las seis nos despedimos de la amiga de Rb -y de sus papás y de su esposo- e iniciamos el camino de vuelta a casa; el cual tampoco estuvo tan mal: treinta y cinco minutos después estaba estacionando el auto.

Por la noche estuve viendo el tercer capítulo de Task, resoslviendo el cubo de Rubik de 4x4x4 y viendo algunos videos de Youtube; como el día siguiente era de levantarse temprano por los ejercicios, un poco después de las diez y media me retiré a mi habitación.

El miércoles fue el primer día del décimo mes del año: también se celebra -por acá- el día del niño; y me fue mi tercer día consecutivo levantándome a las cinco y cuarto; medité los veintiún minutos, encendí mis dos computadoras y entré a despertar a Rb.

Completamos los cincuenta minutos de ejercicios y luego me metí al baño; a continuación entré a la reunión diaria; la que estuvo un poco más animada que de costumbre, pues se decidió liberar -por fin- la última versión.

Después de la reunión preparé mi desayuno y luego retorné a la cama; me estuve dormitando un rato -después de resolver los tres wordles-, pero puse una alarma para las nueve de la mañana: era día de reunión uno a uno con mi supervisora local.

A las nueve y media entré a la reunión con mi supervisora: la verdad, ninguna novedad; nomás me recordó que debía enviar mi requisición por los dos días de vacaciones que debo tomar mensualmente -me había decidido ya por el nueve y el treinta-. 

También comentó que había establecido la fecha para la reunión trimestral del equipo -el miércoles ocho- y de una reunión adicional que estaba planeando para esta semana: al parecer el jefe de los desarrolladores en el Imperio del Norte comentó en una reunión que el proyecto estaba en peligro de cancelación -nada nuevo, realmente-.

A media mañana el programador remoto que más nos ha ayudado confirmó que empezaba con la actualización y, un par de horas después, confirmó que ya podíamos empezar con nuestras pruebas.

En el ínterin ayudé a Rb con el procesamiento del almuerzo: habíamos planeado preparar hashbrowns de papas y pollo molido; acompañandolos con una ensalada de tamaño mediano; antes de la una servimos el almuerzo.

Después del almuerzo Rb tuvo su reunión de equipo semanal; yo preparé café y té -después de lavar los trastos que habían sobrado de la preparación y del almuerzo- y luego nomás estuve esperando a que llegara la hora del final de la jornada: antes había tratado de adelantar algo del trabajo pero el equipo estaba siendo constantemente tomado por otro analista.

Después del horario laboral nos dirigimos a los supermercados en dirección norte: no era día de supermercados -usualmente, desde hace varios años, han sido los martes y jueves-, pero, por haber hecho la rutina por la mañana -y necesitar bananos- aprovechamos para salir a caminar.

En la tienda verde descuentos Rb adquirió un sombrero de tela -hemos estado, por prescripción médica, tomando baños de sol (quince minutos) al mediodía-; en el otro supermercado compramos bananos; y en una tienda a medio camino Rb compró cuatro libras de uvas.

A las siete cené lo que he estado consumiendo últimamente: banano, papaya y una galleta soda con frijoles; también traté de completar la tarea más urgente que me asignó mi supervisor -aprovechando que ya nadie estaba trabajando-; pero no pude completarla, al parecer hay algo que no funciona con la última versión.

Preparé un documento con las capturas de pantalla y se lo envié por mensaje a mi supervisor, comentándole las dificultades que estaba teniendo; un rato después me contestó, pero la comunicación definitivamente no está en su mejor momento.

Luego tomé mi computadora con Ubuntu y, en la cama de Rb, me puse a ver el tercer capítulo de la segunda temporada de Gen V -el spin off de The Boys-; también completé algunas lecciones de Duolingo: íbamos bastante atrasados con el reto semanal -no con Rb-.

El jueves me levanté a las seis y media; la noche anterior había considerado volver a levantarme a las cinco y cuarto, para empezar la jornada laboral con una hora de anticipación; pero luego, ya en la cama, dije, No, para qué?

O sea, hubiera podido actualizar el marcaje de las tareas que había -cuasi- completado; o trabajar en la más urgente -por la que le había escrito la noche anterior a mi supervisor en el Imperio del Norte-; pero al final decidí nomás continuar con la rutina normal.

Después de meditar encendí la computadora del trabajo y entré a la reunión diaria; mi supervisor estaba allí pero no hubo muchas novedades; en el ínterin resolví los tres wordle; o al menos el de inglés y portugúes (spoil y árabe), el de francés no pude (pizza).

Me quedé en la cama después de la reunión pero no me volví a dormir; hice un poco de Duolingo; y luego traté de completar la tarea más prioritaria de la lista que me habían asignado un par de días antes; y un poco antes de las nueve salí de la habitación: Rb salía hacia el mercado.

Estuve trabajando seriamente la mayor parte de la mañana; primero grabé un video en el que mostraba por qué no podía completar una de las tareas; mi supervisor me escribió mas tarde indicando que tendríamos una reunión para ver el desarrollo de la misma.

También estuve hablando con el analista que está en el Imperio del Norte, pidiéndole apoyo para otro par de pruebas; las cuales fueron, en su mayor parte, exitosas; Rb retornó un poco antes del mediodía y me convidó a acompañarla en su baño de sol.

Aunque no había sol; de todos modos estuvimos en la grada de la entrada a la casa; como ya había hecho las lecciones de Duolingo -y quería continuar trabajando- saqué la computadora del trabajo e incluso llamé al analista local más brillante, para que me apoyara en la investigación de uno de los problemas que había encontrado.

Estuvimos por un poco más de quince minutos en el exterior y luego retornamos a la mesa del comedor; la reunión con mi compañero continuaba pero recibí una llamada de la analista que está en el Imperio.

Pero no era una llamada de ella: había llegado la hora de la reunión diaria del equipo; entré a la misma y pasé la siguiente media hora escuchando -y presentando- los avances en las tareas asignadas -o lo que cada uno estimó-.

De hecho ese día tuve una reunión interesante una hora y media antes: mi supervisora local había convocado a todo el equipo -somos en total como diez o doce personas- para conversar sobre un comentario del programador principal en el imperio: el presupuesto del proyecto estaba en peligro.

Ese comentario fue interpretado por alguien como una amenaza a la continuación del trabajo; yo recuerdo haber escuchado el comentario pero no me pareció tan alarmante; quizá porque ya he estado en muchos proyectos; varios de los cuales han sido cancelados.

La reunión era para calmar las aguas pues algunos de los compañeros tienen uno o dos años en el equipo; y muchos no han pasado por este tipo de procesos aún; pero no sentí que la reunión hubiera servido de mucho; o sea, son cosas que pasan.

Al inicio de la reunión -por alguna razón estaba animado al inicio de la misma- estuve saludando a todos; y comentando sobre la reunión trimestral  del miércoles de la siguiente semana: es un restaurante de comida mediterránea, muy cerca del departamento de la supervisora.

Por la tarde le bajé el ritmo al trabajo; estuve jugando algunas partidas de ajedrez en Duolingo -sigo sin poder salir del rango de Elo entre mil y mil cien- ; al finalizar la jornada laboral íbamos a ir a los supermercados en dirección sur, pero la lluvia se puso algo intensa.

De hecho en la ciudad se formó un caos vehicular por la inundación de muchas de las avenidas principales; también contribuyó al mismo la caída de varios árboles dentro y fuera de la ciudad.

Un poco después de las cinco, aún con una ligera llovizna, decidimos salir hacia el supermercado más cercano en dirección sur; nos abrigamos con las chumpas impermeables y salimos al boulevard bajo el paraguas; el tránsito en el boulevard estaba detenido en dirección a la ciudad.

De hecho la cola se extendía hasta donde la vista alcanzaba; creo que cubría los cinco o seis kilómetros del boulevard; Rb andaba calzada con los tenis que adquirió el domingo y estaba teniendo molestias en el pie derecho; pasamos a una tienda a comprar una curita.

La razón de ir al supermercado era que nos habíamos quedado sin lechugas para las ensaladas del almuerzo; pero no encontramos en los refrigeradores del lugar; por lo que nomás compramos un poco de hígados y mollejas de pollo; luego retornamos a casita.

Por la noche terminé de leer La Uruguaya; aún no decido si veré la película; la narración es muy buena; después estuve considerando con qué seguir en la misma línea y encontré que ya tenía en la tableta Yo siempre seré yo a pesar de tí.

Y a ver cómo sigue eso...